Partida Rol por web

Sicho se acercó directamente a Myrmex tras salir de la sala. Después de todo, él era quien más conocimientos tenía acerca de aquellos escritos.

- Aquí tienes. He cogido este libro de fuera de una de las mochilas, pero también te traigo una de ellas por si dentro hubiera algo útil. -le entregó la mochila junto con el diario mientras aprovechaba para echar una ojeada dentro- Echa un vistazo y dinos qué tenemos.

El mediano aprovechó para apoyarse en una de las paredes y respirar hondo, parecía ser que por fin se habían acabado los problemas ahí abajo y, por muy poco, no habían sido devorados por aquellas masas de carne. Aun así, no quitaba ojo a la puerta que acababan de dejar atrás. Después de todo, los bocones seguían ahí, muy cerca.

Analizando los libros, cartas y pergaminos de la mochila, quedaba claro que pertenecía a este grupo de cultistas y que muy bien de la cabeza no podían estar. 

Fuera como fuera, estaba claro que creían poder extraer el poder de los seres que estaban encerrados en estos sellos. Supuestamente en uno de ellos había un peligro mucho mayor que un "simple" bocón. Alguien que fue elegido por los agentes del caos cientos de años atrás.

En sus escritos queda claro que el tiempo no ha sido agradable con el lugar y que cualquier uso de magia puede significar la erosión de los sellos y la liberación de sus presos, algo que los cultistas no consideran necesariamente bueno, pues dificultaría sus intenciones de robarles los poderes.

Todo eso es, por supuesto, el trabajo de varias horas descifrando las palabras enloquecidas de alguien que parece adorar la mutilación, despelleje y descuartización de las personas inteligentes. Es una lectura poco reconfortante y que produce mas de una sensación incomoda dada la exactitud de las palabras empleadas.

-Bueno, esto nos bastará, verdad.- Sentenció el enano.

-Propongo que nos pongamos en marcha antes de que terminemos unidos a esas masas informes de carne.-

Kai empezó a recoger sus cosas sin esperar confirmación alguna de sus compañeros. De hecho, ya tenia la mayoría bien preparadas y estaba esperando a que el gnomo y el mediano terminaran su "interesante" lectura, de la que no quería conocer ni un detalle.

Me colgué el arco a la espalda a la espera de regresar y decidir qué hacer con él. Me uní a Kai a recoger nuestras cosas y me preparé para el camino de vuelta.

Partamos en seguida. Los bocones estaban tranquilos cuando Sicho y yo hemos entrado, pero nunca se sabe.

Me coloqué bien mis pertrechos.

Y recordad. Nada de fuegos fatuos ahora.

A Myrmex se le pasó el tiempo volando, y sólo cuando apartó sus ojos de los libros fue consciente de las horas que habían transcurrido.

Compartió con el resto todo lo descubierto, y se estremeció imaginando al terrible ser encerrado aquí además de otras cosas relatadas en esos escritos. De hecho, omitió algunos de los pasajes más desagradables, ya que repetirlos en voz alta le revolvía el estómago.

-Sí, confío en que con esto sea suficiente para demostrar nuestro éxito en la misión. Ojalá no entre nadie más en esta tumba, al menos durante muuucho tiempo. De lo contrario, liberar lo que hay en su interior sería devastador...

Sin más, el gnomo empacó sus cosas y se preparó para marchar.

Es vuestro cuarto día en estos pantanos, tenéis seis días para volver donde os espera el barco volador o perderéis el transporte hacía Sharn. Llegasteis en tres, no debería ser problema alguno. Si no se os come nada por el camino.

Parecería que salir al exterior es una bocanada de aire fresco, pero la realidad es que volvéis a unas marismas y pantanos llenos de humedad, insectos y olores desagradables. Al menos os quitáis de encima la sensación opresora de esa prisión y el peligro inminente de que esas bestias se liberen.

Casi agradecéis poder poner las botas en el barro.

Myrmex casi había olvidado lo accidentado y peligroso que era el pantano. Aún así, lo prefirió en comparación a lo sufrido en esa tumba mortal. Al menos, así pensaba ahora, aunque como las cosas se pusieran tan complicadas como durante el viaje de ida, igual cambiaba de opinión.

El gnomo mantuvo su rol de guía, tratando de conducir al grupo por la ruta más segura, pero sin perder de vista que no debían demorarse demasiado.

-¡Ánimo! Ya queda menos, compañeros.

Judge suspiró al volver a ver las marismas, o eso haría de tener un sistema respiratorio, pero en su mente es lo que le vino sobre sus conocimientos sobre los organismos biológicos inteligentes.

Sabía que no tenía nada que hacer, por lo que, para sentirse útil, se puso a ayudar a alguno de sus compañeros. Miró a todos por encima para intentar adivinar quién podría necesitar su ayuda.

Su primera opción fué ayudar al guía del grupo, pero eso significaba avanzar por las marismas, seguramente por el peor terreno de todos. No estaba dispuesto, había otros que podrían hacerlo mejor sin tantas complicaciones en sus articulaciones.

- Oye Sicho, ¿te importa si te acompaño durante la vigilancia? Por asegurarnos que no nos aparezca otra critura asquerosa de la zona.

Le vino a la mente la necesidad de sus compañeros de ingerir calorias para subsistir y en un tono más alto comentó al grupo.

- Si alguien necesita alimento, llevo varias raciones que no necesito. Las cogí por si nos encontrabamos en una situación así.

El gnomo giró su mirada al paladín.

-Gracias Judge, siempre tan desprendido. Creo que voy bien, pero lo tendré en cuenta.

Volvimos al pantano para regresar por donde habíamos venido. Solo esperaba que aquella vez tuvieran un camino más tranquilo que la otra vez. Para eso debían ser cuidadosos y silenciosos para no atraer a más fuegos fatuos o cualquier otra criatura que estuviera escondida al acecho.

Cuando Sicho terminó de subir la escalera vertical y su alargada nariz respiró el ambiente del pantano se sintió como en casa.

- ¡Por fin fuera de este agujero! -el mediano respiró hondo, miró alrededor y señaló una dirección- Vinimos por aquí, cuanto antes emprendamos marcha antes llegaremos.

El mediano se acercó a Judge y tendió su mano elevando su brazo para recibir un trozo de carne seca que empezó a mordisquear con ganas. Ver a Sicho y Judge caminar juntos acentuaba aún más sus diferencias de tamaño.

El día pasa con bastante normalidad y podéis avanzar a buen ritmo por entre las aguas encharcadas y llenas de enjambres, plantas de aspecto mortecino y niebla de olores desagradables que os recordaba a un lavabo que no se ha limpiado en años. Pasaban varias horas antes que no encontrabais algo de vida.

Sicho era capaz de atisbar a par de animales parecidos a una mezcla diabólica entre búfalo y jabalí que emanaba un pútrido aliento capaz de matar a cualquier cosa. Famosos por repartir enfermedades y muerte los catobeplas no eran bestias agradables que uno quisiera encontrar.

Pasado esa zona, forzasteis el paso para alejaros tan lejos como pudierais antes de decidir hacer acampada y pasar la noche entre guardias.

Myrmex temió por un momento haber invadido el territorio de aquellas bestias cornudas, y que estas respondiesen agresivamente. Por suerte no ocurrió. 

Completar toda una jornada sin incidentes era algo para estar contento, y el gnomo no pudo evitar canturrear una vieja canción mientras volvía a colocar sus cosas para pasar la noche junto a la fogata. 

Ojalá el día siguiente fuera tan tranquilo como este.

Después de habwr acabado con los cultistas y haber sufrido a los bocones, no tenía ganas de enfrentamientos con nada ni con nadie en aquel pantano. Si teníamos que rodear a alguna bestia para evitar que nos atacara, pues habría que hacerlo. Lo mejor era una vuelta tranquila

Después de alejarse lo suficiente de aquellas bestias, encontraron un lugar que parecía tranquilo donde poder pasar la noche. Sicho se alegraba de escuchar al gnomo cantar y distraerse un poco de alguna forma.

Mientras disponía su mochila para comer algo y hacer sueño, su cabeza daba vueltas a lo que podía haber sido otro encuentro con más criaturas en aquel pantano.

- Quizá deberíamos decidir qué hacer con el arco. -dijo mirando a Threkor y seguidamente al resto- Nos quedan al menos dos días de camino y no sabemos qué podemos encontrar todavía, quizá el resto del viaje no sea tan tranquilo como hoy. Estoy seguro de que si disparo con ese arco estaríamos un poco más tranquilos que con mi viejo trozo de madera.

El mediano miraba a sus compañeros pero nadie respondía.

- Bien. Como creo que sólo nos interesa a Threkor y a mí que lo sacamos de aquella sala y nadie parece que tenga nada que decir, lo mejor es que decida el azar. -dibujó una sonrisa- ¡Así es más divertido! Kai, tu tenías unos dados, ¿verdad? Tiramos un dado, de uno a tres, me lo quedo yo y de cuatro a seis, se lo queda Threkor.

Su cara estaba llena de emoción, como si se tratase de una partida de taberna, y sus ojos miraban atentamente a Kai.

El azar. Me gusta. Adelante Kai

Me gustó la idea de Sicho de dejar a la suerte la propiedad del arco. En verdad era lo más justo.