Partida Rol por web

Nadie habla de los suburbios

Capítulo 5: Final

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11/08/2025, 00:05
Haven's Hollow

Han llegado. Si no recuerdan cómo es que están aquí, Revivan. Una vez, dos veces, tres veces. La plaza del pueblo y ustedes. Un romance que nadie quiso y no han buscado. Seguro tienen preguntas, pero quizás también respuestas. 

Nada parece fuera de lo normal, y eso es lo más inquietante de todo. Saben que todo puede cambiar sin consentimiento de sus voluntades, pero por el momento están allí, formando un triángulo casi exacto; tres puntos vinculantes, tres vidas en el Midwest.

Mirándose a los ojos, Marlo, Leo y Clara se encuentran de nuevo. 

Notas de juego

Tenemos una gran responsabilidad: concluir esta historia. 

Como lo hice a introducirlos en este mundo, ustedes tienen tanta importancia como yo en el desarrollo de esta trama. Eso significa que quien participe en primer lugar será quien tenga el disparador de la respuesta al misterio de este pueblo. El que participe en segundo lugar dará a conocer los motivos de por qué son ustedes quienes están experimentando esto. Y por último, pero no por eso menos importante, el tercero en colaborar en nuestra historia y capítulo final nos revelará cómo escapar de este enigma. 

Sean libres, sean partícipes. Haven's Hollow es de ustedes. 

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11/08/2025, 16:48
Marlo

Marlo se dio cuenta de que, o bien ninguno de los tres quería exponer el disparador o bien no sabian qué significaba.

Llevaba dándole vueltas a eso desde el primer primer, desde antes de comprarse la casa en Haven's Hollows, desde antes incluso de ingresar a la partida, si es que se trataba de una partida. ¿Era ese el disparador?

Miro a Vargas. Le gustaría discutir los términos. Le encantaría. Había algo en esa posibilidad que le remitía a su pasado oscuro. Le encantaba ensañarse. Torturar. Exigir súplicas. No soportaba la indisciplina.

Luego observó a Clara y le pareció que su pasado enterrado estaba, y que iba a desenterrarlo. La mujer le inspiraba tranquilidad, sosiego. Se sentía como uno de los pájaros a los que daba de comer cada mañana. 

Marlo quería tan solo eso, pero no sabía el qué. No había un misterio que resolver. O mejor dicho. No era un misterio en sí. Era otra cosa. Una cuestión de fuerzas inverosímiles fluctuando, tratando de armonizar. Una canción a medio componer. O en descomposición. ¿Era eso? ¿Eran eso? ¿Notas musicales? ¿Elementos de una canción? ¿Tempo, compás, escala...?

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12/08/2025, 18:02
Leo Vargas

El silencio de la plaza es más pesado que cualquier grito. Estamos aquí de nuevo. El principio. O el final. Miro a los dos extraños que son las únicas constantes en mi locura. Marlo, con su quietud analítica y calculadora. La mujer, Clara, con una empatía que casi parece dolerle físicamente. Y de repente, lo entiendo. Entiendo que esperar a que el mundo nos dé una respuesta es inútil. La respuesta no está fuera. Está en nosotros.

Rompo el silencio. Mi voz suena firme, segura por primera vez desde que todo esto empezó.

—Lo he estado pensando. Cada reinicio, cada detalle sin sentido, el periódico... —Hago una pausa, asegurándome de tener la atención de ambos—. Y la única conclusión lógica es la más ilógica de todas. No estamos atrapados en un pueblo. Estamos atrapados en una historia.

Dejo que la idea flote entre nosotros.

Una historia mal escrita, a la que le faltan piezas. Y por alguna razón, nos ha traído aquí para rellenar los huecos. ¿Por qué nosotros? —repito la pregunta que sé que todos nos hacemos—. Porque cada uno de nosotros es un arquetipo, una función que este lugar perdió y que necesita desesperadamente para poder terminar.

Miro a Marlo.

Tú... con tu mente analítica, tu obsesión por las reglas y los patrones. Ves los bucles porque tu mente está hecha para ver los sistemas rotos. Eres la Lógica de esta historia.

Luego me dirijo a la mujer cuyo nombre ahora sé.

Y tú, Clara. Tu primer impulso es siempre ayudar, salvar, sentir el dolor de los demás. Eres el Corazón. La compasión que le da un propósito a la trama.

Finalmente, me señalo a mí mismo con un gesto casi imperceptible.

Y yo... el cínico que busca la verdad, el periodista fracasado. Por eso todo empezó conmigo, con mi nombre en un artículo que no escribí. La historia necesita una Voz que la cuente correctamente.

Los miro a ambos, la teoría ahora sólida como una roca en mi mente.

Haven's Hollow no necesita un detective. Necesita un final. Y nosotros somos los únicos que podemos escribirlo porque somos las piezas que faltaban en el rompecabezas. La pregunta es... ¿cómo se supone que lo hagamos?

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13/08/2025, 17:17
Clara Winslow

El silencio que dejó la voz de Leo se queda suspendido, como el polvo en un rayo de luz. Clara observa la plaza. Todo está donde debería estar… y, sin embargo, nada encaja.

El banco junto a la fuente.
La llave oxidada sobre el empedrado.
El eco de pasos que no pertenecen a nadie.

Cierra los ojos un instante. Siente esa punzada familiar en el pecho: no es miedo, es reconocimiento. Ha visto todo esto antes. Tres, cuatro, cinco veces… ya no sabe cuántas. Algunas las recuerda con claridad, otras como ecos.

Como Dean en mi puerta.

—No es solo que la historia esté incompleta —dice, despacio, como si las palabras no fueran suyas— Es que la historia no sabe cómo terminar.

Abre los ojos y los mira a ambos.

—Cada vez que el día se reinicia, lo hace para darnos otra oportunidad… pero siempre hacemos lo mismo. Cumplimos el papel que nos dieron. Tú analizas, Leo pregunta, yo intento salvar a alguien. Y el bucle se cierra porque eso es lo que el guion espera de nosotros.

Se agacha y toma la llave del suelo. Está fría, más de lo que debería. Demasiado fría. Cuando la gira entre los dedos, un susurro roza sus oídos, apenas un hilo de voz:

“…pero nadie se atrevió a decir lo que de verdad sentía.”

En ese instante, la fuente detrás de ellos deja de gotear. Un silencio nuevo, pesado, envuelve la plaza.

Clara suelta la llave como si quemara. Mira a los hombres de nuevo.

—Eso es. Hay una frase que nunca se ha dicho. Una acción que nunca se ha hecho. Un final que nunca se ha escrito. Y el autor, o lo que sea que maneje este lugar, nos sigue repitiendo el día para que lo hagamos.

Da un paso hacia ellos, la urgencia creciéndole en la garganta.

—Si queremos salir, tenemos que romper nuestros papeles. Dejar de ser lo que se supone que somos y hacer lo que nadie espera. Solo así la historia podrá avanzar… y nosotros con ella.

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14/08/2025, 01:19
Haven's Hollow

En la mitad de los Estados Unidos, en los estados medios de su geografía, se ubica Illinois, lugar reconocido por su producción de maíz, soja, leche y trigo. Dentro de este estado, su ciudad más poblada es Chicago, una metrópolis que fluye pero mantiene la idiosincrasia de la gente del campo con sus aires de tranquilidad y calma. A unos cuantos kilómetros de Chicago, quizás a varios días de viaje en bus, está Haven's Hollow, un pueblo que parece congelado en el tiempo. 

Los avances tecnológicos se acrecientan cada día más, la TV a color es un hecho, las telecomunicaciones son cada vez redes más extensas y los autos se modernizan como máquinas que vienen del futuro. Pero Haven's Hollow parece congelado en el tiempo, tiene ese encanto de pueblo chico, de suburbio pequeño donde todos se conocen entre todos, estancado en décadas anteriores, en labores manuales y en noticias que corren a través de las voces de sus habitantes. 

Los primeros en asentarse en este lugar fueron inmigrantes nórdicos, un pequeño contingente de países europeos donde el frío abraza casi todo el año. Gracias a su cultura de esfuerzo y trabajo, se adaptaron rápidamente a las tierras fértiles y el clima cálido del midwest, y amoldaron el terreno en base a sus costumbres y cultivos. 

En los años 50, Haven's Hollow recibió una "segunda ola migratoria", en una escala muchísimo menor, tan solo una veintena de personas: científicos retirados de proyectos confidenciales junto con sus familias. Nadie en el pueblo sabía el por qué del arribo de estas personas y tampoco se dedicaron demasiado a preguntar, una bienvenida cálida era mucho más importante que inquirir sobre motivos privados.

Aquí, en este pueblo, aquellas personas pudieron dejar atrás sus traumas y temores, desarrollados a partir de experiencias trágicas, vinculadas a la propia condición humana y a voluntades impuestas por un gobierno amoral. Aquí, en Haven's Hollow, estos investigadores pudieron continuar con sus hazañas, con sus teorías y conjeturas, sin nadie que los moleste y los vigile. 

Pero al culpa no podía sanar, y poco a poco, comenzaron a dar forma a un plan de redención. Decidieron que el pueblo era el punto cero. El lugar donde ellos iban a librar a la gente de sus descontentos y tristezas, y quitarles la dificultad de existir. 

Fueron ecuaciones, sistemas e integrales los que dieron forma a la implementación de un lapso temporal, donde todo un pueblo del midwest americano parecía vivir un presente eterno, estancado en un pasado sin fecha. 

Pero algunos cálculos eran erróneos, fueron hechos con descuido y sin la rigidez de un laboratorio. Y las grietas comenzaron a abrirse. 


Marlo, existen fuerzas más allá de tu grupo, sientes voces que te hablan, como si alguien estuviera dirigiendo tu vida y preguntándote qué deseas hacer. No es una canción. No es un misterio. Eres tu. Marlo, estás viviendo uno de los efectos secundarios del lapso. El lapso que tu ayudaste a crear, con tu lógica, con tus formulaciones matemáticas, con tu deseo de dejar todo atrás. No lo recuerdas, pero lo has vivido. Se ha borrado de tu mente. Hay algo incompleto. Ahora lo sabes.


Leo, has encajado las piezas correctas. Te has detenido en los detalles porque son éstos lo que te hablaron sobre la información que necesitaban saber. Información que se repetía, que no pertenecía a la realidad. Diste con la personalidad exacta de cada integrante del grupo y el motivo de las anomalías: ninguno se comportaba como se esperaba de ustedes. Deseabas dejar tus fracasos atrás, deseabas un nuevo comienzo y lo obtuviste. Uno. Y otro. Y otro. Has revivido tres veces, y quien sabe cuantas más. Pero ahora te has dado cuenta y no lo puedes dejar pasar. Alza la voz, Leo. Antes que lo olviden todo de nuevo.


Clara, notas una historia. Incompleta, como tu. Falta algo. Falta tu decisión. Estás atrapada en la desesperación, porque la desesperación no te abandonará. Eres tu quien debe abandonarla. Suelta y sana la herida que te acongoja. El lapso quiere que te mantengas en el estancamiento, en la monotonía, en la quietud de tus sufrimientos. No se lo permitas.

Notas de juego

Pensé una y otra vez en cómo ir cerrando esta historia. Y creo que tuve las mismas complicaciones que ustedes. Seguramente se entienda cada vez menos, pero lo dejo fluir. Dejemos que nuestras conciencias transiten por donde ellas quieran.

A ustedes jugadores, les agradezco el deseo de seguir, y les pido un último favor: coloquen su posteo dirigido solo a mí, desmarquen al resto de sus compañeros. Pueden explayarse tanto como quieran o tan poco como deseen. Escriban lo que les surja de su corazón. Sinceramente, háganlo. Estamos en la última página. No sé hacia donde iremos, si sé que la conclusión será admirable.

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14/08/2025, 15:34
Leo Vargas
Sólo para el director

Y al final, la verdad. No en la portada de un periódico, ni en la confesión de un extraño. La verdad llega como un susurro en mi propia cabeza, una voz que por fin le pone nombre a esta locura. La tuya. O quizás, la mía.

Así que era eso. Un nuevo comienzo.

Lo deseé tanto en Chicago, en noches solitarias rodeado de fracasos, que mi deseo se convirtió en un faro. Y este pueblo, este purgatorio de buenas intenciones, me escuchó. Me atrajo. Me volví el conejillo de indias perfecto para un lugar que solo sabe cómo empezar de nuevo. Cada despertar en esa cama horrible no era un castigo, era una página en blanco que me ofrecían. Una y otra. Y otra. Una oportunidad para no ser el Leo que fracasó.

Pero se equivocaron conmigo. Un periodista no puede soportar una página en blanco por mucho tiempo. Nuestro trabajo, nuestra maldición, es llenarla. Y no con mentiras sobre amenazas nucleares, sino con la verdad, por muy dolorosa que sea. Dijiste que soy la Voz. Y una voz que no cuenta la historia real, que solo repite el guion, es solo silencio. Es solo otra forma de fracasar.

Ya no más.

Saco el periódico de mi bolsillo. "El Heraldo de Haven's Hollow". El símbolo de la mentira. Y en este instante, en esta plaza congelada en el tiempo, decido lo que voy a hacer.

No voy a escapar. No voy a luchar. Voy a hacer mi trabajo.

Voy a contar nuestra historia. La de todos. La de los científicos que intentaron borrar la culpa y solo crearon una jaula. La de Marlo y sus reglas fracturadas. La de Clara y su corazón que se negaba a dejar de sanar. La mía, la del cínico que buscaba una historia y se encontró a sí mismo como un personaje. Voy a contar la historia de un pueblo al que le robaron sus finales tristes y, con ellos, sus verdaderos comienzos felices.

Alzo la voz, sí. Pero mi voz es la tinta sobre el papel.

Voy a escribir el último titular. El verdadero. El que este pueblo necesita. No será sobre un final feliz, ni sobre un escape milagroso. Será sobre la memoria. Sobre aceptar que las heridas, los fracasos y el dolor son los que nos hacen reales. Le daré a Haven's Hollow el final que sus creadores no se atrevieron a darle: uno que duela, que sane y que, por fin, sea definitivo.

Un final que merezca ser recordado.

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15/08/2025, 02:38
Marlo
Sólo para el director

Las voces siguen, agazapadas en el hueco entre su oído y su memoria, nombrándole acciones que todavía no ha decidido. "Son recordatorios de algo que aún no existe", piensa.

Marlo siente que las piezas de aquel mecanismo —ese que otros llaman lapso— no son inamovibles. Basta encontrar el eje que mantiene todo girando. Basta y, al mismo tiempo, es lo más difícil: localizar el error que él mismo diseñó.

Respira lento. El aire trae resonancias, reverberaciones de pasos que no se repiten. Hay una variación. Una mínima fractura. Una prueba de que el ciclo puede romperse.

Gira la cabeza hacia Clara y Leo. Los ve como vectores en un diagrama mal trazado. Comprende que el siguiente movimiento es actuar antes de que el ciclo vuelva a cerrarse.

Avanza un paso. El aire cambia de densidad. La luz se deforma. La plaza se desvela cubierta por una lámina invisible que ondula con su propio movimiento. Es la estructura misma del lugar, un entramado de líneas y cifras que su mente reconoce sin esfuerzo, aunque sus manos nunca las hayan dibujado.

Cada banco, cada sombra, cada hoja que cae obedece a una fórmula. La reconoce en su cuerpo más que en su pensamiento. La escribió, la corrigió y la simplificó... y, en algún momento, la olvidó.

Y en ese instante se da cuenta: "No es olvido natural. Es borrado impuesto".

Cierra los ojos. El mapa aparece. Una proyección. Una capa tendida sobre algo mucho más vasto. En los bordes, más allá del perímetro que todos creen real, hay corredores de luz y pasillos que no llevan, aunque los reconoce, a ninguna parte conocida.

Marlo mueve una pieza. Cambia un valor. Altera una constante. El suelo bajo sus pies quiere quebrarse. No lo logra. El ritmo, los sonidos, se retrasan una fracción de segundo. Un niño en bicicleta llega demasiado tarde. Suficiente para que el patrón deje de ser perfecto.

La realidad puede reescribirse. Los tres tienen la clave.

La escucha consciente de Vargas provoca en Marlo una alternancia.

Algo en su interior se agrieta. Una emoción. Un ruido de fondo que lleva años —o ciclos— tratando de enmascarar una realidad. Siente el peso de un nombre que no es suyo.

“Marlo” es una etiqueta impuesta sobre un cuerpo y una mente que ya han vivido antes de que este bucle existiera.

La voz de Clara abre una hendidura por la que entra la memoria: fragmentos de otro rostro en el espejo, otra firma en documentos... "Jamás debí firmar". Una vida ajena arrancada y sustituida por esta. No siempre fue Marlo.

Se alucina en un laboratorio improvisado, rodeado de pizarras cubiertas de ecuaciones y diagramas. Otras manos, otras voces, y él —o quien fuera entonces— diseñando el lapso con precisión. El objetivo no era vivir aquí. Era ocultarse. Camuflar en una rutina eterna una identidad conflictiva.

Lo cambiaron todo: su nombre, su historia, sus recuerdos. El bucle no es una prisión. Es una máscara. Y Clara y Leo son los únicos que saben cómo retirarla.

Marlo alza la vista hacia Clara. No expresa emoción. Guarda silencio. Mover una sola palabra, un solo impulso fuera de lugar, podría abrir grietas irreconocibles.

Empieza a hacer cálculos. Deja de hacerlo. Escucha la voz de Clara: propone romper los papeles que les han asignado. Marlo se propone arrancar la página entera.

Deja que el silencio alborotado de Leo repose un instante. Respira hondo. Prepara un salto imposible.

—Souta Takayama.

La frase es limpia, sin adornos. La ofrece como un dato inevitable.

—Ese es mi nombre. El que intentaron quitarme. El que borraron para que yo mismo creyera que era otro.

No le interesa si Clara frunce el ceño, si Vargas sonríe incrédulo; mira la plaza y la ve por primera vez: las líneas rectas de las calles revelan juntas metálicas; el cielo tiene el mismo tono exacto en cada punto, como un render mal calibrado; el aire carece de polvo, de insectos, de imperfección.

—Esto no es Haven’s Hollow. Esto no son los Estados Unidos de América. Esto ni siquiera está en la Tierra.

La memoria se abre, se descomprime como un archivo encriptado: Él, más joven, en un módulo presurizado. Pantallas mostrando la órbita de la estación. Uniformes sin nacionalidad.

El proyecto se llama “Midwest Habitat 3”. Un experimento para simular la vida rural en una estructura espacial, con el objetivo de estudiar cómo una comunidad puede sostenerse durante generaciones sin contacto con el exterior.

Algo sale mal.

—Estamos en una estación experimental. No somos los primeros. Hubo otras tripulaciones, otros nombres. En cada iteración, el sistema quiebra. El lapso temporal es un parche impuesto por los controladores para evitar el colapso.

Marlo aprieta los dedos contra el banco de la plaza. Lo siente tibio. Demasiado tibio. Una máquina que nunca se apaga.
—Participé en el diseño del protocolo. Creo. Puede que haya nacido antes de la Segunda Guerra Mundial. Puede que después de una tercera guerra que jamás sabremos si ocurrió. Aquí no hay calendario. Solo reinicios.

La voz de Marlo se endurece.

—Si esto es un experimento, hay una sala de control. Una salida.

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16/08/2025, 00:40
Clara Winslow
Sólo para el director

Las palabras no suenan, se incrustan. No vienen de Leo. No vienen de Marlo. No vienen del viento que agita apenas las hojas de la plaza. Son un latido extraño, uno que resuena dentro de Clara como si fuera suyo… pero más antiguo. Más paciente.

No se lo permitas.

Cierra los ojos. En la oscuridad detrás de los párpados, las tres mañanas se superponen como transparencias mal alineadas: el café derramado, el grito en la calle, el accidente, las miradas que nunca llegan a encontrarse, los gestos que se interrumpen antes de completarse.

Siempre igual. Siempre igual.

Y ella… siempre igual.

El Lapso la quiere quieta. Quiere que la herida siga abierta, que la misma punzada le despierte cada vez. Es un ciclo perfecto de desesperación… y Clara lo ha cumplido al pie de la letra.

Respira hondo, el aire helado llenándole los pulmones. El sabor metálico del miedo le sube por la garganta, pero no la ahoga. No esta vez. Suelta la llave oxidada y escucha cómo golpea el empedrado. No va a seguir recogiendo pistas como si fueran migas para volver al punto de partida. No va a seguir salvando solo a quien sabe que puede salvar. No va a seguir preguntando lo mismo, esperando una respuesta que nunca cambia. Si la historia quiere que repita, que se estanque… tendrá que pelear por ello.

Abre los ojos. El mundo sigue ahí: el banco junto a la fuente, la sombra de Leo y Marlo unos pasos más allá, el murmullo de una plaza que no sabe que está atrapada. Ella sí lo sabe.

Y hoy… va a hacer algo que nunca ha hecho.

Camina con firmeza por una calle que jamás tomó, pero con un rumbo decidido. Hoy, Clara golpeará la puerta de Mary Ann y se sentará en su mesa. Disfrutará de las conservas caseras que, con tanto esmero, la dueña del almacén ha preparado durante semanas. No hablará de Leo, ni de Marlo. Tampoco del accidente ni de la reunión vecinal. Buscará arrastrar el hilo de la historia hacia un lugar distinto, uno que el Lapso no haya previsto.

En el trayecto, una pila de periódicos en la vereda llama su atención. Se detiene. El papel está tibio bajo el sol, pero la tinta desprende un aroma denso, casi metálico. Se agacha y toma uno. Necesita saber qué es lo que allí inquieta a Leo y convoca a Marlo. Necesita entender.