Partida Rol por web

No podrían ganar mientras no usaran todo su poder. Y todo el poder de Jarik no era sólo los poderes de la luz. Era el único de los presentes que podía sacar provecho de la calma y la tranquilidad, así como de los momentos de ira y rabia.

Como no podían contar con un usuario del lado oscuro como punta de ataque, Tharen decidió que sería él mismo pero no atacaría sólo con odio, o en solitario. Ahí radicaba la ventaja de él. Muchos usuarios del lado oscuro actuaban en solitario, y los del lado de la luz no veían con buenos ojos actuar demasiado en solitario y por ello siempre iban en pequeños grupos.

Jarik podía hacer uso de esas dos maneras de trabajo. Atacaría como si estuviese en solitario, pero en realidad sería para darles una oportunidad a los jedi.

Así pues Jarik decidió pasar al ataque, usando la Fuerza con furia para poder golpear más fuerte y cuando ya no pueda más o Lisandryus se vaya a retirar usar la calma jedi para aumentar la velocidad. Tharen sabía que no ganaria por fuerza ni velocidad, pero tenía que darle algo en qué pensar a Lisandrys.

Era momento de que Jarik demostrara por qué es un caballero gris.

Por mucho que intentaban acercarse a Lysandris todo parecía inútil. En cada maniobra parecía ganar ventaja y su sable láser no flaqueaba en defensa.

Sin embargo, su lucha permitiría a la heredera de los ancestros reparar el dispositivo que alejaría para siempre a los verdaderos sith del universo. La misión no se había perdido, seguía siendo la misma y seguían teniendo ventaja en ello. Y eso era lo único importante.

El maestro jedi se centró en servir de apoyo a los dos caballeros. Mantendría su defensa dejando que Jarik y Carr pudieran aprovechar los flancos y, si se presentaba la ocasión atacaría, pero sin precipitarse. La defensa del maestro jedi era muy estable, con suerte desesperaría a Lysandris y el momento de atacar habría llegado. Dejaría que proyectara su rabia contra él, que usara el poder del reverso tenebroso para acabar con su vida. Pero Tormak conocía muy bien como rechazar ese poder, incluso devolverlo contra su atancante.

No conseguiría pasar. En esta luna es donde debía escribirse el final de Lysandris y de los antiguos sith.

Carr se acercó moviendo el sable con indolencia, en arcos amplios, como si disfrutara de su encuentro. Por dentro, la cosa era distinta, pero el teatro era hacer la sith dudara... y que se impacientara.

- Vamos, señora. Un asalto más. Seguro que esto está resultando más entretenido de lo que esperabas. Creo que incluso sientes de nuevo la antigua sensación de poder ser vencida. ¿No es cierto que eso da a la contienda una sensación mucho más...auténtica?

El zabrak acompañó sus palabras con un movimiento de finta. Si la conocía bien, atacaría primero al que primero se acercaba y luego por orden al del otro lado para, finalmente, centrarse en Tormak. Si conseguía hacerle cambiar el orden de ataque podría hacerle perder el tiempo de sus movimientos y quizá, con la humildad propia de un aprendiz, alojar una punta en un lugar expuesto.

Quizás de algún modo los esfuerzos combinados de cada uno hacían su efecto. Porque aunque el semblante de Lisandrys se mantenía imperturbable la fuerza no mantenía la misma serenidad, a la sith se le acababa el tiempo y en realidad no había comprendido que ya lo había perdido hace cientos de años.

Tal vez esa falta de tiempo fue lo que cambió la táctica de asalto de Lisandrys, pues la mujer se enzarzó en un veloz cuerpo a cuerpo con los tres contendientes, esperando abrumarlos por fuerza y velocidad en bruto.

Allí en mitad de ninguna parte, escondidos a los ojos del universo ambos jedi y el caballero gris mantuvieron sus posiciones durante más de diez largos minutos contra la criatura más poderosa que jamás habían contemplado. En cada instante de combate, a cada choque de sables era como si sus vidas y experiencias pasarán delante de ellos recordándoles porque estaban allí y porque no debían fallar.

Lisandrys concentró la mayor parte de sus ataques en el adversario que la había provocado una y otra vez. Cada vez con mayor frecuencia los sables volaban en dirección al cuerpo del zabrak que con la misma sonrisa de todo el combate jugaba su baza esperando una impaciencia muy superior a la suya.

Carr bloqueó varias estocadas, perdiendo terreno voluntariamente para darle una falsa impresión a la sith, lanzó un tajo de barrido apuntando al estómago para alejarla que Lisandrys esquivó sin mayores problemas, cambiando su curso de ataque hacia Tharen.

El caballero gris soporto las acometidas con el dolor aun reciente de las heridas, intentó pasar a la ofensiva, pero tenía que centrarse en detener el aluvión de golpes de esa mujer, de no haber aumentado su velocidad con la fuerza dudaba que hubiese logrado bloquear cada tajo asesino. Tharen la separó con un brutal mandoble que rompió una sección del suelo. Apenas unos segundos y la habría partido por la mitad.

Pero todo cambió cuando el asaltó llego al maestro jedi. Con una fuerza y un poder desconocido la figura serena de Tormak se convirtió en un verdadero baluarte defensivo. Era imposible penetrar la defensa perfecta del maestro jedi, que en vez de perder terreno avanzaba con una resolución y determinación que incluso la sith temía. Los ojos de aquel hombre le advertían que nada apartaría a esos tres “mortales” de su propósito.

Y paciente como un cazador llego el momento de Carr. Lisandrys retrocedió varios pasos incapaz de superar la bondad del que llamaban Tormak. Apenas un segundo de duda cuando el sable del zabrak se lanzó con la precisión del cirujano directo al cuello de la sith, no había manera alguna que semejante golpe pudiera ser detenido.

Pero en ese momento quedo revelado porque los Ancestros y los Sith en su momento fueron las razas supremas del universo. El poder de aquella mujer era un reflejo de una gloria sin precedentes del pasado, y como Dante había aventurado “Será como luchar contra un Dios”.

Girando su arma en una postura forzada y con una velocidad imposible de avistar Lisandrys logró bloquear en el último instante la hoja asesina del zabrak. Pero ese último esfuerzo le costaría muy caro. Pues la sonrisa del Jedi se acentuó mientras que Tormak cerraba los ojos y bajaba el arma en una solemne plegaría de despedida.

Jarik Tharen vió su momento llegar y no dudo en ningún instante, combinando lo mejor de sus dos mitades lanzó el más formidable ataque que jamás había ejecutado en combate de sable láser, en un destello la hoja doble láser encontró a su víctima y la mató de un violento corte por la cintura dando lugar a dos sangrientas mitades, la que tenía rostro miraba al vacio con ojos aterrorizados e incrédulos, incapaz de concebir que lo imposible había sido posible, y que aquello una vez inmortal había perdido su don y rendido su vida ante la silenciosa muerte.

Se había terminado…

Carr dedicó un instante a recuperar el aliento.

- Debemos seguir - anunció aún jadeante por el esfuerzo -. Esto no termina hasta que hayamos colocado la última pieza. Geela...debemos apresurarnos.

El zabrak se dirigió lenta y cansinamente hacia donde el pasillo les devolvía a su misión principal. Se adelantó en guardia y con mucho cuidado a la búsqueda de la joven para someterla a su propia prueba.

El maestro jedi observó durante unos instantes el cuerpo sin vida de Lysandris. Parecía imposible que esa mujer pudiera acabar muerta en el suelo, pero así era.

El poder no lo es todo al fin y al cabo, una lección que los sith difícilmente aprenderán nunca -dijo en voz baja, más para sí mismo que para que le escucharan-.

Las palabras de Carr resonaron en los oídos de Tormak. Tenía razón, la misión no había concluido aún. Si Geela Ominia no terminaba su trabajo, nada de esto habría servido para nada.

Colocó su sable láser en su cinturón y se volvió para seguir a Carr hacia el interior del registro, dónde les estarían esperando también Gorek y Dante. Sus pensamientos se centraron en el muchacho... Aunque todo terminara bien, ¿cómo regresarían a la Galaxia? Tormak había vivido ya muchos años, más de los que le quedaban para vivir. Pero para Gorek todo era distinto. El muchacho estaba aún en la flor de su juventud. Toda una vida. Estaba muy orgulloso del muchacho, había llegado más lejos que cualquiera de los padawans de la orden jedi, pero quería que el muchacho tuviera un futuro más allá de este rincón perdido en el espacio...

Ahora todo le venía a la mente... especialmente la muerte de la joven Erianne.

Pero habría tiempo para el pasado, ahora debía centrarse en el presente...

Apenas los jedi habían emprendido la búsqueda de Geela cuando de repente un violento e inesperado movimiento sísmico se adueño de todo el lugar.

La potencia de las sacudidas era lo bastante fuerte para obligar a buscar apoyo y cobertura, por miedo a algún cascote furtivo que podía desprenderse del techo. Todo el edificio tembló de manera dramática, acompañado por el sonido de una explosión cercana, que parecía venir del exterior. El seismo duró más diez minutos hasta que con el ruido de escombros desprenderse cesó tan repentinamente como había empezado.

En un primer vistazo no había heridos ni bajas graves, Jarik había recibido un cascote en la pierna, pero había sido un golpe leve, salvo la contusión no tenía que preocuparse por nada. Las paredes del edificio habían aguantado y solo había pequeñas grietas minúsculas en puntos concretos.

Cuando reanudaron la marcha se cruzaron con otro grupo que salía a su encuentro. Gorek y Geela Ominia ayudaban a un exhausto Dante a caminar, mientras que el ancestro Khaeldrom más adelantado se acercaba a los jedi y al caballero gris, asintiendo con la cabeza la pregunta que todos se formulaban.

Efectivamente, se había acabado.

El noble Ancestro contempló con ojos paternales tanto a los jedi como al caballero gris. Fijándose en las heridas inequívocas de la batalla. Alzó su mano, evocando ese increíble poder que es un privilegio de pocos pero para su raza algo tan natural como el andar. La fuerza respondió a su llamada, inundando a los tres combatientes en su abrazo. Cerrando sus heridas en un intento por olvidar ese mal recuerdo.

- Acompañadme hijos míos. -

Khaeldrom retrocedió hasta donde se había librado el combate. Se detuvo en la entrada, contemplando con pesar las consecuencias del enfrentamiento. Su cabeza negó, reprochando que hubiera sido necesario emplear la violencia, pero su rostro mostraba la resignación del que sabía que aquello era un destino inevitable.

Se acercó lentamente al cadáver inerte de Lisandrys. Arrodillándose al lado de la mitad superior. Khaeldrom posó su mano en la mejilla aterrada de la sith. Sin poder reprimir una lágrima que en realidad ocultaba un dolor que solo aquellos que pierden a un hermano pueden entender . Cerró los ojos de la sith mientras murmuraba una plegaria en su lengua tan vieja como las mismas estrellas.

- Espero que en la muerte vuelvas a ser Lisandrys, la que da la vida. Descansa en paz hermana mía. -

Khaeldrom se incorporó. Hizo un lento movimiento con su brazo llamando una vez más a la fuerza. La cual vino en su auxilio, llevándose el cuerpo de la sith a su destino final, dejando en su lugar unicamente las ropas gastadas y un sable láser que el ancestro recogió.

Se volvió a todos los presentes, con el rostro húmedo por las lágrimas y la expresión cansada. Era como si al ancestro también le quedará poco tiempo.

- Geela Ominia ha logrado reactivar el perturbador. Las energías que usa han provocado el temblor. Afuera los sith han intentado escapar en su nave. Pero en el caos de la huida fueron abatidos por un transporte portando proyectiles de alta potencia.

Sin Lisandrys y con el cerrojo a su cárcel estelar los restantes Sith se mataran entré si por el liderazgo y sobrevivir. Hasta que el último desaparezca inevitablemente.

Vuestro mundo está a salvo hijos míos. -

Al escuchar las palabras de Khaeldrom Tormak respiró profundamente y volvió la mirada hacia el exterior. Aunque estaban lejos de su casa podía sentir que todo estaba nuevamente en orden. Habían llegado hasta el final y habían vencido.

Puso una mano en el hombro de Gorek y esbozó una sonrisa. Todos habían pasado por innumerables percances, pero el que más había sufrido había sido Gorek, sin duda alguna.

Luego miró nuevamente a Khaeldrom para preguntar lo que, sin duda, todos estaban pensando:

Gracias por su ayuda maestro Khaeldrom, gracias a ella estamos todos vivos y nuestro mundo podrá seguir su curso, ignorando que el final estuvo más cerca que nunca. Ahora ya todos hemos cumplido nuestra parte y ha llegado el final. Pero, no puedo sino preguntar lo que todos estamos pensando... ¿Cuál será nuestro destino ahora? Con la nave dañada y sin posibilidad de volver a nuestro mundo, ¿cómo podremos servir en éste, que desconocemos incluso dónde se encuentra? ¿Acaso hay alguna posibilidad de volver con nuestra gente?

Cita:

Las palabras rebotaban por toda su mente. Sintió un dolor infinito, como si todas las heridas que había sufrido alguna vez se abrieran y lo laceraran. Era entonces cuando se conocía la paz. Nadie dijo que tuviera que ser fácil. Fue incapaz de añadir nada, al menos al principio, mientras su interior se recuperaba de la única buena noticia que había recibido en...¿cuánto tiempo había transcurrido? La eternidad era tan breve, como un descanso de las estrellas.

- Quizá nunca regresemos, pero si hay alguna oportunidad, deberíamos intentarlo - el jedi miró largamente a Khaeldrom, ignorante a todo lo demás. Para él era como si sólo fuera a moverse con su permiso.

El Ancestro se permitió una amplía sonrisa. Como si mucho antes de que todo ocurriera hubiera sabido de antemano la respuesta a esa pregunta. Aquel gesto tan humano magnificaba la bondad que su sola presencia irradiaba.

- Lo que habéis pasado hijos míos no es más que otra experiencia, una más al largo libro que es vuestras vidas, de vosotros depende que hayan sido provechosas o no. Pero el epílogo de vuestra existencia no es perecer en este remoto confín del universo, no mientras un soplo de vitalidad quede en mi interior.

Aun quedan algunas sondas y androides de construcción funcionales, juntando todo repararán vuestro navío y lo acondicionaran con un dispositivo único en mi mundo, que permitirá retornéis por la puerta estelar sin dificultades.

No obstante, os ruego que al volver destruyáis la puerta estelar. Llegará el día en que las naves de vuestro universo alcancen este, reclamando su herencia y tesoros que aun perduren en este mundo olvidado. Pero mientras ese día llega permitir que la codicia gobierne nuestra tecnología es condenarse tal vez a un destino no muy diferente al que nos reservaban los Sith.

El tiempo de los Ancestros debe terminar también. Hemos vivido lo suficiente, algunos mucho más allá. -

El maestro jedi escuchó atentamente las palabras del ancestro, mucho más sabias de las de cualquier otro jedi, sin duda alguna. Los conocimientos de la fuerza de los jedi o de los sith no podían ni compararse a la sabiduría de los ancestros. Seguramente este hecho les hacía parecer como niños ante sus ojos, repletos de buena voluntad pero también de ignorancia. Seguramente fue su propia ignorancia la que le hizo plantear esa pregunta.

Gracias por todo maestro Khaeldrom. Ni nosotros ni todas las gentes que habitan nuestro mundo podremos nunca agradecerle suficiente lo que ha hecho por nosotros, ahora y antaño. Entiendo sus palabras y comprendo que intentáis protegernos al destruir la puerta estelar. Nos dáis la oportunidad de descubrir por nosotros mismos los secretos del Universo, pero a la vez perdemos la capacidad de aprenderlos de aquellos que con más sabiduría pueden transmitirlos.

Maestro Khaeldrom, he dedicado gran parte de mi vida a aprender los misterios de la curación a través de la fuerza, sin embargo mis habilidades palidecen en comparación con su maestría. No puedo dejar de pensar que, aunque destruir la puerta estelar nos pueda proteger de nosotros mismos, también nos impide conocer y aprender los misterios que nos volverían más compasivos... Sé que esta pregunta le parecerá casi infantil pero ¿Cómo podéis estar seguro de que esta es la mejor opción?

Jarik se mantenía aparte en esta conversación; aunque Khaeldrom le aceptaba tal cual era, la forma de pensar y ser de Tharen le impedía estar activo en esta conversación. Además algunos compañeros habían pagado un precio muy alto por esta victoria.

En vez de ello, se preocupó por la salud del capitán Dante y por último en cómo destruir la puerta. R2 no le preocupaba, por lo que había dicho Khaeldrom estaba bien en la nave.

Disculpe Khaeldrom, pero no podría ayudar al capitán Dante a recuperarse. Aún le veo agotado y no es para menos pues él sólo mantuvo un durísimo combate con Lisandrys.
Y respecto a su ... deseo de destruir la puerta estelar, ¿cómo se puede destruir? ¿Bastará con el poder de la nave del capitán Dante? ¿No habrá otras entradas que también habría que destruir?

Con estas pregunta Jarik ya pensaba en cómo conseguir convencer a los hombres de Hek Onwee, primero de la muerte de esta y después de que a lo mejor el armamento de la nave sería necesario para destruir la puerta. Esperaba que la palabra del capitán Dante bastase; pues aún recordaba cómo la tripulación se preocupaba por saber cualquier cosa sobre él.

- El legado de los Ancestros esta vivo en la Orden Jedi. Todo vuestro viaje, sacrificio, esfuerzo, sangre y sudor ha demostrado que no podemos enseñaros nada más. No existe una verdad absoluta que pueda iluminarnos a todos como una estrella, la propia verdad debe ser buscada y asimilada por cada uno, que dará lugar a un una infinidad de interpretaciones distintas.

Al igual que no hay camino para la paz, la paz es el camino, también es así la verdad. El propósito de los míos vive en cada jedi que con esmero defiende a sus semejantes.

Destruir la puerta estelar no impide conocer los misterios de la creación, solo demora el momento para que tanto ciencia como sociedad estén preparados para ellos. Nos equivocamos al acelerar la evolución en vez de permitir a la naturaleza seguir su rumbo, no podemos equivocarnos de nuevo y transmitiros nuestro pasado en el momento erroneo.

Vuestro mundo hijos míos jamás fue una herencia de los Ancestros, todo lo contrario, fue un préstamo a mi raza por vosotros para poder maravillarnos contemplando la gloria de la vida expandirse por la Galaxia.

Llegará el momento, al igual que le llega al aprendiz que pasa a ser un caballero también habrá un tiempo para descubrir nuestro legado. No temáis por las respuestas porque la verdad siempre sale a superficie, más tarde o más temprano.

Joven Tharen, el capitán solo tiene una fatiga severa que está recuperando a simple vista. La puerta estelar no puede ser destruida por ningún tipo de rayo, pero cualquier proyectil potente acabará con ella.

- Entonces sugiero no perder tiempo. Dirijamos la nave a la puerta y destruyámosla en cuanto hayamos salido de aquí. Tampoco me gusta esto, Jarik, pero la vida está por encima de todo esto. Si no queremos repetir la historia, debemos acabar con esto ahora.

Supongo entonces que deberemos esperar mucho tiempo antes de que en nuestro mundo se vuelva a oír el nombre de los ancestros. Sólo puedo decir que estoy seguro que el nombre de Khaeldrom y los demás ancestros quedarán para siempre escritos en los registros de la orden jedi y se recordarán con orgullo y con respeto.

Quizá algún día, cuando a todos nos toque volver a ser uno con la fuerza, volvamos a encontrarnos. Sería un honor.

Luego desvía su mirada hacia el lugar donde antes estaba el cadáver de Lysandris.

Y quizás podamos volver a contemplar a aquellos que cayeron con todo el esplendor que antaño mostraron.

Solo había bondad en ese rostro sereno, que respondía con una sonrisa emocionada como la de un padre que ve partir a sus hijos. Pero hablar con ese ser era como tratar de tu a tu con la propia fuerza.

- El honor será nuestro, recordar hijos míos que esto no es un adiós, solo un hasta la vista. -

Con la misma tranquilidad que regía sus actos el Ancestro manipuló su sable láser y el arma de Lisandrys, hasta que ambas empuñaduras quedaron juntadas en un sable doble. No había manera a simple viste de averiguar que en algún momento fueron dos armas separadas. Pero el filo dorado de Khaeldrom y el haz sangre de la fallecida arrojaban un fuerte contraste, otorgando al arma una singularidad única.

- Antes de que partáis tengo algo que me gustaría llevarais a vuestro mundo, son dos pequeñas semillas, plantadas y cuidadas florecen hasta dar lugar a un árbol parecido a las encinas que hay en vuestro universo.

Pero tiene ciertos detalles distintos, nosotros lo llamamos la semilla de la vida. Estos árboles están conectados en gran profundidad a la fuerza. Cualquiera que medite cerca de ellos podrá sentir el pulso eterno de la fuerza y la vida fluyendo por la tierra que le rodea, a través del árbol y de si mismo.

Crecerán hasta convertirse en dos majestuosos árboles, y con cuidados durarán para siempre. Espero que en la Orden Jedi encuentren un buen sitio para ellos, que todo aprendiz, padawan, jedi o maestro pueda meditar con calma en sus proximidades y sentirse uno más con la fuerza, ya que todo lo que esta vivo forma parte de sus infinitos hijos. -

Khaeldrom depositó dos esferas únicas en las manos de Carr y Tormak, jamás había visto nada parecido, pero las maravillas que habían contemplado a lo largo del viaje les dejaba claro que se trataba de otro legado de esos seres Ancestrales. Otra muestra de la vida y la grandeza de la fuerza, que compartían despreocupadamente.

Luego posó su enorme mano en el hombro de los jedis. Mirándolos a los ojos con una sabiduría propia de alguien más antiguo que la historia. Por unos breves segundos sintieron que eran uno más en la corriente invisible de la fuerza. Otro latido de ese gigante corazón, podían sentirse afortunados ya que la propia fuerza les había tocado por la mano de la criatura más cercana a ella que había en el universo.

Repitió el mismo gesto con el joven Gorek, al que le faltaba el temple de las edades para no verse abrumado por ese solemne momento. Tenía motivos para sentirse dichoso.

- Serás un gran jedi joven Gorek, no olvides nunca tus responsabilidades y no olvides nunca que jamás estarás solo. -

Posteriormente se volvió a Jarik Tharen y le tendió el arma doble que había fusionado hace escasos minutos. Normalmente el caballero gris no habría aceptado, pero había tanta bondad en eso rostro y a su vez el arma parecía tan increíblemente equilibrada entre la luz y la oscuridad que no pudo sino aceptar ese presente.

- Espero que te ayude en la búsqueda del equilibrio, la luz siempre estará presente en mi haz, mientras que las tinieblas que consumieron a Lisandrys morarán en el otro. Siempre en igual medida, compensados a la perfección. Que te traiga paz en el camino del Caballero Gris joven Tharen. -

Geela Ominia era incapaz de mirar a ese rostro infinito. Pero lentamente venciendo la timidez y el miedo logró contemplar el rostro del bien y hablar de tu a tu con un paciente Khaeldrom.

- Algún día Geela crearás algo único gracias a tu ascendencia ancestral, solo de ti depende que sea recordado para bien o para mal. -

Las últimas palabras fueron para un exhausto capitán Dante, que ya lograba sostenerse por su propio pie a pesar de la fatiga. Solo aquella criatura y el propio tarsoniano sabían como había sido el combate previo con Lisandrys. Todo el poder que se había liberado allí con todas las apuestas arriesgada.

- Temo que mi hermano Oberon, aquel que guío a tu pueblo ya no esté aquí para darte las respuestas que mereces Lord Dante. Solo espero que algo de paz haya nacido en tu alma y permita que vuelvas a Tarsonis sin el veneno de la culpa y la vergüenza. -

- Han sido tantos años... me cuesta creer que podré volver a mi mundo natal. Gracias, a sido todo un honor. -

- El honor es mío. -

 Tormak observó la semilla que el ancestro Khaeldrom había depositado en su mano. El árbol que naciera debería ser muy especial pues nunca había visto una semilla igual.

- No dejaremos que se olvide este momento - aseguró el zabrak -. Los árboles crecerán fuertes y sanos y serán protegidos por la Fuerza como guía. Cuando lleguen a su plenitud, ellos guiarán a otros y el círculo se habrá completado. Nosotros los guardaremos hasta entonces.

No añadió más. No habló del orgullo que sentía por haber sido acompañado por seres tan honorables, cada uno quizá a su manera. No hacía falta. No creía que lo hiciera. La Fuerza hablaba por ellos, en su oficio de conectar las cosas, les hacía uno, y por ello estaban de más las palabras.

Jarik se quedó en silencio, con el sable de luz entre las manos. Siempre se podía saber algo de la persona a la que pertenecia un sable de luz por la forma, el color los materiales y a través de la Fuerza pues el dueño siempre dejaba una huella impresa en el.
Sin embargo, en este las huellas se superponian, o se entrelazaban de tal modo que parecía hecho por un loco o por personas tan distintas y poderosas que ninguna de las presencias reclamaban más del sable.
Era sin duda, un sable para quién no recorría la senda de los jedi ni la de los sith.

Muchas gracias Khaeldrom; podéis estar seguro de que haré un buen uso de esta arma que me ayudará a recordar el camino que he decidido recorrer.

Tras un momento de vacilación, pues no quería romper el momento tan solemne que parecía haber Jarik se decidió a abrir la conexión con R2-T4. Quería saber como se encontraba el pequeño droide.

- R2, ¿cómo va todo?
- beepbop beep bep.
- Si, ya he oido que has hecho un buen uso de los torpedos.
- beepbep beep bop.
- No, no creo que podamos conseguir muchos de ellos, de lo contrario ya me habría hecho con alguno.
- boop beep bep boop.
- No R2, no vamos a ir a por existencias militares aunque sepas de bases con poca seguridad.
- beep bep bep boop bep.
- R2, déjalo y ven a buscarnos; vamos a mirar para poder irnos. Ya lo discutiremos más tarde.

Jarik cortó la comunicación con R2 y con una sonrisa de disculpa se dirigió a todos.
- Perdonad, pero cuando pasa un tiempo solo siempre necesita hablar y piensa en algo para hacer.

Volvió a dirigirse a Khaeldrom, esta vez con su propio sable de luz en la mano derecha, mientras sostenía el regalo en la izquierda.

-Me gustaría que aceptaráis esto. No es tan buen sable de luz, pero me ha sevido bien durante estos años. Busqué los mejores materiales que me podía permitir, y sobretodo que reflejara mi particular visión de la Fuerza.
Además, tiene un comunicador insertado para poder contactar con R2 y con mi nave. Si en algún momento podéis comunicaros con el otro lado de la Puerta Estelar, no dudéis en avisarme.