Partida Rol por web

Otro día más estaba terminando para Tiberius, Quien estaba llegando tarde a su vivienda debido a las grandes jornadas que tenía que pasar dentro del Wizengamot, ser asistente legal no era precisamente la profesión más libertaria del Mundo mágico después de todo, en realidad, parecía ser todo lo contrario y es que para el hombre, parecía que nunca se le acababa el trabajo pendiente. Al menos la paga era suficiente para él y se había ganado un gran respeto entre aquellos qué solían buscarle para tratar asuntos legales dentro del territorio mágico-británico.

Tiberius al menos puedo encontrar cierto consuelo y descanso una vez que arribo a su morada, en dónde, tan pronto entró a la misma se encontró con una pequeña tarjeta perfectamente bien diseñada en un material que parecía ser mármol negro y la cual se encontraba tallada habilidosamente con alguna especie de tinta dorada, tanto como el oro más puro que cualquiera pudiera encontrar. El dibujo allí tallado, si bien estaba magistralmente detallado, no era realmente del agrado de muchos y es que se trataba de un lugar qué tan solo pronunciarlo en voz alta podría alertar a la gran mayoría de magos que estuvieran cerca; la prisión de Azkaban estaba muy bien dibujada en aquella tarjeta, e incluso aquel material dorado parecía generar pequeñas partículas de la misma tonalidad.

Sea quien fuera el mago o bruja qué había dejado aquella tarjeta en su hogar, estaba claro que lo había hecho con una grandiosa planeación detrás, una que solo conseguía revivir aquellos recuerdos de cuándo el mismo asistente legal allí presente había conocido la prisión en carne propia, tenía más de 20 años que habían cerrado aquel lugar pero por alguna razón todo lo vivido en aquellas épocas llegó de un momento a otro de golpe a la cabeza de Tiberius.

Lo mejor sería irse a dormir, al siguiente día seguramente podría pensar mucho mejor respecto a aquella tarjeta y tal vez encontrar con la ayuda de sus múltiples contactos dentro del Wizengamot, quién había mandado la misma; como muchos muggles decían "Mañana sera otro día"

¿Cierto...?

Mar del norte, Prisión de Azkaban

Y de esta forma el siguiente día llegó, llegó con una fuerte y muy helada brisa golpeando el cuerpo del pobre Tiberius, despertandole al instante tan solo para encontrarse a sí mismo en medio de una penumbra llena de un ambiente helado y rocoso adónde quiera que mirara. ¿Donde diablos se encontraba? Su mente aún estaba nublada a causa de la somnolencia que llevaba encima en esos instantes y por supuesto, una parte de él quería no saber la respuesta.

Sin embargo a medida que su cuerpo se iba despertando, también lo iba haciendo su memoria, aquella penumbra poco a poco fue convirtiéndose en lo que parecía ser el punto más alto de alguna especie de torre o fortaleza... la prisión de Azkaban se abría pasó delante de él, quién podía estar seguro de que su mente no le estaba jugando trucos al haber estado anteriormente en aquel horrible lugar. Después de esta espeluznante revelación, el hombre pudo darse cuenta que estaba vistiendo uno de sus atuendos casuales que usaba todos los días para su trabajo, y tan solo hacía falta escanear unos segundos su alrededor para encontrarse con su varita tirada a unos cuantos metros de su posición, justo a un lado de aquella misteriosa tarjeta...

¿Como había llegado allí? Estaba claro que no podría aparecerse en algún lugar lejano para escapar de esa prisión e incluso si lo intentaba, prontó se daría cuenta que estaba bloqueado este hechizo por alguna especie de campo de fuerza, aquel lugar estaba hecho de pesadillas y un escandalo por parte del ministerio de mágia que seguía aun si revelar la verdadera razón por la cual abandonaron esa terrible torre... Ahora tenía que escapar de allí pero ¿Comó? Aunque afortunadamente (O lamentablemente) parecía que había mas personas a su alrededor, despertando del mismo modo que el lo había hecho y posiblemente estarían igual de aturdidas.

El día había transcurrido como de costumbre para Michael, quién dentro de la gran biblioteca de Hogwarts, nunca podía encontrarse a si mismo aburrido ni mucho menos, en realidad era todo lo contrario pues durante el día no solo contaba con una infinidad de material de lectura, sino que también podía disfrutar de la juventud que los alumnos del colegio brindaban a casi todas horas durante los horarios establecidos. Era habitual para el hombre encontrarse a si mismo atacado casi en manada por los estudiantes mas ilustrados del colegio, aquellos que pasaban horas y horas dentro de aquella biblioteca. Pero por supuesto durante las noches podía reinar una profunda calma, asi como la oportunidad para Goldman de estudiar de una mejor forma todos los recursos que quisiera sin preocuparse de algun curiosillo que pudiera colarse en la sección prohibida.

Era precisamente esta zona en donde encontró, de forma sumamente cuidada para que solo un hombre como él pudiera darle alcance, una tarjeta brillantemente tallada en lo que parecía ser marmól negro, y tallada casi al milimetro con algún material muy semejante al oro, el oro mas puro y brillante que cualquiera pudiera encontrar... La magía que habían usado era de un nivel mas allá de lo excepcional, al igual que los materiales. Lamentablemente el dibujo allí tallado sobre la tarjeta no era precisamente bello...

Se trataba de la prisión de Azkaban, los detalles de esta estaban increiblemente tallados sobre el fino y delgado material, casi era un insulto que algo tan tenebroso estuviera sobre una técnica tan magistral. Esta tarjera sin embargo, no tardó mucho en revivir dentro de la mente del bibliotecario lo ocurrido hace mas de 20 años con el ministerio y el abandono de la prisión, algo que inclusó el habiendo trabajado en el ministerio desconocia completamente. ¿Quién había dejado aquella tarjeta? Lo mejor sería preguntarle al director del colegio en la mañana, de esa forma podrían encontrar alguna pista junto con los demás profesores.

Mar del Norte, Prisión de Azkaban

Pero la mañana llegó en forma de una extrema brisa que dejaría a cualquiera helado, no se encontraba en su cama ¿No? Aquella brisa era diferente... acompañada de gotas de agua tan heladas que casi podría jurar que se encontraba sobre algún glasciar, mas cuando abrió los ojos se encontró en penumbra. Su mente por supuesto estaba tratando de salir lo mas prontó posible de su estado de somnolencia para asi concentrarse en las alertas internas que saltaban como locas en esos precisos instantes, sabía donde se encontraba, parecía estar en lo mas alto de algo una especie de torre o fortaleza ¿Cierto?

Y de esta forma, pudo darse cuenta que se trataba de la propia prisión de Azkaban, alzandose terriblemente sobre él como si aquella tarjeta hubiera cobrado vida durante la noche. Michael conocía bien aquella prisión, había vivido lo suficiente para ver las dos epocas, el antes y el después del abandono de ese lugar, pero ¿Comó había llegado allí? Si prestaba atención, se podría dar cuenta que su vestimenta de diario estaba puesta en él, e incluso su varita se encontraba tirada a pocos metros de su posición junto a un libro totalmente desconocido... Parecía un viejo pero bien cuidado tomo de leyendas antiguas, escrito en parcel y hecho del mismo material que aquella tarjeta, la misma se encontraba en medio de las páginas de aquel libro.

Estaba claro que no podría aparecerse en algún lugar lejano para escapar de esa prisión e incluso si lo intentaba, prontó se daría cuenta que estaba bloqueado este hechizo por alguna especie de campo de fuerza, aquel lugar estaba hecho de pesadillas y un escandalo por parte del ministerio de mágia que seguía aun si revelar la verdadera razón por la cual abandonaron esa terrible torre... Ahora tenía que escapar de allí pero ¿Comó? Aunque afortunadamente (O lamentablemente) parecía que había mas personas a su alrededor, despertando del mismo modo que el lo había hecho y posiblemente estarían igual de aturdidas.

No suele haber día aburrido en la vida de Erick, y por supuesto áquel día no fue diferente para el hombre quién, además de haber tenido éxito en una de sus ya conocidas fiestas, el negocio seguía marchando viento en popa como ya era usual para él. Sin embargo no fue hasta ya pasada la noche, cuando se encontraba solo en su habitación que se dio cuenta de algo ciertamente... inusual, una pequeña y delgada tarjeta se encontraba sobre la almohada de su cama, parecía estar forjada magistralmente en marmól negro y tenía un tallado milimetrico con lo que parecía ser un material muy parecido al oro, el oro mas puro y brillante que él (Alguien tan conocedor en la materia) había visto jamás, estaba claro que quién dejó esa tarjeta allí había usado mágia impecable, pues incluso el grabado de oro expulsaba particulas brillantes del mismo material.

Lamentablemente lo que había tallado en la tarjeta era completamente contrario a la belleza de la misma; La prisión de Azkaban estaba tallada impecablemente allí, la podía reconocer sin  problemas y sin duda, este hecho causó que reviviera al menos por unos segundos todo lo que había pasado hace mas de 20 años. El anuncio del abandono de Azkaban no paso desapercibido ni siquiera por el sector empresarial del mundo mágico en el territorio britanico, ni mucho menos las cientos de teórias del porque el ministerio había hecho algo tan vil.

Maldición o bendición, lo cierto era que Bloomwand se encontraba un tanto agotado para ponerse a pensar muchor respecto al tema, y sin duda al día siguiente ya podría indagar mas con sus conocidos de lo que fuera que hubiera detrás de aquella extraña tarjeta, si es que su apretada agenda se lo permitía estaba claro... Era mejor dormir y esperar a que el nuevo día llegara ¿Cierto?

Mar del Norte, Prisión de Azkaban.

Y el siguiente día llego, pero no como el hombre lo esperaba, y es que de un momento a otro una brisa sin igual terminó despertandole de golpe. El viento que azotaba su cuerpo no solo era extremadamente frío sino que tambien venía acompañado de gotas de agua, tan heladas que la única explicación sería que se hubiera dormido sobre algún glasciar o algo por el estilo. Lo cierto era que al ir estando mas consciente de sus alrededores, un glasciar sería mucho mas deseable que el lugar en donde se encontraba en esos momentos...

Poco a poco, la prisión de Azkaban se fue alzando delante de él, parecía que estaba hasta el nivel mas alto dentro de aquella fortaleza a juzgar por el pequeño vértigo y aquella corriente que indicaba que no estaba bajo techo ¿Que estaba pasando? ¿Como había dado con un lugar tan tenebroso de la noche a la mañana? Prontó se dio cuenta que estaba vistiendo sus prendas normales, aquellas que usaba siempre para alguna fiesta o para salir a alguna reunión, y si prestaba la suficiente atención, podría encontrar su varita a pocos metros de su posición junto con uno de los calderos de segunda mano que solía vender como pan caliente... dentro de este mismo se encontraba aquella tarjeta que había visto la anterior noche.

Estaba claro que no podría aparecerse en algún lugar lejano para escapar de esa prisión e incluso si lo intentaba, prontó se daría cuenta que estaba bloqueado este hechizo por alguna especie de campo de fuerza, aquel lugar estaba hecho de pesadillas y un escandalo por parte del ministerio de mágia que seguía aun si revelar la verdadera razón por la cual abandonaron esa terrible torre... Ahora tenía que escapar de allí pero ¿Comó? Aunque afortunadamente (O lamentablemente) parecía que había mas personas a su alrededor, despertando del mismo modo que el lo había hecho y posiblemente estarían igual de aturdidas.

Los días para Brianna solían estar repletos de aventuras y situaciones muy fuera de lo normal para la gran mayoría de magos y brujas, trabajar en Gringotts por sí mismo ya sonaba lo suficientemente maravilloso, pero si a esto le añadías aquella profesión que ella desempeñaba dentro del banco mágico, lo podía hacer mil veces mejor.

La mujer se encontraba regresando a su hogar dentro del territorio británico después de haber dejado algunos de sus más recientes descubrimientos dentro de las bóvedas de Gringotts, con esto y una buena noche de sueño reparador podría continuar con sus deberes al siguiente día, sin embargo no tardo mucho después de haber llegado a su hogar, para encontrarse con una pequeña tarjeta justo sobre la cama de su habitación, la misma estaba hecha de una forma magistral en lo que parecía ser mármol negro, y casi al milímetro estaba tallada con lo que parecía ser un material muy parecido al oro, solo que esté mucho más brillante y puro que él que se podía encontrar en el propio Gringotts. Esto dejaba lo suficientemente claro qué quién fuera el que hubiera dejado aquella tarjeta allí, había empleado alguna especie de magia muy superior a la normal.

Desafortunadamente lo que había allí tallado no concordaba en lo absoluto con los maravillosos materiales qué se habían empleado en la fabricación de aquella tarjeta, Y es que se trataba de la prisión de Azkaban, la cual se encontraba detallada con una exactitud impresionante. Aunque Brianna nunca pudo llegar a conocer los tiempos dónde aquella tenebrosa prisión estuvo abierta, sí que aún existía mucha información respecto a la misma, la suficiente como para saber muy bien el escándalo que había sucedido entre está cárcel mágica y el Ministerio.

Pero ¿Porqué estaba esa tarjeta allí? Lo mejor era esperar al día siguiente para poder moverse entre sus contactos y encontrar al menos una pista qué le indicará quién había sido el mago o bruja responsable de dejar a aquella tarjeta en su hogar, después de todo ya bastante tarde y tenía que tomar esas horas de sueño lo mejor posible...

Mar del Norte, Prisión de Azkaban

Sin embargo, el siguiente día llegó y no de la forma que ella lo hubiera deseado, en lo absoluto... fue un fuerte viento el que logró despertarla de golpe, una brisa tan helada qué se podría asemejar a los territorios más helados del planeta. Por supuesto que este hecho no era el más preocupante para ella, si no el haberse despertado en una penumbra completa y aunque podía jurar que se había ido a dormir en su cómoda cama, en esos momentos despertaba rodeada de lo que parecían ser grandes bloques de concreto y por supuesto estando al aire libre ¿Que estaba pasando?

Poco a poco su mente fue saliendo de ese estado de somnolencia qué había querido al haber despertado tan repentinamente, dándose cuenta así del tenebroso lugar en el que se encontraba en esos precisos instantes, nada más y nada menos que la prisión de Azkaban en toda su gloria. Nunca la había visto en carne propia pero estaba claro que se encontraba en el nivel más alto dentro de aquella fortaleza, y por supuesto que ese pequeño sentimiento de incertidumbre, miedo y vértigo todo junto no tardo mucho en aparecer dentro de ella, en su intento de encontrar alguna respuesta ante las mil dudas que comenzaron a llegar tarde o temprano dentro de su cabeza.

De igual forma se pudo dar cuenta, qué estaba completamente vestida con uno de sus atuendos más comunes cuando salía de expedición fuera del territorio británico. Como si alguien le hubiera hecho el favor de dejarla vestida antes de que despertara en ese horrible lugar, asimismo pudo darse cuenta que su varita estaba a muy pocos metros de su posición junto a un tomo bastante grueso de lo que parecía ser una enciclopedia de artefactos mágicos, una que nunca había visto en su vida y que parece tener una antigüedad impresionante, dentro de este libro se encontraba aquella tarjeta forjada en mármol negro que había visto en su hogar.

¿Que estaba pasando? Estaba claro que no podía aparecerse en algún lugar lejano para escapar de esa prisión e incluso si lo intentaba, prontó se daría cuenta que estaba bloqueado este hechizo por alguna especie de campo de fuerza, aquel lugar estaba hecho de pesadillas y un escandalo por parte del ministerio de mágia que seguía aun si revelar la verdadera razón por la cual abandonaron esa terrible torre... Ahora tenía que escapar de allí pero ¿Comó? Aunque afortunadamente (O lamentablemente) parecía que había mas personas a su alrededor, despertando del mismo modo que el lo había hecho y posiblemente estarían igual de aturdidas.

Un fuerte y helado viento la despertó bruscamente. Siempre había sido una persona muy friolenta a la que las bajas temperaturas le afectaban fácilmente, así que estaba bastante aturdida por el brusco despertar. Se sentó de golpe al sentir la negrura cubrirla también y comenzó a mirar alrededor, pensando por un momento que aún estaba soñando.

Respiró profundo para intentar ubicarse y despertarse si aún era un sueño, uno muy vivido, pero no fue así, luego de pellizcarse y sentir el dolor, se dio cuenta que estaba muy despierta. Se levantó de golpe, sintiéndose levemente mareada por unos segundos ante esto, para luego comenzar a mirar alrededor, intentando que el pánico no la llenara, ella se había ido a dormir en su casa ¿Qué rayos estaba pasando?

Miró su cuerpo notando que tenía puesto uno de sus atuendos cómodos de trabajo, algo que por supuesto, no tenía puesto antes de dormir, luego su mirada fue al suelo, notando su varita, que corrió a recoger, algo que la calmó un poco más al sentir su magia en la misma y sentirse más protegida ahora. Antes de volver a mirar alrededor e intentar buscar una salida de allí, notó de reojo un libro en el suelo. Al observar bien al lugar, notó que era un tomo que parecía muy viejo. Se agachó a recogerlo, notando que pesaba mucho, tenía un aspecto muy viejo y parecía una enciclopedia, según el título de artefactos mágicos. Su lado más curioso, la Ravenclaw en ella se emocionó por un momento queriendo revisarlo de inmediato, por lo que impulsivamente lo abrió, notando que en la primera hoja estaba la tarjeta de la noche anterior.

Esto la hizo hacer clic en su cabeza y un pavor la llenó de repente. Miró de nuevo por la habitación, viendo alrededor, notó altos muros negros alrededor, un cielo sin estrellas o luna y el sonido de olas chocar fuertemente contra paredes de piedra. ¿Estaba en Azkaban? ¿Cómo había llegado allí? ¿La tarjeta era la culpable?

Otro sonido la sobresaltó de repente, movió su varita hacia el mismo y pensó en el hechizo lumos haciendo los movimientos mientras la luz aparecía en su varita e iluminaba el lugar, dejándole ver que no estaba sola, habían más personas con ella allí.

Erick se ajustó la túnica. Qué frío que hacía allí. ¿Qué había pasado? ¿Había benido de más en la fiesta? No podía ser, el era más o menos medido en esas cosas. ¿Alguien le estaba gastando una broma?

Pero al ver la tarjeta dentro del caldero recordó que supuestamente debía estar durmiendo en su casa. ¿Sería verdad lo que estaba viviendo? ¿Habían reabierto Azkabán y él era de los primeros huéspedes?

Luego de recoger el caldero y la varita miró alrededor para ver quiénes eran los que estaban allí. Algo de compañía sería bueno, incluso las peores desventuras se pasan mejor si hay con quién compartirlas. Una niña platinada, un joven con aspecto demasiado formal y Tiberius.

—¡Tiberius! Por fin Tiberius.—Erick corrió a abrazarlo.—Viniste a sacarme de aquí. Gracias. Diles... diles que lo de las alfombras ya está resuelto. Que si hace falta que las devuelva todas lo haré. Pero no quiero estar un segundo más aquí. Han sido los peores... ¿Cuánto hace que estoy aquí?

Luego de soltar a Tiberius dejó la tarjeta en el bolsillo de su túnica y dijo "Acuamenti" apuntando al caldero y luego otro encantamiento para calentar el agua. Bebió un trago y luego le ofreció a Tiberius.

—Toma, es sólo agua caliente, pero hace frío y cualquier cosa viene bien.

El sonido de las olas y un escalofrío le sacó de su sueño inquieto, y se incorporó de golpe. Tiberius tardó un momento en darse cuenta de que algo raro pasaba. Incluso dudó de si estaría teniendo alguna clase de pesadilla... pero aquella humedad y aquél frío eran demasiado reales.

—¿Pero qué dem...?

Miró alrededor, confundido y cada vez más alarmado. Aquello no era su casa, y desde luego no recordaba haberse vestido ni haber ido a ningún lugar como ese. Pero antes de que pudiera pensar nada más, alguien se abalanzó sobre él. Sobresaltado, Tiberius intentó apartarse pero no lo consiguió. A duras penas pudo reconocer a Erick Bloomwand en la mortecina luz que les rodeaba.

—¿Erick...? —preguntó, cada vez más confundido—. ¿Qué...? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde estamos?

Miró otra vez alrededor, y se dio cuenta entonces de que había dos personas más allí aparte de él y su cliente habitual. Entonces reparó en su varita, y se apresuró a recogerla. 

—¿Qué te saque de aquí? —repitió mirando a Erick, mientras este le ofrecía un trago de agua caliente—. No me digas que...

Al lado de su varita había un pequeño rectángulo oscuro que reconoció al instante. Lo tomó con dedos temblorosos. En la tarjeta, la silueta de la prisión de Azkaban era perfectamente reconocible. Un escalofrío recorrió a Tiberius de la cabeza a los pies.

—Oh, Dios... No es posible...

Michael se sorprendió de notar que, al despertar, no se encontraba en su cama, sino en un lugar bastante diferente, y aquella brisa... No, definitivamente no encajaba con lo que alguien esperaría en Hogwarts. El frío parecía más propio de un lugar helado, como un glaciar, y la oscuridad era prácticamente total.

El bibliotecario no había tardado en darse cuenta de que debía encontrarse en la prisión de Azkaban o, como mínimo, dentro de una réplica de Azkaban bastante conseguida, dado que sabía con seguridad que la prisión había sido clausurada dos décadas atrás. Fuera como fuera, Michael estaba convencido de que alguien debía haberle secuestrado y llevado hasta allá, puesto que no había hecho nada como para que le encarcelaran. ¿O sí? ¿Y si había sido juzgado por algún delito y más tarde un obliviador le había borrado los recuerdos, sin que pudiese saber cómo había terminado en Azkaban?

Michael se dispuso a recoger su varita y cargó entre sus manos con el viejo libro que había encontrado, mientras otra idea se le pasaba ahora por su imaginativa mente. ¿Y si había sido ese libro lo que le había llevado hasta allí? Sabía bien que en Azkaban no había forma alguna de aparecerse, por lo que no lo intentó. No obstante, lo más sorprendente fue notar que no estaba solo, sino que había despertado junto a un grupo de personas que parecían tan confundidas como él. El bibliotecario notó que dos de los sujetos junto a los que se había despertado se conocían entre. Michael se guardó la tarjeta en el bolsillo mientras obervaba que al menos dos de sus compañeros de encierro también tenían una tarjeta igual entre sus manos. El tipo de tarjeta, dado que en ella se veía la efigie de la prisión de Azkaban.

-¿Vosotros también encontrasteis una tarjeta como esa ayer? -les preguntó el bibliotecario, aunque por lo que estaba viendo, la respuesta resultaba más que evidente-. Sean lo que sean, diría que alguien utilizó esas tarjetas para traernos aquí...

Todos los que se encontraban en esos momentos en lo que era el techo de la prisión, ya se habían dado cuenta del lugar en el que se encontraban y aunque la gran mayoría se desconocía entre ellos, todos tenían aparentemente una cosa en común; aquella tarjeta tan maravillosa y a la vez tan tenebrosa, esa que levantaba muchas dudas y que de cierta manera podría ser el motivo principal del porque habían llegado a ese lugar. ¿Tenía algún significado oculto que no habían descubierto aun? O tal vez era tan solo un sucio truco para capturar a pobres almas, cualquier día extraña que llegaran a tener en esos momentos se desmoronaba por un simple y muy sencillo motivo, se suponía que aquella prisión había quedado en desuso y completamente abandonada hace dos décadas, entonces no tenía sentido Qué usar magia están avanzadas como para llevarles allí ¿Cierto?

Pero antes de que pudieran pensar en cualquier otra cosa las tarjetas de todos los que estaban allí se comenzaron a iluminar de repente, alertando a todos por igual. La prisión de Azkaban qué se encontraba grabada en cada una de estas estaba comenzando aumentar el brillo dorado, lanzando partículas por todos lados y poco a poco comenzando a conectarlas entre las cuatro tarjetas. No sabían realmente qué es lo que estaba sucediendo pero parecía como si quisieran darles a entender que tenían que acercarse entre ellos ¿O tal vez juntar aquellas tarjetas?

Por supuesto ninguno sabía realmente qué pasaría si hacían caso a estos instintos que habían surgido de repente, esto sin contar qué de no ser por el hechizo qué había conjurado Brianna, todos se encontrarían en esos momentos en completa oscuridad pues pese a que estaban en el exterior y hasta lo más alto de aquella fortaleza, las nubes que había a lo largo de toda esa zona daban el efecto de una oscuridad profunda, dejándolos solamente con el sonido seco de las olas golpeando aquella isla en la que se encontraba Azkaban. Tenían que empezar a moverse por aquella área con el fin de saber qué es lo que estaba sucediendo, pues Incluso el caldero que había sido calentado por la propia magia de Erick comenzaba nuevamente a helarse a causa del clima tan extremo.

¿Tenían todos los alli presentes algo mas en común? Todo aquello se veía bastante bien planeado después de todo, por el momento lo único que podían hacer era ver qué sucedería con esas tarjetas que cada uno tenía en su posesión y tratar de encontrar alguna forma de moverse o buscar alguna clase de ayuda, eso y conocer a sus compañeros de desventuras evidentemente, pues sin ninguna pista que pudiera orientarles, en esos momentos contaban los unos con los otros.

¿Todos tenían tarjetas iguales, que ahora intentaban conectarse? Esto parecía empeorar. Sacó la suya del bolsillo y la sostuvo firmemente. Dejó el caldero en el suelo para poder manipular cómodamente la varita con la otra mano. "Lumos" dijo y la varita iluminó suficiente para ver si había algo escrito además de aquella imágen de la prision que estaba haciendo algún hechizo por sí misma.

Luego, miró alrededor, buscando algún refugio que los protegiera de tanto frío.

Habían tres hombres más, al parecer dos se conocían y comenzaron a hablar entre ellos casi ignorándola a ella y al otro hombre, siguió mirando alrededor tratando de entender que estaba sucediendo, cuando la tarjeta que estaba guardada en el libro comenzó a brillar, uniéndose de manera extraña con las luces que salían de los otros hombres, que parecían tener también las mismas tarjetas.

—¿Una especie de traslador con tiempo o algo así? — respondió al hombre que habló en general, aunque había visto estos, se suponía que debías estar tocándolo para que te moviera entonces ¿Algún otro tipo de magia?

Alzó entonces la varita nuevamente, moviéndose un poco alrededor para ver si encontraba algo más, pero decidió abrir de todo el libro, con la tarjeta brillando, aún sin saber si acercarse a unirlas con los otros tres, para ver si en el libro había algo más. Lo abrió, movió la tarjeta con cuidado y con la luz de su varita en alto, comenzó a hojear el tomo antiguo con delicadeza, el miedo de la situación evitando que se emocionara y se perdiera en el conocimiento en sus manos, como solía hacer.

El hecho de estar en aquél lugar maldito bastaba para hacer que el cuerpo de Tiberius se estremeciese mucho más que por el frío y la oscuridad que les rodeaba. Azkaban. Sólo el nombre evocaba pesadillas, y ahora se encontraba allí. Trató de dominarse, tenía que haber una explicación. Y en cualquier caso, debían buscar la manera de salir de ese sitio lo antes posible.

Sólo conocía a Erick, las otras dos personas junto a las que había despertado y que estaban también en posesión de una de aquellas tarjetas le eran completamente desconocidas. Pero de algún modo, algo les había llevado allí a ellos y no a otros, y Tiberius dudaba mucho de que hubieran sido escogidos de manera casual.

—¿Alguien tiene alguna idea de por qué estamos aquí? —preguntó, tratando de que su voz sonase lo más calmada posible—. Soy Tiberius, por cierto... Tiberius Carragher.

Miró de nuevo a su alrededor mientras hablaba, tratando de distinguir algún detalle más en el lugar que les rodeaba.

Michael se mostró sorprendido de que las tarjetas parecieran querer unirse entre sí. Había algo extraño en todo aquello y algo le decía que no era ninguna casualidad que fuesen cuatro en vez de cinco. Cuatro eran los lados que formaban un rectángulo...

-Dejemos que las tarjetas se unan -sugirió Michael, esperando que aquello pudiese serles de ayuda-. Tal vez eso arroje algo de luz al respecto. Soy Michael Goldman, bibliotecario de Hogwarts -Hizo un gesto de mano, haciendo como si se quitara un sombrero invisible de la cabeza-. A su servicio, señores y señorita...

Michael tomó el viejo libro que tenía junto a él y comenzó a observarlo con detenimiento, intentando determinar qué tipo de libro era o si podía ser la causa de haber terminado allí. Notó que la mujer de cabellos rubios también tenía un tomo entre manos. Era de lo más curioso. ¿Por qué ellos tenían tomos pero los otros dos hombres no?

-¿A qué te dedicas? -le preguntó a Brianna, mirándola con intriga-. ¿Sueles manejar libros antiguos en tu trabajo? -quiso saber, viendo que podía ser un nexo por el que empezar a indagar cómo habían terminado en Azkaban.

Erick fue incapaz de encontrar algún tipo de escrito en aquella tarjeta, más allá de la imagen grabada de la prisión en la que se encontraba en esos momentos, no parecía haber nada más. En cuanto el hombre regreso su vista a los alrededores de aquella zona en la que se encontraba, logro observar (Gracias al encantamiento qué tanto el como la mujer del grupo habían realizado con sus varitas) que existía una pequeña entrada a lo que podría ser él interior de la prisión de Azkaban en una de las esquinas de aquella torre. Considerando que el desafortunado grupo con el que se había despertado se encontraba en el techo de aquella horripilante cárcel, lo más lógico era pensar que aquella entrada servía como forma de descenso hacia lo que en algún momento fue un lugar de pesadillas y horrores inimaginables para los reclusos de ese lugar.

Sí bien no cualquier persona se te vería adentrarse dentro de aquel lugar, en esos momentos parecía ser la única manera de escapar del extremo clima que estaba cayendo sobre de ellos ¿Sería buena idea ir hacía allí? No era como si tuvieran alguna otra opción después de todo, además que el tramo que tenían que recorrer para llegar a esa entrada no parecía ser corto pues aquella construcción tenía unas dimensiones impresionantes.

Tiberius no tuvo problemas en lograr observar a su alrededor, gracias a que su amigo Erick y aquella otra mujer que estaba en la misma situación que él habían lanzado el encantamiento "Lumos" para que con esto todos tuvieran al menos un rango lo suficientemente estable de visión entre toda aquella oscuridad que había debido al clima que caía sobre aquella isla. Lo primero que puedo enfocar, fue que parecía haber una entrada a lo que sería el interior de Azkaban, una que por supuesto desconocía completamente pese a haber estado en ese lugar en más de una ocasión antes de que el lugar fuera abandonado, algo totalmente lógico pues nunca había llegado hasta el techo de esa horrorosa construcción. Seguramente para cualquier otra persona adentrarse en ese lugar no era la opción más viable, sin embargo no había otra opción que tuvieran en manos pues era eso o caer congelados.

Sí querían avanzar hasta aquella entrada tendrían que hacerlo lo antes posibble, debido a que parecía que el tramo que tenían que recorrer no era corto y es que aquella construcción tenía unas dimensiones y proporciones impresionantes. Adicional a esto la hábil mirada de Tiberius pronto se detuvo en el cielo cerrado qué había sobre de él y el resto de personas que le acompañaban, causando que sus alertas se encendieran enseguida y por una buena razón...

No todos los magos y brujas de la actualidad podían presumir de haber visto un dementor en carne propia, sin embargo él asistente legal qué se encontraba allí era una situación aparte, conocía y temía a estás horribles criaturas, conociendo lo que podían llegar a hacerle a las personas gracias a las innumerables experiencias que había escuchado tanto de sus clientes como de aquellos que llegaron a cumplir su condena y salir vivos para contarlo. Por lo que en esos momentos estaba seguro que aquellas criaturas que se estaban comenzando a conglomerar sobre el cielo, eran nada más ni nada menos que los tenebrosos dementores... ¿Habrían comenzado a rodearles desde antes que despertaran? O tal vez apenas estaban sintiendo la presencia de nuevas presas, queriendo utilizarles para alimentarse de ellos, cada vez está más claro lo que tenían que hacer y sin duda lo más rápido posible, o de lo contrario quién sabe qué podría suceder.

Aunque a juzgar por sus demás compañeros, era el único que estaba consciente de este peligro.

Brianna término abriendo el libro que tenía en su poder, esperando que en el pudiera encontrar alguna información valiosa o al menos algo que pudiera servir de orientación para ella y el resto de personas que habían despertado en la misma lamentable situación que ella. Para su propio interés y fascinación aquel tomo tan pesado que tenía entre manos parecía tener un origen bastante antiguo y repleto de artefactos junto con sus descripciones que nunca antes había visto, especialmente parecía estar más enfocado a contener y detallar objetos oscuros, esto por sí mismo causó qué sus alarmas saltaran de golpe; ni siquiera la sección prohibida de Hogwarts podría tener en su interior algo tan tenebroso, y si bien gracias a su profesión se había encontrado toda clase de objetos antiguos, ninguno lograba asemejarse a este tomo y su contenido.

Artefactos tenebrosos y sus origenes

Una recopilación de Lord Badak

El mundo mágico que nos rodea se ha encargado por generaciones de salvaguardar y preservar la luz, condenado de esta manera nuestro conocimiento ante la magia oscura y tenebrosa que coexiste con nosotros en nuestro día a día... ¿Porque es asi? Yo, Lord Badak creé este libro con la única finalidad de recopilar y detallar aquellos artefactos tenebrosos qué fueron escondidos y perdidos con el paso de los años, creo firmemente qué el conocimiento de aquello qué está prohibido y qué causó tanto dolor no debe ser ocultado, a fin de que podamos estar conscientes de no repetir los errores que alguna vez trajeron desgracias.

 Yo mismo me aventure a encontrar y preservar muchos de estos artefactos, con el fin de poder estudiarlos de una mejor manera sin embargo muchos de los que aquí están detallados han sido perdidos y sepultados seguramente para siempre, por lo que en mi limitado conocimiento y junto a mis colaboradores anónimos, intentaré al menos detallar todos estos de la mejor manera posible para que puedan ser entendidos por todos aquellos que lleguen a leer este tomo.

Si estás leyendo esto, quiere decir que el trabajo de mi vida salió a la luz por fin, o tal vez tengas la necesidad de tenerlo e tus manos, ruego para qué puedas entender qué no existe luz sin oscuridad... y si alguna vez estas perdido/a en esta última, no dudes en buscarme.

Firma: Lord Badak

El libro se encontraba firmado por el propio autor que Brianna acababa de leer. Dando de esta manera a entender que aquel tomo pertenecía a una persona física en vez de alguna editorial, estaba claro que esta era la principal razón por la que ella no podía reconocerlo ¿Quién sabe cuantas copias pudieron haber de este tomo? Lo que estaba claro era que había terminado en sus manos por alguna razón en específico, la nueva pregunta era claramente él porque...

La mujer no tardo mucho en ver como aquel libro parecía comenzar a actuar por sí mismo, moviendo sus páginas de un lado a otro y sin dejarle buscar por sí misma todo su contenido, estoy principio fue extraño pero pronto se daría cuenta qué tal vez todo tenía un propósito de ser...

El libro se detuvo justo en una sección que rápidamente pudo distinguir no porque conociera el artefacto qué había aparecido delante de ella, sino porque era uno que tenían todos los allí presentes en su posesión; se trataba de aquella tarjeta forjada en mármol negro, una qué tenía una clara diferencia y es que no contenía el símbolo de la prisión de Azkaban en la imagen rústica que aparecía en el tomo, dándole así a entender que aquella grabación tan dorada como el oro se trataba de alguna variación.

Runa de Ekrizdis (Siglo XV)

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La runa de Ekrizdiz fue un artefacto mágico utilizado para fines oscuros y que no se tiene mucha constancia de estos, el material empleado para la fabricación de estas runas se cree qué es una especie de mármol originaria del Mar del Norte, imbuida con magia antigua y que se considera perdida en la actualidad; muchos magos y brujas de diferentes épocas trataron innumerables veces de reproducir sin éxito la manipulación del mármol para obtener esta poderosa runa, sin embargo se cree que la sabiduría para crearla murió junto con su creador, enterrando asi un horrible mal para siempre.

Yo encontré-

Para mala suerte de Brianna, la sección perteneciente a aquella runa se encontraba incompleta, los comentarios del autor específicamente eran los que se encontraban en un idioma ilegible para ella, parecía ser una combinación de antiguos dialectos mágicos que, estando juntos de esa manera, formaban lo que parecía ser más un encantamiento para proteger la información qué el idioma del propio autor, pues podía estar completamente convencida que no había ser mágico en el mundo que pudiera leer ese contenido ¿Que había encontrado Lord Badak tan importante que tenía que estar oculto? Por el momento podía saber un poco tan solo el origen de aquellas tarjetas que todos tenían en esos instantes consigo. Sin embargo la razón de estás y la mágia que contenían era aun desconocido.

Michael no tardo mucho en decifrar el contenido de aquel libro, tan antiguo qué podía estar convencido en su totalidad que aquella era la única copia que existía en el mundo mágico, y por otro lado tan tenebroso que incluso tenía que leer parsel para poder entender lo que decia. Ni siquiera dentro de la sección prohibida en Hogwarts había algo de tal calibre y aunque podía sentirse bendecido por tener algo tan antiguo y tan interesante entre sus manos, en esos momentos lo único que podía pensar era que se trataba de algo oscuro tanto en su origen como en su contenido, más aún porque había aparecido justo cuando estaba pasando por aquella situación de encontrarse en Azkaban ¿Acaso estaba relacionado este libro con todo lo que estaba sucediendo?

Leyendis Magis Oscuris

Escrito por el Arlequín Feliz

"Si leyendo estas
Algo seguro querrás

Que podra ser
Solo debes leer

El Arlequín soy
Y este libro te doy"

La introducción estaba claro que se trataba de una adivinanza o tal vez una rima, algo que se podía encontrar bastante en libros destinados a los magos y brujas más pequeños. Especialmente en historias pequeñas y cortas para ilustrar cuentos o leyendas típicas para niños. El nombre del autor parecía ser también bastante infantil, aunque estaba claro qué el Arlequín feliz tenía un conocimiento bastante importante, y posiblemente tenía experiencia con la magia oscura pues se sabía bastante bien en la comunidad mágica que aquellos que hablaban pársel eran más propensos a dejarse llevar por la mágia tenebrosa.

Sin embargo aún no estaba claro él porque tenía ese libro en estas circunstancias, algo que tan pronto comenzó a hojear quedó resuelto casi en su totalidad... a pesar del tamaño y el número de hojas que tenía aquel libro, pronto Michael se daría cuenta que esté se encontraba totalmente en blanco, dejando aquella introducción extraña como el único contenido que había. Sin embargo su mirada pronto se quedó clavada en una de las páginas, la cual empezó a reaccionar tan pronto fue abierta.

La leyenda de Ekrizdiz...

 

Corre corre pobre marinero, corre corre
Huye huye, a tus tierras muggles, huye huye
Antes que sea tarde, antes que sea tarde

En el Mar del Norte no debes caer
Porque si lo haces, él te va a romper
En el Mar del Norte, no debes caer
O de lo contrarió, no puedes volver.

Corre corre pobre marinero
Huye huye, a tus tierras muggles.

En aquella isla no debes parar
O de esa horrible torre nunca escaparas
En aquella isla no debes parar
No sea que tu vida deje de importar

Aquellas letras fueron apareciendo frente a los ojos del hombre poco a poco y a un ritmo lento pero constante, casi como si estuviera diseñado para que la persona que lo leyera pudiera hacerlo cantando. Sin embargo pronto término deteniéndose el ritmo que llevaba, dejando de esta manera aquella leyenda inconclusa o al menos eso parecía, pues hasta la parte inferior más baja de aquella página aparecieron tres puntos suspensivos, como si estos indicarán que había más por descubrir.

¿Acaso se debían cumplir ciertas condiciones para seguir revelando aquella leyenda? Estaba claro que la leyenda contaba algo bastante horrible respecto al Mar del Norte, lugar en donde él y las demás personas con las que se ve levantado estaban en esos instantes, después de todo no era ningún secreto que Azkaban estaba construido en la única Isla que había dentro de ese mar. ¿Que podía ser todo eso? Sea como fuera parecía que aquél libro era lo suficientemente importante como para desecharlo.

A pesar de que el bibliotecario de Hogwarts había sugerido que todos dejarán que aquellas tarjetas se juntarán entre sí para ver qué es lo qué sucedía. La realidad fue que estás no dejaron que estos fueran los que decidieran si hacerlo o no, pues de un momento a otro aquellas partículas doradas terminaron por unirse entre sí, comenzando a materializarse en un fuerte lazo dorado qué causó qué las cuatro tarjetas quedaron unidas entre sí por un breve periodo de tiempo, el suficiente para crear una réplica exacta de la prisión en la que se encontraban, a una escala mucho menor por supuesto pero que dejaba a la vista lo enorme y alta que era. El brillo dorado y las partículas que desprendía está construcción en miniatura, poco a poco fueron formando cuatro pequeños círculos que brillaron con intensidad en lo más alto de la torre ¿Acaso estaban viendo su propia posición dentro de aquella contrucción? Parecía un holograma como dirían los muggles.

De igual manera las partículas comenzaron a formar otro círculo bastante brillante en lo más bajo de la torre, cómo si esto indicará la localización de la salida, de esta manera parecía que las propias tarjetas les estaban mostrando el enorme y largo camino que tenían que recorrer si es que querían salir de aquella prisión. Pero ¿Con que fin? Estaba claro que no se encontraban como reclusos, y aquellas tarjetas imbuidas en una poderosa magia dejaban a la vista que alguien o algo debía estar detrás de todo esto, alguién con una capacidad impresionante...

Después de todo, alguien lo suficientemente experimentado había creado esas maravillosas y expertamente bien forjadas tarjetas, las cuales poco a poco fueron separándose para así regresar a cada uno de sus dueños, haciendo con esto qué los brillos dorados fueran desvaneciéndose poco a poco en el aire. Parecía que por el momento lo único que podían hacer era confiar en lo que habían visto, y tal vez dentro de la prisión podrían encontrar más pistas o algo que les indicará qué es lo que estaba sucediendo, sin embargo aún prevalecía el sentimiento de miedo e incertidumbre de estar en un lugar tan tenebroso y sin ninguna explicación al respecto.

Erick empezó a correr hacia la entrada, pero apenas se alejó tres pasos y se detuvo para mirar al resto.

—Vengan, entremos. Michael, Tiberius, y ..., y tú también. Vengan, no pretenderán quedarse aquí tomando frío.

—Brianna Hughes — se presentó finalmente cuando vio que el resto lo hizo, aunque estaba por un momento más interesada en el libro y en lo que estaba encontrando en el. El viejo tomo en sus manos decidió moverse por su cuenta dejando ver una página en específico y algo de información incompleta. Suspiró un poco frustrada cuando no pudo entender el resto del dialecto del libro, pero esperaba que pudiera encontrar más pistas en otro momento.

Las tarjetas decidieron terminar de actuar por sí mismas y observó la especie de mapa de la enorme estructura antes de volver a tomar el pedazo de mármol. Lo comparó con la información del libro, una pequeña teoría sobre ello formándose en su mente, pero sin saber exactamente como habían terminado allí, no servía de nada saber de qué estaban hechas las tarjetas. —Según este libro, esta figura es una runa muy antigua y muy oscura, por lo que algo tiene que ver en que estemos aquí, pero no me da mucha más información sobre cómo pudimos obtenerla — compartió un poco de lo que sabía, hasta que tuviera una idea mayor, no quería dar más información para no confundir al resto.

—Soy rompemaldiciones, solemos encontrar libros antiguos y raros junto a los artefactos antiguos, también suelo manejar este tipo de libros por la información que tienen dentro para saber sobre dichos artefactos — le comentó a ¿Michael? cuando preguntó —¿Y tú?

Luego miró al otro par, asintiendo al de la capa —Si, supongo que tenemos que ir moviéndonos. — suspiró un poco —¿Ustedes se dedican a algo relacionado con magia antigua o oscura? — preguntó en general, intentando atar cabos o algo por el estilo.