Partida Rol por web

Bajar a la mujer no estaba resultando tan difícil como imaginó en un primer momento cuando la vio desde abajo, más cerca del reino de los muertos que de los vivos, mantenida en pie únicamente por los dedicados hombros de bárbaro y mago que se esfuerzan por no dejarla caer. A pesar de que ambos se las estaban arreglando bastante bien en bajarla de una sola pieza hasta los botes, Gliadel no puede evitar poner la puntilla con estériles avisos, – Cuidao, cuidao… ¡CUIDADO! – cada vez que la cabeza colgante de la desconocida se arrimaba demasiado a la pared por la que la hacían descender.

- ¡Muy bien, chicos! – reconoce finalmente la buena labor de todos los que habían facilitado el rescate, tanto al mediano que había aclimatado las barcas como a los caballeros que habían rescatado a la damisela en apuros (damisela en apuros armada hasta los dientes, eso sí). - Retrocedamos hasta donde encontramos las barcas para que podamos auxiliarla desde un lugar seguro en tierra firme. - A pesar de que, antes de verla con sus propios ojos, pensara en la mujer como un contratiempo fastidioso que solo le iba a retrasar su verdadera obligación, ahora tiene clara cual es su prioridad en estos momentos. - Pelor nos permita llegar sin contratiempos. – Bendice mientras se prepara para darle al remo, pensando en las terribles consecuencias que traería un nuevo chapuzón.

- ¡Rakas! - Exclama a su compañero, que todavía no se anima a descender por una razón que no acaba de entender. - ¡Deja la cuerda y vámonos, cada segundo es importante! – Extrae un frasquillo y se lo lanza al mediano sin miramientos. – Menzo, si ves que se pone peor házselo beber. Si esa araña la ha cazado hace poco es posible que el veneno siga fluyendo por su sangre.

Pues para abajo la enviaron, de manera que dejó de observar a los de arriba para comenzar a echar un vistazo a los que estaban en las barcas, que se fueron agrandando ante sus ojos, hasta que se convirtieron en personas de verdad. Durante el trayecto les observó al detalle y en el más absoluto de los silencios, entes de poder meter la pata, era mejor hacerse una idea general: en una de las barcas estaba un mediano haciendo sitio a todo meter, bien pegadito a una cabra, y en la otra, había uno que no paraba de dar órdenes, debe ser el que manda… pensó, parecía un clérigo, sí, de Pelor, junto a él se hallaba tan tranquilo un semielfo que la miraba con cierto gesto de análisis, es decir, con bastante precaución, también había otro humano, un gnomo y un perro, que se mantenían en silencio. Caray…

Por fin, la dejaron sobre una de las barcas con cuidado, palabra que, por cierto, habían usado todos mucho cuando estaba descendiendo, lo cual la llevaba a pensar que eran buena gente. Sonrió a los de arriba y luego sus ojos se detuvieron por un instante en cada uno de los que se hallaban en las barcas de nuevo, hola y gracias a todos… quizás les resultara algo extraño que no se encontrase en absoluto incómoda con tanto ojo puesto en ella, ya que, de hecho, ni se inmutó. Me habéis librado de convertirme en un ingrato almuerzo, os estaré eternamente agradecida…había franqueza en su voz, aunque sonaba algo cansada.

Al oír al clérigo hablar de regresar, la muchacha se apresuró a añadir, ohhh… no hace falta, por mí no tenéis porqué volver atrás, puedo aguantar, tan sólo estoy muerta de hambre, llevo dos días sin probar bocado… hablaba pausadamente, como si estuviera agotada, y tampoco quería que desanduvieran su camino por ella. Sacó de uno de sus bolsillos los restos de almuerzo que le había entregado Ecthelion, de momento el único que le había dicho su nombre. Además, yo también iba para adentro, como vosotros… lo que pasa es que tuve... tuvimos peor suerte... Dio un bocado más a la comida, masticó con rapidez, tragó y añadió, me encuentro algo débil, pero… al ver el frasco que el clérigo le tendía al mediano dejó esa frase a medio acabar y preguntó: ¿No será una de esas pócimas sanadoras? Sus ojos se iluminaron. Eso sí, que me vendría bien...

De repente, se volvió a lamentar por su descortesía, se sacudió las migas de la pechera y se apresuró a murmurar, disculpad, me llamo Arianne... asintió con un leve cabeceo, mientras simultáneamente se preguntaba si en realidad les importaría lo más mínimo.

Encogiéndose de hombros, finalmente Rakas descendió por la soga que dejó allí colgada sin mayor problema, al llegar al bote hubo de sortear las piernas de Ariane, un par de armaduras un cariñoso empellón de la señorita Restos y por el camino revolver el pelo de Menzo. - Buen trabajo, creo que ahora podremos continuar y dejar las presentaciones para tierra firme.- Aunque aquella nueva jornada, no sabía muy bien la hora del día ni el día en que se encontraban después de haber descansado en la cueva, no hubiera tenido grandes combates, llevaba toda la mañana haciendo ejercicio físico, trepar, izar animales, descolgar jóvenes muchachas en problemas y remar, si seguía a ese ritmo tendría que parar para darse un descanso y saciar los más que probables rugidos de sus tripas.

- Arianne nosotros venimos de dentro y queríamos revisar lo que había fuera, pero si tu dices que venías de allí.- El joven comenzó a realizar aspavientos con sus fuertes brazos indicando a uno y otro lado de la tela de araña sin acetar a indicar a ninguno.- Bueno eso, que venido en direcciones distintas y tu entonces sabes lo que hay corriente abajo, ¿no?, porque vienes de allí.- Esta vez indicó en la dirección correcta, hacia donde la corriente trataba de llevarlos.

Mientras la hacían descender, trató de adivinar o sopesar "la que se les podía venir encima", totalmente concentrado y esperando que no se asemejara a algún tipo de catástrofe. Sus ropas parecían gastadas por el uso, aunque sus calzas eran coloridas, al igual que sus botas y su capa, que no parecían nacidas para el camuflaje. Lo mismo que su pelo, que venía semi recogido de una manera original, o quizás estrafalaria, como si su dueña se divirtiera al hacerlo. Curioso y variopinto el conjunto...

Por otra parte, le sorprendió que fuera protegida con un camisote y bien pertrechada en cuanto a armas, aunque eso le hizo sentirse más tranquilo. A lo mejor había suerte y sabía hasta usarlas. Guardó silencio, escuchó la conversación de su entorno y, cuando todos hubieron terminado de hablar e iba a presentarse, va y resulta que dice Rakas que las presentaciones mejor era dejarlas para luego, pues nada, punto y pelota.

Y, cuando ya se había puesto a mirar de nuevo hacia el frente, no sea que por distraerse se toparán con alguna sorpresita, se le vinieron un par de preguntas sobre alguno de los datos que la muchacha había mencionado a la cabeza, ¿no tuvisteis suerte? ¿Ibais hacia dentro? Se giró.

Arianne se hizo un lío de tres pares de narices con las explicaciones del humano que la había ayudado junto al elfo a descender por la misma cuerda, por la que ahora acababa de bajar él, pasando a situarse posteriormente en cabeza dentro del bote. Observó sus gestos, tratando de centrarse y aclararse un poco más, miró hacia atrás, hacia los lados y luego hacia el frente de nuevo, nosotros entramos en estas cuevas en barca, ella no sabía de otro modo de penetrar en ellas y le resultaba bastante difícil ubicarse después de pasar dos días dentro de una vaina de tela de araña, la cosa le resultaba complicada, la verdad, a ver... entramos por el río y creo que vinimos por allí, señaló hacia la zona del embarcadero y más allá, el mismo sitio del que provenían ellos, e íbamos hacia allí, señaló hacia donde estaban orientadas las embarcaciones, es decir, hacia dónde parecía suponerse que se encaminaba aquel grupo de aventureros, pero no pasamos de aquí... aunque ahora empezaba a dudar seriamente de su discurso.

Entonces vinieron las preguntas del semielfo y la muchacha le respondió, íbamos cuatro, dos cayeron al río y se ahogaron por culpa de esa enorme araña que no vimos y nos atrapó... y al tercero... de ese prefería no acordarse, porque había recibido la misma muerte que podría haber recibido ella de no haber sido rescatada, se lo almorzó... tragó saliva y un escalofrío la recorrió de arriba abajo.

Íbamos a ayudar a las gentes de la zona, ya que, por lo visto, de aquí salen barcas cargadas de criaturas malignas que asolan las tierras colindantes, hizo una pausa, recuperó el aire y continuó, claro que vete tú a saber que hay aquí dentro en realidad, no en vano, estas cuevas hace unos años eran la guarida de un grupo de conocidos asaltadores y ladrones... en todo momento su voz sonó gastada, se encogió de hombros y siguió comiendo, tenía un hambre voraz.

Bajó por la cuerda y se acomodó en el bote. Tenían una descisión delicada, tendrían que volver y esperar a que la invitada se recuperase o seguir adelnte y arriesgarse a encontrar un lugar donde pudiese hacerlo sin peligro. Parecía que la opción mas razonable era volver -entonces que vamos a hacer, ¿volvemos? tal vez sea lo mejor para que se recupere, no podemos arriesgarnos a que nos pase algo mas adelante y no pueda valerse por si misma-

---- ¡Wow! Tiene aguante la tía esta. Muchos en su misma situación no hubieran tenido fuerza ni para tirarse un cuesco, pero ella hasta puede hablar y no parece que el miedo la haya afectado demasiado. ---- Estoo, no. Esa poción es para neutralizar venenos, pero si que tengo que tener una poción curativa por aquí. – No hace gesto por buscarla y aclara con cautela. - Luego te la doy, te sentará mejor cuando acabes de comer. Ahora lo importante es salir de aquí y llegar a un lugar seguro. ---- Si tienes esa energía medio muerta, no te quiero sana sobre la barca. ¡Menuda podrías liarla si al final resulta que no eres tan buena como pareces! ---- - Agarra el remo con fuerza, y chapotea el agua con impaciencia. - Ecthelion, estoy de acuerdo. ¡Venga chicos! Marchemos de una vez. – Su tono no deja lugar a muchas dudas sobre su intención de volver por donde han venido. Se vuelve a la chica con gesto de sorpresa. - ¿Y dices que has venido a combatir a criaturas malignas? ¡Por Pelor! Los caminos de la providencia son misteriosos ¡Nosotros estamos aquí por la misma razón! ---- ¿La habrá enviado también mi Dios? ---- Cuéntanos todo lo que sepas sobre esas criaturas y como llegaste aquí. Por cierto yo me llamo Gliadel.

El hechicero habia permanecido todo el tiempo de pie sobre la barca, mirando a la chica como se recuperaba lentamente.

Ostras que hambre tenia, y que energias para estar medio muerta. Ademas es bastante guapa, ¿no te parece?
¬¬ a mi me da igual lo guapa que sea, solo me importa si sera una ayuda o un estorbo.
Vamos, no seas tan miedica, seguro que no nos estorbara, ha sobrevivido hasta ahora.

Si, sera mejor que vallamos a tierra firme, alli podremos terminar de presentarnos sin problemas.

Gliadel comenzó a remar antes de que Rakas hiciera lo propio de manera que apenas si se movieron, más teniendo en cuenta que estábamos atrapados aun por la red, con las armas que tenía a mano comenzó a soltar los botes de aquella pegajosa sustancia de que estaba hecha la red. Tras soltarse lo suficiente volvió a ponerse en su lugar con los remos preparados. - Creo que ahora podremos volver.- Una sonrisa había surgido en el rostro del bárbaro mientras observaba los ímprobos intentos del clérigo por ponerse en marcha mientras hundía los remos en el agua y daba un fuerte empujón con ellos.

- Venga, partamos ya, cuando lleguemos tomaremos todos un buen almuerzo mientras nuestra nueva compañera nos cuenta como llegó hasta aquí.- Parecía que tendrían que esperar un poco más a saber que había al final de aquel rio y quién era aquel comandante o señor de la guerra del que hablaran los trolls.

El explorador no dejaba de mirar a la muchacha con curiosidad. Su afán comiendo era todo un espectáculo y le recordó mucho a las maneras de los medianos cuando el estómago ruge. Desvió su atención a las armas que llevaba y a su indumentaria en general, su colorido era llamativo y el conjunto de toda ella era no menos que curioso. -Mi, mi mi nombre es Menzo Carabellota -Aun sostenía el odre de agua entre sus manos, agarrándolo con ambas y con los brazos relajados, dejando el odre colgar de manera balanceante entre sus cortas piernas. -Ecthelion tiene razón, vayamos cuanto antes al embarcadero pues no es lugar este para restablecer a nadie. Vayamos prestos y una vez sanada, nos cuente las venturas que le han llevado a caer en tan peligrosa trampa de tan repugnante criatura. Pero no atosiguéis a la muchaca que os conozco...que coma con tranquilidad y tu Gliadel vete preparando tus dones curativos. La idea de comer algo propuesta por Rakas le entusiasmo sobremanera al mediano que volvió a mirar cómo comía aquella chica. Lanzó un trago de agua para engañar al estómago mientras remaban de regreso al embarcadero. -¡Muy buena idea Rakas!

¿Te sentará mejor cuando acabes de comer? No se lo creía ni él, éste se piensa que he nacido ayer… lo que estaba claro era que por alguna razón, que se le escapaba, de momento aquel clérigo no le pensaba dar la pócima sanadora, que decía que tenía, al menos hasta llegar a buen puerto, y ese detalle la llevó a observarlos en conjunto una vez más, ¡a ver si iba a ser mejor no fiarse de ellos! Al fin y al cabo iba sola con siete desconocidos… se removió en la barca algo inquieta, aunque tuvo que reconocer que de un tiempo a esta parte este hecho era algo habitual que formaba parte de su día a día cotidiano. Diantres que sí...

Pues, de ser así, no estaba ni de humor, ni con fuerzas suficientes como para algo semejante. Siguió comiendo en silencio y luego se apoyó contra el suelo de la embarcación, descansando y pensando en que entonces no tenía ningún sentido que le hubieran dado de comer, sabiendo que era precisamente lo que necesitaba para recuperarse. Si le habían salvado la vida, al menos se merecían que se fiara de ellos, que confiara, se relajó de nuevo y respondió al clérigo.

No sé mucho sobre esas criaturas malignas, Gliadel, cerró los ojos durante un instante y respiró hondo, como buscando resuello, aparte de que asolan la zona, que aquel pobre hombre y las gentes que representaba parecían estar realmente necesitadas de ayuda y que me uní a la misión de eliminarlas a cambio de comida caliente y, si había suerte, lo que halláramos de camino, terminó de alimentarse y se recostó un poco más, dejando su cabeza semi apoyada, ahora, eso sí, de los ladrones que habitaban estas cuevas, sé que se cuenta alguna que otra historia, aunque dudo que tenga que ver con sus actuales moradores… se arrebujó en la capa, casi tumbada, y se calló. Se sentía como si en vez de haber pasado dos días enteros más quieta que un mueble, no hubiera parado de correr. Después les siguió escuchando, sonrió al mediano, su vecino más próximo de barca, cuando se presentó, y de pronto se arrepintió largamente de haber dudado del buen hacer de todos ellos.

Gliriel permaneció recostado en el bote todo el rato, acariciando al perro que tenía al lado. Mientras la nueva recluta comía y hablaba, Gliriel escuchaba interesado. Encontraba a la humana muy bella, no era como la había imaginado. Cuando la misma posó su mirada en el druida, el mismo no pudo evitar abrirlos de par en par, y sin mirarla tartamudear.
-Yo, YO SOY GLIRIEL.-quiso decir algo más, pero estaba seguro que solo saldrían balbuceos de su boca. No valía la pena intentarlo.
Se quedó un rato pensando en algún comentario inteligente para decir, mientras tocaba el agua helada, pero no se le vino nada a la mente.

Cita:

Al oír eso se le puso la piel de gallina, aunque siguió en la misma posición. Intentó, sin conseguirlo, evitar imaginarse al hombre siendo devorado por la araña. Cada vez comenzaba a aborrecer más la cueva...

...Creo que volver es la mejor idea. De hecho, la mejor idea de todas me parece irnos de aqui, pero no creo que alguien más me apoye..

Pues si no tiene que ver con el mal que azota la zona, ni es para contarme lo mal que acabaron, no me interesan demasiado los chismes de ladrones. – El clérigo es tajante. No se siente demasiado cómodo con ese tipo de historias. En el monasterio aprendió que todos esos cuentos de morralla como piratas, bandidos y galanes, personajes de mala vida en general, pervierten las buenas almas despertando la codicia y camuflándola con falsos sentimientos de libertad. No. Tiene demasiado claro que no hay nada de glamouroso en la vida de un ladrón. Todo un falso camino que mientras menos se cruce con el suyo, mejor que mejor. – Perooo… - No puede evitar, sin embargo, sentirse mal por haber sonado tan arisco. Intenta retomar la conversación – estoy seguro que Rakas agradecerá escuchar una buena historia. Le encantan. A veces hasta nos canta algunas de su tierra lejana ¿Qué tal si nos cuentas la tuya? – Se gira hacia la recién llegada, solo para comprobar que está a un paso de dormirse en la barca. – Bueno si no quieres tampoco pasa nada. ¡Mira! – señala el embarcadero de donde salieron. - Ya estamos llegando. Te dejaría mi saco para que te eches mientras preparamos un fuego y algo para comer pero me temo que anda un poco mojado. – Después de haber resonado en su cabeza el último comentario, se apresura a aclarar entre risas.  – No es que me meara encima, es que tuvimos un pequeño percance en el río. Y no me refiero solo a la araña.