Partida Rol por web

Finalmente, tras sus aclaraciones sobre el viaje, parecía que la totalidad del grupo estaba dispuesto a acompañarles.- Sí, emprendamos la marcha cuanto antes.- Coincidiendo así en pensamiento con las palabras pronunciadas por Celedhen.

Ya se había levantado de la mesa, cuando "la niña" tuvo que intervenir para volver a llevar las dudas sobre hacia donde continuar. El enano bufó de frustración. Algo extrañó en él, ya que solía ser respetuoso incluso con los desconocidos.

Mientras el grupo volvía a hablar, para no frustrarse más, el enano se acercó al posadero para pagarle lo que debían.

Mientras el grupo volvía a hablar, para no frustrarse más, el enano se acercó al posadero para pagarle lo que debían. Apoyó uno de sus brazos a plomo sobre la barra y preguntó- ¿Cuánto le debemos los tres?*.- Se refería a Celedhen, Dwarin y él.

- Tranquila Amy, solo nos sacaran unos días - mintió, seria mas bien una semana larga - yo mismo te prometo seguirlos hasta donde haga falta, en cuanto nos aseguremos de que Leowyn esta bien - dijo amable - nos vendrá bien la compañía así no queremos sorpresas en el camino - intentaba convencer a la hobbit.

Si, los retrasaría, pero jugar la baza de la protección por el numero valía mas que cualquier día acortado.

Ben trató de convencer a Amy apoyándose en los argumentos de Edrran.

-Sí Amy, veremos a Leowyn, después de tratar de encontrarla y salvarla por toda la ciudad no me digas que no merece la pena. -El hobbit sonrió amable para mitigar la frustración y rabia de la hobbit. -Tu hermano estará bien. Si va con el amigo de Edrran y con el tío de Tim no habrá problema. Además si aquí nos han dado pistas sobre él, seguro que más adelante también. Un grupo así no pasa desapercibido.

El posadero que andaba limpiando unas mesas con un trapo húmedo hizo un rápido cálculo mental y con una sonrisa amistosa le dijo al enano la cantidad que debía entregarle.

-Son tres monedas de cobre por cada uno.

Al menos, dado que ni la bebida, ni la comida, ni el alojamiento eran algo para recordar y mencionar de sus viajes, el precio que establecía el posadero era aproximadamente lo justo. Sabía lo que se hacía si quería tener alguna posibilidad de que la gente volviera a hospedarse allí.

Dorndaggan buscó entre su bolsa, y como no tenía lo justo, le entregó una moneda de bronce.- Aquí tiene.- Esperó a que le devolviera las vueltas para marcharse*. No quería dejarle propina en base a los servicios que le habían ofrecido.

Como aun seguían hablando el enano salió de la posada a esperar a que tomarán una decisión, algo que quería que sucediera rápido y esperaba que con su comportamiento aun se acelerará más.

Las manos se frotaban. Veía a su hermano pagando, y estaban a punto de partir. Era fabuloso. Se notaba la ansiedad por empezar. Además, se estaba acomodando mucho y se le ponía el culo blando de estas mullidas sillas. Era buen momento para partir.

El posadero le dio la vueltas correspondientes, sin dejarse ni una sola moneda. Su cocido sería horrible, su cerveza estaría aguada y sus camas serían las peores que recordarían en mucho tiempo, pero al menos era un hombre honrado.

-Gracias, espero verles de vuelta por aquí. -Dijo con una profesional sonrisa.

Toda la frustración y rabia por el cambio de planes se desvaneció en cuestión de segundos. Ya habían tomado la decisión y era una estupidez el viajar ella sóla, lo había dicho por enfado y sin pararse a pensar, así que respiró profundo y se tragó parte de su orgullo. Sin lágrimas y con toda la entereza que pudo dijo; estoy lista, podemos partir cuanto antes, nos espera un largo dia y no hay tiempo que perder.

Tras salir de la posada, de nuevo las lágrimas volvieron a aparecer, y en soledad continúo llorando hasta ver aparecer al primero que sale tras ella.

- Adelante pues - dijo asintiendo y guiñando el ojo a la hobbit. - encontraremos a tu hermano, y también a mi amigo, estoy seguro - después simplemente se dirigió hacia la puerta

Neram se levanta listo a partir. La verdad es que nunca ha sido de presionar a nadie en una discusión pero al menos está satisfecho de que el grupo no se disgregue.

- En marcha, pues... 

Se coloca los trastos y se encamina hacia la puerta esperando a que todos salgan antes de salir él y echando un  vistazo por los posibles espías...

Emprendieron la marcha cuando el sol todavía no había despuntado demasiado en el horizonte, deshaciendo el camino que les había llevado toda la jornada anterior, pero con la certeza de saber que ahora seguían una buena pista para dar con Leowyn y con tres nuevos compañeros en el grupo. La posada de la pequeña Elyn se quedó atrás y, aunque sentían que ninguno de ellos quería acercarse a la ciudad de Cillian-o-Cilstren, no tuvieron más remedio que hacerlo para llegar al cruce de caminos donde habían elegido el camino incorrecto a fin de ponerse ahora sobre la buena pista.

La distancia que separaba ambos puntos llevaba una jornada de viaje cubrirla, como ya sabían, iban hacía el Norte, siguiendo el camino del Norte-Sur. Durante la marcha se cruzaron con varias personas que iban a pie, a caballo o en carruaje, y también fueron adelantados por algunos jinetes, pero habían tomado precauciones más que suficientes para evitar que les reconocieran.

Tan sólo pararon para comer a mediodía y descansar un poco del viaje. A media tarde se desviaron por un pequeño sendero que conducía a la ciudad siguiendo la estela de las Montañas Nubladas y una hora más tarde estaban llegando a la encrucijada. Vieron entonces la silueta de dos jinetes que se mantenían quietos en el camino sin moverse un ápice. Como si aguardaran.

- Estad atentos - dijo señalando con la cabeza a los dos jinetes. Eran solo dos, podrían con ellos si la cosa se ponía fea. Por si acaso, Edrram había soltado la guarda de su espada.

Continuo su camino, aparentado normalidad, como si no le importase la presencia de aquellos hombres, en el fondo el nerviosismo lo mantenía tenso como arpa.

El enano sacó su hacha del cinto y la colgó del hombro tal cual leñador hacia el tajo, y empezó a silvar una tonadilla, que su letra era conocida por su grosería y obscenidades.

Al contrario que el resto del grupo, tanto Dwarin como Celedhen como él mismo, no tenían que preocuparse por ocultarse durante el trayecto por mucho que se acercaran a Cilliam-o-Cillstren. Aunque los hermanos Dunlen tuvieran sospechas de lo enanos sobre la liberación de Leowyn, nunca podrían demostrarlo, más ahora que por desgracia, Daniros, ya no se encontraba entre ellos.

Así que cuando vio a los dos jinetes inmóviles en el camino, no se preocupó por su propia seguridad, sino levemente por la del grupo que les seguía varios pasos por detrás. Decidió que ellos tres aun deberían de adelantarse unos pasos más para entrever sus intenciones.- Actuemos normalmente, quizás no estén aquí por vosotros...Y nosotros, adelantémonos un poco más a ver- Las últimas palabras iban dirigidas a Dwarin y Celedhen.

Que el comportamiento de algunos no fuera el adecuado para unos ojos entrenados y una mente avispada no ayudaba, pero ya no se podía hacer nada, el intentar cortar ese comportamiento sólo intensificaría la atención de los jinetes sobre ellos.

La joven hobbit caminaba casi de forma automática, aún pensando el retraso que les iba a ocasionar seguir la pista de su hermano. Pocas horas mas tarde ya se había hecho a la idea, y estar enfadada no resolvería nada. Sin apenas hablar, continuaba el viaje, sóla y acariciando a Pooka.

Al divisar a los dos jinetes, puso al pequeño hamster a buen recaudo dentro de su mochila y se colocó detras de Edrran. No pensaba que fuesen hostiles, pero por si acaso, mejor ser prudentes y quitarse de enmedio a priori.

Desde debajo de la capucha, Neram observa a los jinetes. No le da buena espina aunque de momento no parecen amenazadores. No obstante, como si nada, agarra la jabalina con su diestra mientras simula usarla como apoyo y mantiene la lanza en la siniestra. De momento, el escudo cuelga de su espalda a la espera de liberar la jabalina. 

Asiente a las palabras de Edrram y se separa un poco del grupo. Por lo demás, sigue caminando normalmente.

Dorndaggan, Dwarin y Celedhen se adelantaron al resto del grupo para ser los primeros en dar con los jinetes. Éstos estaban justo en la encrucijada donde se juntaban el camino de Cillian-o-Cilstrem y el sendero que iba a el asentamiento de los enanos. Cuando vieron a los enanos no se movieron ni un ápice y les dieron el alto.

Eran jinetes dunlendinos y vestían con el uniforme de la ciudad: un peto de cuero endurecido, grebas, y una capa roja, además del yelmo que lucían todos los soldados. Los jinetes aguardaron a que los dos enanos y el montaraz se detuvieran frente a ellos, pero no hicieron ningún otro movimiento ni dijeron nada.
 

- Hola. ¿Qué sucede?- Dijo con tono neutro, sin pizca de cortesía o desconsideración, al detenerse. Algo que no había echo de forma inmediata tras que le dieran el alto, sino que había dado unos pasos más como si al principio no entendiera que la cosa fuera con él. Aquel comportamiento le parecía el más común, y por lo tanto el más idóneo para no levantar sospechas al inicio.

Los segundos que pasaron hasta que le dieron contestación los pasó con más nerviosismo del que había pensado. No obstante, se encontraban muy cerca de Cillem-o-Cillstrem, y si la cosa se complicará no habría nada que hacer para que más tarde o más temprano llegaran las noticias hasta sus puertas.

Fhengel avanzaba en silencio, un silencio que comenzaba a ser característico en el, reemplazando las risas y bromas que eran tan habitual en el. La aventura había sido dura y el rohirrim había pagado. Al ver como alguno de sus compañeros iban preparando sus armas, el decidió que no era necesario, si todos se acercaban prestos a atacar los jinetes lo sabrían -pueden haber mas en los alrededores no se confíen-