Partida Rol por web

Debo tirar yo también defensa? 

La aparición del engendro solo confirmó mis sospechas y, tras zafarme de los viles tentáculos comienzo a recitar la plegaria del golpe de jade que con diligencia había preparado.

El Monje sintió la presencia de una bestia marina antes incluso de que el Sencho dejara la varilla de madera para evitar ser tragado por las aguas. Sus ojos se abrieron de repente antes de que los tentáculos emergieran del agua y comentó alzando la voz -"¡Bestia marina, todos a cubierto!"

Los tentáculos aparecieron del agua tratando de golpear a la tripulación de la plataforma.(1) La visión trató de hacer tambalearse la voluntad del Dragón, pero en lugar de amedrentarse se puso en pie y se preparó para defenderse. (2)(3)

Fuera lo que fuera aquella cosa de los tentáculos, sabía que debíamos acabar con ella cuanto antes y, creía, que si le cortábamos las suficientes extremidades quizás llegara a retirarse. Por eso en cuanto tuve una de esas cosas a mi alcance, no dudé en intentar cercenarla con mi hacha. Con suerte estaría en lo cierto.

El Monje juntó las palmas de sus manos delate de su tatuado torso y formó un sello de repente, deshaciéndolo hacia delante mientras los tatuajes de su cuerpo se retorcían formando una malla de bambú trenzada como si de una armadura completa se tratase (1).

Seguidamente adoptó una postura centrando y bajando su centro de gravedad mientras susurraba unos salmos a una velocidad que los hacían casi imperceptibles(2).

Acto seguido se colocó en una postura más cómoda y como un rayo se dirigió hacia el tentáculo que tenía mas cerca para golpearlo con una potente patada impulsándole y girando en el aire, antes de caer pesadamente en la embarcación de nuevo recuperando una posición semiflexionada y preparada para combatir de nuevo(3).

Cita:

El combate comenzó con Shinmeki propinando un tremendo hachazo a uno de los tentáculos, que dejó una profunda herida en el miembro.
Yûki también golpeó a otro, y su patada tuvo tal potencia que dejó el miembro atrofiado y a todas luces inservible.
Kouta lanzó un Golpe de Jade que hirió al monstruo pero que prácticamente no le hizo inmutarse.

Cita:

Jack se puso en defensa al igual que Matsumoto y Aohime, ambos afectados por el miedo.
Izumi por su parte, se puso a proteger a su protegido.

Los tentáculos del Oni se llevaron por delante a Naseru, Shinmeki y Ryochi.

Cita:

El monstruo había perdido uno de sus siete tentáculos, pero aún así seguía siendo una gran amenaza para todos.

Al ver cómo sus compañeros herían a la criatura Jack se lamentó de no haberles acompañado en su ataque. Pero es que, tras su experiencia con los Perdidos, había llegado a creer que todos los seres oscuros necesitaban de armas especiales para ser dañados. Una vez sacado de su error, saltó por la borda y se lanzó contra la cabeza de la criatura con su katana por delante, enfocando todo su ser en un único ataque letal.

No se de dónde vino el golpe, pero uno de los tentáculos de aquella criatura me tiró fuera de la barcaza donde no tendría oportunidad de usar mi hacha y mi armadura me llevaría hasta el fondo incluso antes de que aquel demonio viniera por mi. Mas si ese era mi destino, ¡vendería cara mi vida!

Lo primordial era intentar regresar a la barcaza, lo segundo asegurarse de que si intentaba venir a por mi supiera que aún mordía, por eso en un momento de claridad eché mano al tanto de Reiha.

El anterior golpe había sido lo suficientemente certero como para inutilizar un tentáculo, pero distaba mucho de ser determinante, pues la bestia seguía peleando y con cada golpe que propinaba tiraba a camaradas del Monje al agua negra, donde tendrían que pelear contra sí mismos para sobrevivir. Por suerte podía sentir a cada uno de ellos a su alrededor mientras dominaban el terror del Oni para contraatacar y Yûki no sería menos.

De un poderosos salto cayó el tentáculo que tenía más cerca y le propinó un puñetazo utilizando la técnica aprendida para romper rocas sin recibir daño alguno durante su adiestramiento en las Montañas Dragón (1). El puño del Monje se hundió en la carne de su adversario hasta medio antebrazo y para cuando lo extrajo un chorro de sangre oscura manchó el suelo de la cubierta de la embarcación. 

Seguidamente se impulsó como alma que lleva el diablo hacia un nuevo objetivo propinándole una fuerte patada que hizo que el miembro se retorciera de una manera antinatural (2), para caer sobre la plataforma de madera trabajada manteniendo de nuevo una postura semiflexionada pero cómoda y ofreciendo la palma de su mano derecha hacia el cielo preparado para volver a atacar.

Mi golpe de jade anterior apenas había servido de nada y la situación se estaba complicando por momentos. No se si el fuego le hará algo a este enemigo, pero debo intentarlo. Tras evaluar rápidamente mis opciones posibles, me decanto por mi plegaria más poderosa. Pero necesitaré algo de tiempo para lograrlo, al carecer de él decido utilizar la vía más segura.

Así pues saco mi plegaria "Acelerar" y comienzo a recitarla lo más velozmente posible. Una vez completada con éxito, mis manos buscan rápidamente mi plegaria "Proyectil del infierno".

El mundo se había sacudido en un instante; un momento estaba hablando hacia el Kaiken (aunque no tanto con él como para distraer su mente del nauseabundo horror que les rodeaba) y al siguiente, el mundo estaba, literalmente, cabeza abajo. Al menos, desde su perspectiva, mientras un lacerante dolor en su torso marcaba el punto donde el tentáculo de la bestia le había golpeado, lanzándolo literalmente por los aires. No obstante, su mente consciente fue capaz de reaccionar a tiempo y devolverle a la realidad, lo que le permitió rodar un poco a un lado para evitar que el golpe le arrojara por la borda a las corruptas y horrendas aguas y cualquier horror adicional que se pudiera encontrar en ellas.

Sus heridas eran serias, y sus manos aún temblaban por el shock de la sorpresa y el terror innato que dichas criaturas despertaban en el corazón de los humanos, pero todavía había cosas que podía hacer y que había preparado precisamente para situaciones como aquella... Sus manos fueron de inmediato al interior de su kimono para extraer dos de las guardas que traía.

Se puso la primera en el pecho, dejando ir de inmediato un suspiro de alivio mientras los kami de la Tierra le insuflaban la sensación de la vida de vuelta a su cuerpo. No era una solución, pero evitaría que las heridas le impidieran actuar, durante unos momentos al menos. Lo justo para volverse a poner en forma para el combate, esperaba.

La segunda, la puso en la cubierta de la ahora inmóvil barcaza. Que les atacara una criatura no quería decir que fuera el único atacante, y aquella plegaria al menos crearía una barrera que les permitiría ganar tiempo, al menos mientras el monstruo les retuviera, y le heriría al mismo tiempo.

Los múltiples golpes y conjuros hicieron que el enorme ser perdiera la mayoría de sus tentáculos y maltrecho decidiera hundirse en las profundidades para salvarse.
Como ninguno de vosotros estaba con ganas de meterse a bucear para rematarlo, logró huir.

Pero el combate había dejado sus secuelas. Varios malheridos y Ryochi fuera de combate, váyase a saber en qué estado.
Y los tentáculos habían terminado de romper la maltrecha barcaza, obligándoos a saltar a tierra firme para no hundiros.

La situación por lo tanto se convirtió en crítica, al tener que seguir el largo camino a pie, cargando con Ryochi y con los varios heridos como Naseru o Shinmeki.
Los destrozos del Oni acuático también habían provocado la destrucción de la gran parte de provisiones, dejándoos claramente con cantidad insuficiente para completar el viaje.

No obstante, la Ciudad de los Perdidos no estaba demasiado lejos. Caminando al límite de vuestras fuerzas durante dos días o puede que más (pues era harto difícil saber el momento del día en las Tierras Sombrías) visteis a lo lejos la silueta de una pequeña ciudad amurallada.
Sólo podía tratarse de la Ciudad de los Perdidos, vuestro destino.

Por fin el engendro vuelve a las profundidades aunque la pérdida de la barca es un daño más que notable. Con un suspiro dejo ir la plegaria y observo mi entorno. Antes de preocuparnos por el futuro hay que atender al presente, concretamente como bien señala Kaiken-san a los heridos. Sin rechistar ni mediar palabra le cedo a Kaiken-san mi equipo de medicina y me pongo manos a la obra diligentemente, comienzando a recitar la plegaria del camino a la paz interior.

Con mi mano derecha sostengo la plegaria mientras que mi mano izquierda reposa sobre el pecho de Yogo-san. Una vez termino de recitar noto como un tsunami recorre mi interior con fuerza arrolladora. Con sorpresa dejo caer la pelgaria y coloco mi mano derecha encima del pecho de Naseru-san. Un Aura azulada rodea mis manos y envuelve a Naseru. El aura brilla con más fuerza en sus heridas, alcanzando una potencia cegadora que hace que gire la cara y cierre los ojos. Y por fin esa fuerza igual que llegó desaparece y cuando noto que la última gota de los bondadosos kamis de agua ha salido de mi interior vuelvo la mirada y retiro mis manos.

Con estupefacción compruebo que Naseru-san está en perfecto estado, incluso parece que la suciedad del río ha sido eliminada de su cuerpo. Nunca en mi vida he sido muy ducho con las plegarias de agua pero para mi orgullo y satisfacción el escorpión se encuentra completamente restablecido. Quizás los kami han intervenido en mi acción a favor del Yogo, quizás alguna fuerza le resguarda en espera de que cumpal su cometivo. Sea como sea hemos de estar agradecidos.

Elevando en mi interior unas palabras de agradecimiento a los kamis de agua contemplo como Izumi-san se encuentra igualmente sorprendida y dedicándole una sonrisa retorno mi aetnción a Yogo-san.

-¿Os encontráis bien Yogo-san?

Jack abrió una enorme brecha en la cabeza del ser de la que manó un hediondo chorro de sangre negra. Su ataque y los de sus compañeros acabaron con la vida de la criatura y, antes de que su enorme cuerpo se precipitara al abismo acuático del que había surgido, el ronin se impulsó sobre su colosal cabeza para volver a la barcaza... o a lo que quedaba de ella.

Y así, en medio de aquel páramo monstruoso, Jack había logrado la conexión con el Vacío necesaria para alcanzar la maestría en su escuela. Lanzó una silenciosa plegaria de agradecimiento: Sin duda su abuelo y sensei habría estado orgulloso de su logro pero, para poder honrarlo como se merecía, debía usar sus enseñanzas para completar aquella trascendental misión.

Pero no era momento para ensimismarse. Ayudó a desembarcar a los heridos y a rescatar todo el equipo posible, y todos juntos se encaminaron por tierra hacia su destino, todavía más alertas de lo que lo habían estado.

La plegaria de Naseru le iba a permitir actuar como si no tuviera heridas durante un tiempo, pero eso no significaba que hubieran desaparecido, y el Escorpión era más que plenamente consciente de ello. La retirada del oni ante la moribunda, pero de repente desagradable y dolorosa, barcaza le dio la oportunidad de replegarse en su interior buscando inconscientemente la guía del Vacío a la que estaba tan acostumbrado, para decidir el siguiente paso a seguir. Su razón le decía que el sensato primer paso era atender sus heridas ahora que podía y luego atender a los demás, pero sabía por experiencia que la sensatez no era siempre necesariamente el camino a seguir, especialmente en un entorno como aquel.

Su instinto le dijo que las dos Cangrejo necesitaban más su ayuda que él mismo, pero antes de que pudiera empezar a pensar en cómo aprovechar el tiempo que le quedaba antes de caer neutralizado por sus heridas de nuevo, la razón se hizo manifiesta cuando el shugenja Fénix mandó una corriente de kami de Agua a su interior, con la fuerza de un torrente limpiando y purificando la suciedad en sus heridas y alineando y soldando de nuevo aquellos huesos que se habían visto comprometidos por el brutal ataque de la criatura.

- Muy agradecido, Isawa-san. - dijo al shugenja que parecía tan sorprendido como él con la potencia de la respuesta a su plegaria. Sin duda, los caminos del Vacío eran misteriosos y sinuosos, pero jamás equivocados. - Ahora, intentemos mantener la sensación de la compañía de estos kami y ayudemos a los otros heridos.

Con la eficiencia de la que era famoso su clan, el Yogo se puso manos a la obra, arrancándose el ya agotado talismán del pecho mientra se dirigía a la bushi Cangrejo que aún no había recibido atención. Él no era un sanador experimentado, y el Agua estaba lejos de su especialidad, pero en aras de la precaución, conocía la misma plegaria que acababan de usar en él. Dedicó unos momentos a concentrarse en ella y en la sensación que le había recorrido antes para aumentar su eficacia en la medida de lo posible, y no tener que emplear más recursos de los necesarios.*

Con un suspiro, comprobó que la respuesta a su plegaria no había sido suficiente para sanarla del todo, pero sólo magulladuras habían sobrevivido a su tratamiento. - Yasuki Ryochi-san, id que os terminen de atender esas magulladuras con medicinas. - Luego se giró hacia la otra Cangrejo, a ver si seguía necesitando ayuda sobrenatural por su parte**