Partida Rol por web

Cuando el mago comenzó a largar esa retahíla, Franerick emitió un sonido roedoril y entre él y Bigotes comenzaron a rebuscar entre los pergaminos. El ratón claramente lo único que hacía, aún en contra de su naturaleza, era juntar todos en un mismo lugar, desde el cual el mediano comenzaba a buscar a ver qué encontraba. Por momentos levantaba la mirada, como buscando aprobación de su hermano, o de Snorri, porque no estaba muy convencido de qué tenía que encontrar...

-Esto... ¿podría ser?- preguntó, levantando un cuaderno con tapas bastante usadas.

Con un bufido Tukk levantó las manos para dejarlas caer.

—Tiene el rostro mas duro que una veta de granito. Increíble —masculló mientras se ponía en movimiento de mala gana sin dar crédito al descaro irredento del joven hechicero.

Lo cierto era que el mago no parecía poder resolver aquello él solo. Les necesitaba. El enano se paseó entre los papeles del Geómetra husmeando un poco aquí y allá, sin atreverse a tocar nada si no era con la punta de su pico.

Había algo que no encajaba. Hasta ahora, especialmente por el estado de sus posesiones y a excepción de la biblioteca, habrían jurado que el geómetra era un hombre pulcro y ordenado. Sin embargo, la sala de conjuración parecía llena de polvo, como si nadie hubiese pasado por aquel sitio desde hacía varios meses.

El propio Gronkar estuvo a tiempo de hacer un comentario acerca de lo extraño que resultaba ver aquel lugar tan descuidado, pero Snorri se le adelantó con un sonoro estornudo mientras llevaba sus manos hacia un legajo de pergaminos. La polvareda que levantó le hizo estornudar varias veces, cegándole hasta que inevitablemente perdió el equilibrio. Trastabilló. Lo único a lo que consiguió agarrarse, un mortero de latón, derramó su contenido al tiempo que se caía de bruces*.

Los demás, por su parte, continuaron la búsqueda con mayor suerte que el hechicero. Tras pedir la apreciación de su hermano, Franerick dedujo que entre aquellos pergaminos debía estar la respuesta. Hasta el momento, resultaba evidente que su enfermedad tenía alguna relación con los extraños esquemas del geómetra y la vidriera, por lo que dedujo que era un buen hilo del que tirar. Snorri tomó nota del razonamiento del mediano y centró su pesquisa en aquellos documentos que contuviesen fórmulas rebuscadas. Aunque aquello sería como buscar una aguja en un pajar, por lo que Gronkar decidió echarles una mano mientras Talan auxiliaba al mago.

Entre los dos lograron dar con un grimorio que parecía más reciente, con un grabado en la portada que recordaba a la vidriera, y que parecía recoger experiencias del geómetra durante sus rituales de invocación y su exploración de otros planos. El documento estaba plagado de tecnicismos que Gronkar parecía saber descifrar no sin cierta dificultad. Tras ojear un par de páginas, les indicó que aquel era el correcto, ahí deberían encontrar información sobre lo que buscaban.

—En esta parte habla de un ritual que salió mal. De una criatura que surgió de un… ¿Pliego de la realidad? Y que esa bestia trajo consigo algo parecido a una enfermedad. Parece que el geómetra estaba extrayendo poder de un portal y ese bicho se coló, provocando consigo una "vibración" o algo así. Como una perturbación en el tejido de nuestra dimensión, algo que resuena.

Franerick se encontró a sí mismo con la boca abierta al escuchar lo que decía Gronkar, de lo que había en ese pergamino inentendible. ¡Cuántas cosas había aprendido su hermano!

-Wow... o sea que... tal vez, si matamos a esa criatura, la vibración que provoca... ¿vibración sería?- no estaba seguro de si había entendido -...se acabaría... ¿y con eso la enfermedad?- cuando se escuchó, era muy básico, hasta para él. Debía haber una trampa en algún lado.

-¡Achú! - El polvo se colaba por la nariz del mago provocándole un impertinente picor en la nariz que no era capaz de calmar ni de lograr rascarse, era como si le dolieran las mismas entrañas del tabique nasal. -¡Achú!

Otro ataque de estornudos se apoderó del mago que pensó que a su regreso a la ciudadela debería mirarse lo de las alergias, ya que aquello no era nada normal. Alzó la mano juntando el pulgar con el índice formando un círculo en un gesto que quería hacer ver a sus compañeros que se encontraba bien pero de pronto resbaló con algo del suelo y derramó el contenido de un mortero que había allí colocado de malas maneras, el pie de Snorri se enganchó en otra cosa y casi aterriza su cabeza contra la estantería, pero en el último momento sus reflejos felinos salieron a la luz y logró reincorporarse.

-¡Ja! - se jactó el mago - No ha pasado nada. - Pero al apoyarse torpemente en la estantería contra la que había estado a punto de estampar su cabeza, su codo hizo caer al suelo una especie de balon volumétrico que contenía un líquido verdoso que se desparramó por el piso del laboratorio.

-¿Vibración? - Carraspeó el mago su garganta. Con todo el ajetreo el mago casi ni había escuchado las palabras de Gronkar.

Snorri reconoció la sustancia casi en el instante en que ingería por accidente la mezcla. Los polvos consistían en pétalos de las extrañas flores negras del mirador, deshidratados y machacados, que por si solos únicamente le dejarían adormilado. Era el potingue que le saltaba a la cara lo que le preocupaba. Una vez mezclados, reaccionaban de forma inestable, induciendo al consumidor en un estado que le permitía trascender su plano, el espacio y el tiempo: la droga Liao.

Debido a sus reflejos o a una suerte asombrosa, el mago logró zafarse a tiempo y solo llegó a sufrir los efectos de forma atenuada*. Los planos del espacio y el tiempo se solapaban ante sus ojos**. El geómetra se paseaba por la sala de conjuración al lado de sus compañeros, los pergaminos estaban escritos y en blanco al mismo tiempo, el suelo era rugoso y liso… No sabía si sentarse o buscar una tinaja-no-tinaja para vomitar.

Lo único positivo parecía el acceso a los eventos previos a la desaparición del geómetra y a la fractura de la vidriera, y que los efectos de la enfermedad parecían haberse disipado. 

Gronkar negó con la cabeza, ajeno a las desventuras de nuestro mago favorito.

—No sé si será tan sencillo, Franerik. El geómetra habla de la criatura y la enfermedad como entidades separadas. Según esto, él mismo se vio afectado por "lo que sea que trajo consigo el monstruo", pero logró preparar algo para curarse. En la sala debería haber algún mejunje o…

Esta vez, el semiorco miró en dirección a Snorri, solo para horrorizarse de las connotaciones que tenían el tropiezo del hechicero.

El mago se tambalea algo mareado tras haber aspirado de manera involuntaria el Liao. Inmediatamente le asaltaron reminiscencias de su etapa de estudiante en la academia de Schwarzendorf, cuando experimentó durante una temporada con aquellas sustancias psicotrópicas. Por fortuna, su aguante era legendario entre los estudiantes e incluso a día de hoy se recordaba su nombre en las fiestas de fuera del horario lectivo de los nuevos aspirantes a mago que estudiaban en la Academia: Snorri Siemprenpie, le llamaban. 

-Tranquilos - les dijo a sus compañeros con la lengua un poco pastosa-, estoy viéndolo todo aquí mismo. Veo al Geómetra. Allí mismo.

Snorri alzó una mano para señalar a un punto junto a la mesa del laboratorio llena de pergaminos y abrió la boca para decir algo que a juzgar por su expresión parecía que iba a ser muy trascendental, quizá hubiera hallado la solución a todo el problema y la estuviera viendo con sus ojos allí mismo, frente a ellos, gracias al efecto del Liao. Pero cuando se giraron de nuevo hacia Snorri lo vieron caer de espaldas como un tronco abatido por el hacha de un leñador. Todo lo largo que era, cayó Snorri Siemprenpie al suelo completamente inconsciente.

—Vaya —bufó Tukk algo frustrado mientras volvía a guardar su pico de guerra.

La idea de un combatir a al adversario planar para curarse empezaba a parecerle atractiva cuando Gronkar destruyó el espejismo. Combatir siempre hacía todo más sencillo.

Los "progresos" de Snorri también llamaron su atención cuando el hermano de Franerik puso en él el foco de atención. Abriendo mucho los ojos se pasó enseguida la mano por la cara con resignación.

—¿Pero qué hace ahora? —preguntó retóricamente sin entender nada—. ¿Qué dices, que ves al Geómetra? —preguntó esta vez directamente a Snorri para mirar el punto vacío junto a una de las mesas que el mago señalaba—. Lo que faltaba, ha perdido la chaveta. Miradle, pobre diablo. Nadie merece acabar así —negaba para si.

Cuando Snorri se derrumbó, acudió raudo a socorrerle.

—Arriba chico, arriba. Vamos, vamos, recomponte —dijo casi paternalmente mientras vertía agua de su cantimplora sobre el rostro del mago.

Franerick saltó en el lugar cuando vio caer a Snorri. ¿Y si se les moría quien podía sacarlos de allí? Se acercó rápidamente, intentando notar qué había sucedido. Estando tanto de aquí para allá, trabajando como cazarrecompensas, tenía que saber algunos rudimentos de salud. Aunque este caso era diferente, por lejos.

Se dio cuenta que lo que posiblemente lo había desmayado eran los pétalos deshidratados, pero no estaba seguro. ¿Qué podía ser? Rebuscó entre las cosas que tiró, tapándose la boca y nariz por las dudas, pero intentaba reconocer cómo podía ayudar al mago.

Snorri cayó inconsciente tras lo que en Schwarzendorf llamarían un "mal viaje". Aunque Tukk acudió en su ayuda, poco podía hacer para despertar al desafortunado hechicero.

Franerick, por su cuenta, decidió investigar la mezcla de sustancias que habían dejado fuera de combate a su compañero. El olor dulzón de los pétalos le recordó inmediatamente a las flores del mirador del geómetra, pero lo que más le sorprendió fue el otro ingrediente*. La mezcla de ambos daba lugar a lo que muchos magos llamaban "el Liao", una droga que permitía trascender los límites del espacio y el tiempo. Tanto su fabricación como su consumo no solo estaban prohibidos, sino que eran muy infrecuentes debido a que los materiales eran muy difíciles de conseguir. Y solo los magos y bardos estaban tan majaras como para atreverse a probar semejante droga.

Gronkar negó con la cabeza, ajeno a las desventuras de nuestro mago favorito.

—No sé si será tan sencillo, Franerik. El geómetra habla de la criatura y la enfermedad como entidades separadas. Según esto, él mismo se vio afectado por "lo que sea que trajo consigo el monstruo", pero logró preparar algo para curarse. En la sala debería haber algún mejunje o…

Entonces, recordó lo que su hermano acababa de sugerir. ¿Acaso el Liao o alguno de sus componentes servía era la clave para curar la enfermedad?** 

Franerick se sorprendió cuando se encontró con aquella "Cueva de dragón". No era una planta cualquiera, si no una rara que crece en ciertas montañas, y tiene pétalos que parecen monedas de oro que cuando caen lo hacen dentro del cáliz, retroalimentando a la planta. Parecía que nunca se acababan. Pero no sólo eran raras de encontrar, si no que además eran muy costosas. Y lo sabía muy bien porque las había traficado por bastante tiempo, en las academias de hechicería especialmente. Había una en especial que consumía como si fueran pan recién horneado, pero no recordaba el nombre. Era largo y difícil de pronunciar.

Y en ese momento pudieron ver cómo un pensamiento en especial caía tan pesado en su mente que casi podían escuchar el chapoteo en las aguas grises de la mente.

-Eso que se mezcló... eso debe ser lo que mencionaste- dijo visiblemente excitado ante la posibilidad de encontrar la cura para dejar de ver triángulos, círculos y otras formas más extravagantes mezclándose con la realidad a su alrededor -Esa debe ser la cura... o tal vez no la cura en sí, tal vez... tal vez hay que seguir al mago a donde haya ido- dijo el mediano.

Inmediatamente después le dio una palmada en el muslo a su hermano, con suficiente fuerza como para que sonara.

-¿Y si es como en esos viajes con plantas que hacían los druidas del bosque de Woodstock? ¿Y si también tenemos que viajar allí para traer la cura?- dijo, ya sin necesidad de estar siendo racional, pero se lo veía extasiado, como aquellos brujos y brujas que dicen "canalizar" información o que tienen epifanías.

—Es posible —respondió Gronkar—. Quizá una mezcla adecuada permita curar vuestra enfermedad. Pero si es cierto que hay una enfermedad pululando, ¿cómo pensáis detenerla?

-¡Hipotenusa! - Exclamó de pronto el mago, que continuaba tirado en el suelo sumido en los sueños provocados por la sustancia. El modo de utilizar aquella palabra sonaba a insulto, como si en sus sueños etílicos estuviera en pendencia con alguien. Murmuró algo más, solo los dioses saben el qué, y volvió a roncar como un oso en enero. De nada sirvió que Tukk le vaciara la cantimplora en la cara para intentar despejarlo.

-Zzzzz.

Tukk miró ceñudo a Franerick.

—¿De verdad me estás diciendo que la solución a nuestros problemas es tomar lo mismo que este —dice levantando el brazo inerte de Snorri para soltarlo y dejarlo caer desmadejado— y ponernos del revés? ¡Habrase visto la desvergüenza! ¡Viajar dice! No voy a drogarme contigo, Franerick —señaló al mediano acusadoramente con su dedo rechoncho y henchidas las aletas de la nariz.

Se plantó de pie junto al majo, negó con la cabeza y se cruzó de brazos.

Snorri no entendía por qué sus compañeros seguían ahí parados como pasmarotes. De hecho, ahora que se fijaba bien, tampoco entendía el motivo de que se hubiesen vuelto traslúcidos como el ala de una libélula. Cuando se dio la vuelta, se vio a sí mismo hecho un guiñapo en el suelo. ¿Acaso se trataba de una proyección astral?

La sala parecía mucho más limpia y, aunque ya no podía ver el tiempo solapándose, nada le impedía merodear por los alrededores y hasta atravesar el cuerpo de sus compañeros. 

De pronto, recordó algo importante. La última vez que jugó con el tejido de la realidad llamó la atención de una compañía no deseada. Su sexto sentido le decía que no estaban solos y que debía andarse con mucho cuidado*.

—¿De verdad me estás diciendo que la solución a nuestros problemas es tomar lo mismo que este —dice levantando el brazo inerte de Snorri para soltarlo y dejarlo caer desmadejado— y ponernos del revés? ¡Habrase visto la desvergüenza! ¡Viajar dice! No voy a drogarme contigo, Franerick —señaló al mediano acusadoramente con su dedo rechoncho y henchidas las aletas de la nariz.

—Tal vez no sea necesario —intervino el bardo, que había estado pensativo desde que habían encontrado los pergaminos del geómetra—. Gronkar ha dicho que el geómetra pudo curarse de la enfermedad, pero es posible que no fuese consciente del alcance real de ésta. Puede que esa droga nos ayude a curarnos uno por uno, pero con eso no ayudaremos al pueblo. ¿Y si expulsándolo o al sellarlo terminamos con su influencia? No podemos descartar alegremente esa posibilidad.
»Pensad, ¿qué sabemos de la vidriera y la maldición? El temblor que pudo provocar la grieta coincidió con la aparición de la enfermedad en Pasombrío. ¿Y si la respuesta está ahí? 

Tukk desmontó su pose de ofendido y levantó los brazos para dejarlos caer con un suspiro.

—La verdad es que todo esto me tiene algo perdido y este dolor de cabeza no ayuda —se masajeó la sien de nuevo—. ¡Maldita sea, todo es más fácil cuando tienes delante a quien atizar! Lo único que veo claro es que todo se fue al traste hace una semana con el temblor. La vidriera debió de romperse entonces y una semana después empezó espichar gente entre sueños febriles. Si pudiéramos arreglar la vidriera quizá sea acabará todo. Con todos los libros que has consultado aquí ¿tienes alguna pista de cómo arreglarla? —dijo mirando a Gronkar.

Franerick extendió las manos hacia delante mostrando las palmas.

-Tranquilo, que no sé si es necesario- dijo el mediano, con un ratón bastante alerta en la parte superior de su cabeza -Prefiero lo de arreglar la vidriera, si me preguntan, aunque no sé si es fácil... y el que tal vez sabría, está drogado- se encogió de hombros -Tengamos en cuenta que había una Puana rondando por allí-

-¿Entonces?- miró a su hermano, buscando auxilio -¿Primero buscamos curarnos, luego arreglamos la vidriera, y luego atendemos lo del monstruo, y al final recuperar a la Cofradía?- iba enumerando con los dedos, pero no estaba seguro de si era el orden más lógico.

Tomó una de las plumas de sus "arreglos" del pelo y comenzó a probar con los orificios visibles de Snorri, a ver si lograba despertarlo sin tanta violencia... hasta que le hizo un gesto a Bigotes y éste saltó sobre uno de los dedos del mago y lo mordió. Tal vez eso sería suficiente.