Partida Rol por web

Han pasado más de tres meses desde colaborasteis de manera formidable en la extinción de la banda de “las sombras” ganándoos el respeto y cierta fama en la ciudad de Dol Amroth.

Ted pudo poder en orden las cosas de su difunto padre y consiguió pasar página, al menos en cuando al dolor más intenso se refiere.

La amistad perduró entre los cinco aventureros, al menos hasta que Alisterel y Hador decidieron separarse del grupo para buscar nuevas metas en su vida, quizás establecerse de nuevo en tierras cercanas a sus hogares respectivos, de eso hace un par de meses.

El grupo se alojaba en “El tritón Borrachín” una pequeña posada donde solían relatarse buenas historias de los numerosos viajeros que por allí pasaban, especialmente de mercaderes que estaban de paso, ya que era sencilla, económica y se encontraba muy cerca del puerto.

Como todas las tardes el grupo gustaba de reunirse en torno a una mesa para degustar unas sabrosas bebidas pues el local disponía de rica cerveza, hidromiel y un vino realmente excelente.

Eran las dos de la tarde, del 28 del 07 del 3004 de la tercera edad, el tiempo es parcialmente nublado y la temperatura de unos treinta grados centígrados, era hora de bajar de la habitación y reunirse con el resto.

Tus pasos te han llevado a la ciudad portuaria de Dol Amroth, sientes un poco de desidia por no encontrar una ocupación, pero tienes ansias de hacer algo, de sentirte útil.

Te informaste al llegar a la ciudad y te hablaron de una pequeña posada, “El tritón Borrachín” donde solían relatarse buenas historias de los numerosos viajeros que por allí pasaban, especialmente de mercaderes que estaban de paso, ya que era sencilla,  económica y se encontraba muy cerca del puerto.

Son casi las dos de la tarde y tus tripas rugen, entras en la posaba, como es costumbre la parte baja sirve de salón y taberna, ves que en las mesas hay bebidas de todo tipo, desde rica cerveza, hidromiel y un vino que tenía una pinta realmente excelente.

Eran las dos de la tarde, del 28 del 07 del 3004 de la tercera edad, el tiempo es parcialmente nublado y la temperatura de unos treinta grados centígrados, el local está medianamente animado.

Acaricié la pulsera de cuero que mi esposa había trenzado durante unos instantes. Ya debería estar camino del Norte para reunirme con ella y darle la mala nueva a mi hermana pero los dioses habían querido que me quedase un poco más con mis nuevos amigos. Seguramente esta sería la última vez que estaríamos reunidos y quería despedirme a lo grande...viviendo una última aventura con ellos. Si la suerte nos era propicia puede que consiguiera algo de dinero que llevar al Norte y poder ampliar la granja en la que residía y pensar en ampliar la familia. Era una buena idea la verdad y realmente por eso me quedaba...aunque puede que la sangre de mi padre que corre por mí me pida un poco de acción. Si al final de todo salí más a mi padre de lo que quería creer.

Bajo hasta la posada tras descansar un rato para refrescar el gaznate. Parece ser que soy el primero en llegar (como de costumbre) así que escojo una mesa en el rincón menos ruidoso y me siento de espaldas a la pared para poder observar la fauna local. Le pido al mesero media pinta de cerveza y espero a que vengan mis dos compañeros por si se tercia pedir algo más fuerte o algo con que llenar el estómago.

Mientras espero tatareo una vieja canción de cuna que mi padre me solía cantar, echo de menos al viejo a pesar de que he pasado media vida lejos de él y justo cuando lo encuentro unos ladrones le quitan la vida. Suspiro y bebo un sorbo de cerveza. No es mala cerveza, quizá debiera preguntar la receta para hacerla en el Norte. Los escasos hobbits que bajan de La Comarca a nuestras tierras gustan de ella y hasta podría sacarme un buen dinero exportando unos cuantos barriles. Sonrío al ver que pienso ya en el futuro cuando aún no tengo certeza de que regresaré a casa. Bebo otro trago y espero a que mis compañeros se dignen a aparecer. A ver que nuevas traen y si surge algo en qué gastar nuestro tiempo.

Eadar desciende las escaleras de la posada con tranquilidad, quizá demasiada, pues su mente no se encontraba en aquel lugar. Mucho tiempo atrás había dejado su casa tras la muerte de su madre. Tiempo atrás había determinado avisar a sus parientes de la situación. Tiempo atrás el destino quiso que el camino le desviase de su objetivo, pero gracias a ello, aún a pesar del infortunio, había conocido a grandes personas, y al final dos de ellas habían decidido retomar su camino. Quizá Eadar debería hacer lo mismo. Debería localizar a sus familiares e informarles, y tan pronto hacerlo volver al norte, a su hogar. Sabía que nada le quedaba allí, pero menos tendría en cualquier otro lugar.

Al descender por las escaleras abstraído chocó con un huésped de la posada que le gruñó.
-Disculpad dijo Eadar sin siquiera girarse.

Estaba decidido, debería terminar lo que empezó y volver al norte. Esta noche se lo comentaría a Ted y Angainor y mañana partiría hacia allí. Sin embargo el muchacho no sabía que tendría que posponer sus planes una vez más.

En sus pensamientos se hallaba cuando llegó a la entrada del hogar, con la mirada buscó a sus compañeros y tras girar casí la cabeza 360 grados, descubrió a Ted esperando a la sombra de la pared. Le saludó con un movimiento de cabeza a la vez que sonreía y se dirigió hacia él. Con paso vivo se plantó en la mesa ocupada por su compañero.

-Buenas tardes Ted. ¿Cómo estás? Dijo dándole una palmadita en el hombro en señal de ánimo y colegueo. Ted había pasado seguramente los peores momentos de su vida en poco tiempo, pero parecía un hombre fuerte.

Me giro y le comento al posadero.
-Otra para mí. A la vez que señalo la cerveza que Ted disfruta sobre la mesa.

Me siento enfrente de Ted mientras espero la jarra de cerveza y le comento:
-¿Has solucionado ya casi todo lo que tenías pendiente? He oído que falta alguna cosa de poca importancia, me lo dijo Eofrund. Ya sabes que si necesitas ayuda te podemos echar una mano

- Buenas Eadar, pues ya no me falta nada pero gracias de todos modos... - digo con una sonrisa - ...Los últimos detalles los arreglé durante el día de ayer...así que a partir de ahora no tengo más ataduras que las que los dioses me impongan...

Bebo otro sorbo de cerveza y añado sonriendo:

- Nuestro amigo el maestro enano sigue llegando tarde como siempre...tendremos que hablar seriamente con él...creo que hoy terminará pagando las rondas por perezoso...

Miro a los parroquianos de la sala, desde el suceso de los ladrones me he vuelto algo más desconfiado y siempre intento estar alerta por si surgieran contratiempos inesperados. Siempre llevo un cuchillo en la bota y la espada presta cuando antes no siquiera me sentaba a la mesa con ella.

- ¿Qué planes tenéis?...yo pensé en buscar algún trabajo por estos lares y así costearme el viaje de regreso a casa, si surgiera algo interesante podría sacar unas monedas y ampliar la granja...mi mujer querrá eso si no me mata por retrasar mi llegada...

No solía mencionar mucho a Kaila, la verdad es que con solo mencionarla me dolía el corazón. No pensé que se pudiera echar de menos a una persona pero en mi caso así es.

Me adentro en la posada tras encontrarla. No había mucho más donde elegir, y la pinta no era del todo mala. Risas y voces provienen del interior, las escucho cada vez más nítidas a medida que mis pasos se acercan a ellas, y miro a mi alrededor. Una densa humareda señala el lugar donde unas personas fuman en pipa, otras se reúnen alrededor del fuego de la chimenea.. Otras están agrupadas en torno a un enano que cuenta alguna historia, tal vez cierta o tal vez inventada.. Gente por todas partes. Me decidí a sentarme en un rincón, pero antes encargué una cerveza a la muchacha. Llevaba algún tiempo en el páramo, y me vendría bien sentir una cerveza bien fría deslizándose por mi garganta..

No se si le dolerá más que le llames perezoso o que le hagas pagar la ronda. jaja. Digo refiriendome a Angainor. Seguramente tendrá problemas en ajustarse el cinto. Estos meses de tranquilidad le han hecho perder forma.

Me gira al ver que Ted busca por la sala. Al darme cuenta del por qué, le quito importancia y vuelvo a conversar con Ted. En ese momento el mesero me acerca la jarra de cerveza que había pedido y levantándola sobre la mesa, la acerco dónde está Ted y brindo: Por Angainor, ese enano perezoso.

Cuando Ted me pregunta por mis intenciones comento: esperaba que estuviese Angainor para comentaros que ahora que veo que tienes todo solucionado, quería partir. Creo que Hador y Alisterel hicieron lo correcto al volver a casa. Me he desviado del hogar de mis parientes. Debería ir a verlos y volver al norte, a casa.

Tomo algo de cerveza y me recoloco sobre la silla apoyando los codos sobre la tabla y echando el cuerpo hacia adelante: tras más de dos meses sin nada que hacer, creo que no hay nada que me retenga ya aquí a excepción de lo que vine a hacer. Lo he ido retrasando por el placer de vuestra compañía, pero debo volver.

Sonrío: Tendré que hacerme un hombre, encontrar una linda mujer y dejar pasar los años a su lado. Tendrás que darme algún consejo que otro. Le digo a Ted guiñándole un ojo. Echo de menos el cazar en los bosques, quieras que no es mejor que cazar rufianes. Igual de peligroso tal vez...pero más emocionante.

Tras unos segundos en silencio le propongo: podríamos subir juntos al hogar si ese es tu deseo también.

El salón de la taberna está bastante concurrido, pero así suele ser hasta no tempranas horas de la noche cuando el posadero o Bereth la muchacha que atiende el local, desalojan la zona de borrachos y charlatanes de mucho recorrido.

Quizás sólo un enano puede dormir profundamente con esta algarabía, y más si ayer casi se termina él solo un barril de cerveza.

La muchacha pasa un paño por encima de la mesa y os sirve las pintas, de la posada entra y sale gente, huele a tabaco, a especias y por supuesto a alcohol.

La gente ríe y sigue con su alegre charla de a estas horas, cada uno en sus asuntos, nadie le pareció dar mucha importancia que entrases.

Encontraste esa mesa en el fondo, un lugar discreto, pero la que vino a atenderte fue una muchacha que limpió la mesa con un paño mientras escuchó lo que le pediste de bebes – Ahora lo traigo

Y efectivamente no tardó mucho en traerte una pinta, acostumbrada a moverse rápido en un local que parecía estar concurrido de normal, huele a tabaco, a especias y por supuesto a alcohol.

- Yo también debería partir rumbo al hogar...pero mi corazón aún me pide una última aventura. Cuando regrese lo más emocionante será ir de caza con los hermanos de Kaila y el esposo de mi hermana...mis tiempos de guerrero están cerca de terminar... - digo sonriendo mientras me acerco a Eadar como si quisiera contarle un gran secreto - ...sobre la vida en pareja...dale siempre la razón a ella...aunque luego hagas lo contrario...

Luego me aparto y bebo un buen sorbo de cerveza. 

Unos pocos rayos de sol se cuelan por la ventana, cerrada con total intención para no molestar unos dolientes ojos. ¿Qué hora fue la correcta para dormir? Quién sabe... lo cierto es que la barriga estaba lo suficientemente llena y, a estas horas, ha fermentado lo necesario como para dejar pasar los efectos de las cervezas.

La cama encontrase desordenada y tan sólo una manta cubre las cortas piernas del enano. La misma, sin embargo, está hecha jirones y casi cae al suelo por los continuos movimientos que realiza Angainor. Más aún, sus ojos se mueven dentro de los cerrados párpados y su boca, haciendo variadas muecas, esboza sonidos y refunfuños imperceptibles...

Es de noche, sólo la Luna y una fogata son las únicas fuentes de luz perceptibles. He perdido de vista al blanquito y los otros dos humanos... sabía que sería un problema mantenernos unidos con la poca visibilidad y la cantidad de orcos. Veo un grupo de estas bestias cerca del fuego y, con total éxito, comienzo a acercarme de a poco, con mi maza en alto, dispuesto a mandarlos al otro lado. Estoy tras uno de ellos, no se ha dado cuenta, ni él ni sus compañeros. Mi arma sube lo más alto posible, sonrío y la bajo con toda fuerza. Pero siempre algo malo ha de pasar... Las ruinas del pueblo tiemblan ante un estornudo y tan sólo puedo abrir de par en par mis ojos, notando que ahora los orcos me rodean y sigo sin encontrar a mis compañeros... "- ¡Ufdi, ufdi!- me digo con ira"...

"- ¡Ufdi!- grito mientras me muevo en la cama y abro los ojos". En ese momento, el límite del camastro me encuentra y caigo al suelo golpeando los tablones del piso de lleno con mi rostro. "- ¡Ah! ¡No entiendo por qué estos estúpidos humanos hacen todo a su medida!- grito en arranque de cólera y vergüenza y continúo-. Humanos tienen que ser, maldita plaga- sentencio y me acerco a la silla donde se encuentran mis cosas".

Uno por uno, mis pertrechos se van acomodando en mi cuerpo. Parecería que la cerveza ha afectado finalmente, no su alcohol sino su capacidad para aumentar la dimensión de mi barriga. Sin embargo, una mínima presión resulta suficiente como para acomodar todo en su sitio.

Levanto la vista y me acerco al espejo. Mojo mis manos y así también lo hago con mi rostro. Mi nariz se encuentra más colorada de lo normal... han de ser los tablones, son más duros de lo que parece. Abro la puerta y camino hacia la parte baja de la posada; íbamos a encontrarnos con Eadar y Ted, si es que no se han ido ya. A un enano le gusta dormir, pese a quien le pese... pero dormimos igual que trabajamos, no como estos perezosos humanos que ahora me rodean.

Abajo doy unos pasos y rápidamente encuentro la mesa donde mis compañeros se encuentran. Con marcada seriedad en el rostro al ver las sonrisas semi dibujadas de ellos, me siento en una de las sillas libres.

"- No pregunten... y menos por mi nariz. Odio este lugar y lo que los humanos construyen... y a los humanos en general... y a ustedes también- esputo y suspiro". Levanto el brazo y señalo a Bereth para que me traiga lo habitual. "- Bueno y... ¿qué se cuenta?- pregunto a ambos, rascando mi barba".

Me incliné a beber de la jarra en la que me sirvió la muchacha. Hacía meses que no probaba la cerveza, y me supo a bebida de dioses.

Todo eran risas y algarabía a mi alrededor, y algunas caras largas que también parecían estar tan solitarias como yo. Apoyé mi espalda en la pared, acomodándome en el banco, y, siguiendo mi costumbre, traté de pasar desapercibido.

Oír sin que me oigan, ver sin que me vean, saber sin que lo sepan, y hablar lo necesario. En esa filosofía había creído siempre, y no me había ido mal hasta la fecha.

Di otro trago a la cerveza. El ruidoso enano seguía con su historia, y sus oyentes la reían a mandíbula batiente.

Aún no sabía qué es lo que iba a haber. Tal vez tomar un cuarto en la posada, tal vez embarcar.. Ser libre tenía esos dilemas. De momento, pese a mi desidia, sólo pretendía descansar y disfrutar mi bebida.

Bereth, la posadera después de atender a un enano (Angainor) y llevarle su jarra, se acerca a atender otra mesa en la que estaba sentado un robusto mercader, escucháis lo que le dice.

- Oh, Bereth, muchacha, el típico viaje hacia el sur… pero este año hay algo que me preocupa. Dicen que los ataques en la Costa de los Acantilados Rojos son peores cada temporada. Aquí en Dol Amroth, espero no sólo encontrar mi reserva normal de vino, sino también algunos muchachos de fuerte corazón para vigilar a esos malditos piratas e incluso luchar contra esos lobos de mar, si fuera necesario.

Bereth se gira hacia los ruidosos juerguistas de las mesas.

- ¡De acuerdo chicos duros! ¡Habéis oído el relato de este buen capitán. Habéis estado hablando mucho sobre las luchas en las que habéis participado, pero apuesto a que lo único con lo que habéis luchado últimamente es una jarra de cerveza!

- ¡Aquí tenéis la oportunidad de probaros! ¿No navegaréis con el señor del Dama Gilwen? Es un honesto viejo pícaro, un buen señor, y generoso con los que se lo merecen ¡Me atrevería a decir que podríais hacer fortunas a su lado!

Escuché una voz más fuerte que las demás, que claramente intentaba llamar la atención de la concurrencia..

Muchos parroquianos siguieron a lo suyo, pero conmigo le había surtido efecto.

Parece ser que buscaba gente para su barco. La tentación era grande.. Llevaba tiempo sin un objetivo, sólo vagando. Me vendría bien el dinero, y mucho más llenar mi tiempo..

Simplemente dije entonces, mirándole:

-Me interesa.

Me río ante el consejo de Ted:

-Bien, eso haré, parece que a tí de momento te va bien.

Justo en ese momento Angainor aparece en la taberna. Su rostro da muchas pistas de lo que ha acontecido y no puedo sino sonreir.

-Menos mal que los Valar quisieron que nosotros no os odiemos, maestro enano. Mas no os preocupéis, seguro que mañana ya volvéis a querernos de nuevo. Guiño un ojo a Angainor en señal de complicidad.

-Le comentaba a Ted que tenía pensado volver al norte, parece ser que Ted tiene intenciones parecidas, pero aún tiene fuerzas y ganas para una aventurilla más.

En esos momentos oigo como Bereth anima a unirse a un viejo mercader. Me giro para escuchar mejor y vuelvo a girarme a mis compañeros. Pareciese como si los Valar hubiesen escuchado a Ted y nos estuviesen ofreciendo una solución. Girándome de nuevo a mis compañeros les comento:

-¿Qué?¿Una última antes de volver a casa?.

La verdad que escuchar a Ted y ver cómo por casualidad sus deseos parecen tener oídos me anima a seguir un poco más.

Escucho la petición del capitán para defender las costas de Dol Amroth de los temidos corsarios. Escuché historias en algunas tabernas y al parecer esos piratas se encuentran entre los hombres más duros y viles de esta tierra.

Escucho a Eadar que me sugiere correr una última aventura. Me dedico a mirar a mis dos compañeros mientras una sonrisa se dibuja en mi cara y les digo:

- Sí, deberíamos ayudar a esta gente una última vez y si los Valar nos son favorables volver a nuestro hogar cubierto de gloria y con los bolsillos llenos...

Levanto mi jarra de cerveza y les invito a un brindis.

- Por la gloria y el honor. Que nunca nos tachen de cobardes y que los Valar nos sean favorables en esta aventura...

Definitivamente nos hemos vuelto a mezclar en una aventura contra rufianes aunque esta vez en las aguas. La verdad soy hombre de tierra y mis experiencias en el "mar" se remontan a unas pocas salidas en barca y alguna encamisada a la luz de la luna en las tierras de Bree contra los salteadores de caminos. 

No puedo hacer más que sonreír ante el guiño de Eadar. Ciertamente, ya me he acostumbrado a la compañía de ellos, incluso de Ted pues me recuerda mucho a Lorn, que Mandos cuide de él si es que en sus estancias se encuentra.

Las siguientes palabras no me reconfortaron tanto... comprendo que a ellos les espera su familia, pero a mi nada me espera salvo camaradas... "familia... nunca he vuelto a pensar en ello desde...". Mi ceño se frunce un poco y bebo de la cerveza que ahora tengo a mi alcance.

Repentinamente, escuchó, junto a mis compañeros, las palabras del Capitán de mar que se encuentra cerca de nosotros y, como es lógico, a todos nos alimenta con la necesidad, con el espíritu de aventurarnos en otro viaje.

Ted levanta la jarra en alto y lo acompaño. "- Por la gloria y el honor será- contesto y empiezo balbucear en susurros-. Un momento... vamos a estar sobre el... ¿agua?- digo lentamente y con un cierto escalofrío recorriéndome".

De reojo observo una nueva sonrisa pícara de Eadar, a lo que resoplo con seriedad. "- Ni se te ocurra decir algo... por la gloria, el honor y se acabó, que hace rato que no uso mi maza y ya me siento oxidado- digo con sequedad y vuelvo a llevar la jarra a mi boca, esbozando, esta vez, una sonrisa entre la tupida barba".

Brindo con mis compañeros y Angainor se percata de alguna que otra idea ronda mi cabeza, mas le hago caso y simplemente sonrío, sin comentar nada más.

Finalmente me giro y hago saber al mercader nuestro interés también por su ofrecimiento. Parece ser que a parte de nosotros tres hay algún que otro insensato sentado en la taberna.

-Nosotros nos apuntamos también. Será interesante ver a un enano en el mar. Comento con sonrisa pícara.

Cuando Bereth pasa de nuevo cerca de nuestra mesa en dirección a las cocinas le comento:

-Si es verdad lo que dices y vuelvo lleno de oro, guarda la mejor habitación para un humilde servidor. jajaja

Bereth ha sido muy amable con nosotros últimamente, siempre preocupada porque nos encontremos cómodos en la posada.