Partida Rol por web

Abril de 1228. En algún lugar de Óbuda.

Un águila gris sobrevuela el río Danubio desde las alturas. El frío es extremo incluso para esta época del año. Con la primavera ya entrada, el Danubio está helado y las barcas están atrapadas en el hielo. No puede utilizar sus habilidades para alimentarse de pescado así que se dirige a las antiguas ruinas donde algunas veces los roedores se esconden con la intención de poder capturar allí algún ratón incauto que salga buscar alimento.

Al sobrevolar las ruinas de lo que una vez fue el asentamiento romano de Aquincum el ave puede apreciar desde su altura lo que eran las calles, los muros de las casas incluso el templo romano que todavía se mantiene en pie. Agudiza su vista a la espera de poder ver algún movimiento. Debe batir las alas fuertemente porque el aire frío al ser más pesado lo empuja hacia abajo y el único modo de mantener altura es seguir moviendo las alas enérgicamente. 

Cerca de las ruinas, los seres humanos han establecido un conjunto de tiendas. Un mercado donde la actividad humana bulle y se mueven de aquí para allá. No le gustan los humanos. Una vez uno de ellos le lanzó algo que se le clavó en el costado y fue muy doloroso extraer aquella cosa con el pico. También tardó mucho tiempo en volver a estar fuerte para salir del nido y volver a ir de caza. Casi le cuesta la vida en aquella ocasión el encuentro con los humanos.

Aunque no le gusta la idea, el hambre acucia. Hace varios días que no consigue probar bocado. El frío se extiende y no tiene pinta de que vaya a reducirse, sino todo lo contrario, que parece que sigue en aumento.

De repente, un ratón surge de entre las piedras y parece estar comiendo algo que ha lanzado alguno de los seres humanos desde una de sus tiendas. El ave está desesperada y eso la hace también ser audaz. Con un picado, se abalanza sobre su presa. Con una velocidad terrible, como un rayo cayendo sobre la tierra, el animal clava sus garras sobre su víctima y antes de que nadie pueda percartarse qué ha ocurrido, alza el vuelo deprisa para ganar altura. Con un gañido de triunfo se pierde entre las nubes.

Tamar ha visto como justo detrás de la tienda del mercader un águila se ha abalanzado veloz contra algo en el suelo y en un santiamen ha ganado altura. La mujer sigue con su mirada como el majestuoso animal se eleva mientras un pequeño bultito con cola cuelga de sus poderosas garras.

Volviendo la atención a su interlocutor, puede observar que éste ha aprovechado que ha perdido el contacto visual con él para observarla de forma lasciva. El mercader es un tipo obeso, cubierto de ricas pieles, con unos ojillos vivaces pero acuosos que recuerdan casi a los de un sapo. Cuando percibe que le estás mirando vuelve a la conversación que estábais teniendo.

- ¡Bien! Entonsesss tu maestro no te acompaña hoy, ¿no querida? - indica de forma lamiosa el mercader mientras esboza una sonrisa lobuna.

Observas que su mirada se desvía un momento detrás tuyo. Hacia alguien que debe estar a tus espaldas. No se te pasa que parece hacerles algún tipo de señal. No hace falta que te des la vuelta, escuchas el sonido de dos pares de sandalias que se acercan detrás tuyo por tu izquierda y tu derecha. Aunque mantienen una distancia corta, no están lo suficientemente cerca como para que los puedas ver sin darte la vuelta.

- Siempre me has paresido una joven hermossaa, Tamar. Quisás podríamos ir esta noche a algún lugar y tomarnos unas copas juntos y divertirnos un rato. Ya sabesss - dice mientras sendas carcajadas se escapan de lo que ahora estás segura que son acólitos de este puerco de ascendencia siria.

Tu maestra te dijo que fueses a verlo si necesitabas cobijo cuando llegases a Óbuda. Pero está claro que este no es el tipo de cobijo que esperas que te ofreciese. La sinagoga no está lejos de aquí. Puedes negarte a sus burdas pretensiones e ir a dormir allí donde nunca rechazan a un peregrino.

El problema es que no sabes como va a tomarse una negativa Ashram el Bravo como le gusta autodenominarse. Ni tampoco si los dos matones que tienes a tus espaldas le harán caso o tendrán sus propias propuestas.

Estás pensando en ello, cuando un hombre aparece gritando por la calle principal una palabra que invade el corazón de los presentes.

- ¡Mongoles! ¡Mongoles! ¡Están a las puertas de Pest! - grita enloquecido mientras pasa velozmente a vuestra altura.

Ni alguien gritando que venía el mísmiso Satanás habría conseguido causar un pánico como el que se produjo instantes después.

La gente explota en un caos de gritos y carreras. Niños chillando. Mujeres gritando. Hombres llorando. Sonido de tiendas desmoronándose. Listones de madera rompiéndose. Rasgar de telas enganchadas o siendo desgarradas para escapar del interior de alguna tienda. Ashram y sus secuaces abandonan su comercio mientras gritan con los brazos alzados. Te da tiempo a observar como una mancha oscura aparece entre la piernas en la parte trasera de los pantalones de Ashram el Bravo.

Observas detrás tuyo, hacia el Danubio. Más allá. En la otra orilla se encuentra la ciudad de Pest. Columnas de humo negro surgen de su interior.

Por un momento piensas que el río detendrá a esos temibles jinetes pero luego recuerdas que el río está helado. Corres en dirección a las ruinas de Aquincum para buscar una posición más elevada. Te aupas en uno de los muros más elevados que te permite ver el caudal del río.

Como te temías el río está helado y unas figuras negras lo están atravesando a galope.

Grande tiene que ser su desesperación para arriesgarse a que el hielo se rompa y se ahoguen en el fondo helado del Danubio que fluye por debajo de la capa de hielo a gran velocidad.

Dejas a tus espaldas a los jinetes mongoles por un momento. Las murallas impresionantes de la ciudad de Óbuda se ciernen ante ti.

¿Qué hacer?

Entrar en la ciudad te hará ganar tiempo pero es muy probable que la sitien.

Rodearla es una opción pero yendo a pie puedes ser presa fácil de los rápidos jinetes.

Quizás esconderse y esperar que pasen.

El sonido del silbido característico de una flecha mongola te recuerda que debes tomar una decisión rápido, muy rápido....

Tamar contiene la respiración instintivamente ante el silbido cercano de otra flecha mongola. Paralizada un instante, no puede evitar pensar en su desagradable encuentro con Ashram el cagado y sus esbirros. - No hay mal que por bien no venga - se dice, torciendo la boca en una sonrisa amarga. Se agazapa detrás de un bloque de piedra en las ruinas, respira hondo, y murmura unos latines mientras hace un gesto con las manos. Momentáneamente, detrás de su nariz aguileña sus ojos se vuelven como los de una serpiente. La siguente flecha mongola viene precedida de un chillido mágico.

- Y ahora ¿qué? - se dice. Echa una mirada al río helado que cruzan los jinetes mongoles al galope, a las ruinas que la rodean, al bosquecillo que crece más allá de las ruinas a lo largo del río, y a la imponente muralla de la ciudad. - Si supiese montar a caballo, igual robaba uno y ponía así tierra de por medio - se dice. Pero sabe que es capaz de, con igual probabilidad, cabalgar directamente hacia los invasores. Decide buscar la protección de la sinagoga de Óbuda, al menos temporalmente. 

Sujetando los bajos de su túnica con las manos para que no entorpezcan su carrera, Tamar se lanza en dirección a la puerta más cercana de la ciudad. Más de una vez el chillido mágico que precede al silbido de las flechas mongolas le permite esquivarlas, y llega a la puerta de la ciudad entre los últimos rezagados provenientes del mercado. Otros a su alrededor no tienen tanta suerte.

Al pasar junto a los guardias, Tamar se quita la capucha mostrando su cara pálida y de facciones angulosas, como esculpida en mármol. Retira con la mano izquerda unos cabellos negros que le cubren la cara, y sus ojos verdes se cruzan con los de uno de los guardias. - Zsidó - murmura él con evidente desprecio echando una mirada hacia el río. La horda invasora no le deja tiempo para hacerle el tránsito a esta perra tan difícil como le gustaría. Escupe al suelo y le indica con la mano que puede pasar.

Una vez dentro de las puertas, que los guardias cierran y aseguran con listones, Tamar recupera la compostura y se apresta a encontrar la sinagoga. Su figura encapuchada se pierde entre la multitud.

Recorrres las calles que te separan de la sinagoga. Mucha gente está sacando sus enseres de sus casas. Cargándolas en carros o cualquier otro medio de transporte que les permita llevar sus bienes. Es increible lo rápido que las malas noticias se han extendido por los habitantes de Óbuda. Su destino es la puerta Oeste de la ciudad. El lugar opuesto al que vienen los mongoles.

Los perros ladran. Los niños lloran. Los adultos gritan órdenes a sus familias para que se den prisa. Pronto este lugar reinará el silencio y el miedo.

Poco después llegas a la sinagoga. Su entrada es peculiar. En vez de conectar directamente con la calle como el resto de edificios, su entrada se encuentra a la derecha según uno se interna por el pequeño camino que lleva al edificio. El motivo es que todas las sinagogas están orientadas para que el arca o heijal estén apuntando a Jerusalén. En el caso de esta sinagoga, Jerusalén se encuentra al Oeste. Así que la entrada se encuentra al Este. No se te pasa por alto, la dualidad de que mientras esta ciudad está siendo atacada por la puerta Este, los judíos van a rezar hacia el Oeste, dándoles la espalda a la amenaza.

Te adentras en el interior del edificio. Los bancos de madera están medio ocupados. Muchos han buscado refugio en este lugar de recogimiento o beit tefilá. Necesitan la guía de sus líderes de la comunidad para saber cómo actuar.  Entre ellos se encuentra Ashmar el Bravo que cuando te ve entrar dirige enseguida su mirada al suelo y hace como que reza fervientemente.

La sinagoga está bellamente adornada con arcos de plata. La madera que se ha utilizado para todos los adornos es de una excelente calidad. Aunque es un lugar pequeño, dispone de un beit midrash (lugar de estudio) muy acogedor donde has dedicado muchas de tus horas en Óbuda. La limpieza en el lugar es impecable incluso en un momento como este. Un perfume de rosas inunda el lugar proporcionándole un toque refrescante que agradeces después de tantos días de tragar polvo en el camino.

Te gusta esta sinagoga porque no tiene el mejitzá que es muy habitual en muchas sinagogas. El Mejitzá es una cortina que separa a hombres y mujeres en dos espacios diferentes para que puedan rezar juntos pero no mezclados. Aquí eres libre de moverte por su interior sin recibir las miradas reprovatorias de los creyentes más ortodoxos.

En el pequeño altar o bimá se encuentran algunos hombres discutiendo azoradamente sobre algún tema. Uno de ellos es el rabino, Nathaniel Chocron. Un hombre afable, compreviso y que os tiene en gran estima tanto a tu maestra como a ti. Parece que está envuelto en alguna contienda sobre lo que hacer o no.

¿Qué quieres hacer?

- Puedes acercarte a Asham y decirle cuatro palabras

- Puedes acercarte a los bancos más cercanos para orar al arco mientras de paso escuchas la conversación

- Puedes acercarte directamente a los hombres que discuten.

- Cualquier otra cosa que se te ocurra.

Al entrar en la sinagoga, Tamar tiene una sensación de agobio proveniente del aura divina del lugar de culto. No habiendo renunciado a su fe, lamenta sentir tan vivamente su incompatibilidad con la profesión hermética. Se quita la capucha y, acto seguido, saca un pañuelo de su pequeña bolsa de viaje y se cubre el cabello con él en señal de modestia. Aunque en las presentes circunstancias es poco probable que algún fariseo tenga tiempo o ganas de reprobarle su atuendo, siendo extraña a la congregación lo prudente es errar por el lado conservador. Además, por su edad la pueden tomar por una mujer casada. Ya no tiene edad para ir con el pelo descubierto sin despertar habladurías.

Lo primero que nota es al rabino Chocron junto al altar, enzarzado en una discusión con quienes deben ser pilares de la comunidad. - No me vendría mal un hechizo para escucharlos - se dice - pero aparte de la falta de respeto sería casi imposible conjurar en sagrado - Decide acercarse al altar para escuchar la conversación mientras finge rezar sentada en los bancos de la primera fila. 

Abriendose paso entre los fieles allí congregados, le sorprende reconocer a Ashram el Bravo sentado en uno de los bancos. No tenía ni idea de que el sirio fuese judío. Pero, por otra parte, siempre lo ha visto en compañia de su maestra, que es Maga y cristiana. De alguna manera, le disgusta ser correligionaria de Ashram. Un musulmán habría sido un objeto mucho más fácil de su asco, pero sobre todo de su indiferencia. Tamar siente despertarse en su interior un profundo desprecio por el hombre. No puede evitar apretar los puños al recordar sus avances.

Tamar ralentiza su paso para hacer tiempo y dar ocasión a que Ashram levante la vista y sus miradas se crucen. Cuando esto ocurre, ella le hace un gesto de mal de ojo, confiando en que la combinación de ser él supersticioso y ella hechicera le meta el miedo en el cuerpo. Mirándolo fijamente, se apunta a los ojos con los dedos índice y medio de la mano izquierda, y dirige luego los dedos hacia él. Acto seguido, rompe el contacto visual y se apresta a recorrer la distancia que la separa de la primera fila de bancos.

Al llegar frente al altar, busca un asiento libre en el banco, preferiblemente lejos de otros fieles o junto a otras mujeres pero lo más cerca posible del grupito con el que el rabino discute acaloradamente. Junta las manos delante del pecho y hunde la cabeza en actitud de rezo silencioso, pero con su atención firmemente fijada en discernir la conversación con el rabino. 

Cuando tu mirada se cruza con la de Ashram el Bravo y realizas ese gesto amenazador el hombre palidece inmediatamente ante la maldición que le has lanzado. Una ventosidad gigantesca se le escapa al valiente Ashram que de nuevo ve sus pantalones "empantanados" por segunda vez hoy de su "coraje". Ante la incomodidad y la vergüenza de la situación se marcha colorado  emitiendo un pequeño gritito e intentado tapar como puede sus pantalones mientras sale corriendo de la sinagoga (*)

No se te escapa que al salir por la jamba de la puerta acaricia levemente, con la mano limpia, el mezuzá que hay allí clavado. Vaya parece que después de todo Ashram sí es judío.

A pesar del pequeño espectáculo que ha supuesto la salida apresurada de Ashram, te preocupa que ni siquiera eso ha roto la concentración del rabino y las otras dos personas que hay el arco discutiendo ahora acaloradamente.

Nathaniel: - Debemos hacer algo! No nos podemos quedar parados! Si lo que dices Yusuf es cierto, debemos informar de ello lo antes posible al regente del distrito! Podemos salvar muchas vidas! -

Yusuf: - Es cierto que la información que os he comentado es de una fuente fiable pero no dejan de ser conjeturas que no tienen un fundamento. Solo son eso, conjeturas. Por favor, amigo Aarón, hacedle entender a Nathaniel que no es tan sencillo

Aarón - Como comenta Yusuf, no tenemos nada sólido Nathaniel. Además aunque tuviésemos la certeza. Con el revuelo que hay ahora mismo el regente Tarlós no nos va a dar audiencia. Bastante tiene ya con el sitio al que se enfrenta la ciudad.

Nathaniel - Por eso mismo! Podemos evitar ese sitio !

Yusuf - Ssshhh! Silencio! No debéis soltar esas frases a la ligera rabino. Podrían escucharos y propagar una falsa esperanza sobre los presentes.

Nathaniel - Tenéis razón Yusuf. Pero es que me desespero con lo que sabemos y no poder utilizarlo!

Aarón - Ahora que pienso, habría una posibilidad de hablar con Tarlós. Sobre esta hora más o menos siempre va a las termas romanas a proporcionarse su sauna turca habitual.

Yusuf - Claro. Ahora que la ciudad está al punto del sitio se va a ir a darse un bañito. Ja!

Nathaniel - Te equivocas Yusuf. Ese lugar no es un lugar de relajación. Sino un punto de encuentro para hacer los negocios turbios de la ciudad. Se resuelven más asuntos políticos entres esos vapores que en los despachos asignados en el edificio de la alcaldía. El problema es que si nos presentamos allí se puede molestar. No le tiene mucho aprecio a los judíos exactamente.

Aarón - Eso es cierto a medias, Nathaniel. Es cierto que no tiene aprecio a nuestra presencia pero si que respeta nuestra capacidad de decisión y analítica. Creo que si vamos con un plan conciso y claro podría funcionar.

(*) Nota del narrador. ¿Qué habrá ido a buscar primero nuestro querido Ashram? ¿un lugar donde cambiarse sus atuendos manchados de su bravura o una pitonisa que le cure del mal de ojo? Lo dejo en vuestras manos estimado lector.

Tamar carraspea para atraer a sí la atención de los tres hombres. - Señores, si me permiten... - El rabino sonríe todo lo que le permite la gravedad de la situación, pero los otros dos no parecen tan dispuestos a tolerar la intromisión. - Señora, - dice Aarón - ¿no ve que estamos tratando asuntos importantes? -

- Precisamente, - asiente Tamar - parece que tienen información que puede ser de interés para el Regente, pero no están seguros de comunicársela abiertamente. Quizás yo, siendo extranjera, podría hacer de embajadora y darles a ustedes la posibilidad de disociarse de mí si algo sale mal -

- Precisamente por ser extranjera, Tamar - responde Yusuf denotando familiaridad - deberías seguir tu camino mientras aún puedes, en lugar de entrometerte en asuntos que no te incumben - El hombre se vuelve hacia el Rabino - ¿ves, Nathaniel? Te dije que tuvieses cuidado de bajar la voz. Quién sabe qué más han oído esta entrometida y otros miembros de la comunidad. -

- No sé la naturaleza de tu información, Yusuf, - contesta Tamar - pero a ti mismo parece preocuparte que si fueses a las termas levantarías sospechas, y no sólo de los gentiles, sino de tu esposa. -

- ¿Qué habladurías son esas? - pregunta Yusuf con el ceño fruncido. Yusuf se vuelve hacia el Rabino - Nathaniel, no pienso continuar esta conversación mientras esta metomentodo nos pueda escuchar. -

El rabino parece chocado, mientras Aarón contiene una risita. Tamar se pone colorada. Viendo que el intento de avergonzar a Yusuf le ha salido rana, decide hacer un último intento de inspirar al Rabino a que siga su inclinación y se sobreponga a las objeciones de los otros hombres. Se trata de que actúe sobre la información de que dispone, si no por otra razón, por empatía con las gentes sencillas de la ciudad que están a merced de las hordas mongolas y de las decisiones de sus líderes. - Así, las cosas, Rabino, seguiré mi camino e intentaré abandonar Óbuda antes de que se le ponga sitio. Pero usted tiene información que podría significar la diferencia entre la vida y la muerte para las gentes sencillas de esta ciudad. Ellos dependen de las decisiones que tomen los líderes de las diferentes comunidades, como pueden ser el regente o usted mismo. - 

Dicho esto, Tamar inclina la cabeza como saludo y se da la vuelta en dirección a la puerta en el lado opuesto de la sinagoga. Al llegar al umbral se detiene, se quita el pañuelo del pelo y se cubre con la capucha de su túnica de viaje antes de salir al exterior. 

Una vez fuera de la sinagoga, Tamar se apresura a acercarse a las termas con intención de localizar al Regente, sea a su entrada, en el interior, o a su salida. - Quizás pueda obtener algo de información del Regente o de su entorno sobre el estado de la ciudad, espiando o conversando. ¿Está Óbuda ya sitiada o cerrada? ¿Están las hordas mongolas ocupadas atacando Pest al otro lado del río? El plan es intentar proseguir viaje el mismo día, preferiblemente de noche protegida por la oscuridad. Saldría presumiblemente por la puerta oeste ya que por el este llegaron los mongoles, a menos que éstos hayan acampado al oeste para cortar la retirada a los húngaros. Rodearía la muralla y seguiría el Danubio río arriba. Si la ciudad ya está cerrada, habrá que apañárselas para camelar o sortear a los guardias, si no ha obtenido un salvoconducto del Regente por un golpe de suerte increíble. Aparte de las termas, una parada intermedia puede ser la casa de Ashram el cagado. Quizás el sirio sea vulnerable a la extorsión, para sacarle información o provisiones a cambio de levantar su "maldición". Puede que cueste más trabajo orientarse dentro de la ciudad, para encontrar las termas o el comercio de Ashram, que seguir la orilla del río contra corriente. -

Sales a la calle y la situación no ha mejorado ni un ápice desde que entraste hace un rato a la sinagoga. Al contrario, ha empeorado ostensiblemente. Ahora en vez de la algarabía  y el movimiento de las mudanzas apresuradas le ha sustituido el silencio y la desconfianza. Como si todo el que estuviese por la calle a estas horas fuese un simpatizante de los invasores.

El viento sopla por las calles, arrastrando el polvo y objetos pequeños que sus propietarios han dejado atrás con las prisas. Los olores a comida se han intensificado. Parece que es la hora de la comida y no todos han decidido abandonar el lugar. Las especias inundan el ambiente con su potente presencia. Las mismas que han enriquecido el imperio que ahora les ataca. Qué ironía, la canela, el comino, el hinojo, el pimentón o la pimienta han proporcionado más diner y más armas a los mongoles que la seda o el oro. 

Las mismas que van a utilizar contra sus habitantes.

A pesar de la desconfianza general, siempre se encuentra a algún alma de buen corazón que te ayuda a ir a trancas y barrancas avanzando en la dirección apropiada para acercarte a la casa de Ashram el Bravo(*).

Cuando llegas al hogar de Ashram el Bravo su mujer te atiende con un tono ofensivo. Que una atractiva mujer pregunte por su marido en la puerta de su casa nunca es buena señal. Le dice que pasó por aquí a cambiarse y después ha abandonado el horga para ir al Központi (mercado) en busca de una pitonisa para quitarse algo relacionado con un mal de ojo. Te dice que si lo ves no se moleste en volver a casa mientras te mira fijamente y te culpa de lo que sea que ha hecho su marido en las últimas horas. Casi te atreverías a decir que se piensa que tú has sido la culpable del sitio de los jinetes del Diablo. Le preguntas por la dirección del mercado o de las termas y recibes como respuesta un portazo que hace temblar las jambas de la puerta.

Poco después descubres que el y las termas están en la misma dirección. Así que continuas avanzando hacia el lugar que primero te encuentres.

Quiere la providencia que el primero sea las termas romanas.

Justo cuando te dispones a entrar una mano se posa en tu hombro de forma casi imperceptible. Te das la vuelta y ante tí te sorprende la presencia de Aarón, el interlocutor que estaba junto a Nathaniel y Yusuf en la sinagoga.

- Me envía Nathaniel. - dice con una leve sonrisa y con las manos levantadas en gesto de paz - Bueno, no es cierto. Solo que me ha gustado el arrojo que has mostrado en la sinagoga y pareces una mujer inteligente. A diferencia de Yusuf, tengo buena mano para eso. - indica mientras te señala orgulloso de sus palabras. Mira a derecha e izquierda para asegurarse que no hay ninguna presencia indiscreta en los alrededores - Te he seguido deduciendo que seguramente intentarías hablar con Tarlós aunque no tengas nada con que negociar. Y veo que no me equivoco -  te indica mientras señala a la puerta de los baños romanos. - Bien, lo que sabemos es que los mongoles han pasado por las ciudades de forma diferente a como lo han hecho en el pasado. Lo normal que es que asediaran tranquilamente las ciudades y no dejaran nada a su paso. Luego están un tiempo por allí para asegurarse de que han robado todo lo que hay de provecho. - Aarón realiza un pausa y baja la vista preocupado. Cuando vuelve a alzar el rostro su preocupación sigue alojada en su semblante - Solo se llevan la comida, medicinas o rebaños. Todo lo demás, telas, metales preciosos, posibles esclavos, lo están dejando atrás. No se llevan más que lo que puedan cargar en sus caballos. No llevan caravanas pesadas. Solo ligeras y material de asedio. -  de nuevo vuelve a realizar una pausa antes de continuar con estas palabras - Están huyendo de algo o de alguien. No se detienen.  - añade por último Aaron con un tono angustioso pensando en que es lo que les puede hacer que los hombres más temidos de su tiempo estén huyendo. ¿Qué les puede estar causando ese pavor?

- Creemos que si mandamos una misiva en son de paz a los mongoles y les pedimos qué quieren de nosotros no quieran perder tiempo arrasando nuestra ciudad si les concedemos provisiones, medicamentos y rebaños. No tiene sentido no darles lo que piden porque de todos modos ya es suyo, será cuestión de días que arrasen este lugar. Pest ya está siendo saqueada. Los siguientes somos Buda y nosotros. Pero sí podemos evitar el derramamiento de sangre. Además si la ciudad queda en buen estado, recuperar esas provisiones será mucho más fácil para todos. - dice Aarón mientras te expone su teoría.

Dicho ésto, Aarón se da media vuelta y se va. No espera ni tu respuesta ni quiere saber si vas a hacer algo. Te ha dado la información y ahora debes ser tú quien decida que hacer con ella.

Quiere la providencia que por esa calle baja en ese momento Ashram el Bravo que viene del mercado de ser limpiado.

¿Qué haces?

(*) Nota del narrador: Aunque estimados lectores habreis observado que nuestra heroína tiene ha llamarlo Ashram el cagado, os recordamos que sigue siendo Arshram el Bravo para la población local. Queremos evitar de este modo la posible confusión que ello pueda contraer por mucha razón que tenga nuestra heroína cuando del valor de Ashram se trate.

- Aaron parece convencido de que los mongoles estarán ocupados saqueando Pest por lo menos el día de hoy - se dice Tamar - si es así aún hay tiempo de proseguir viaje antes de que empiece un asedio. Pero convendría recabar información, por parte de vecinos o del entorno del Regente, sobre el estado de la ciudad: si sigue abierta a la entrada y salida de propios y extraños, y cuándo es de esperar que se cierre para su defensa. - 

Al volverse para acceder a las termas, Tamar avista a Ashram el cagado bajando la calle. Tamar se demora un poco para dejar que el sirio se acerque y, en un momento propicio, le hace un saludo con la mano que sería amistoso en condiciones normales pero que en las presentes circunstancias no puede más que parecer travieso o burlón. Acto seguido, Tamar accede a las termas con intención de recabar información de los allí presentes, con un poco de suerte del mismo Regente Tarlós o de su entorno.

- Sería demasiado arriesgado comunicar al Regente los rumores referidos por Aarón - reflexiona Tamar - ser extranjera da poca credibilidad, máxime teniendo intención de abandonar la ciudad antes de que acabe el día. En caso de estar cerrada la ciudad, podría ser que no tuviese más remedio que intentar intercambiar información por un salvoconducto. Pero, estando de paso de este a oeste y siendo visiblemente judía, el peligro es ser tomada por una espía de la horda invasora. Sólo faltaría que el Regente hiciera que fuese en la delegación que acuda a capitular con los mongoles - un escalofrío recorre la espalda de Tamar - en el peor de los casos quedaría a merced de su capricho, y en el mejor retrasaría su viaje. -    

- Las termas probablemente tengan secciones distintas para hombres y mujeres - especula Tamar - pero separadas quizás sólo por un muro ya que los circuitos de agua caliente, templada y fría tienen que alimentar a los dos lados. Si ése es el caso, quizás pueda usar magia para espiar al Regente. Si no, no habrá más remedio que aguzar el oído a en el vestíbulo común o entablar conversación con alguna mujer en el interior de las termas. -

En un momento dado a Tamar le viene a la mente la posibilidad de que Ashram el cagado decida seguirla al interior de las termas. Una sonrisa sarcástica cruza brevemente su rostro. - No sabe lo que se le viene encima - se dice Tamar - aunque, pensándolo mejor, quizás debería evitar causar daño al sirio dado que su esposa sospecha algo. De nuevo, ser judía y extranjera no es la mejor carta de presentación. De todos modos, aún podría intentar extorsionarle información o asistencia para salir de la ciudad una vez cerrada. -

- También podría tratar de obtener de él simplemente vituallas - piensa Tamar. Sabe que necesita unos dos días para alcanzar Györ, la siguiente parada en su camino, a medio camino de Bratislava río arriba, lo que implica llevar algo de comida y sobre todo agua, y hacer una noche al raso. - Si no de Ashram, se puede conseguir lo necesario en el mercado. -  

Te introduces en el interior de esas termas que tienen como nombre Cesar Augusto.

En el vestíbulo una joven de mirada calmada te atiende. Después de cobrarte unas pocas monedas te proporciona una suave pieza de lino blanco mientras te indica el Apodyterium de mujeres a tu derecha. 

Te cambias en el Apodyterium poniéndote esa pieza de tela que te han proporcionado como única vestimenta. Dejas todas tus pertenencias en uno de los vestitus aunque no te deja muy tranquila que todo lo que te importa se quede en esa taquilla. Una esclava vigila tus movimientos en silencio. Te acercas a ella y le echas una mirada, que si las miradas matasen....

La esclava, asiente, mientras traga saliva comprendiendo que es importante lo que has guardado allí y que si le pasa algo le harás directamente responsable.

Al salir del apodyterium, ten encuentras con que ibas errada en cuanto a que habría zonas diferenciadas para hombres y mujeres. Parece que los espacios son compartidos. Ahora que te fijas, las termas no parecen muy grandes.

Das una vuelta por el lugar para ir localizando los lugares donde podría estar el regente.

Pasas por la Palestra que es un patio central que se abre todas las demás estancias y donde un gran número de hombres y mujeres están realizando ejercicios físicos.

También pasas por la Tabernae que tienes una serie de tiendas adosadas a las salas de baños donde se venden bebidas y comida. Pero como te temías, el regente no parece estar allí.

Pasas por el Frigidarium que es una sala destinada a los baños de agua fría pero apenas ves a nadie. Las personas que entran en el agua fría ríen a carcajadas debido a lo helada que está el agua y salen rápidamente. Observas que alguno viene de las zonas calientes y se sumergen en las aguas frías para provocar el contraste de agua fría y caliente que reactiva el alma según dicen.

Siguiendo a los que vienen de zonas de aguas calientes encuentras el Tepidarium que es ana sala con temperatura tibia que preparaba al bañista para la sala de agua caliente.

Esperas encontrarlo en el Caldarium que son los baños de agua caliente, el alveus. La habitación es la más luminosa ya que tienes clarabolyas que permiten la entrada de la luz exterior. Es una sala ricamente adornada. Una pequeña piscina ocupa la mayor parte de la estancia donde hay mucha gente nadando. Pero después de observarlo un rato, no parece que haya ningún grupo de personas conversando más allá de unos momentos.

Finalmente, localizas el Ficonicum, que está a un lado del Caldarium. Es una sala cerrada y donde se realizan los baños de vapor. Si hay algo parecido a un baño turco desde luego es el Ficonicum. La puerta es de cristal lo que te permite poder vislumbrar un poco el interior aunque el vaho te proporciona una visión difusa de lo que ocurre ahí dentro. Pero sin duda es el  lugar, hay un un grupo de hombres sentados alrededor de las piedras calientes que discuten acaloradaremente. Hay uno de ellos de rizos plateados y de aspecto fornido que parece llevar la voz cantante. Sin duda debe ser Tarlós. Es aislamiento de ese lugar es increíblemente bueno ya que podrías jurar que está gritándole a los que están a su alrededor y sin embargo no se escucha ni una palabra desde el exterior.

Maldices para tus adentros, no esperabas que la disposición del edificio no te permitiese encontrar un lugar discreto desde el que realizar tu magia. Está claro que con toda esa gente en Caldarium no podrías realizar un hechizo sin llamar la atención.

¿Qué haces?

Tamar se desnuda en el apodyterium bajo la mirada furtiva de la esclava y apila sus escasas pertenencias en su compartimento asignado, doblando cuidadosamente su ropa encima del resto de sus efectos personales. Lo último que se quita es el medallón que lleva al cuello, su sello mágico personal. Lo esconde entre su vestido y su túnica de viaje, y duda un momento. Mira a la esclava, la esclava la mira a ella, y Tamar coge el medallón y se lo pone de nuevo debajo de la pieza de lino proporcionada por el balneario. - mejor no correr riesgos con esto - se dice. 

Tras localizar al Regente y sus acólitos en el baño de vapor, Tamar busca un espacio menos concurrido en el calidarium junto al muro de separación y se agacha junto a la pared mirando hacia ella. Conjura en silencio y moviendo las manos sutilmente en dirección a la pared, donde termina apoyándolas como sosteniendo su propio peso. Agobiada por la temperatura del baño cálido, no puede reunir demasiada fuerza para su hechizo, y apenas consigue realizarlo. Sus ojos adoptan el aspecto de los de una serpiente, con color amarillo y pupilas estrechadas verticalmente, mientras ella se concentra en mantener el sortilegio.

Fatigada, relaja los músculos y sostiene su peso realmente sobre manos y frente apoyadas en la pared. Pero el hechizo ha funcionado y puede ver y oir a través de la pared, como si estuviese apoyada justo al otro lado. Cierra los ojos instintivamente por la fatiga y para concentrarse mejor en lo que oye.

Puede mantener la concentración una media hora como mucho, o hasta que la reunión del Regente termine. - El siguiente paso será buscar vituallas para dos días de viaje hasta Györ y encontrar el mejor modo de salir de la ciudad sorteando a los invasores - reflexiona Tamar.

Apoyas las manos en la pared y puedes ver con claridad el interior.
El regente y otros hombres están hablando como imaginabas de temas relacionadas con el sitio de la ciudad. Durante las diferentes conversaciones que principalmente estriban sobre la organización de la ciudad, de sus defensas y de trapicheos varios de dudosa legalidad puedes obtener los siguientes datos que consideras relevantes.
- Los ciudadanos pueden salir por la puerta Oeste hasta la noche sin poner impedimentos ya que los invasores mongoles están terminando de saquear Pest.
- Los invasores mongoles están comenzando a preparar sus trabuquetes a una distancia lejos de las flechas de los defensores de la muralla con los que esperan hacer una brecha en el muro este.
- Van a preparar una comitiva diplomática para ver si pueden llegar a algún tipo de acuerdo con los mongoles.
- Buda está en una situación similar, así que no esperan recibir ayuda de su ciudad hermana. Están solos.

En todo momento Tarlós te parece un hombre razonable y que está dirigiendo la defensa de la ciudad de forma eficiente teniendo en cuenta las circunstancias.

Agotada por el esfuerzo, tienes que interrumpir el hechizo y te dejas caer sobre las baldosas para recuperar un poco el aliento. El calor agobiante no te ayuda y te produce naúseas. Con la cabeza embotada dedicas un momento a meditar sobre tu siguiente paso.

Tamar se queda traspuesta un momento. Al dejarse caer sobre el suelo del calidarium da la impresión de haberse desmayado y llama la atención de las personas circudantes. Balbucea una disculpa apresurada y rodea la sala en dirección al tepidarium apoyándose en las paredes. Una vez allí, se sienta al borde de la piscina de agua templada y espera hasta recomponerse. De vez en cuando echa una mirada hacia el calidarium por si el Regente fuese a salir de las termas. - Parece necesario recordarle que incluya a un miembro de la comunidad hebrea en la delegación diplomática que acuda a negociar con los mongoles, no vaya a ser que los cristianos de Óbuda dejen a los judíos a merced de un saqueo indiscriminado. Por otra parte, entrometerse en los asuntos del Regente puede ser arriesgado como mujer y extranjera. No tiene mucho sentido intentar hacer de embajadora de los hebreos ante el Regente si ni Yusuf, ni Aarón, ni incluso Nathaniel han querido hacerlo ellos mismos, máxime cuando los planes de aquél no parecen contradecir el rumor traído por Yusuf. -

Cuando se ha repuesto, Tamar se dirige al apoditerium para recuperar sus pertenencias y salir de las termas en dirección al mercado. Calcula que debe tener un par de horas antes del crepúsculo para abandonar la ciudad. Es el tiempo justo para adquirir algunas vituallas para el viaje a Györ: pan y queso para un día y un odre con cerveza de baja graduación para dos días. Le cuesta llegar al mercado y luego a la puerta oeste de la ciudad por la necesidad constante de pedir indicaciones a los escasos viandantes.

A la salida de la muralla recibe parecido trato despreciativo de los guardas como al entrar por la puerta opuesta, en este caso tachándola de cobarde por abandonar la ciudad. La mayor parte de los que, como ella, salen de Óbuda se dirigen directamente al oeste por la carretera hacia Viena, pero Tamar calcula que el camino tembién ayudaría a los Mongoles a perseguirlos si ése fuese su capricho. Ella, por contra, rodea la muralla hacia el norte con idea de alcanzar el cauce del Danubio y seguir la orilla corriente arriba. 

Tamar intenta poner tierra de por medio. Espera que le cueste dos noches y la mayor parte de dos días llegar a Györ, la siguiente estación de su travesía. Al llegar el crepúsculo se para a acampar entre los árboles en la orilla del río. Hace una una especie de techado con ramas rotas que encuentra en el suelo nevado para dormir al resguardo de los elementos y de posibles alimañas. También hace una pequeña hoguera que, después de apagada, producirá tizones con los que mantenerse algo caliente por la noche. Al ponerse el sol, Tamar renueva su hechizo de protección contra proyectiles, y conjura un círculo de protección contra demonios en torno a su campamento. - Es una pena que los mongoles no sean criaturas infernales - se dice con una media sonrisa - otro defecto en la teoría mágica de Bonisagus! -  

Todo parece tranquilo donde has acampado. Un claro cerca del río donde has hecho una pequeña fogata. Una frondosa maleza de pequeños arbustos te rodea. No estás lejos del sendero que te ha traído hasta aquí. Lo tienes a una pocas varas de distancia. Un joven árbol te sirve de cobijo. El murmullo del río te arrulla como único compañero. A estas alturas los primeros grillos deberían estar cantando pero con este frío no esperas que salgan a cortejar a ningún compañero o compañera esta noche.

El olor a romero invade toda la zona. De hecho, has arrancado algunas briznas de un seto cercano y las has incluido en el pan. Estás sentada comiendo tu pan con queso y dando cortos tragos a la cerveza que has adquirido.

Podrías estar incluso disfrutando del momento y de la comida si no fuese por las enormes columnas de fuego que iluminan la noche provenientes de lo que una vez fue Pest. El espantoso parpadeo anaranjado del cielo es un mensaje. Una premonición. Es la música que mañana cantará Óbuda. La sinagoga, las termas romanas, lugares donde has estado hace unas escasas horas es muy probable que desaparezcan para siempre mañana.

Un sabor amargo recorre tu garganta y no es el de la cerveza. Sino el del pesar. Porque quizás podrías haber hecho algo por detener esta locura. Porque con la información que conocías sobre los mongoles y lo que buscan quizás habrías encontrado una solución. Ahí dentro quedaron niños, ancianos, mujeres. Sus rostros te perseguirán por algún tiempo en tus sueños o puede que por algo más que algún tiempo.

De repente, tus pensamientos son interrumpidos por el sonido de los cascos de un caballo acercándose por el camino que traías desde Óbuda. Parece un único jinete. El caballo viene al galope. Quizás sea un rezagado abandonando la ciudad o quizás sea un explorador mongol....

¿Qué haces?

Mientras come algo antes de irse a dormir, Tamar oye los cascos de un caballo que se acerca al galope desde Óbuda - Nunca es una buena idea enfrentarse sola a un jinete en mitad de ninguna parte - se dice, poniéndose en guardia. Intenta alejarse del fuego hacia el borde del claro, tratando de ocultarse entre las sombras y los árboles más cercanos y sin quitarle ojo al camino - quizás sea capaz de adivinar si el jinete es húngaro o mongol - 

Por si le fuese necesario echar a correr en la oscuridad, prepara su hechizo de percepción del terreno - aunque el riesgo aquí es probablemente más tropezar con una raíz que con una irregularidad de la tierra. Habrá que investigar una variante con requisito herbam... -

El jinete al ver el fuego aminora el paso y se detiene aunque sin desmontar del caballo.

Al observar que no hay nadie, se queda apoyado en su corcel y apoya ambas manos sobre la silla de montar. La luz de la hoguera te permite bien ver al jinete, parece un hombre de aspecto latino y no mongol. El corcel también parece un caballo más propio de los pueblos germánicos que la raza de caballo mongola.

Observas que el hombre está ataviado con una capa de viaje de color rojo oscuro apagado. Con un gorro a juego del mismo color. En ese gorro puedes observar un bordado. Un círculo dorado con un triángulo azul en su interior.

- Ordinem ministramus et sustinemus (*) - dice solemnemente esa figura montada a caballo.

Esa frase en latín es el lema de la casa Mercere. Casa de los Boinas Rojas. Los mensajeros de la Orden de Hermes.

Y se queda esperando por unos instantes a ver si alguien le responde.

¿Qué haces?

Al oír el lema de la casa Mercere, Tamar exclama - Salve, sodalis, pertinatia sapientiaque ad cognitionem cursus sunt - y sale de su escondite, dejando que la luz de su hoguera la ilumine. Encapuchada como está, sus facciones son difícilmente discernibles para el jinete. Tamar se quita la capucha y sonríe al boina roja - no sé si tendrás tiempo de compartir mi fuego y mi comida conmigo, sodalis - le invita, pretendiendo entablar una conversación pausada con el extraño para extraerle información y, quizás, ayuda.

De natural indiscreto, a nada que el boina roja sea mínimamente amistoso Tamar le dirá de dónde viene, a dónde va, y cualquier otro detalle potencialmente comprometedor o embarazoso. Por ejemplo, que acaba de estar en un balneario espiando al Regente de Óbuda o que es una mera aprendiz de Maga. A ella le interesa saber igualmente a dónde va el Mercere. Idealmente, el jinete podría llevarla a ella a caballo hasta su siguiente parada. Menos urgente es saber si él tiene El Don, su edad, o, ya para nota, de dónde viene. 

Al verte, el boina roja respira ostensiblemente aliviado.

- ¡Creí que no os alcanzaría sodal! ¡Llevo varios días buscandoos! No las tenía todas conmigo, sinceramente. Cuando he llegado a Óbuda y he visto cómo de mal estaba la cosa. - dice mientras se le apaga la voz y señala las columans de fuego que alumbran la bóveda celestial. El hombre continua - Os he estado buscando por casi toda la ciudad. En la sinagoga no sabían donde estábais hasta que un hombre me ha indicado que posiblemente estuviéseis en las termas locales. Pero tampoco os he encontrado. - explica vuestro sodal con un tono apresurado.

- Se me acababa el tiempo y he salido al galope hacia la vía en dirección Oeste pero no os he visto entre los refugiados. He pensado que igual estábais siguiendo el Danubio tal como os indicó vuestra maestra. - continua el hombre. Al ver en tus ojos la evidente pregunta. - Hablé con ella hace unos 4 días y estaba bien. No os preocupeis por ella- añade en tono tranquilizador. Respiras aliviada antes las buenas nuevas.

- Mi nombre Stefan y vengo directamente desde la Alianza de Durenmar para traeros un mensaje importante - el jinete desmonta de su corcel y se quita el polvo del camino de su capa de viaje bermeja.

- Sois Tamar ex Bonisagus, ¿es correcto? - te pregunta el boina roja. - Me proporcionaron vuestra descripción física y encaja con vos señora - dice en tono tranquilizador mientras alza las manos.

Afirmas con la cabeza confirmando tu identidad. 

- Tengo un mensaje para vos - dice mientras rebusca en su zurrón. De la bolsa extrae un pergamino que te entrega.

Observas el pergamino enrollado con un sello lacrado en forma de dos llaves cruzadas. El papel de fabricación es de excelente calidad. Ya comienzas a tener un poco de experiencia sobre calidades de papirus después de utilizarlos con asiduidad en las clases de escritura de maestra. En estos momentos agradeces tener la capacidad de discernir con solo tocar el material del pergamino la calidad del mismo.

Rompes el sello y comienzas a leer su contenido.

Durenmar, 4 de marzo de 1228

alve ilutre sodal!

En breve se va a celebrar el XV reunión del Gran Tribunal de la Orden Hermes. Un evento que se produce cada 33 años. Un acontecimiento único y de una importancia histórica inconmesurable. Dónde todas los representantes de las grandes alianzas de nuestra querida Orden se reúnen para tratar los aspectos más importantes de nuestra hermandad.

Es parte de la tradición que se realice un sorteo entre los recién nombrados magi, o aprendices en su fase final, el repartir una serie de asientos para que puedan acudir a tan extraordinario acontecimiento.

Vos, estimada sodal, sois uno de las afortunadas en poder asistir a la XV reunión del Gran Tribunal de la Orden de Hermes. Solo 13 magi disfrutarán de este privilegio.

Durante el evento se os hará entrega de 20 libras de plata para cubrir vuestros gastos de viaje y manutención durante lo que dure vuestra estancia (aproximadamente 4 jornadas).

Es necesario que estéis un día antes de la noche de Walpurgis (30 de abril) en la alianza de Durenmar para realizar las comprobaciones necesarias antes del inicio de la apertura del XV Gran Tribunal de la Orden de Hermes.

Recuerde llevar esta carta con vos como justificante y para que se le puedan franquear los accesos necesarios al llegar a Durenmar.

Att, Petrus Virilis seguidor de Bonisagus

Tamar lee detenidamente la carta y al llegar al último párrafo levanta, compungida, la mirada hacia el boina roja.

- Pero... Durenmar está a 500 millas de aquí - protesta, y se lamenta - sería difícil hacer ese camino en tres semanas -

Vuelve a leer la carta, y a mirar al mensajero, esta vez con actitud acusadora - La misiva está fechada el 4 de marzo. ¿Cómo es que ha tardado màs de un mes en llegar hasta mí? - 

- ¡Menuda faena! - farfulla, frustrada. Se dice - Quizás podría buscar una barcaza que me lleve río arriba... - Arquea las cejas y se dirige de nuevo al Mercere - A menos que tengáis una idea mejor - dice - Sodalis - acentuando esta última palabra con sorna. - Si por lo menos tuviese las veinte libras de plata ahora... - se sonríe - ...podría pagar para viajar más rápido. - 

Antes tus duras palabras, el mensajero retrocede un poco espantado por tu reacción.

- Per..per...do..donad se...se...se..ñora – dice tartamudeando el boina roja – he estado cabalgando sin descanso desde hace más de un mes – dice mientras realiza una pausa y ves que recupera algo de firmeza de su voz – Me dirigí a donde se suponía que teníais que estar que era con vuestra maestra. - dice y al darse cuenta de sus palabras te observa fijamente – He cabalgado sin descanso hasta los montes fríos de los Cárpatos. Me han salido unos callos en las nalgas que no creo que se me vayan en meses – dice despacio – Para encontrarme que … vos… señora … ya no estabais – continua en un tono frío – Luego marché para encontraros. Como únicos datos tenía vuestra descripción física y vuestro objetivo de recorrer el Danubio – aquí realiza una pausa y te mira fijamente a la cara - ¿Sabéis lo difícil que es encontrar a una persona entre miles que recorren este maldito río – indica alzando un poco la voz mientras señala con el dedo al Danubio.

- He esquivado asaltadores de caminos, timadores, delincuentes, asesinos, buhoneros, mongoles, magiares y otra docena de alimañas que solo querían matarme para encontraros – dice fríamente mientras prácticamente escupe esas palabras. - ¡Cristo! Si hasta me he metido en una ciudad a punto de ser asediada para encontraros – grita a los cuatro vientos

- ¡Por fin os encuentro! ¿Y acaso alguien le agradece a Conrad todos los esfuerzos realizados? ¡NO! ¡Al contrario! ¡Me echan a los perros! - dice Conrad mientras da un paso en tu dirección – No olvidéis sodal – dice esta última palabra arrastrándola con sorna – que no soy ningún sirviente ni un grog – continua en voz baja pero con un tono frío – Sino que soy un miembro de la Orden como vos que ha recorrido grandes distancias y acometido grandes peligros para haceros entrega de esta misiva – dice mientras da otro paso en tu dirección.

- Respecto a vuestra gran preocupación – dice con cinismo – sabed que los Mercere controlamos unos portales que os permiten viajar grandes distancias en un momento – continua dando otro paso y quedándose a escasos centímetros de tu rostro – eso claro está…. Si yo lo autorizo – dice finalmente entre dientes casi escupiendo las palabras mientras te observa fijamente.

Tamar observa al boina roja con creciente preocupación mientras él se envalentona y se va acercando a ella. Cuando él da su último paso con intención de encararse a ella a corta distancia, Tamar reacciona dando un paso atrás y recitando apresuradamente unas palabras en latín con voz firme mientras hace unos gestos simples pero vehementes con las manos. Su voz adquiere una calidad siseante como la de una serpiente, y ella parece teleportarse un metro hacia un lado, esquivando al Mercere. En realidad la teleportación es una ilusión y ella sigue pegada al hombre, pero aprovecha el efecto sorpresa para apartarse despacio realmente y guardar el pergamino enrollado bajo su ropa. Su imagen ilusoria también retrocede, quedando por tanto ella invisible a un metro de su oponente y su imagen a un par de metros de ambos.

La mujer se mueve y habla lentamente debido a la necesidad de mantener el hechizo. Una vez se asegura de que ha funcionado, se ríe. Esto suena como un siseo intenso y enervante debido al efecto de su impronta mágica. - ja, ja, ja... Ni ssse osss passse por la cabesssa asssercarosss un passso másss... Sssodalisss Conrad. - Tamar acentúa la palabra Sodalis con la misma sorna usada por su interlocutor. La voz de ella proviene de su posición real, no de donde parece estar su imagen, lo cual puede hacer pensar a Conrad que la voz realmente suena dentro de su propia cabeza, o quizás le ayude a localizar donde ella está realmente.

La maga abre los brazos como si estuviese preparando otro hechizo, con le palma de la mano izquierda avanzada en actitud defensiva y el brazo derecho elevado detrás de sí como si fuese a lanzar una piedra. - ¿Qué queréisss de mí? ¿Que osss sssuplique? ¿Que osss obsssequie? ¿Que osss sssane losss callosss de lasss posssaderasss? - En este punto, Tamar adopta un tono burlón adecuado a la ocasión. - Osss he ofresssido misss provisssionesss y mi lumbre. Esss todo lo que possseo. No sssoy resssponsssable de que mi parensss me desssafíe a viajar dosss messsesss y medio sssola por essstosss parajesss dejadosss de la mano de Diosss, ni de que a lasss mentesss preclarasss de Durenmar ssse lesss ocurra assselerar mi viaje por tresss sssemanasss. - 

Por último, Tamar escupe hacia su hoguera como ha hecho el hombre, y murmura como para sí pero asegurándose de que él la oye - me va a hassser falta invessstigar un sssírculo de protecsssión contra mundanosss babosssosss, ya van tresss hoy -