Partida Rol por web

Kai estaba ya medio roncando medio dormido con sus pies estirados sobre una piedra ya puntando al fuego. Un poco de vapor se levantaba de sus peludos dedos de los pies mientras gozaba de un agradable descanso después de todo un día caminando en mojado.

Se puso bien el casco mientras se secaba la babilla de la barba e intentaba recuperar el hilo de la conversación.

-¿Eh? ¡Si claro!- Sus manos regordetas empezaron a tantear su cuerpo hasta que sacó una pequeña bolsa de cuero con runas de buena suerte grabadas en ellas. De su interior sacó varios dados pero terminó quedándose solo con uno.

Lo agitó en su jarra de cerveza vacía y dejó caer el dado en su plato (limpio). -Un tres!-

-Que el Viajero te sonría con sus regalos Sicho.- Comentó en un dicho popular que tanto podía indicar buena suerte como mala suerte. Al fin y al cabo nadie entendía los motivos del dios del caos y el cambio. Aunque probablemente el enano no se fiaba el arco de una serpiente traidora.

A los pocos segundos Kai estaba roncando de nuevo. Como buen soldado era capaz de dormirse en cualquier lugar de cualquier modo y en pocos segundos.

Le tiendo el arco a Sicho.

Maldita sea mi suerte.

La noche pasa sin interrupciones y en un buen lugar para el descanso.

A la mañana siguiente continuáis en vuestro camino. Húmedo, apestoso y lleno de insectos como cada día. En vuestro deambular hasta llegar cerca de los bosques donde tuvisteis el encuentro con el fuego fatuo, no encontráis a nadie ni a nada ... y solo cuando empieza a anochecer podéis ver de lejos a un grupo de semiorcos caminando hacia alguna otra localización.

Parecen ser de algún pueblo local y van tranquilamente, con linternas para iluminarse y pequeños zancos para no tener que pisar el agua mientras charlan animadamente entre ellos y se pierden en el horizonte.

Avivando el fuego que os acompañará en la siguiente noche está el enano. Las paradas para descansar y comer puede que sean su parte favorita mientras saca unos dados y se prepara para enseñar de nuevo las reglas a sus compañeros y hacer una partida en la que las únicas apuestas son piedrecitas bonitas que hayan encontrado de camino.

El enano no quería desplumar a nadie hasta que demostraran un mínimo de competencia en el juego.

Llevaban tantas horas deambulando por los pantanos que Myrmex casi se había acostumbrado al olor. Un asunto distinto eran los mosquitos; esos malditos insectos tenían frito al gnomo. Aún así, era una suerte que estos bichillos fuesen los únicos enemigos con los que había tenido que combatir durante el viaje de regreso.

Una noche más, el mago preparó su zona de acampada. Mientras escuchaba rodar los dados de Kai, pensó en esos semiorcos. Le hubiese gustado charlar con ellos, y anotar en su libro cuáles eran sus costumbres, cómo vivían en la zona y la artesanía que desarrollaban, como esos zancos para andar por los pantanos. Por otro lado, importunar a los lugareños a veces salía mal. Quizá hizo bien no tentando a la suerte.

A ver qué tal amanecía el día siguiente.

Avanzamos sin problemas por la ciénaga de vuelta. Lo único que había allí eran unos mosquitos del tamaño de abejas que picaban como el demonio.

Me estan dejando como un alfiletero de sastre. - Otro manotazo al cuello para intentar cazar al maldito mosquito que me estaba acribillando durante todo el camino.

Mientrastanto intentaba no hacer demasiado ruido al chapotear en el barro para no atraer a criaturas más grandes que un mosquito.

Judge era incapaz de acostumbrarse a este lugar. Se había resignado a limpiar sus uniones del barro solamente cuando ya era totalmente necesario para seguir caminando, al contrario que en la ida, que lo hacía cada escasos minutos.

No volveré a un sitio así. - Se decía a si mismo una y otra vez.

- Sicho, ¿te importa si me uno a tí otra vez? Al menos con la charla pienso en otra cosa que este infecto lugar.

El día anterior había pasado un buen rato de compañía, tal vez no de charla profunda, hablar sobre las divinidades del mundo no se podía hacer con cualquiera.

Mañana siguiente mas camino en el que podéis caminar en el agradable clima de las ciénagas. Sin embargo vuestro vigía, Sicho, os avisa. Alguien esta´siguiendo vuestro rastro.

A medida que avanzan las horas, el explorador os aprieta mas el paso y se pone mas nervioso.

Finalmente empezáis a atisbar a vuestros perseguidores. Krenshars. Una mezcla entre hiena y tigre que tenia la particularidad de arrugar la piel de su cara para espantar a sus presas.

Además cuando solían hacer ese "truco" solían soltar unos aullidos aterradores que helaban la sangre del guerrero mas atrevido.

¿Estabais en su zona o estaban buscando presas para comer?

No lo sabíais pero sus aterradores aullidos empezaban a sonar con mas frecuencia. O buscabais un lugar donde fortificaras, o aumentabais la marcha para dejarlos atrás y llegar a tiempo al barco volador que os tenia que estar esperando.

Al menos esta parte de las ciénagas era menos húmeda y el suelo no distaba tanto de unas simples planicies de hierba alta.

A Myrmex no le apetecía enfrentarse a esas aterradoras bestias. Si podía, trataría de evitarlo apretando el paso.

- Vamos, tenemos que darnos prisa, no podemos perder mucho más tiempo. El barco no está lejos, pero si no somos ágiles ahora, esos perros nos alcanzarán. Mirad bien dónde pisáis y no debería ser difícil.

Susurró Sicho a sus compañeros sin perder de vista al frente el camino que quedaba hasta el barco y mirando de vez en cuando hacia el origen de los aullidos, muy nervioso.

- A mí no me gustaría quedarme aquí y ser devorado para lo poco que nos debería quedar en este sitio. Myrmex, ¿algo de magia que pueda ayudarnos?

-Lo lamento amigo, no tengo ningún hechizo en mi grimorio que nos pueda servir para huir o pasar desapercibidos. Si no nos queda más remetio que enfrentarnos en combate, es entonces cuando sí podré sacar a relucir mis conjuros. Pero confiemos en no llegar a ese punto.

Intenté pasar detrás de mis compañeros evitando el enfrentamiento con la criatura. Tenía que esforzarme para mantener el paso de los demás dentro de aquel terreno inhóspito.

No mireis directamente. Quizás nos deje en paz si no nos ve como una amenaza

El enano intento mantener el ritmo, pero sus piernas cortas no daban para tanto como los demás y no tardó mucho en resoplar como un viejo perro saltando entre charcos y hierba alta. -No me gusta ...-

Viendo que no era el único en cojear, comentó -No vamos a llegar, no estamos preparados para una maratón. Deberíamos parar y defendernos antes de que caigamos muertos de cansancio y solo les quede elegir a quien comer primero.-

Judge no quería volver a pelear en ese sitio. Sintió que que iba a tener que esforzarse en convencer a los demás para no parar a luchar, pero para cunado se quiso dar cuenta ya estaban todos corriendo hacia la nave. Rápidamente aseguro su mochila y arma para salir corriendo.
 

Cual fué su sorpresa al alcanzar al resto que parecia ya cansado cuando apenas habiamos empezado a correr.

- No me digáis que vamos a combatir otra vez aquí... No es lo que más me apetece, pero no os dejaré atrás. Entiendo que esos cuerpos de carne no tengan tanta resistencia como alguien como yo elegido por los dioses.

El grupo había optado para darse a la carrera, algo que se decía fácilmente pero era un poco mas complicado. Los términos cerca y lejos tenían connotaciones muy diferentes cuando tenias que recorrer una distancia corriendo y con un Krenshar soplando en la nuca.

La carrera se hacía cada vez más pesada en aquel terreno y costaba mantener el ritmo. Miraba hacia atrás para comprobar que poníamos distancia entre la criatura y nosotros, pero sospechaba que pronto no podría continuar con ese ritmo.

Con la cantidad de horas que los pies del mediano habían pisado cenagales y parecía por momentos que todo eso se había olvidado. Su paso aumentaba de manera un poco torpe pero rápida. Al mismo tiempo, los ojos de Sicho miraban a todas partes, desde arriba a abajo buscando algún tipo de cobertura o algún sitio donde pudieran esconderse de aquellas criaturas para que pasaran de largo.

- Si encontramos algún sitio donde escondernos creo que sería la mejor opción, el camino parece más largo de lo que parecía.

Los demás parecían animados a seguir corriendo y cansados de ello al mismo tiempo, por lo que Judge siguió corriendo 

Myrmex había estado aguantando bien, pero tras un buen trecho empezó a sentir el cansancio, como era normal en un individuo más habituado a pasar las horas entre papiros que entre caminos.

-Chicos, no sé si soportaré mucho más esta marcha... No pensaba que fueran tan persistentes... Creo que prefiero hacerles frente ahora que no cuando no podamos defendernos...-concluyó entre jadeos.