Partida Rol por web

Una vez terminó todo aquello, resolví a acercarme a la cortesana cangrejo, a la que saludé con una respetuosa reverencia.

- Yasuki-sama. Agradezco su apoyo en la intervención al Shogun. Será un honor que nos acompañe a las Tierras Sombrías. Prepararé la nave para que podamos partir cuanto antes, durante el crepúsculo. Sois bienvenida.

Tras responder a mi saludo, proseguí.

- He pensado que, dada la información que tenemos, que sería conveniente hablar con el daimio Hiruma pues puede que el conozca algún detalle más sobre nuestro destino. Sería para nosotros de gran valor, cualquier detalle puede ser la diferencia entre el éxito o el fracaso de la misión.

Si algo había demostrado la cangrejo es que no era una cualquiera y que tenía el suficiente reconocimiento en la Corte como para acercarse a cualquiera. En éste caso, tratándose de un miembro de su propio clan y en las circusntancias que nos hallábamos, todo resultaría más sencillo.

La vista con el Hijo del Sol y la luna había llegado a su fin y Yûki sabía lo que debía hacer en ese instante. Apenas tenia nada que decir en ese foro, sin embargo sentía la necesidad de visitar el Templo a Shinsei en la fortaleza y avisar al representante Dragón en la corte sobre su voluntad de ayudar a la Emperatriz.

-"Disculpadme Samuráis-sama, no me he presentado como debería. Por lo que os pido disculpas. Mi nombre es Togashi Yùki y será un honor acompañarles en esta delicada misión. Por desgracia mi humilde existencia no entiende de navegación ni de nuestro enemigo o de sus posesiones más allá de las tierras del Cangrejo. Sin embargo, conozco el poder de las Fortunas y creo que sería oportuno pedir su bendición en esta empresa nuestra. De igual manera, me veo en la obligación de avisar a mis superiores en la corte, dada mi condición de siervo ante ellos".

El rostro del Monje no mostró en ningún momento atisbo alguno de sentimientos aunque estaba más que claro que tampoco se sentía como pez en el agua.

-"Si me lo permiten, me retiraré para entrevistarme con Kitsuki Fujiwa-sama y después buscar la bendición de las Fortunas para nuestro viaje en el templo a Shinsei de palacio. Enviad alguien a buscarme cuando tengamos que marcharnos de la ciudad". El Monje realizó una profunda reverencia a los presentes y salió de la sala.

Había sido imposible convencer a Ryochi de no venir con nosotros y, secretamente, estaba agradecida por ello a pesar de que la posibilidad de encontrarnos trasgos era muy real. De todos modos no podíamos preocuparnos por esos detalles menores, menos en un grupo tan grande, y si alguien sabía sobreponerse a sus miedos, ese era un samurái Cangrejo, por lo que opté por responder al Tiburón.

- ¿Todori-sama? - pregunto tras devolverle el saludo - Lo siento pero no. Quizás si sepa algo más, pero no tenemos tiempo para ir y hablar con él solo por una posibilidad.

Le quito la idea con rapidez a pesar de hablar con excesiva tranquilidad.

- Si tuviéramos tiempo todo sería diferente, podríamos reunir una gran fuerza y recuperarles antes de que los gaijin se nos echen encima - pero no hacía falta decir que no estábamos en esa situación - Kaiken-san, tengo entendido que hay un Kaiu en Kinko Toshi, ahora mismo voy a verle, por lo que si necesita de algo dígamelo ya.

No iba a perder el tiempo discutiendo tonterías con un Tiburón, menos cuando debía convencer a un Kaiu de comprarle armas ante una inminente guerra y buscar el suficiente jade y provisiones para más de una docena.

Jack se acercó a Naoko y le agradeció con una reverencia que se hubiera ofrecido como guía.

—Parece que nuestra investigación va a llevarnos a sitios mucho más lejanos y siniestros de lo que pensábamos. En todo caso, no puedo desear mejor compañía para esta aventura.

Tras su respuesta fue a acercarse al capitán Matsumoto para preguntarle si quería transmitir algún mensaje a la embajada Tiburón, pues tenía intención de visitarla para despedirse y recoger sus escasas pertenencias. El Kaiken estaba teniendo una breve charla con la noble Cangrejo que iba a acompañarles. Al oírle decir que pretendía visitar al herrero Kaiu decidió intervenir.

—Disculpadme, señora—dijo con una profunda inclinación—. El Kaiu al que os referís debe ser Atsushi-Sama. Tuve el honor de entrevistarlo durante mi investigación, y su orientación fue imprescindible para localizar la forja de Obsidiana. Si consideráis que puedo seros de alguna utilidad, me gustaría acompañaros a su herrería y aprovechar para agradecérselo.

- Una pena ,entonces- contesté, breve- ya nos apañaremos.

Dada la importancia del evento, contaba con la posibilidad de encontrar al daimio en aquella misma Corte mas no fue así, y la posibilidad de visitarle al castillo se antojaba remota. 

- Con jade me bastará, gracias- contesté a la propuesta de la Yasuki.

Entonces, la voz del monje se hizo escuchar.

- El honor será nuestro por contar con usted, Yuki-sama- contesté con la consideración habitual que tenía con shujenjas y monjes, aunque fuesen de estatus inferior-. Descuide, será avisado al punto. 

Y entonces Jack aprovechó para meterse en la conversación, al tiempo que el monje abandonaba la sala.

-Por favor, dígale a Elvira-san que le acompañe a usted al barco, que partiremos con la llegada del crepúsculo.

Dejé a Jack apañarse con la cangrejo y fui a buscar a la Embajadora Oichi, a la que no tardé en encontrar.

- Embajadora Oichi. Si me concede unos minutos, quisiera hablar con usted en privado.

La mención del Kaiu hizo que Naseru volviera a interesarse por intervenir en la conversación, en lugar de contentarse con que aquellos que parecían demostrar más competencia que él mismo llevaran la voz cantante en cuanto a los preparativos.

- Si se trata de visitar a Kaiu Atsushi-sama, me gustaría acompañarlos, si no fuera demasiado inconveniente. - dijo el Yogo, en su habitual tono amigable. - Siempre es una buena oportunidad de conocimiento ver trabajar a un verdadero maestro de la forja. En mi visita a su taller ayer, tuvimos una conversación bastante interesante al respecto, de hecho. No obstante, también me dijo que, en aquel momento, sólo disponía de una yoroi que estaba terminando de reparar y un tetsubo destinado al hijo del Gobernador. - advirtió al final de su intervención.

Por supuesto, no iba a acusar al Kaiu de mentir, ni siquiera de llevarle a error. - Por supuesto, no creo que incluyera trabajos que estén a medio terminar, de calidad inaceptable para un maestro como él en circunstancias normales o hechos por sus aprendices, por lo que incluso podría ser de ayuda llevar a otro capaz de trabajar la forja, como yo.

Quizás el Tiburón creyera que el jade fuera fácil de encontrar y pudiera ser comprado por cualquiera con kokus para ello. No podía ser de otro modo, por lo que dejé de darle vueltas al asunto y me dispuse a responder al resto.

- Los Kaiu son artesanos dedicados. Estoy segura de que podrá atender a mis peticiones.

Respondo al Yogo antes que al ronin, como era lógico aunque sin negarme a dejarme acompañar hasta su forja, luego también me dirijo al samurái sin señor.

- En realidad me gustaría que me acompañaráis por otro motivo. Necesitaría que me hablaséis de vuestros compañeros, especialmente de ese Kuro Kamen.

Necesitaba saber si finalmente se trataba de Shinjo Sakura u otra persona, más que nada para sacarme la espina de la duda.

- Mas necesito cambiarme y recoger algunas cosas antes de ir a ver a Kaiu-san. Disculpadme.

Solicito y apenas hago una pequeña inclinación antes de marcharme a, por lo menos, cambiarme el haori y recoger mis armas dado que ahora andábamos con la autorización de los dis líderes de Rokugan.

Jack asintió a la petición del Kaiken. No estaba seguro de haber coincidido con la tal Elvira en la embajada Tiburón, pero sin duda no sería difícil localizar a una merenita.

El enmascarado que se había identificado como Maestro de Guardas Yogo se unió a la conversación, dispuesto a acompañarles a la herrería del Kaiu. Puede que los demás estuvieran acostumbrados a tratar con una persona sin ver su rostro jamás, pero a él iba a costarle hacerlo con naturalidad.

Antes de que la Yasuki se retirase, Jack se apresuró a responder brevemente su pregunta.

—Kuro Kamen tan solo es el seudónimo que Kuni Naoko-Sama escogió para poder investigar. Ya la habéis conocido; será una de nuestros acompañantes.

Dicho esto, se dispuso a aguardar su retorno en compañía del Escorpión. “Respétalos. Y vigílalos”; le había dicho su Sensei. “Vaaale”; se dijo él.

—Tozaiken Jack, a vuestro servicio —le dijo inclinándose—. Espero que podáis disculpad mi ignorancia: ¿qué es exactamente un Maestro de Guardas?

"Artesano dedicado o no, dudo mucho que pueda ofrecernos equipo suficiente a menos que lo tenga hecho de antemano. Salvo que pretendamos esperar semanas, esto es." Respondió para sus adentros a la Yasuki, pero juzgó contraproducente decirlo en voz alta. Después de todo, le correspondía al Kaiu en cuestión responder a la petición de su camarada de Clan; así que se inclinó educadamente, aceptando las palabras de Shinmeki.

Siempre cabía la posibilidad de que tuviera una reserva de materiales para emergencias de aquella clase; nunca se sabía con el Cangrejo y sus preparativos de guerra.

La máscara que le cubría el rostro una vez más demostró su valor ante la siguiente pregunta de la Yasuki; en aquel caso concreto, para no mostrar de inmediato que no tenía ni idea de lo que le estaba hablando. Por fortuna, además, antes de que tuviera que construir una manera apropiada de presentar aquel hecho, el ronin que haría parte de la compañía tuvo a bien intervenir y responder en su lugar.

En su fuero interno, le otorgó puntos a su favor por su inadvertida ayuda, al permitirle permanecer en silencio sobre el tema.

Una vez la Yasuki se marchó a completar sus preparativos, su ominosa presencia se volvió hacia el ronin, al que se dirigió en el mismo tono amigable que había usado con el resto de samurais de la comitiva. - Estoy seguro de que hablo en nombre de todos al afirmar que la compañía de Kuni Naoko-sama nos es tremendamente grata, habida cuenta de la naturaleza del desafío que nos aguarda. Mi familia ha tenido siempre una fructífera relación con miembros de su orden, después de todo. - en su voz se podía adivinar una sonrisa bajo la máscara.- Un placer conocerle, Tozaiken-san. Mi nombre es Yogo Naseru, del clan de Bayushi. - se presentó, antes de inclinarse.

- Un Maestro de Guardas es, a grandes rasgos, el nombre que reciben los shugenjas de mi familia. - explicó brevemente, mientras pensaba como decirlo en pocas palabras; el ronin no le daba la impresión de ser alguien dado en entablar conversaciones espirituales. - Se debe a las guardas de papel que utilizan algunas de nuestras técnicas y nuestro énfasis en la protección de lugares y personas, herencia de los deberes de mi familia para con mi Clan.

Jack correspondió a la inclinación del Yogo. La discrepancia entre su siniestro aspecto y el buen trato que dispensaba a todos le desconcertó. Su confusión aumentó al descubrir que era un shugenja, y no pudo evitar enarcar levemente una ceja.

—Es curioso. Por vuestro... porte, y por el interés que demostráis hacia el arte de la forja, os había tomado por un guerrero. Pero, por supuesto: toda la protección que los Kamis accedan a prestarnos será más que bienvenida. A mí ya me han salvado el cu... ¡la vida! en un par de ocasiones.

»En cuanto a las relaciones de los Yogo con la orden de Naoko-Sama, me temo que mi ignorancia abarca, incluso, el desconocimiento de vuestra noble familia. Espero que ello no me lleve a cometer ninguna falta; tan sólo puedo prometer aplicarme en corregir mi ineptitud, y suplicaros que seáis indulgente mientras lo hago.

Ante las palabras del ronin, se llevó la mano a la barbilla en ademán pensativo, aunque nada en su lenguaje corporal indicaba que le hubieran molestado las palabras de Tozaiken. Todo lo contrario, de hecho; si acaso parecía intrigado y divertido por su actitud; aunque las carencias que admitía en su adiestramiento podían servir para explicarlo.

- Ah, Tozaiken-san, si me permitiera la osadía de un consejo, le diría que no admitiera algo así tan libremente. Algunos interlocutores podrían llegar a tomarlo como ofensa, especialmente aquellos que otorguen un desmedido valor al linaje familiar. - dijo casi en tono desenfadado, indicando a todas luces que el Yogo no era el caso.- Digamos simplemente que mi familia tiene una larga y trágica historia propia luchando contra y padeciendo bajo las mismas fuerzas oscuras que gente como Kuni-sama se esfuerzan en erradicar, y era simplemente algo natural que aunáramos fuerzas.

De hecho, Naseru estaba muy sorprendido de que el ronin no supiera nada de la Maldición Yogo... Pero les esperaba un largo viaje juntos, tampoco había necesidad de discutirla en aquel momento.

- Todos los samurai son, en última instancia, guerreros; - añadió, en un tono un poco más serio. - pero creo entender lo que quiere decir. No obstante, la forja de una katana no deja de ser una experiencia profundamente espiritual, que requiere alinear el alma del herrero con la hoja que pretende hacer si quiere que ésta sea de verdadero valor, así que no pocas familias de shugenjas tienen sus propias tradiciones como herreros.

- Dicho lo cual, no se puede forjar una katana sin saber utilizarla. Hay pocos shugenjas que caminen con un daisho completo, como lo hago yo. - Terminó, sutilmente confirmándole que él era un guerrero; sólo aquellos capaces de usar una katana se les permitía vestir una en público, después de todo.

—Agradezco vuestro consejo— dijo inclinándose levemente. Y era muy cierto; necesitaba desesperadamente aprender a desenvolverse en sociedad—. No obstante, dado que la cura de la ignorancia es la curiosidad, me temo que deberé pagar cierto precio por librarme de la mía. Por otra parte, considero que las reacciones que nuestras carencias suscitan en los demás nos aportan una valiosa información sobre ellos... aunque queda por valorar si el precio compensa este nuevo saber —al decir esto último, se dio cuenta de que el Yogo podía ofenderse si consideraba que le estaba probando, pero las palabras dichas son como las flechas disparadas; no merecen dedicarles un segundo pensamiento.

»Y ya veis: aquí he cometido uno de esos errores que necesitaba para aprender —dijo en alusión al uso de la palabra guerrero—. Me refería, en efecto, a que os había tomado por alguien especialmente adiestrado para la guerra. Me alegra doblemente contar con alguien con una formación tan completa como la vuestra.

Naoko miró a Jack mientras se quitaba aquella peluca negra y volvían a estar a la vista sus llamativos cabellos rojos.
Creo que con todo lo que hemos pasado, algo has aprendido, ¿no? preguntó con cierta sorna.
Más te vale. Porque al lugar donde vamos, lo que hemos combatido hasta ahora son como juegos de niño... agregó con su habitual desdén.

La alusión de Naseru al mal papel de la curiosidad como sensei hizo que Jack recordara a su perdido maestro. Muy a menudo le había advertido de que la palabra era una clase diferente de arma, y que negarse a prestar atención a lo que se decía era como cerrar los ojos en medio de un duelo.

—Las palabras sabias no deberían esperar a ser solicitadas para pronunciarse —le respondió—. Sí; es posible que me haya conducido de manera imprudente. En cuanto a mi curiosidad, procuraré refrenarla y encontrar una cura menos arriesgada para mi ignorancia.

Tras decir esto Jack permaneció meditabundo el resto del camino a la herrería. Al llegar, sonrió ante el comentario del Kaiu sobre el “curioso grupo” que formaban, y cuando se presentó la ocasión de dirigirse a él le agradeció su papel en la localización de la forja de obsidiana.

Deseaba conocer más a fondo a mis compañeros de viaje, pero urgía una conversación con Isawa Ochiai-sama. Necesito conocer más a mi enemigo y ella ha tenido mucho contacto con su anterior compañero, el maestro elemental de tierra traidor.

Viendo que la Yasuki y el tiburón tienen los preparativos bien encaminados, y dándome cuenta de que ninguno ha apelado a mi directamente, me retiro tranquilamente acompañado por mi yojimbo en busca de esa reunión.

Cada cual había terminado sus preparativos, regresando Shinmeki cargada de armas y una armadura bastante llamativa.
Os reunisteis en el puerto de Kinko tal y como habíais acordado, delante del imponente barco Gaijin que pertenecía al Clan Tiburón.

En él habían marineros de varias nacionalidades, tanto rokuganeses como Gaijin, pues se requerían cerca de un centenar de hombres para poder usar ese enorme barco.
Sin duda, su aspecto era imponente.
Elvira, recuperada en gran parte pero aún debilitada, estaba a bordo.
Claro que algo tan grande no podría navegar el Río del Dedo Negro, por lo que su uso sería solo hasta la isla Futaoka del Clan Tiburón.

El sol ya se ponía en el horizonte cuando comenzasteis a zarpar de Kinko, con una peligrosa misión por delante que podría cambiar el futuro de Rokugan entero.

El sol ya estaba moribundo cuando, al fin, llegué al muelle en donde el Tiburón Blanco acaparaba todo el espacio y la atención de los incrédulos viandantes y marinos de los alrededores. Apenas quedaban unos minutos para que llegara el crepúsculo y subí al puente a paso ligero, echando humo relajadamente por la pipa de bambú. 

- ¿Está ya todo listo para partir? ¿Han llegado ya los...?- no tuve que terminar la frase a Mifune cuando vi a los monjes allí, en cubierta.

Refrescaba, así que fui al camarote a ponerme la casaca azul marino y de paso el catalejo y el sextante y los guardé en el bolsillo. Dejé las pistolas guardadas pues no sería necesario llevarlas encima pero si mantuve sobre mí el sable merenita, de empuñadura de oro, junto al daisho. Para rematar, me cambié las sandalias por las botas. Ya estaba listo para recibir a mis nuevos invitados.

Ya estaba ocultándose el sol en el horizonte cuando fueron llegando mis nuevos compañeros de aventuras.

-¡Bienvenidos!- dije, con un poco de relajada efusividad- por favor, vayan subiendo y acomódense, saldremos enseguida.

Habiendo dejado muchos de mis asuntos solucionados, subo al barco con serenidad seguido de cerca por mi fiel Izumi. Como bien dijo Ochiai-sama mi dedicación a lo largo de los años será puesta a prueba en este viaje. Habrá de ser suficiente para que logremos regresar vivos y libres de estigma.

Una vez arriba soy recibido por Matsumoto con entusiasmo.

-Buenas tardes, Kaiken-san. ¿Todo listo?

.....

Una vez me despido del Tiburón, voy a donde se me ha indicado que dormiré durante el viaje y me dedico a guardar y ordenar mis cosas.

Tras terminar sus preparativos y recoger sus pocas posesiones, el Escorpión también llegaba a aquella nave, que a sus ojos más parecía un castillo capaz de navegar las aguas que cualquier otra cosa que él hubiera conocido como "barco". No pudo reprimir un suspiro de incomodidad mientras examinaba el extraño diseño, tan distinto a todo lo que había conocido hasta la fecha, a costa del inevitable desasosiego que le causaban todas aquellas "innovaciones". No obstante, dadas las circunstancias, el espíritu práctico de su Clan le instaba a aprovechar toda herramienta que estuviera a su alcance para cumplir la osada tarea que les aguardaba.

- Sólo espero que los espíritus que compongan esta nave no sucumban a los kansen, o tendremos otra amenaza que añadir a la crisis. - pensó para sí, mientras subía la pasarela que comunicaba el puerto con la nave; con su daisho completo en la cintura y su yoroi bajo el haori que le señalaba como shugenja, a la vez acentuando su presencia y en contraste con el papel que más a menudo se atribuía a los sacerdotes de los kami como no combatientes. Le costaba imaginar que un grupo de kobunes tuviera oportunidad contra una nave con tal diferencia de tamaño, aún sin entrar a considerar cualquier otra ventaja.

- Os agradezco la bienvenida, Kaiken-sama. - respondió al efusivo saludo del aparente capitán del navío, advirtiendo su cambio de vestuario, pero sin decir nada al respecto; inclinándose después para hacer lo propio con el Fénix que había llegado en primer lugar. - ¿Sería posible pediros que nos enseñarais la nave y presentarais a la tripulación lo antes posible? Mi humilde petición responde a que de tal modo, empezaría a ser lo antes posible una ayuda, en lugar de un mero invitado. - añadió, con tono de voz amable y amistoso; aunque lo largo y agitado del día, amén del trabajo en la forja hacían fácil adivinar el cansancio que ignoraba con estoicismo.

Los primeros en llegar fueron los shujenja. 

- Si. Sólo faltan el resto de compañeros y podremos partir. Haremos escala en Futaoka, allí prepararemos la barcaza con la que remontaremos el río, la cargaremos en el barco y partiremos de nuevo- contesté, a la pregunta de Kouta. 

El Yogo, quizás con mayor entusiasmo, pidió ver el barco y conocer a la tripulación, una buena manera de aprovechar el momento hasta que llegasen los demás, que estarían al caer.

- Por supuesto, Yogo-sama, ¡acompáñenme!.

Les di una vuelta por la embarcación, enseñándosela a grosso modo, sin entrar en detalles técnicos relevantes. Empleamos más tiempo en presentarles a la tripulación.

- Les presento al maestre Kaiken Mifune-san, encargado de la intendencia del barco- dije, mientras el enjuto samurai les repasaba, con aparente indiferencia, de arriba a abajo.

- Señores, les presento a Kaiken Toshiro-sama, experto navegante e instructor de combate- dije, con el respeto que merecían las canas del viejo carcamal.

Tras presentarles al viejo, nos acercamos a la cocina.

- Y este portentoso samurai es Kaiken Hataki, nuestro eminente cocinero. Sin duda será  de quien más disfrutarán su compañía ya que sus platos están deliciosos, y desde nuestros viajes por tierras extranjeras que ha incorporado cosas nuevas que les van a encantar...