Partida Rol por web

Sonrío con las palabras del maestro enano. Posteriormente saludo a todos los que el capitán nos presenta agachando ligeramente la cabeza como muestra de respeto. 

Luego observo con detenimiento el mercante, será nuestra fortaleza durante los próximos tres días, debemos defenderla con uñas y dientes. Busco algún lugar donde podría apostarme con el arco ya que es la mejor opción que tenemos de causar bajas antes de entablar combate cuerpo a cuerpo. Los marineros serán valientes pero los corsarios suelen ser despiadados y realmente no sé como reaccionará la marinería en caso de combate cerrado.

-Saludos también a vos, bella Dorien y a Ragnir. Vamos sin duda a estar bien acompañados en el viaje -dije, inclinando hacia ambos mi cabeza en un saludo respetuoso, como había hecho antes.

-Estoy deseando subir al barco. Espero no arrepentirme más tarde de mis palabras, pero tanto hablar del viaje me hace estar ansioso por emprenderlo..

Miraba al barco de nuevo, ese imponente bajel que nos había de llevar a nuestro destino.

Al igual que mis compañeros sigo al capitán y saludo a Ragnir. Al igual que hice con los demás inclino la cabeza. Ragnir...

Observo el barco, nuestro próximo hogar durante los sigueintes tres días.

Observo las cosas que llevo en mi mochila, percatándome de que esté todo en orden. "- Bsbsbs... vendas... bsbsbs... torniquetes... bsbsbs... si, creo que está todo- me digo mientras rebusco entre las cosas".

Me levanto en el lugar y me acerco nuevamente a mis compañeros. "Un gusto maese Ragnir- le expreso". Doy la vuelta y, dirigiéndome hacia Hallatan, le digo: "- Capitán Hallatan... ¿necesita ayuda con el cargamento? Puedo ofrecerle una mano si es necesario".

La dama se inclinó brevemente a las corteses palabras de Lorgan

Tras dejaros un breve plazo para presentaciones prosiguió - Y por último os presento a Vandor, animista y médico del navío, también es nuestro metereólogo y cuida de que contabilizar la carga y las provisiones, pero dejémoslo trabajar, estará bastante ocupado hasta que partamos.

Era relativamente joven, larguirucho, pero arenoso y ojos grises, portaba un pergamino e iba haciendo cuentas mientras subían las cosas.

- Luego hay ocho marineros… pero a estos ya lo iríes conociendo a lo largo del viaje – Extendió la mano hacia ellos sin concretar.

- ¡Oh! – Exclamó ante la propuesta de Angainor – Muy generoso por tu parte, hoy prefiero enseñaros el navío, es importante que sepáis donde está cada cosa y si en alguna ocasión queréis echar una mano en los quehaceres diarios, la ayuda será muy agradecida, pero no tenéis la obligación, solo la de proteger la carga y la tripulación

- Ahora si me seguís os enseñaré mi mercante, despídanse de la tierra firme, partiremos en pocos minutos – Y se rió – Decidme ¿Alguno de ustedes ha navegado con anterioridad? Lo digo porque hay gente que se marea y pasa el primer día un poco mal… - El capitán subió a la pasarela que eran tan solo un par de tablones de madera que hacían de puente entre el barco y tierra firme y os esperó a bordo.

Tras saludarlo, observé al tal Vandor. También yo conocía secretos en la magia, tal vez podríamos compartir nuestros conocimientos. Siempre estaba deseoso de aprender cosas nuevas, de ahí el motivo de mis erráticos viajes.

-Sí, yo sí he navegado -respondí al capitán-. Osgiliath es mi ciudad, dividida por el río Anduin, y los barcos no me son nada desconocidos.. ¡Navegaré sin problemas aún en la mayor de las tormentas! -dije alegremente.

Ardía en deseos de subir al barco, pero no quería ser descortés con nuestro capitán. Subiría con todos cuando él lo indicase.. ¡Esperaba no tener que arrepentirme de mi ansia por comenzar el viaje!

- En mi caso solamente he navegado por muchos ríos pero nunca en mar abierto... - compruebo la bolsa con los que compré en el boticario y digo - ...por si acaso ya me he traído un remedio para el mareo...y de sobra por si algún compañero no ha pensado en ello.

Miro al enano porque sé que los enanos no son muy dados a navegar y según algunas habladurías temen a Ulmo. Aunque creo que realmente al que temen a Össe, conocí algunos marinos en Arnor que temían las tormentas más que nada en el mundo.

Sigo al capitán y a mis compañeros de un lado al otro hasta finalmente terminar subiendo al barco tras el capitán.

-Lamentablemente yo nunca viajé en barco. Pero no es algo que me preocupe mucho. Nunca me he mareado y espero que esta no sea la primera vez. Los Valar así lo quieran. Digo sonriendo y siguiendo a Hallatan..

"- No hay problema maese Hallatan, ya veremos más adelante entonces- contesté con una sonrisa en el rostro". "Tal vez trabajar un poco y ayudar en los quehaceres del barco me ayude a quitarme las preocupaciones del barco y el agua... ¿qué tan difícil puede ser navegar?", pienso.

Sigo junto a mis compañeros al Capitán y ante la presentación de Vandor, simplemente me limito a asentir con la cabeza a modo de saludo. "Mhmm... imagino que será uno de esos... como el blanquito... pero... bueno, el paliducho no resultó tan malo después de todo", cavilo mientras continuamos.

Saludos con un gesto a los marineros al verlos... "seguramente serán una buena compañía en la noche, con alcohol e historias mediante", me digo y sonrío.

Cuando comenzamos a subir la pasarela, las palabras de Hallatan resuenan en mi mente... "... despídanse de la tierra firme...". "- Vamos Angainor, un señor enano no puede amilanarse con estas cosas- me digo en susurros". Instantáneamente miro a Ted... estoy seguro que él ya estará riéndose de mí... me hace acordar a su padre, ambos buenos humanos.

"- Bueno, no. Nunca he estado sobre una de estas cosas... prefiero la compañía de un corcel antes que la de la madera- contesto con desgano".

Me acerco al enano y le paso una dosis del remedio contra el mareo que compré en el boticario mientras le susurro al oído:

- No es que dude de tu aguante pero cógelo por si acaso...por nuestro bien es preferible que tengas un equilibrio perfecto, si entablamos combate quiero que puedas cortar el máximo de cabezas...

Sonrío y agarro mis bártulos para subir al barco y acomodarme donde me indiquen.

Sonrío de inmediato ante las palabras de Ted. "- Sabía que estabas pensando en ello... creo que... bueno... gracias por el remedio- le digo de manera entrecortada".

Observo lo que me ha pasado Ted y lo guardo junto con las demás cosas, en caso que fuere necesario. Luego, le miro.

"- Y no... yo no corto cabezas... las aplasto- le menciono con una ceja en alto y una pícara sonrisa, al momento que con el pulgar señalo la maza que en mi espalda cuelga y le acompaño".

El capitán escuchó vuestras respuestas referente a la navegación antes de hablar de nuevo – Está bien, no os preocupéis los que no tenéis experiencia, os contraté para defendernos no para que demostréis ser unos lobos de mar.

Comenzó a caminar – Pues nada, esto es la cubierta donde los marinos pasan la mayor parte del tiempo, hasta de noche si el tiempo no es desapacible

Dio un pisotón en el suelo – Abajo la bodega donde está la carga y las provisiones, hay una claraboya para acceder a ella pero está cerrada con llave para mayor seguridad, pero siempre tenemos un barril de agua y provisiones suficientes para todo el día en un cajón.

Fue caminando hacía la popa del navío donde había una puerta - Ahí dentro los camarotes, donde descansarán la tripulación que os presenté, vosotros tendréis una habitación para los cuatro, no dormiréis a la intemperie como los marineros.

- Y arriba de los camarotes el timón y creo que ya está, podéis dejar vuestras cosas en la habitación, es la primera a mano izquierda*

Sigo al Capitán mientras nos va mostrando los diferentes lugares del navío. Es la primera vez que subo a un barco... recuerdo las veces en que nos movíamos con mi padre de un punto a otro, entre poblados, pero siempre los hicimos con carruajes y caballos, nunca sobre el mar. Claramente no soy el único que ha sentido desgano... no recuerdo a muchos entre los míos que hayan sido marinos o, siquiera, que se hayan acercado al mar.

Ni bien termina de indicarnos nuestro cuarto, me relajo un poco más, pues pensaba que debía quedarme constantemente arriba, en donde las aguas son siempre visibles.

"- ¡Muy bien!- exclamo con gusto-. Creo que iré a dejar ya mis cosas y descansar un momento".

Acompaño a Angainor a dejar mis bártulos y comprobar donde dormiremos nosotros cuatro. Al parecer el capitán nos da un trato preferente al dejarnos dormir en un camarote y no al raso con la tripulación.

Intento memorizar las secciones del navío y saber para que sirve cada una de ellas. La verdad es que es un navío pequeño pero da la impresión de espacioso y eso me reconforta ya que normalmente me gusta poder estirar las piernas tras levantarme o antes de acostarme.

Acomodo mis pertenencias en un rincón y dejaré al resto que elija catre para dormir, aunque no sé si usaremos una táctica que solía usar la marina de Gondor llamada "cama caliente" que algunos de mis compañeros en el Norte que habían servido en la marina me comentaban, consiste en que dos dormirían calentando la cama mientras los otros dos estarían siempre en guardia y al final de cada turno cambiarían los sitios.

Mis compañeros de viaje iban a nuestro camarote a dejar las cosas. Yo no tenía tantas que me molestasen, pero me pareció buena idea ponerme cómodo. Y creí oportuno pedir permiso al capitán para curiosear más el barco.

-Parece un barco robusto, capaz de responder bien ante un ataque.. ¿os importa si me doy una vuelta por él despues de dejar las cosas? -le pregunté.

Me encantaría conocer los entresijos del barco, y supuse que no habría problema.

- No, podéis inspeccionar, bueno, excepto en los camarotes que no son el vuestro, no creo que les haga gracia ver a alguien husmeando por allí – Le dijo el capitán a Lorgan

En el camarote simplemente habían un par de literas que dejaban un estrecho pasillo por el que la barriga del enano cabía justo justo. Podéis elegir la que más os guste (sup dcha, inf dcha, sup izda, inf izda)

En el cuarto contiguo al vuestro lo ocupaban el hijo de Hallatan y su bella esposa, el resto de la tripulación importante en los camarotes enfrente a los vuestros.

Entonces se escuchó – ¡Leven anclas! ¡Izar las velas! – un par de marinos se afanaron a retirar el puente y quitar las sogas que os ataban al puerto, el viaja acababa de comenzar

Cuando escuché las órdenes de desamarre abandoné mi pretendido paseo de exploración y subí a cubierta.

El sol brillaba radiante, y los marineros se afanaban en sus tareas. Procurando no estorbar, me situé en un costado del barco, a observarlos trabajando, y ver cómo poco a poco nos alejábamos del puerto.

El velamen lucía magnífico, aprovechando el viento a nuestro favor, y las olas comenzaban a romperse violentamente contra el casco.

Comencé a preparar una pipa, con la idea de fumármela con calma allí mismo. Saqué la bolsita de Hoja del Valle Largo, el mejor tabaco para pipa del folde sur, procurando que no se me cayese, y comencé a rellenar la cazoleta. El inconfundible olor de tan sublime tabaco embriagó mis sentidos.

Tras recoger, la encendí despacio, apoyado en uno de los barriles que quedaban aún en cubierta, viendo a las gaviotas revolotear alrededor del barco, y comencé a disfrutar del sabor de cada calada.

Asintiendo sigo a mis compañeros hasta los camarotes y dejo mis pertenencias.
Mientras comienzo a acomodarme, escucho la potente voz del capitán ordenando comenzar la travesía. Y girándome hacia mis tres compañeros pregunto:

Deberíamos organizarnos un poco. Durante el día no habría mayores problemas pero por la noche no sería ninguna tontería dividirnos en dos y que se pueda vigilar el sueño para que podamos dormir tranquilos.