Partida Rol por web

Los sonidos que rodeaban a Erik no eran los comunes, y eso lo seguía inquietando. 

Hacía tanto tiempo que no viajaba, y su cuerpo estaba tan poco acostumbrado al movimiento del carruaje, que ya se estaba comenzando a arrepentir de su decisión. Por suerte los caminos habían estado tranquilos durante el viaje, demasiado tranquilos para su gusto, y los pueblos habían mostrado una amabilidad fingida tal y como esperaba. No podían portarse mal con alguien tan temido cómo la Marioneta, no sólo por los amenazadores guardias que lo acompañaban si no que también por la facilidad con que ese hombre podría arruinarlos ante la menor osadía. 

Durante el viaje, Erik había descubierto también que Remo no era tan mal conversador cómo se esperaba. Al principio las cosas eran tan aburridas como en la corte pero con el tiempo parecía que Remo hubiera recuperado gran parte de su salud perdida. Hacía comentarios animados, planes de futuro... En general, parecía estar totalmente fuera de lugar. A Erik le había pillado por sorpresa totalmente este cambio de humor, pero aún así se había acabado aburriendo de Remo y de sus temas de conversación que se acababan repitiendo o entrelanzando sin pausa. Eso, sumado a su poca costumbre de viajar, había puesto a Erik de un malhumor impropio de él que había provocado que se mantuviera en silencio gran parte del viaje. 

Pero cuando el cochero anunció que estaban a pocas horas de Gortress, Erik recuperó gran parte de su humor. Se moría de ganas de hacer algo productivo y estaba harto de estar encerrado en un carruaje. 

- Por fin. El asiento de este carruaje me está matando. Recuérdame que nos lo acolchen cuando estemos en Gortress, Zaz.

Estiro los brazos. Los tenía entumecidos tras el viaje, y estoy deseando estirar también las piernas. Una vez hago eso, saco la cabeza fuera del carruaje, y doy un grito:

- ¡TARNIS!

Tarnis era uno de los guardaespaldas, parte del grupo de Anthon. No le digo a él por ninguna razón en especial, pero parecía que Anthon tenía confianza en él.

Cuando recibo respuesta de quién supongo que es Tarnis, le digo:

- Necesito que cabalgues adelantándote al grupo y avises a Gortress de que llegamos. Me gustaría que nos recibieran como es debido. Ha sido un viaje duro.

- Entendido. - Es lo único que escucha Erik antes de el sonido de un caballo al alejarse deprisa. 

Erik puede escuchar cómo alguien mueve los pies de forma nerviosa, y tiene claro que no se trata de Zaziel. Remo parecía emocionado, al fin y al cabo nunca había salido de la capital según lo que él había dicho. Por el camino había hecho todo tipo de comentarios de asombro con el paisaje, y más de una vez había intentado convencer a Erik para que le diera más detalles sobre la fortaleza de los Hollster. 

- Veo que usted también tiene ganas de llegar, Lord Erik. - Dice Remo en un tono jovial al que Erik no se conseguía acostumbrar. - Para usted debe de ser cómo volver a un segundo hogar, ¿No? He escuchado que fue escudero en el pasado del anterior Lord, seguramente ya haya estado otras veces aquí. - Dice Remo, algo... ¿Avergonzado?

Miro hacia Remo, sin ver nada, con cara de pocos amigos.

- Sí. Fue un hogar antaño, antes de que el anterior Lord muriera. No conozco prácticamente al nuevo Lord, y probablemente no conozca Gortress tal y como es ahora.

Se hace un silencio incómodo. Era cierto que anteriormente pudo ser un hogar para mi, pero de eso hace mucho. Creo que siento temor de que haya cambiado todo demasiado.

La situación continua en silencio, salvo por algunos comentarios superficiales de Remo sobre el paisaje. Algunos detalles incluso traen recuerdos a la mente de Erik... Las altas torres de guardia, tal altas que cuando era joven hubiera jurado que tocaban los cielos... Desde ellas se podía ver más allá de los bosques que rodeaban Gortress, que no ocupaban poco terreno. El río que rodeaba toda la ciudad-fortaleza, que servia cómo defensa natural de los atacantes... Erik pudo sentir la madera crujir y el agua correr cuando lo atravesaron.

Más allá del río había una gran explanada que cubría todo el terreno del río a las murallas de la ciudad. Allí solía haber casas provisionales, tabernas, burdeles y zonas con grandes mercados... Pasadizos caóticos en los que era fácil perderse y un ruido que hacía imposible el hablar. Pero cuando Erik llegó allí le sorprendió lo silencioso que todo estaba. No era como si estuviera desierto, pero sin duda aquella no era la vida que se respiraba en ese lugar cuando él era joven. 

¿Acaso le podía extrañar aquello? No era cómo si la situación fuera a ser mejor allí que en Helltia... Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por un comentario de Remo. 

- ¿Habéis visto esa parte? - Dice sorprendido, y de al rato añade, con tono arrepentido. - Q-quiero decir, disculpe Lord Erik. - Algo avergonzado. - Hay una zona de casas cercanas al río totalmente destrozadas... ¿Que puede provocar una destrucción así? 

- Los Golems. - Dice Zaziel rotundamente. - ¿Nunca había visto los daños que pueden provocar?

- La verdad es que no... - Dice Remo, aún algo avergonzado. - No tenía idea de que hubieran llegado hasta aquí. 

Y Erik tampoco lo sabía. Al paso que iban esas bestias podrían estar en la capital en cuestión de semanas. Y no era de extrañar, no tenían necesidades de alimentación o sueño, y simplemente deambulaban sin rumbo constantemente con la amenaza de que pocas cosas podían frenarlos. 

Esa visión sería una buena lección para el consejero de cultura. Qué entienda por qué llora la gente últimamente.

- Es una verdadera tragedia. La última vez que estuve aquí se respiraba aire de gran ciudad. Siempre en movimiento y con un ruido que perforaba los oídos. Pero creo que este silencio los perfora aún más.

Intento, sin mucho éxito, escuchar voces de gente, niños corriendo, mercaderes vendiendo sus mercancías. Pero lo más que consigo es mezclar mis recuerdos con esos sonidos y engañarme a mi mismo, solo para volver a la realidad y verse confirmado mi temor: Que Gortress no sea como fue.

- Hemos venido exactamente para evitar que esto siga ocurriendo. Tanto los golems como esos detestables bandidos tienen atemorizada a toda Helltia. Seguro que Lord Hollster lo entenderá y se unirá a nuestra causa.

O eso espero...

La conversación vuelve a apagarse y el carruaje continúa su marcha hasta las puertas de la fortaleza. La puertas se abren automáticamente, al fin y al cabo el carruaje llevaba el emblema real. En el interior Erik puede escuchar de nuevo sonidos, pero son también más apagados de lo que los recordaba. 

De nuevo, una exclamación de asombro de Remo lo distrae de sus pensamientos. Sólo una cosa podría sorprender a alguien tanto en el interior de la ciudad, y Erik la recordaba en su mente tan fresca como el primer día que cruzó las puertas de la fortaleza. El Castillo de los Hollster, situado en los alto de una pequeña colina y rodeado de bosque, estaba coronado por lo que se podría considerar un arbol milenario. Sus ramas se extendían cómo una capa protectora alrededor del castillo y media tanto como las torres más altas del mismo. En algunas de las ramas más frondosas había plataformas donde se podían posicionar arqueros en caso de una batalla, pero eso sólo lo sabían pocas personas de confianza, entre las que estaba Erik. 

Erik puede notar el momento en el que el carruaje comienza a subir la ligera cuesta y al rato cómo el sol dejaba de tocar su piel, lo que parecía indicar que ya estaban bajo la sombra del gran árbol. En un par de minutos las puertas del castillo también se abren antes ellos, y tras pasar por lo que Erik recordaba que era un amplio camino con jardines a los lados, el carruaje al fin se detiene. 

Remo es el primero en bajar, ansioso por ver el exterior, y tras él va Zaziel, que ayuda a bajar a Erik. 

- Lord Erik. - Dice una voz desconocida para Erik, joven pero respetuosa. - Me alegro que haya podido llegar bien. Bienvenido al Castillo Hollster. 

Muestro una sonrisa cortés, pero inmediatamente seguida por una pregunta:

- Gracias, ¿Con quién tengo el placer de hablar?

- Oh, claro, disculpe mi descortesía. - Dice la voz timidamente. - Soy David Hollster, hijo de Maximo Hollster y actual Lord Hollster. Y usted... Debo de ser Remo Libertti, ¿Verdad? 

- Así es, mi señor. - Dice Remo, algo nervioso. 

- También eres bienvenido a este lugar. Por favor, acompañadme, he supuesto que estaríais hambrientos debido al largo viaje por lo que he preparado un pequeño tentempié. 

David comienza a caminar, y Erik puede sentir el sonido de armaduras al moverse por lo que puede suponer que va con una escolta. Al rato Remo lo sigue y Zaziel ayuda a Erik a acompañarlos cogiéndole delicadamente del brazo. 

- No sabía las ganas que tenía de conocerle, Lord Erik. Mi padre siempre dijo cosas increíbles sobre usted. - Tenía un tono jovial, propio de su edad... Aunque impropio para un señor de una Casa tan importante. 

- Máximo, tu padre, fue un gran hombre. Y de ti también se esperan grandes cosas, David. Permite a este anciano llamarte por tu nombre de pila, ser. Es como siempre llamé a tu difunto padre. - digo mientras camino agarrado a Zaz.

Tras intercambiar alguna otra palabra de cortesía, voy directo al grano.

- Gortress está muy silenciosa, David. La última vez que estuve aquí solo se oían risas y niños corriendo. Esto no es solo obra de golems, ¿cierto? No he visto ninguno al venir hacia aquí.

- Por supuesto. - Da como respuesta David a la petición de Erik de "tutearlo". 

Tras su comentario sobre la situación en Gortress, su tono se muestra más fúnebre. 

- Veo que ha podido darse cuenta... No, no es sólo cosa de los golems, Gortress está pasando por una mala época. Pero... Me gustaría discutir este asunto en privado, si no le importa, es algo delicado. - Tras unos segundos más caminando, añade. - Ya hemos llegado. 

Se escucha un sonido de unas puertas al abrirse y Erik le da una breve brisa de aire. Si aquel lugar del castillo es el que recordaba, se trataba de una terraza que daba directamente a la parte más espléndida del jardín. El jardín era sin duda lo más bello del castillo, su obra de arte personal, y es que la difunta esposa de Maximo era muy aficionada a las flores y las reunía de todas las partes del continente. Algo dentro de Erik se torció al darse cuenta de que no podría volver a ver aquel jardín nunca, en el que había pasado muchas horas siendo escudero, pero estaba acostumbrado a esa clase de decepciones y se recompuso rápidamente. 

En la terraza parece que varias personas están manteniendo ya una animada conversación, pero se detienen al ver entrar a David. David avanza hacía lo que seguramente era una mesa donde había sentados otros comensales e invita a sentarse a Erik y Remo. A Erik le sabía mal dejar que Zaziel se quedara levantado, pero lo cierto es que su sirviente personal nunca se quejaba y siempre insistía en que estaba mejor así. Una vez sentados David empieza con las presentaciones. En la Mesa estaban sentados sus hermanos, Henrietta y Paolo, y su esposa, Emily Greattree.

Pocos habían oído hablar de Emily, y es que para todos era conocido que su matrimonio con David había sido una táctica desesperada. Los Greettree eran uno de los vasallos más poderosos de los Hollster, pero tras la muerte de Maximo nadie confiaba plenamente en David debido a los rumores que lo relacionaban con bandidos. Por ello, David tuvo que abandonar la idea de casarse con una noble importante y tuvo que escoger a la hija menor de la familia Greattree para poder mantener su fidelidad. De hecho, esta medida desesperada era muy evidente también en el hecho de que la boda se había celebrado tan pronto como Emily había celebrado su decimosexto cumpleaños, y hacía aproximadamente solo un año desde la misma. 

Tras unas breves presentaciones, la conversación derivo en temas banales que no resultaban para nada del interés de Erik. Llegado un punto, y para sorpresa de Erik, Remo formaba parte de la conversación principal y él se quedó únicamente escuchando. Pero una voz le sorprendió diciendo su nombre: 

- Disculpe, Lord Erik. ¿Es cierto que usted sólo derrotó a los "Azote del infierno"? - Era la voz del pequeño Paolo Hollster, que parecía entusiasmado con su pregunta. ¿Sería acaso Erik una especie de héroe para él? 

Sonrío, motivado por la inocencia de un niño, y modestamente digo:

- No, pequeño, no. Yo solo no. Además, yo no combatí. Ahora mismo no podría acertar a la primera por dónde coger la espada.

Suelto una pequeña risita.

- Fueron mis hombres. Mis valientes soldados, algunos de cuales han venido hoy conmigo. Ellos fueron los que acabaron con "Azote del Infierno". Ellos merecen los elogios. Aunque claro, ¡alguien tiene que pagarles!

Unas risas, un comentario gracioso, y el hecho de que tengo dinero. No era un movimiento casual.

- Paolo, no molestes a Lord Erik con esas preguntas. - Dice Henrietta, con tono amable aunque al mismo tiempo se nota la forma de regañar cariñosa de una madre. No era de extrañar que Henrietta tuviera que actuar cómo una especie de madre para Paolo, al fin y al cabo su madre había muerto durante el parto de Paolo.  

- ¡P-pero yo quiero saber cómo derrotó a la araña...! - Se queja Paolo. 

La conversación que están manteniendo Remo y David se va atenuando. 

Intento captar algo de la conversación entre Remo y David antes de que dejen de hablar completamente.

- ¿ ... Y realmente puede atender ese volumen de peticiones? - Estaba diciendo David en ese momento. 

- No es como si trabajase solo. - Responde modestamente Remo. - Tengo ayudantes que me ayudan. Pero de todas formas tener algo importante de lo que encargarse de lo mínimo que se puede pedir en los tiempos que corren. 

- Supongo que las cosas tampoco van bien en Helltia... - Dice David, meditativo. 

Parece que la charla de verdad aún no ha empezado. Puedo permitirme caerle bien a un niño.

- La Araña, ¿eh? Seguramente murió ardiendo entre las cenizas de su propio hogar. Probablemente fue degollado cuando ya estaba indefenso. Quizá huyó como un cobarde, o como peor posibilidad aún planea cosas contra Helltia.

Pongo una cara de tremendo orgullo, y comienzo a relatar:

- Uno de mis mejores caballeros se enfrentó a él en combate singular. Lucharon durante varias horas, mientras el resto de los soldados luchaba contra el resto de bandidos para así proteger a Helltia y todas sus familias. Tras un ataque a traición y poco honrado de parte de la Araña, mi caballero quedó muy malherido, pero continuó hasta el fin. Con un grito de ánimo a sus compañeros, se lanzó al ataque una última vez contra la Araña, y lo mató limpiamente, como un caballero.

Ahora mi cara cambia a tristeza. No intento que todo el mundo se crea esta historia, pero al menos motivaré al chaval.

- Tras el ataque, cayó en redondo. Iba a morirse. ¿Pero sabes qué me dijo antes de ir con los dioses?

Y cuando la cara de expectación de Paolo llega al punto álgido, concluyo:

- Que había valido la pena. Había protegido a Helltia y a su familia. A sus amigos, a sus conocidos. A cada pobre mercader del pueblo y a cada honorable caballero de este castillo. A toda Helltia.

- Woaah. - Es la única reacción de Paolo, que parece apasionado con el relato. 

Todas las conversaciones se han terminado, y todos parecen pendientes de Erik. Pero entonces Henrietta se hace notar, con un estornudo fingido. 

- Bueno, ya tenías lo que querías. - Dice Henrietta, seguramente dirigiéndose a Paolo. - Y ahora recuerda que tu profesor debe de estar esperando ya, así que me voy a asegurar de que no te vuelvas a escaquear. - Erik juraría que Henrietta estaba molesta, y no era sólo porque estuviera regañando a Paolo, había algo más. - Muchas gracias por su visita, Lord Erik. Espero que disfrute de la estancia. 

Y tras una despedida formal para Erik y Remo, y una apresurada despida de Paolo, ambos se marchan por la puerta. Al rato David interviene. 

- Disculpe a mi hermana, Lord Erik. Es muy estricta con Paolo, y ya sabe cómo son los niños a esa edad, se llenan la cabeza de historias de caballeros y se olvidan del resto. - Y añade, melancólico. - Mi padre solía pasarse horas contándole historias. 

- Máximo tenía muchas historias que contar, ya lo creo. Seguro que os contó más de una vez la historia del viejo Warren, el caballero que estuvo 8 horas haciendo guardia frente a un pozo porque aseguraba que un soldado enemigo se había escondido dentro.

Me río sonoramente. Era una historia que Máximo solía contar. Una y otra vez.

- Pero por desgracia no todas las historias de caballeros tienen risa u honor. Has participado ya en alguna batalla, ¿David?

- Ninguna que merezca ser contada, supongo. - Responde David, modestamente. - No descuido mi entrenamiento, y todo aquello que me enseño mi padre, aunque debo reconocer que desde que nos dejó no he tenido tiempo más que para encargarme de acostumbrarme a mis nuevas responsabilidades. - Aquello no parecía entusiasmarlo demasiado. - Pero espero que aún quede tiempo para el día en que combatir en serio, y pueda estar listo para entonces. 

Había que reconocer que David, tenía parte de razón. De la noche a la mañana se había convertido en Lord, y antes de que pudiera estabilizar su situación había tenido que comenzar a preparar una boda. El pobre no había pasado una buena temporada. 

- Disfruta del tiempo que tienes antes de la primera batalla. Después de esa, todo el mundo cambia. Lo que ves, lo que vives y lo que sientes. Para bien o para mal, te cambiará. No quiero desmotivarte, David, solo quiero avisarte y... que no intentes que llegue antes de tiempo. Disfruta del tiempo que te queda hasta entonces, y forja una familia fuerte.

Eran palabras profundas del villano que había quemado montones de aldeas, y esta vez eran sinceras. Desde mi primera batalla no volví a ser el mismo, y he acabado siendo el que soy.