Partida Rol por web

Intentaste montarla, el golpe que le produjiste conforme estabas montada la hizo sangrar pero de un revuelo te obligo a quitarte de encima saltando un par de metros mientras furiosa rasgaba el suelo con sus pezuñas traseras. Empezó a correr a correr y a correr y en el momento en que gritaste “ahora quien monta a quien?”, embistió con todas sus fuerzas contra tu estomago haciendo que perdieras el equilibrio al quedarte totalmente sin aire por unos segundos.

Perdiste fuerza y tu espada se cayo a un lado mientras que la kelvin te arrollaba metros mas hacia delante, separándote de tu letal arma y tirándote al suelo. En cuanto te tuvo en el suelo te sujeto con sus manos traseras mientras sentías su cuerpo acercándose al tuyo, su aliento era cálido y respiraba de forma agitada casi como si te quisiera empañar la vista, babeando un poco cerca de tu cuerpo mientras su mirada era seria dentro de un cuerpo de lo mas lindo.

-Tu, hembra, ahora!- Escuchaste como decía con rabia, el miembro de la kelvin se frotaba contra tu armadura, justo encima de tu pelvis pronosticando que iba a suceder en ese instante.

Alay lo tenía justo donde lo quería y no pensaba ceder, lo golpearía hasta que cayera inconsciente, pero de pronto todas sus planes se dieron vuelta. ¿O era ella la que giraba en el aire? 

Lo ultimo que supo fue que su espalda se encontró con el suelo y su cabeza impactó con violencia. Su mundo se tornó oscuro por un buen rato, pero de pronto recuperó el sentido. Notaba todo el cuerpo agarrotado y dolorido por los golpes y no podía levantarse. Ni siquiera hubiese tenido intención de abrir los ojos si no fuera por aquellos jadeos que oía.

-Nghn... - Un murmuro quejumbroso salió de la boca de la chica, pero se vio obligada a cerrarla. El aliento con hedor a hierba cerca de su rostro y la presión a la altura del pubis la hicieron espabilar. Cuando el mundo a su alrededor dejó de verse borroso se encontró con la criatura que estaba subida encima suyo. Alay intentó apartarla de si, pero cuando llevó una mano hacia adelante se encontró con los pechos de la kelbi.

"Son muy suaves y cálidos" Pensó. El rubor invadió el rostro de Alay, mientras que los pensamientos subidos de tono comenzaban a invadir su mente. 

Justo por donde la kelbin presionaba con su polla, una reacción muy distinta comenzaba a acontecer en la muchacha. Debajo de su armadura la chica bestia podría notar como algo se agrandaba y se endurecía, quedando apretado por las piezas de cuero y pidiendo que lo liberaran.

-Que tener tu aquí?- Pregunto la kelbin que sin miramientos llevo una de sus manos a tu armadura y sin demasiado cuidado te la arranco, no te la rompió podías remendarla para que fuera otra vez la misma armadura, pero en ese momento te quito la parte de abajo.

Se relamió al ver lo que tenias entre las piernas y saco un poco de pecho cuando acariciaste su pecho, se notaba cálido, suave, el pelaje era exquisito y te daban ganas de dejarte abrazar por ella, era natural que esa piel fuera de lo mas codiciada y con razón. Pero la kelbin estaba enfadada, así que no te dejo descansar demasiado.

-Tu macho de tu manada?- Pregunto ella mientras te olfateaba el cuello y el pecho que sobresalía de tu armadura, buscando un aroma característico antes de darte la vuelta a la fuerza haciendo que quedaras con el miembro rozando la tierra y el cuerpo pero ahora sentías como el miembro de la kelbin, que no era un miembro equino ni tampoco era enorme pero de todas maneras era de un tamaño mas que aceptable, rozaba tus nalgas. -Tu, hembra miá.- Como si te estuviera tomando posesión.

Sus manos fueron a tus muñecas impidiéndote que te pudieras escapar de ella, no tenias fuerzas como para resistirte y sentías su glande acariciando tu miembro y testículos antes de ir subiendo hasta la entrada de tu ano.

Alay aun estaba turbada por aquella actitud dominante de la kelbin, comprendiendo poco a poco por qué se trataba de uno de los alfas de su especie. Por alguna extraña razón había comenzado a jadear levemente y su mano parecía moverse sola a la hora de acariciar le pecho desnudo y pasar las yemas por sobre el pezón. ¿Acaso estaba calentandose con el cuerpo de aquella Kelbin?

No tuvo demasiado tiempo para pensarselo, porque enseguida notó el tirón de sus pantalones y como los cintos de cuero cedían ante la fuerza del alfa. De pronto, las partes intimas de la muchacha quedaron a la vista de la Kelbin, pero al contrario del aspecto que daba su cuerpo, entre sus piernas lo que tenía era un miembro masculino de tamaño considerable y por debajo de ellos un saco de piel lisa y suave.

Con el cuerpo desnudo y la bestia olisqueandola más de cerca, Alay no pudo evitar que su cuerpo comenzara a expulsar fluidos, humedeciendole la punta del glande. La joven arqueó su espalda hacia arriba, acercando sus pezones pequeñitos a la boca de la kelbin, pero antes de que llegara a tocarle notó como la daban vuelta.

Sin fuerza para resistirse, Alay quedó culo para arriba. Mostrando unas nalgas trabajadas de tanta caminata, suaves y perfectas, como así también su ano de anilla rosadita. Pero lo más sorprendente para la kelbin habría sido encontrarse con que no solo tenía genitales masculinos sino también femeninos. Al quedar boca abajó los pequeños testículos de la chica habrían caído hacia adelante y revelaban que justo entre ellos se habría un huequito. Si bien no eran labios vaginales, si protegían la entrada hacia el segundo sexo de la joven. 

Alay habría notado como el glande de su captor empujaban contra su miembro y también contra sus testiculos, buscando su ano, pero antes de eso el escroto de la joven se hizo a un lado y el miembro del Kelbi quedó atrapadito entre estos y el huequito hacia su rajita. La criatura podría notar como la humedad ya era excesiva en aquella zona y la calidez le invitaba a entrar. 

La joven se rebatía con fuerzas, pero no había nada que pudiese hacer con el cansancio que llevaba encima. Además los gemidos que soltaba de tanto en tanto delataban que estaba disfrutando en cierta medida de aquello, tal vez extasiada por la dominación del alfa.

-Hembra estar húmeda...- Relamiéndose de nuevo mientras iba pegando mas y mas el cuerpo al de Alayne, sentías el pelaje envolver toda tu espalda casi como si fuera una manta mientras el glande cada vez se sentía mas cómodo alrededor de tu vagina. -Hembra feliz de ser penetrada.- Y como si aquello fuera una invitación, la cadera de la kelbin empezó a empujar contra tus nalgas, no lo hacia con cuidado y podías sentir como se iba adentrando dentro de ti.

El miembro era de un buen tamaño, no te hacia daño porque era agradable al tacto y de lo mas suave, aun asi estaba dura y parecía dispuesta a tomarte como si fueras una hembra mas. Te aprisionaba con todo su cuerpo, sentías la robustez de sus cascos tocando tus muslos y el como sus manos no dejaban tus muñecas no por miedo a soltarte si no en actitud dominante. La boca de la kelbin estaba prácticamente en tu nuca y jadeaba con cada movimiento de cintura que golpeaba tus nalgas como si se tratara de un castigo mas que de un placer.

Los gemidos comenzaron a bañar todo lo que te rodeaba, la kelbin te estaba penetrando y el sonido de su gemidos y de los golpes de pelvis ademas del pervertido sonido de los fluidos entremezclándose hacían de aquella escena una escena perversa. El miembro se abrió paso por tu interior hasta llegar al final, pero no tenia suficiente longitud para llegar mas allá, aun así el glande daba besos pervertidos y internos a tu útero mientras cada vez iba mas en aumento el movimiento de su cadera.

Alay oía las palabras como si se tratara de un sueño. ¿Realmente iba a dejar que aquella bestia la poseyera? Lo cierto es que Alay no tenía energías para resistirte y lo peor de todo es que tampoco se sentía tan mal. La kelbin dificilmente esparciría rumores acerca de la vergüenza que Alay llevaba entre las piernas y aunque a otros de sus pretendientes los había perdido en el pasado cuando vieron su miembro masculino, al alfa no parecía importarle en lo más mínimo. 

Intentó liberarse, empujando con su espaldas a la Kelbin, pero solo logró apegarse más a su cuerpo cálido y hacer que su vagina engullera una porción aun mayor de la polla que tenía detrás. La pobre muchacha lanzó un gemido de placer cuando la penetró y siguió jadeando una y otra vez cuando la criatura empezó a imprimirle un ritmo aun mayor. 

Cada embestida hacía que Alay se balanceara un poco hacia adelante, tenía las rodillas en la tierra y el trasero elevado ligeramente, pero eso no impedía que su miembro rozara el pasto y la tierra. Era doloroso, pero el placer lo compensaba por otro lado. Impotente, tanto por la fuerza de la Kelbin como por decisión propia, Alay cerró los ojos y se entregó totalmente a aquella experiencia.

Si algo la tranquilizaba es que no habría ojos en aquella zona que pudieran contar lo ocurrido. Cuando la kelbi terminase seguramente se marcharía y ella podría regresar al poblado. 

Las embestidas fueron en aumento, sentías como los testículos de la kelbin acariciaban los tuyos mientras un poco de baba caía en tu nuca. -Hembra...miá...- Volvió a proclamar como si hubiera adquirido un trofeo y para ella así era, el poder satisfacerse de una nueva hembra. Entonces sentiste como el miembro crecía un poco en tu interior y sabias lo que significaba.

No tardo en correrse, soltando un relincho de placer mientras el semen era bombeado por el miembro de la kelbin, mojando todo tu interior, era un semen cálido, acuoso de un olor hasta afrutado por la dieta de la criatura y se aseguro de que tomaras hasta la ultima gota de semen que tenia dentro de ella. Tuvieras orgasmo o no, sintieras lo que sintieras, tu cuerpo acabo por desfallecer y acabaste finalmente por perder el conocimiento.

No sabia cuanto tiempo estuviste inconsciente, pero lo que si sentiste era algo que recorría tu miembro, unas patitas pequeñitas que te hicieron unas cosquillas agradables. Al abrir los ojos y levantarte de un sobresalto lo que te recorría el miembro no era mas que una luciérnaga que asustada emprendió el vuelo hacia la pradera. Esta estaba débilmente iluminada por estos insectos que de tanto en tanto se movían por supuesto, miraste hacia arriba, era de noche, tal vez cerca de la medianoche, habías tenido mucha suerte de no haber sido atacada.

Aunque pensabas que todo había sido un sueño, a tu lado había los restos de tu armadura, la podías reparar con la misma facilidad que era el colocársela bien, solo apretando ciertas correas un poco mas fuertes y ya, ademas de sentir tu interior pegajoso. Pero no todo era malo. El cadáver seguía alli, la kelbin derrotada no se la habían llevado, la había dado por perdida, ademas de que pesaba bastante.

Estando aun un poco débil, empezaste a desollarla y tomaste su cuerno para la misión, tenias en posesión el cuerno, era de noche, recordabas vagamente como volver, pero tardarías un poco de mas en volver por donde habías venido, aun asi no era imposible. Que deberías hacer?

Alay despertó lo que supuso que fueron horas después. Aun se notaba cansada y tenia todo el cuerpo agarrotada y pegajoso por el sudor. El cosquilleo en su miembro masculino la hizo levantarse de un salto, pero descubrió para su alivio de que solo se trataba de un bichito de luz. 

Alay suspiró, alegre de que todo hubiera pasado. Aunque en su mente no dejaba de rondar la idea de que ese Kelbin la había convertido en su hembra. Era algo vergonzoso pero a la ves excitante. Se reprendió a si misma diciéndose que ese tipo de placeres mórbidos no deberían cruzársele por la cabeza. Estaba allí para recuperar el poblado y no para estar divirtiendose. Procuró no pensar más en el asunto y se dispuso a vestirse ya era bastante tarde y demorar más la vuelta al poblado solo podía derivar en peores problemas.

Recogió su espada y todas las partes de su armadura y luego se dirigió hacia el cuerpo del kelbin al que había vencido. Se dispuso a despojarlo de todo lo útil y se quedó con su cuerno. Uno era mejor que nada. Al menos podría decir que la misión fue exitosa.

Sin dilatar más las cosas (Suficiente dilatación habría sufrido ya) se puso en marcha tratando de recordar el camino por el que había llegado hasta la pradera. Muy pronto descubrió lo incomodo que podía ser caminar con aquello pegajoso entre las piernas por lo que decidió que tan pronto como llegara con Felicity y cobrase la recompensa le pagaría un baño caliente. Lo necesitaba desde hacía mucho tiempo. 

Agotada, pegajosa, pero no vencida del todo, llegaste a tu campamento, tardaste varias horas en regresar tu cuerpo estaba a punto de caerse por el cansancio acumulado de una jornada tan laboriosa como aquella, pero finalmente llegaste a tu campamento.

Eran cerca de las tres de la mañana cuando llegaste, la noche estaba en su máximo esplendor y por fortuna era una noche donde la luna dejaba ver por donde ibas porque si no seguramente te habrías quedado en mitad del camino o en mitad de la pradera.

En todo caso llegaste, pero estaba todo a oscuras, incluido el gremio salvo unas lamparitas de aceite que habían puesto por la entrada a modo de bienvenida a todo viajero que buscara un refugio, la puerta no parecía tener ningún candado pero el interior estaba a oscuras. Como podrías suponer, se había ido a dormir hacia ya tiempo.

Alay por suerte llegó hasta las inmediaciones del poblado sin mayores complicaciones. Estaba agotada y sudorosa, pensaba en una cama caliente, una comida y un baño, pero de pronto recordó que Felicity le había pedido dos de esos cuernos. 

Estaba demasiado cansada como para intentar negociar con la encargada al menos la mitad del pago, por lo que en lugar de dirigirse hasta las habitaciones del gremio, cambió de rumbo y buscó algún rincón donde echarse sobre el suelo y pasar la noche.

Descansaste como buenamente pudiste, pero por fortuna eras fuerte por lo que aquel sueño reparador fue mas que suficiente para devolverte las fuerzas perdidas por ese combate.

Al despertarte te encontrabas en tu campamento, tirada cerca de una de las paredes cerca del edificio del gremio. Al levantarte algo se cayo al suelo, una manta, alguien te había puesto una manta y no era muy difícil el saber quien era. También a tu lado había lo que parecía ser una especie de desayuno que consistía en un par de rebanadas de pan, queso y carne seca, parecido a lo que te había dado el día anterior para que repusieras fuerzas.

Aunque la encargada no quería meterse en tu día a día, no iba a permitir que pasaras hambre. Ahora las puertas del gremio, una de ellas la menos, estaba abierta, escuchabas algún que otro ruido dentro, sobretodo de paginas y de muebles moviéndose, quizás estaría haciendo sus tareas diarias. Es por la mañana, sobre las diez de la mañana.

Alay despertó de pronto, más cómoda de lo que recordaba haberse acostado, y descubrió sorprendida aquella manta que le habían dejado y la comida. Sin dudar un instante se abalanzó sobre el plato y lo devoró como si fuera un manjar. Incluso se lamió un dedo y lo fue pasando por todo el plato para coger hasta la más pequeña migaja. 

Aun con el estomago lleno tenía el cuerpo agarrotado pero eso no le impidió levantarse. Recogió todo, tanto el plato vacío como la manta y fue a dejarlos sobre alguna mesa, procurando hacer el menor ruido posible. También decidió dejar allí el cuerno que había obtenido, a modo de agradecimiento. Tal vez no fuera todo lo que Felicity necesitaba, pero cubriría parte de los gastos y molestias que le estaba ocasionando. 

A pesar del fracaso del día anterior Alayne no era una personaje que se rindiera fácilmente. Volvería a intentarlo, al menos una docena de veces si fuese necesario.  Aun le quedaba una misión disponible, ir por aquellas plantas y estaba determinada a llevarla a cabo con éxito. Fue así que acomodó su armadura, ajustó sus cintos, verificó el filo de su espada y salió al poblado.

Con determinación puso rumbo hacia el camino principal, aquel que se dirigía hacia el bosque. Allí esperaba tener más suerte en la busqueda de las plantas. 

Una vez entregaste lo que era el cuerno y ya con las energías renovadas, decidiste marcha hacia el bosque, lo bueno era que era de mañana, rozarían las nueve de la mañana aproximadamente cuando te pusiste en camino.

No hubo problema para encontrar el bosque, de hecho a lo lejos lo podías ver, una aglomeración de arboles unidos con un camino mas o menos preparado para poder caminar, por allí es por donde te adentraste, del campamento al bosque había aproximadamente una hora así que eran las diez. El bosque no era muy denso al menos no en lo que era la periferia, pero nada mas entrar notabas el aire un poco mas cargado. La luz del sol se filtraba bien, había suficiente separación de arboles como para poder ver bien hacia donde se iba, ademas de que el camino ayudaba.

Pero hubo un momento en que el camino termino y dio inicio al verdadero bosque, un amasijo de lianas, arboles que se retorcían hacia arriba como si fueran caminos que había creado la propia naturaleza y por supuesto se escuchaba nada mas que silencio, como mucho el sonido de algunas hojas moverse, sin duda era un lugar muy diferente al de la llanura.

Por donde iras?

Alay vagó por un buen tramo, escogiendo el camino en primera instancia, aprovechando los rayos del sol para calentarse el cuerpo durante aquella caminata de casi una hora. Cuando finalmente llegó hasta los primeros árboles que delimitaban la frontera del bosque fue cuando se puso seria. Esta vez estaba decidida a completar la misión, por lo que reunió toda la concentración y determinación posible y se adentró entre la maleza.

Si bien el camino le resultaba sencillo de seguir, no se le pasó por alto de que estaba algo deteriorado, debido a la falta de uso. Tal vez sería una de las cosas que deberían arreglar una vez que el poblado se recuperase. Suspiró y llevó una mano a su faltriquera para coger el pergamino que Felicity le había entregado. Tenía que asegurarse del tipo de planta que necesitaba la encargada. 

Tras un vistazo a conciencia, Alay retomó la busqueda, saliéndose por momentos del camino para buscar las hierbas en sitios donde la experiencia le recordaba que podían crecer aquellas plantas. Aunque no tenía intención de perderse, la búsqueda le fue llevando cada vez más adentro del bosque. Por momentos se detenía durante minutos y se limitaba a oir los alrededores, tratando de hacerse una idea de las criaturas que allí vivían, pero luego seguía juntando las hierbas y las guardaba en su morral.

Por el momento el camino estaba siendo fácil, sencillo y de hecho viste los primeros indicios de plantas que necesitabas. Cerca de uno de los arboles, creciendo de sus raíces podías ver un par de hongos azules, unos cuantos que con cuidado y con ayuda de algo afilado, tranquilamente tu espada, pudiste sacar sin que se dañara el producto.

Parecía que no había nada mas allí, pero no, cerca habían un cúmulo de lirios, lamentablemente algunos estaban en mal estado, seguramente alguna criatura herbívora se los había comido o algo, pero habían un par que estaban decentemente bien y ese decentemente se convirtió en arrancarlas con cuidado y guardarlas en tu mochila.

El bosque estaba tranquilo en ese momento, continuarías?

Alay iba realizando la recolección y anotando todo cuando conseguía. No quería perder la cuenta ni tampoco olvidarse de nada. Los hongos era fácil de identificarlos, pero los lirios le habían resultada más difíciles, tenía que detenerse de a ratos para diferenciar aquellas flores de otras similares.

A medida que pasaba el tiempo Alay empezaba a aburrirse y se vio tentada a ponerse a silbar, pero la prudencia le recomendaba que no lo hiciera. Ya había recorrido casi toda la zona fronteriza del bosque y no había hallado ninguna hierba aromática. Adentrarse más era un riesgo pero también una necesidad. 

Empezó a adentrarse una vez más en el bosque, con la esperanza de que hallaría alguna de las plantas que necesitaba más adelante. Buscó debajo de raices y husmeo en cuevas de pequeñas criaturas. Se subió a las ramas de algunos árboles pequeños, pero tampoco allí encontró nada de lo que buscaba. Atravesó riachuelos y saltó rocas, siempre tratando de mantener el camino a la vista, pero el fracaso parecía indicarle que tal vez debería tomar medidas más drásticas y alejarse del viejo sendero. 

Te alejaste del viejo sendero, te alejaste lo suficiente como para ir perdiéndolo de vista en pos de encontrar esas plantas que necesitabas, pero aunque te habías alejado, no encontrabas nada, tal vez tenias que seguir buscando, era un bosque tenia que haber plantas mas que suficientes solo que crecían en ciertas zonas, tampoco eras una experimentada. Pero conforme te ibas alejando empezaste a escuchar un zumbido, un zumbido, un zumbido muy rápido que ponía los pelos de punta.

De entre los arboles empezaron a salir a toda velocidad unas criaturas, pequeñas, median mas o menos la mitad que tu, tenían un segundo abdomen y en su espalda reposaban unas alas que se movían a toda velocidad, tenían unas manos humanas pero las piernas eran insectoides, en el segundo abdomen se podía ver un aguijón de aspecto peligroso. En total habían cuatro.

-Miel???- Pregunto una con una voz muy aguda y ciertamente chillosa, la segunda respondió de la misma manera. -Miel???

-Miel???

-Miel???

-Tiene miel???

-Quizas la tenga, queremos miel.

-Vamos a tomar miel.- Respondió la primera después de aquella conversación absurda.

La ultima de las vespoid fue directamente a por ti con el aguijón levantado pero era fácilmente esquivable por lo que con un movimiento ligero pudiste hacer que pasara por tu espalda sin problema, lo único, estabas casi rodeada.

Alay avanzó un poco y luego avanzó más. Para cuando quiso darse cuenta se había alejado bastante del antiguo sendero. Los árboles que le rodeaban le eran desconocidos incluso hasta entonces, pero ahora tenía aquella extraña sensación de que detrás de cada uno se escondía algún peligro.

De pronto aquel zumbido incesante pareció comprobar sus sospechas, pero antes de que pudiera hallar la fuente del sonido y ponerse en guardia, las vespoids ya le tenían rodeada por derecha e izquierda, lanzandose aquellas preguntas con sus vocecitas chillonas. 

- ¡Hola! - Por un momento le parecieron simpáticas, después de todo ¿qué ser que coma miel podría ser peligroso? Pero aprendió por las malas de que a pesar de su dieta ellas no eran una dulzura. Vió como una de ellas se le arrojaba encima y apenas tuvo tiempo de reaccionar.

¡Kyahh!! ¡No tengo miel! - Lanzó un gritito agudo, alarmada, cuando aquel aguijón le pasó a escasos centímetros de su rostro. Se hizo a un lado y balanceó la espada de derecha a izquierda en un tajo horizontal en contra de su atacante. Si pelea era lo que buscaban ella se las iba a dar. 

Tu espada casi atravesó de forma vertical el cuerpo de la vespoid que te había atacado haciendo que su aleteo fuera como menos fuerte, estaba gravemente herida eso lo podías ver tan solo por como estaba pero aun así todas empezaron a atacar como si estuvieras en un avispero.

-Queremos tu miel!- Empezaron a soltar entre ellas mientras zumbaban a tu alrededor. Muchas de ellas estuvieron a punto de picarte pero si no te apartabas las movías ligeramente con la hoja de tu espada haciendo que su ataque se perdiera, pero hubo una, una en especial que te llego a picar cerca de una de tus piernas. Enseguida sentiste un calor bastante intenso recorrer tu cuerpo y entonces entendiste que su veneno, probablemente fuera un potente afrodisíaco porque la espada que tenias guardada en tu entrepierna empezaba a reaccionar y reaccionaba rápidamente.

Alay danzaba entre las vespoid, esquivando y defendiendose con la espadas de los mortíferos aguijones. Un mechón de pelo se le había liberado de la coleta y por momentos caía sobre el rostro de la muchacha. Sus ojos de veían centrados, no iba a perder aquel combate, o eso se decía internamente. 

De pronto una de las avispas logró acertarle una picadura en la pierna. Alay gruñó adolorida, pero enseguida se olvidó del rasguño. Casi que no había sido nada, pensaba. Pero se equivocaba completamente. Las agresoras seguían con su lluvia de ataques y sus pullas verbales.

¿Quieren... Mi miel? - Aquellas palabras comenzaron a tener sentido de repente. Su cuerpo parecía calentarse más y no solo se trataba por la actividad física del combate. Sus sexos comenzaban a humedecerse de manera descontrolada. ¿Acaso aquel pinchazo sería el causante? Tenía que buscar la forma de acabar con aquel enfrentamiento de forma rápida u otra vez se vería incapaz de completar su misión. 

- ¡Hoy no tendrán nada de eso! - Exclamó furiosa a las libidinosas criaturas ¿Acaso pensaban que podían hacer de su cuerpo lo que querían? No iba a permitírselo. Esquivó a la que estaba herida y buscó golpear a una de las que no tenían heridas. No conocía esas criaturas, pero de alguna forma tendría que comprobar su resistencia. Agitó su espada y buscó encajar un golpe limpio.