Partida Rol por web

Saco mi celular. Si se cumplian los quince minutos y a mi tio se le ocurría acercarse, podía entrar en peligro. Con las manos aún temblorosas, saqué el celular para mandarle un mensaje. Estaba tan nerviosa que no noté la dificultad para leer la pantalla hasta un minuto después. Ajusté el brillo, sin saber cómo se había bajado tanto.

¡Te prometo que estoy bien! Vete al centro. Yo te veré alla.

No quería que se metiera en peligro. Con el aliento mas recuperado, volteo hacia mis salvadores... Y veo a la belleza sureña haciéndose un ojo en el brazo con su sangre.

– ебать! - ¡Carajo!

Nunca, jamás, juro en ruso. Pegué un brinco en pleno auto, mirando asustada desde el asiento eso y como la ropa del hombre me quedo muda, mirándolos, sin terminar de entender que estaba pasando. Los miraba con la boca abierta, e incluso al que estaba afuera con celular y pistola en mano. Espera... ¿Fue él quien me mandó el mensaje?

Se acercó un hombre, sonriendo amenazadoramente. Miró al hombre, que habla con acento texano. Mira lascivamente a la chica a mi lado. Habla de cosas que no entiendo. Genoma, quien me salvó se llama Allan...

¿Portadora de Genoma?

Recuerdo a mi tía, ella hablaba mucho de legado familiar. Pero sigue siendo... No entiendo, pero si puedo sacar una conclusión: él quería perseguirme, es decir, está detrås del asesinato de esa mujer. La palabra que usó fue "dijeron". Me inclino, interponiendome entre su vista y ella, para que no siguiera mirándola así.

– Mataron en el estacionamiento a una enfermera. Tienen secuestrados a sus hijos, y creo que a mis hermanos también. – me llevo una mano a la solapa de mi chamarra. Puedo sentir en el bolsillo interior el papel de la fotografía. Tiemblo, pero ahora de rabia.

El asco me recorre. Ese hombre estaría mejor muerto. Por fuera parece encantador, pero su lengua destila lujuria. Noto como mi jhor se extiende ante mi, protegiéndome. Seré bonita, pero no voy a dejar que me recuerdes. Al menos, hasta que te salga por detrás y te saque los ojos, mientras aullas. La tecnocracia con esos asesinatos no merece perdón. Son una ofensa a la rueda.

- Oh, me encantaría, pero soy fanática de la necrofilia. No creo que sea tu tipo ¿Y sabes lo mejor? No es coña, de adolescente lo hacía mucho, ahora soy más ligerita y no acostumbro. ¿Sabes como sabe el humano? A cerdo, pero creo que esa definición se te quedaría corta, pues el hombre al menos sabe bien.

Aferro mi cuchillo, me corto el dedo ligeramente, y tras poner una gota de sangre en el ojo dibujado, le miro con el dibujo que hice antes. Hoy tu karma va a darte la espalda, o más bien, a ser justo contigo. Los hilos del destino le envuelven, como represalia al asesinato anterior.

-Alto Ahí.. Vaquero..! -Le digo con un tono un tanto burlón, ya que el sujeto infravaloraba nuestras habilidades.. Si nos quedamos a charlar contigo llegaremos tarde a un compromiso muy importante, Así es que, date la media vuelta y regresa tranquilo, por donde apareciste, que nadie te acompañará esta noche.

Me dirijo también al auto, mirando de frente al individuo, sin apartar la mirada, para anticipar cualquier movimiento en falso, y a su vez tratando de cubrir a los demás.

Esperando las indicaciones de Allan, quien por lo visto.. conoce al sujeto..

Allan entrecerro los ojos y apreto la dentadura al ver a su antiguo compañero. Casi habia logrado olvidar como sonaba esa voz socarrona. Lo molestaba su mera presencia, pero sabia que era lo que el queria. Queria desastibilizarlos, como una serpiente se balancea y hace sonar su cascabel antes de atacar.

-Ya basta Erick dijo con tono relajado, casi despectivo, poniendo enfasis en el nombre tan mundano para sacarle el miticismo que tenia como El Salteador Somos cuatro y tu uno, y ni siquiera podrias contra mi. Ni siquiera pretendamos que estas en posicion de hacer demasiado. Vamos a irnos, y no nos vas a seguir (y creeme, sabre si lo haces) o te mataremos. Simple y llanamente. Vuelve al laboratorio de Amalgama y escondete bajo una piedra como la culebra que eres

El sujeto ensancho aun mas su sonrisa, lo cual le dio un aspecto casi inhumano. Pero sus ojos dejaban ver que el insulto habia calado hondo: Estaban desenfocados, y su mano se dirigio rapidamente al cinturon.

-Ah si, Allan? Tan seguro estas? respondio, con la voz temblando de ira Sabes que creo yo? Creo que te haz vuelto suave! Sabemos lo de Madre. Sabemos que la tienes, y cuando te tengamos en una mesa de operaciones vamos a escuchar como cantas, y veremos quien es el animal, perrito!

Desenfundo su revolver y al mismo tiempo, otros cinco sujetos emergen de las sombras del estacionamiento. Estaban vestidos de traje y abrigo, y cada uno portaba lo que parecia ser un rifle de asalto moderno. Tres de ellos se abalanzaron sobre el coche, golpeando los vidrios con las culatas para intentar entrar, y el resto apunto a Allan.

Al ver a los tres Hombres de Negro que se abalanzaban sobre el auto para querer entrar, Allan intento correr hasta alli.

-Van! Arranca! Llevala al Laborat- pero fue interrumpido por El Salteador y los otros dos Hombres de Negro restantes, que lo acribillaron a balazos.

-YEEEEHAW! American assets! American assets! gritaba el Salteador como un desquiciado mientras descargaba su revolver sobre el pecho de Allan, que trastabillo y cayo sobre el capo del coche.

Los Hombres de Negro que flanqueaban al Salteador intercambiaron una mirada, entre nerviosos y frustrados: No importaba que tan bien saliera la mision, aunque lograran conseguir a la portadora del genoma y capturaran o neutralizaran al Sabueso, no se veria bien en los informes de sus supervisores que el jefe del Grupo de Tareas se comportara como un lunatico en medio de una operacion de alto perfil.

Tras una leve vacilacion, ellos tambien dispararon una rafaga cada uno contra el traidor.

Los disparos le dieron de lleno en el pecho y en la cabeza. Fue mas el ruido lo que lo sorprendio, y lo subito del impacto. La fuerza cinetica de los balazos lo tiraron hacia atras, y dio de bruces con el capo del auto.

Gruñendo de dolor, supo que le habian dado a pesar de la dureza de su cuerpo. No sabia que tan grave el daño, pero estaba seguro que no le impedia luchar aun. Se levanto de un empujon y apunto sus dos pistolas a los Hombres de Negro que le habian disparado, una a cada uno. Las disparo al mismo tiempo, alcanzando a cada uno en el pecho. Estos gruñeron y cayeron para atras casi al mismo tiempo que Allan volvia sus dos pistolas hacia dos de los Hombres de Negro que golpeaban las ventanillas del coche, tratando de entrar. A uno le dio en el hombro, que grito y giro sobre si mismo al caer, soltando el arma, y a otro en la cabeza, que literalmente exploto y rocio de sangre y pedazos de seso el parabrisas.

Recibí la orden de Allan, pero de un seguro a otro el mismo fue acribillado a tiros pero volvió a levantarse como si "nada", devolviendo los tiros recibidos e inclusive derribando a algunos de ellos, fue impresionante.

Todo eso ocurrió en una fracción de segundos, y contra todo pronóstico, tuve que gritar: Allan! yo no sé conducir, sólo nos queda acabar con ellos y seguir nuestro camino. Dije de manera optimista.

Con mis defensas aumentadas, me propongo a pelear, me pongo en guardia, quito mi daga, pareciendo que pelearé de frente y cuerpo a cuerpo contra uno de los hombres de negro. Me fijo hay un poste de luz, que tiene un poco que está parpadeando, a unos pocos metros del hombre, utilizo el Lenguaje Real de los Elementos,: En voz baja- Electricae- para que ese pequeño cortocircuito fluya con más intensidad a través de la lámpara, provocando que uno de los cables del poste se suelte y electrocute al hombre .

El ultimo de los Hombres de Negro se convulsiono durante unos instantes al ser alcanzado por la fuerza electrica, y luego salio disparado hacia atras, humeando. La sobrecarga fue tal que todos pudieron sentir el asqueroso olor a pelo quemado y carne rostizada mezclado.

La lampara parpadeo un par de veces, y luego se apago, dejando a todos en la oscuridad, siendo los faroles altos del auto encendidos lo unico que alumbraba la noche.

El bostoniano le advierte al texano que no se acerque. Sigo interponièndome entre su rango visual y la chica, pasando un brazo por sus hombros y tratando de evitar que la mire asì. Allan (ahora sè que asì se llama) le habla de un laboratorio. Casi no entiendo nada, pero esto ùltimo me hizo temblar. ¿Y si fue ese el mèdico...?

El asesino de pronto se volviò grotescamente amenazante, con su mirada desorbitada y la voz llena de ira; y para mi horror cinco hombres salieron de las sombras. Allan corriò para advertirle al hombre que arrancara, cuando abren fuego contra èl, quedando tirado en el capo. Gritè de horror, segura de que lo habìan matado. El texano gritaba de jùbilo, hasta que sus compañeros le disparan tambièn a traiciòn. Abracè a la joven a mi lado, mientras me encogìa en mì misma a causa de los disparos, pero ella no se movìa. Sorpresivamente, Allan se levanta y termina èl mismo con varios de sus atacantes, lo cual me vuelve a dejar muda. Van le grita que no sabe conducir, y de pronto otro de nuestros atacantes queda electrocutado.

Salì del auto, para ayudar a Allan. Pensè que sobreviviò a los disparos por un chaleco antibalas, pero pudo haber una bala llegado a un brazo y en el hospital aprendì a tratar heridas de bala. Corro hasta èl llegando a su lado en pocos instantes.

- No te...

Antes de que pudiera terminar de decirle que no se moviera, para mi mayor sorpresa està casi... ¿curado?. No està intacto: veo sangre en su ropa. Busco la herida, pero no hay nada, y sin embargo por el patròn de las manchas si recibiò impactos. Me quedo (de nuevo) muda de la impresiòn.

- ¿Estàs...? - debe tener contusiones por el chaleco, pero, ¿como pudo sangrar si lo tenìa puesto? - ...Con cuidado... - trato de ayudarlo a levantarse del capo, pero esto tampoco parece necesario.

Me separo un poco de èl, impresionada. No tenìa chaleco. Arrugo la nariz intuitivamente por el olor a carne quemada, y lo veo. Al maldito texano. Mi vista enfoca un solo objetivo.

Entonces, puso entre mis manos una fotografía. La mire... Y la tierra dejo de girar.

Dos bebés estaban en ella. Se me arrasaron los ojos en lágrimas. Eran unos mellizos preciosos. La escuché, pero no podia de dejar de mirar la fotografía que temblaba en m mano.  ¡¿Eran dos?!

Me quedò por un segundo inmòvil, horrorizada al ver a aquel hombre, y saber que pudo estar detràs de la tragedia de mi familia. Lo miro como si solo èl existiera en el mundo, temblando de rabia.

Podía sentir el mundo deformándose a mi alrededor. No, no podía ser. Habló de mi madre. Estaba temblando, pálida de horror. La mataron. Alguien nos la arrebató. Dios mío... Pienso en lo que pudo haber pasado mientras estuvo sola con ese tipo. ¿Le dijo algo? Lo imagino caminar en silencio, inyectando veneno en su suero, ignorando sus preguntas y luego sus súplicas. Es tan horrible la imagen que quiero gritar, pero nada sale de mi garganta más que un sollozo. Tuvo que haber sentido miedo. ¿Y si lo vio llevárselos?

Sollocé. Pienso en mil escenarios que pudieron haber pasado. ¿Por qué le hicieron esto? Ella era un ángel, tan buena... Nadie merece morir asi. Aprieto la fotografía en mi pecho, con un dolor de doce años de pérdida, de lamento, de todo lo que les pudo haber pasado y todas las veces que pudieron haberme necesitado. Lo feliz que pudimos ser los cuatro. Miro a la señora, llena de dolor, pero agradecimiento, por atreverse a esto. Abrazo con fuerza la fotografía en mi pecho, con todo mi dolor, con los últimos segundos de mi madre. Apreté los ojos, luchando por no quebrarme otra vez, para poder hacer preguntas. ¿La vio morir? ¿Donde están?

– Mamá... – lloré.

¡Bang!

Lo mirè, como si no existiera nada màs en el mundo. Recordè en un segundo a mi padre enloquecido, pidiendo por su esposa y su hijo menor. Como mataron a esa mujer. Como decorè el cuarto con mi madre para el bebè, y como recargaba mi oreja en su vientre hinchado para intentar escucharlo. Como recibimos papà y yo la noticia de la muerte de ella y que no habìa ni un cuerpo de mi hermano, y mi dolor cuando descubrì que eran dos. Maquinalmente me llevo una mano a la solapa, sintiendo el papel de fotografìa crujir. En mi cabeza vuelvo a escuchar otro crujido: alas.

Mamà dormìa agotada en el sillòn, con los pies sobre un taburete. Le habìa puesto comprensas para calmar la hinchazòn de los tobillos. Papà estaba acomodàndola, algo difìcil por las nauseas que le daban en cualquier movimiento imprevisto. Mientras lo hacìa, me contaba un cuento sobre el Zar Ivàn y el Pàjaro de Fuego. Era la parte de cuando Ivàn tenìa que recorrer el bosque para buscar las crines de oro, pero un cazador lo sorprendiò y querìa matar a su amigo el lobo.

- ¿Y que hizo el zar? - le preguntè, emocionada. Tenìa seis años, estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas como los indios del libro que me regalò el tio Merrick.

- Hablarle a la nieve. Le pidiò que sepultara al cazador, para que les diera tiempo a huir.

- Pero la nieve no tiene orejas.

Se sentò junto a mì, aunque con algo de dificultad porque a èl le dolìan las rodillas.

- Los elementos escuchan, si les hablas. No necesitan oìdos porque estàn en todas partes. Pero son tan fuertes que tienes que hablarles con dulzura. Ivàn sabìa como halagar a la madre naturaleza. Viò a la nieve, y sin gritar, porque està en Rusia por toda la tierra visible y podìa oìrle aunque su voz fuera un susurro;

>>Caída que no ofrece nada.
Arrastrado por crueldad y recompensa.
Que su suelo sea su trampa
Y de la nieve no pueda librarse.

- ¿Y què hizo la señora nieve?

- La naturaleza no es una persona, sino una fuerza. Pero podemos decirle "ella" para que lo entiendas. Ella se volviò honda, màs honda, hasta dejarlo inmòvil.

No soy consciente de que estoy repitiendo lo que dijo el zar del cuento, ni de mis puños apretados. No estoy consciente de mi vista nublada por las làgrimas de dolor y rabia. La nieve bajo èl se vuelve màs honda, atrapàndolo, endurecièndose para no dejarlo moverse.

Cuando acuerdo estoy frente a èl, a pocos metros de distancia. Despuès de casi morir asesinada, ver cosas imposibles, y enterarme de la horrible verdad mi cordura se fue a Marte.

- ¡¿Què le hicieron a mi madre?! ¿TÙ LA MATASTE? - No soy consciente de lo que estoy haciendo. Solo lo que necesito saber. -  ¿Donde estàn los hijos de la enfermera que mataron? ¿Y DONDE TIENEN A MIS HERMANOS?

Ahora que el resto de su escuadron habia sido neutralizado y el mismo habia sido capturado, uno creeria que El Salteador estaria un poco mas callado, pero no era asi. Cuando Aveline logro aprisionarlo, se limito a mirar sus pies, intentando moverlos, y al ver que no podia levanto la mirda, sonriendo.

-Vaya, esto si que es una sorpresa dijo, como si comentara que mañana haria frio La portadora es una subversora de la realidad.

Volvio a mover los pies, esta vez con mas violencia, pero estaba atascado fuertemente. Esto no lo desanimo, sino al parecer mas bien lo contrario.

-Bueno, lamento ser yo quien te lo diga, muchacha, pero tu madre esta muerta. Bien muerta. Si te sirve de consuelo, no sufrio... Demasiado seguia sonriendo, pero de forma mas ausente, como si recordara algo placentero Tuve que hacerlo, sabes? Comenzo a gritar cuando tome a los pequeñuelos... Mellizos, sabes? Dos portadores del genoma con muy pocas variables geneticas, era una mina de oro. Asique tuve que usar mi cinturon para que cerrara la boca. A veces los sacrificios son necesarios en pos del progreso, y tus hermanitos eran muy necesarios.

-Quieta! advirtio Allan a Aveline cuando esta comenzo a avanzar hacia el Salteador tras escuchar las provocaciones de este No vamos a sacarle nada.

Sin decir una palabra mas, se acerco y le puso el cañon de su X-5 Protector en la frente.

-Se que no vas a morir por esto Erick, pero me alegra saber que te dolera y te traera problemas con Control le dijo, mirandolo a los ojos, con patente desagrado en la voz Dile a tus amos que vamos por ellos. Y no iremos solos.