Partida Rol por web

En las estanterías hay marcas de polvo? Como si hubiera habido libros y ya no? O parece más bien que nunca llegó a haberlos?

El hermano Egil se marcha, y el nigromante suspira aliviado sabiendo que ya no están siendo vigilados por el hombre que les ha contratado. Eso le daba más libertad de acción, para bien o para mal. Aunque conociendo a Felsom, lo más probable es que fuese para mal.

-Tal vez fuera una buena idea acudir al muelle para averiguar quién es ese tal Scarbelly -razonó Felsom, mesándose las barbas-. Imagino que si es un capitán, será el capitán de algún barco. El templo también es otro punto al que deberemos acudir más tarde o más temprano para obtener información.

- ¿Ir ahora mismo? - pregunto al mago. - Sería un buen punto. 

Tras decir aquello me siento en una de las sillas que tengo a mi alcance, cruzando las piernas mientras sigo leyendo el diario de este hombre. El elfo quiere quedarse, no lo veo mal, pero si podemos hacer algo en medio sería achicar tareas para el otro día. Al menos ese es mi pensamiento. 

 Su búsqueda había resultado infructuosa, y eso a Frenni le provocó una pequeña angustia. La cocina, un lugar mágico que prometía tantos misterios, fallándole en el momento más indicado. Sacó la cabeza por la ventana de la cocina, intentando ver el orondo cielo que cubría las latitudes de Freeport.

- Sí, parece que es algo tarde... podría convenir dormir un poco aquí como inquilinos y mañana a la mañana seguir con nuestra búsqueda. Puede que además no encontremos al Sr. Scarbelly si lo buscamos a avanzadas horas de la noche...

 El gnomo se aleja de la ventana y se baja de la mesada de la cocina. Puesto que, para asomarse en ella, le hizo falta subirse a la mesada. Era así de pequeño.

 Mientras se fijaba por la ventana cuál era la posición del sol en el cielo, si es que siquiera lo veía, el gnomo también buscó la figura de Helena en la calle. Esperando que la morena chica apareciera en cualquier momento para unirse al grupo.

Las estanterías están impecables en el sentido de que a simple vista no se ha puesto nada sobre estas, al parecer nunca llegaron darles el uso para el que estaban destinadas.

Por su parte Gealach, tiene lo necesario para seguir lo que pudiera ser un rastro.

En las calles y alrededores tan solo ves a las personas que deambulan de arriba abajo en sus ocupaciones, pero no tienes visual de la chica de cabello oscuro, tal vez haya tenido problemas para salir o simplemente se esta tomando su tiempo para llegar, es una decisión que no se toma a la ligera aun cuando es lo que más deseas.

También notas como unas pequeñas gotas de agua comienzan a aparecer, el cielo se divisa oscuro por tal razón, parece que se acerca la lluvia.

Aunque Frenni indica que es tarde y deben dormir, recuerdan que apenas han pasado unas horas desde que llegaron, aproximadamente es medio día, razón por la cual Egil tuvo que retirarse para la hora del sermón; el cielo se ha oscurecido a causa de unos grandes nubarrones, pueden escuchar como las gotas de agua comienzas a golpear el techo, una seguida de la otra; tal vez Frenni solo pensaba en descansar y pasar la borrachera, sencillamente, el resultado de ingerir licor a tan temprana hora del día.

¿Adónde irían ahora? Hektor se mordía las uñas indeciso. ¿El puerto o el templo? Era cierto que la zona del puerto, con sus tabernas, sus callejones de mala muerte o los burdeles que aparecían como champiñones eran lugares más apropiados a su estilo. Sin embargo, la oportunidad de entrar en aquel lugar de culto donde habían pasado sucesos tan extraños era demasiado tentador como para dejarlo pasar...

Incapaz de tomar una decisión hurgó entre sus bolsillos durante un rato hasta que encontró una vieja moneda de cobre que siempre procuraba tener a mano. Precisamente para situaciones como aquella.

-¿Qué deberíamos hacer, Saladino? -susurraba a su mascota, dejándola que le trepase hasta el cuello. Asintió, como si estuviera recibiendo un sabio consejo por parte del animal, y finalmente sacó al moneda del bolsillo. -Buena idea, que decidan los hados. Cara, al puerto; cruz, iremos a visitar el templo. 

Lanzó la moneda al aire y la atrapó con la mano izquierda. Con un movimiento mil veces ensayado la posó sobre su antebrazo.

-Al puerto, entonces.   

Gealach luego de olfatear la vestimenta y sabanas de Lucius, comienza a caminar por el salón, levanta su cabeza de manera curiosa para luego posarla sobre el suelo de madera y caminar en dirección a la salida, Brennan por su parte abre la puerta para que su compañera pueda continuar con aquel rastro; luego de que la loba diera unos cuantos pasos afuera, se detiene, levanta la cabeza como si el rastro lo perdiera en el suelo, nuevamente baja la cabeza olfateando el suelo en varias direcciones pero nuevamente el rastro la devuelve hasta la casa; se sienta en el umbral de la puerta y mira a Brennan ladeando su cabeza y poniendo sus orejitas hacia atrás, como si le indicara que no percibe ningún rastro más allá de la casa; tal vez no lo haya o tal vez la lluvia lo haya desaparecido.

 Cuando el gnomo se asoma por la ventana, no le atina muy bien a determinar el horario del día. Cosas de estar medio borracho. Pero lo que si puede determinar con certeza, debido a las gotas que le caen sobre su cara, es que se estaba a punto de propinar una tormenta. Los cielos tronaban y el agua caía. Quiso ir a avisarle a sus compañeros, más la imposibilidad de la loba de encontrar rastros debido a aquel clima ya daban la noticia por si sola.

- Oh, la lluvia... el enemigo natural de los lobos. Y de los humanos que no se quieren mojar...

Con una sonrisa llena de afecto, Brennan se acercó y acarició a la loba detrás de las orejas.

-No pasa nada, Gealach. –Dijo, dejando que su mirada se posara en el tormentoso cielo y el camino de tierra que pronto se convertiría en barro. Torciendo el gesto, añadió. –Así es imposible seguir un rastro.

-La gente buscará refugio de la lluvia. –Dijo, pensativo, cuando Hektor propuso al azar dirigirse al puerto. -Pero eso no tiene por qué ser malo. Aunque no haya gente en los muelles, las tabernas estarán llenas… si alguien conoce a ese capitán, no debería costarnos dar con una pista. ¿Vamos, entonces?

- ¿Te parece? Quizás la Taberna cuando sea la tarde noche, que toca distenderse. - respondo al Elfo. 

Si bien al menos hoy dormiremos bajo un techo, mañana no se sabe gracias a la expedición que nos toca para seguir el rastro de ese hombre. No obstante, miro sorprendida a la loba y escucho a su dueño. 

- Por mi vamos al puerto, pero lo que digan. - digo. 

Ya encogiendo mis hombros, espero la respuesta de los demás y reviso mi daga, me gusta afilar su hoja en mis ratos se ocio. No creo que tenga muchos de ahora en más. 

 Estaba empezando a brotar un debate sobre si salir bajo la lluvia a buscar información sobre el capitán en las tabernas portuarias. Frenni no tenía mucho para aportar en la discusión, pero era evidente que al muchacho le gustaba más la idea de quedar en la casa de Lucius y descansar un poco antes de seguir viaje. Un gnomo remolón, realmente. Ya se lo podía ver acostado en la cama del desparecido bibliotecario, con sus patitas peludas sobre la cubrecama y su sonrisa picarona dirigida a los demás miembros del grupo.

¡Miren esta cómoda cama! Si nos apretamos un poco, cabríamos todos... que la aventura empiece mañana, ¿eh? Hoy toca recuperar energías y contar historias bajo la luz de una vela en plena noche. Historias de terror, deseo y mujeres... o de humor, reyes tontos y bufones.

-Podríamos ir directamente al puerto -opinó el nigromante, encogiéndose de hombros.

Al fin y al cabo, era el mejor sitio en el que poder buscar a un supuesto capitán. No obstante, el sonido de la lluvia en el exterior de la vivienda hizo que Felsom apretara el ceño. Si salían, terminarían mojándose y, con su débil naturaleza, lo más probable es que el agua le calara hasta los huesos y acabase resfriado o peor.

-No, no, no, no. El gnomo tiene razón. Tal vez deberíamos descansar o aguardar a que termine de llover antes de desplazarnos de nuevo -comentó Felsom, mordiéndose las uñas.

Hektor ya había cogido sus cosas, que no era más que lo que llevaba puesto, y estaba dispuesto a salir por la ventana cuando Brennan se ofreció para acompañarlo. O eso le pareció a él. Dudó un momento.

-No me malinterpretes, Brenann... pero cuanto menos llamemos la atención más posibilidades tendremos de que alguien nos cuente algo. Y tú, con esa loba... digamos que no pasas desapercibido. 

Asintió ante las palabras del gnomo y del mago. 

-¿Por qué no te quedas con ellos? Iremos Elen y yo al puerto, será rápido. Conozco un par de tipos que podrían contarnos más que chismorreos.

Ya desde la calle, Hektor gritó. 

-¡No tardaremos! ¡Pero tampoco nos esperéis despiertos!

Al parecer tres de ellos querían salir, y dos quedarse. No era una mala distribución, teniendo en cuenta que no sería raro que algo pudiera suceder en esa casa mientras estuvieran fuera. Pero la sugerencia del mendigo de que él se quedara le resultó extraña y casi ofensiva.

-No es buena idea, sólo sois dos y la verdad es que vuestro aspecto llama casi tanto la atención como… -Comenzó a objetar, hasta que se percató de algo. Probablemente no estuviera intentando buscar información en absoluto, sino llevarse a Elentirell al puerto a solas.

-Oh… entiendo… vosotros dos... –Sonrió, dejando claro que había comprendido sus intenciones. En ocasiones, incluso los humanos, con su retorcida sociedad, resultaban terriblemente simples. Apareamiento. Comida. Poder. –Tienes razón, llamamos muchísimo la atención. Tranquilos, sí, me quedaré aquí. Id vosotros al puerto.

Despidió a la pareja con la mano y, cuando se hubieron ido, miró a Felsam y a Frenni, preguntándose si los dos seguirían vivos cuando regresara.

-Bueno, supongo que ellos estarán bastante ocupados con su cita… será mejor que yo vaya a echar un vistazo. Estaré de vuelta al ocaso. –Hizo una seña a la loba, y ambos se acercaron al umbral de la puerta. -Vamos, Gealach.

Una ceja se levanta sin querer ante las palabras de Brennan, no sé qué historia se está inventando, pero al fin de cuentas yo hago esto para avanzar un poco en la investigación, no por otros menesteres. 

- Coincido con Hektor en el plan de adelantarnos. - respondo y pongo los ojos en blanco. - Llevo años siendo una sombra, dudo que no pueda pasar desapercibida. Toda una vida entre hombres, y gente peligrosa, creeme que sé cómo actuar. 

Tras hacer aquella aclaración, pienso que debo dejar en claro otra cosa. 

- Si quisiera follarme a este, no le daría tanta vuelta y menos ir al puerto. No es precisamente un lugar muy erótico que digamos. No somos niños, así que salimos para investigar, no para otra cosa. ¿Vale? - aclaro mirando a los ojos al elfo. 

Espero que con eso le quede muy claro como son las cosas, que no soy ese tipo de mujer que busca tirarse a sus compañeros. 

- Cita dice... ¿Estás celoso? - me burlo divertida.