Partida Rol por web

Miro a las demás chicas, limitándome a sonreír. Ya he salido demasiado del tiesto para ser yo.

Gracias por lo de las mantas Director. Trato de parecer un buen chico mientras lo digo. Aunque cuando hacia esto en el anterior orfanato, el padre Esteban me daba una colleja.

Me seinto en mi literar y me encojo abrazandome a mis rodillas, no entiendo porque le caigo mal al niño, comienza a recordarme a los niños malos que me señalaban en el cole y me decian entre risas que yo no tenia papa.- Se llama Golem.- susurro esperando que entienda que Gol es un diminutivo pero no digo nada mas. Cuando entra el director a preguntarnos que necesitamos me dan ganas de decir muchas cosas.- necesito a mi mama, necesito mi cama y mi manta, mis juguetes, mis libros de cuentos...- pero ¿De que serviria? Solo quedaria como una niña pequeña y llorica. Asi que me quedo callada, abrazada a mis rodillas, mirando como caen las gotas en el cristal, sintiendome infinitamente triste.

Me quito el gorro dejándolo en el armario. -Espero qeu no se estropee con la humedad. Mamá se disgustaría mucho.-

-Gracias director.- digo mientras escondo el dibujo detrás de mi espalda. El director no me gusta, huele raro y tiene una cara como torcida. Las caras no deberían ser torcidas.

-Jus, a Raquel no le ha gustado nada, ni lo ha cogido. A lo mejor es que lo hago muy mal...- pienso mientras miro a la niña nueva.

-Hola Marta. Soy Amanda. ¿Quieres pintar?.- digo mirando hacia una niña que parece más asustada que todos nosotros juntos.

 El director con su sonrisa sempiterna prosigue vuestro protocolo.

- De nada, de nada, niños. Si necesitáis cualquier cosa, buscadme. Pasadlo bien, niños - y tras un instante de pausa melodramática, añade: - que tengáis una buena noche...

Luego se despide casi infantilmente con la mano, sale al pasillo y cierra la puerta.

Dentro queda Marta, una niña con aspecto atemorizado.

- N-no se pinta-ar muy bie-en - su voz está bastante mal modulada y continúa siendo bastante nerviosa. A pesar de haber dicho eso, deja al peluche encima de la cama vacía, se acerca a la mesilla y coge un lápiz y una libreta. Y, con todo, os esboza una sonrisa temblequeante.

-No te preocupes, yo tampoco lo hago muy bien....- digo sentándome a su lado.

Sigo dibujando a ver si esta vez me sale mejor.

-Oye Marta, ¿tu tambien eres nueva, o sólo te han cambiado de cuarto?.-pregunto mientras escondo la mano izquierda en la manga de jersey. -Es que aún no se donde está nada en este colegio, ¿tienen biblioteca?.-

-Jus... este sitio es feo y húmedo, pero tampoco es para estar tan asustada. Además, somos cuatro en el cuarto, no nos va a pasar nada.- pienso mientras miro con desconfianza una esquina que está oscuro. No TAN oscura, por suerte.

Me callo un rato mientras veo como el director se marcha. Por mucho que quiera creerlo, ese adulto parece muy raro.

Luego la nueva...ya son tres chicas. Que hice yo mal para merecerme esto. Y la nueva parece un poco asustadiza.

Al menos parecen entretenerse con los dibujos unas...y con el perro invisible la otra. Que ante mi pregunta de porque le llama Gol parece haberse molestado algo...no entiendo bien por que. Las niñas son muy difíciles de entender. Si fueran chicos, les atizaría cuando me hicieran sentir confundido y listo.

 - Me cam... biaron de cuarto. 

Marta empieza a dibujar al lado de Amanda. El dibujo, bastante tosco, es de un niño y una sombra de dedos afilados siguiéndole.

- Los libros... es-s-stán todos a la derecha de la recepción... hay que pedirlos a la recepcionista, una m-mujer muy blanca con oj-ojeras.

Poco a poco, su voz y su gesto se vuelven más sosegados, más calmados. Apenas se inmuta cuando, sin aviso alguno, se abre la puerta y una mujer deja cuatro mantas dentro, junto a la pared.

- Vuestras mantas, enanos - dice en un tono bastante desagradable.

Pero tan pronto se va esta mujer, Marta se levanta, coge una de las mantas, se envuelve en ella como si se tratase de una túnica, toma asiento de nuevo junto a Amanda y prosigue con su tétrico dibujar.

Miro un poco por encima el dibujo de Marta, y luego lo miro con un poco mas de atención. Si en el antiguo orfanato dibujase algo parecido, la llevarían al despacho de la señorita Gaztelu, la loquera.

Estoy a punto de decir algo, pero me callo cuando entra la mujer. No es muy agradable, pero tampoco se queda mucho rato y las mantas parecen secas.

Cuando Marta se sirve ella misma, les tiendo una a cada niña, dejando la mía sobre mi litera.

Oye Marta...no crees que un poco de color alegraría el dibujo?...y por favor, no me digas que el rojo, anda. Le tiendo una pintura amarilla.

-Qué bruja.- pienso mirando las mantas.

Miro el dibujo con desagrado.

-Si... tan negro no sirve para poner la habitación bonita. Puedes ponerle una sonrisa al niño, y un sol...- digo sonriendo.

Cojo las mantas que quedan y las reparto a Gari y a Raquel.  -Tengo hambre. Marta, ¿sabes donde nos dan comida entre horas?. Es que tengo muchas ganas de algo.-

-Jus, ahora papá me daría galletas a escondidas de mamá.-

 Marta coge la pintura amarilla y sonríe a Garikoitz. Luego echa un ojo al dibujo, como pensando dónde puede aplicarla.

- Un Sol... - murmura tras la intervención de Amanda, como asintiendo. Como consintiendo.

Los trazos se dibujan de forma fiera y recta bajo una mano frenética. Se sale del círculo que ha dibujado al principio haciendo las rayas que colorearán el Sol.

- Así queda como si fuesen rayos - sonríe animada por un instante.

Y luego, ante la pregunta de Marta, vacila.

- ¿Comida ent-t-tre horas? N-no suelen, p-pero p-puedes ir a preg-guntar a la recepcionista - Marta vuelve a parecer nerviosa.

Así queda mucho mas alegre Marta. Cuando la niña del gorro menciona la comida, me doy cuenta de que no es la única con hambre. No he comido nada desde antesdeayer, cuando me sacaron de el anterior orfanato. Ni mi..."abuelo", ni la policía ni los de asistencia social parecieron pensar que los niños comemos.

Me suenan de forma traicionera las tripas, aunque hago como si nada.Le tiendo otra de las pinturas a la niña.

Si tienes mucho hambre, puedes comerte un plastidecor...Marta parece que no piensa que es buena idea lo de ir pidiendo comida por ahí.

Sonrio de forma traviesa mientras muevo la pintura de forma tentadora ante la niña.

Miro el dibujo con una sonrisa. -Esta niña no sabe pintar.- pienso mirando el folio.

-Me como el pastidecor si te lo puedes meter entero en la nariz.- reto a Gari -  Si eres capaz, voy a pedir comida. Si no vas tú.-

-¿Sabrá bien el pastidecor? ¿Sabrá diferente el rojo del azul? En las chuches, el rojo siempre es el más rico.-

Me cruzo de brazos mientras me siento tentado durante un segundo de hacerlo, solo para que luego se comiera la pintura llena de mocos.

Que insinúas, que no me atrevo a ir a pedirle comida a esa señora?...ya veras tu si me atrevo o no.

Sin decir mas, voy hasta la puerta y la abro, saliendo fuera en busca de esa recepcionista.

Claro...el director antes diciendo si alguien quería algo...y yo preocupado de las mantas de las narices para que las niñas no pasen hambre. Parezco idiota.

 Según abres la puerta de la habitación, en ese pasillo prácticamente desconocido, ves una figura de ocho patas de color negro con pintas blancas en el lomo en la pared de enfrente. Es bastante grande y gorda, de patas delgaditas y afiladas, pero con el susto y demás te parece realmente enorme. El pasillo está bastante oscuro y fallan muchas de las bombillas que lo alumbran. La lluvia y los nubarrones de fuera ocultan casi por completo el brillo del Sol y la sensación aquí es bastante tétrica.

Cierro la puerta de golpe sin haber llegado a salir y permanezco donde estoy sin moverme durante un largo rato, mientras intento no tener un accidente.

Parpadeo con rapidez mientras aprieto los puños con fuerza a los costados, y trato de respirar profundamente. Cuando me noto tranquilo, me giro en silencio y me siento en mi litera, tomando la manta y envolviéndome en ella.

Luego, miro el suelo con desconfianza y levanto las rodillas pegándolas al pecho y quitandolas del suelo.

No me gusta la niña nueva, tiene algo que me da miedo.. A gol tampoco le gusta... Me quedo en mi litera mirando de reojo lo que hace todo el mundo. No se que le pasa al niño raro ni porque le cae tan bien a la niña del gorrito.

Bajo sin decir nada, tomo una manta y vuelvo a subir. Me enrollo en ella y me meto en la cama, quiero dormir mientras todavia este la luz encendida, asi me da menos miedo

Sonrío cuando veo que Gari se marcha. Ha sido fácil conseguir que alguien pidiese comida por mí. Sigo dibujando tranquilamente, hasta que veo como no pasa de la puerta.

-¿No vas a ir?. ¿Te da miedo el pasilo?. Tendrás que comerte una cera...- digo sonriendo.

Cojo la cera negra, ofreciéndosela. Si el se la come, Marta hará dibujos más alegres. Todos salimos ganando.

Escucho la voz de las niñas, pero no les presto atención mientras me concentro en pensar en las paginas de mis libros favoritos. En como me gustaría ser Rand y estar allí en vez de estar aquí. De ser el, podría hacer cosas, tomar medidas para evitar tener que estar encerrado en un cuarto lleno de niñas odiosas.

Sin hacer mas caso a la niña del gorrito, me tapo la cabeza con la manta para no verlas y que los sonidos sean mas tenues.

 Van pasando los minutos, con una lentitud agónica. Marta acaba de pintar, el Sol de tonos amarillos encaja poco en el tétrico dibujo. Se sube a su cama y se queda callada. Según se va haciendo de noche deja de llover, el calmo ruido de fondo que tejían las gotas al caer da paso a un incómodo silencio. El orfanato está lejos de cualquier fuente de ruido y esa ausencia de sonidos resulta inquietante, colabora al aspecto tétrico del que hacen gala las goteras, la mala iluminación y demás.

Cuando el hambre empieza a parecer realmente acuciante para los que más tiempo lleváis sin comer, se escucha una aguda y estridente campanilla cuyo sonar redobla por los vacíos pasillos y las sobrias habitaciones, con efecto de eco.

- Hora de cenar - dice Marta sin vacilar. Sin moverse de la cama.

Destapo la cabeza, bastante mas tranquilo que hace un rato, pero sin poder evitar mirar con desconfianza hacia la puerta.

Ya podemos ir a cenar?...bien. Me quito la manta, sabiendo que el hambre vence al miedo tranquilamente...al menos hoy. Marta, deja las pinturas y el dibujo en la cama, luego podrás terminarlo si quieres. Que tal si ahora nos llevas hasta el comedor?.

La miro algo distraído por las ganas que tengo de comer. Por mi saldría solo a cenar...pero no se donde esta el comedor y me cabrearía perderme.

El resto de las niñas y el perrito vienen o que?.