Partida Rol por web

6 de enero, 2018

Luna nueva

Segunda noche del Sol de la Medianoche

Alrededor de las 23: 00hs

La Cherokee traqueteaba por el camino, casi ritmicamente. Al estar tan cerca del polo norte, las noches y dias de Erebo duraban meses. En este caso, en un crudo invierno, meses de oscuridad. Apenas podia recordar cuando vio una noche tan cerrada. Aun con los faros altos de led encendidos, apenas podia verse mas alla de unos cuantos metros delante de la camioneta.
Al lado de Aveline, conduciendo, iba el viejo amigo de su padre, refunfuñando. La chica le habia contado el porque de su regreso a Erebo, y el por supuesto ofrecio su ayuda de inmediato. Ella le pidio que la acompañara al encuentro... Un trecho, al menos.

Unos dias despues de llegar al pueblo con el nuevo año, un mensaje de un numero desconocido habia enviado instrucciones. Debia verla a las once de la noche en el estacionamiento cerca del aeropuerto, que estaria vacio. Debia ser puntual e ir sola, de lo contrario no compartiria la informacion que tenia acerca de su hermano.

Su hermano... Nunca lo habia visto siquiera, pero que otra cosa podia hacer sino buscarlo? Era la unica familia que le quedaba. Su madre muerta, su padre... Bueno, su padre... Era dificil pensar en aquello. Casi tan dificil como pensar en aquella arpia que tenia por tia.

-Ya se que dice el mensaje, pero no puedo dejarte sola se quejo Merrick por quinta vez en la noche, interrumpiendo sus pensamientos Es una locura, Ava.

La camioneta se detuvo: Habian llegado. A su lado, aquel tio postizo la miro expectante, deseando fervorosamente que la dejara acompañarla. Hasta donde el sabia, ella era lo unico que quedaba en el mundo del hombre que habia sido su mejor amigo. La conocio de pequeña, la queria como a una hija. Y ahora, la dejaria sola en la noche, para encontrarse con supuestos secuestradores con carga de conciencia.

Suspiré de nuevo: nada de esto parecía fácil, ni se veía como una buena idea. Usualmente me gusta la noche: es un ambiente mágico, donde todo brilla más. Aquí, en Alaska, por una razón es inquietante. El trayecto en la Cherokee fue más sombrío al no poder ver un paisaje con el cual distraerme. El vuelo mismo fue demasiado oscuro y gris, y lo pasé temblando en mi asiento con los ojos apretados para atenuar las náuseas.

Al bajar, solo creció mi ansiedad. Cuando Merrick me recibió y me abrazó ya no pude más. Había pasado dos meses tratando de ser fuerte, de resistir a la muerte de Fred y la ansiedad de descubrir aquella carta.

Me quebré: lloré sin control, como no lo había hecho desde el funeral. Tuve que contarle todo.

Hoy, estoy en esta Cherokee, mordiéndome el labio inferior y mirando a la oscuridad. Aprieto entre mis manos la nota. No sé nada sobre mi hermano. Sea quien sea que me mandó la nota, supo como contactarme. Estaba hablando con mi tío, en su despacho. Al ver el mensaje tuve que sostenerme en el escritorio.

Mi primer temor fue que se tratara de un sucio juego de Karime, pero incluso si era así tenía que hacer esto. Siempre estuve convencida de que ella sabía más de lo que dijo, y que podía estar involucrada en lo que pasó. No necesito cerrar los ojos para recordar lo que leí y sentí esa noche bajo ese árbol, leyendo el expediente. Ella enterró a mi padre, perfectamente podía ser capáz de esto.

Sentí un nudo en la garganta, y sin saberlo estaba apretando la mano de Merrick con fuerza. No dejo de pensar en si lo dejaron vivir, si fue Karime, si lo hizo para hacerlo uno de sus matones o algo peor...

Al llegar, me pide que me deje acompañarme. Niego con la cabeza. Quiero pedirle que venga conmigo, pero gana el miedo a que si me vean con él, el secuestrador huya y pierda esta última esperanza. Si es una trampa, además, no quiero arrastrarlo conmigo. Lo abracé, atesorando este momento.

¡Cuan sola me sentí antes de venir aquí!

Ahora, por lo menos sabía que alguien me cuidaba la espalda. Las cargas que llevo años cargando podían sentirse un poco más livianas. ¡Y cuanta falta me hizo en estas horribles semanas! Apreté los ojos para buscar sosiego y no llorar. No era tiempo de las lágrimas, sino de las acciones.

- Si en quince minutos no he vuelto, llama a la policía. - le dije, sonriendo un poco, más que nada para calmarlo aunque mi propio estómago dolía.

Me obligo a separarme de él, y abro rápidamente la puerta.

-Espera! dijo su acompañante antes de que lograra bajar. Se estiro en direccion a la guantera que ella tenia delante, y la abrio. Le tendio el contenido antes de que pudiera bajarse: Un taser y un spray de pimienta que parecia de grado militar Ten mucho cuidado Ava, te lo ruego.

Merrick frunce los labios con preocupacion mientras la ve bajar, pero asiente con una expresion llena de remordimiento. Apenas Aveline baja de la camioneta, la vuelve a poner en marcha y tras echarle una ultima mirada consternada, se aleja conduciendo de alli hasta una distancia segura, como indicaba el mensaje con instrucciones.

El estacionamiento al aire libre era remarcablemente oscuro, aun con las lamparas de led que se intercalaban en el lote. A la distancia podia verse el aeropuerto, que brillaba en la noche como un faro. Pero fuera de eso, parecia cuestion de tiempo antes que la naturaleza reclamara aquel lugar.

Justo cuando el reloj de Ava marco las once, escucho unos pasos tras ella. A la distancia, una figura menuda envuelta en un grueso tapado abrigado se acercaba caminando con premura. Se detuvo a unos pasos de la muchacha antes de hablarle.

-Aveline Rmanova? pregunto simplemente una voz femenina mientras se quitaba un pesado sombrero abrigado. Era una mujer en sus tardios cincuenta, con cara de preocupacion.

Me guardé el taser en mi bolsillo derecho y el spray de pimienta en el interno, bajo la solapa de la chamarra. Me dolió ver cómo me miraba. Ojalá pudiera decirle algo más que lo calmara, pese a que estaba muerta de miedo. Lo vi alejarse, sin poder moverme.

Quedaban unos minutos para las once.

Tengo frío. Aunque llevara una gruesa chamarra de estilo cazadora, mis jeans no eran lo suficientemente gruesos y bajo las botas sentía los dedos entumecidos. Me abracé a mí misma, mirando nerviosa a todas partes.

Estaba oscuro. Demasiado. Podía ver las luces de led y el aeropuerto, pero estaban tan distantes que solo me ocasionaron más escalofríos. Pero había algo más fuerte que el miedo a lo que me pudieran hacer: que no supiera nada de mi hermano. Con todo y mi miedo, estaba decidida a permanecer aquí. Miré nerviosamente mi reloj, y luego me froté los brazos. Volví a mirar, y me crucé ahora de brazos, con fuerza contra mi pecho, tratando de mantener algo de calor y calma.

Pude ver un rostro tan lleno de preocupación me hizo bajar un poco las defensas. Podría ser por arrepentimiento, o ella estaba siendo amenazada. Asentí, temerosa pero decidida.

La mujer titubeo un segundo, como queriendo dar un paso en la direccion de la patinadora, pero se contuvo. Para confusion de Ava, la mujer comenzo a sollozar.

-Por favor, me dijeron... dijo en un susurro histerico, casi hipando y atragandose con las palabras Tienen a mis hijos. Por favor...

Se acerco y antes de que Aveline pudiera reaccionar, le puso en sus manos una foto. Era de dos niños recien nacidos en una incubadora.

-Yo asisti en el parto de esos dos infantes dijo, mirando sobre su hombro. La mujer parecia histerica y temblaba de pies a cabeza, pero no parecia ser efecto del frio Un niño y una niña. La mujer que los dio a luz... Tu madre... El doctor, era nuevo... No era de neonatologia. Nos ordeno salir tras cortar el cordon. Ella estaba bien cuando nos retiramos.... Cuando reentramos a la sala, el ya no estaba. Tampoco los dos niños, y la madre estaba desvanecid-

Un ruido estruendoso quebro la voz de la mujer, que gimio mientras caia al piso. Desesperada, tras una leve convulsion, dejo de moverse arruptamente y se relajo. Estaba muerta, y un pequeño charco de sangre comenzaba a amontonarse bajo su cuerpo.

Y a la distancia, un hombre corpulento se acercaba, con una pistola en alto. Nada mas verlo, Aveline supo que algo iba mal. No por el disparo. No por la mujer que acababa de morir frente a ella. Ni siquiera por el agresor que se acercaba con paso ligero y decidido.
No. En ese momento, y sin mas aviso que un retumbar de alas de cisne que parecia venir de todas partes, el mundo se quebro... Y ella entendio que nada era lo que parecia.

-Fair is foul, and foul is fair. Up is down, and black is white escucho en su mente una voz que no conocia, y al mismo tiempo que le era tan familiar como su propio cuerpo. La voz acababa de nacer, y sin embargo, siempre habia estado alli, esperando Corre. Si te atrapan es el fin.

La pobre mujer estaba tan asustada que olvide mi propio temor. Comenzó a llorar, y ello me desarmó: estaba mas asustada que yo. Apenas di un paso hacia ella, cuando comenzó a hablar. "Le dijeron..." ¿Eran varios los involucrados en esto? Y habló de sus hijos... ¿Estaba amenazada?

Entonces, puso entre mis manos una fotografía. La mire... Y la tierra dejo de girar.

Dos bebés estaban en ella. Se me arrasaron los ojos en lágrimas. Eran unos mellizos preciosos. La escuché, pero no podia de dejar de mirar la fotografía que temblaba en m mano.  ¡¿Eran dos?!

Podía sentir el mundo deformándose a mi alrededor. No, no podía ser. Habló de mi madre. Estaba temblando, pálida de horror. La mataron. Alguien nos la arrebató. Dios mío... Pienso en lo que pudo haber pasado mientras estuvo sola con ese tipo. ¿Le dijo algo? Lo imagino caminar en silencio, inyectando veneno en su suero, ignorando sus preguntas y luego sus súplicas. Es tan horrible la imagen que quiero gritar, pero nada sale de mi garganta más que un sollozo. Tuvo que haber sentido miedo. ¿Y si lo vio llevárselos?

Sollocé. Pienso en mil escenarios que pudieron haber pasado. ¿Por qué le hicieron esto? Ella era un ángel, tan buena... Nadie merece morir asi. Aprieto la fotografía en mi pecho, con un dolor de doce años de pérdida, de lamento, de todo lo que les pudo haber pasado y todas las veces que pudieron haberme necesitado. Lo feliz que pudimos ser los cuatro. Miro a la señora, llena de dolor, pero agradecimiento, por atreverse a esto. Abrazo con fuerza la fotografía en mi pecho, con todo mi dolor, con los últimos segundos de mi madre. Apreté los ojos, luchando por no quebrarme otra vez, para poder hacer preguntas. ¿La vio morir? ¿Donde están?

– Mamá... – lloré.

¡Bang!

Abrí los ojos, demasiado impactada para reaccionar. La vi caerse, y convulsionarce. Me hinqué en el suelo, tratando de ayudarla, pero en un último estertor dejó de moverse. Alcé la vista, a tiempo para ver al asesino. Mis ojos enfocaron su arma. Retrocedí en el suelo, asustada. No había sonidos. Solo un eco lejano de sus pisadas. No sentía el suelo por el que me arrastraba. El tiempo parecía alargarse en un único y espantoso segundo que me guiaba a la muerte. Busqué a tientas el taser, apenas sintiendo mi ropa...

Un crujido resonó por todo el estacionamiento. Pude sentir algo rodeándome protectoramente. El crujir de alas se hizo más intenso, susurrando algo a mi oído. Debería estar asustada, debería creerme ya muerta, pero solo puedo escuchar una orden protectora, que sale dentro de mi. En lo que terminaba ese susurro veo a ese hombre, acercándose a mi. La fotografía sigue en mi mano. Me necesitan. Y esa voz me dicta correr...

Me giro y con las manos me impulsó a comenzar a correr, lo más rápido que pueda. No pienso en su arma. No pienso en nada más que correr, con la fotografía en mi mano. Correr. Rápido, mas rápido...

Mientras la chica corria desesperadamente en direccion contraria al hombre, se atrevio a mirar sobre su hombre. Su agresor habia bajado el arma y se quedo parado, como si titubeara... Acaso el tambien habia sentido aquel estruendo, aquella voz?

Ahora mismo, eso no importaba. Nada importaba salvo correr, ponerse a salvo. Tras unos segundos eternos, pudo oir con terror como el tirador comenzaba a correr tambien. Un segundo despues, volvio a sentir un estruendo: Le habia disparado, y fallado por los pelos. Desesperada, buscando cobertura, dio contra un enorme edificio en los bordes del estacionamiento: Una especie de deposito usado por el personal del aeropuerto. La fachada era de madera bastante bien cuidada (como debia ser para soportar esos climas) y las enormes puertas a medida de los montacargas estaban entreabiertas. No tenia otra opcion: Entro y trato de esconderse entre las hileras e hileras de cajas y contenedores de distinto tamaño que estaban alli. Podia oir los pasos del sujeto, que al parecer, a pesar de la casi completa oscuridad, la habia visto entrar.

El deposito era frio y oscuro, casi tanto como afuera, pero algunas luces led de seguridad estaban prendidas, aunque titilaban cada tanto. Era una noche particularmente fria, y a pesar de que los focos estaban pensados para esos lugares tan helados, ya comenzaban a fallar.

-Telefono volvio a susurrar la voz. Por alguna razon, parecia mas lejana, pero no mas debil. Como una radio que se quedaba sin pilas Responde

Y tenia razon. En su bolsillo, podia sentir su telefono vibrar y vibrar...

El telefono estaba tan oscuro que parecia apagado, apenas podia leerse lo que ponia el mensaje que habia llegado... Aunque ella recordaba patentemente que siempre lo tenia mas brillante.

Era una especie de aplicacion de chat desconocida, "hunter.net" decia en la esquina izquierda superior de la aplicacion. Solo habia un mensaje, de alguien llamado Icarus.

Estamos cerca. No dejes que te atrape. Intentare cegarlo con las luces. Cierra los ojos, cuenta hasta 10 y corre hacia la puerta cuando escuches las luces encenderse.

Corría con todas mis fuerzas, aprovechando los extraños segundos que el hombre perdió en titubear.  Lo escuhé correr detrás de mí, y al pánico respondí corriendo más deprisa. Tenía que llegar. Tenía que huir. Escuché el silbido de la bala a pocos centímetros de mi oreja. Contuve un grito y forcé más las piernas para correr al depósito.

Me deslicé en el suelo, aprovechando el impulso de la carrera, para llegar rápido y sin ruido a la parte trasera de una hilera enorme de cajas. Me agaché, con las piernas tensas para correr, mordiéndome el labio inferior para no exhalar por la boca y controlar mi respiración. Lo único bueno es que estaba sola. Gracias a Dios que Merrick no me acompañó, si lo hubieran matado también jamás me lo habría perdonado.

Hacía tanto frío aquí como afuera. Al correr la apucha había bajado, revelando mi cabeza contra el viento. Sentía las orejas heladas. Con un movimiento lento, lo más silenciosa posible, guardé la fotografía que había estrujado con mi mano durante la carrera. Justo a tiempo: escuché sus pasos. Sentí mi nuca erizarse. Apenas podía contener el temblar...

La voz volvió. Fue tan lejana que apenas parecía un eco. Pero sentí al mismo tiempo mi teléfono. Por poco muero en ese mismo momento, segura de que empezaría a resonar "maniac" a todo altoparlante, pero en su lugar solo vibró. No supe a qué agradecerle ese milagro. Si era Merrick no podría contestarle, de inmediato vendría y... no, no puedo pensar en ello. Reuní valor para mirar la pantalla, decidida a rechazar la llamada, cuando vi que era un mensaje de una aplicación que nunca antes había descargado. En el estado de las cosas ni siquiera alcancé a pensar si era un virus. Eran unas instrucciones específicas de alguien que parecía querer salvarme.

Con una fé ciega, cerré los ojos con fuerza, apretando los dientes para calmar mi miedo. Volví a tensar todo mi cuerpo, lista para correr.

Justo cuando Ava sintio los pasos a unos metros de ella, una enorme explosion seguida de chispas y el gruñido del perseguidor le advirtieron que Icarus habia cumplido: Casi podia sentir en la piel los trozitos de las lamparas led del techo, explotando por encima de sus cabezas. A pesar de tener los ojos cerrados, podia sentir un poco la picazon debido a la explosion de luz, asique imaginaba que su perseguidor habia quedado con las corneas destrozadas.

Con los ojos aun cerrado, salio corriendo en direccion a la puerta, sacando del camino con un empujon al tirador, que cayo al piso gritando de dolor y refregandose los ojos. Solo al salir del deposito se animo a abrir los ojos. Su celular volvia a vibrar.

Estamos en la salida del aparcadero al sur. Somos 3 personas en un mustang negro. No hables con nadie mas ni dejes de correr.

Corrí con todas mis fuerzas, con mis ojos aún acostumbrándose a la oscuridad. Incluso teniéndolos cerrados pude ver a través de los párpados una enorme luz. Antes del estallido había contado mentalmente a diez, temerosa.  No pude llegar a ocho: deje de pensar y sentí mis hombros tensarse cuando lo escuché cerca. Apreté más los ojos, enfocándome en la dirección de la salida, temblando de miedo...

...¡Y con un estruendo y un grito, el hombre se detuvo!

Recuerdo haber chocado con alguien, y estoy segura de que era el, pero estaba tan concentrada en huir que no pensé en el horror de haber chocado con èl y dejarlo en el suelo hasta este momento, en que estoy adentrándose otra vez al estacionamiento. Aún moviéndome, giro sobre mí misma, buscando a Merrick o a alguna amenaza oculta. Saco el celular, y veo otro mensaje para mi asombro.

Sea quien sea que me salvó está cerca, y en un Mustang. Sigo girando sobre mí misma, buscando el auto o la salida al aparcadero sur. Al ver algo reaunudo la carrera y corro a esa dirección, con el celular en la mano.

Habian salido del laboratorio a toda prisa, con Allan refunfuñando todo el camino. Conducio como un loco hacia el aeropuerto, pero una salida antes de llegar dio un virazo a la izquierda, a un camino casi rural pero despejado, solitario. Este camino desemboco en el lado sur del estacionamiento, donde aparco sin miramientos y salio del auto, instandole a sus compañeros a hacer lo mismo. Todo el camino habia conducido con una mano, con la otra enviando mensajes por su celular, al parecer dando instrucciones a quienquiera que iban a recoger.

Apenas tuvieron tiempo de cruzar palabras cuando, a lo lejos, a pesar de la oscuridad opresiva del lugar, pudieron ver a una joven esbelta correr desaforada hacia su direccion, como si la persiguiera el mismo diablo.

A pesar del excelente estado fisico del que disfrutaba, la corta carrera estaba haciendo ya mecha en Aveline: El miedo y el sentimiento de opresion, sumado al frio del lugar, estaban cortandole el aliento. Ya empezaba a sentir una punzada en un costado cuando, al fin, bajo una lampara iluminada, pudo distinguir a tres personas junto a un mustang negro que parecia salido de una pelicula de espias de los 80.

Uno de ellos era un hombre bastante guapo de unos 35 años bien llevados, vestido de forma bastante elegante y quizas un poco ostentosa para el lugar donde estaban. Otro era una chica de unos 20 años, de piel palida y de apariencia tersa, bastante bonita: Parece una "southern belle" salida de un libro de la epoca de la Guerra Civil, aunque vestida con ropas modernas y abrigadas. El ultimo era un tipo alto y corpulento, aunque sin llegar a ser cachas. Llevaba ropa que podia describirse como utilitaria: Un pantalon de vestir simple y abrigado, una camisa blanca bien abotonada, corbata negra y una gabardina bastante abrigada, que le daba apariencia de ser mas ancho de lo que era. Este tenia un celular en una mano y en la otra una pistola. Cuando se percato, le hizo señas con el menton hacia el auto, urgiendola a entrar.

Habian llegado justo a tiempo, sin un minuto que perder. Por suerte la muchacha habia logrado hacer el tiempo suficiente siguiendo las instrucciones que le dio por celular. Hizo un derrape para estacionar el auto de manera que pudieran salir pitando apenas la recogieran, y bajo de un salto.

La vio llegar corriendo desesperada, y le hizo una seña para que entrara en el auto. Guardo el celular en el bolsillo y empuño sus dos X-5, al tiempo que comenzaba a configurarlas para lo que se venia. Con suerte, el receptor psionico que habia instalado en los cañones servirian contra objetivos como el Salteador.

El salteador... Nunca penso que tendria que enfrentarse a el. Siempre, aun cuando Allan todavia servia a la Union Tecnocratica, habian tenido una rivalidad. Muchos de sus supervisores creian que, en caso de un enfrentamiento, Allan saldria victorioso. Pero no le cabia duda al Adepto que las cosas habian cambiado: Tras su desersion, probablemente Amalgama habia puesto todas sus fichas en el que quedo... Y eso significaba mas mejoras para el Salteador, y mas problemas para ellos.

Observo a la chica correr, perdiendo el aliento. Genial, toca persecución o fiesta... y sin saber el qué nos persigue. Podría sacarnos a todos de aquí, pero nuestros efectos personales nos delatarían y harían más fácil que nos siguieran. Lo primero es saber a que jugamos, y donde están nuestros enemigos. Todo mago con hechizos activos deja un nimbo de casualidad alterada. En este caso debería de poder trazar una hoja de ruta de donde está, y donde puede haber cualquier sorpresa o cachivache. Cada vez que un mago usa un foco, deforma la realidad con el mismo. Si es un tecnócrata y puedo separarle de sus juguetitos, no será nada mas que un humano normal.

Me muerdo el dedo, dejando que mane sangre, y con movimientos rápidos trazo un ojo sobre mi piel, usando una de mis monedas antiguas como marco para que la sangre gire alrededor de la misma, simulando una pupila. Un ojo que comunique con La Rueda, que me abra mi percepción y me dé una visión de que trata de torcerla y de alterar los flujos del destino por cualquier hacedor de milagros como pueda ser yo... y de cualquier cosa que esté usando para deformar el curso natural.

Hago una mueca por la punzada, pero sigo corriendo sin parar. No tardo en ver el Mustang además de un hombre haciendo señas para que entre y me concentro a correr allí sin pensar nada más, solo seguir hasta poder entrar a ese auto. Llego casi sin desacelerar, abriendo la puerta y metiéndome adentro.

Hasta que siento mi espalda apoyarse en el asiento es que puedo tratar de recuperar aire. Tenía el cabello revuelto, las orejas heladas y los ojos rojizos. Trataba de controlar mi respiración, apenas logrando no jadear. Hasta este momento pude reparar en la apariencia de los que están adentro del auto. Todos parecían trasplantados de otras partes de Estados Unidos. Traté de sonreír, alentada por el alivio de hacer logrado escapar y saber que ellos me salvaron, aunque aun no sé porqué.

- Gracias... - tuve que aclararme la garganta, por todo el aire frío que había inhalado. Cerré los ojos, apoyando ambas manos en el respaldo del asiento de enfrente, controlando más mi respiración.

Tras una rapida sonrisa tranquilizadora a la novata, Van empeza a palparse la camisa como si buscara algo metodicamente. Bajo el abrigo su tatuaje se arremolinaba y se extendia por los dedos del hermetico, deslizandose en la camisa. La oscuridad de la noche y la pobrisima iluminacion cubria aquello, y eso era bueno, ya que en cualquier otra circunstancia seria algo inocultable algo tan obvio. Tras unos momentos, su camisa estaba endurecida, menos flexible pero sin lugar a dudas mas resistente: Habia cambiado el material por un entrelazado de kevlar y acero flexible, el mismo material usado en los trajes anti-disturbios.

De entre la bruma de la noche, caminando campante como si estuviera de compra por Main St. un domingo por la mañana, avanzaba una figura a paso confiado. Llevaba un pesado abrigo y un sombrero de ala ancha para protegerse de la nieve.

-Bueno, bueno, bueno! dijo con una media sonrisa, mirando al grupito reunido Untenme mantequilla y diganme bizcocho! Si es mi viejo amigo el Sabueso! El mismisimo Allan Smith! Como te ha ido ultimamente, slick?

Hablaba con un pesado acento texano, y a pesar de la situacion parecia realmente amigable. Miraba a todos a los ojos, y la sonrisa era sincera. Cuando reparo en Alex, incluso se toco el ala del sombrero, saludandola radiante.

-Buena noche, verdad, amigo? dijo, volviendose a Allan otra vez No solo encontre a una portadora del genoma, sino que llevare a casa al traidor de Amalgama, eh? Y a un par de sus amiguitos lanzo una mirada lasciva a Alex Quizas hasta me dejen quedarme con la señorita, teniendo en cuenta el jackpot, eh?