Partida Rol por web

Zaina iba a volver a alzar el spray contra aquella diabólica hada, pero no estaba segura de que ya estuviese muerta y no podía permitirse desperdiciar el insecticida. Hizo bien, porque en aquel momento el bueno de Ander se puso en marcha y atacó al terrorífico ser...que en breves dejaría de dar miedo. Entre los dos se encargarían de eso. La niña no estaba muy convencida de gastar el valiosísimo insecticida tan rápido, de modo que en lugar de volver a echufarla con el fuego, decidió cambiar de plan, pero aquel no era el único arsenal de la muchachilla. Con una sonrisilla la niña metió la mano en el bolso. Aunque no estuviese allí, la yaya le protegía...Claro que no iba autilizar su otra artillería pesada. La niña sacó un botellín de agua, completamente lleno y, con todas sus fuerzas lo lanzó contra el hada. El fuego, el insecticida y el disparo de Ander tenían que haberla debilitado lo suficiente como para que un buen botellazo la 'dejase tonta' el tiempo suficiente para poder pisotearla entre todos.

Al ver que el Hada volaba hacia ella con los colmillos aún manchados de la sangre de Siobhan, Jess sintió cómo su mente reaccionaba y notó el poder del viento recorriendo una vez más su cuerpo, como hacía un año en el bosque. Concentró toda la fuerza de que era capaz en su ataque, y con aquél grito de rabia lo lanzó contra el ser volador. El Hada se vio sorprendida, y golpeada por la violenta ráfaga de viento se estampó de nuevo contra la pared, esta vez mucho más fuerte. Pero aquello no fue todo... porque Siobhan gritó también con furia y la apuntó con el haz de luz de la linterna. Al principio no pareció que pasara nada, pero de pronto el Hada gritó de dolor y se retorció como si estuviera dentro de un horno encendido. La piel suave y blanca chisporroteó y se llenó de ampollas, hasta que su chillido agónico se desvaneció y el Hada cayó al suelo del sótano donde se quedó humeando, inerte.

Mientras tanto, y antes de que la bola de fuego creada por el insecticida y el mechero de Zaina se disipase, Ander tomó su pistola y apuntó a donde hacía un momento había estado el Hada roja. El chico apenas pudo creerlo, pero le pareció que el arma de juguete realmente se calentaba y temblaba antes de hacer un ruido enorme, como los de las películas, y lanzar un rayo de color rojizo brillante que hizo que el fuego se arremolinase y arrancó un chillido más a la Reina Hada. El casco se le ladeó en la cabeza y se hizo bastante daño cuando el retroceso de la pistola le hizo caer de culo al suelo... ¡pero había funcionado!

Zaina no dudó en tirar de lo que tenía a mano para darle todavía más duro a la Reina Hada, y le lanzó la botella llena de agua... pero entonces la llamarada terminó de disiparse y la botella se estrelló simplemente contra la puerta del fondo del pasillo. La Reina Hada ya no estaba allí, sólo había una enorme mancha chamuscada en la pared, donde el rayo de Ander había impactado. Por un momento se quedaron boquiabiertos, creyendo que se habían librado de la más peligrosa de las Hadas...

...pero entonces una especie de voluta de humo apareció sobre sus cabezas. Era como el humo de un cigarrillo en un cenicero, de hebras finas y cambiantes, pero de un color rojo muy vivo y parecía refulgir con luz tenue. Se arremolinó y ganó densidad hasta que volvió a formar la imagen aterradora de la Reina Hada, dolorida y chamuscada. No iba a ser tan fácil acabar con ella, después de todo...

- Malditos críos -siseó furiosa-. Tendremos que tomaros más en serio. Está claro que no sois unos mocosos llorones, como érais hace un año...

La Reina aún daba un miedo mortal... pero era evidente que le habían hecho bastante daño y que no se había esperado una resistencia como aquella. De todas formas, volvió a exhibir sus colmillos con aquella mueca terrible y se rió.

- Da igual, no podréis detenernos. Ya volveremos a encontrarnos... ¡si es que lográis salir vivos de aquí!

Su carcajada resonó una vez más en las mentes de los niños, pero con un aleteo rápido, volvió a desaparecer en una voluta de aquél humo rojo que se disipó en un suspiro.

Los niños volvieron a quedarse solos en el sótano, y entonces se dieron cuenta de que estaban a salvo... por el momento. La adrenalina había hecho su efecto suprimiendo el miedo y el cansancio, pero ahora podían notar como les castañeteaban los dientes. Ya no podía quedarles ninguna duda a ninguno de ellos. Aquello era muy real, tan real como la sangre que corría por los brazos de Siobhan y Kate. Se estaban jugando la vida...

Ander se colocó el casco mientras, sentado en el suelo, observaba la pistola con la que habia efectuado semejante disparo. Si mirada era una mezcla de miedo y sorpresa... Y entonces de pronto se puso de un salto con las manos en alto en clara señal de victoria. Poco le importaron las amenazas de la reina.

- ¡WOOOOOOOOOOOOOOOOOWWWWWWW! - dijo gritando - ¿HABEIS VISTO ESO? ¿LO... LO HABEIS VISTO? ¡QUE PASADAAAAAA!

Durante unos momentos, Zaina se dejó caer al suelo para echarse a reír, contagiada por el buen humor de Ander. Acababan de librarse de tres hadas ¡Tres! Dos de ellas muertas. Sin embargo, la risotada alegre se cortó al recordar que Kate y Siob habían sido atacadas. No parecía grave. Tan solo esperaba que aquellos bichos no fuesen como algunos bichos que, después de morderte dejaban una señal para que el resto te atacase.

–Sí el año pasado eramos unos "mocosos llorones" y os pegamos una paliza, imaginate ahora.–dijo levantándose mientras se acercaba a ver el cadaver del hada que había matado Siobhan.

A pesar de decir aquello, la niña parecía nerviosa. Con cuidado, se llevó la mano a la cabeza para comprobar como estaba Melhi. No había querido hacer ninguna alusión a ella por miedo a que la Reina Hada la descubriese. La parte buena era que habían descubierto cosas que herían gravemente a las hadas. Mucho daño.

–¿Estáis todos bien?– preguntó mientras buscaba al pequeño hada para consolarla si era necesario.

Estuvo conteniendo la respiración y ni cuenta se dio, pero lo que sí supo fue de la sensación de alivio que sobrevino cuando el hada roja desapareció. Fue extraña su reacción, reía nerviosa pero su risa iba acompañada de llanto, como cuando la gente llora de tanto reír. Lástima que éste no fuera el caso.

Las palabras de júbilo de Ander y las de preocupación de Zaina, la hicieron reaccionar.

─Sí, bien ─resopló─... ¡Les ganamos! ─alumbró la cabeza de Zaina buscando a la pequeña hada─ ¿Melhi?

Miró por encima del hombro a Jess y entrecerró los ojos. El hada la ignoró después del primer ataque y fue en picada contra Jess... eso tenía que haber sido por algo. Siobhan había peleado un par de veces y en ninguna había visto que el que recibía un golpe ignorara al que le había pegado e intentara golpear a otro.

─Oye, tenemos que abrir las otras puertas... todas. ¿Qué puerta ibas a abrir, Kate? Tiene que haber algo en esa porque esas brujas ─y por brujas se refería a las hadas malas─ te querían parar. 

Sin esperar a que le respondieran, caminó hasta la puerta que tenía más cercana e intentó abrirla.

Solté un resoplido de alivio cuando el hada malvada se marchó de allí. Fue algo como un... FIUUUU~! y llevarme la mano a la frente para quitarme el sudor. De verdad, ¡qué tensión!

─Chicos, vosotros ya habéis peleado con ella antes, ¿verdad? ─ pregunté ─. ¿H-hay algo más? A parte de la sombra que hablaba, y el hada roja... ¿hay algún otro monstruo más? ¿o ya están todos? Por favor... decidme que ya están todos, que suficientes son...

Aunque, bueno... hubiesen más o no, les daríamos una buena lección como habíamos hecho ahora, juju.

-¿Cómo estáis?- pregunto a las más heridas, al recuperar la calma tras el estallido de alegría general- ¡Una vez más, demostramos que somos más fuertes!

Me acerco a la segunda puerta, la de al lado de la que ya abrimos, y busco si tiene algún cartel. Las dos primeras ponían RITI y MANT.GENERAL, a ver qué decian las dos siguientes.

-Que venga aquí quien tenga la linterna, y vamos a iluminar las dos siguientes puertas.

Zaina se llevó la mano al cuello cuando Robert preguntó por el resto de mosntruos con los que se habían enfrentado el verano anterior. Por un momento pensó en no decir nada del espectro, pero pronto cambió de opinión. Al fin y al cabo habían sobrevivido y había sido una aventura que, una vez pasado el terror, había sido impresionante. La niña comenzó a explicar de forma rápida e inconexa parte de lo que recordaba de aquel ser.

–Pues...había un ser. El esc..espectro. Era muy grande y daba mucho miedo y nos hizo daño a Dani y a mí, pero le vencimos. Él...él no puede estar aquí ahora. Los mayores dijeron que era un hombre malo y solitario, pero se equivocan. Ni siquiera mamá me creyó. La yaya Mirza me dijo que me creía pero nadie más... –Zaina guardó silencio unos segundos recordando el verano anterior. Echaba de menos a Cody, Dani y Rocky, pero se alegraba de que estuviesen lejos del peligro. – Pero...no creo que él esté aquí. Él ya no está, pero lo que lo creó nos mandará más monstruos.

-Me... me duele el brazo. Pero se curará... creo... ¿no?

Aun nota los dientes afilados de esa hada malvada. No quiere volver a sentirlos... no es una sensación agradable. ¿Así es como se sienten esas chicas de las pelis de vampiros? No entiende porque les gusta que les muerdan... ¡si hace daño! De todas formas, tiene que olvidarse del dolor... hay puertas por abrir.

Se va directa a la última puerta.

-No, Zaina.. Ya no puede hacernos daño -miré a mi amiga con cara de estar segura de lo que decía. Fueron muchos malos ratos, pero ese ser había muerto.

También ví el brazo de Kate, y deseé muy fuerte que pudiese sanar sin que nada malo le ocurriese.

-¡Venga! ¡A por la puerta!

En cuanto Zaina se llevó la manó a su melena, notó un temblor entre los rizos morenos. Melhi seguía ahí, después de todo. A la pregunta de la gitanilla, Melhi sólo pudo asentir, asustada todavía como estaba. Pero no parecía haber sufrido daños. Mientras tanto, el cadáver del Hada que estaba sobre el suelo se apagó poco a poco, y se convirtió en una mezcla de polvo y una especie de cristalitos rotos de color blanco. Tanto Zaina como Siobhan y Jess se acordaron al momento de lo que había pasado un año atrás, cuando las Hadas de la cabaña se habían convertido en lo que parecían ser bombillas rotas.

Pero el grupete no tenía tiempo de ponerse a pensar demasiado en lo todo lo que había ocurrido. La adrenalina seguía corriendo por sus venas, advirtiéndoles de que por mucho que hubiesen ganado una batalla, aún seguían en peligro. En cuanto se aseguraron de que las heridas de Siobhan y Kate no eran graves, y mientras Zaina relataba lo que había ocurrido en el bosque hacía un año, se apresuraron a comprobar qué ocultaban el resto de puertas. La que tenía el cartel de peligro con el símbolo extraño estaba cerrada, igual que la del centro a la derecha. Descubrieron que la del fondo a la izquierda estaba abierta... y resultó ser un armario poco profundo con perchas y algunos monos grises de trabajo, seguramente para el trabajo de alguien en la Clínica.

Pero las puertas que más les llamaron la atención fueron la del fondo y la que estaba entreabierta, por la que habían llegado las Hadas. La del fondo tenía un cartel con una flecha indicando hacia abajo, y un letrero que decía "Sist. Desagüe y Cañerías". La puerta entreabierta que antes había llenado el sótano con aquella terrible luz roja ahora estaba totalmente a oscuras. No pudieron ver qué había detrás, pero al iluminarla con la linterna descubrieron un letrero pequeño que decía "Archivo y registros".

Melhi estaba bien, todos lo estaban. Heridos unos, magullados otros, asustados todos, pero estaban bien y habían salido bien parados de ese primer encuentro. Siobhan ni siquiera podía imaginar lo que les podía esperar después. El hada roja ya se había dado cuenta de que eran un hueso duro de roer y de seguro la próxima los atacaría con más fuerza si es que no lo hacía con todas. Tenían que estar preparados.

La puerta que trató abrir estaba cerrada y de nada sirvieron sus intentos por forzarla, no cedió. Giró sobre sus talones y fue hacia Jess que estaba pidiendo que alguien alumbrara las puertas

Todas las puertas estaban cerradas, todas menos una y era la misma por la que había llegado el hada roja y sus secuaces. Cuando alumbró el cartel no pudo evitar experimentar emoción. ¡Era lo que buscaban, tenía que serlo!

─¡Aquí, aquí, vengan! ─exclamó corriendo hasta la puerta─ Ésta es, es ésta, tiene que ser... es la puerta que Kate iba a revisar ─empujó la puerta para abrirla del todo─... Pone archivo y registro, por eso la atacaron.

Siobhan estaba más que segura de que en esa puerta estaba lo que necesitaban para encontrar a John. ¿Por qué las hadas habrían intentado asustarlos? Querían mantenerlos lejos de allí y por algo era.

Parece que la puerta del fondo no tiene nada. Aunque eso de que sea desagües y tal, seguro que es peligroso. La flecha indica que habría que bajar más así que no. Que lo de bajar les ha salido mal, en parte. Entrar en sótanos oscuros no es buena idea.

-Si los malos estaban ahí... ahora sabrán de verdad donde vive el niño, ¿no?

Se asoma a la habitación con los registros y esas cosas. Si las hadas no lo sabían, ahora lo sabrán.

-Tenemos que darnos prisa.

Enciende la linterna y entra en la sala. Se pone a iluminar con ella las estanterías o los archivadores o lo que sea que haya.

–Creo que lo saben desde el principio...Lo que no quieren es que lo sepamos nosotros–dijo Zaina tratando de calmar a Melhi– Tranquila Melhi... No te va a pasar nada. Tienes nombre, eso te protege.

La niña entró en la habitación, pero se quedó un poco al margen. Los documentos solían tener muchas letras e información acumulada y aquello la mareaba, especialmente si no contaban niguna historia. La niña intentó entrever en la oscuridad si había algo. Esperaba un monton de archivadores y papeles pero le seguía preocupando el hecho de que el niño que buscaban tenía un nombre muy común. Puede que lo de estar dormido no lo fuese tanto pero para eso tendrían que leer todos los documentos de todos los niños que se llamasen "John".

Sin perder tiempo, Kate, Siobhan y Zaina entraron en la sala con el rótulo de "Archivo y registros" en la puerta. Era más grande de lo que habían esperado, aunque tampoco tanto como para perderse. En ella había algunos archivadores altos de metal, con seis cajones cerrados, y muchas carpetas y carpesanos apilados encima. Daba la sensación de que nadie ponía orden allí desde hacía mucho tiempo...

También se fijaron en que había un escritorio bajo con una tele de esas de color blanco que los mayores llamaban "ordenadores". Estaba apagado y en la pantallano se veía nada, estaba completamente negra. Al lado había un teléfono, folios en blanco, un bote con lápices y bolígrafos y una papelera de red metálica. Junto a la puerta pudieron ver un par de interruptores, seguramente para dar luz a la sala. Sin embargo, si todo seguía igual que desde el inicio de la noche, lo más seguro era que no funcionasen.

De un primer vistazo pudieron ver que los muebles archivadores tenían etiquetas con rótulos. En las más cercanas pudieron leer "Seguros", "Personal" y "Gastos pr. año". Si querían encontrar alguna pista sobre John, debían buscar archivadores con un rótulo más apropiado...

Melhi se asomó por entre los rizos de la melena de Zaina, mirando nerviosa alrededor.

- ¿Seguro que no hay ninguna más...? -preguntó con voz trémula.

Luego tragó saliva y salió revoloteando, tratando de ser un poquito más valiente de lo que lo había sido en la última lucha.

- Lo siento... -murmuró azorada-. No os he servido de nada antes...

–No te preocupes. Es normal tener miedo. Kolda también lo tenía el año pasado...–la consoló mientras la seguía con la mirada. Había algo en el vuelo de las hadas que la seguía extasiando a pesar de haberlo visto varias veces. De hecho, durante aquel año no solo había tenido pesadillas con lo ocurrido el verano anterior, también había tenido sueños hermosos donde había enjambres de hadas buenas. –Además es bueno que no hayas hecho nada. Así no sabrán que estás con nosotras. Por cierto, ¿cuántas hay como Kolda y tú?

Zaina no tardó en dejar de seguir a Melhi con la mirada para observar con curiosidad los ordenadores. Nunca había visto ninguno y no tenía muy claro para que servían. Había oído que eran como calculadoras gigantes, pero poco más. Aquel desorden le recordó al que el día anterior había organizado su tío en la caravana de Mirza mientras buscaba algo. Suponiendo que era inutil, pero aún así decidida a intentarlo, la niña probó primero a encender la luz y a coger después el teléfono para ver si había línea. Tenían que encontrar pronto a John ya que si no lo hacían...a la niña solo se le ocurría una forma de acabar con ello. Y no le gustaba un pelo.

Las luces van pasando por las estanterías y no parece que no hay nada que pueda servirles. No hay ningún nombre que diga "pacientes" o "informes" o cosas de esas. Sin saber donde guardan esas cosas, no podrán encontrar la dirección de de John. Sigue buscando con la linterna algo que pueda servirles.

-No veo nada... ¿y si vemos dónde se acumulan las hadas malas? Seguro que estaban aquí para buscar la dirección. Si hay muchas hadas en un sitio, es que allí estará el niño.

Mira a los demás, a ver si aprueban el plan.