Partida Rol por web

El dracónido aceptó de buen grado la propuesta de Harbuck, aunque no dijo nada hizo una leve y casi imperceptible movimiento de cabeza a modo de confirmación.

Yo mejor que amarrarlo lo encadenaria- digo Harburk, la voz medio cansada, aun pensativa por la experiencia de un combate tan cercano, algo tan alejado de su antiguo ser, algo que no habia planeado. Luego oyo la palabra cerveza-  Si me permitis me apunto tambien, ademas me gustaria si quereis unirme a vuestro grupo claro esta.

Cariño, susurró Fadrique a Julianna todavía con el entusiasmo reflejado en la mirada, estamos unidos por lazos imposibles de romper. Firmó la declaración con una sonrisa chispeante.

A Atala no le interesa ninguna de las armas que portaban los bandidos; el hacha del semiorco le impediría usar un escudo con lo que se sentiría insegura en un combate y la espada corta y las dagas eran pequeñas comparadas con su fiel espada por lo que no las necesitaba. Encima, en el combate Atala había demostrado lo eficaz que podía ser con su espada, había herido y dejado fuera de combate a uno de los hombres y al semiorco, y por ello no necesitaba nada más que su fiable espada.

Durante el viaje de vuelta, la muchacha estuvo atenta a los prisioneros, no vaya a ser que ninguno intente escaparse, y sobre todo después de que se recuperé el semiorco al que dejo inconsciente rompiendole la nariz. Por suerte para todo el grupo ninguno hace nada raro y llegan al pueblo sin ningún altercado.

Una vez en el pueblo. Yo también tomaría una cerveza. Vamos a probar esa cerveza que decis que es tan buena.

Tal cual suponía el enano, la taberna a esta hora estaba tranquila, mas seguía siendo la misma pocilga que el día anterior... si es que no más, ya que a diferencia del día anterior había un par de mesas más ocupadas con personas tendidas y roncando a más no poder con el característico olor a alcohol que desprendían sus poros.

Tratando de no pisar nada que fuese desconocido o tuviese algún tipo de secreción escatologica, nuestros héroes proceden a sentarse en el tablón principal. 

- JA, JA! - dice el posadero - Veo que mi humilde taberna ha llamado su atención nuevamente - refiriéndose al enano, el clérigo y el gnomo - y han traído varios amigos! Sepa que por ello les ofreceré un descuento. Ahora ¿qué desean tomar? ¿Cerveza? ¿O algo más fuerte?

Cerveza, mi muy estimado Haltz, y algo de picar, que no tenga cuerpos extraños, si es posible, susurró Fadrique. Por mi parte, tendrás la más sentida bendición a lo que sirves, además del precio que pides por cada pinta.

Se arrellenó en el tablón principal tras asegurarse de que nada reptara hasta su inmaculada túnica azafrán.

Por mí puedes unirte, te has ganado un puesto, pero la próxima vez presta más atención a los planes del grupo...

Contestó Galmor a la chica.

El enano de dirigió cansado y algo cabizbajo hacia la andrajosa taberna. Tan solo el recuerdo de esa estupenda cerveza lo sostuvo para poder llegar hasta allí, aunque aún le quedaban fuerzas para contestar al posadero con sarcasmo

Venimos por la cerveza, de tu humilde taberna mejor no hablar....

Galmor apenas prestó atención al lugar. Prefería no mirar, pues sabía lo que encontraría. Y a penas habló nada más.Tan solo se preocupó de sorber su deseada cerveza con rapidez, pagar su parte y llegar hasta la vecina posada para poder descansar.

Ya con todo resuelto, el gnomo se limita a seguir al grupo, después de todo, la cerveza era una de sus bebidas favoritas, si estuviese en las profundidades oscuras le agradaría tener el dulce zumo de los gusanos Lukhorn, a los magos les fascinaba como ingrediente mágico, pero dándole el tratamiento adecuado, se convertía en el mejor líquido que se podía beber. Silencioso y cansado se limitó a beber su cerveza y esperar el momento de salir fuera del pueblo para descansar bajo el manto de la siempre viva naturaleza.

De camino a la posada Anru se separó del grupo y se fue a las afueras del pueblo.  Cuando Galmor se dio cuenta su protegido ya estaba bastante lejos y refunfuñando y soltando sutiles improperios, se dirigió hacia el gnomo.

Esto es necesario...? teniendo una posada tan cerca y seguro que pagada por nuestra labor... Este svirf es realmente raro... por todos los dioses, con lo bien que me vendría hoy un catre  bien mullido... jamás he visto a un gnomo de las profundidades interesado por la naturaleza de esta manera... no me extraña que dejara su clan... a ver quien lo iba a aguantar... como esto sea todos los días... espero que sea solo para dar las gracias a sus dioses por los poderes otorgados y esas cosas de druidas...

La joven muchacha, probó un pequeño sorbo del liquido amarillo que le sirvió el tabernero y le agrado tanto el sabor de aquella cerveza que se bebió el resto de trago. Entonces, se acercó a la barra y le comentó al tabernero. Tienes una gran cerveza y si mantuvieras la taberna en mejor estado y sin tanta suciedad seguro que podrías ganar mucho más oro del que ganas ahora. Espero que la próxima vez que vuelve este lugar este mucho más presentable.

Tras decir esto Atala vio como el resto del grupo saliá del establecimiento y los siguio corriendo para unirse a ellos en la posada, donde pondrían comer algo y descansar un poco.
 

El tabernero sin perder tiempo les lleva sus cervezas a los aventureros, seguía siendo un elixir de los dioses que se contradecía con el despectivo entorno donde era servida.

Atala se acerca y le comenta algo Haltz, quien con una sarcástica sonrisa le dice:

- Lo tendré en cuenta para la próxima - mientras le da un escupitajo a la mesada y pasa el trapo por encima de una mancha de hacía varios años sobre la madera. 

El gnomo se retira a un pequeño bosquesillo en las cercanías de Rad Larch, tomando contacto con la naturaleza, la cual le devuelve sus favores y cuidados otorgándole un espacio con hierbas tiernas y cómodas para un sueño reconfortante, bajo un árbol que tapaba gran parte del sol, el cual se filtraba muy poco en pequeños ases de luz que el único objeto que tenían era el de mantener una temperatura agradable para el ser de la oscuridad.

Por otro lado el resto de los compañeros se retiraron a la posada, donde Kaylessa ya estaba al tanto de que la misma debía ser gratuita para estos y sus habitaciones ya están listas con camastros bastante cómodos y un espacio compartido aunque separado entre hombres y mujeres. Son alrededor de las 14 horas.

El gnomo se tumbó en su idílico colchón sobre el que podía escuchar el reconfortante silencia de la noche. Pero esa agradable sensación solo duró unos pocos segundos. Los que Galmor tardó en darle alcance. El ruido de sus pesadas y evidentemente enojadas  pisadas chafando la hierba se combinaban con las rugientes palabras que en su idioma, que sutiles y en vos baja, salían dardos entre los dientes del cansado herrero. La tierra se estremeció cuando la armadura del enano cayó a plomo sobre ella junto con el resto de sus armas y pertenencias. Los pequeños animalitos e insectos que se habían acercado atraídos por la presencia del druida, salieron huyendo en cuanto notaron la intimidante presencia de Galmor. De malos modos  sacó su petate, lo echó al suelo mientras seguía rumiando entre dientes palabras en su idioma. Solo se entendió un escueto y ronco  Buenas Noches... Cuando el enano se echó a dormir.

Acto seguido el cansancio pudo con el enojo de Galmor y unos graves y profundos ronquidos inundaron por completo el lugar...

Luego del inoportuno escándalo del enano, el buen Verlor intenta apaciguarle, sin embargo su buen amigo no le permite ni un par de palabras, se acuesta obcecadamente sobre un incómodo petate y se pone a importunarle con sus ronquidos. Sin oportunidad para hacer nada, el gnomo se encoge de hombros, al tiempo que su pecho se infla cual pez globo y desinfla como cantimplora boca abajo, todo por el largo suspiro de resignación que es su único descanso.

A pesar de las quejas del gnomo, todos deciden dormir una siesta más que nada antes que una noche completa, cosa que tipo 18 horas, ya estaban todos reunidos al frente de la carnicería para buscar a su cautivo y comenzar la caminata hasta las cuevas.

Harburk se los entrega con unas pesadas cadenas y grilletes en las manos. 

- Cuiden que no se escape, aunque no creo que pueda con esas cadenas. - dice mientras los despiden.

La caminata les toma unas horas hasta llegar a la granja, cerca de las 20 horas llegan a la misma. Al preguntarle a su guía improvisado este les comenta:

- Debe faltar no más de 40 minutos de caminata hasta las cuevas, les aseguro que eramos nosotros solos y nadie más, si quieren ir ahora es seguro. - comenta cansado y notando como los grilletes empiezan a mostrar parte de la carne de las muñecas del recluso por su constante movimiento y caminata.

Me quedo mirandolo, buscando algo que le detone que dice es verdad o no, mirando sus gestos, sus tono de palabras todo, a la espera de una sencilla mueca que me demuestre que no nos conduce a una trampa.

Cerveza y sueño... además de una cantidad de comida que hubiera contentado a tres enanos o así. Eso era gloria, y Fadrique aprovechó al máximo que su suerte estaba en alza. Dormir en un cómodo jergón tras haberse comido un cabrito entero es un placer que no cualquiera puede experimentar sin menoscabo de su salud, pero por la mañana todavía se desayunó dos tazones de leche con toda su nata extendida sobre rebanadas de pan y miel. Una vez encontró al gnomo y al enano con pajas en el pelo por haber dormido a la intemperie les lanzó una mirada de conmiseración, pero no dijo nada.

La caminata, tras haber satisfecho las necesidades que impone la madre Naturaleza, fue acicate para que, al llegar, buscara algunos más de esos curiosos frutos que el otro día le habían llamado la atención. Masticaba uno o dos, sintiendo el agradable picor hasta en las amígdalas cuando escuchó el reporte de su prisionero. Él mismo había intentado hacer más llevadero su penar introduciendo hierbas frescas que almohadillaran las argollas, y limpiando con mimo las rozaduras que el hierro ya le había hecho. Había mantenido todo el tiempo que se narra un ecuánime silencio de cara a sus compañeros, tan solo roto para pedir la sal o cosas por el estilo. Pero durante el camino había mantenido conversaciones susurradas con el encadenado, y quien hubiera querido escuchar, acercándose, habría escuchado cosas del tipo de:

" ...hacer daño a los demás nunca compensa a la larga, hijo mío, debes abrazar el bien y alcanzar la verdadera libertad. Mira la luna, cómo beneficia de muchas maneras a todos los que bajo ella vivimos, sin seguir engorrosas normas pero dando la oportunidad de que cada criatura disfrute de su parcela de la noche: a los que gustan de la oscuridad, les da sus días, a los que de la luz, también. Y cómo fomenta la fertilidad si se le acompaña, o protege los inocentes placeres de los enamorados cuando piensan que no es tiempo de fecundidad. " Y bla, bla, bla.

Tanto Julianna, acostumbrada a leer los movimientos de las personas para evaluar si son potenciales víctimas o no, como Fadrique, con su persistencia ideológica religiosa y experiencia en escuchar los pecados de sus feligreses, observan detalladamente al recluso, del cual notan que está diciendo la verdad, no tiene nada que perder y ya está entregado, además de que ha sido tratado con respeto y han sabido sanar sus heridas por los grilletes, lo que más ven en sus ojos antes que mentiras, es agradecimiento y esperanza de una segunda oportunidad. 

El cansancio acumulado propició que Galmor durmiera como un tronco. Desde que salió de su clan se estaba acostumbrando a dormir a la intemperie, aunque siempre prefería un techo bajo el que descansar.

Además de recoger al arrepentido, tomaron de nuevo el carro para devolvérselo a su dueño. Antes de salir El enano pasó por la posada para reponer las raciones que dio a la familia del granjero y tras eso  partieron rumbo a la granja. Por el camino el sacerdote no paraba de hablar con el prisionero, seguramente para convencerlo de que volviera al buen camino. Y éste seguía mostrando signos de arrepentimiento colaborando con la información que le pedían sobre la guarida de los bandidos.

El enano no sabía con seguridad si decía la verdad o no, pero el sacerdote y Juliana sí parecía que confiaban en él. Al ver que las heridas que le causaban los grilletes tenían a Fadrique demasiado entretenido, Galmor decidió quitárselos, no sin antes advertirle de lo que le pasaría si intentaba hacer algo que no fuera ayudarles y obedecer.

Confiando en la palabra del Melaos y siendo que según lo que decía llegarían antes del anochecer, lo mejor sería continuar hasta las cuevas para inspeccionarlas y terminar el trabajo recuperando lo que los bandidos habían robado.

Tú, Melaos. Supongo que vuestra guarida estará escondida y quizás haya alguna trampa que esquivar allí, verdad? Tú que la conoces irás delante guiándonos y al menor movimiento te atravieso con una de mis saetas

El pequeño descanso no tenía nada contento al gnomo, en las profundidades oscuras era común dormir a medio ojo o incluso pasar días con apenas un par de horas de reposo, sobre todo cuando el descanso se intentaba a medio camino entre ciudades duergar o drow. Sin embargo, esto no había logrado sino que, para Verlor, las horas de sueño fueran casi tan divinas como la naturaleza misma. Su devoción era prácticamente la misma para ambas. Con caminar algo lento y ceño tosco, el gnomo, usualmente parlanchín,  dedica su tiempo a pedir paciencia a la madre naturaleza, respondiendo a los intentos de conversación con oscos gruñidos y malas miradas.

La joven humana descansó todo lo que pudo y cuando era la hora de marchar se encontraba muy bien, pero sabía que el descanso que habían tomado no era suficiente para recuperar todas las fuerzas.

Durante el trayecto Atala mantuvo una agradable conversación con Heskan y se mostró de acuerdo con la idea de Galmor de partir en dirección a la cueva.

Cuando Galmor terminó de hablar la muchacha añadió. Y si necesitamos descansar más podríamos hacerlo en las cuevas que seguramente nos den cobijo durante la noche y mañana por la mañana nos encontraremos mejor para termina de buscar y volver al pueblo.