Partida Rol por web

Cuando el bandido empezó a arrastrase pidiendo clemencia al granjero Galmor se interpuso para asegurarse de que no iba a hacerles ningún daño.

Puedes decir lo que quieras y llorar un mar entero. Lo que haya que hacer contigo lo decidirá el alcaide de Red Larch, que fue quien nos pidió que os atrapásemos. ¿ Lo conoces? solo te digo una cosa... Es el carnicero del pueblo. Sentenció el enano

Sacerdote, Eso lo digo también por ti, que ya veo tus intenciones....

Ahora ven aquí, que te vamos a atar como a tus amigos. Y Galmor cogió el trozo de cuerda que le quedaba y ató al bandido. Una vez hecho esto pidió ayuda a sus compañeros para registrarlos y cogió el hacha del semiorco para examinar su manofactura.

¿ Alguien sabe cuánto tardarán éstos en recuperar el sentido? Deberíamos llevarlos al pueblo cuanto antes. Señor granjero ¿ tenéis alguna montura o carro para poder llevar a estos granujas al pueblo? Si no tendremos que esperar. Yo descansaría hasta media mañana antes de ir a su guarida y comprobar si es verdad lo que dice el "arrepentido". Le pediría a Harburk que nos dejara a  éste por si a caso para que nos guie. Y como sea mentira lo que nos ha contado yo mismo le cortaré la lengua para que no pueda mentir más.

Galmor se metió por enmedio, pero Fadrique, con la perseverancia férrea de los tocados por los dioses (la mansedumbre no significaba falta de carácter en modo alguno), siguió conversando con el hombre mientras se le ataban las manos y se decidía su destino.

- Melaos - le responde al clérigo. Aunque lo que si notan es que, al momento en que el enano se le pone en frente con la cuerda pone las manos a voluntad y sin resistirse para que se las aten. - Por favor, cumpliré mi promesa de ayudarle lo más que pueda señor. - dice al granjero.

El granjero, por su parte, ante la consulta de Galmor asiente.

- Tengo una carreta, pero está muy maltrecha - dice señalando una carreta que alcanzan a reconocer, ya que la habían pasado mientras llegaban al lugar. Habría que arreglarle un poco las ruedas y el eje, pero nada decía que no pudiese llegar a funcionar correctamente.

Ante la imposición del enano para que sirva de guía el malechor asiente repetidamente.

- Sí, sí, yo los llevaré, pero por favor después déjenme libre, juro por los dioses que no volveré a hacer nada similar a lo que he hecho hasta ahora. ¡Por favor!

Bien Melaos, pues si el señor granjero no tiene ningún animal de carga, lo primero que harás será tirar de la carreta cargando con tus amigos hasta el pueblo. Al carnicero le gustará saber que os hemos atrapado...

Y Galmor se dirigió a sus compañeros. Pienso que deberíamos llevarlos al pueblo, descansar un poco y después volver en busca de la guarida. Al fin y al cabo lo más importante ya está hecho. Con la carreta podremos llevar a todos mientras recuperan el sentido.

( EDIT) : Mientras esperaba la reacción y opiniones de sus compañeros, el enano se acercó a la carreta, sacó sus herramientas y empezó  repararla para asegurarse de que podrían llegar con ella hasta el pueblo.

Atala levanta la mirada de su ballesta tras arreglarla y se da cuenta de que el resto de sus compañeros ya se están preparando. ¿Qué estáis haciendo? Estaba tan concentrada que no me he enterado de nada de lo que habéis dicho. Mira sonrojada al clérigo.

La verdad era que al ver como estos granjeros, que se ganaban la vida con gran trabajo y esfuerzo, perdían su medio de vida en unas pocas semanas le había entrado la preocupación de saber si su familia se encontraba bien. Hacia mucho tiempo que había dejado atrás la vida de minera, y no se arrepentía de ello, pero el hecho de no saber nada acerca de sus seres queridos era lo que más la preocupaba. Desde que se había no había tenido ninguna noticia de su pueblo, ni mala, ni buena, y eso era precisamente lo que Atala peor lo llevaba. Solo esperaba que se encontrarán sanos y salvos.

Entonces se da cuenta de que Galmor se ha dirigido a la carreta, por lo que se acerca al enano. ¿Puedo ayudarte en algo, Galmor?

Galmor miró a Atala de arriba a bajo, por un momento dudó que pudiera servir de ayuda, pero la verdad es que la chica era muy recia y parecía ser muy fuerte.  Sí, claro - responde el enano- Ayúdame a volcarla para poder echar un vistazo al eje, creo que necesita un repaso.

Entre los dos pudieron poner la carreta de lado y así Galmor pudo observar mejor el problema del eje y comenzar a repararlo sin necesidad de echarse al suelo boca arriba.

El trabajo de arreglar la carreta no le lleva más de un par de horas al enano. Gracias a sus herramientas el trabajo pudo hacerse más rápido de lo esperado, pudiendo, a fuerza de martillo, enderezar un poco el eje y con algunos palos dispersos en la granja acomodar los rayos de la rueda y algunos pedazos de tabla sirvieron para tapar algunos huecos.

Al finalizar se dan cuenta de que dos de los bandidos que habían dejado inconscientes ya se habían recuperado y, a diferencia del que tenían despierto de hace rato, estos se mantenían cayados y con ojos llenos de resentimiento y con juramentos de venganza hacia sus captores. El Semiorco todavía estaba inconsciente y la cara se le había hinchado bastante, al punto en que con cada respiro salía un ruido singular de su nariz destruida por Atala.

Dentro de lo que encuentran cuando los bandidos estaban "dormidos" hay:

5 piezas de cobre
2 de plata
2 dagas
1 Espada Corta
1 Hacha de 2 manos (la del Semiorco)

El dracónido en silencio trató de ayudar en lo que pueda dejando que el maestro enano fuera quien le diera las indicaciones, él tenía la fuerza bruta pero no el ingenio y la habilidad para usar las herramientas y hacer un buen trabajo. Cuando estuvo acabado contempló la carreta con los brazos en jarra y observó el horizonte.

- No nos podemos fiar de estos malandrines, será mejor llevarlos lo antes posible al pueblo para que los ajusticie, nuestro trabajo ha concluido.

Hijo mío, respondió a Melaos. No me es posible creerte por el momento. Debes demostrar al mundo tu voluntad de seguir el buen camino, y para empezar, reparar los daños que hayas podido hacer. Pensó detenidamente. La confianza es algo que se pierde pronto y que tarda en ganarse, por eso es tan preciada. Espero que medites en eso. Aunque tu carrera, como muy bien puede ocurrir, acabara en la horca, no será tiempo perdido, ya que tu espíritu inmortal no perecerá. Reza conmigo, Melaos. Mira al cielo. Los dioses se compadecen de los que se arrepienten y, a veces, conceden una segunda oportunidad sin necesidad de que esperes a otra nueva encarnación para pagar tus crímenes.

Sin perder comba de lo que pasaba, guiñó un ojo a Atala mientras salía despistada de su apostadero, desencordando la ballesta.

Luego se acercó a Julianna: te hirieron, amiga mía. Déjame ver tu herida, por favor. Ostentaba la autoridad del responsable de curar las heridas del grupo, así que no cejó en su intento hasta que la criatura del inframundo mostró el lugar donde el bandido le había herido. Queda un moratón bastante feo, dijo acariciando levemente la zona dañada. Pero sanará, puedes seguir con tus ocupaciones, querida, terminó dándole un cachete amistoso. Si te duele mucho, puedes venir a verme esta noche, dijo como si se le acabara de ocurrir.

Si por suerte casi lo pude esquivar sino esa hacha hubiera dado un final algo mas tragico.- mirando al dragonborn- escamoso amigo creo que esto no se ha acabado del todo, sobretodo ya que si hay mas en las cuevas deberiamos saberlo, ademas creo que el pecador este nos dira todo, o puede que la horca no se suficiente.- Digo mientras me dejo examinar  por fadrique.

Con la carreta a punto lo siguiente era tirar de ella hasta el pueblo. Y si el granjero no tenía animal de carga que lo hiciera serían los propios bandidos los que la llevaran para así cargar con su jefe. Galmor les devolvió su calzado para que pudieran andar y les ató las manos delante para que al menos pudieran empujar y tirar de la carreta.

Entre varios subieron el cuerpo inerte y pesado del semiorco, cuya herida parecía estar empeorando. Fadrique, podrías echarle también un vistazo a esta herida, no nos vayan a acusar de una muerte innecesariamente.

Antes de partir Galmor mira el botín de los bandidos y comenta al resto - Creo que es justo que las monedas se queden en esta familia. Dando por hecho el acuerdo de sus compañeros, el enano se acerca al granjero y le entrega las monedas y Así mismo le muestra las armas. Tenga, sirvan estas monedas para paliar el mal que le hayan podido causar estos granujas. Y Elija las armas que quiera, siempre viene bien tener algo de acero cerca, las que no quiera nos las llevaremos. 

El granjero niega con la cabeza repetidas veces.

- Yo soy un simple granjero, no se usar armas mi señor. Como así tampoco deseo que mis hijos aprendan las artes de la muerte y la milicia, mas ellos sabrán que hacer y que les gusta a su debido tiempo y edad. Llevelas a todas por favor. 

Así mismo una sonrisa aparece en su cara al recibir las monedas.

- Sepan que aquí son más que bienvenidos. La próxima vez que vengan podrán apreciar las mejora y podré homenajearlos con una comida digna. Les agradezco a todos.

Mientras, Melaos está con el clérigo arrodillado en el piso y mirando a los cielos mientras rezan a Selune ambos pidiendo la expiación de los pecados del bandido.

Una vez finalizado comienzan la travesía hacia la ciudad nuevamente.

Fadrique hizo un pequeño gesto en dirección al tipo enorme que yacía ahora en la carreta. Preserva a los malvados para tu justicia, madre de la noche, susurró. Hizo otro tanto con los demás.

 Antes de partir el enano propuso repartir las armas entre sus compañeros. Sería una estupidez llevarlas en la carreta al lado del semiorco, aunque estaba bien atado, con la fuerza que había demostrado no se podían fiar. Galmor anduvo siempre cerca, pendiente del cabecilla de los bandidos en todo momento y armado con su ballesta por si alguno echaba a correr de repente. Por el camino le dió tiempo a pensar alguna cosas sobre lo ocurrido. Aunque al final todo había salido bien, no le había gustado nada que Julianna se saltara  el plan y actuara por su cuenta sin avisar. Y tampoco le había hecho gracia que después de estar casi todo el día pensando y discutiendo para encontrar el modo de atraparlos vivos, luego Anrü saliera con ese hechizo que hubiera sido tan útil desde un principio. En otras circunstancias el responsable enano ya les habría pedido explicaciones, pero la verdad es que se sentía muy contrariado por su actuación frente al semiorco. El miedo se apoderó de él como nunca antes lo había hecho y no pudo ni mover un dedo miestras sus compañeros se esforzaban por derrotar al grangullón mientras él no podía hacer nada. Estaba muy avergonzado y por eso prefirió no decir nada a nadie. Él precisamente tampoco había sido un ejemplo. Al fin y al cabo habían logrado realizar el trabajo tal y como quería el carnicero.  

Y así, con una sensasión agridulce y con el ceño  algo más fruncido de lo habitual por sus pensamientos, Galmor caminó junto a la carreta hasta la carnicería. 

Fadrique negó levemente con la cabeza al ver las armas. No me es posible portar armas no dedicadas a mi diosa, querido amigo.

El sol reflejaba alto en el cielo cuando llegan a la ciudad, el camino había sido silencioso y con varios bostezos de por medio, los pensamientos críticos y el cansancio estaban haciéndose cada vez más latentes en el grupo. La falta de sueño por haber estado peleando de noche y armando la emboscada los tenía a mal traer.

El semiorco se había despertado hace rato, pero se quedó quieto al ver la ballesta de Galmor y no intentó romper las cuerdas ni mucho menos.

Al llegar a la ciudad Jalessa los ve a la distancia y sale corriendo en busca de Harburk, quien sale corriendo al camino para su encuentro. En sus ojos se ve alivio y claramente alegría al ver que no vuelven solos.

- Buenos días! Veo que han podido enfrentar el problema sin inconvenientes, tenía fe en ustedes y no me han decepcionado. - dice mientras camina a su lado. - De aquí en adelante veré de encarcelar a estos bandidos, se los nota cansados, vayan a la posada y duerman, después hablaremos de su recompensa. ¿les parece?

Vaya con los dioses, hijo mío, susurró Fadrique al carnicero. Se dirigió al muchacho, Melaos: y tú, ten fe. Todavía es posible que salgas de esta, pero confía en los dioses pase lo que pase. Morir solamente es despertar de un sueño, recuérdalo.

Estoy cansado, ciertamente, dijo a los compañeros, pero igual un poco de jugo de cebada no nos vendría mal, para llamar al dulce sueño a nuestros lechos. ¿No deseáis probar el producto que destilan en el Yelmo bajo el Sol? La taberna da asco, cierto, pero, ah la cerveza. Es deliciosa.

El trayecto hasta la ciudad transcurrió sin sobresaltos. Volvían victoriosos del encuentro contra los bandidos, pero el cansancio los estaba derrotando sin remedio. La propuesta de Harburk fue bien aceptada por el enano y la del sacerdote más aún. Sin duda sería el primero en acompañarle. A pesar de que el sitio era asqueroso la cerveza era la mejor que podía encontrar en millas a la redonda y como en el día anterior, seguro que ahora el lugar estaba tranquilo.

Eso haremos Harburk. NO os fieis del semiorco, amarrarlo bien, a ser posible con cadenas. Y a éste - dijo refiriéndose al arrepentido- No lo lleves muy lejos. Después del descanso iremos a las cuevas para comprobar que no hay más bandidos. Él nos hará de guía hasta su guarida y se portará bien, verdad que sí....? Dijo en tono sarcástico

Tras eso se dirigió al sacerdote diciendo - Yo me apunto a esa cerveza...

Los ojos de Fadrique relucieron como el sol ante la aprobación de la propuesta: su estómago comenzaba rugir, a pesar de que no había comido hacía tanto. ¿Dónde metía lo que se tragaba? Quién sabe.