Partida Rol por web

Al finalizar mi discurso, me llevo la copa a los labios pero obviamente no bebo. Aborrezco el sabor de la sangre humana, en cuanto toca mis labios me traslada a un polígono industrial, unas tijeras, negro, rojo, cuchillos afilados, gritos y...

Un escalofrío me recorre la espina dorsal, mientras alejo el cristal de mi boca, y me limpio los labios con la yema de los dedos, intentando disimular; es por este inesperado dejà vu que me cuesta reparar en las palabras de Sebastian hasta que su discurso empieza a adquirir una impronta sobrenatural. Como si hubiese realizado un pacto con el director de luces, parece que cualquier foco a nuestro alrededor pierde potencia en su favor, mientras emerge de la piscina con la gracia del rey Tritón enarbolando su poderoso tridente. Oh, merde, a veces odio a los condenados vampiros. Ya está usando ese truquito jedi en el que mirarle una vez es condenarte a mirarle para siempre. 

Como recubierto por una purpurina mágica que le hace resplandecer bajo las luces de la terraza, e incluso impregnado de ese tinte azulado y ondeante de las aguas de la piscina, su autoridad se disfraza con un poderío sobrenatural que me obliga a parpadear menos, por miedo a perderme alguna palabra, algún movimiento.
Le sonrío, intentando agarrar el resbaladizo hilo de su discurso, hasta que...

Su Majestad. Si se me permitiese expresar un deseo en voz alta, este sería sin duda que vuestra merced considerase la posibilidad de conceder al Stoker’s, el local regentado por Josephine Baker, la condición de Elíseo. 

Años de entrenamiento en cortesía me salvan de dejar caer la copa al suelo por el poder de la sorpresa, y en su lugar me limito a esbozar un gemido sordo con la garganta. Ojalá pudiera mirar al Príncipe, para escudriñar su expresión, pero aún estoy completamente embebida del poder de Sebastian, así que simplemente alzo las cejas, esperando la respuesta de Marcel.

Sepa que esto es únicamente una sugerencia bienintencionada, pero en mi humilde opinión, Josephine ha demostrado que es más que capaz de cumplir con dicha responsabilidad. Incluso el hecho de que Su Majestad en persona haya contado con ella para dirigir el evento que hoy nos reúne así lo atestigua. 

¿Cómo es posible que...? ¿Por qué? ¿Cómo lo ha sabido? 

Oh. Ah, merde.

No, su expresión también tendrá que esperar a que Sebastian apague el cuadro de luces de su vigor vampírico.

...

Mon Dieu, cómo le brilla el piercing. 

La noche estaba llegando a su final, los eventos organizados por la señorita Baker habían terminado, para bien o para mal, dejando vencedores y perdedores. Nuevas relaciones, alianzas e incluso enemistades se habían forjado en el transcurso de estas horas. 

Cosas que marcarían el devenir de los acontecimientos en los siguientes días. porque la fiesta acababa de comenzar ¿o no?

Poco a poco el barco se acercaba al puerto, y la mayoría de invitados se reunían en cubierta.

JoJo: Somos gente sencilla que está dispuesta, como ya han visto, a compartir nuestro modo de vida con cualquiera lo suficientemente abierto como para disfrutarlo.  

Sebastian: Si se me permitiese expresar un deseo en voz alta, este sería sin duda que vuestra merced considerase la posibilidad de conceder al Stoker’s, el local regentado por Josephine Baker, la condición de Elíseo. Sepa que esto es únicamente una sugerencia bienintencionada, pero en mi humilde opinión, Josephine ha demostrado que es más que capaz de cumplir con dicha responsabilidad.

Alzo mi copa, sin duda estaba satisfecho con el trabajo realizado por la dama, eran muchos años ya regentando The Stoker's, sin embargo un halo de misterio seguían rodeándola, miro a Anthony, desde luego él desaprobaría una decisión así y más tomada por la sugerencia de un neonato. 

Sonrío. Espero a que Rosalie se sitúe a mi lado con ese vestido rojo mojado está aún más seductora. 

Gracias Jojo, por tus hermosas palabras sobre mi ciudad, por la organización de estos maravillosos entretenimientos. Aprovecho la ocasión para de nuevo para recordaros a todos que debéis de respetar las tradiciones de la camarilla en Nueva Orleans. 

La fiesta, el caos, suele reinar durante estos días. La gente se convierte en algo distinto, se transforma durante estos días. Os insto a ello, vivid al límite, disfrutad. Apurad las noches hasta el amanecer. 

Vuelvo a dirigir mi mirada a Sebastian. 

Querida JoJo, el término de Elíseo implica un grado de compromiso, de servidumbre hacia nuestra condición. Es un hecho extraordinario que se conceda a un humano. ¿Crees que serías capaz de estar a la altura de tales circunstancias?

Ya basta. Hago un gesto al capitán para que llame a Dutch pero creo que incluso yo solo puedo manejar esto. Alargo la mano y bajo la pantalla del portátil 

Última oportunidad, señorita Dominguez. Márchese antes de que sea demasiado tarde.

En cuanto bajemos al puerto y estemos a solas mejor.

Querida JoJo, el término de Elíseo implica un grado de compromiso, de servidumbre hacia nuestra condición. Es un hecho extraordinario que se conceda a un humano. ¿Crees que serías capaz de estar a la altura de tales circunstancias?

-Sí -respondo, inmediatamente. Ni siquiera me doy la oportunidad de tragar saliva, meditar bien mi respuesta o hacerme la interesante. 

Sac-a-lait, llevo tanto tiempo esperando por esto que apenas me doy cuenta de que prácticamente dejo caer la copa sobre la bandeja de un camarero antes de dar un paso al frente.

-Sí, estoy a la altura. Me amparan casi setenta años de servicio a esta ciudad, de ser anfitriona en infinidad de fiestas, y de que precisamente se haya confiado en mí para organizar esta misma. Agradezco la confianza y las palabras de Sebastian, quien ha actuado con la mejor de las intenciones al proponerme para tamaño honor, y os aseguro que no os defraudaré, a ninguno, si se me concede esta oportunidad.

Ay, Marcel, si te decidieras, iba a convertir en Nueva Orleans en la mejor puta ciudad de vampiros del mundo.

Y llego justo a tiempo. A tiempo para escuchar la pregunta príncipe. La pregunta del príncipe y la estúpida respuesta de la yegua appaloosa. Si, claro, y yo que lo permita. Sería demasiado descarado acercarme ahora a Marcel, pero sé quien la persona perfecta para conseguir mi objetivo. 

De modo que decido acercarme a su chiquillo, el más recto... Anthony. Me acerco y le susurro unas palabras, para después coger una copa y simular un brindis por la organizadora con mi mejor sonrisa. 

Soy perfectamente consciente de la manipulación de Morgaine, pero por el momento sus motivos me son indiferentes. Si lo que me ha contado es verdad, es lo suficientemente importante como para tomar medidas. 

Me levanto y carraspeo, para llamar la atención de los presentes. 

Marcel, no soy partidario de las decisiones tomadas de modo precipitado por la euforia del carnaval. Me dirijo ahora hacia la organizadora Como ha dicho el príncipe, señorita Baker, formar parte del Elíseo requiere un compromiso permanente, sin fisuras. Como muchos de ustedes saben, Nueva Orleans es una ciudad que abrazó "recientemente" la mascarada, ¿cómo puede garantizarnos que no se rompa si en una sola noche, en su ausencia, ya ha llamado la atención de los mortales?

¿cómo puede garantizarnos que no se rompa si en una sola noche, en su ausencia, ya ha llamado la atención de los mortales?

...

¿Qué?

Observo a Morgaine y a Anthony con el ceño fruncido, pero de inmediato lo sustituyo con una sonrisa complaciente.

-Me parece que deberíamos discutir estos asuntos en privado -concluyo, mientras me aproximo a Marcel- si no les importa. No me gustaría aburrir a nuestros invitados con charlas de negocios que ni les van ni les vienen.

Me vuelvo hacia el resto de ocupantes de la terraza, y les hago un gesto vago con la mano.

-Los demás, disfrutad de lo que queda de la noche, dad buena cuenta de la "comida" y recoged vuestros pertrechos personales. -Suspiro, tratando de hacer una lista mental de todo lo que queda pendiente- Shane, Lavonne: tanto tu pistola como la ropa seca están en mi camarote. Un camarero os guiará hasta él.

Me muerdo el labio inferior. Putain, quería acompañarles yo misma, pero me parece que aquí se está cociendo algo que no me huele nada bien.

La señorita Baker hace un gesto al cainita que acaba de hablar, Anthony, y al propio Marcel para retirarse a una zona más apartada y comentar la última intervención del chiquillo del príncipe. 

Miro a Anthony, sin duda, algo ocurre, con desgana me levanto para alejarme. Beso en la sien a Rosalie. 

Puedes aprovechar, tardaré un minuto, pero si quieres baja al camarote y ponte un vestido limpio y seco. Pensaba que te pondrías el broche que te regalé, debe estar en la habitación. 

Camino hacia una de las barandillas, me apoyo en ella. Hacía muchos años que un mortal no se atrevía a insinuarme lo que debía hacer. Me debato entre la sorpresa y el malestar. 

Ofrecimientos a viva voz, sin duda alguna la Señorita Baker estuvo muy discreta al hablar de estos temas en un lugar privado. Aunque de cierta manera haberse impuesto antes los dichos del chiquillo del príncipe, podría haber ganado algunos puntos más dentro de este pequeño conflicto. Jerome avisto el puerto desde la cubierta, busco con la mirada al Señor Stassi y a su acompañante para saludarles antes de que esta noche terminara y asegurarse de su asistencia la próxima noche.

La noche había sido rara o al menos algo confusa dentro de todos estos juegos en los cuales el viejo no se sentía muy cómodo que digamos, pero el solo observar a los demás en aquella diversión parecía llenar un cierto vacío que tenía dentro suyo;  sus dedos jugaban sobre el pomo del bastón mientras de ojos cerrados el dueño de la  La cave aux trésors tarareaba mentalmente una canción que había marcado su vida tiempo atrás, más que nada la usaba para relajarse y olvidar el dolor de aquella extremidad que funcionaba a medias.

Lavonne permanecía sentada, ahogada por una mezcla de fuerzas que competían por su atención. Por suerte el efecto de la bebida empezaba a disiparse, viéndose sustituida por las palabras del Toreador* y su extraña petición en favor de la ghoul, quedando atrapada en aquella visión hasta que las diferentes voces empezaron a encaminarse hacia una leve discusión encabeza por, cómo no, aquella mujer.

Las palabras de JoJo llegaron como un salvavidas, y el hecho de que no pudiese ser ella misma la que la acompañase fue incluso una mayor bendición. La emoción empezaba a verse reemplazada por vergüenza y no necesitaba más recordatorios para ello, así que se puso de nuevo los zapatos, dejando la toalla sobre sus hombros, y se levantó para seguir al criado.

Los inmortales más poderosos de esta ciudad se apartan conmigo a un lado de la cubierta, y allí dejo caer mi mano sobre la barandilla, inquieta.

-¿Y bien? -Pregunto, dirigiendo mi mirada hacia Anthony- ¿Exactamente qué has querido decir con eso, mi querido Anthony?

Pues, señorita Baker, me temo que no puede ofrecer un Elíseo con garantías si en una sola noche que usted lo abandona aparece un cadáver con dos marcas muy significativas.

Nunca me ha gustado esta mujer, nunca he sabido quien manipula los hilos y si no hay nadie detrás tanto peor, una mujer humana con el poder de un vampiro y sin su maldición.