Partida Rol por web

—A papá no lo conocí.—explicó Anita—Se fue cuando era pequeña, cuando se descubrió aquello de la enfermedad. Eso me dijo Celedonio, porque mamá nunca habla de él. Eso paso antes de que seamos zombis. Lo que dice Cele es que mamá organizó que nos volvamos zombis para curarnos, porque así no nos vamos a morir.—Se detuvo un segundo a pensar, con la vista perdida en el techo abovedado de la estación.—¿Ella también estaría enferma? Claro, si no no sería zombi.

—Qué divertido. Se han creído el cuento de que si te muerde un vampiro te conviertes en uno. ¡El mundo estaría lleno de vampiros si fuera así! Imagínate, a uno por día, eso crece de manera exponencial, en un mes convertimos a todo el planeta. No, no, no. Ése pase VIP es más exclusivo, sólo se le da a gente muy especial.—diciendo esto puso una tarjeta en la mano de Florencio. Tenía dibujada la misma letra K del frente del club y un murciélago, y la inscripción "pase VIP".—Este es e que les doy a ustedes. Una sóla por ahora. Si me traen a la amiga esa que te hablaba por el móvil recién, es posible que haya más. Vayan.—y con un gesto de su mano la puerta del balcón se abrió de par en par.

En el pasillo del tercer nivel, Pepe y Florencio salieron atropelladamenre por la puerta de uno de los balcones con cara de haber visto al diablo.

Por la escalera venían subiendo Pablo y Jennifer abrazados, ella venía jugueteando con su pelo y dándole besitos en el cuello. Abajo había quedado el guardia anotando en un cuaderno el argumento de Pablo, que sonaba convincente pero debía revisarlo mejor más tarde.

No tuvieron tiempo de saludarse y preguntarse qué habían estado haciendo cuando una zombi apareció repentinamente por una puerta semioculta en la pared alfombrada (la misma puerta por la que Pepe y Florencio habían llegado desde la escalera de servicio). Esta zombi se dirigió a la puerta de otro balcón y empezó a golpearla y patearla mientras gritaba.

—¡Abre! ¡Sal de ahí ya mismo! ¡Me lo habías prometido! ¡Como que le tocas un pelo y te mato! ¡Te juro que te mato!

Aquel ser, vampiro según parecía, pero en cualquier caso, algo que no entendía, finalmente les dejo salir. Y les dio una tarjeta, un pase VIP a Floren, que de nuevo tuvo que evitar que le temblasen las piernas ante la proximidad de la criatura. El desde luego no tenía ninguna intención de llevar a ninguno de sus amigos o amigas ante aquel vampiro. Salieron rápido de la habitación, para justo encontrarse con Pablo y Jennifer que subían, tras haber hablado con el portero. Pero no tuvieron tiempo para intercambiar ni una palabra, ya que una zombi, comenzó a gritar y a llamar a la puerta de otro balcón. Tras la experiencia del balcón en el que habían entrado, Floren tenía cierto temor por lo que pudiese haber en aquel otro, pero también curiosidad.

-¡Perdone usted! ¿A quién busca?- Podría haber más vampiros, o incluso la bruja aquella de la que les habían hablado. Lo que estaba cada vez más claro, es que allí se encontraban las respuestas a lo que estaba pasando en la ciudad. La razón por la que había tantos zombis, y lo peor de todo, era que hasta hacía unas horas, a penas se había dado cuenta de un problema tan grande. 

La zombi miró a Floren, desquiciada, y le gritó

—Busco a esa bruja, por su...—y apenas se abrió la puerta le soltó un puñetazo a la cara de la mujer que asomaba la cabeza.

—Si le tocaste un pelo a mi chiquito te juro que serás comida para peces, maldita bruja. No te me escapas.

La mujer sorprendida corrió hacia dentro del balcón a una punta donde tenía una especie de altar y un armario repleto de pequeñas vasijas de barro. Fue uno de estos recipientes, uno pequeño que cabía fácilmente en la mano, el que interpuso entre ella y la zombi que la acechaba.

—Oye, tu sabes bien que no puedes matarme. Además, ¿Tu hijo? ¿Cómo iba yo a saber quién era él?

En el centro de ese lugar había un pequeño caldero de hierro sobre un mechero a gas. En la pared junto a la puerta, algo más de cinco zombis encadenados y cerca del caldero una especie de trono de madera y un niño zombi atado a él.

No iba a tener que esperar para descubrir donde estaba la bruja. Justo tras la puerta del otro balcón, y parecía de esas que se dedicaban al vudú. Aquella zombi estaba buscando a su hijo, y este al parecer estaba atado al altar de la bruja. Todo aquello superaba con creces lo que Floren había esperado encontrar en aquel local. Primero un vampiro de verdad, y ahora una bruja, tenía claro que aquellos dos estaban detrás de todo lo que estaba pasando. Pero no sabía que decir, o que hacer. Así que de momento, optó por permanecer en silencio, y ver como se desarrollaba aquella discusión entre la bruja y una zombi. Se acercó un poco, para no perder detalle de la curiosa situación, y permaneció atento, por si había algo que el, un simple detective, pudiese hacer. Tal vez alguno de sus amigos tendría alguna idea, pero lo cierto es que cuando se encontraban con aquellos seres, el se había quedado helado. 

Salió por la puerta tan pronto como se abrió. Ese día lo iba a recordar durante toda la vida, los mitos que conocía y que había estado investigando desde que tenía uso de razón, estaban empezando a caer uno tras otro. Los vampiros habían pasado de ser los malos del barrio, a ser los pagafantas, los habían invitado a unas copas, más bien habían invitado a Floren, que era el que tenía el pase Vip.

Estaba a punto de salir corriendo al exterior. No sabía por qué extraña conjunción astral habían coincididos todos a la vez en el pasillo, todos menos Noemí, recordó su mensaje y lo escucho. Entre todo el ruido del local y una señora zombi que no paraba de gritar necesitó pasar un par de veces el audio, pero no terminó de entender lo que estaba pasando allí afuera.

—Y Noemi? —dijo gritando a Pablete y Jenni, mientras que su atención se volcó sobre lo que estaba pasando en el palco donde se encontraba la zombi.

¿Una zombi preguntado por su pequeño?—aaahh!! es la madre de Anita!! dijo gritando él también, para que los compañeros le oyeran, en ese momento se le estaba empezando a revelar el mensaje de Noemí.

Le hablaba de tú a la persona que estaba en el interior del palco, parecía que estaban compinchadas, echó un mirada al interior, había un pequeño zombi y un caldero, y eso era cosas de bruja. ¿Estaba haciendo pociones con los pobres zombis?

— ¿Celedonio? ¿Celedonio?— gritó un par de veces. — ¿Pero que mierda está pasando aquí?

Un poco rollo lo que cuenta la nena. No le voy a decir que de zombi también te mueres, no de enfermedades, pero sí de "otras cosas". 

-Primero te pones malito y luego te transformas en zombi. O con la mordedura también cambias. Antes lo de zombi estaba muy mal visto, no pensabas ni hablabas ni nada de nada. Solo gruñido en plan, zeeereeebroooss.

Intento que sonría un poco, poniendo muecas grotescas. Se le ve triste. En conjunto a todos los zombis se les ve faltos de alegría. Nada raro, por otra parte. 

Miro el móvil, por si los pánfilos han respondido. También le echo un vistazo a ña gente, a los viajeros que van y vienen, y a las entradas de la estación. De paso me fijo en horarios y salidas de trenes. Que nunca de sabe.

-¿Qué sabes de esa enfermedad? Mira, vamos al bar de la estación, a tomarnos unas cañas y alguna tapita, ¿qué te apetece, Anita?

Aquello estaba sobrepasando lo que Jennifer podía comprender, la aparición del guardia de seguridad era algo que mas o menos se esperaba, pero la súbita aparición de sus amigos por puertas que se abren, luego zombis gritando algo sobre niños, y por último aquel horrible altar. Así que Jennifer opto por lo mas sencillo, había que salir de allí, se agarró aún más a pablo por la cintura y le susurro. Mejor vámonos, estoy tiene muy mala pinta, quizás seria mejor decirle a las autoridades lo que pasa aquí, informamos al ministerio zombi ese.

Floren también veía aquello muy complejo, además de zombis habían visto un vampiro y una bruja, aquello les venía un poco grande.-Yo también pienso que lo mejor es salir de aquí, y luego ya veremos lo que hacemos, esto nos viene un poco grande.- Y quien sabe si en un momento se complicaban las cosas y acababan todos muertos, convertidos en zombis, o presos de un vampiro. Nada bueno podía ocurrirles allí. 

—¿Puedo pedir cualquier cosa? Unas patatas fritas... con cesos de mono. No mentira. Sólo patatas fritas.

Anita sonrió mostrando sus dientes dañados.

—Lo de zombi no es contagioso. Mi mamá siempre me lo dice. Pero todos creen que sí. Por eso no podemos juntarnos mucho con los que son como tú. Creo que son las bruja esas las que nos hacen zombis. Así que no sé si son tan malas como mamá dice. Yo no querría morirme. Prefiero ser zombi. ¿Crees que me darán patatas aquí?

Epa. Ese es el niño que me ayudó a escapar. Le debo una. Espérame Jenny, enseguida vuelvo.

Fui corriendo hasta el trono e intenté desatar al chico mientras la bruja estaba ocupada peleando con la zombi mayor. Las ataduras cedieron fácilmente.

Listo. Te prometí que si me ayudabas yo te iba a ayudar. Y siempre cumplo. Me dispuse entonces a salir corriendo esperando que Celedonio me siga.

​​​​​

Parecía que todo se complicaba cada vez más, no podía creer que Floren y Jenni se marcharan a la primera de cambio. Pero Plablete, era su Pablete, él si que tubo el coraje de ir a por el pobre chico.

—Salgamos!! —dijo nada más ver que su amigo pudo desatar al pequeño zombi. Pero antes tomó el móvil e hizo unas cuantas fotos. Todo eso lo tenía que documentar, y por supuesto también tomó unos cuantos selfies, con el fondo de la cueva de la bruja y el símbolo de la victoria incluido.

Y corrió como alma que lleva el diablo hacia el exterior, rezando para no encontrar ningún obstáculo por el camino.

—¡Alto! Detenganse. ¡Guardias! Detenga a ese zombi. Y a sus amigos.

Jenny y Floren ya estaban bajando la escalera.

Un poco más atrás Pablo y Pepe con el niño zombi y cerrando la marcha la madre zombi. La bruja clamaba como loca por ayuda para detener a su prisionero.

El guardia dejó caer su consomé de cesos y apareció repentinamente al pie de la escalera arrojando un puñetazo que se dirigió directamente hacia la cara de Florencio.

—Yo me ocupo Didí. Nadie sale de aquí sin permiso.

Hice el pedido.

-¡Hola, guapo! Patatas fritas, jamón, queso manchego, todo natural, nada sintético. Una caña y una fanta de limón. Gracias!

Me giré hacia a la pequeña zombita. - Para otro día los sesos, Anita. No es temporada. -seguí la broma.

-Todo el mundo piensa que los mordiscos transmiten el virus zombi y por eso te transformas. Si no es así…sería todo un puntazo.

¿Era posible? Qué fuerte. 

La nena continuaba con el rollo de que ser una podrida era lo más. Educación equivocada.

-Si tu mami te dice que son malas, es que son malas. Confía en ella. Crean zombis para esclavizarlos. Ya escuchaste a tu mamá. ¿Sabes lo que es un esclavo? Así, sin mucho detalle, pueden hacer contigo lo que quieran y debes obedecer todas las órdenes. No puedes negarte. No te gustaría, créeme.

Ya estaban saliendo cuando apareció un tiparraco que le soltó un pedazo de guantazo que le habría dejado inconsciente. Así que tocaba esquivarlo, aunque no le resulto nada sencillo. Por muy poco, pero lo consiguió, y eso le acercó más al exterior y abandonar de una maldita vez aquel terrorífico lugar.

-La madre que te pario, para haberme matado cabronazo.- Le dijo a aquel mamón, mientras lograba apartarse de el, en el último momento.

Y viendo como se estaban poniendo las cosas, echo mano a su pistola, alguno se iba enterar, si les querían poner las cosas difíciles. Y con ella encañono al cabrón que había tratado de noquearlo, mientras se dirigía hacia afuera.