Partida Rol por web

El líquido baja lenta y sensualmente por mi garganta. Lo ingiero con un movimiento rápido y reflejo de mi laringe.

Cuando Jojo empieza a explicar el juego me sonrío quedamente y observo a mi alrededor las caras de algunos, no sabía que tantos puritanos habían sido abrazados en el último medio siglo reflexiono con mi dedo índice en el mentón. A medida que su explicación avanza comienzo a bajar lentamente el cierre de mi vestido, que está en la espalda, y me deshago de él deslizándolo suavemente hacia abajo hasta que se acumula a mis pies. Lo levanto con ceremonia y lo dejo en el respaldo de un sillón mientras ahora estoy enfundada en un corsé beige con detalles de encaje negro.

Aplaudo a Lavonne cuando se acerca primera a completar el desafío y esbozo una sonrisa de satisfacción.

-Estoy de acuerdo -manifiesto acercándome con paso alegre al camarero, casi dando saltitos, y le guiño un ojo mientras tomo un chupito en mi mano -Qué es la desnudez cuando se puede someter la voluntad y tomar un alma, ¿verdad? -ladeo la cabeza como una víbora que quiere hipnotizar a su presa -Sin embargo, encuentro la modestia sumamente encantadora, debe ser porque carezco de tal cosa -aclaro mirando en derredor; observo el líquido carmesí con ojo crítico como quien sopesa el año de cosecha de un vino y me lo bebo de un trago.

Quizás no me meta en el agua, pero el viento de la noche se siente divino contra mi piel.

JoJo no dejaba de sorprenderme y afortunadamente, para bien, esta prueba era muy interesante, ver las reacciones en las caras de la gente era algo no solo divertido sino... interesante, así podría hacerme una idea, si no era yo a quien le tocaba el vasito con la sangre de hada, de quien mentía mejor o peor... Sin duda participaría, lo que no tenía muy claro era si me bañaría, quizás a Marcel no le hiciese mucha gracia verme en ropa interior delante de todos nuestros invitados, demasiados vampiros jóvenes para su gusto, eso seguro... Asi que de momento me conformaría con coger un vaso y probar su contenido.

Sonrío divertida al ver que mi compañera es la primera en inaugurar el juego, bien por ella. Acerco mi mano a la bandeja y me llevo a los labios el contenido del vasito que cojo, ¿será sangre de hada?

Tras beberlo le susurro algo a Lavonne...

- ¿Vas a bañarte querida? Si te animas quizás lo haga... Bueno, veamos quien finge mejor los efectos de la sangre de hada, la verdad, nunca he tenido el placer de probarla...

Sonrío mientras la sangre que acabo de beber empieza a recorrer mi interior.

Las británicas tomando iniciativa, pensó Lavonne ante el desparpajo de la dama de negro, contemplándola con absoluta fascinación y un ligero sonrojo tras el abanico que había formado con sus dedos frente a su boca. Era una mujer absolutamente divina, hiciera lo que hiciese. Para que luego dijesen de 'la vieja escuela'. Y aunque el atrevimiento de Angélica le pareció más que envidiable y un despliegue de confianza arrollador, ciertamente ella se encontraba a eones de distancia de animarse a nada remotamente parecido. Luces y sombras, como en aquel bar donde había coincidido. Pero uno no tenía la oportunidad de disfrutar de una piscina en un barco como aquel todos los días -desde luego no en Londres-, y con o sin bañador, estaba decidida a mojarse los pies.

Con una suave risa por el comentario de Rosalie, se inclinó hacia ella para responderle antes de tomar asiento en una de las tumbonas para quitarse los zapatos.

—Uy, no. No llevo, bueno, parte de arriba —aclaró en un susurro ligeramente avergonzado. El corte de su vestido lo evidenciaba con un amplio escote en la espalda que dejaba su blanca piel completamente expuesta. —Ya le he dicho a Josephine que debería haber avisado de eso. Pero tampoco tengo la gracia de la señora Blake, que nos acaba de desbancar a todos. Aunque... ya que estamos, sí que me animo a mojar los pies un poquito.

Se sentó en una tumbona cercana para quitarse los zapatos.

Tirada de Sebastian 

Motivo: Chupito maldito

Tirada: 1d10

Resultado: 4

Mientras los más atrevidos ya han probado suerte, parte del resto de los invitados empiezan a aparecer en la cubierta. De ese modo, con discreción el príncipe y sus dos chiquillos (Anthony y Christopher), la joven rubia que se encontraba con la primogénita gangrel (Helena), Roger el Nosferatu se distribuyen alrededor de la piscina. 

Los camareros caminan entre vosotros y os ofrecen unos curiosos y exóticos bocados.

Finalmente aparece el primogénito trémere, Nigel, que dedica una amable sonrisa a Jane Morgan. 

En vez de subir, al salir de la librería Caroline bajo a la segunda planta, quedándose en el vestíbulo de la misma. Se apoyo contra la barandilla de la escalera, disimulando mientras  enviaba el video de la intrusión anarquista a Raymond junto con un mensaje.*

“Favor por favor. Quisiera saber lo que tengas sobre estos niños. Sobre todo, que estaban haciendo aquí y como llegaron.”

Por supuesto, mirar al celular era solo una excusa para revisar el pasillo de reojo a ambos lados y cerciorarse de que no hubiera nadie, sirviente o invitado, merodeando en las cercanías. Aguardo hasta tener la certeza antes de actuar.

En toda la nave solo había una habitación que le pellizcaba la curiosidad. Un pequeño cuartito, marcado en el plano como “oficina”, ubicado frente a la escalera de este piso, junto a un saloncito menor.  Probablemente pertenecia al capitán o encargado del mismo. Como fuera, apuntaba a un lugar donde podría conseguir algo de información interesante sobre los manejos del buque, o quizás incluso una computadora conectada a la red del barco. Ambas servían...

Lavonne: Por ti, preciosa

-Santé -comento, alzando una mano como si yo también llevara una copa en ella. Repito idéntico gesto después de susurrarle unas palabras a la señorita Morgan, y comprobar que ella también se lleva el vasito a los labios.

Sebastian: Salut.

 -Buena suerte -le guiño un ojo al carismático vampiro, mientras observo cómo bebe. Oh, cómo me gustaría participar en este juego, debe ser tan divertido...

Pero la experiencia me dicta no sólo que la sangre de changeling es inocua para mí, sino que siempre tiene que haber una niñera en un viaje de ácido. Por si acaso. Así que supongo que esta noche me toca a mí el papel de vigilante del comedor del colegio. No puedo quejarme, no es que no haya tenido mi propio viaje antes...

Angélica: Sin embargo, encuentro la modestia sumamente encantadora, debe ser porque carezco de tal cosa

Aplaudo con entusiasmo ante su desparpajo.

-Oh, chérie, eres la única persona del mundo cuya ropa interior es aún más glamourosa que su vestido de noche, ¡y la competición estaba reñida! -Le guiño un ojo, mientras le tiendo una copita que no tarda en apurar- Confiésalo, estabas deseando tener una excusa para mostrarnos a todos tu maravilloso gusto en lencería.

Para mi sorpresa, Rosalie es la siguiente en beber, y dirijo una mirada en derredor, buscando a Marcel; ¿estará él de acuerdo en que se una a este tipo de juegos? ¿Desde cuándo le deja la correa tan larga?

Sin embargo, en cuanto veo aparecer a Nigel Porter se me convierten los huesos en espuma, y una sonrisa boba se dibuja en mi rostro. Los Tremere nunca han sido santo de mi devoción (no después de escuchar esa historia de genocidio en la que exterminan a todos los salubri), pero hay que aplaudir y admirar las verdaderas obras de arte; y el señor Porter es como un David en sí mismo. El de Miguel Ángel, no el de Donatello. Siempre he creído que el de Donatello es increíblemente amanerado.

Mientras se aproxima la comida -por dios que le tengo que subir el sueldo al chef, ¡menudos bocaditos tan apetitosos!- le hago un gesto a Nigel.

-¿No se anima a jugar, señor Porter? -Después, dirijo mi atención sobre el resto de comensales que aún no se han animado ni a beber, ni a quitarse la ropa- ¿Y ustedes? Venga, pensaba que los vampiros de la Crescent City tenían fama de valientes...

Las luces se reflejaban deliciosamente en el agua picada mientras, de la mano de un caballeroso Jasper, miraba por encima de la cubierta deseosa huir de los espejismos y las horas de más que el cadaver de mi mente me había robado tras tocar las teclas del piano.
Parecía ya la hora del ataud por la elevación del Sol, pero algunos de los cainitas con los que había tenido el placer de cruzarme en el salón se arremolinaban al rededor de lo que después comprendi que era una JoJo ataviada en el más apetitoso de los trajes de baño que había visto jamás.

-También estoy de acuerdo con eso, queridos. Sería bastante excitante que algo así ocurriera esta noche -dije con un murmullo a la nada, casi mirando más allá de la figura de la señorita bicolor.
Olía a perro, a rosas y a humedad y con el sonido del repiquetear de los tacones me aproximé hasta el grupo, saludando con un elegante gesto de cabeza, más efusivo y con una sonrisa cuando mis ojos se clavaron en Sebastian.

-Precioso baile, me ha hecho volar como el mar - felicité con sinceridad a Sebastian, que irradiaba un brillo especial.

Allí estaban las tres mujeres de piel blanca y nacarada que me recordaban los cisnes que solía destripar en Virginia y mientras escuchaba atentamente las explicaciones de lo que sería un juego más que excitante, también le dedique una sonrisa a la dama que se había quedado en una ropa que no parecía interior.
Yo estaba dispuesta a disfrutar de las burbujas así que hice lo propio y me deshice del vestido, que quedó a los pies del un hombre cuyo nombre no sabía y me dirigí hasta el lacayo para reflexionar sobre qué vasito de cristal sería el elegido.

-Ajá - elegí uno de ellos después de analizarlos durante varios segundos, dejé que el sabor me llenara y me metí en el agua. Demasiado fría para mi piel caliente, pero me encogí de hombros y fui hasta donde se encontraba la organizadora del la fiesta. Entonces hice un gesto para que se acercara y cuando estuvo a menos de un palmo de distancia, acaricie sus cabellos aún secos y la atraje hacia mi para posar mis labios en los suyos y hacer que se convirtiera en la sirena que era.

La terraza se llena pronto de inmortales; los vampiros nos reunimos en torno a una mortal que se atreve a jugar con fuego. Tiene suerte de que todos estemos saciados, es como una oveja rodada de lobos.

Nos cuenta con su gracia tan característica los entresijos del entretenimiento.

Miro los chupitos con curiosidad mientras me cruzo de brazos, debe estar loca si piensa que alguno va a beber esa mierda. ¿cómo sabemos que no tratan de inducirnos un vínculo de sangre? ¿Sangre de changeling? ¿Cómo lo han hecho? ¿de donde lo han sacado? Sin duda no habrá sido donada voluntariamente. ¿Habrán matado a una de esas criaturas solo para este juego?

Para mi sorpresa, varios cainitas comienzan a entrar en el juego, algunos beben, con cierta timidez, y otros hasta se divierten. Les importa una mierda las posibles consecuencias, la bestia el frenesí o lo peor, un vínculo de sangre.

Finalmente algunas ancilla se meten tanto en el juego que se quitan ropa para lucir sus esculturales cuerpos junto a la oveja. Miro muy serio a los vampiros que han bebido, no parece haber ningún cambio.

Miro al señor Fowler, que parece tan reacio y pensativo como yo. Tal vez porque sepa algo que desconocemos los demás o simplemente sea un cínico hijo de puta como yo y desconfíe de la señorita Baker.

Lo cierto es que si Rosalie ha bebido, ella es una Tremere. Un Tremere debería notar sangre de cainita con su dominio de la sangre.

Miro de nuevo la piscina azulada y arqueo los hombros.

- Qué demonios. He vivido casi ochenta años semidesnudo en las montañas nevadas. "donde vayas haz lo que veas"… no vamos a ponernos idiotas a estas alturas de la noche.

Comienzo a quitarme la chaqueta de cuero con cuidado, la dejo doblada sobre una de las sillas, luego me quito las botas y lentamente me quito la camisa para quedarme con el torso descubierto y los pantalones vaqueros.

Me acerco a la mesita y  tras observar los recipientes escojo uno lo más lejano a mi posición.

Luego me giro hacia el agua azulada cuya luz emana en un fulgor seductor. Me introduzco lentamente en el agua mientras  sostengo el recipiente. Espero a que la anfitriona pueda respirar después de que la pianista le saque la lengua de la garganta para darle un pequeño aviso.

- Señorita Baker… confío en usted por esta vez –  tanto como en que mañana nieve en Nueva Orleans – pero le aseguro que si descubro que ha intentado poner sangre de vampiro o vincularnos de alguna manera… le juro por mi familia que yo mismo le  despellejaré viva lentamente para que sólo tenga un color… y luego le arrancaré la cabeza.
No es personal.

Engullo de un trago la sangre fría y especiada. Es basura comparada con un trago de sangre viva, circulante, impulsada por un corazón vivo lleno de miedo o pasión. Pero no está mal.

Luego me sitúo en la pared sacando los brazos para apoyarme en el borde y poder observar a todos los vampiros que han consumido.

Uno a uno, los invitados de la fiesta se van animando, atreviéndose a participar en la peculiar apuesta del trago de sangre. Angélica es la que me sigue y, como cabía esperar, está mucho más que a la altura de las circunstancias, sorprendiéndonos a todos con un inesperado y espontáneo strip tease que no deja indiferente a nadie. Y desde luego, su semidesnudez es tan hermosa y seductora como todo lo demás en ella, mostrando unas curvas oferentes y sensuales, acentuados por un conjunto clásico y elegante de encaje negro, que contrasta con su piel marfileña. Casi puedo oír a todos los presentes contener su inexistente aliento.

Por el rabillo del ojo, veo cómo Lavonne empieza a quitarse su calzado, lo que me arranca una sonrisa de satisfacción. La euforia comienza a apoderarse de mí; esto va a ponerse muy interesante muy pronto. Entonces, Eris aparece de ninguna parte y, tras dedicarme un cumplido, se deshace de sus propias ropas, exhibiendo un cuerpo de poética fragilidad. La Malkavian bebe su chupito y entra en el agua. No puedo evitar reír cuando engatusa a JoJo para plantarle un beso en los labios, tirando de ella para que caiga en la piscina. Un singular espectáculo de natación sincronizada.

Saunière es el siguiente. No esperaba que alguien de su caballerosa sobriedad se sumara a un divertimento tan deliciosamente frívolo; para mi alegría, me equivocaba. El hombre se arranca su propia ropa con una ausencia de ceremonia decididamente varonil, revelando un torso musculado de piel tan pálida como la luna. Después de dirigir una advertencia a Josephine que más bien suena a amenaza, el Vástago engulle su trago y espera pacientemente a los efectos.

No puedo ser menos que todos ellos. Tanta belleza reunida de todos los colores, sabores, tamaños y sexos, es todo el incentivo que necesitaba, la decisión de mis compañeros el último empujón. Con una sonrisa lobuna, me aflojo el nudo de la corbata y la deposito cuidadosamente en el suelo. Mis manos esbeltas y expertas desabrochan botones y retiran elegantemente la tela hasta que mi piel siente el reconfortante frío de la noche.

No sin cierta parsimonia, doblo cuidadosamente mi ropa y la dejo en un pequeño montón, a una distancia prudencial de la piscina. Por nada del mundo querría que se mojase. Me yergo entonces, altivo y sonriente, y camino lentamente hacia la piscina, bajando uno a uno los escalones hasta sumergirme en las ondulantes y cada vez más agitadas aguas turquesas.

Un estanque de tiburones.