Partida Rol por web

LOS COMUNES:

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MADRUGADA.

Dagfinnr mostró su agradecimiento por la hospitalidad ofrecida por Piero Augustus. En aquellas tierras tan peligrosas, la confianza era tal vez un regalo mayor que cualquier otra cosa. -Gratitud. Y prometo no estorbar en sus quehaceres. Pasaré a visitar brevemente y no abusaré de tu bienvenida, ya que incluso los amigos pueden resultar molestos si se quedan demasiado tiempo.

Luego se fijó en la extraña criatura bautizada como "Tronquito". No recordaba haber visto nada semejante, pero su buen humor resultaba ciertamente contagioso. -Parece que Rodrik ya se retira a dormir. Por mí nos podéis acompañar si queréis, seguro que este pueblo considerará la ayuda que podáis prestar. Pero si os venís, debéis saber que son tierras peligrosas y desconozco qué peligros pueden acechar en la noche.

Poco a poco el vikingo comenzaba a notar el cansancio. Había sido un día largo, y una noche larga también. Miraba de reojo hacia la Casa Enredada donde le esperaba su pequeño cuarto y la cama. -Creo que me voy a retirar yo también, para recuperar fuerzas. Nos vemos mañana para la patrulla.

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MES: FARASTO.

DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MADRUGADA.

Los efectos de la ingesta de alcohol empezaban a notarse en la fluidez vocal de Momo.

- Cla-claro que lo ppruebo.- Dijo tomando un pequeño vaso de aguardiente ante el desafío de Rodrick. Abrió la boca para tomar una gran bocanada de aire cuando sintió como fuego de dragón generándose en su estómago y saliendo hacia el esófago y la boca, temiendo prender a Tronquito. Cuando su "padre" se acercó para despedirse, Momo hundió el codo, o eso intentó, en la dura piel del ghoran, advirtiéndole de que no hablara de la "loca" de su madre delante de él. No quedó ahí la cosa. Volvió a repetir la misma operación cuando Tronquito le  confesó a Rodrik Grath que era una admiradora de sus obras

¡Qué vergüenza!- Se puso roja como un tomate maduro y tal fue el susto que se tambaleó y casi se cae de los hombros del ghoran.- Ya be bajo porque shi no voy a uhm acabar ca-hip-cayéndobe.- Se tapó la boca cuando el hipo entrecortó su frase. Una vez empezaba no había quien lo parase hasta que bebieras al revés de un vaso, te dieran un susto de muerte, o contaras de veinte al cero al revés sin respirar.

- Ni be ha birao.- Dijo con la mirada fija en la espalda de Rodrick cuando éste dejaba la taberna y su rostro expresó una insondable tristeza. -¡Hip!

Momo se fue despidiendo de todos aquellos que se habían acercado a hablar con ella, que no eran pocos. A medida que se iban la realidad se le hacía más y más patente. Se había aprovechado del carisma del ghoram que , sin saber muy bien el porqué, seguía allí.

- Ssshi , yo ya tengo casa.- Vivía en la trastienda de Estoy lo Otro. Miró con el ceño fruncido a Tronquito. Desde abajo, con los pies en el suelo, se veían las cosas diferentes.- ¿Qué pppodríamos hacer noshotros dosh? Se reirían de noshotrosh. - Tiró de la pernera de Dagfinnr. - O beor, a qué shí. Losh orcosh podrían quemarlo.Aunque...¡NO LO PERBITIRÍA!¡BBUU-BBUM!- Hizo el gesto de lanzarles un objeto explosivo a los supuestos orcos.-¡Hip!

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DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MADRUGADA.

Tronquito miró sorprendido a Rodrik Garth, cuya desvergüenza y poco tacto al irse como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras, le resultaron sumamente ofensivos. No para con él sino para con Monique, cuya elocuencia para con el poeta y su obra dejaba bien claro a ojos del ghoran la admiración que ella le profesaba. Boquiabierto por aquel desplante, vio cómo el soldado empezaba a marchar, pero las palabras dolidas de la gnomo fueron el combustible que alimentó el fuego de su alma justiciera.

- Ni be ha birao

Una especie de trueno pareció brotar de su interior, como el barritar de un elefante, lento y ascendente, síntoma de su creciente enfado. De hecho, apenas escuchó lo que le decía el vikingo.

-Eh, sí, sí, claro. Gracias -dijo de forma automática su atención centrada en la tambaleante Monique y en su última afirmación.

- ¿Qué pppodríamos hacer noshotros dosh? Se reirían de noshotrosh.

Suave y dulcemente, recogió a la gnomo de sus hombros y la sujetó entre sus brazos, haciendo que se reclinase sobre su mullido pecho similar al musgo. Dio unas cuantas zancadas y poniendo una mano sobre el hombro de Rodrik Garth, le obligó a detenerse.

-Buenas noches. Me llamo Tronquito y esta jovencita que descansa entre mis brazos es Monique. Aunque eso debería saberlo puesto que las presentaciones las hice hace unos minutos. Tal vez yo no sea de su agrado y considere que un extranjero, un extraño y además un ser fotosintético no merecen ni su atención ni su respeto, cosa que aceptaré, pero ella, ella es Monique, hija de esta ciudad, una conocedora de su obra y posiblemente la compradora del único libro de poemas que vendió. Se merece bastante más que un dar la espalda y negarle unas pocas palabras o una presentación. Sinceramente, esperaba bastante más de usted -dijo Tronquito-. Nadie negará que, hoy en día, la mediocridad es un mal cada vez más extendido.

Miró hacia abajo, a la arrebujada Monique y los pétalos que conformaban su rostro se reordenaron reflejando dulzura.

-Monique -dijo en voz baja-. Dime dónde está tu casa. Te llevaré yo mismo.

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Las manos de Tronquito le brindan una especial calma a Peludo, le recuerda a la sensación de seguridad que se siente cuando se acuesta en lo alto de las ramas de un árbol, lejos del incordio de otros animales o personas. A pesar de cuanto se mueve y el insoportable ruido que no para de hacer en lo que considera comunicación, Peludo está cómodo y feliz.

La voz de Win resuena y el gato abre los ojos y le mira, para ver lo que el humano le trae. Toma la carne con la boca y le baja de un salto al nivel del suelo para comenzar a devorarla. Win le indica que se retirará y Peludo, entre comer, le contesta:

 - "Grr... Mruu." (Vamos entonces... Tengo sueño.)

Pero las preguntas de Tronquito son algo muy interesante de escuchar pues el gato jamás había oído que a alguien le pareciese extraña la forma en que Win le habla. De alguna forma, está sumamente normalizado que los humanoides hablen a los animales como si ellos le entendiesen y, aunque en este caso sí que lo hace, a nadie nunca le había llamado la atención.

Peludo tiende a pensar que es porque Tronquito no es un humanoide en el completo sentido de la palabra.

Sin otra respuesta, se gira moviendo su cola a modo de arrogante despedida y se marcha aligerando con la cola en alto, marcando el camino para que Win le siga hasta el hospicio.

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Win escuchó atentamente al hombre-árbol y a las preguntas que realizaba respecto a Peludo y la manera que el ciego hablaba al gato. El joven no pudo evitar sonreír mientras miraba a Peludo, poniéndose tibio de pollo.

- Nos conocemos desde hace algún tiempo, sí - admitió sin dar detalles sobre el origen y desarrollo de dicha amistad -. Peludo siempre ha sido un gato que se ha hecho entender, si me lo preguntas - afirmó mientras se acuclilló y acarició el lomo de su amigo zampón -. Hubo un momento en mi vida que lo perdí casi todo. Vocación, amigos, visión... Pero no solo perdí. También gané. A falta de vista la Providencia Divina me enseñó a escuchar y a sentir - afirmó mientras se irguió de pie y su sonrisa se acrecentó -. Nada como saber escuchar, para comprender al prójimo y saber cómo hacerse escuchar - afirmó mientras asintió a los maullidos de Peludo -. Sí, yo también - admitió a su amigo.

- Tronquito, Momo, un placer - se despidió del arbóreo y de la pequeña mujer que comenzaba a desbarrar e hipar, sin duda por ingesta de alcohol. Bueno, al menos ahora no tartamudea, tuvo que admitir. Realizó un ademán de despedida para el resto de los presentes y comenzó a caminar detrás del gato, con paso sosegado pero seguro.

Susurró algo al felino y este cambió de dirección, guiando a Win hacia las bancadas, donde un cayado descansaba desde que Win lo dejara allí para participar de la prueba de la soga. Con un par de maullidos de Peludo, el invidente echó mano con seguridad al bastón, cogiéndolo a la primera. Momentos después y con un suave tap-tap, ciego y gato desaparecieron por una oscura calle. Al minino, por su vista nocturna, no le daba problemas. Al ciego, acostumbrado a vivir en una noche eterna, le era indiferente.

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- "Por favor, disculpad a mi hermano. Estoy seguro de que no ha querido ser descortés. Simplemente, no se ha dado cuenta." - Sonríe. - "A decir verdad, con lo mal que aguanta Rodrik la bebida, me ha sorprendido mucho que se mantuviera en pie después de probar ese brillo de luna especial." -

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DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR.

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¿Que no se había dado cuenta? Dudaba mucho de que aquella excusa se ajustara a la realidad. Había visto al poeta departiendo con unos y con otros sin que se le trabara la lengua ni mostrara signos de ebriedad. No obstante, no tenía sentido insistir en ello y no era mala cosa poner fin a aquel desagradable asunto con las disculpas del mayor de los Grath como colofón.

-Aceptaré lo que dices -miró una vez más a Monique que, acurrucada, dejaba soltar pequeños ronquidos y algún hipido borracho que otro. Dado su pequeño tamaño, el alcohol le había hecho efecto muy rápido y con efectos más devastadores que en cualquier otro. Llevarla a casa era una idea más que apropiada, especialmente para alguien que no tenía cosa mejor que hacer ni techo bajo el que cobijarse-. Monique, Monique, despierta -dijo-. Dime el camino a tu casa. 

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Momo sólo quería que se la tragase la tierra, sin embargo no dejó la cosa ahí, cuando lo mejor hubiera sido callar y esperar a que se le pasara la borrachera.

- Ku-kursht Grath....- Nombró al hermano del poeta desde el confortable pecho musgoso de su nuevo amigo.- Tú ssshiempre me caíste mmejor...mucho me-mejor...dónde va a pa-parar...shiempre...- Poco a poco fue bajando el tono de voz hasta que ésta fue sólo un murmullo ininteligible. Tronquito no la dejaba en paz, dormir en paz, y medio gruñendo le iba indicando el camino a su casa, o donde creía ella que estaba, puesto que el camino no paraba de dar vueltas.

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Haluk Molok había tenido un gran día, el hobgoblin disfrutó de la ceremonia y pudo conocer al hijo del líder de la patrulla, logró concertar una reunión mañana para terminar de forma oficial el ingreso a la milicia. Molok estaba ilusionado de poder ayudar a esa comunidad de humanos que tanta admiración había despertado en el cruzado de Asmodeus.

Después de sociabilizarse un poco con los asistentes a la fiesta, decidió retirarse para observar el exterior de Trunau desde lo alto de la muralla. El cielo estrellado iluminaba tenuemente el amplio terreno que rodeaba el asentamiento focalizado en lo alto de una elevación de tierra. El hobgoblin acarició el medallón que portaba en su cuello con el símbolo de su deidad.

<< Asmodeus lo he logrado, he conseguido ingresar en la Milicia de Trunau. Seguiré con mi adiestramiento militar y  acabaré con toda la raza orca, me llevaré por delante a todos los que pueda hasta que mi último suspiro de vida salga de mis labios. Conseguiré que esta comunidad de humanos logre su objetivo de sobrevivir a la aberración orca que asola Belkzen. >>

El cruzado siguió dedicando unas oraciones a su deidad, susurrándolas mientras estaba centrado en su tarea. Quería que su deidad le guiara en tales oscuros días y pusiera rumbo en su vida.

Después de esos largos minutos que se convirtieron en una hora volvió hacia su habitación para terminar el día y descansar.

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DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MADRUGADA.

Dagfinnr caminaba despacio hasta la Casa Enredada. Por su mente pasaban recuerdos de otros lugares, y de otras personas con las que había compartido esos lugares en el pasado. Ahora, en Trunau, había vivido una jornada de alegría y estaba entusiasmado con la noticia acerca del legendario Matagigantes. Había encontrado su lugar, al menos de momento. Pero necesitaba ganarse su puesto, su derecho a formar parte de aquella comunidad. Porque en Trunau todos sumaban.

En la Casa Enredada el vikingo se quitó la ropa y se tumbó en la cama a descansar. Y una noche más, como era habitual, sus sueños le llevaban en volandas hasta el mundo de las leyendas y de las canciones que le había acompañado desde que era un niño.

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DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR.

HORA: TRANSCURRE TODA LA NOCHE.

Van transcurriendo las horas y finalmente todo el mundo se retira de los Comunes y no queda nadie en el anfiteatro.