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Nothgoth - Memento Mori

Capítulo 4: El Azote del Infierno

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18/08/2016, 17:59
Director

Parece que a la mujer encapuchada le pilla por sorpresa la aparición de Gustav, pero no lo pierde de vista una vez que aparece en escena. Ni a él ni a su katana. Escucha con el ceño fruncido sus palabras, desconfiada, y cuando Gustav se va a lanzar para atacar puede captar una media sonrisa en el rostro semi-oculto de la mujer. Antes incluso de que Gustav tuviera tiempo para alcanzar las bolas Gnagerit dentro de su bolsillo un colmillo de tierra y roca comienza a crecer frente a él a gran velocidad. Esto le obliga a desistir del ataque y retroceder. El colmillo deja de crecer cuando la punta está a un escaso palmo del cuello de Gustav. 

Paralamente a esto, los compañeros de Gustav parecen lanzarse a la batalla, pero el segundo encapuchado se interpone, haciéndoles retroceder con dos amenazadoras llamaradas. 

Los Phal, eh. - Dice la mujer, cómo si le diera poca importancia al ataque de Gustav. - Parece que esos pecadores han decidido actuar por fin. - No parecía sorprendida. Mira fijamente a Gustav. - ¿Cuál era vuestro objetivo, mercenarios?

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18/08/2016, 18:07
Gustav Andersen

Aprovecho que no me puede ver a través de la roca y saco sigilosamente unas cuantas esferas de diferentes tipos pero ninguna toxica. Toco el tempano con la espada sin que se me vea pero sigo hablando. - Nuestra misión era recabar información. Veo que las negociaciones han ido mal. Vuestro poder nos ha sorprendido demasiado. Podemos llegar a un trato y irnos cada uno por nuestro lado o... - Lanzo un montón de esferas al aire aprovechando que puedo ocultar la mano tras la roca y si se distraen reanudo el ataque.

- Tiradas (4)
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18/08/2016, 18:29
Director

La mujer no parece percatarse de los movimientos de Gustav, pues cuando lanza las bolas al aire se aparta sorprendida. Y es en este momento de distracción cuando Gustav aprovecha para dar un corte horizontal con su katana, intentando con él atravesar la roca y alcanzar a la mujer. Al contacto con la katana, la piedra se vuelve polvo y en medio de un remolino del mismo Gustav consigue hacerle un corte superficial en el vientre en la mujer. A pesar de que para muchos aquella herida no sería tan grave, la mujer palidece de pronto y se echa hacía atrás. Parecía que le faltaba el aire. 

Gustav se prepara para un segundo ataque pero entonces interviene el segundo encapuchado. Las bolas de fuego vuelvan hacía Gustav a gran velocidad y el mismo se defiende instintivamente con la katana. La sorpresa llega cuando las bolas desaparecen al contacto con la hoja de la misma. El encapuchado, sorprendido ante este hecho, mantiene una ráfaga de ataques constante, aunque poco a poco comienza a agotarse. Gustav no consigue pararlos todos, pero si los suficientes cómo para que las bolas de fuego no le den en puntos vitales. 

Hannah no se queda de brazos cruzados al ver esta escena, y viendo que el encapuchado estaba distraído lanza una de sus bolas a los pies del mismo. Las enredaderas crecen alrededor de las piernas del sorprendido y agotado hombre, haciéndole caer al suelo. Y antes de que le diera tiempo de deshacerse de ellas, Gustav ya le había atravesado el cuello con su katana. De nuevo la misma parecía más ligera, incluso inestable, cuando Gustav la arranca del cuerpo del cadáver del hombre al que acababa de matar. 

Gustav, sin perder el tiempo, se gira hacía la mujer, que aún parecía algo aturdida con el primer ataque. Corre hacía ella sin miedo, esperando poder parar cualquier cosa con la que se defendiera. Pero de pronto una gran ráfaga de aire lo azota con fuerza, tan fuerte que lo hace caer hacía atrás. El aire comienza a crear una esfera alrededor de la mujer encapuchada y la empieza a elevar. Y en medio de este caos de aire, Gustav puede fijarse que la mujer ya no lleva la capucha puesta. Conocía a esa mujer de algo... Estaba seguro que la había visto en otro lugar antes. La misma le dedica una mirada de absoluto odio. 

Pero Gustrav no tiene tiempo de echarle una nueva ojeada antes de que la mujer salga despedida por los aires, cómo si hubiera dado un salto sobrehumano, y desaparezca en la distancia. Aún estupefacto con todos los eventos que habían vivido, Gustav decide que lo mejor sería recoger a Erik y David y volver a la base para hablar con tranquilidad de todo aquello. Por lo que tras dar las órdenes pertinentes, se alejan del campo de batalla lleno de cadáveres. 

Encuentran a David y Gustav en el mismo lugar dónde Gustav los había dejado y David no parece oponer ninguna resistencia a ser guiado, en parte parecía sentirse agradecido y en parte intimidado, sobretodo por Deborah y Gustav. 

No fue hasta que estaban ya montados a caballo de camino a la base, cuando Gustav estaba rememorando todo el suceso de eventos, cuando por fin se dio cuenta de porque aquella mujer le sonaba tanto. No había podido relacionarlo antes, pero el pensamiento surgió en él cómo si una lanza lo atravesará de pronto...

Aquella mujer era Holly Kihninstone... La reina de Helltia. 

[IR A NEXO: Cicatrices]