- Es sólo el juego de la política. - una guerra que los toreador habían convertido en un juego de influencias en Francia, la diplomacia y la coerción estaban presentes cada noche en la vida de cualquier vástago y aunque Rosamund no era una excepción, había aprendido bien a sacar partido. Aquel acuerdo había sido pactado entre Rosamund y Radu, no tendría porqué darle explicaciones a Diana, para el Señor de Bistritz si era una neonata que aún no había sido reconocida...ahora lo estaba siendo.
- Una casualidad de la que he podido disfrutar y aprovecharme por haber visto a Radu antes que tu, Diana. - le explicó haciendo ver que prefería ser ella la portadora de tan buena notici en vez de otros, por importantes que fueran en aquellas tierras. - ¿Os ha molestado?
Le susurro mientras acaricio su cabello y disfruto de su proximidad, lo hago suavemente, como si pudiese desvanecerse en mis manos si no presentase el cuidado adecuado.
- Ser Señora de Kronstadt es el primer paso de tu crecimiento personal, de que podamos vernos más a menudo y disfrutemos de los mismos privilegios y libertades. - era una forma de plantearlo aunque aquellas tierras estaban lejos, muy lejos de francia.
- Es una ciudad floreciente, controla el paso de Bran, al sur, es una ciudad comercial muy importante en la zona. Radu pensó expresamente en ti por tu trabajo en Tihuta, le has impresionado.
Yo también estoy impresionada... - afirmó - sabía que lo lograrias, que aprovecharías esta oportunidad, pero creo que egoístamente pensaba en la posibilidad de que me necesitases de algún modo.
No quería verla fracasar, adoraba que se hiciese fuerte, que creciese, que evolucionase en aquellas terribles noches, sólo pretendía decir que la echaba mucho de menos, que la añoraba en las noches cálidas o húmedas de francia. Su deber era estar allí, pero si disponía de una ciudad bajo su mando, todo sería más sencillo, más seguro que estar en una tienda frágil y susceptible.
- Lo habeis hecho muy bien, algunos no saben como lo habeis conseguido...pero yo sí.
Aquel fue el preámbulo para el verdadero diálogo de la noche. Rosamund se propuso juguetear con ella y ofrecerle un placer que buscaba recíproco.
En cuanto tuviese la oportunidad le ofrecería su sangre, deseaba que se uniese más a ella, notar sus labios como la primera de las veces queriendo hasta la última gota de la esencia de su esencia, al borde de nuevo de un frenesí, aunque muy diferente al primero.
Tras una muestra de deseo, pasión y cariño que trascendía por encima de cualquier otro acto humano Lady Anne tomó las mejillas de Leo entre sus manos y lo obligo a acercarse a sus labios. Después de sucumbir breve pero intensamente a una pasión sin límites que iba mucho más allá de la excitación propia del líbido más común Anne se mantenía estática y afortunadamente no respiraba, pues si lo hiciera hubiese tardado varios minutos en controlar su respiración descontrolada por el placer.
Aquella noche no podían permitirse toda clase de lujos, no todavía. Era sire y chiquillo, pero el chiquillo habia crecido...aunque no todo cuanto podía crecer.
Unió sus frentes, la punta de su nariz, y sus miradas se encontrarían a escasos centímetros. Era una mirada de cariño, mezcla de deseo y de contención.
- Ahora podremos vernos más a menudo, en vuestro dominio no habrá de que preocuparse si gobiernas con mano firme e ideales rectos y puros.
Pero tu camino no ha terminado, ni tampoco el mio.
Tal vez la noche nos conceda algún respiro, pero no es el momento. Aunque podremos disfrutar más de nuestra compañía, de nuestra ayuda.
Te quiero, Leo.
Sólo recuerda eso. - acarició su mejilla derecha sin separarse un ápice.
- Ahora debes prepararte para llevar hacia el futuro a toda una ciudad. No será fácil, pero está en tu sangre hacerlo apropiadamente.
Confiaba en él pero también bromeaba con una sonrisa, en su sangre estaba el don del buen gobernante, porque su sangre era la de Anne y ella se consideraba una buena gobernante. Era una mujer modesta, por eso el tono cómico de aquello demostraba cierta disposición a reirse de lo que pudiese salir mal. Estaban juntos y lo estarían más a menudo, era suficiente por el momento.
- Tu fuerza y liderazgo darán forma a esta tierra. - le siguió mirando, sin necesidad que dijese nada.
Si algo le preocupaba o tenía alguna petición, era el momento. El día llegaría tarde o temprano y cuando la noche le sucediese era claro que se volverían a separar.
-Claro que lo sabes. Como también sabes que sé que sigo siendo un peón para Radu. Para tí...quizá sea una torre. Una pieza a la que quieres más, más importante, que te dolería perder...pero pieza al fin y al cabo.
Suspiro.
-Nunca me ha importado. No hasta ahora...pero os traéis algo entre manos y ya no soy una niña, Rosamund.
Rosamund, no Rose. No llamarla así denota mi enfado. Me pongo en pie.
-Aunque no sepa que es, me ocultas algo que me afecta. Y eso no me gusta.
No soy la misma, si algo ha ocurrido en mi estancia en Tihuta ha sido que he crecido. Me he movido entre intrigas más que nunca antes y he aprendido a reconocerlas.
No era una Cainita diseñada para navegar por los peligrosos mares de la ignorancia y tampoco tenía por costumbre desviarse de su naturaleza siempre orientada hacia el control y la autoridad, pero era consciente de que siempre surgían olas y marejadas imprevistas. La ponían a prueba, la evaluaban y hacían de su existencia algo más llevadero, eran soplos de peligrosa vida en la siempre exánime Larga Noche.
Aprovechó el silencio para reflexionar cuidadosamente mientras su hermano esperaba impaciente los resultados de su cuidada estrategia. Con el lejano cantar de insectos como telón de fondo no tardó en percibir la obvia encrucijada. Guillermo no era un rival despreciable pero la espera, según dicen, debilita a las bestias.
Sus comisuras se alzaron finalmente sembrando unas dosis de letal incertidumbre.
-En tal caso, agradezco ser la última en tener noticia... – Contestó con el resentimiento pasajero y desmedidamente acentuado de una niña mimada y caprichosa. La intención era transmitir por un lado su desconocimiento de la noticia y por otro su desagrado ante la evidente falta de voz o voto que a su entender aquella cuestión requería y que ahora aparecía como una imposición. Pero lo hizo sin mayor insistencia que la de un susurro.
La posición y trayectoria de su hermano en la sangre como voz del príncipe Narsés era envidiable. Conociéndole, no había posibilidad de que deseara un destino diferente al que ya poseía...
-¿He de suponer que pretendéis estableceros aquí o simplemente deseáis privar a vuestra hermana de un refugio seguro? – La fortaleza no significaba demasiado para mí salvo que pudiera convertirse en un bastión hereje, eso interfería directamente con mi eludible responsabilidad. Que Guillermo la ambicionara desató también mi interés en ella.
-Sabéis que un castillo es el símbolo de poder y control por excelencia... – recriminó mientras que sus labios se torcían en una mueca – como Príncipe no puedo permitirme el lujo de su pérdida. - Intentó recurrir a la duda de su lealtad, pues su imagen además de su hacer como Príncipe, irían ligadas a la posición de su familia hereje en aquel lugar (al menos en apariencia) – La curia también se vería perjudicada.
-Pero sabéis que siempre seréis bien recibido. – concluyó conciliadora.
Hasta ese momento no creía haber dicho nada que Guillermo no se esperara y por tanto había llegado a un punto con una sola salida posible: el vínculo. He ahí, por tanto, el único objetivo de mi inteligente e insidioso hermano.
-En cuanto a la otra de las opciones...
Prefiero el vínculo en la distancia que la libertad en la cercanía...
Se acercó a él con seductora elegancia, rechazando su zurda desnuda, para colocarse muy cerca de su retaguardia. Luego aproximó su boca a uno de sus oídos sabiendo que la vibración podía recorrer toda su columna.
-La aceptaría sin reservas... - desde ahí podía acceder fácilmente a su yugular y cumplir con sus exigencias a su manera (como no podía ser de otra forma). Los colmillos se habían desplegado ya ante la posibilidad de devorarle completamente allí mismo.
Podía intuir la alegría proporcionada por su inminente victoria recorriendo sus entrañas, pero era el momento de mayor vulnerabilidad para la vanidad, el momento del mortal contraataque.
-¿Me aseguráis que nuestro padre está conforme con vuestra exigencia? – La mentira no era una opción, pues sin importar el cómo, era seguro que todo aquello llegaría a oídos de Narsés, a quien, de alguna manera, yo pertenecía. ¿Le arrebataría entonces su tesoro?
La otra posibilidad, que el Arzobispo fuera el director de todo aquello, no era necesariamente una mala noticia, pues a mi entender, de esa forma renunciaba al control absoluto y exclusivo de mi persona. ¿Estaba dispuesto a compartir su tesoro?
Sus respuestas serían, en todo caso, reveladoras.
Las palabras de Anne son fuerza y ánimo para mi alma, si es que aún la conservaba, muchos cainitas se consideraban a ellos mismos malditos y seres vacíos, pero con Anne no puedo pensar eso. Tengo alma y a ella le pertenece, a la misma persona que le da fuerza, ánimo y calidez.
Mis labios permiten doblarse, en una sonrisa debido a su broma. Al menos tengo más de lo que pensaba tener, entre mi clan no es extraña la ambición... pero esa no ha sido nunca una de mis características. Esta y por primera vez, tengo que esforzarme por ser algo más conformista.
Suspiro, tal vez algo aliviado o tal vez algo resignado. No está del todo claro:
-Está bien.
Y es verdad, esta situación permitiría que nos viésemos más amenudo y en circunstancias mucho mejores. Una sonrisa se dibujó en mi rostro antes de añadir algo más:
-No voy a fallaros, ni a mí mismo tampoco- Pues fallar en ese gobierno sería fallarme a mí mismo, y no estoy seguro de que puede ser peor... si fallarla a ella o a mí.
-Ahora, solamente deseo pasar el tiempo que te resta aquí a tu lado...- Susurro -¿Podras concederme eso?- No se quedaría mucho tiempo, y no tengo ningún interés en pasarlo en reuniones o en alguna galantería, a mi parecer, innecesaria ahora mismo.
Anne era mi creadora, mi amiga, mi amada. Nunca creí que la palabra todo pudiera designarse a una sola persona, pero si alguien es mi todo esa es Anne... no cabe duda alguna
Rosamund mostró su angustia ante aquella reacción repentina, sin duda le extrañaba que se comportase así, más propio de una cria que de una señorita, era más evidente que nunca que no estaban en francia, y que Diana no era la misma chiquilla que había estado con ella en las cortes del amor. Diana era pasión, algo muy vivo en una carcasa presumiblemente vacia, era lo que cualquier toreador desearía conservar cerca hasta agotarlo, cuidandolo para que creciese, para evitar que se marchitase, Diana no parecía marchita, no en ese sentido...pero si en otros.
- Diana.
Le costó decir su nombre, pero mantuvo la calma. Casi temió un ataque directo por su parte y le costó recordar que se encontraba ante una amiga y confidente, ante su amante, y no ante un príncipe indeseable con delirios de grandeza y superioridad en inteligencia y estrategias.
- No tienes nada que temer... - musitó en un susurro, tratando de calmarla como se haría con una niña. No la miraba como a tal, sino como a alguien capaz de tomar acciones brutales casi obscenas, había madurado, pero para ella siempre sería su pequeña. - Radu sólo persigue que esta tierra tenga buenos líderes en sus ciudades, líderes que estén dispuestos a tratar con él sin ponerle una estaca en el corazón.
Y vosotros habeis resultado ser convenientes para tal fin. Eficaces en el ejercicio de vuestras responsabilidades sin importar el precio o la magnitud de vuestra empresa.
Negó.
- Y yo sólo deseo que seais más fuerte cada noche.
Es cierto que una deuda me ataba con Radu - confesó - pero ha expirado gracias a tus acciones. - todos estaban en paz y como recompensa Diana había obtenido un feudo.
Rosamund quería tranquilizarla, que viese que nadie urdía nada contra ella.
Ya se verá eso. Ya se verá...hay alguna trampa, estoy segura.
Miré largamente a Rosamund antes de suspirar y abrazar su cabeza contra mi abdomen. No digo nada, símplemente hago eso. Llevo demasiado tiempo entre intrigas y traiciones. Tanto que las veo incluso en quien sol oquiere bien para mí.
O eso creo.
Acaricio su pelo.
-Hay muchas cosas que no sé sobre dirigir un feudo. Acabaré fallando en algo.
Eso me preocupa...no quiero tener a Radu en mi contra.
Disfrute de su muestra de afecto aún cuando su posición entonces era de forma clara una posición de superioridad. A otro vástago de su generación le hubiese incomodado y hubiese exigido otro comportamiento, pero desde el principio rosamund había tratado con igualdad a su chiquilla, como si fuesen iguales. Le ofrecia oportunidades para que lo fuera realmente, ahora tenía una muy clara.
Se separó amablemente sólo para mirarla a los ojos desde la altura de su abdomen, hacia arriba, como una criatura a su merced. Pero no le temblaba la voz, hablaba con la seguridad de una madre.
- Todos cometemos errores. Lo importante es saber subsanarlos y no ofrecerlos como una oportunidad ante aquellos que nos mal-aprecian.
Lo harás bien. Y tienes aliados, no sólo me tienes a mi. - Pedir consejo, que no ayuda propiamente dicho, era algo que los más cercanos no le negarían.
- Has visto otras ciudades y feudos, has visto lo que hacen mal, los errores que han cometido otros y también los aciertos.
Todo está en tu cabecita.
Sabrás sacarlo cuando llegue el momento.
Y no parecía mentir en su confianza.
- Que temas por tu feudo es una buena señal. - Se preocuparía por su gente, no les trataría como a simple ganado, instauraría un gobernante digno, y su feudo alcanzaría renombre, ya fuera como guerreros, como corte de amor o como artistas.
- Cuando termine el invierno y te instaures allí, lo verás más claro. - la animó.
- ¿Hay algo que desees saber? - se expuso, si tenía una pregunta clara sobre Radu o sobre sus intereses la respondería sin tapujos. Si tenías dudas de por donde empezar a gobernar, también. Su sire era una gran diplomática, con renombre en toda Europa.
¿Lo veré todo más claro? Quizá sí. ¿Y por donde deberé empezar a extender mi poder? Es decir...darme un feudo no hará que automáticamente se me respete y obedezca por quienes viven en él. Tendré que obligarlos de una manera o de otra...como todo lider.
-Sí, tengo una pregunta. ¿Cuánto tiempo te quedarás?
Mi siguiente movimiento es desatar los nudos de su vestido. Claramente el momento de hablar ha pasado, ahora toca el placer.
Pasa cuanto quieras ^^
Rosamund no se privaría de pasar un buen momento con Diana, lamentablemente aquellas preguntas sólo le hacían pensar que no podría disfrutarlo mucho tiempo. Decidió evadirlas pero la respuesta estaba clara, se quedaría apenas un par de noches más, quizás algo menos de tiempo. Era lo irónico de la inmortalidad, todo el tiempo del mundo y sin embargo, apenas tenían unas horas para lo que realmente les complacia, lo que llenaba sus vidas vacias como condenados. Claro que había otras perspectivas, eran los señores de la noche, eran poderosos y libres, no estaban atados a nada salvo tal vez, a sus pasiones y la necesidad de la sangre.
En algún momento de aquella noche de placer y goce, Rosamund tomaría la decisión de estrechar sus lazos con su chiquilla poniendo como excusa, si es que la necesitará, que eso ayudaría a Diana a dudar menos y a actuar con mayor vehemencia. Pero, de cualquier modo, estaba en su mano aceptar o no.
Si aceptas beber la sangre de Rosamund podemos terminar la escena. Si prefieres no hacerlo, centraté en el modo de rechazarla y continuamos.
Algo parecido a la serpiente que se deslizaba por las venas y arterias vacias de un vástago cuando alguien con quien está vinculado por los poderes de la sangre era lo que recorrió a Guillermo en el momento en que sintió a su hermana tan cerca, aquel susurro capaz de conseguir feudos, reinos enteros, de arrodillar al más fuerte. Era la seducción personificada en un monstruo nocturno con apariencia de ángel...un ángel oscuro, deseable, atractivo y una perdición segura. La voz del príncipe no se movió a pesar de que su posición era la más delicada que habría vivido junto a su hermana de sangre. Podrían perder mucho si daban un paso en falso.
- Él estaría aquí en mi lugar. - prometió - Pero sé que entiendes que no es una exigencia, es una recompensa merecida.
Y un deseo de que estemos más cerca el uno del otro.
Te aseguro que me necesitas si quieres que él no se inmisculla en tus asuntos.
Alzó la diestra para acariciar su mejilla, pero no lo hizo. Respetaba su espacio más que nada, sabía que era el fruto prohibido, algo que no podía tener en ese momento y quizás nunca. Ella era más de padre, pero aún así...
La deslizó, sin temblores, sin rozarla un ápice, disfrutando de la sensación que produciría hacerlo, pero sin llevarlo a cabo, sin pecado.
- Yo no pienso como él. - aseguró entonces. - creo que como una flor, necesitas medrar para alcanzar tu verdadera belleza.
Confiaba en que podría convertirse en mucho más.
No le confiaría la yugular, pero tenía la muñeca a su entera disposición.
Aunque sabía que era ella y que no lo usaría con mala intención...siempre es peliagudo someterse voluntariamente a un vínculo. No obstante lo haría.
Tomo su brazo con delicadeza, dispuesta a morder su muñeca y beber la deliciosa savia de la vida.
La vitae de mi creadora.
Pero al hacerlo, aparto el pelo de mi cuello, mostrándoselo. Una clara invitación a que ella beba de mi. Una sutíl referencia a que nuestra relación debe ser recíproca.
¿La tomará?
Por desgracia, aunque no la tome...como yo voy a tomar la suya probablemente no me importe. Por más que sea una señal...mala.
Cada uno recibe la visita de sus Sires. Sin embargo del carruaje destinado a mi visitante particular no desciende Bergen. En su lugar aparece Tiberiu, subordinado de Radu, nuestro patrón. Puedo ver en sus ojos claramente que mi ansiada recompensa no se encuentra en el carruaje atada o encadenada. En realidad dudo mucho que se haya movido de la celda en la que lo vi la última vez, a no ser que alguna guardia haya ido mal...
No me molesta demasiado descubrir que no voy a ser recompensado como yo quería, y mucho menos me enfurece. Pero desde el primer momento en el que he visto aparecer a Tiberiu una enorme decepción se ha apoderado de mi. Aunque lo cierto es que una pequeñísima parte de mi se siente aliviada...¿por qué?. Intentaré entenderlo luego.
Mantengo la mirada del "perro" de Radu. Mis ojos se mantienen firmes y serios, no mostrando desafío, sino serenidad, y sobre todo, intentando ocultar mi decepción. Asiento pacientemente ante las primeras palabras de Tiberiu, sin cambiar mi expresión.
- Merecer o no merecer son términos ambiguos.- respondo paciente ante la pregunta que se me hace.- Tu señor y yo hicimos un trato, y he cumplido mi parte. Sin embargo, y para ser sincero, no esperaba que se me diera la recompensa que deseo tan rápidamente. Los grandes señores pocas veces dan su brazo a torcer tan..."fácilmente".- añado en un tono neutro para después quedarme en silencio, esperando que Tiberiu me explique porqué no se me ha recompensado como es debido.
Se lo tomó como la Voluntad de Dios...
-Mis asuntos son los de nuestra familia... – Contestó indiferente con una cautela neutral que combatiría a lo que bien podía haber sido una trampa o pasaría totalmente inadvertida de no ser así.
Algo resultaba confuso para ella, pero de una forma no muy diferente a una sensación agradable, quizá había notado cómo su único vínculo se debilitaba para dar paso a aquella nueva vertiente sanguínea, eso siempre eran buenas noticias...
En todo caso aún era temprano para dilucidar las consecuencias que aquel nuevo pacto deparaba para su futuro, pero su confianza en Él no vaciló en ningún momento.
-En ese caso y si estás dispuesto a aceptar lo que el juramento supone... – Recapituló, recordando y advirtiéndo a su vez que él también debería cumplir con sus adquiridas obligaciones en aquel juramento.
-Que así sea. – Le sostuvo directamente la mirada, concluyendo con decisión. Era una Cainita de palabra que nunca desdeñaba ni se arrepentía de sus decisiones ni actos, ponerlo en duda resultaba tremendamente molesto, era toda una ofensa.
Privada de la única satisfacción que resultaba para ella devorar la esencia directamente desde su garganta, optó por no concederle tampoco el gusto de verla postrada ante él bebiendo de su muñeca mientras que el beso de su mordedura le proporcionaba doblemente placer...
Recogió un fino cáliz de estaño que reposaba sobre la amplia mesa de roble y se lo tendió para que pudiera servirla, ofreciéndole así la oportunidad de llevar a cabo el ritual cuanto antes. Quizás no fuera el procedimiento habitual pero entendía que ella y su apoyo eran igualmente excepcionales.
Su hermana era sin duda como un corcel indomable pero excesivamente valioso. Su reacción no podía resultarle extraña y esperar de ella otra cosa hubiera sido tremendamente decepcionante por su parte.
No duró ni un instante pero las sombras servían bien a Di rossi, pudo contemplar su rostro de confusión dandose cuenta en ese preciso momento de que aquel animal salvaje jamás sería una mascota. Pero con aquel gesto de extrañeza ante el caliz no demostraba sus intereses con su hermana de sangre, parecía algo mucho más honesto, más puro de lo que padre hubiese perseguido, porque aquel vínculo no sólo significaba dominación, interpretarlo así sería demasiado necio para Guillermo.
Ella no concedería más y Guillermo no obstaculizaría sus deseos de presentar su sangre como un regalo coronado, como la sangre de un cristo...en aquella tienda Guillermo había conseguido ya todo cuanto no había conseguido antes. Se recordaba en las escaleras vislumbrando la marcha de Isabella, como una sombra errante dispuesta a no recorrer sus pasos ni una sola vez más, siempre mirando hacia un futuro incierto que la hace más fuerte mientras los demás se debilitan.
El vínculo conllevaba superar la indiferencia, pero sólo un trago de su sangre no era un peligro para ella.
Me tendrás en tu mente y tal vez así entiendas...
No le respondí aceptando, sólo asentí como si dudar de aquello fuese ofensivo. Aún en ese instante mantenia la calma aún cuando parecía que el lobo allí era ella, y que el peón, a diferencia de la verdad, era yo. Era una sensación nada agradable sólo superada ante la evidencia de los hechos. Ella bebería.
Tomé el caliz y dispuse unas pocas de mi sangre en ella, no necesité un cuchillo para desgarrar mi piel y dejar paso a aquel néctar de rojo oscuro.
Estaba hecho. La miré pero no sonreí.
- Que así sea.
- Jajaja... - se carcajeó sonoramente, no parecía importarle que alguien le escuchase hablar con él. - La torre no está terminada.
El trato no puede llevarse a cabo. - espetó disfrutando de aquello, como si entre miembros de un mismo clan la rivalidad fuese aún mayor. - Todavía.
Sigue en pie...es más...
- Parece que su presencia ha hecho que hables como un noble, te muevas como un diplomático y evites ladrar como lo haría una buena mascota. - le increpó.
Casi no podía contenerse en sus ataques a su compañero de clan.
- Pero Radu es más generoso de lo que yo lo sería con alguien como tu.
Bergen está en su castillo, puedes ir a comprobarlo si quieres. Te lo hubiese enviado, pero si tu me entiendes...se te habría escapado de entre los dedos como si intentases coger un foco de niebla. - era muy posible que su sire pudiese hacer eso. De forma literal.
- Quedate en Tihuta. Acepta su generosidad. Sé el Señor feudal de esta torre, termina de construirla y te traeremos tu hueso.
Será sólo para ti, en tus calabozos, a tu entera disposición.
Sirve a Radu bien y como ahora, te recompensará.
Tiberu no quería seguir hablando, no le gustaba hacerlo y con Vilhelm parecía no tener ganas de fingir.
- Necesito un mensaje para él. - para Radu. - A ser posible un "Sí". Sin condiciones.
entonces me quedé mirandole, con ojos frios, opacos, como los de un lobo que ve a una posible presa y la descarta por algún motivo, aún dispuesto a lanzarse si se presenta la oportunidad, pero suficientemente tranquilo como para no hacerlo y retirarse en busca de su manada.
•(Yo) Comunicarle a Narsés el juramento formalizado recientemente con Guillermo. A demás de hacerle la rosca como es habitual.
•(Príncipe) Formalizar mi nuevo cargo mediante una presentación y conocer así a los no muertos de la zona, siempre y cuando esa sea la costumbre. (Pedir consejo a Radu en este sentido para hacer lo que dicte la tradición y no hacer el ridículo). Como supongo que ya hay cainitas con refugio en Balgrad, quiero conocerles y saber que me reconocen como su príncipe.
•(Reclutamiento) Búsqueda constante de talento y virtud, tanto entre los mortales como en los Cainitas para estudiar la posibilidad de reclutarles como agentes.
•(Príncipe) Hacer del principado una organización estructurada, dividiendo las tareas en los cargos típicos (alguacil, mariscal, senescal, azote, etc) (depende del reclutamiento, prefiero esperar a encontrar a las personas acertadas en vez de precipitarme). Guillermo puede resultar útil en este punto, tanto para ocupar temporalmente alguno de los puestos como para adiestrar a los asignados, dada su sabida experiencia y trayectoria en ese ámbito.
•(Príncipe) Forjar una tapadera duradera a los ojos mortales, no desea ser tachada de “vampyr” ni levantar sospechas evidentes con el paso del tiempo, por tanto, establecer una familia leal de gobernantes que aparenten reinar en el dominio durante generaciones mientras ella ejerce el poder en las sombras.
Para ocupar ese puesto, que entiende todo un privilegio, necesita a alguien virtuoso, que goce de una excelente salud y fortaleza física, que conozca muy bien su naturaleza sobrenatural y las responsabilidades de su pacto; que sea capaz de transmitírselo a sus hijos para que ellos puedan hacer lo propio...
Isabella cree que Sherazhina se ha cruzado en su camino a causa de la Divina Providencia, para ella no hay nadie que mejor represente un verdadero ejemplo a seguir que la antigua esclava Basarab. Es la candidata perfecta para ser coronada primera reina de su dinastía y además no es extranjera.
•(Fe) Bautizar a Sherazhina. Ella ya había expresado su deseo de entrar en el Reino de los Cielos.
•(Dinero) Descubrir las materias primas de mi territorio y administrar su correcta explotación. Por el momento restringir la tala de bosques si los hubiera, en lugar de eso plantar nuevos árboles de buena madera.
•(Dinero) Formalizar las antiguas negociaciones comerciales con Venecia y Constantinopla, así como su idea de negocio del crédito bancario. Ahora dispone de un castillo donde poder atesorar los fondos y de una nueva posición que respalda su solvencia.
•(Dinero)(Sociedad Mortal) Establecer una feria anual de comercio fuera de las murallas de la ciudad, posiblemente en primavera. Invertir generosamente en los festejos con ánimo de que cada año agrupe a más extranjeros y a su dinero.
•(Príncipe)(Sociedad Mortal) Velar por la justicia y castigar el crimen en mi dominio.
•(Fe)(Sociedad Mortal) Iglesia: Proporcionar un lugar de culto para los Cristianos y continuar con la misión evangelizadora.
•(Sociedad Mortal) Proporcionar médicos y hospital.
•(Sociedad Mortal) Procurar educación y escuela.
•(Dinero) Imponer un impuesto acorde con la calidad de vida de los mortales.
•(Grupo) Reunirse periódicamente con el resto de la cuadrilla para compartir conocimientos. Poner en común estrategias favorables de gobierno que puedan ser utilizadas también en las otras ciudades, es decir, utilizar la experiencia adquirida en cada Dominio para el resto de ellos siempre y cuando hacerlo no perjudique a ninguno.
•(Grupo)(Fe) Inculcarles también la necesidad de proporcionar un lugar de culto cristiano en sus dominios.
•(Grupo) Interesarme por sus historias y por sus problemas personales ofreciéndoles mi ayuda si así la requieren.
•(Fe) Invitar a Liseta, enseñarle la ciudad y mis avances. Mantener una conversación a cerca de su última carta. Su petición relativa a El Cazador no podrá ser atendida a corto plazo, pues necesito tiempo para establecer mi Dominio y una guerra declarada no es favorable a la causa. Le pediré paciencia al respecto y le tranquilizaré con mis propuestas de futuro en lo concerniente al Plan de Dios. A partir de ahora contaremos con otro foco (o tal vez otros cuatro en función de lo que decida el resto de la cuadrilla) desde el que expandir la influencia del Todopoderoso así que tal vez no sea necesario invadir las fronteras del citado bastardo.
•(Yo) No perder contacto con los Cainitas ya conocidos, en especial con Radu, Vykos y mis hermanos en la sangre además de los ya citados Liseta y Narsés. (Supongo que no sé cómo contactar con Anatole y Lucita).
•(Yo) Investigar las diferentes Sectas Cainitas y sus orígenes. (Isabella busca la destrucción de la herejía cainita, pero no se conforma con eso, quiere saber si alguna otra secta debe ser igualmente castigada en nombre de Dios) (Este punto carece de importancia, es una excusa, por si en el futuro –mascarada- me diera por querer ser miembro de alguna secta, si fuera posible, por tener algo de donde partir).
•(Yo) Aumentar mis capacidades, cultivando mi mente, mi cuerpo y mi espíritu. (Esto englobaría cualquier justificación en el gasto de px que aún no especifico pues no me he puesto a mirar lo que subiré)
Reclutamiento: Todo aquello que tenga por intención preservar a las personas sobresalientes de la zona para beneficio de mis otros objetivos. Puede englobar agentes, aliados, criados, rebaño, chiquillos...
Yo: Todo lo referente a mi evolución personal directa.
Fe: Todo aquello que esté relacionado con la voluntad de Dios, la cristiandad y mi tarea particular en ella. (Todas irían incluidas aquí de una u otra forma, sin embargo, etiqueto sólo aquellas que no pueden englobarse en otras etiquetas más específicas).
Dinero: La pobreza no facilita las cosas, desea ver florecer sus dominios y conoce la necesidad de la inversión. Como hija de comerciantes en vida, superar el reto también conlleva un cierto carácter de superación y orgullo. La mayoría de los beneficios serán utilizados en el cumplimiento de los otros objetivos que lo requieran.
Príncipe: Referente al principado y a todo lo que ello conlleva, como su influencia y posición en la sociedad Transilvana.
Sociedad Mortal: Isabella posiblemente sea una Cainita más civilizada que el resto de los gobernantes de Transilvania, ve su relación con la sociedad mortal como una simbiosis incondicional, además de buscar la salvación de sus almas está convencida de que proporcionarles la mejor calidad de vida posible redundara en su beneficio y en el del Principado.
Grupo: Aquello cuyo fin es la evolución de la cuadrilla como grupo unido.