Partida Rol por web

La paredes del desfiladero comenzaban a levantarse a ambos lados del enano, desde su pequeña posición las grandes masas de roca parecían aún más grandiosas. Las voces de ultratumba resonaban tras de sí y frente a él se dibujaba el pérfido destino de encontrarse con los huesos del que fué un Grande en su comuna natal. La idea de encontrarse el cadaver de un héroe hacía que el enano sintiese una profunda desazón.

Sin decir una palabra forzaba sus piernas para tratar de seguir los pasos del humano y el excentauro.

Rufnus dejó que su caballo siguiese la estela de los otros dos mientras observaba temeroso los altos riscos que descendían hacia el desfiladero por el que se internaban.

Saltar de la sartén para caer en las brasas pensó.

Atento a cada sonido que no fuese el repicar de sus monturas, el joven contuvo un escalofrío.

El sonido de los que les perseguían se hacia más fuerte. Se acercan velozmente.

Por el camino véis algunas galjas huyendo a vuestro paso, lo que no es normal. Al final a poco más de 300 pasos se yergue la entrada a la cueva del dragón. Sobre un accidentado cortado del barranco superior, Un sendero en zigzag asciende por el lado opuesto, que os llevaría varios minutos subir y os dejaría a la vista en caso de que llegaran las tropas.

El joven detuvo su montura frente a la entrada de la cueva. Mierda, Lomy.... y ahora qué!!!

Tenemos que entrar en la cueva. Si encontramos el cuerpo de Sevril encontraremos el artefacto que nos ayudará a derrotar a los Neths.

Lomy mira hacia arriba, sopesando las maneras de llegar. Escalando o por el sendero.

Si subimos por el sendero nos podríamos poner a la vista de las tropas. Pero si escalamos tendríamos que dejar a los caballos aquí, con lo que también delataríamos nuestra presencia. Además de que nos quedaríamos sin caballos para una huída rápida. Creo que lo mejor sería subir por el sendero.

El abrupto sendero es transitable para las bestias, de hecho Lomy recuerda la llegada a aquel lugar con el aún simple goblin convertido en una especie de poni horrendo.

Lomy rápidamente toma la decisión de subir por el sendero, por lo que espolea a su caballo y lo conduce hacia el sendero que sube hasta la cueva.

Lomy avanza por el sendero rodeando el cortante de ascenso a la cueva. No se escucha más ruído que la retumbante marcha de cientos de pies a sus espaldas y el cascoteo de sus caballos.

Al llegar a la mitad de la subida por el sendero los jinetes pueden ver como un organizado ejército de seres de armadura negra sin brillo aparecen tras uno de los recodos del desfiladero. Tras ellos de manera más dispersa se pueden ver a cientos de salvajes kadvuries. Sin duda les han debido ver.

Avanzan sin monturas, a pie, pero en el cielo ahora se escucha un sonido que les heló la sangre tanto al guerrero humano como al enano. El sonido de alas como la noche anterior le acompañaban. Un ser alado de dimensiones titánicas sobrevolaba el desfiladero. Sin embargo no parecía querer descender, sobre él un ser de la misma armadura negra lo dirigía.

La cueva está a apenas 40 metros.

Al llegar a la boca de la cueva un sonido silbante se escucha en el cielo. Varias decenas de flechas se dirigen hacia los tres aventureros.

La lluvia de flechas les llegará antes de que llguen a la entrada de la cueva, y Lomy sabe de los peligros de entrar en esa cueva de improviso.

Al ver la lluvia de flechas caer sobre ellos, Lomy levanta su escudo, intentando interponerlo entre el y las saetas, y rezando para que la armadura haga el resto del trabajo. A la vez, dando un pequeño golpe con la pierna en el lomo del caballo, intenta que este se eche a un lado para intentar esquivar las flechas. Les queda poco para llegar a la entrada de la cueva, y tal vez allí encuentren resguardo... o la muerte.

¡Cuidado!- avisa a sus compañeros, a pesar de que seguramente ya se hayan dado cuenta de la lluvia de flechas-. ¡Aguantar!

El primero de los proyectiles que caen sobre el ex-centauro es parado por el escudo mágico que lleva. Mientras el segundo cae al suelo en un ágil salto del caballo diestramente controlado por Lomy. La tercera saeta cae sobre su cuerpo. Entre su cuello y su brazo metálico clavándose en el interior de su armadura, sin embargo no logra superar su grosor y solo queda incrustada.

Rufnus trataba de guiar su montura tras la de sus dos compañeros cuando una flecha fue a clavarse en la armadura de Lomy mientras varias más silbaban al rededor.

El joven espoleó al caballo cuesta arriba en busca del abrigo de la cueva, rezando porque dentro hubiese algo más que un repecho angosto entre ellos y sus perseguidores.

¿Estás bien Lomy? gritó.

Oklayu trata de zafarse de la saeta que se dirige hacia él. Sin embargo no cosigue ser lo suficientemente rápido por lo que una de las flechas le impacta en el abdomen, sin embargo la dura armadura de Mithrill bajo el cuero hace rebotar el virote.

Mientras las tropas se van acercando los tres jinetes se adentran en la cueva donde Lomy sabe sucumbió Sevryl, y eso es lo que preocupa al hombre del brazo metálico.

Al adentrarse un fuerte olor a azufre lo envuelve todo. En una de las paredes de la cueva, Lomy reconoce una coraza que llevó un antiguo compañero de viaje; Elandeil, el elfo caza-dragones, que falleció en Rétoran, por lo que le contaron Devirius y Argos.

La cueva es angosta y apenas se ve sin embargo un resplandor rojizo se intuye al final de su larga galería.

Apenas un ligero gemido sale de la boca del enano cuando la saeta logra atravesar su armadura y penetrar en su carne, sin perder tiempo y dado que están rodeados por tierra y por aire, el enano se adentra en la cueva sintiendo una pequeño alivio al verse rodeado de roca. No obsten el olor a azufre no es de su agrado, en su comuna no huele así y ese olor sólo es soportable por la mas innominiosa de las bestias, aquella que hace unos instantes sobrevolaba su cabeza.

Lomy, espero que esta cueva tenga otra salida, pues claro está que no volveremos a salir por donde hemos entrado.

Estoy bien- responde Lomy ante la preocupación de Rufnus- ¡Continuad!

Los tres compañeros consiguen entrar en la cueva, pero eso no quiere decir que los peligros hayan acabado.

Creo recordar que había otra salida, Oklayu. Pero también debo informaros sobre el habitante de esta cueva… Un anciano dragón rojo vive aquí- Lomy mira hacia todos lados, con el escudo alzado, como esperando una llamarada de fuego en cualquier momento. Siente una punzada de dolor al ver la coraza de Elandeil-. Aún así se puede dialogar con el. Espero que si no se siente amenazado no nos ataque.

¡Gran dragón!- grita Lomy- ¡No venimos a pelear contigo, ni a robar tu tesoro!