-Buenos días Señor -Sebastien pasa al salón donde estás almorzando y te saluda afable, cogiendo un poco de pan-. En su orden del día de hoy tenemos desplazarnos a la ciudad para negociar la compra de armas y armaduras para la milicia. Cómo es probable que se nos haga bastante tarde, me he permitido la licencia de mandar un mensajero para reservar una taberna acogedora.

-Buenos días Sebastien. Tan diligente como siempre.
Me levanto con una copa de vino y me acerco a la ventana.
-Espero que recuerdes que ademas debe ser una taberna discreta. Recuerda que me gusta pasear de noche.
Me giro y le lanzo una sonrisa de complicidad.
- Si todo esta listo me gustaría partir cuanto antes.

-Por supuesto, mi Señor -Sebastien sonríe con complicidad y te acompaña hasta las caballerizas, donde han preparado un carruaje. Afuera, tu guardia de honor te espera. El viaje en el carruaje, a pesar de resultar largo y agotador se hace ameno. El buen Sebastien tiene la virtud de poder amenizar cualquier viaje con chistes verdes y anécdotas capaces de hacer ruborizar a cualquiera. Tal vez por eso te llevas tan bien con él y tal vez por eso es tan cómplice de tus correrías. A veces te preguntas si tu padre también tenía una doble vida oculta por el pícaro Sebastien.

La posada se encuentra en la Avenida Central, núcleo del comercio de Constantinopla, cuyos comercios cierran casi siempre a altas horas de la noche, lo que resulta muy conveniente a tus intereses, tanto privados como públicos. Tras acomodaros en la habitación y asearos, os dirigís al comedor para cenar. Mientras estáis cenando, no puedes evitar fijarte en la presencia de otro noble en la misma posada. Un hombre de unos 35 años con el rostro cubierto de arrugas. -Es Nicéforo, uno de los hombres más ricos de Constantinopla y un importante Prefecto Militar- Te susurra al oído Sebastien al percatarse de que te fijas en él -Dicen que sus tropas son temidas en todo el imperio.

La suerte me sonrie como de costumbre. Veamos si puedo iniciar una conversacion con Nicéforo.
Como minimo podre aprender algo referente a tropas militares con lo que mejorar mi milicia.
En el mejor de los casos quizas pueda añadir un contacto muy valioso a mi agenda.

Espero a que ambos terminemos de cenar. Entonces pido un par de copas de el mejor licor de la posada y me acerco a Nicéforo. Cuando este cerca le aproximo la copa y le digo...

- Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza. Mi nombre es Asenoc Zibanitum. ¿Me permite invitarle a una copa?

Si durante la conversacion descubro que a Nicéforo le gusta la compañia de mujeres guapas le propondre acompañarlo a algunos de los mejores locales de la ciudad. A ver si me gano su confianza.

-Saludos, Asenoc. Toma asiento y parlamentemos, siempre es grato encontrar a alguien de alta cuna con quien compartir la velada. Hasta mi han llegado noticias sobre tu pequeño ejército. -Hace un gesto señalando con la cabeza a los hombres de la guardia que te acompañan y que muy sabiamente se han repartido estratégicamente por la sala.- Aunque creo que te falta un poco de experiencia. Tanta protección llama mucho la atención, da a entender que tienes algo valioso que proteger. -En ese momento te percatas de que la guardia personal de Nicéforo no está apostada y vigilante, como la tuya. En una mesa un poco apartada cuatro soldados cenan ruidosamente. ¿Esa es su guardia? Es impensable, ¿él aquí cenando sólo y sus hombres a cinco metros de distancia? De no haber sido por sus palabras, casi ni hubieras pensado que esos hombres le protegen a él. ¿Y si alguien tratara de asesinarlo? -Buen licor, gracias. Dime, ¿Qué te trae a Constantinopla?

- Lo cierto es que seria absurdo negar mi falta de experiencia en el campo militar. No obstante aprendo rapidamente.

Es una buena idea. Debo entrenar soldados vestidos de ciudadano o incluso de sirviente menor. Con armas cortas que puedan esconder bajo las ropas. Mmm. Pensandolo mejor. Creo que entrenare a mujeres guapas que se hagan pasar por sirvientas y escondan dagas en el liguero. Haha. 

- He venido al mercado a comprar armas y armaduras para mi milicia. Y probablemente a contratar algun costurero que cosa unos tabardos con el escudo de mi casa. ¿Despues de todo el aspecto es importante no crees? Tambien estoy considerando la idea de dar la oportunidad de unirse a la milicia a las mujeres que asi lo deseen.

-¿Mujeres en la milicia? -Nicéforo parece asombrado- ¿No te parece osado? Quiero decir... ningún ejército actual contiene mujeres entre sus filas, es contraproducente. Desconciertan a sus compañeros y son menos fuertes y resistentes. Son más bajas, lo que es un problema frente a la caballería. Aparte de eso, la batalla saca lo peor de cada hombre, y tanto hombre junto da lugar a un hambre de mujeres que no se sacia fácilmente. Tener a su presa tan cerca podría acabar en tus tropas atacándose a si mismas -justo en ese instante la hija de la posadera se acerca a la mesa de los cuatro hombres, que la increpan con improperios, e incluso uno de ellos le da una palmada en el trasero. Es evidente que la muchacha está acostumbrada a este tipo de soeces, ya que en vez de insultarles les dirige una sonrisa recompensada con una moneda y se aleja tranquila a servir a otra mesa-. ¿Ves a que me refiero? -dice Nicéforo señalando con un gesto de su cabeza la escena que acaba de ocurrir-. Imagina si eso en vez de una posadera acostumbrada a los improperios es una guerrera acostumbrada a empuñar las armas. Pero cambiemos de tema, casualmente mis herreros son los mejores fabricantes de armas y armaduras, aunque he de reconocer que la calidad se paga -te guiña un ojo-. Aunque creo que eso deberías decidirlo por ti mismo, y para ello lo mejor es comparar. Te invito a acudir a mi fortaleza para comprobarlo. Aprovecha el día de mañana para visitar a los comerciantes locales, y al atardecer acude a mi ciudadela. Tu y tus sirvientes seréis bien recibidos, podrás ver mis instalaciones y comprobar la calidad de mi material.

- Por otro lado, si nuestro ejército está acostumbrado a luchar codo con codo con ellas, sería el ejército del enemigo quien quedaría desconcertado. Si bien es verdad que son más bajas y débiles también es cierto que son muy diestras con armas ligeras, poseen un campo de visión más amplio y un oído más fino.

- Aún recuerdo como la nana que me cuidaba de pequeño era capaz de detectar el más mínimo roce de mi ropa cuando intentaba escapar de noche.

- No obstante tiene razón. Probablemente la mentalidad de la sociedad actual no está a la altura de tal avance. Aun así creo que un día las mujeres reclamaran el lugar que les corresponde al lado del hombre y no detrás. Ese día no seré yo quien empuñe un arma contra ellas. ¿No cree Comandante?  

Le guiño un ojo mientras cojo la copa de licor y rio.

- Cambiando de tercio. Agradezco mucho su invitación y le tomare la palabra. Estoy dispuesto a pagar algo más si con ello aumento la supervivencia de mis hombres. Y ahora que ya hemos hablado de negocios… ¿qué le parece si le enseño cuan guerreras pueden ser algunas mujeres? Conozco algunas que harán que se rinda a ellas sin pestañear.

Tanto si me acompaña por la noche como si no al día siguiente hago lo que me aconseja. Reviso la calidad de las armas y armaduras de los mercaderes. Después compro algún presente caro, un buen licor, y me dirijo hacia su ciudadela.

-Me gusta como piensas -Nicéforo sonrie, crees que complacido-. Arriesgado y audaz, creo que tienes un gran porvenir en Constantinopla.

Nicéforo te acompaña, te sorprende la familiaridad con que se le trata en algunos burdeles, aunque nunca pierde la compostura y se trata como un auténtico caballero. Cuantos le conocen le tratan con gran respeto, a su lado tienes la extraña sensación de que es él quien te está enseñando a ti el lado más bohemio y bizarro de la ciudad, y no a la inversa. Cuando la noche está bien avanzada, en un local sórdido pero muy conocido en la ciudad, os cruzáis con otro hombre al que Nicéforo saluda con gran respeto. La situación te resulta algo extraña, dado que el hombre parece más un mercader que un noble.

-Noble Asenoc, permitid que os presente a Elsh, el mejor maestre albañil de Constantinopla, y estoy convencido que de todo el mundo civilizado. Es una auténtica lástima que esté obstinado en construir sólo lugares sagrados, más de una vez he intentado convencerle sin éxito de diseñar una fortaleza para mi sin éxito.

-Saludos, Asenoc. Veo que esta noche os encontráis en buena compañia, pero tened cuidado con su aspecto inocente. Os puedo asegurar que Nicéforo podría derrotaros en una competición de gustos bizarros.

Vaya. Parece que hoy es mi cumpleaños. Las mejores armas y armaduras de contantinopla y ahora un arquitecto de gran renombre. Quizas yo pueda triunfar donde Nicéforo ha fracasado. Despues de todo mi encanto es legendario...

- Es un placer conoceros caballero. Permitame subrayar que cualquier competicion sobre aficiones bizarras es tan agradable para el vencedor como para el perdedor. Hehe.

- Quizas deberiais encargarle una fortaleza santa, o una iglesia fortificada... nos acompañara esta noche Señor Elsh? Seria todo un placer contar con su compañia. Adicionalmente permitame invitarle a pasar un dia en mis tierras. Le encantara ver que mi familia es muy aficionada a la arquitectura social. Hemos construido caminos, molinos publicos, almacenes, plazas de mercado asfaltadas y muchas mas cositas que hacen de mi hogar un lugar digamos... mas agradable para el pueblo llano.

-Gracias por la oferta, más creo que la declinaré. Vuestra reputación os precede, en un buen sentido de la palabra, he de decir, pero mi interés es el mundo espiritual y la búsqueda de Dios a través de los edificios que han de albergar su esencia. Me han llegado noticias de occidente donde se están construyendo enormes catedrales que parecen elevarse en el aire, con grandes ventanales que parecen llegar al cielo...

- Estoy seguro de que El Creador os tiene en muy alta estima. Mas soy de la opinion de que los autenticos receptaculos del espiritu de Dios son las almas de los humanos que siguen su ejemplo con buenas obras y no un grandisimo y carisimo edificio cuyos costes podrian haber alimentado a muchas familias durante mucho tiempo o, en su lugar, haber construido una fortaleza que los protegiese de los ataques de incursores salvajes.

Mientras digo esto ultimo guiño un ojo a Nicéforo.

- Despues de todo una catedral no sirve de nada si no hay fieles para llenarla.
- Como podeis observar no soy muy seguidor de la palabra de dios mas creo que sigo su ejemplo protegiendo y ayudando a los mas debiles en su justa medida. Pero que esto quede entre nosotros señor! No quiero que me quemen por Brujo!!

Rio con fuerza mientras levanto la copa.
 

-Creo que te confundes, mi buen amigo -apunta Nicéforo-. Elsh no reza a ningún Dios, tan sólo a su obra. Por eso se encuentra donde se encuentra, y no cubierto de oro y joyas. Creo que ha construido templos para todos y cada uno de los dioses conocidos y desconocidos. Es un personaje bastante enigmático, si se me permite decirlo.

-En efecto, así es. No me molesto en ocultarlo, la verdad sea dicha. Puede sonar a blasfemia, pero creo que Dios se manifiesta de todas las maneras habidas, incluso en dioses paganos, hay siempre algo de su verdad. Sobre economía... Estáis en sumo equivocados. Una gran catedral es un reclamo para fieles y peregrinos, que acuden en peregrinaje, sobretodo si dicha catedral está destinada a algún santo venerado o si contiene los restos de algún beato crucificado en pos de un bien mayor. No son las grandes ciudades las que hacen grandes templos. Son los grandes templos los que hacen grandes las ciudades -Elsh te guiña el ojo-.

- Interesante... es posible que haya subestimado el poder de la fe. Lo cual me abre un nuevo abanico de posibilidades. Voy a volver a formular mi propuesta mi señor Elsh. ¿Porque no visita un dia mis tierras y hablamos sobre una bonita colina donde construir una preciosa catedral? Un lugar tan elevado estaria un paso mas cerca de Dios.

- Es mas. Estoy seguro de que con suficiente... interes... es posible traer alguna reliquia a esta nueva catedral una vez este construida.

Por el momento no tengo nada mas interesante que contar. Pasare la noche de juerga con Nicéforo y mañana me ocupare del asunto de las armas y armaduras. Tambien estoy deseando ver las tropas de Nicéforo y quien sabe... quizas hasta tenga una hija guapa. Hehe.

-Ese nuevo enfoque he de admitir que me agrada más. No dude que le tomo la palabra, estoy ansioso por ver el entorno que propone -Elsh se despide con cortesía y se marcha-.

Nicéforo resulta ser una buena compañía para tus correrías nocturnas, si bien Nicéforo se recoge antes que tu alegando que durante el día le espera un arduo trabajo y que debe estar despejado, no sin antes recordarte su ofrecimiento para la noche siguiente.

A la mañana siguiente, acompañado de tu guardia personal y Sebastien, te diriges al Gran Bazar para comparar la calidad de las armas y armaduras de los distintos herreros de la ciudad. Un leproso interrumpe tu caminar al poco de entrar en el Gran Bazar.

-Buen Señor, ¿podría dar limosna a este pobre anciano? Los días son duros y no puedo trabajar -te enseña las manos, destrozadas por la lepra-. El buen Dios seguro que lo tendrá en consideración el día del Juicio.