Partida Rol por web

Otro día pasa. Ya no quedan experiencias ni repeticiones. Un engranaje suelto ha salido de su eje y las escenas que debían aparecer se perdieron, mutaron y desvanecieron para siempre. Ustedes fueron los causantes de eso. Hallaron las grietas de la verdad, donde las múltiples realidades se esconden y solo llegan los que verdaderamente desean experimentar la luz.

En esa plaza, en Haven's Hollow Square, tres personas se miran a los ojos y proceden hacia caminos diferentes.

Leo Vargas

Te has detenido por una última vez para conectar los patrones en tu mente. Las piezas encajan y decidiste dar a conocer tus conclusiones al mundo de la manera en que lo sabes hacer: escribiendo. Miras a tus compañeros de escena por una última vez y te diriges a "El Heraldo". Abres la puerta y, sin pedir permiso, te sientas en un escritorio con una máquina de escribir frente tuyo. Te explayas sobre los sucesos que han ocurrido, lo que viviste estos días, tu vuelta al pueblo y tu alejamiento de Chicago, la vida con tus tíos y las repeticiones del lapso. Concluyes con el interrogante, sin respuesta aún, sobre la tercera guerra mundial y el artículo de tu autoría. Cuando buscas darle el cierre a tu investigación notas algunas personas viéndote que han hecho un semicírculo alrededor de ti, entre ellos solo reconoces a la secretaria de pocos modales con la que hablaste hace un tiempo atrás.

Una de estas personas se presenta como el director del diario, menciona que te estuvieron esperando, sabiendo que este momento llegaría. Querían tener a un periodista estrella trabajando allí, pero no podían ir a buscarte directamente, por eso plantaron una semilla que germinaría en la curiosidad de un joven intrépido a través de Bill, el viejo repartidor de periódicos. El director habla además acerca de tus razonamientos, afirma que tienes razón en cuanto a Haven's Hollow, quizás es un pueblo ficticio, pero sus habitantes eran reales, y sus necesidades de comenzar de nuevo eran válidas y admirables. Admirables, ese fue el término que utilizó. Te presentan la opción: continúa con este camino y serás feliz, quizás tengas que soportar algunas semanas más en el bar de Frank, ya que tu memoria no podía quedar intacta y era necesario un nuevo reinicio, pero tarde o temprano volverías a "El Heraldo" y te sentarías en esa misma mesa que estás ahora. 

Souta Takayama  

Souta, tu visión se nubla y luego se define, enfocas directamente hacia el cielo del pueblo, pasando con tu vista por sobre la cúpula de la glorieta de la plaza, subiendo hacia lo alto, cada vez más. De pronto el cuasi eterno naranja de un atardecer otoñal se transparenta y contemplas la inmensidad del universo. 

Estrellas fugaces surcan un cielo sin atmósfera, vallado solo por una cúpula invisible, ausente e imperceptible para la gente de Haven's Hollow. Pero tus ojos ven más allá. Mas allá de lo que Marlo alguna vez vio. Bajas un poco la vista: a tus alrededores y por fuera de la cúpula, solo existe un páramo desolado de piedras lunares. Una utopía fantástica del Midwest creado en las lejanías de nuestro satélite. Pero allí está la salida, iluminada por un artificio en la glorieta, abierta, disponible. Souta, salir es una opción. Has visto a Leo y a Clara tomar otros caminos, alejarse de la plaza, desarmar el triángulo. Tu tienes la puerta ahí. Aunque algo aparece en tu bolsillo, una pequeña hélice de tus modelos en miniatura, quizás habías olvidado que la tenías. Días tranquilos, pacíficos, sin interrupciones, eso era lo que la hélice representaba. Ahora podías dejar eso atrás, si era lo que deseabas.

Clara Winslow

Caminas por una calle templada, Clara. El suave viento peina tus cabellos sobre tu cara, como jugando contigo. Conoces el camino hacia la casa de Mary Ann, donde ella te invita a cenar como aquel día. Antes, recoges el periódico que viste sobre la acera y por fin lees el titular por el que Leo y Marlo (o Souta) habían debatido tanto: "Amenaza Nuclear, Tercera Guerra Mundial?", una nota firmada por Leo Vargas. Pero, como era eso posible? Leo no era empleado del diario. Era una trampa, o algún truco del lapso? 

La cena está deliciosa. Por fin pruebas las conservas de tu vecina, saben demasiado frescas. Mary Ann te mira a los ojos. Sabe que estás sufriendo. Te habla con la verdad. Te cuenta la historia del pueblo, no es real, pero sus habitantes lo eligen cada día. Prefieren un escenario teatral, por sobre una vida vacía, en una tierra acabada. En Haven's Hollow la historia la crean ustedes, los habitantes. Así lo afirma Mary Ann. No quiere que te vayas, realmente le caes bien, tu adaptación al pueblo será muy rápida, seguramente encontrarás trabajo pronto, Dean no podrá visitarte pero de seguro lo olvidarás en poco tiempo. Mañana vas a mudarte nuevamente, bajarás las cajas del camión otra vez y Mary dice que te volverá a ofrecer una bebida helada, como en aquella ocasión. Solo debes dejar todo atrás y pertenecer al pueblo, siempre.

Los 103 de Haven's Hollow

Ahora ya hemos construido la verdad. El pueblo, esta ciudad rural no pertenecía a ningún país. Había sido construida como base lunar, como escape de la catástrofe que acabó con la mitad de la vida terrestre. Escape reservado para pocos, para 100 humanos específicamente, ahora con tres nuevos integrantes. La base de Haven's Hollow además es objeto de estudio, para evitar repetir tragedias bélicas y para intentar en un futuro confluir con otras poblaciones que escaparon a Marte, a Io y a los anillos de Saturno. 

Las tintas de nuestros pinceles están acabándose. Démosle un final digno de no olvidar. O de vivirlo para siempre.

Las palabras del director del diario cuelgan en el aire viciado de la redacción. Detrás de él, a través de la ventana, veo la plaza de Haven's Hollow, un escenario perfecto bañado por una luz que no es del sol. Una base lunar. Un escape. Ciento tres almas en una botella a la deriva en el cosmos.

La oferta es todo lo que el Leo de Chicago habría deseado. Un trabajo. Respeto. Un propósito. Una forma de borrar el fracaso y empezar de cero. Una y otra vez, para siempre. La felicidad, servida en una taza de café mediocre con refill gratis. Y el único precio es la verdad.

Miro la máquina de escribir sobre el escritorio. Es un objeto hermoso, real. Podría contar tantas historias con ella. Fiestas del pueblo, el ganador de la feria de maíz, la vida y obra de los "héroes" de Haven's Hollow. Podría ser la Voz de la mentira. Y sería feliz.

Pero ya no soy ese hombre. Haven's Hollow, en su intento por borrarme, me obligó a recordarme quién era. Un periodista. Y un periodista, uno de verdad, solo tiene una lealtad: la historia real.

Niego lentamente con la cabeza, una sonrisa triste pero firme en mi rostro.

—Es una oferta admirable —digo, usando su propia palabra—. Entiendo por qué lo hicieron. Entiendo el deseo de escapar del dolor. Créame, lo entiendo mejor que nadie. Por eso terminé aquí. Pero una vida sin memoria no es una vida. Es una jaula. Y una historia sin verdad no es una historia. Es un cuento para dormir.

Me levanto de la silla, el gesto es tranquilo, definitivo.

—Acepto el trabajo —digo, y veo un atisbo de sorpresa en el rostro del director—. Pero no en sus términos. En los míos. No habrá más reinicios para mí. Me quedaré aquí, en este escritorio. Seré la Voz de este pueblo. Pero no para escribir sobre la normalidad que ustedes fabrican.

Mi mano se posa sobre la máquina de escribir.

—Seré la memoria de Haven's Hollow. Escribiré nuestra verdadera historia. La de la Tierra perdida. La de los 103. La de los científicos y su culpa. La de Marlo y su lógica. La de Clara y su corazón. La de cada bucle y cada grieta. No la publicaré. No destruiré la paz que tanto les costó construir. Pero la guardaré. La preservaré. Para que cuando llegue el día de hablar con Marte o con los anillos de Saturno, alguien sepa de dónde venimos y lo que realmente somos.

Miro al director y a la secretaria, y por primera vez, me siento completamente en paz.

—Alguien tiene que recordar. Ese será mi nuevo comienzo.

Y sin esperar respuesta, me siento de nuevo, coloco una hoja de papel en el rodillo de la máquina de escribir y, con el sonido de las teclas golpeando el silencio, empiezo a escribir el primer titular de la única historia que importa.

Clara se siente a gusto en la casa de Mary Ann y escucha atenta la historia que esta le cuenta. El pueblo no es real, sus habitantes sí. Cien almas, ciento tres con Leo, Marlo y ella, olvidados para siempre en una base lunar.

Para sorpresa de Clara, descubrir que mañana olvidaría toda esta información no resultó incómodo. Al contrario. Alejarse del mundo real, de Chicago y de su pasado había sido siempre su objetivo.
Pero no así.
No a costa de olvidarse de Dean. La única persona que había estado junto a ella en cada etapa de su vida.

¿Seguirá Dean con vida? se preguntó de repente. La esperanza se encendió apenas un segundo, pero pronto la descartó.

—¿Debo reiniciarme nuevamente? —preguntó con congoja, la voz quebrándose en medio del silencio.
—No puedo simplemente… seguir. Como ustedes. Como el pueblo.

Pensó en Leo, en Marlo, y en cómo estarían ellos al escuchar esta verdad.

—Podría iniciar mi vida aquí —añadió, y una leve sonrisa triste curvó sus labios— Podría crear todo aquello que anhelo. Pero no creo poder hacerlo si acabo olvidando por qué lo deseo…

Clara sostuvo la mirada de Mary Ann. En esos ojos serenos encontró un reflejo distinto al del pueblo: una invitación. Un desafío.
Estaba preparada. No para borrarse. No para fingir. Sino para comenzar de nuevo con sus recuerdos, con su pasado, con su dolor.

Y por primera vez desde que comenzó el bucle, lo supo con certeza: el Lapso no era una condena.
Era una puerta.

El reloj de la cocina marcó un nuevo minuto. Afuera, la plaza seguía detenida en su propia rutina.
Clara respiró hondo.
Y, en silencio, decidió que esta vez sería ella quien eligiera qué historia vivir.

Me quito la muñequera de cuero. Debajo hay una cicatriz fina. ST–103.

Me llamo Souta Takayama. Este cuerpo se llamó Marlo por conveniencia.

Escribí parte del lapso. Dejé un error. Una línea.

La plaza es un módulo. La fuente es un panel de acceso. Código E‑7.

Analizando los elementos...

Conclusión:

Clara es la llave. Leo fija la memoria. Mi rol es abrir la grieta.

Una centena de habitantes inconscientes. Tres conscientes.

Tres pasos:

Uno [señalar que falta]: Asumo la culpa. La sostengo.

Dos [declaración de intenciones]: Quiero terminar el ciclo. Quiero memoria completa. Quiero elección con consecuencias.

Tres [acción]: Inserto la llave en la base de la fuente. Giro a la izquierda. Presiono dos veces. Retiro.

Las juntas vibran. El agua se detiene. Los paneles ceden.

Activo el Protocolo de Cierre...

Tres voces, una salida. Leo registra. Clara decide. Yo corto la energía del anillo de repetición.

En caso de que el sistema se resista:

Cambio el parámetro de tiempo a valor abierto.

En caso de colapso:

Mantenemos contacto físico. La separación nos borra.

Tomo la iniciativa: Abro el panel. Tiro del interruptor de mantenimiento. El ciclo retiene el flujo de metadatos.

Mi nombre queda archivado. La compuerta de abre.

Marlo siente, al fin, que sus pensamientos no son suyos, que el idioma que usa se filtra desde otro lugar.

La verdad lo golpea inapelable. Nunca fue Marlo. Nunca fue una persona. Es escritura, un trazo persistente en un cuaderno que se reescribe una y otra vez. Una máscara que alguien le impuso.

Deja de fingir coherencia. Propone aceptar el error, dejar que la fractura se ensanche. Mencionar lo único que no cabe en el guion: la disonancia.

<Mi código es 44.2.1.58788.0002/S>

<Anomalía indefinida M093>

<Creado por Souta Takayama>

M093 sigue aportando datos. El flujo de información oscila. Incluye referencias artísticas. En resumen: Souta Takayama fue un científico arrancado de otra guerra, tal vez de la segunda, tal vez de una que no ocurrió. El pueblo es un decorado dentro de una estación orbital, una réplica construida para experimentar con la memoria y el tiempo. Los cálculos se desbordaron. Él, M093, es el restante, el residuo de una integral desorganizada.

Llegando al final de la exposición, plantea una salida: Llevar la grieta al extremo, tensarla hasta que reviente, colapsar el lapso y decidir después desde qué fragmento recomenzar.

Argumenta que allí, en ese fragmento desconocido, está la única libertad posible.

Leo ha decidido registrar la historia, para que la evidencia no se pierda, aunque nadie desee buscarla, allí permanecerá. 

Clara con valentía mantuvo sus convicciones, iba a comenzar de nuevo, realmente de nuevo, pero bajo sus términos. Quizás el pueblo sería realmente el bálsamo que sus heridas necesitaban.

Souta ha abierto una grieta. Los paneles ocultos de esta simulación habían sido desplegados y desactivados, llevando las cargas energéticas al extremos. Las luces del día se apagaron, revelando ahora una cúpula traslúcida. La negrura del vacío espacial completaba el cielo ficticio, mientras innumerables reflectores se encendían por fuera de la base de Haven's Hollow encandilando a todos sus habitantes. Souta enunció la pregunta, quiere forzar el lapso, con la intención de encontrar allí la libertad verdadera.

- Qué haces!? 

- Apaga eso!

- Nos matarás a todos!

Voces que gritan. La población comienza a experimentar una histeria masiva. 

El panel de control dispara chispas eléctricas. No se sabe cual será el resultado.

La decisión del pueblo está en la mano de 3 personas. 

Desde la casa de Mary Ann se oyó el tumulto de gente en la plaza. Voces lejanas, pero claras, rompían la calma con gritos entrecortados:
—¡¿Qué haces?!
—¡Nos matarás!

Clara se quedó inmóvil unos segundos, viendo cómo Mary Ann y su familia continuaban comiendo como si nada. Ni un gesto de sobresalto, ni una mirada hacia afuera. El mundo podía desmoronarse y ellos seguirían sirviendo conservas.

Se disculpó en voz baja y salió a la calle. El aire cálido le golpeó el rostro. El murmullo de la multitud se volvía más nítido a cada paso, cargado de miedo y expectación.

Al llegar a la plaza, sus ojos encontraron a Marlo. ¿O Souta? Sus manos se movían con urgencia sobre un panel de control expuesto, un entramado de luces y palancas que parecía respirar por sí mismo. Clara creyó comprender lo que intentaba hacer.

Ellos estaban allí por algo.
No era solo para contar verdades.
No era solo para olvidar el pasado y empezar de nuevo.

Ellos estaban allí para liberarse.
Para liberar a todos.

Buscó a Leo entre la multitud, ansiosa, pero no lo halló. El vacío de su ausencia le pesó, aunque no la detuvo.

Entonces, respiró hondo y decidió acercarse. Paso a paso, atravesó el círculo de gritos y de sombras hasta quedar frente al panel.
Se detuvo.
Miró a Marlo, esperando.
¿Me recordará?

Por primera vez, Clara no se preguntó qué historia quería el Lapso.
Sino qué historia podían escribir ellos.

Ciento tres milímetros separaban la palma de la mano de Souta del enorme botón de colapso.

Ciento tres días le separaban de Marlo.

Ciento tres centímetros le separaban de Clara. De su mano. De compartir el momento.

—Si lo hacemos, tenemos que hacerlo los tres, o no tendrá sentido.

Preferí darle la espalda. No condicionar su decisión. Anhelaba que se uniera al vértigo tanto como anhelaba que se sintiera libre de negarse a participar.  

Clara dio un paso al frente y, con firmeza, colocó su mano sobre el hombro de Souta.

—Estoy contigo —murmuró, lo bastante cerca como para que solo él pudiera oírla— Pero no tengo idea de dónde se encuentra Leo.

Evito apartar la mano del botón. Evito mirar a Clara. Evito pensar en lo peor que podría pasar.

—Me alegra...

Soy incapaz de pronunciar más palabras. El corazón quiere estallar. ¿Qué corazón? Soy un programa. Un error.

Mentira.

Siento el calor que desprende, su olor, sus pulsaciones. Estamos vivos. Lo estaremos.

La primera palabra de la verdadera historia de Haven's Hollow apenas había quedado marcada por la tinta en la hoja cuando el mundo se desgarró.

La luz del mediodía parpadeó y murió. Por la ventana de "El Heraldo", el cielo azul de otoño fue reemplazado por una negrura absoluta, violada por el brillo antinatural de reflectores externos. El grito colectivo de la población llegó un segundo después, un aullido de terror puro. La historia ya no estaba en el pasado, esperando a ser escrita. Estaba ocurriendo ahora, en la plaza. Y un cronista no puede contar la historia desde la barrera.

Dejo la silla, la máquina de escribir y la promesa de un futuro tranquilo, y corro hacia la puerta. Me abro paso entre una multitud que huye de la verdad, en dirección contraria a la marea de pánico.

Y entonces los veo.

En el epicentro de la histeria, hay un oasis de calma terrible. Souta, el lógico, con las manos sobre el corazón expuesto y chispeante de esta máquina. Y Clara, el corazón, con su mano sobre el hombro de él, no para detenerlo, sino para darle la fuerza de continuar. El Lógico y el Corazón, listos para el último acto. Entiendo por qué Clara no me encontraba. Faltaba la Voz.

Me detengo a unos metros, y en lugar de unirme a los gritos, hago lo único que sé hacer. Alzo mi voz, no con pánico, sino con la claridad de un titular.

—¡MIREN! —grito, mi voz resuena por encima del caos, dirigida no a mis compañeros, sino a los aterrorizados habitantes de Haven's Hollow—. ¡MIREN BIEN! ¡ESTO NO ES EL FIN, ES LA VERDAD!

Saco el viejo periódico de mi bolsillo, el símbolo de todas las mentiras, y lo sostengo en alto para que todos lo vean.

—¡Les dieron una felicidad falsa para que olvidaran una realidad dolorosa! ¡Les dieron un bucle sin fin para robarles un final de verdad! ¡Lo que ven aquí no es un hombre destruyendo su mundo, son dos personas devolviéndoles la elección que les fue negada!

Mi mirada se encuentra con la de Clara y luego con la de Souta. Les doy un firme asentimiento. El miedo ha desaparecido, reemplazado por un propósito absoluto.

—¡Hagan lo que deben hacer! —les digo, mi voz ahora solo para ellos—. Rompan la jaula.

Luego, con un gesto final, rompo el periódico por la mitad y dejo que los pedazos caigan al suelo.

—Se acabaron las historias falsas. Yo contaré esta. La verdadera. Para que nadie, nunca, la olvide.

En ocasiones Verdad y Fin pueden ser sinónimos. 

Souta presiona el interruptor y da comienzo al desenlace. 

La proyecciones holográficas de arbustos, árboles y nubes desaparecen. Todo material, relieve y simulacro de elementos terrestres se esfuman, ya no hay revestimientos de madera en las paredes exteriores de las casas, ni adoquines en las calles. Todo es cubierto por una superficie reflectiva, metálica quizás. 

Un sonido de una descompresión aturde sus tímpanos. El polvo se levanta del piso. Una cápsula, no mas grande que un autobús doble aparece en medio de lo que antes conocían como Haven's Hell Square. 

"- La base ha sido comprometida. Todo aquel que desee salvarse aborde la nave para evacuar ahora mismo. Esto no es un simulacro. La base ha sido comprometida."

Una voz impersonal y tranquila avisa por parlantes distribuidos en todo el lugar, y a gente comienza a abordar. Nadie los espera ni los mira. Tampoco les impiden el paso.

Subirse a la nave de escape implicará flotar por el espacio en búsqueda de un puerto, de una nueva oportunidad para comenzar desde cero. Será otro lugar donde los recuerdos y las memorias deban quedar atrás? Imposible saberlo.

Quedarse implicará la muerte segura ante la falta de oxígeno y protección contra el vacío sideral. A no ser que posean los conocimientos para utilizar la tecnología disponible a su favor. 

La nave comienza a llenarse y por primera vez la soledad de un lugar sin vida comienza a hacerse evidente. No queda mucho tiempo más.

Este ha sido el fin de Haven's Hollow.

Hasta aquí ha llegado nuestra historia.

Solo ustedes saben el destino de Leo, Clara y Souta, aquellos que se atrevieron a desafiar la repetición y el olvido. 

Como Recuerdo les dejo a los 3 una frase final:

"Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo."