Partida Rol por web

La muerte es un viaje sin retorno. Una ruptura silenciosa de nuestra realidad cotidiana que solo deja el dolor de los vivos. Los muertos no sufren, o, al menos, eso era lo que todo el mundo ha dicho siempre.

La sensación que inundó a cada uno fue terrible, agobiante. Una oscuridad sin matices, una sensación de estar flotando sobre agua o, al menos, eso queríais creer pues ni siquiera eso os permitía apreciar la penumbra perpetua. Nadabais en un océano de negrura infinita, con la permanente sensación de sentir que os ahogabais, pero siempre os quedabais al filo de una segunda muerte. Quizá esta segunda muerte hubiera sido un gesto de misericordia, pero antes de que esta llegara algo os arrancó de aquel trance que no sabríais decir si era físico o espiritual.

Escapar de la muerte es imposible, dicen. Bueno.. en el Noveno Mundo lo imposible es otro sinónimo de lo extraordinario. 

Lo primero que sentisteis fue un fuerte ruido blanco que inundó vuestras cabezas. Un alarido psíquico que pareció arrancaros de una pesadilla, pero teníais vuestras dudas de que realmente hubierais despertado. Lo primero que visteis fue una penumbra bañada por una luz rojiza, una sala inmensa de paredes cableadas hasta donde alcanzaba vuestra vista, daba la sensación que esos cables latieran como venas alimentadas por un corazón invisible y cosas moviéndose en los umbrales de la luz que no sabríais definir. El suelo era igual que los muros de la sala, pero menos accidentado, lo cual permitía un movimiento más fluido. A vuestro alrededor flotaban virutas rojizas, la fuente de la luz que os iluminaba, suspendidas y errantes de forma perezosa por toda la estancia.

Cuando tomasteis consciencia de lo que os rodeaba, os visteis a vosotros mismos tendidos a un metro de altura, sujetos por un amasijo de cables que surgían de las paredes como si fuerais unos macabros títeres. Estabais mojados, desnudos, y mirando abajo descubristeis la razón. Parecía que os habían sacado de una piscina de líquido negro que ahora goteaba de vuestros cuerpos. No sentíais nada. Ni frío, ni calor, ni hambre, ni sed, ni dolor.. estabais solos con vuestros cuerpos y vuestras emociones. Incluso alguno sentía que aquel familiar dolor de una cicatriz, una herida mal curada o el recuerdo de una enfermedad había desaparecido. Eran vuestros cuerpos, pero tampoco lo eran.

—El proceso de revivificación no fue diseñado para estos parámetros —dijo una voz femenina, ominosa, y su dueña pronto apareció. Era una mujer aparentemente joven, y era aparente, puesto que la penumbra carmesí revelaba que su cuerpo era mecánico a pesar de la naturalidad.. ¿humana? de sus gestos —. Pero es fácilmente ajustable. Normalmente el proceso no requiere la recuperación las funciones cognitivas superiores, pero en esta ocasión ha sido necesario. Hagamos una comprobación.

Los pasos de la mujer hizo que se acercara a vosotros un poco más, la pudisteis ver con mayor claridad. Sin duda era una suerte de androide antropomorfo, atractiva para los estándares humanos, podría pasar por una incluso.

—¿Cómo os sentís?

La oscuridad, la inquietud, el desarraigo, la desesperación, la amenaza del olvido (El final, el definitivo), la negrura, la humedad, la ruptura... Todo el cuerpo tornándose en un goteo ¿Es así como se siente una gota de sangre al ser bombeada a través de las venas? No ¿Quién ha dicho eso? Yo no...

Y entonces aquella estancia imposible, con fragmentos orgánicos flotando en derredor, bajo nosotros, goteamos, fuera de... Fuera de... ¿Dónde diablos nos tenían? ¿Qué es esto? ¿QUIÉNES SON ELLOS?

Por unos momentos me pierdo en esa algarabía de dudas y desconcierto, pero por un momento nada de eso parece tan importante, todo llegará ¿No?

Y veo al resto, a los que creía mis compañeros Siguen siéndolo ¿No? a mi lado, vertiendo el mismo marasmo negro bajo nuestros cuerpos, antes de ver a aquella autómata con nosotros... La escucho, tratando de recuperarme del grito psíquico con el que nos han despertado.

- Me siento... ¿No muerto?- Dudo por unos segundos pero no puedo decir otra cosa. - Me siento desconcertado ¿Qué diablos es esto? ¿Dónde están Latta y el resto de nuestra gente? La... La ciudad... La luz... ¿Qué...?

Negro, la mismísima nada rodeándome, la más profunda oscuridad recorriendo cada fibra de mi ser mientras los recuerdos de aquel agónico dolor parecían seguir existiendo en una consciencia que buscaba desvanecerse... Deshacerse en la niebla igual que ya habían comenzado a deshacerse y borrarse los rostros de mis amigos y conocidos... Raud, Zoe, Mukhtar, Nero...

No... Nero no... No quiero olvidar su rostro, no quiero olvidarlo...

Me concentré en aquel rostro tan conocido, en aquellos gestos, aquellas sonrisas... Y poco a poco su forma volvía a hacerse cada vez más nítida... Y después de él, el resto siguió el mismo camino pero... Todo era demasiado rápido, demasiada velocidad, todo me daba vueltas... Me mareaba...

Y de pronto, la luz... Una intensa y cegadora luz... Y al fin, cuando mis ojos fueron acostumbrándose aquellos rostros estaban ahí, de nuevo, mirándome... 

- ¿Dónde... Dónde estamos...?

Mi vista fue directa y primeramente hacia Nero para después bajar hacia aquella ¿mujer? ¿cosa? 

- Confundida...

Mi cuerpo flotaba, sentia mi cuerpo como flotando, flotando en medioa de la inmensidad oscura y fluida noche. No habia nada mas que tinieblas y esa sensacion humeda que se colaba justo hasta el borde de mis labios, haciendo que una sensacion apenas recordadab en mi memoria viniera una y otra vez a mi. Ahogo. Opresion. Cerraba unos labios que no tenia claro si existian mientras buscaba evitar una segunda muerte, que parecia evitarme. No entendia que ocurria pero vivo o muerto, no podia volver a morir, no podia ahogarme o lo que fuera esto... si aun tenia conciencia... si aun tenia un minimo de atisbo de mi... entonces debia encontrarla... debia buscarla... debia encontrarla...

Los Dioses, las energias de este mundo fluyen en constante lucha o armonia segun donde los encuentres, pero la realidad es que todos estamos conectados al todo y por lo tanto, tu debias estar aqui... esperaba que no pero debias estar aqui... y por eso no podia ahogarme... debia encontrarte.... Eloise... amor mio... te encontrare... sea donde sea...

Un ruido atrapado en mi mente. Un brusco despertar o algo similar. ¿Estaba despierto? ¿Lo estaba? La oscuridad teñida de rojo. Podia ver. ¿Podia ver? Mis ojos. Podia ver. El lugar era... extraño, confuso, como estar dentro de una maquina... o algo asi. No entendia que era. Cables y mas cables.

La vision se fue estabilizando y entonces los vi, a todos y aun asi, solo una en este primer instante de conciencia importaba. Todos eran importantes, todos eran amigos, todos eran cercanos. Ella simplemente era mas.

Desnuda. Estabas desnuda. Me mire a mi mismo, observando el motivo rapidamente al ver la piscina de la que nos habian sacado o eso entendia.

Palabras. Revivificacion. ¿Eso era posible? Nada era imposible en este mundo pero incluso eso, resaltaba por encima de lo demas. Ya no solo el cuerpo... espera... el cuerpo... mi cuerpo... se notaba diferente...

Centrate Nero... Mi mayor fuerza era mi mente, mi capacidad de sintesis, de establecer patrones de comprender mi entorno y mi conexion con la Numenerea.

Busque esos ojos que lo eran todo y centre toda mi existencia en ellos. Mas cuando escuche la pregunta, me senti en la necesidad de responder. Mire a la figura "humana" que no lo era. ¿Seriamos asi ahora? No... no me sentia asi... me sentia diferente pero no asi... creia... - Distinto... - Movi la cabeza, habiamos muchas formas de definirlo, quien estaba delante era cientifica. - La percepcion de mi espacio y de mi persona ha cambiado... soy yo... mi mente comprende que soy yo... pero tambien que no lo soy... ¿Este no es mi cuerpo, verdad? - Fije mi mirada y luego mire a los demas.

¿Donde estamos? ¿Quien eres? ¿Por que estamos en unos cuerpos que no son los nuestros? - Algo mas alla de eso. Si este no era nuestro cuerpo... ¿Que habia revivificado? - Si estos no son nuestros cuerpos, o al menos, el mio no lo es... ¿Que has revivificado? ¿Has traido nuestros espiritus de la muerte?

¿Vuelo? No, estoy cayendo. Me siento caer. Pasa el tiempo. ¿Minutos, horas, días? Y sigo cayendo, pero no llego a tocar el suelo. Es una caída infinita... ¿o no? El vuelo, la caída se ralentiza... se transforma. El aire es más denso, más fluido. ¿Agua? ¿Estoy flotando? Intento salir, respirar, pero no puedo moverme. ¿Estoy muerta? Debería estar muerta... recuerdo que morí. Pero el dolor... ya no está. No siento dolor. Siento que me ahogo, pero no llego a hacerlo, no necesito respirar, ¿dónde estoy?

Escucho, siento un grito en mi cabeza, estridente, blanco, afilado. Despierto, me incorporo... No, no me he movido. Aún no puedo moverme. Pero he saltado... como si me arrojara desde fuera de mí misma, como si me lanzara de nuevo a la consciencia.

Abro los ojos, confundida. Estoy desnuda, pero no trato de cubrirme, no siento vergüenza. En realidad no siento nada, dolor, frío, calor... nada; simplemente siento esencia, existencia. 

-¿Dónde estoy? ¿Estoy muerta? -debo estar muerta pero... todo esto a mi alrededor... es oscuro, con cables, no se parece al paraíso del Sol Radiante.

Las sensaciones vuelven poco a poco, como si mi cuerpo fuera reconectando sus neuronas, como si paso a paso volviera a ser consciente de mí misma. Miro a mi alrededor, veo a mis compañeros, están todos, Raud, Eloíse, Nero, Mukh... pero... ¿Y la ciudad? ¿Y el resto de la gente? ¿Y el Trascendente? ¿Y... Tantas preguntas, y ella... parece humana pero ¿es un robot?

-Q... ¿Quién eres? ¿Qué ha pasado?

La oscuridad lo había devorado, todo a su alrededor era una masa húmeda y sin luz. Quería gritar, pero sentía que no tenía boca. Sólo sentía un inmenso vacío a su alrededor, y también dentro de sí. Sus pulmones quemaban, clamaban por aire. ¿Eran sus pulmones acaso, o solamente la sensación de tenerlos? Aquello era desesperante, y se prolongó durante, pensaba Mukhtar, horas.

De repente fue consciente del ruido blanco en su ¿cabeza? No podía decirlo con exactitud. ¿Acaso era un recuerdo o una nueva sensación? Tenía miedo, eso era seguro. Aquello no parecía del todo... definitivo, como uno esperaría de la muerte, pero era agónico. Era peor. Luego vino la tenue luz rojiza, que reveló una habitación llena de cables, que parecían latir a un tempo desconocido. Había algo más ahí, en el límite de lo que permitía ver la extraña luz roja, pero Mukhtar no podía definir claramente lo que era. Por último, su cuerpo. ¿Lo era realmente? Parecían sus extremidades, sus manos, sus pies, pero no había nada de familiaridad. No sentía nada, sólo miedo, de lo desconocido, del lugar, de sus amigos... de todo.

La voz de una mujer hizo que la cabeza de Mukhtar se levantara, buscando a su dueña, que más temprano que tarde apareció en aquella habitación. ¿Proceso de revivificación? ¿Parámetros ajustables? ¿Funciones cognitivas superiores? Sus... pensamientos. ¿A eso se refería? ¿Cómo que no eran requeridos? Preguntas. ¿Sentimientos? No estaban, sencillamente. Mukhtar no sentía nada. Alguien respondió antes que él. Varias personas. Racionalmente sentía la esperanza de que fueran sus amigos, pero en su interior no había nada. Miró a los lados y los vio. ¿Por qué no se alegraba? Se revolvió, intentó moverse, zafarse de... lo que sea que lo estuviera sujetando. No lo logró.

— ¿D-Dónde estamos? ¿Qué ha pasado con la ciudad? ¿Qué ha pasado con el Trascendente? —las preguntas se atragantaron en la garganta de Mukhtar—. Yo... no siento nada. Sé que estoy... vivo, o al menos consciente —parpadeó un par de veces—. ¿Quién eres?

La mujer mecánica permaneció en la misma posición, observándoos, no transmitía empatía alguna, y, ahora vista más de cerca, podías sentir esa fría artificialidad que podía acompañar a los Sin Alma, peor incluso.

—Las preguntas son comprensibles —dijo con sencillez mientras sus ojos seguían analizando cada parte de vuestro cuerpo —. Vuestros cuerpos fueron dañados, destruidos y, en algunos casos, cosechados.

De forma inesperada se puso a andar, se dirigó a un lado con un paso rígido.

—Os encontráis en la Bóveda. El corazón de lo que vosotros llamáis Zikaru —extendió la mano, una pantalla holográfica prendió, pero no podíais apreciar que había en ella —. Ha habido un fallo de contención. Hay que repararlo antes de que sea demasiado tarde. Vosotros habéis sido seleccionados por la Bóveda. Potencial de desarrollo, capacidades, preparación.. 

La sintética ignoró algunas de vuestras preguntas deliberadamente, pero no parecía que lo hiciera por esquivarlas, sino porque, sencillamente, le resultaban irrelevantes.

—El proceso de revivificación fue diseñado para crear drones de mantenimiento. Cosechar entidades sintientes para alimentar sus nodos de energía —explicó al escuchar las preguntas de Nero —. El término espíritu no es adecuado, pero válido para vuestros parámetros de conocimiento. Vuestros cuerpos han sido recreados por finalidad práctica. Al conservar vuestras funciones cognitivas superiores intactas, la adaptación a un nuevo recipiente, cuerpo, hubiera requerido demasiado tiempo. Tiempo que no disponemos.

Hizo un gesto sobre la pantalla. Los cables y conductos que os sostenían se estremecieron, os hicieron descender sobre el piso, delante de las piscinas de líquido negro. Una vez tocasteis el suelo, todo se desconectó de vosotros, sentisteis una ligera descarga eléctrica, ínfima, pero ya os sentíais libres.

—Bien. Ahora síganme.

Sin decir nada más, giró sobre sus talones y empezó a andar por donde había llegado.

Cosechar. Todos habiamos sido aplastados o parcialmente aplastado por la marabunta, sin embargo yo recordaba haber muerto por algo diferente. La Calma.

La mujer de repente se puso en movimiento y mis ojos la siguieron mientras mi cerebro iba haciendo conexiones. Estabamos en el corazon de Zikaru. La Boveda. El lugar donde los Dioses habian colocado aquello que mantenia la ciudad en pie muy seguramente, estabamos en territorio sagrado. Lugar de los Elegidos. Una sensacion extraña se adueño de mi, al mirar de nuevo el lugar, porque quizas no pareciera bonito o fuera como otras construcciones del mundo, pero estaba tocado por el mismo poder de los Dioses. Aqui, es donde su poder se acumulaba.

El corazon tenia un problema y habiamos sido elegidos para arreglarlo en base a unas condiciones determinadas. Eso tenia logica. Establecia un punto simple de porque se nos habia revivificado.

Elegidos.

La mujer tuvo a bien responder a mis preguntas, mientras los cables nos bajaban de nuevo al suelo. Mis pies tocaron el suelo y senti un calambre en mis musculos. El cuerpo era nuevo. No se habia movido nunca seguramente, por lo que las conexiones basicas debian establecerse de nuevo aunque estaba claro que se habian preocupado tambien de eso. Un cuerpo nuevo. La union de alma y cuerpo era algo increible, no imposible, no aqui pero increible aun asi. Realmente los que nos precedieron eran capaces de hablar y entender el lenguaje de la misma Creacion.

Mire a Eloise, mas alla de su desnudez, a la persona que creia haber perdido. Mis lagrimales se llenaron de humedad, mientras sonreia, provocando pequeños dolores en esos musculos que ahora reaccionaban de nuevo.

Me movi muy lentamente o lo intente, hasta conseguir abrazarla. - Crei que te habia perdido. - Las lagrimas caian por mis mejillas.

Al separarnos y tras unos segundos de intimidad, volvi de nuevo mi mirada hacia la mujer. La cual no dudo en ponerse en marcha, cerre mi mano sobre la de Eloise antes de caminar detras.

Drones de mantenimiento. Hablas de los Sin Alma verdad? De los automatas que se encargan de cuidar de Zikaru. Es decir, los drones de mantenimiento vienen de la cosecha. Entidades sintientes. Cosechais cuerpos y espiritus, de la gente que vive en Zikaru para mantener esta en funcionamiento. La Calma forma parte del ciclo de Zikaru para seguir existiendo. - La Calma era el proceso de cosecha.

Escuchaba como Nero desgranaba sus sospechas o certezas, tratando de sacar punta a las frías intervenciones de nuestra patrona, porque entendía que nos habíamos convertido en sus manos sin comerlo ni beberlo. Quería pensar que si nos necesitaban de manera tan acuciante, debía de ser porque todavía podíamos ayudar... ¿Pero a nuestros compatriotas o todo aquello quedaba en la ilusión y nos habían revivido para salvar el culo a alguien más?

La cosecha. La calma... Para ser sinceros mi propia historia había sido tan extraña desde su origen que ahora estaba somatizando y acatando toda aquella nueva verdad sin plantearme muchas preguntas más. Es como si tras el despertar solo quedase una cosa: lo que quiera que hiciesen desde aquel momento.

Si habíamos vivido en una ilusión hasta ahora y no la habíamos comido con patatas y sin rechistar, lo mismo nos podía volver a pasar en menos de un minuto, descubriendo que seguíamos siendo como esas bolas de acero que rebotan contra interruptores de luz y sonido en máquinas arcanas del pasado más remoto*.

Dejé que los mayores hablasen mientras seguíamos a la autómata a donde quiera que nos guiase, murmurando un sentido y distorsionado Latta prácticamente inaudible.

El intercambio de palabras entre Nero y aquella cosa me provocaban cierto dolor de cabeza, seguramente agravado por aquella sensación de que mis piernas, mis brazos, mi corazón... no me pertenecían. Seguía siendo yo, al menos en parte, aunque yo ya no me sentía como yo, como si aquel cuerpo me fuera ajeno, como si estuviera viéndolo y viviéndolo todo a través de una pantalla, jugando en tercera persona. 

Mis pies tocaron el suelo y caí, sintiendo como parecía volver a tener que darle a mi cuerpo la orden de moverse, de volver a aprender a caminar con aquellas piernas y nada más tenerme de nuevo en pie sentí como los brazos de Nero me rodeaban y algunas gotas de sus lágrimas resbalaban por mi piel. 

Una sonrisa volvió a mi rostro mientras mis brazos lo rodearon, apoyando con afecto mi cabeza sobre su hombro y limpiando con delicadeza sus lágrimas.

- Y yo a ti...

Tras aquellos cortos y escasos segundos volvimos a separarnos al menos nuestros cuerpos pues nuestras manos quedaron unidas, cogida la una a la otra mientras andábamos desnudos.

Observé si el resto nos seguía y aunque pareciera raro no pronunció ninguna otra palabra, pues se sentía abrumada por aquella situación y tampoco llegaba a entenderla, después de todo nunca se le habían dado bien aquel tipo de cosas. 

Mientras los cables se mueven y me hacen descender escucho a la mujer... la robot... la ginoide, entendiendo sus palabras pero sin comprender muy bien lo que dice.

"Entonces... ¿he muerto y he resucitado? No, resucitado no... ¿me han recreado?". Me toco a mí misma, la piel, cálida, el pelo...

Mis pies tocan el suelo y me tambaleo, yo... este cuerpo no está acostumbrado a caminar. Me apoyo en la piscina de líquido negro de la que he salido y miro a mi alrededor. Veo a Eloise, sus ojos, son los de siempre, los que teníamos antes de... Vuelvo a la realidad escuchando las palabras de Nero, confusa, sin llegar a creerlas del todo.

"Pero eso es imposible... Solo Maru puede crear y dar vida, eso lo estudiamos en la escuela...".y entonces quién, ¿qué soy yo? ¿Ya no tengo alma?".

Se abrazan. Desvío la mirada, les dejo ese momento de intimidad. Miro a Mukhtar, desnudo. No puedo apartar la mirada, y le recorro de arriba a abajo, sintiendo un cosquilleo en mi vientre. Entonces recuerdo que yo también estoy desnuda. Me cubro rápidamente con las manos, los pechos y el pubis, enrojeciendo completamente y avergonzada. Y lo peor es que entre el frío y la excitación tengo los pezones totalmente erectos. Cubriéndome bien, tratando de que no se note, me fuerzo en dejar de mirar a Mukh y trato de pensar en otra cosa.

Miro a Raud. Parece que está entero y nuevo, con la carcasa completamente y limpia, sin abolladuras. "¿El también está desnudo? Claro, será todo mecánico... entonces 'eso' funcionará como una palanca, siempre que... Joder Zoe, céntrate, que estás salida". No lo sé, y tampoco quiero saberlo, miro a Raud a la cara y no bajo la vista.

-Sí, mejor vamos... la seguimos a... ella -sin dejar de cubrirme, señalo a la geningeniera con un gesto de la cabeza, y dejo pasar a mis compañeros antes de seguirles en último lugar, con la idea de evitar que me vean desnuda y poder mirarle el culo a Mukh.

Mukhtar escuchó hablar a la androide, pero sus palabras, para una mente tan sencilla como la de él, eran difíciles de comprender. Lo que podía entender era que definitivamente había muerto, y que ese cuerpo donde estaba ahora había sido moldeado a la imagen del viejo Mukhtar. ¿Cómo rayos se las habían arreglado para meter su... cerebro?, ¿consciencia?, ¿espíritu? No, ningún término era correcto, ya le había respondido la mujer a Nero, aunque espíritu se acercaba al más adecuado. De alguna manera se las habían arreglado para meterlo a él en un recipiente... hecho a su imagen. Cómo le dolía la cabeza.

Mukhtar cayó al suelo sin poder hallar el equilibro al principio. Aquel era su cuerpo, y no lo era al mismo tiempo. Le tomó un par de segundos mover los brazos y las piernas en el suelo, y otro par poder levantarse y mantenerse erguido. Sus primeros pasos fueron como los de un bebé, pero poco a poco fue encontrando su centro de gravedad. Cuando pudo andar sin tambalearse se dio cuenta de otra cosa: seguía completamente desnudo. Instintivamente se cubrió su masculinidad y miró a todos lados, hasta encontrarse con Zoe, a quien miró también con intensidad. La verdad sea dicha, nunca nadie lo había mirado como ella en ese momento. El granuja tragó en seco y volvió a girar a la androide.

— Eh... si, claro —respondió escuetamente, girándose y empezando a seguirla.

Sin embargo, más temprano que tarde acabó por retrasarse hasta quedar al mismo nivel que Zoe, a quien miró con una sonrisa un tanto... rara.

— Oye, no es exactamente la idea que tenía para una primera cita... pero no puedes negar que es algo único, y probablemente irrepetible. Espero, no me gustaría volver a morir —había empezado como una broma, típico de él, pero la verdad es que también estaba aterrado.

Vuestra anfitriona siguió andando a través de esa oscuridad salpicada de volutas rojizas, hacia un poco de frío y vuestra desnudez no ayudaba a mantener la temperatura, a pesar de que algunos de vosotros sintierais cierta calidez corporal por motivos ajenos al ambiente.

—Los sintientes sobre la Bóveda son recursos programados para ser cosechados cuando un dron de mantenimiento es dañado o queda inservible —asintió a las cuestiones formuladas por Nero —. Ha habido un fallo de contención. La integridad de la Bóveda está comprometida —repitió con el mismo tono monocorde.

Os adentrasteis por un pasillo no menos ominoso que la sala que dejabais atrás, la oscuridad y su la altura os impedía ver el techo. Las paredes estaban sembradas de conductos palpitantes, como si se tratara de venas dentro de un gran organismo. En este lugar os cruzasteis con algún Sin Alma, pero estos eran ligeramente distintos a los de Zikaru. Su aspecto era igual, pero sus movimientos eran erráticos, chocaban contra las paredes como muñecos gimiendo angustiosamente, casi podíais percibir un rostro desencajado por el dolor y el terror.

Uno de estos Sin Alma os vio, corrió hacia Eloise como si hubiera visto a alguien familiar. Hubierais jurado que sus ojos hubieran soltaban lágrimas, pero no había nada. No alcanzó a tocarla, perdió el equilibrio cayendo en el suelo retorciéndose terriblemente. La androide no se detuvo ante ese acontecimiento, se limitó a seguir andando.

—El proceso de revivificación a veces falla. Generalmente los drones de mantenimiento son conscientes de su estado, pero los cepos mentales impiden cualquier problema de funcionamiento. El espíritu no se adapta a los sistemas de anulación, y da como resultado a drones defectuosos —había una falta de empatía absoluta mientras hablaba. Explicaba aquel procesos horroroso de forma didáctica, insensible, como si hablara de ganado —. Por aquí.

A lo largo de los pasillos que cruzabais, que os parecieron eternos, pudisteis ver numerosos de esos drones defectuosos vagando por los rincones. Sus lamentos apagados generaban una cacofonía de almas perdidas que se propagaban por el silencio absoluto que regía la Bóveda. La androide se detuvo ante una gran compuerta y esperó a vuestra llegada.

Aquel lugar bien podía ser una representación de lo que algunos podían considerar una vida tras la muerte de pesadillas y castigos, volcados en sin alma que resultan defectuosos por su carga previa de una vida pasada completamente inexistente. Cuando vi cómo uno de estos modelos parecía reaccionar al ver a Eloise, antes de volver a tropezar, como si de un artista del humor de los que me solía reír en la cúpula de as estaciones, algo se me rompió dentro. La frialdad de la autómata que nos seguía como guía no ayudaba en absoluto. Era como si, al tratar de simular la apariencia superficial de un ser humano, terminase siendo más sin alma que un sin alma con un cuerpo mecánico, fabricado para sus labores, convencional. No entendía parte de la cháchara que Nero y ella mantenían y seguía sin saber qué diablos nos podía querer solicitar, y el estar dentro de algo que parecía emular las tripas de un ser artificial era poco tranquilizador. O comenzábamos a tener respuestas prácticas, reales, o iba a terminar perdiendo la paciencia más pronto que tarde.

Me detengo en el sitio y me pongo colorada.

"Ehhh... ¿Primera cita? Entonces esto es... bueno, no, claro, ¿pero será... es decir, si salimos de aquí, de esta, si todo vuelve a ser normal, entonces habrá una cita...". Pienso atropelladamente, con las ideas y las palabras amontonándose en mi cabeza sin llegar a decir nada, balbuceando en su lugar.

La Geningeniera me saca del bloqueo al no dejar de caminar. Para no separarme de los demás tengo que acelerar el paso, sin dejar de cubrirme el cuerpo desnudo con las manos. Miro hacia atrás, a Mukh, asegurándome de que también venga. No quiero alejarme de él, pero no me atrevo a mirarle a los ojos, el corazón me late a 10.000 por hora. Me gustaría abrazarle, besarle, pero no me atrevo a hacerlo, así, estando desnuda...

-Oye, y... -me dirigo a la Geningeniera- ¿No estará nuestra ropa por aq... -pero ella no me oye, o me ignora, y simplemente sigue hablando.

La sigo por el enorme pasillo, en silencio, escuchando la conversación que tiene con Nero, sin llegar a comprender, o sin querer comprender lo que están diciendo.

"¿Los sintientes somos nosotros? ¿Las personas? Pero... no puede ser... entonces dice que somos solo... ¿recambios? ¿máquinas para reparar y arreglar cosas? ¿Pero arreglar qué? ¿A quién? Pero eso es imposible... A nosotros, las personas, nos ha creado Maru, el Sol Radiante... al menos eso es lo que nos enseñaron en clase... Si lo que dice es verdad el único motivo por el que hemos resucitado... bueno, por el que tenemos nuestros cuerpos, estos cuerpos, es porque nos adaptaremos más rápidamente... Si no seríamos... ¿Sin Alma? Pero hemos muerto... ¿Somos Sin Alma? ¿Como ese?".

Me quedo bloqueada observando al Sin Alma defectuoso. No sé qué decir, no sé qué pensar. Quiero preguntarle a Eloise quién es, si le conoce, pero no puedo evitar preguntarme que, cualquiera de los otros Sin Alma defectuosos, podría ser mi madre, Shani, o el Señor Shipurla. Incluso yo podría haber sido uno de esos, si no fuera porque nuestros cuerpos hacían falta para adaptarse más rápidamente, o eso dice ella.

Confusa, ajena al mundo, sigo caminando casi sin darme cuenta de dónde estoy ni lo que hay a mi alrededor. Estoy demasiado aturdida, ya no me preocupo en cubrirme, simplemente sigo caminando, hasta chocar con Raud, que se ha detenido junto a la Geningeniera frente a una gran compuerta.

La reacción de Zoe hace que Mukhtar se ría un poco por lo bajo, y se colore también. Era un granuja, si, pero también tenía sentimientos... o los tenía, ¿o seguía teniéndolos? Tenía ese debate en su cabeza, porque sí que sentía algo ahí dentro. Se llevó una mano a la nunca y cerró los ojos brevemente.

— Bueno, sé que llega algo tarde, pero... si, eso —concluyó, con una leve sonrisa. Era un palabrero, pero a veces hasta él se quedaba sin ellas.

¿Qué rayos eran aquellas volutas rojizas que flotaban en el ambiente? Mukhtar intentó tocar alguna con la mano que no estaba cubriendo su hombría. Sin embargo, eran esquivas y realmente nunca logró sentir verdaderamente una... aunque teniendo en cuenta lo que ella había dicho, ¿la sentiría de verdad? El granuja se percató de que se había quedado un poco atrás al estar persiguiendo aquel brillo, y pronto empezó a seguir a la geningeniera nuevamente.

Los sin alma defectuosos le erizaron la piel a Mukhtar. Una cosa era ver a los autómatas trabajando en conjunto, como conectados a una especie de mente de colmena (que ahora viendo aquel sitio y cómo parecía ser un corazón latente tenía mucho más sentido). A aquello te podías acostumbrar, pero ver que esos mismos autómatas se saliesen del papel que estaban acostumbrados a cumplir, o peor aún, llegar a exhibir comportamientos humanos... Mukhtar tuvo que apartar la vista. Se mantuvo en todo momento cerca de los demás, en especial de Zoe, aunque dio un paso adelante de forma instintiva cuando el sin alma se acercó repentinamente a Eloise, pero al trastabillar y quedarse en el suelo, el granuja también se quedó congelado brevemente. Fue la voz de la geningeneria la que lo trajo de vuelta.

Mukhtar se detuvo al llegar a la compuerta, pero Zoe no, claramente aturdida por todo aquello. La chica chocó con Raud, y el granuja le pasó un brazo por detrás, a la altura de los hombros, para evitar que trastabillara luego del impacto. Su tacto era reconfortante, primero por la cercanía y segundo por la temperatura. Apretó su hombro levemente para reconfortarla, y luego miró a la ginoide.

— Lo que me estás diciendo es que los habitantes de Zikaru somos las baterías de repuesto de los Sin Alma, y que a veces los mecanismos de... ¿control?, fallan y quedan —miró atrás, a los Sin Alma "defectuosos". Otro escalofrío recorrió su cuerpo—... así —Miró ahora a Nero y a la ginoide, esperando algún asentimiento por parte de alguno—. Es... horrible —tragó en seco—. ¿El fallo de contención ha sido el tal Trascendente? —recordó las palabras de Weine—. ¿Quién diseñó esto?

La mano de Eloise seguía aferrada con fuerza a la de Nero, caminando por aquel lugar e intentando discernir o entender, aunque fuera en una pequeña parte, las palabras que aquella androide iba compartiendo con ellos, especialmente contestando a las preguntas de Nero. 

- Somos... ¿máquinas? ¿no tenemos... alma? - Parecía bastante confundida - Pero... pero yo... - Miró a los ojos de Nero, pues si algo sabía era que lo amaba. 

Cuando aquella cosa, aquel ser o lo que fuera se dirigió hacia ella de aquella forma, se le hizo un nudo en el estómago y no pudo evitar emitir un ligero y pequeño grito de sorpresa y terror.

- ¿Weine? - Preguntó casi inconscientemente, como si aquel nombre y la persona a la que había pertenecido fueran quizás lo más cercano a lo que pudiera pensar. - No, no puedes ser tu... ¿Qué te ha pasado? ¿Quién... Quién eres?...

Claramente no iban a haber respuesta y cuando cayó y la mujer siguió andando Eloise no tuvo más remedio que seguir al grupo, aunque de vez en cuando miraba hacia atrás, hacia aquella cosa... 

Asenti mientras no soltaba a Eloise. La ciudad, sus habitantes estaban ahi para que Zikaru siguiera existiendo. Asi como nosotros nos alimentabamos para poder andar o defendernos, Zikaru requeria de "alimento" para poder seguir funcionando. Toda forma de vida sintiente que viviera sobre su superficie se exponia a ello.

Torci levemente el gesto. Los Dioses requerian en muchas ocasiones de sacrificios, al menos sus creyentes solian estar al tanto de ello. Tambien era cierto que toda vida en Zikaru sabia sobre la Calma, y nadie se quejaba. Ese pensamiento suavizo el gesto hasta hacerlo desaparecer, porque despues de todo, tal y como debia ser habia una union, una relacion establecida y obvia, aunque algunos de los detalles como era normal no se supieran pues quien comprendia realmente lo que habia o existia en lo profundo de Zikaru. Seguramente la mujer que tenia delante.

Alce mi mirada, no pudiendo evitar sentirme intimidado por el lugar, pues sin ninguna duda estabamos en el corazon de la creacion de un Dios. No tenia porque ser "bonito" segun los estandares habituales, pero era lo que era, lo que amplificaba su belleza... y al mismo tiempo te hacia sentir total y absolutamente diminuto.

Recrear cuerpos. Unir cuerpo y espiritu. Habia oido cosas increibles en mis viajes con Eloise pero esto...

Mire a Eloise ante sus palabras y sonrei, apretando un poco mas su mano. - No, no somos maquinas. No creo al menos. - No creia que funcionara asi. - Han reconstruido nuestros cuerpos de la nada o de los restos y de alguna forma han capturado nuestros espiritus o almas y los han colocado de nuevo en nuestros cuerpos. Asi que si Elo, tienes alma o espiritu... - Las palabras de la mujer delatando que era una forma de verlo, significaba una simplifacion... sin duda. Los Dioses lo veian todo desde un punto excesivamente alto para entenderlo todo.

Me tropece en uno de esos momentos y tuve que apoyarme mejor en Eloise y parcialmente en la espalda de Raud. - Perdon... - Tienes que mirar por donde vas... por asombroso que sea todo.

El grito de sorpresa, provoco un movimiento de proteccion hacia Eloise, mientras miraba a uno de los Sin Alma acercarse a ella. No tardo en caer al suelo entre dolor. Mis labios se volvieron una linea. Con cuidado me coloque aun mas al lado de Eloise y busque que no se fijara demasiado, por mas que sabia que no lo haria. Ella era como era.... y por eso mismo la amaba.

Las palabras de Mukhtar llamaron mi atencion. - Creo mas bien que toda forma de vida sintiente en Zikaru, es o puede acabar siendo los repuestos de la legion de cuidadores de Zikaru. No somos una recarga sin mas, nos convierten en los Sin Alma. Cada Sin Alma con el que te has cruzado, es alguien que en algun momento cayo presa de la Calma. El proceso no es perfecto, tiene fallos, pues lo que buscan es anular parte del espiritu, la personalidad supongo si quieres definirlo asi. Asi pues el cepo del que habla sirve para anular los recuerdos o los pensamientos que hayan podido sobrevivir a la revivificacion, anulan la personalidad, para asegurarse sirvientes y fieles leales a lo que necesita Zikaru. - La verdad es que dicho asi, no sonaba especialmente bien, pero nadie dijo que todos los Dioses fuean buenos... o que sus motivacion estuvieran a un nivel que pudieramos entender.

Mire entonces de nuevo a la mujer. - Que es la Boveda? Por que es tan importante? Es el centro de Zikaru, lo que lo mantiene en el aire? - Podia notar cosquilleos en mi dedos. Locura o no, estabamos dentro de algo creado por un Dios.

Si era Weine u otra persona conocida, Eloise no halló respuesta. El Sin Alma se quedó como un muñeco roto, sin rumbo, perdiéndose en la oscuridad que quedaba detrás vuestro. La tenue iluminación garantizada por las virutas rojas apenas os garantizaba unos pocos metros de luz y, además, teníais la sensación que se movían con vosotros solo alumbrando el lugar donde estabais. Cuando Mukhtar intentó capturar una de esas virutas no le fue difícil hacerlo, pero su mano atravesó estas como si no hubiera nada. No sintió ningún efecto ni consecuencia, aquello que flotaba estaba allí, pero a la vez tampoco lo estaba.

—Tu análisis es el correcto —respondió la androide a la explicación de Nero —. Cada dron de mantenimiento es creado único a partir del.. espíritu.. de un sintiente.

No hubo respuesta acerca del Trascendente, ni tampoco explicación acerca de lo que era la Bóveda, quizá por lo que había a continuación de vuestro viaje por las entrañas de Zikaru. El pasillo volvió a abrirse en una estancia enorme, parecida a la que habíais llegado, pero esta estaba fuertemente iluminada por algo que flotaba en su centro, algo que os hizo sentir una conmoción reverencial.

En el centro había una figura humanoide colosal, rondaría los diez metros de altura quizá, suspendida en el aire mediante infinidad de tubos y cables que se conectaban a esta. A la figura no se le apreciaban rasgos distintivos, pues toda ella refulgía en una luz dorada intensa que os costaba mirarle directamente, pero no era tan brillante como la que os cegó en la ciudad. No había duda que se trataba del Trascendente, pero este poseía un tamaño que lo doblaba en altura. A su alrededor había infinidad de Sin Alma que se movían como hormigas a sus pies, pero había algo perturbador en aquello.

Debajo de aquel gigante dorado había una piscina de líquido negro parecida a la que os había visto renacer. De forma aleatoria, un Sin Alma se adentraba en la piscina plácidamente desapareciendo en ella y, poco después, ascendían unos viscosos zarcillos de ese material hacia los pies del Trascendente fundiéndose con él. Cuando el líquido negro era absorbido, la luz del Trascendente latía y, quizá no lo apreciabais, pero esta se hacia un poco más brillante.

—El embrión de un Dios —dijo vuestra guía con una solemnidad que se propagó por toda la sala.