Asiento y le miro a los ojos, aún cohibida.- Si que es un hombre apuesto...- Sonrío levemente.

-Apenas he salido de casa, salvo a alguna partida de caza que mi padre haya tenido la gentileza de llevarme, junto con mis hermanos. Este es el viaje más largo que he hecho en mi vida, aunque todo lo que he visto me ha parecido maravilloso...-vuelvo a sonreír más contenta, por los recuerdos del viaje.- Aparte de mis obligaciones para ser una buena esposa, como bordar o coser, se me enseñó a montar a caballo, a leer y a escribir... Pero apenas se me permite leer poco más que la Biblia- me aventuro a decir, un poco dudando si debiera.- Y no tengo a nadie a quien escribir tampoco... No puedo hablaros del futuro o que me gustaría elegir, pues nunca he pensado esa opción, nunca se me ha dado esa opción... Y tampoco conozco mucho de este mundo donde vivimos... Solo puedo esperar ser desposada con un buen hombre, aunque no se si será así, puesto que la mayoría de hombres solo desean mi dote y _{se que padre me entregará al que le proporcione lo que desea...-} añado con un hilo de voz, son cosas que no debería decir, pero el Conde me lo ha pedido. Quizás no sea la mejor idea contar ésto de todas formas. Vuelvo a mirar al suelo avergonzada.- Disculpad de nuevo mis palabras osadas, señor Conde...

El Conde te sonrie amablemente y luego dice:

-Creo que la lectura es una afición que todo el mundo debería practicar. Y no debería existir censura al respecto. También opino que las mujeres sois tan capaces como los hombres y deberíais tener los mismos derechos. -Luego pone un dedo en sus labios y susurra- Shh. ¿Pero esto es un secreto entre nosotros eh? ¡¡Podrían colgarme por algo así!! -y luego ríe abiertamente. Después de unos instantes de risas compartidas, continúa- ¿Sabes? Nadie deberia pedir disculpas por decir lo que piensa. Eres una chica guapa e inteligente. Seria un honor que me concedierais vuestra mano si así lo deseáis... pero no os obligaré a hacerlo.

Justo en ese momento, Sebastien interrumpe vuestra conversación.

-Mis señores, la cena está servida. Pueden pasar al salón cuando gusten.

La respuesta queda en el aire, en una incógnita. La cena es opípara y de un gusto exquisito. Unos bufones hacen trucos malabares y acrobacias para amenizar la velada. Cuando la cena está finalizando, tu padre hace callar a los bufones, que abandonan la sala junto con Sorcha y Sebastien, dejándoos solos a los tres en el salón.

-Gracias Señor Conde por la invitación y por este agradable día. Os ruego me disculpéis si esta no es la forma de hacer o decir las cosas, pero estoy más versado en las artes de la guerra que en las intrigas palaciegas. Deseo hablar con vos del futuro matrimonio de mi hija, y creo justo que se encuentre ella presente ante tales negociaciones.

Ayer mantuve largas conversaciones con el Emperador y con el Prefecto Militar. Mi hija lo sabe, nuestra familia vive muy al norte, defendiendo las tierras cristianas de los salvajes vikingos. Desde que nací, he pasado más tiempo con una espada en la mano que en la Corte. -Ahora que te fijas, es cierto, no viste como los nobles al uso, sino más bien como un soldado, con pesada armadura de guerra y una enorme espada bastarda al cinto- Dos motivos me llevan a buscar pretendiente para mi amada hija... Uno, porque creo que ya tiene edad de contraer matrimonio y conocer un marido que sepa amarla y cuidarla. El segundo, porque necesito hombres para mi guarnición.

Vuestros hombres son de los mejores que he encontrado, muy bien recomendados por el Prefecto, que ha dado su visto bueno para lo que voy a proponer a continuación. He sabido que vuestro vecino el Conde Marcos ha caído en desgracia y a tratado de asesinaros. Por ese motivo he adquirido sus tierras junto con el titulo del Marquesado como dote para mi hija. Si aceptarais este enlace, vuestras tierras se unirían a la dote de mi hija, junto con el título, lo que os haría más rico y poderoso de lo que ya sois.

Pero a cambio, habríais de poner la mitad de vuestros hombres, escogidos por mi mismo, a mi servicio, durante al menos diez años.

Quedé más que impresionada por las breves palabras del Conde.- ¿Los mismos derechos...?- No pude sino sonreír tontamente a aquello que me decía, ¿o acaso sólo me regalaba el oído? No importaba, el Chambelán vino anunciándonos que nos servirían la cena.

No comí mucho, no era una chica de comer mucho, pero apenas pude probar bocado pendiente del Conde. Ese hombre me había encadilado, no sabía si para bien o para mal, pues si mi padre no llegaba a un acuerdo todo aquello sería para nada. Y como temía un acuerdo iba a ser difícil con las exigencias de mi padre. Miré a mi padre por todo lo que había exigido a cambio de mi mano, desconocía si mi mano valía tanto, pero la dote que acababa de ofrecer era más que jugosa.

Era cierto que padre dedicaba mucho tiempo a la guerra y decían de él que era un bravo guerrero, nada que ver con otros hombres de alta cuna. Yo de esos bárbaros solo había oído hablar, pero había visto cómo volvían algunos hombres de esas batallas y debían ser temibles. Acabé por mirar al Conde expectante, la mitad de su guarnición era demasiado a mi juicio, pero yo no tenía voz para opinar aquí.

Ante las peticiones de tu padre, el Conde contesta con absoluta tranquilidad.

-Veo que tenéis muy claras cuales son vuestras necesidades. Por supuesto es un trato muy ventajoso que nadie en su sano juicio rechazaría. No obstante tengo algunas preguntas al respecto. ¿Tenéis hijo varón? Si es asi quiero que forme parte del trato unas visitas de su hijo a mi casa. Yo también viajaré a la suya. Para conocernos y crear una buena relación en previsión de que vos caigáis en batalla.

Tu padre sonríe ante la extraña petición del Conde. -Será un placer teneros como invitado, Señor Conde. Tengo tres hijos mayores que mi hija, será un placer que los conozcáis, y estoy seguro de que tanto ellos como mi hija agradecerán la visita a vuestras tierras. 

Luego el Conde añade -Y por otro lado querria conversar unos minutos con su hija antes de darle una respuesta. 

Tu padre parece dudar un instante, y luego asiente con la cabeza. -Bien, estaré al otro lado de la puerta, avisadme cuando hayáis terminado de hablar. -Y acto seguido abandona la sala dejándoos solos.

Una vez a solas, el Conde te mira a los ojos y continúa:

-Y bien Carienn. ¿Cual es tu respuesta?

Miro también al Conde, no pudiendo abrir la boca.- No puedo rechazar la oferta, sobre todo por padre... La guerra se cierne sobre sus tierras y quiere dejarme desposada cuanto antes y marchar con los caballeros que necesita... Y no creo que me encuentre un mejor pretendiente que éste, aunque después no cumpla las bellas palabras que me ha ofrecido en nuestro paseo.- asiento levemente, intimidada por sus ojos clavados en los míos. 

El Conde te coge de la mano y dice:

-Me haces muy feliz Carienn. Ahora hagamos feliz a tu padre.

Te acompaña hasta la puerta para darle a tu padre la respuesta.

-Tendréis a mis hombres caballero. Y un marido para su hija. Además me hace muy feliz tomar posesión de las tierras del Conde Marcos aunque hubiese tomado su vida con igual satisfacción. Por su bien espero que no vuelva a cruzarse en mi camino pues yo jamás olvido una afrenta.

Tras esto, él mismo sirve vino para los tres y continúa hablando.

-Incluso me parece una excelente idea que mis hombres luchen contra los Vikingos. Los que sobrevivan y vuelvan a casa tendran una gran experiencia en el campo de batalla. No descarto la posibilidad de volver a negociar el envío de mas tropas cuando sea posible.

Dicho esto, llama a Sebastien, que acude de inmediato.

-Sebastien por favor. Acompaña a la señorita a la biblioteca y empezad a organizar una gran boda. Atended a sus necesidades y sus deseos para con la misma. Aconsejadla en caso de necesitarlo y hablad conmigo si tenéis discrepancias.

Sonreí a mi padre, viendo la dicha en él y ese brillo en los ojos que se vislumbraba cuando se salía con la suya. Después seguí al Chambelán, no tenía ni idea de organizar una boda debido a la ausencia de mi madre, pero supongo que él me ayudaría. Mientras seguía al Chambelán no podía evitar mirar el palacio con otros ojos.- Esta ahora será mi casa...- dije cuanto menos incrédula, mirando cada tapiz, alfombra y mueble del lugar.

Mientras estás en la boda, saludando a unos y a otros, un maestro artesano se acerca a saludarte.

-Saludos, noble dama -se inclina besando tu mano- me temo que todavía no hemos sido presentados como es debido. Mi nombre es Elsh, vuestro marido me ha encargado el diseño de la nueva catedral, aunque de momento no hemos tenido tiempo de concretar los detalles del encargo.

Me paseo algo perdida entre tanto noble y abrumada por la atención sobre mi. 

-Buen día maestro Elsh- sonrío cortésmente.- Será un placer poder venir a visitaros mientras lleváis a cabo tan omnimoniosa obra, si no os supone molestia... Y si mi esposo está de acuerdo. Nunca vi comenzar una obra tan magnánima desde el principio- digo al hombre con una mirada curiosa.

Debería pedir a Asenoc estar presente cuando concrete la obra, quisiera saber más sobre ella, aunque sea solo escuchar el proyecto futuro.

-Oh, es algo digno de admiración. Estoy seguro de que os encantará el proceso. Requiere de gran precisión, calcular el peso de cada piedra, la proporción en que se sitúan, comprobar si los materiales son apropiados... Y todo ello, combinado con una elegancia y una belleza digna de ensalzar al Dios al que honra.

¿Al Dios al que honra? Qué afirmación más extraña. ¿No debería haber dicho "a Dios" a secas? Seguro que se trata de algún tipo de lapsus mental.

-He de reconocer que el Marqués Asenoc ha tenido una suerte inmensa al desposarse con una mujer tan hermosa como vos -hace una profunda reverencia dando mayor importancia a sus palabras- Tal vez, podríais permitirme la osadía de haceros una petición...

Elsh se da cuenta de que no te encuentras demasiado a gusto rodeada de nobles desconocidos y siendo el centro de atención.

-Que grosero por mi parte, tal vez deseéis hablar afuera en los jardines, allí os encontraréis más cómoda de seguro. -Sin saber bien como ni porque, este hombre te inspira una confianza ciega y cogida de su brazo abandonas la estancia para acompañarle a los jardines. Allí hay menos nobles, aunque la guardia también está presente para evitar altercados o incidentes indeseables.

-Como iba diciendo, querría pediros un favor. He comprado una casa abajo en la villa que voy a utilizar de estudio. Aparte de la construcción de templos, me encanta la escultura. Me han encargado la construcción de una estatua de la virgen maría para la Iglesia de Santa Matilde. Si no os parece muy osado, desearía usaros como modelo para dicha escultura. Por supuesto, vuestro marido podría estar presente si lo deseáis así.

Me sonrojo ante sus palabras y su reverencia.- _Gracias...- me sale decir ante tanto elogio y miro alrededor.- Si que es algo incómodo tanta gente...- sigo al maestro Helsh a los jardines.

-Si a... Si a mi esposo el conde no le parece mal, no me importaría formar parte de tan gran honor. Seguro que deseará también estar presente y veros trabajar, si os ha elegido es porque debéis tener muy buenas manos -sonreí levemente.- Nunca vi un artista haciendo nada... Ni a un artista en sí, solo un par de músicos de la corte supongo...

Elsh se sorprende ante tu afirmación de que no has visto nunca ningún artista.

-¡Oh! Eso es algo que debemos solucionar pues. Será para mi un placer mostraros algunas de mis obras. Tal vez deberíais hablar con vuestro marido para encargar un retrato familiar -Elsh te guiña un ojo pícaro- De ese modo tendríais el placer de ver a un maestro pintor trabajar de cerca. Esa es una técnica que yo no domino, pero he visto a algunos de los mejores pintores trabajando y es una experiencia inolvidable. Quién sabe, tal vez vos tengáis una habilidad innata para alguna de las bellas artes... pintura, escultura... música... ¿sabíais que los indios son capaces de controlar a los animales con la música? Yo he visto hacer cosas parecidas con los hombres. La música puede hacer reír, llorar...

Tal vez os aburre mi charla... Después de todo, ahora se esperará de vos que administréis las posesiones de vuestro marido. A lo mejor me estoy involucrando en decisiones que no debería fomentar.

Miro el guiño que me hace y bajo la mirada por el descaro.

-Deberé consultarlo con mi esposo lo del retrato... Aunque administre sus posesiones, debo pedirle permiso para grandes gastos y su opinión... No sé si querrá un retrato...- añado como pensativa para mi.- Y no creo que tenga ningún tipo de talento, maestro Helsh. No siento esa pasión de la que habláis, de la música y la pintura...- levanto la mirada y niego un poco.

-Puede ser -Elsh sonríe enigmático cuando dices que no sientes pasión por el arte- Si nunca habéis visto a un maestro trabajando... ¿Cómo podéis saberlo? -Al parecer, Elsh encuentra la situación divertida en extremo- Creo que os he retenido demasiado tiempo, va siendo hora de que volvamos con el resto de los invitados. -Elsh te ofrece su brazo con cortesía para acompañarte al interior.

Miro extrañada al maestro Elsh cuando habla.

Todo parece divertirle y no entiendo por qué, creo que no dije nada gracioso...

Me agarro de su brazo y vuelvo para la fiesta, busco con la mirada a mi esposo para comentarle sobre el retrato que me ha sugerido el maestro. Y sobre hacer de modelo, él querrá estar presente.

Si quieres hacer algo referente a tus nuevos poderes, como investigar, preguntar a alguien, o algo, puedes hacerlo por aquí. Se supone que no pasas el 100% de tu tiempo con Asenoc y el no tendría porque enterarse si no lo deseas. Además, tu padre y tus hermanos te dan buenas oportunidades llevándolo a cazar, a beber, y a participar en cosas de hombres ;D

En cuanto mi esposo esté entretenido confraternizando con mis hermanos, voy a cocinas a buscar a los sirvientes más viejos. Quizás alguno pueda contarme más sobre mi madre, pues nunca pregunté mucho sobre ella.

En cuanto bajas a las cocinas, de un rápido vistazo te das cuenta de que allí está la persona con la que debes hablar. La anciana mujer permanece sentada junto al fuego removiendo un caldero. Ingrid fue la sirvienta de tu madre, y de tu abuela antes que ella. Cuando tu madre murió quedó enormemente afectada, y muchos dicen que perdió el juicio por completo. Afirmaba que tu madre no había muerto, y que venía a visitarla en sueños. La locura duró poco, visto que nadie le creía, pronto dejó de hablar con nadie y se volvió melancólica y taciturna. Siempre te has llevado bien con ella, y eres de las pocas personas a las que le dirige la palabra. Tu padre la mantuvo en servidumbre por respeto a tu madre y por compasión, más que porque la pobre mujer valga para algo más que para contar extrañas historias de fantasmas. Te acercas a ella y la llamas por su nombre. La anciana mujer se gira y te ofrece una cálida sonrisa.

-Carienn, mi niña... Sabía que vendrías, tu madre me lo dijo anoche. -En cualquier otra circunstancia hubieras pensado que deliraba, pero ahora mismo ya no sabes muy bien que es verdad y que no. Mira a su alrededor para asegurarse de que nadie más puede oíros y luego continúa.- Me dio un mensaje para ti... Dijo que te espera esta noche aquí en las cocinas, cuando todos duerman.

Miro a la mujer sorprendida por sus afirmaciones.

¿Qué mi madre me esperaría? La pobre aún desvaría... Pero... ¿Y si dice la verdad? No entiendo nada...

-Ingrid, solo vengo a que me habléis de mi madre... Pues vos la conocíais bien y me entró curiosidad por saber de ella...- tomo asiento al lado de la mujer y la tomo de la mano.

-Por cupuesto, mi niña... ¿Y que quieres saber? Tiene el pelo rojo -"tiene" ¿por qué habla en presente de ella?- es mayor que tú, aunque guardáis un gran parecido... Aunque supongo que lo que te interesa es lo otro -lanza una mirada feroz a los demás sirvientes que se encuentran en la cocina- eso de que era una bruja. Ella me dijo que me preguntarías por ello, y me dijo que no te dijera nada. Quiere contártelo ella misma esta noche, dice que así todas tus dudas se disiparán.