Partida Rol por web

Erik Escorpión estaba poco acostumbrado a ir en caballo y dado a sus heridas resultaba además una experiencia bastante dolorosa. Sin embargo, era algo que tenía que hacer, era el líder de ese ejército y lo mínimo que podía hacer por sus hombres era dejar que lo vieran. Les quería mostrar lo confiado que se sentía, lo dispuesto que estaba a seguir adelante con todo aquello y, sobretodo, que no era el anciano débil que muchos pensaban que era. 

Y sin embargo, Erik sabía bien que aquello era sólo una fachada, pura falsedad. Pues ni el mismo pensaba en ello mientras paseaba a caballo por el campamento debido a lo alborotada que tenía su mente. Por si la amenaza de una posible alianza entre los Gnagerit y la Araña no fuera suficiente, otras noticias habían llegado mientras que marchaba hacía la capital.

Una de ellas era especialmente molesta: Los Khanforn no habían respondido aún su petición y sin embargo se sabía que ya estaban comenzando a mover a sus hombres. ¿Acaso se iban a convertir en sus enemigos? Aquello lo pondría en una situación bastante incómoda... Aunque tampoco parecía probable que se fueran a aliar con la capital si se creían minimamente las palabras de Erik. 

Y por si eso no fuera suficiente, había otra noticia que apenas le daba un respiro a Erik en su cabeza. Los Golem estaban volviendo, todos a la vez... Cómo si le dieran paso a las tropas de la Iglesia. Algo había salido mal... Estaba claro que tenía que haber salido algo mal... Se suponía que Zaziel debía atraer los Golem hacía allí y luego regresar, pero en ningún momento debía traerlos de vuelta. Las diferentes teorías se aglomeraban en la cabeza de Erik sin apenas dejarle pegar ojo por los noches. 

Demasiadas cosas en mi cabeza...

Esto tenían que ser unas cuantas intrigas rápidas, unos lords en mi bolsillo y un rey muerto. Pero todo el mundo se ha empeñado en hacerlo imposible: Hay quien intenta robar la piedra que controla a los golems, nadie está contento con el estado de Helltia pero parece que soy el único que reacciona, Gholas ha muerto por ello mismo, por ponerse del lado del bando de los enemigos de Helltia, hay rumores de que la Araña sigue viva, y por si fuera poco, ahora está confirmado y dirige un grupo de hombres que me intenta hacer la vida imposible, que por si fuera poco tienen tecnología gnagerit.

No estoy arrepentido de la decisión que tomé hace tiempo de mejorar Helltia, y por ello sigo montado en mi caballo con orgullo. Sé que hago lo correcto, y por ello seré el que termine venciendo en esta guerra que está a punto de iniciarse. Pero comienzo a dudar...

Si los Khanforn no aceptaran estar de nuestra parte, nuestras posibilidades serían prácticamente nulas. Que no hayan respondido solo puede significar dos cosas: están en nuestra contra, o no aceptan realizar dicha reunión con el rey.

Por si todo fuera poco, el factor de los Golems desaparece. ¿Si los Golems no entretienen al ejército de la iglesia cómo se supone que íbamos a acabar con dos naciones enteras?

Pero no, no era solo eso... ¿qué habrá pasado con Zaziel? No se lo he dicho a nadie, pero estoy realmente preocupado por él. Podría ser el único amigo que me quedara en el mundo.

Absorto cómo estaba en sus pensamientos, Erik apenas percibió el sonido de un jinete al acercarse hacía su posición. Pero al no escuchar a su comitiva ponerse en posición defensiva, supuso que el mismo era ninguna amenaza. Tan pronto como el hombre detuvo a su caballo cerca de su posición y desmontaba, Erik pudo concluir que se trataba de un mensajero, pues al mismo ya lo conocía por la voz. 

- Mi señor, se han puesto en marcha. 

Erik sonrió sin querer. Por fin una buena noticia... No era necesario que le diera a ninguno de sus hombres explicaciones sobre el significado de ese mensaje, pues todos lo estaban ya esperando con ganas.

A pesar de que el Consejo no había respondido de forma directa al mensaje de Erik respecto a la propuesta de negociar, Erik sabía desde hacía un par de días que en Gloryhill se estaba debatiendo si asistir a aquella reunión era buena idea o no. Insistir habría sido inútil y atacar ante la falta de una respuesta hubiera despertado la indignación de algunos de sus aliados, por lo que Erik se había visto obligado a simplemente esperar la decisión. 

Llevaban varios días acampados, a una distancia prudencial de la posada dónde se iba a celebrar la reunión. Lo bastante lejos para no resultar una amenaza directa y lo bastante cerca cómo precaución. Eran muchos los rumores que suponían ya que aquella reunión no iba a suceder... Al menos los mismos llegarían a su fin. Ya sólo quedaría ver si la espera había merecido la pena respecto al resultado de todo aquello. 

- Ya era hora. Comenzaba a temer que realmente querían marchar a la guerra contra nosotros.

Y a estas alturas, habría sido preocupante. Sin los golems como seguro, la victoria de parte de Gloryhill era más que una posibilidad. Ahora era realmente conveniente zanjar esto con un acuerdo.

Después de un par de órdenes, Erik regresa a su tienda de campaña con los hombres que le seguían y el mensajero. Una vez allí, y teniendo cerca a sus generales (Jonathan, David, Jaime y Robert), el mensajero da los detalles respecto a la comitiva que había partido de Gloryhill.

Consistía en un gran carruaje, el modelo que usaba el rey en sus viajes ocasionales, con el estandarte de la Casa Mozward. Las cortinas del mismo iban corridos por lo que no estaba claro quienes eran los ocupantes. A parte del cochero, al carruaje lo rodeaban veinte soldados de la guardia real a caballo. 

Ahora le tocaba a Erik decidir cómo responder a eso. 

Conmigo van los 4 generales. Llevamos un grupo de élite de unos 30 soldados a caballo, 5 de los cuales irán adelantados, como exploradores, como precaución por La Araña.

Obviamente, llevo mi vino. Llevo dos botellas. Una de vino blanco, totalmente normal aunque de gran calidad, y mi vino de la victoria, un tinto de Vado Verde.

Al cabo de media hora, necesaria para hacer los preparativos, la comitiva abandona el campamento dónde descansaba el ejército de Erik. El carruaje en el que viajaba Erik era algo apretado para llevar a cinco hombres, aunque parecía que por respeto al anciano, a Erik le habían dejado ir en el lado dónde sólo iban dos personas, junto con Jonathan. Tras otra media hora de viaje (Debido a la velocidad a la que viajaba el carruaje), la comitiva ya puede divisar la posada en la distancia, sin embargo, el carruaje de los Monzward aún no estaba allí.

Decido quedarme unos minutos en el carruaje, que seguro que era más cómo que una posada de clase baja.

- Jonathan, no te despegues un momento de mi. No me fío un pelo de que vayan a hacer todo por las buenas.

Haría tiempo, hasta que mis huesos se cansaran de estar quietos o hasta que llegaran el resto de comensales.

La comitiva de Erik esperó en un silencio tenso durante al menos 15 minutos, ni siquiera los hombres que lo acompañaban en el carruaje parecían tener muchos animos para hablar. Las pocas palabras que habían dicho durante el trayecto dejaban claro que David y Jaime estaban especialmente nerviosos, mientras que Robert se mostraba cómo siempre serio y Jonathan sólo hablaba cuando Erik interactuaba directamente con él. 

Erik estaba a punto de plantearse de dar la orden para marchar hacía la posada cuando de pronto uno de los exploradores volvió al galope hasta el carruaje. 

- El carruaje Real también se ha detenido a lo lejos. - Informó el explorador. - Mandaron a uno de sus exploradores hasta la posada. Han solicitado que 10 de nuestros guardias regresen al campamento para que la reunión se realice en igualdad de condiciones.

- Es lo justo. Jonathan, manda a 10 de nuestros soldados de vuelta. - Habían cumplido su función, que era proteger la comitiva hasta ahí. Si la araña atacaba, serian mis soldados y los de la capital.

Tras las órdenes pertinentes diez de los soldados, seleccionados por Jonathan, dieron media vuelta para regresar al campamento. Tras eso el explorador fue a informar al hombre que esperaba en la posada y la comitiva se puso a su vez en marcha hacía allí, aunque a un ritmo mucho más lento. Los integrantes del carruaje, ante la perspectiva de que la reunión estaba cerca, se pusieron algo más intranquilos.

Pasara lo que pasara en las próximas horas, Erik tenía clara solamente una cosa y es que aquella reunión iba a ser un evento importante cuando en un futuro explicaran todo lo ocurrido en aquel conflicto. Del resultado de la misma dependía mucho el provenir de aquella guerra... Y sin embargo, resultaba irónico que algo tan importante fuera a ocurrir en un lugar tan mundano cómo aquel que se dirigían. A pesar de que aquella posada solía ser un lugar dónde se hospedaba la nobleza durante los viajes, Erik no lo consideraba digno para grandes señores o reyes. Pero si había algo que decir a favor del punto de reunión era su situación, pues al encontrarse en medio del camino y en un terreno despejado las emboscadas eran poco probables. 

Cuando el carruaje estuvo por fin cerca del lugar, lo primero que hicieron los soldados de la comitiva fue registrarlo de arriba a abajo. Podía ser una medida extrema, considerando que varios exploradores ya se habían encargado de ello, pero nadie puso un pie fuera del carruaje hasta que no se confirmó que la zona era segura. 

Jonathan se encargó de distribuir a los soldados en posiciones estratégicas, o al menos lo más estratégico que podía permitir un lugar cómo aquel, y luego acompaño a Erik y a los otros tres generales al interior. Ahí, un claramente intimidado posadero los guió hasta el comedor de la posada. Erik sabía que lo habían despejado, dejando una gran mesa en el centro con las sillas juntas para los invitados a la reunión.

El posadero les preguntó si querían picar algo mientras esperaban. Una de la restricciones al planear la reunión en aquel lugar era que sólo el posadero se encara de servir la comida y de prepararla bajo la vigilancia de al menos un soldado. Nadie quería la presencia sorpresa de camareros con intenciones ocultas.  

El grupo esperó pacientemente, sentados en sus asientos. Pronto la silenciosa espera comenzó a resultar tediosa para los presentes, y cómo era habitual, fue Robert el que se encargó de romper dicha tensión. 

- Quizás sea un buen momento para recordar hacía dónde queremos enfocar esta negociación. ¿No lo cree, Lord Erik? Cómo mínimo para calentar... Las cosas no van a ser sencillas para ninguno de los bandos. 

Asiento pesadamente.

- Queremos obtener un consenso. Queremos arreglar Helltia... junto a ellos. De forma pacífica.

Me estaba cansando de esto y no habíamos empezado. Cuando ellos mamaban de una teta yo ya estaba en reuniones de este calibre. Sé como dirigir la reunión a donde quiero.

Por los sonidos que escuchar Erik, juraría que Robert asiente. 

- Así es. Sin embargo, eso está un poco falto de detalles, ¿No le parece? - Pequeña pausa. - Me gustaría hacer una lista de aquello a lo que nos enfrentamos en esta negociación, se que hemos hablado mucho sobre esto, pero me gustaría dejar claro que estamos en la misma página. Al fin y al cabo, por culpa de desplazar al ejército apenas hemos tenido tiempo para reunirnos. - Medita durante unos segundos. - Comenzaré yo... En primer lugar, queremos quitarle a la Iglesia gran parte del poder que ya posee. Habría que estar ciego para no ver que son ellos los que controlan realmente a los Monzward. Ahora que su ejército se dirige hacía la capital hemos perdido gran parte de nuestro poder intimidatorio. 

Asiento.

- Totalmente. En Helltia hay creyentes, por supuesto, pero Helltia no debería estar controlada por la iglesia. Por otra parte, ahora mismo es como si no hubiera rey. Es solo un maniquí de su esposa.

Es una marioneta - Pienso, aunque no lo digo.

- Pese a que no mencionemos esto en la reunión, nunca lo perdáis de vista. Queremos que se gobierne de verdad en Helltia... y bien. ¿Debemos evitar que la reina participe en la reunión? Ella no debería tener autoridad.

- No creo que evitar que la Reina participe en la reunión esté en nuestra mano. - Dice Robert, algo frustado. - Al fin y al cabo, se invitó al Consejo a participar en la misma y de una forma u otra ella es parte de él... Más si Alphonse sigue fuera de la capital, ella sea seguramente su suplente. - Medita unos segundos. - Sin embargo, habría que encontrar la forma de convencerla para que no se relacione está negociación con la religión que estamos dispuestos a elegir. - Su tono de voz cambia, cómo si se le acabara de ocurrir algo. - En todo caso... Nadie ha dicho que tengamos que salir de la Alianza para conseguir nuestro objetivo, sólo tenemos que quitarle poder a los Monzward. Ellos pueden seguir controlándolos si quieren. 

- Lo planteas muy sencillo, Robert. A la Iglesia esto no le hará ninguna gracia, y no podrán seguir controlando todo como hasta ahora. Además, no es un tema de religión, son intereses políticos. Como todo. No, no hay que convencer a la Reina que esto no tenga que ver con la religión, porque tiene que ver con Kihn. Salir de la alianza no es buena opción en los tiempos que corren. Lo que debemos hacer es permanecer en ella... pero que todas las partes sean iguales. Y para ello hay que quitarle poder a la Reina.

- No estoy tan seguro de la viabilidad de esa estrategia... Pero bueno, tú voz a ser el portavoz y no se cuánto tiempo nos queda antes de que nuestros invitados lleguen. Así que pasemos a otro punto... - Pequeña pausa. - Supongo que uno de los puntos más importantes aquí, y que pone la balanza de nuestro lado, es el asesinato de Gholas Khanforn a manos del hombres del Rey. No me gusta aprovecharme de la muerte de un hombre cómo él, pero sin duda el Consejo se verá obligado a ceder, cómo mínimo para compensar a los Khanforn. 

- No se trata de aprovecharse o no. Se trata de que Gholas murió defendiendo lo que creía justo, y su muerte no habrá sido en vano. Por supuesto que esto será una ayuda para decantar la balanza a nuestro favor... pero lo hubiera sido más si hubieran asistido los Khanforn.

A estas alturas ya nadie confiaba en ello. Ningún mensaje... ninguna señal de ellos.

- Aún estamos a tiempo de que lo hagan. - Comenta Robert, con cierta esperanza en la voz. - Pero de momento sólo podemos esperar a que hagan otro movimiento... Y sobrevivir hasta entonces, claro. - Pequeña pausa. - Claro que no descartó que los Khanforn ya hayan contactado con la capital de algún modo para buscar explicaciones, ¿Cree que deberíamos hacerlos creer que están de nuestro lado para indagar?

Asiento de nuevo.

- Por supuesto. No ejerceremos ninguna presión si no creen que ellos están de nuestra parte.