Partida Rol por web

Cuando Suzume despertó, podía jurar que los gritos y las discusiones de la noche anterior aún resonaban en su cabeza. La declaración de Phin había desatado el caos en la sala, y a la mayoría les resultaba una locura su decisión... Pero Phin sólo parecía divertirse ante la situación y no era propenso a cambiar de idea. Era algo definitivo.

Por su parte, Suzume estaba demasiado conmocionada como para intervenir en la situación. ¿Es que acaso su padre se había vuelto loco de remate? Tenía tan claro desde que la había sacado de la Isla de Pa que iba a ser reina y, aunque no se veía lista para ello, la idea de que tuviera que competir por el puesto le resultaba un disparate. ¿Es que acaso su padre no la veía capaz de ocuparlo? Nunca lo había demostrado, aunque si lo habían hecho otros miembros de la Mesa, que no la miraban con buenos ojos. 

En todo caso, Suzume se sentía traicionada, y había abandonado la reunión tan pronto como tuvo oportunidad. Al fin y al cabo, no hubiera podido hablar con su padre la noche anterior, y estando tan cabreada como estaba el resto de miembros de la Mesa hubieran visto la discusión como los llantos de una niña mimada. 

Estaba en su camarote, y nada la había despertado, por lo que tranquilamente podría ser ya mediodía. 

Tal y como lo veía tenía dos opciones. Pedirle cuentas a Phin o salir como una fiera a perseguir fantasmas.
"O las dos" pensó mientras se ajustaba los pantalones y salía a buscar a Dante para que la acompañara a ver a su padre.
Dejó claro que zarpaban a su vuelta. Asique que nadie se hiciera ideas de putas o de bares.

Las calles de la ciudad eran un caos. 

Pese a la privacidad de la reunión era evidente que la noticia no iba a tardar en estallar, y hasta el más débil de los capitanes se veía con fuerzas en ese momento de sentarse en el trono de la Mesa. Algunos se habían marchado corriendo, como si aquello fuera una carrera en busca de un premio. Otros, más cautelosos, iban en busca de alianzas y pactos para unir fuerzas. Y por último, había otra clase de piratas, los que observaban, por supuesto que ellos también se morían de ganas de lanzarse a la mar pero ellos sabían que hacerlo sin ninguna guía era un suicidio. En este último grupo estaban por el momento todos los miembros de la Mesa. 

Pasear por el puerto era más incómodo que de costumbre, pero el caos en general hacía que la gente no se fijara en Suzume. ¿Que pensarían ahora de la "Princesa de los piratas"? Quizás ni se lo habían planteado, llenándose la cabeza de sueños avariciosos y proezas imposibles. 

Como Suzume se esperaba, la costa más cercana a la Isla donde estaba Phin estaba abarrotada de gente. Por las voces en el ambiente Suzume pudo enterarse de que Phin había prohibido la entrada a todo el mundo, y por lo que se veía no eran pocos los que querían corroborar aquello que decía todo el mundo. Suzume optó por una ruta alternativa que pocos conocían. Cuando las guardias la vieron llegar en la barca la saludaron formalmente, era evidente que esperaban que viniera.

Suzume entró en el salón en el que Phin pasaba gran parte de su tiempo. Él estaba allí, sólo y con una botella de ron a medias, sentado en su viejo sillón. 

- Llegas tarde. - Dice dándole otro trago a su botella. - Esperaba que aparecieras más pronto, así que me he tomado la libertad de comenzar sin ti. - Dice mostrandole la botella. 

-¿Pensabas que tenía poco problema con ser mujer para que me tomaran en serio? Ahora además tengo que vérmelas con tu ridiculización.... voy a tener que matar a alguien de la tripulación para mantenerlos a raya hoy cuando zarpemos y no es que me sobren...
Era consciente de que no podía hacer mucho más que quejarse. No podía exigir nada. Solo podía apretar los dientes y cazar. Pero su rabia se imponía y no podía dejar de tratar de sacar de Phin aunque fuera una disculpa.

Phin se ríe y da otro trago.

- No me voy a meter con cuales quieran que sean tus aficiones respecto a la tripulación, pero si te ves obligada a algo así para imponer respeto... Solo consigues que este más de acuerdo con la decisión que he tomado. - Otro trago. - Si vienes a que te explique esa decisión es que además estas tan ciega y sorda como imaginaba. - ​Adopta una expresión más seria. - Y no creas que lo tenia claro desde hace tiempo, de hecho fue ayer cuando me acabe decidiendo, al fin y al cabo sabes muy bien porque te saque de esa isla... Pero quizás me sorprendas y sepas porque hice lo que hice, te daré una oportunidad para que expongas tu teoría. Quizá así me ahorres parte de la explicación.

Toma la botella y le da un trago.
-Pienso que no me consideras digna del título si no soy capaz de hacer mi trabajo. Pero me subestimas. Y haces aun más difíciles cada una de mis acciones con decisiones de este tipo. Por supuesto no te puedo culpar a tener que llevar los cojones por dentro, pero piensa que si me hubieras dejado en esa isla al menos gobernaría como bruja, eso lo tengo claro. Aquí para ellos no soy más que una puta que quiere jugar a los barquitos. Si es que tú también opinas eso podrías haberme mandado eliminar y al menos hubiéramos tenido una lucha justa.
En el fondo Suzume sigue siendo una mujer...en su fuero interno se concentra fuertemente por no llorar pero no puede evitar reprocharselo a Phin

La risa de Phin ahora es más fuerte. 

- Te equivocas y al mismo tiempo tienes razón. Yo nunca he dudado de tu aptitud para el cargo, Suzume. - Phin no solía llamarla por su nombre. - Has tenido que labrarte una actitud fiera, y aunque aún no estés lista se que cuando llegue el momento lo estarás. Cómo tu bien dices, si no lo viera así tu hubiera quitado de en medio cuando tenía oportunidad. - Phin se levanta, la edad se le nota en sus movimientos. - Pero ya no la tengo, y mi vida es una cuenta atrás. ¿Sabes en que tienes razón? Pocos son los que apoyan mi punta de vista y era algo que yo esperaba, pero veo que el tiempo no ha arreglado las cosas. Tuve que trabajar duro para que ahora existe algo tan insólito como la "Mesa", más aún siendo un extranjero en un mar lleno de piratas desterrados de Genzo. Y en Genzo es dónde reside gran parte del problema... He estado allí algunas veces, y en ese lugar una mujer es un objeto a poseer, pura decoración, algo de lo que presumir con tus aliados. ¿Ves por dónde voy? - Da una pausa y coge otra botella de una estantería. - Quizás sean desterrados o odiados en ese lugar, pero hay tradiciones que tienen raíz en una parte tan profunda de tu mente que las ves como algo natural. Que una mujer este a su nivel es algo que les ofende, que una mujer este muy por encima de ellos... Es una completa locura. - Dice lanzandole una mirada significaba a Suzume. - ¿Y que pensabas tú? ¿Que iban a celebrar una fiesta en el honor de tu coronación? No... Estarías muerta antes de mis restos reposaran en las profundidades del mar. Si alguien va a mandar después de mí, prefería elegirlo yo o al menos que fuera digno del cargo, pero eso es algo imposible en este mundo. - La mira fijamente y sonríe. - Pero desde luego que tengo la influencia suficiente como para que la balanza se decante ante mi voluntad. - Se vuelve a sentar, le da un trago largo a la botella. - Tengo una pista que sin duda te pondrá en la cabeza de esta dichosa búsqueda. - Pequeña pausa. - Te puedo asegurar que ese barco de casco blanco y velas blancas no ha aparecido de la nada, hace años que había oído hablar de él y en ese momento no le di importancia. Pero cuando me trajiste los detalles del barco fantasma hace semanas, pude recordarlo todo, aunque preferí no revelartelo entonces, sabía que eras capaz de embarcarte en una misión suicida. - Se ríe. - Esto se remonta a hace años, cuando tu eras aún una renacuaja y fui a buscarte a la Isla de Pa. La bruja me contó historias de las tierras salvajes, eran cuentos de fantasmas para mi en ese momento. Entre todas esas historias había una que me llamó especialmente la atención. Una tribu de las islas estaba construyendo un barco, y no una barca cualquiera que simplemente se mantiene a flote en el río, no... Era un barco de verdad y era enorme, de casco blanco como la nieve. - Phin se para para observar la reacción de Suzume. - Sin duda ya te imaginarás mi sorpresa, no puedo imaginar a los habitantes de las tierras salvajes haciendo algo así de elaborado... Así que mande a varios de mis barcos a investigar, pero en sus mensajes me informaron de que no encontraron nada en las tierras de la costa de las Tierras Salvajes y las patrullas que enviaron al interior nunca volvieron. - Se encoge de hombres y da un largo trago. - No tardé en darme cuenta de que estaba persiguiendo cuentos de fantasmas y en su momento pensé que quizás fuera una trampa de esa dichosa bruja y me acabé olvidando. - Se acomoda. - Pero si lo que dice todo el mundo era cierto, ese cuento de fantasmas está cobrando vida y sin duda coincidirás conmigo en que la isla de Pa es el lugar por donde debes empezar. 

Suzume se muestra confusa.
-Sí...¡Por supuesto! ¡Me pondré en marcha ahora mismo, señor! Se dirige hacia la puerta. Aun vacilante dice- Gracias.

- ¡Alto ahí! - Dice Phin en tono autoritario. - Este es el tipo de carácter suicida del que te hablaba hace un momento. Piensas salir a buscar tu sola ese maldito barco, ni siquiera te has planteado la posibilidad de conseguir aliados. 

Phin la mira con el ceño fruncido. 

-Tú mismo lo has dicho. La gente de Genzo se atravesaría con sus katanas antes de pelear conmigo. La reina no me sirve en el campo de batalla y vosotros las viejas glorias no os podéis posicionar. ¿Se me escapa algo? Aparte acabo de comprar armas nuevas...

- Y como bien te he dicho también, yo tengo aún la suficiente influencia para mover la balanza a tu favor. - Mira a Suzume. - Koto Hidenori. - Dice dando tiempo a que Suzume recuerde quien es. - Ese hombre pretende ser un pirata y sin duda hace muy bien su papel, pero en el fondo sigue siendo un señor. Yo lo he ayudado a llegar a donde esta y por lo tanto estoy seguro de que su estúpido honor lo obligara a hacerme un favor. - Se encoge de hombros. - No te voy a obligar a que hagas un pacto con él, pero te aseguro de que no sería complicado convencerlo. Esta obsesionado con la venganza, lo unico que quiere son hombres para recuperar sus tierras en Genzo. Prometele esos hombres a cambio de que te ayude a convertirte en reina y tendrás un aliado en el que confiar. 

Suzume se muestra seria por un momento. Luego tras pensar dice:
-No vendrá mal un aliado...No es que lo necesite, es que puede ser un primer paso a que me acepten como reina el resto de imbéciles como él. Y desde luego parece un guerrero no como otros.Podríamos reunirnos los tres y sellar el pacto. No me importa dejarle mis hombres y yo misma para atacar gentuza de Genzo.

- Olvídate de incluirme en esa reunión, no puedo llevarte de la mano los sitios como cuando eras una cría, y menos con el caos que hay en la ciudad. Tendrás que ganarte a Hidenori por ti misma. - Sonríe Phin. Y de pronto su expresión se vuele a tornar sería. - Hay otra cosa importante de la que tengo que hablarte antes de que te marches. Aún no puedo asegurarlo pero tengo las suficiente pistas como para creer en ello. - La mira fijamente. - Es posible que uno de los miembros de la Mesa le tendiera una trampa a Roger. 

-Joder, Phin. Si no puedo garantizar tu apoyo poca cosa voy a poder hacer con el reyezuelo de Genzo. En fin, lo intentaré pero no garantizo nada. -Se para un segundo- ¿Quién crees que podría haber querido hacer desaparecer a Royer?

- No tengo la menor idea, pero fue un miembro de la Mesa. Cuando registraron el barco de Roger no sólo encontraron su katana, en un bolsillo encontraron una carta. La carta rezaba un lugar de reunión, el lugar donde se encontró el barco de Roger tras el ataque, pero no tenía firma alguna, sólo el sello de la Mesa. - El sello de la Mesa se realizaba con el grabado que había en la base de la empuñadora de las 9 katanas únicas, por lo que una carta marcada por dicho sello hacía evidente que un miembro de la Mesa la había escrito. - Pero a partir de aquí todo son preguntas, ¿Quién mandó la carta? ¿Porque Roger fue a hacía ese lugar si en la misma no había ninguna pista de quien la había escrito? ¿La carta se escribió antes o después de la muerte de Roger, para dejar una pista falsa? No podemos trabajar muy seguros con esta información... Pero si realmente hubiera un traidor se por seguro quien no puede serlo. En primer lugar Kraken, confío en el tanto como si fuera un hermano y ya he hablado con él sobre esto. También puedes confiar en Koto Hidenori, llevo tiempo vigilandolo y no ha tenido oportunidad de mandar ese mensaje sin que yo me enterara. Y se que Kraken mantiene a raya a Zurk, por lo que tampoco se le habría escapado algo así. Con el resto... Será mejor que te andes con ojo, podría ser cualquiera de ellos. 

-Bien... Son alimañas. Lo sabes. Por otro lado estoy rabiosa. Contactaré con Hidenori. ¿Algo más, padre?

- Nada más, te dejaré en paz por el momento. - Dice con una risita. - Pero espero recibir buenas noticias de ti, Suzume. - Y añade con determinación. - Y espero que cuando vuelvas sea para sentarte en mi trono. - Se acomoda. - El mar se va a llenar de locos dentro de poco, pero eso sin duda puede resultar una ventaja. Si el barco fantasma se atreve a atacar, muchos podrán enfrentarlo. Y si no tiene las narices de salir a un mar lleno de piratas, mejor para todos, así serás la única con algo que hacer. - Da un largo trago. - Que el viento te sea propicio, princesa de los piratas. 

Y con una breve despedida, Suzume abandonó la gruta de Phin, ahora con un objetivo en mente. 

[FIN DEL INTERMEDIO]