Partida Rol por web

Múltiples Intenciones

Epílogo

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21/06/2010, 23:34
Director

Abandonar el Edén fue un golpe muy duro para la mayoría de los pasajeros. Especialmente los Jedi, muy conscientes de que no volverían a ese lugar hasta el momento en que la fuerza los reclamará y se hicieran uno más con ella en armonía. Alejarse de ese lugar era otro sacrificio de los muchos que habían formado su viaje, pero este al menos tenía un sabor agridulce, solo era una despedida hasta el momento adecuado.

Jarik Tharen insistió en ceder su arma al Ancestro como presente de respeto, pero la sonrisa bondadosa de Khaeldrom fue bastante para que el caballero gris entendiera que ese poderoso ser moriría al poco de su partida. Poco o nada podría hacer o aprender del arma de Jarik y de cualquier forma una criatura de ese poder no la necesitaba, la fuerza era más que suficiente.

Cuando abandonaron la construcción donde se había librado la batalla pudieron percibir un amplio páramo de llamas y escombros donde la nave sith que había intentado escapar había caído. Sin duda los torpedos que R2-T4 llevaba habían hecho buena parte del trabajo. La otra mitad había que atribuírsela al aprendiz de la Bruja de las Tormentas que finalmente había logrado consumar su venganza por la muerte de su maestra, aunque su último acto de obediencia le había costado la vida. Tanto los dos sith como los dos aprendices de Dante y la generosa Erianne habían perecido a lo largo del viaje. Cinco sacrificios por billones de vidas salvadas.

- Alcabros se ha cobrado su venganza, que en la muerte encuentre la paz que no tuvo en vida. - Dante confirmó lo que todos presagiaban. Los hijos de los sith se habían vengado de sus predecesores. Siempre se cumplía el odio solo lleva al odio y no distingue entre padre e hijo.

Los escasos androides trabajadores que había mencionado Khaeldrom fueron suficientes para reparar el Primarca en apenas dos días. La nave fue acondicionada para el viaje con el extraño ingenio alienígena que el ancestro les había cedido. Una vez más desafiarían a las leyes de la física, viajando de universo en universo en cuestión de minutos. Aquella sería la última vez que una Puerta Estelar sería utilizada y a ellos los correspondía el privilegio de usarla y el deber de destruirla.

El viaje de retorno transcurrió sin los pesares de la ida, hasta que la nave apareció de nuevo en el solitario sistema Gundrak. Lentamente el Primarca fue girando 180 grados mientras su armamento fijaba aquella maravilla ancestral que conectaba dos mundos.

Alexander Dante se permitió unos segundos contemplando el enorme disco de oro. Buena parte de su vida había sido dedicada a descubrir la ubicación y sus secretos. Destruir el objeto que tanto tiempo le había consumido era una broma cruel, pero necesaria.

Todos los proyectiles del Primarca encontraron el blanco, el metal áureo fue destrozado por las violentas explosiones y dispersado en millones de pedazos por el cosmos. La Puerta Estelar se había destruido, Khaeldrom y el Edén estaban lejos muy lejos.

Gorek tuvo que sostener a su maestro que al poco de haber destruido la Puerta Estelar parecía aquejado de dolores en el pecho. En realidad no se trataba de ningún dolor físico que pudiera explicarse, era una herida en el alma que por fortuna sanaría. Cumplida el ruego de Khaeldrom este se había unido a la fuerza, el último de los Ancestros se había ido para siempre.

- Khaeldrom se ha ido al lugar que le corresponde en la fuerza. - Fueron las únicas palabras que Tormak encontró para expresar lo que sentía.

Cinco minutos de silencio vinieron después de esa frase. Todos los integrantes mostraron su respeto y su pesar por la perdida, todos a su manera y a sus creencias.

El Primarca realizó su primer salto al hiperespacio, al sector coreliano. Donde Jarik Tharen y Geela Ominia partirían en el carguero del caballero gris.

Los jedi se despidieron afectuosamente del valiente caballero gris, que había cumplido su papel con total y absoluta convicción. No había nada que reprochar al valiente Tharen que en todo momento sabía que la partida estaba en su contra y aun así había apostado alto y ganado sin rendirse una sola vez.

Jarik estrechó la mano al capitán Dante. Ninguno de los dos era muy hablador, aunque sabían decir con exactitud lo que querían. Al caballero gris le hubiera gustado aprender algo del vasto conocimiento del tarsoniano. Pero sabía que al menos ese no era un buen momento, tal vez en un futuro volvería a encontrarse con todos y recordar la extraordinaria aventura.

- Quizás algún día volvamos a encontrarnos todos, para rememorar viejos tiempos. Si alguna vez me necesitan conocen mi nave mi androide y mis métodos, se que podrán encontrarme. Que la fuerza los acompañe. -

A Geela Ominia le faltaban las palabras y aun no había vencido del todo su miedo a Dante como para extender en la despedida. Abrazó a los tres jedis y temerosa hizo lo mismo con el capitán. No podía explicarse como la habían encontrado y como sabían cual era su cometido, por más veces que se lo habían dicho le costaba creer que sucesos miles de años en el pasado pudieran fijarse y prepararse con tanta exactitud. Tal vez eso fuera gracias a que ellos podían escuchar la fuerza de una manera que la gente de a pie no podía. En cualquier modo se merecía un buen descanso.

El vigilante abandonó los hangares del Primarca y fijo su rumbo a Corelia, donde a partir de ese momento Geela Ominia y Jarik Tharen eligen de nuevo sus destinos.

Los restantes pasajeros del Primarca realizaron un nuevo salto hiperespecial hasta el planeta Dantoinee. Por seguridad Dante prefería no acerca su nave a Coruscant, ya que las relaciones entre la República y los Sith podían estar tirantes desde los ataques de la flota negra.

El Primarca descendió en uno de los puertos de Dantoine. Tal vez no hubiera otra ocasión en que los jedi vieran esa misteriosa nave y al aun más extraño capitán que la pilotaba. La necesidad ciertamente creaba alianzas imposibles.

- ¿Ha encontrado la paz Lord Dante? - Preguntó Tormak.

- Volveré a casa, no hay mayor paz ni regalo que ese. -

- Espero que a pesar de la despida nos considere amigos, hemos vivido mucho, esta experiencia nos ha hecho crecer y madurar a todos aun más. Ahora vemos el universo con ojos distintos. Quizás ahora confíe en alguien tanto como en si mismo. -

- Hemos viajado y luchado con honor. Tienen toda mi confianza, en esta vida y en la otra. Espero que el nuevo caballero Jedi decida seguir sus pasos. -

- Es usted alguien muy extraño Dante, le he observado todo el viaje, tiene e imagino que tenía maneras para haber sido un Jedi, aunque desconozco si sus cotas de poder hubieran sido las mismas. - Carr sentenció algo que se había hecho muy evidente.

- No pude decidir en el momento. Por fortuna ahora otros si, me conformó con eso. Estaré en Tarsonis por si necesitan que el León muestre sus colmillos, les garantizo que mientras viva no habrá ni el mínimo atisbo de guerra entre la república y los sith.

- Esa es la decisión más sabía. - Comento Tormak.

Varias manos se chocaron, palabras de despedida y buenos deseos. Era impensable ver tanta camaradería entre personas con creencias tan distintas. Pero lo que habían vivido unía para siempre.

- Que la fuerza les acompañé, siempre... -

Carr, Tormak y Gorek se desplazaron a la academia jedi, en donde fueron recibidos con visible sorpresa y alegría, al poco de contar su increíble aventura como héroes. En escasos días un nuevo caballero sería nombrado y posiblemente junto con un maestro. El consejo en Coruscant desearía escuchar la historia y poder maravillar con el extraordinario regalo de Khaeldrom las semillas de la vida.

No muy lejos el Primarca alzó el vuelo, rumbo a su hogar, el que no había pisado durante cientos de años. Todos los intereses, maniobras y deseos oscuros que habían intentado manipular la galaxia se habían ido, las múltiples intenciones que habían batallado por el universo se habían terminado.