Partida Rol por web

Tras despedirse de la Señorita Morgan, Jerome se dedicó a caminar por el lugar observando de a ratos la piscina, cierta intriga se generaba en el con el hecho de querer ver quien había sido el afortunado del premio de este juego. Paso…..bastón… paso….. bastón, casi como un toc en contar lo que caminaba. Finalmente llego hasta la barandilla del barco para observar el Misisipi, las luces de la costa, las voces alrededor y las imágenes.

Todo parecía ser un teatro, hace años no asistía a una función, quizás por poco tiempo o tal vez simplemente porque ya no producía en él lo que una vez sintió. Finalmente se giró y se acercó a la piscina observando el agua y a los que estuvieran allí.

Aparto la mirada de la pantalla muy lentamente, observando al capitán entrar mientras sus ojos tomaban un cariz entre el hastió y la molestia. Aunque interiormente suspiro aliviada.

-Oh ¿De verdad? No había notado el cartel… +replico con sarcasmo, para luego volver la vista a la pantalla y seleccionar otro gif al azar para reproducir; un gato y un conejo blancos prístinos jugueteando+ Ahora entre o salga, pero cierre la puerta. Estoy revisando algunas cosas del señor Guilbeau y prefiero que nadie más las vea...

Lo cual no era una mentira en lo absoluto; solo una omisión de parte de la verdad. Sin embargo, al notar que el capitán Miller estaba acompañado, Caroline frunció aun más la expresión.

-Retiro la invitación, mejor esperen en el salón de al lado. Terminare en un momento. +ordeno a los dos, y solo para dejar claro que no iba jugando, entreabrió los labios, dejando asomar sus colmillos. Marcel probablemente fuera un blando con sus criados, pero si estos no eran estúpidos, sabrían que no se jugaba con uno de su clase.

Fowler observó a unos pocos pasos de distancia cómo el ruego de Rosalie encontraba respuesta no en los labios de su amante, sino en la osadía de otro Cainita. Christopher la tomó de la mano, robándosela a su dueño y arrastrándola en un baile que terminó con ella precipitándose en la piscina. La señorita D’Ritchet no le dio importancia más allá de que el gesto le había permitido escapar del celo del señor Guilbeau y este, por su parte, permaneció imperterrito en su asiento. Ahora o nunca, Gus. Con el libro abierto en sus palmas, Fowler  terminó su acercamiento hasta el Príncipe recitando lo que había escrito en ella. 

—…por lo que insisto en que a los hombres hay que vencerlos o con los hechos o con las palabras, o bien, exterminarlos; porque si es posible que se venguen de ofensas pequeñas, es imposible que lo hagan de las grandes; —miró a los ojos a Marcel, recitando el resto de memoria— y en que es del todo necesario que la ofensa que se infiera a un hombre sea de tal calibre que de ella no pueda esperarse ninguna clase de venganza.

Lo cerró, aferrándolo entre sus manos de tal forma que su portada quedara a la vista del que era su dueño. Se trataba de una edición antiquísima de El Príncipe, de Maquiavelo. Augustus hizo una sutil reverencia, tras la cual comenzó a hablar.

—Su Excelencia. Confieso que me he excedido en su hospitalidad —zarandeó con delicadeza el libro, para que lo viera bien, y se lo devolvió—, pero ello me ha servido para darme cuenta de que compartimos los mismos gustos literarios. ¿Tiene un minuto, para que podamos hablar?

Parecía que mi pregunta había suscitado un buen debate acerca de la libertad de los vampiros.

- No creo que seamos libres desde el mismo momento en que volvemos a la vida sedientos de sangre, esa sangre que nos da la vida al mismo tiempo nos ata a ella, asi que ¿libres?, no lo creo... Además, no es solo eso, ¿acaso podéis cazar humanos como os pide el cuerpo?, no ¿verdad?, entonces decidme... ¿dónde está esa libertad de la que habláis?

Suspiro y tras remojarme un poco más decido volver a cubierta, desde allí aún podría oir las respuestas si me quedaba junto a la barandilla, asi que, eso hago.

Una vez arriba intento sin mucho éxito escurrir mi vestido, nada, está empapado, no hay mucho que pueda hacer, al menos no hacía frío. Esperaría las respuestas de los que aún seguían en el agua y después iría a cambiarme.

Bonitas, creo que he vuelto a bugear a Eris xD

Imagino que estará liadilla, no pasa nada. Lo único me da un poco de reparo por la prueba en sí, que no me gustaría que el resto estuviese esperando indefinidamente hasta que arranque la conversación, sobre todo porque parece que llevan ritmo y está habiendo interacción. ¿Se os ocurre algún plan B?

Lavonne escuchaba a medias, sentada en las escaleras después de comentarle algo a Eris, trenzándose el pelo mojado. No había sentido necesidad de intervenir, al menos hasta entonces.

—En las restricciones que se imponga cada uno respecto a las consecuencias que está dispuesto a asumir con sus actos —comentó, incorporándose para salir con cierta dificultad arrastrando el bajo del vestido. Terminó por recogerlo escurriendo la tela. Una pena. —Claro que puedes cazar como te plazca, siempre y cuando no te pillen. ¿No? Es el mismo impulso irrefrenable que puede sentir un asesino, o incluso un adicto. En los humanos lo explica la ciencia; hay multitud de estudios respecto a las obsesiones y adicciones. Dejan de comer, de dormir, de vivir e incluso la persona más dulce puede alcanzar tal grado en el que sería capaz de perpetrar los actos más horribles con tal de obtener lo que desea: mentir a sus seres queridos, robar, agredir. Matar. Nómbralo y se habrá hecho. ¿A alguien más le suena familiar? Supongo que no hay muchos vástagos que se presten a ser experimentos de laboratorio como para saber hacia dónde va la cosa. Siempre podemos decir que fue cosa de magia. —Se encogió de hombros con gracia y una sonrisa inmutable e inocente, como quien hablaba del tiempo. —En cualquier caso, ¿qué más da? No es como si alguien fuese a reinventar las normas de la noche a la mañana.

Uf. Aquello se le había ido de las manos perdiendo de vista el punto de la conversación, y la verdad es que no tenía ganas de seguir con la tertulia. Hizo un gesto con la mano, como dejando el tema de lado y se acercó a JoJo, que estaba todavía junto a la barandilla, colgándose de su brazo con naturalidad, como si llevase toda la vida conociéndola.

—¡Chérie! Muy divertido el baño en la piscina, pero lo del vestido es un incordio. Acepto la oferta del cambio de ropa y te dejo elegir. ¿Hm? —comentó de forma cantarina.

Al tomarla del brazo dejó su mano posada con suavidad sobre su tibia piel, acariciándola discretamente con el pulgar. Un gesto que bien podría haber sido tan casual como intencionado.

—¡Chérie! Muy divertido el baño en la piscina, pero lo del vestido es un incordio. Acepto la oferta del cambio de ropa y te dejo elegir. ¿Hm? 

Observo la mano que ha posado Lavonne sobre mi brazo, y luego a ella, dibujando una sonrisa con ¿tintes de perversión? 

Ay, chérie. No deberías haberte mojado llevando un vestido blanco... y nada debajo.

-¿Por qué no esperamos un poco? Aún nadie se ha arriesgado a acusar a ningún vampiro "embrujado". ¿Nadie tiene ninguna sospecha? ¿Nadie se arriesga a acusar a nadie?

No parece que a nadie le haya afectado la sangre de hada, sinceramente, esperaba algo más vistoso. Supongo que me equivocaba, al fin y al cabo sería peligroso y esto es una feliz fiesta cainita.

Caminando cerca de la piscina, puedo escuchar parte de la conversación que tan entretenidos les tiene, es de lo más extraña. ¿Así se divierten? Joder… La libertad, según la “princesa” es imposible alcanzarla, como si la sangre nos aprisionara más que a cualquier otro ser su alimento, es nuestro sustento, al igual que para el halcón la paloma. Al menos nosotros no moriremos por el paso del tiempo, existe la posibilidad de persistir por siempre en este mundo y todos nosotros la tenemos a nuestro alcance si no hacemos ninguna estupidez, complicado, pero posible. Para mí somos más libres que el resto de seres que habitan este mundo, tenemos nuestras restricciones como todos, pero al menos no debemos temer a morir tirados en una cama recubiertos de nuestros propios excrementos mientras una máquina respira por nosotros. Se podría decir que tenemos suerte de haber recibido esta “maldición”.  

Saco mi móvil e ilumino la pantalla, recordando en que tal vez me hubiera pasado esta noche con él. ¿Debería? Me quedo un momento absorta en mis pensamientos antes de agitar la cabeza negando, él se lo había buscado, no era culpa mía. -Joder…- Mascullo antes de volver a guardarlo. Luego me apoyo de nuevo en la barandilla, esta vez más cerca de la piscina y los participantes de la ruleta de Arcadia.

Miro de reojo a JoJo. ¿Arriesgar? Es complicado tomar una decisión sin un conocimiento mayor sobre el tema. ¿Qué se supone que tendría que valorar?

-Señorita Baker, enseguida se lo hago saber. Pensaba que el voto sería oculto para no compartir la información con los demás.-

Entonces…

Estaba hablando con Bernard cuando ha entrado a su despacho y ha descubierto alguien dentro. Alguien... no invitado. Cuando me asomo me encuentro uno de los invitados tecleando sin parar en el ordenador personal de Bernard, y encima se permite la libertad de cuestionar o amedrentar a Miller. 

Entro y cierro con delicadeza tras de mi. Apoyo ambas manos en la mesa y la miro a los ojos. 

Señorita, llevo décadas al servicio del príncipe. Conozco perfectamente a los cainitas de esta ciudad, incluso a usted, que lleva prácticamente un suspiro. Francamente dudo mucho que usted cuente con el beneplácito de Marcel para estar aquí. Así que vamos a hacer una cosa, va a parar de teclear y se va a marchar en silencio. 

Ladeó la cabeza suspirando sonoramente, exasperada ante el comentario de la mujer a la que no conocía. Ni que se estuviesen jugando la corona real. Después apoyó el mentón sobre el hombro de JoJo unos segundos, antes de acercarse a su cuello rozándolo suavemente con la punta de la nariz antes de susurrarle algo al oído con una sonrisa contenida. Aquello sí que era divertido.

Sus manos estaban sobre la preciosa piel de la ghoul, tan suave y cálida y acogedora. ¿Cómo diablos no se había dado cuenta antes? Era la delicia que todos se comían con los ojos, con aquel vestido y ahora el triquini. Era un gozo para la vista y los sentidos. Pero la que estaba a su lado, a un bocado de su apetecible cuello y aquellos rizos mojados que chorreaban por su espalda, era ella y no los demás. Ni el rockero, ni la pianista, ni el setita. Se preguntó qué era y después desechó la idea. ¿Importaba? Sólo deseaba apresar sus labios entre los suyos, besar su cuello en el desenfreno y recorrer las extrañas líneas de su cuerpo con las punta de los dedos y la lengua hasta perderse… Pero no allí, delante de todos.

—¿Recuerdas lo que hablábamos antes? Lo de la espontaneidad y abrazar experiencias… Me temo que me has hecho cambiar de idea —ronroneó con la gravedad del mar acariciando la playa. —¿De verdad tienes que hacer guardia de la chiquillería?

La verdad es a lo largo el curso de los acontecimientos está siendo completamente impredecible. Jamás te hubiera imaginado que Sebastian se desprendería de toda su ropa abandonando su pose siempre tan políticamente correcta. Tampoco conoces demasiado al resto de cainitas como para poder opinar sobre ellos. No te sorprende que Eris y Jasper se lancen a la piscina, pero el extranjero que acompañaba al toreador en la piscina... no podrías opinar. 

Pese a todo la actitud más chocante te resulta de Lavonne, que parece haber olvidado el respeto que le debe a su sire y de repente se está dejando llevar por ... bueno no lo sabes describir muy bien... 

La verdad es a lo largo el curso de los acontecimientos está siendo completamente impredecible. Jamás te hubiera imaginado que Sebastian y Angélica se desprenderían de toda su ropa abandonando su pose siempre tan políticamente correcta. Tampoco conoces demasiado al resto de cainitas como para poder opinar sobre ellos. Desde luego no podrías haber No te sorprende que Eris y Jasper se lancen a la piscina, al fin y al cabo parecen unos locos. Jane Morgan se mantiene distante, como siempre ... no podrías opinar. 

La verdad es a lo largo el curso de los acontecimientos está siendo completamente impredecible. Jamás te hubiera imaginado que Angélica se desprendería de toda su ropa abandonando su pose siempre tan políticamente correcta. Tampoco conoces demasiado al resto de cainitas como para poder opinar sobre ellos, sobre todo los dos forasteros. No te sorprende que Eris y Jasper se lancen a la piscina, Jane Morgan se mantiene distante, como siempre... no podrías opinar claramente. 

La verdad es a lo largo el curso de los acontecimientos está siendo completamente impredecible. Jamás te hubiera imaginado que Angélica y Sebastian se desprenderían de toda su ropa abandonando su pose siempre tan políticamente correcta. Tampoco conoces demasiado al resto de cainitas como para poder opinar sobre ellos, sobre todo los dos forasteros y ¿la chica estirada inglesa?. No te sorprende que Eris y Jasper se lancen a la piscina al fin y al cabo son los locos ¿no?, ... no podrías opinar.

Estás demasiado ocupada en tus asuntos para fijarte en el resto. Puedes opinar pero ...

Estás demasiado ocupado en tus asuntos para fijarte en el resto. Puedes opinar pero ...