Partida Rol por web

Os aproximasteis hasta quedar a una distancia prudencial de la ciudad.

Sus muros eran una tétrica réplica de las murallas típicas de cualquier fortaleza rokuganesa, con bocas dentadas que parecían tener vida propia haciendo las veces de puertas.
También se observaban vigías en lo alto de los muros, aparentemente samurai corruptos.

Por encima de los muros se elevaba el castillo que una vez Daigotsu había mandado construir y su hijo Seigotsu había alzado de las cenizas.
Ahora se erguía casi veinte metros desde el suelo.
Sin duda, iba a ser complicado infiltrarse.

El Monje observó detenidamente las inmediaciones de la fortaleza, estaba claro que le ataque prometido por el Campeón Cangrejo no había llegado y que eso les haría más complicada la infiltración. Sin embargo poseía otra opción.

Se miró los puños mientras los cerraba con gran determinación antes de tomar la palabra. -"Llegados a este punto creo que debemos elegir. Parece que el ataque Cangrejo todavía no ha llegado, así que creo que la opción de infiltrarse mediante el sigilo debería ser nuestra mejor opción. Desconozco lo que podéis hacer mediante las plegarias a los Kami y si eso nos puede permitir entrar en la fortaleza; sin embargo sí sé que puedo transmitir el Chi de mi cuerpo hacia mis puños pudiendo destrozar la roca o la madera como si se tratase de un material mucho más blando y sin sufrir daño alguno. Por desgracia no sería para nada silencioso". Concluyó encogiéndose de hombros.

Una maniobra de distracción parece apropiada, capitán —respondió Jack—. Especialmente si puede hacerse sin revelar nuestra presencia: Si alguno de nosotros se dejara ver para atraerlos, dudo que sobreviviera a los esfuerzos de la guarnición por darle caza. Aunque si esa resulta ser la única opción, me ofrezco voluntario.

Yûki escuchó las deliberaciones de Matsumoto asintiendo a la vez que sopesaba cómo poder entrar en aquel lugar sin poner en peligro excesivo la misión.

Una idea parecía empezar a darse cita en su mente cuando Jack tomó la palabra ofreciéndose para, de ser necesario sacrificarse por la empresa. Aquel hombre había demostrado su valía con creces en los sótanos del Palacio Imperial días atrás, por lo que no debía morir, al menos no todavía. -"Una oferta muy honorable Tozaiken-sama, sin embargo creo tener otra idea que pueda evitar vuestro sacrificio o el de ninguno de nosotros". Comentó asintiendo hacia el Tiburón y ofreciéndole un gesto agradecido antes de proseguir hablando al grupo en conjunto.

-"Lo que os voy a decir ahora puede que sea simplemente una suposición puesto que no soy ingeniero y no controlo tanto en éste ámbito, pero creo recordar que todos o por lo menos la mayoría de los castillos y palacios, poseen pasadizos de escape secretos, por si las cosas se pusieran feas y fuera necesario salir por un lugar seguro. Creo ser capaz de encontrar la entrada si existiera en la muralla, puede que un sumidero o un alcantarillado. Y cuando digo ser capaz de encontrarlo me refiero a no utilizar el poder de los Kami para ello o incluso si la entrada ha sido ocultada por el poder de los mismos".

La mirada de determinación del Monje se posó sobre Tozaiken de nuevo. -"Por desgracia necesitaré inspeccionar el perímetro en su totalidad y no me vendría nada mal algo de apoyo por si las cosas se complicasen. Creo que sería una muy buena manera de inspeccionar la muralla y de obtener información acerca de la cantidad de guardias, equipamiento, potencial, etc".

-"Respecto al momento en el que realizar la inspección, no es necesario que sea durante el día, pudiendo ser por la noche o horas antes del cambio de guardia; cuando el aburrimiento cale en ellos. Puesto que no es necesario que vea la entrada. Sentiré su ubicación en el caso de que exista".

El plan de Yûki podía funcionar si lograbais dar con el sitio donde estuviera la entrada oculta.
Tras explorar los alrededores de la ciudad intentando no ser vistos por los guardias que en ocasiones se asomaban a los muros, Yûki logró encontrar lo que buscaba; había unas rocas que, en realidad, podían ser deslizadas y revelaban un agujero que parecía ir en dirección a la ciudad.

Comenzasteis el descenso con cautela, teniendo que ir prácticamente agachados hasta llegar al final, donde la salida estaba bloqueada por algo que la oscuridad no os dejaba ver bien, pero que se intuía como madera.
A través de una pequeña hendedura que quedaba entre tablón y tablón, se colaba algo de luz.
El caso era saber dónde estabais ahora y si era seguro deslizar aquella madera, y en qué momento.

Mientras descendía por el angosto túnel Jack se preguntó qué le había impulsado a ofrecerse para una misión suicida. Todavía recordaba con claridad el momento en el que su Sensei comenzó a transmitirle la doctrina del Samurai: En un primer momento le había parecido un código propio de fanáticos; de locos ansiosos por dar y recibir muerte. Pero no tardó en descubrir que ese aparente fanatismo —pues eso parecía desde el punto de vista de un Gaijin— ocultaba un poderoso espíritu de abnegación y sacrificio hacia causas que lo merecieran.

Sí: Aunque seguía valorando su vida, la posibilidad de librar al mundo del horror que le sobrevendría en caso de fracasar bien valía su sacrificio.

Asentí con una media sonrisa a mis compañeros y, una vez estuvimos de acuerdo, marchamos junto al monje. 

El avance era lento y tenso, siguiendo el rastro de oscuridad y pendientes de los guardias sobre la muralla. Aohime me seguía, casi pegada a mí. Ya apenas quedaba rastro de aquella timorata muchacha mal acostumbrada a la comodidad del dojo familiar y la pompa cortesana. 

Finalmente encontramos un agujero oculto tras unas piedras y nos deslizamos a su interior como lagartijas. Un angosto túnel lo continuaba hasta detenernos en seco. Una puerta de madera señalaba el final del túnel. Mantuvimos silencio, a fin de cerciorarnos de sí había alguien próximo del otro lado. 

Yûki asintió una vez todos estuvieron de acuerdo con su plan. Se deslizó entre las sombras con las palmas de las manos sobre la fría piedra de la muralla ampliando sus sentidos más allá de los límites naturales mediante el control de su Chi interior. Podía sentir a los guardias moverse, agruparse, conversar entre ellos y de nuevo volver a moverse. Momento en el que el Monje reanudaba la marcha en silencio.

Pronto llegaron a un grupo de piedras sobrepuestas ocultando lo que parecía ser una entrada o salida secreta. El Togashi retiró las piedras con sumo cuidado de no provocar un desprendimiento que alertase a los guardias y tras esperar que todos se introdujeran volvió a colocar como pudo las rocas tapando la entrada como mejor supo, con el fin de que ningún explorador enemigo diese con la entrada fácilmente.

El camino era un pasadizo escavado en la roca viva, por lo que era hasta cierto punto resbaladiza y deforme, por lo que se requería cierta pericia para poder avanzar con rapidez sin hacer mucho ruido. (1)

Tras un tiempo de avance llegaron a unos tablones que dejaban entrever luz a través de sus formas talladas. El Monje se adelanto a sus compañeros con el dedo índice sobre sus labios -"Shhhh!" Se deslizó hasta los tablones y de nuevo se concentró buscando a enemigos en las inmediaciones. Después de eso trató de agudizar sus sentidos en busca de algún tipo de pista. (2)

- No necesitamos asomarnos al exterior del túnel para detectar si hay guardias al otro lado. - dijo en un susurro, mientras se movía con la sutileza de una sombra* junto con el resto de la comitiva por el estrecho acceso que habían descubierto a través de la muralla (y que en realidad, era tan buen plan como cualquiera que él hubiera podido pensar con los recursos de los que disponía) - Soy capaz de percibir sus presencias sin necesidad de utilizar mis ojos.

Cuando llegaron al final del corredor, se detuvo indicando también a los demás que esperaran, y murmuró una plegaria al Vacío, cerró los ojos y concentró su mente sus corrientes, dejando que su percepción se expandiera en todas direcciones, buscando señales de vida como quien busca estrellas en un cielo nocturno*.

Todavía con los ojos cerrados, como en un trance, procedió a contarles lo que percibía, y que podía mantener la concentración si le guiaban, de estar el camino despejado.

Si había una o dos formas de vida aisladas, podía también distraerlas... O crear una conmoción a cierta distancia.

Tras usar Yûki su Kiho, llegasteis al otro lado de la muralla por el túnel secreto. Por ahora no os habían detectado, si bien se veían muchos guardias en las cercanías.
Estabais en el interior del Palacio en el cual debería residir el nuevo Señor de la Ciudad de los Perdidos, Seigotsu, y donde deberían estar cautivos los samurai ilustres que habíais venido a salvar.

El caso era que salir de ese túnel y moverse por el interior del Palacio parecía imposible sin ser un experto en el sigilo.

Tras superar el primer obstáculo que se interponía entre nosotros y nuestro objetivo veo con preocupación que el camino que nos aguarda es tortuoso y lleno de peligros que acechan al incauto. Tras sopesar las opciones le digo a mis compañeros en voz baja.

-Quizás deberíamos separarnos. Es posible que tras avanzar surjan problemas si damos un paso en falso. Podría ser buena cosa que alguno quedase atrás para cubrir una posible retirada.

Al empezar a hablar tenía puesta la mirada en Matsumoto, pero conforme continué fui moviendo la mirada. Al decir la última frase mis ojos se detuvieron en la cangrejo.

Confío en mis habilidades para el sigilo pero no estoy seguro de que la mujer esté versada en ese campo. Espero que de no ser así mi "ligero" comentario le de una salida honorable y nos permita avanzar con mayor seguridad.

Jack permaneció atento al tétrico entorno mientras se discutían los planes. Asintió ante la idea de dividirse, y aguardó a que sus camaradas definieran los grupos. Confiaba en poder mostrarse más discreto que en su última misión encubierta en Kinko Toshi: esta vez no iba a poder salvarse orinando en ninguna pared.

El Monje se apartó unos metros pensativo apoyándose en la pared de fría piedra del pasadizo y cruzando los brazos para sostener su mentón con sus fibrosos antebrazos totalmente tatuados. -"La idea de dividir nuestras fuerzas sería la más sabia llegados a este punto, pero cada grupo debería ser capaz de valerse por sí mismo, ya sea para cumplir con nuestra misión o para dar tiempo a los demás a cumplirla si fuera necesario".

Su mirada melosa se posó sobre los shugenjas en especial sobre la figura de la Fénix pupila del traidor; que había pasado desapercibida durante buena parte del viaje. Para después de unos instantes de silencio volver a su estado pensativo. -"Recapitulemos sobre lo que sabemos o lo más probable. Estamos en una fortaleza que poco o nada dista de las fortalezas de nuestro Imperio en lo que edificación se refiere, por lo que al encontrarnos dentro del palacio sería fácil suponer que nuestro objetivo se encontrará en las mazmorras del mismo. Desconozco si posee algún tipo de capilla donde llevar a cabo sus funestos rituales, pero no sería sabio descartarlo, suponiendo de nuevo que sea allí donde quieran llevar a cabo el sacrificio". 

Yûki negó con la cabeza apesadumbrado y miró a Jack y Matsumoto, después. -"Necesitamos más información. Lanzarnos a la desesperada no nos ofrecerá una solución satisfactoria, sólo dolor y muerte. Debemos infiltrarnos entre las filas del enemigo... Puede que hacernos pasar por algún guardia nos ofrezca alguna respuesta más..." El rostro del Monje se tensó al fin y proclamó. -"Me ofrezco voluntario para suplantar a algún guardia de los Perdidos e inspeccionar la zona. Mi Chi detectará a los enemigos para poder hacernos con sus ropas y poder hacernos pasar por ellos. Es la mejor opción que se me ocurre... ¿Quién me acompañará?"

El Yogo enarcó una ceja bajo su llamativa máscara, mirando con curiosidad al monje mientras este exponía su idea. Con una calma que no hubiera estado fuera de lugar si hubieran tenido la misma conversación alrededor de una mesa de té, necesaria para conservar el efecto de su plegaria*, hizo su propia aportación. - Me siento bastante seguro de mi capacidad para moverme sin ser detectado, al menos por medios mundanos. Del mismo modo, si alguno tiene confianza en la ligereza y habilidad de sus manos... - hizo un gesto hacia los miembros de la comitiva que eran marineros, profesión conocida por su manejo de cuerdas y sus nudos. - Puedo regresar mi mirada del Vacío para usar plegarias que dormirán temporalmente a guardias enemigos. No obstante, sólo tendríamos unos escasos minutos para desvestirlos, atarlos y moverlos, puesto que el sueño que crean los kamis no es particularmente profundo. Eliminarlos es una opción más arriesgada, pero factible; además de que el disfraz podría quedar dañado.

De dos medios más —añadió Jack en respuesta a la afirmación del Tiburón—. Sacó de entre sus ropas un Tanto negro de Jade con el filo verde y una llamativa guarda en forma de pinza de cangrejo. —El filo de este arma brilla levemente en la cercanía de seres con la Mancha. Naoko-San me hizo el honor de otorgármela en nombre de su Clan, y me sentiré en deuda hasta que la use para derramar sangre corrupta.

»En cuanto a la propuesta de hacernos pasar por guardias, yo también me ofrezco voluntario si es necesario. Si descubren a intrusos pero ven que están acompañados de los suyos pensarán que han sido capturados, y dispondremos de unos valiosos segundos antes de que salgan de su error.

Sopesando todas las opciones propuestas, la estrategia parece clara.

Todos en el grupo parecen haber ser capaces de moverse con sigilo. Y parece que Naseru-san tiene plegarias que pueden ayudar a esa labor. Yo por mi parte se moverme con sigilo, pero creo que ninguno de los presentes puede crear tanto alboroto como yo con alguna de mis plegarias de fuego.

Además, Izumi, como yojimbo que es, parece la más válida para contener al enemigo cuando descubran nuestro "cebo".

Esta bien, Izumi y yo nos quedaremos atrás y crearemos una distracción.

Las palabras de Matsumoto-san tienen mucho sentido, asi que, confiado, le digo.

-Bien, dejanoslo a nosotros. Espero que las fortunas me ayuden a infligir un daño considerable a esta ciudad perdida. Suerte chicos, os aguardaremos ansiosos.

Dicho esto, saco mi venerada plegaria del Proyectil del Infierno y me pongo a repasarla. Concentrándome en la labor que tengo por delante.

Me acerqué entonces a Naseru y le pedí que me indicara quienes eran los guardias más próximos y si podría dormirles. Una vez lo consiguiera, yo les cortaría el cuello y les escondería en el túnel, aprovechando sus ropas sobre las nuestras. 

- Id con cuidado. - les dijo a los miembros del otro grupo antes de separarse. - Humildemente os ruego que recordéis que la clave de una buena distracción es permanecer en movimiento tanto tiempo como sea posible para que deban cubrir más espacio.

Naseru se sumergió en el mar de estrellas que le rodeaban en el Vacío, buscando un grupo de luces que se adaptaran a sus necesidades. Necesitaba pocas luces, con poco movimiento (si estaban en plena actividad física, los kamis del Aire no podrían dormirles) y alejadas... Por fortuna, no tardaría en encontrar candidatos, si bien presentaban sus propios problemas.

- Veo cuatro humanos cerca, deberían ser guardias por la ubicación. Están en aquella dirección. - Respondió a Matsumoto, interpretando las sensaciones del Vacío para poderlas comunicar. - No puedo estar seguro hasta que los tengamos ante nuestros propios ojos. Si nos acercamos lo suficiente, podría dormir a tres de ellos de forma inmediata, por lo que habría que eliminar rápido al cuarto y sin ser ruidosos. Los otros tres podrían despertarse, aunque eso no les libraría de la fatiga en sus cuerpos.