Partida Rol por web

Sólo eran unos treinta escalones, pero parecían bajar hasta el abismo más profundo. La oscuridad era total. Lo único que iluminaba aquél amenazador tramo de escalera que había tras la puerta del sótano de la clínica era la mortecina luz de la linterna, y el aura blanca del Hada que revoloteaba nerviosa a pocos centímetros del suelo. Sin embargo, no bastaban más que para ver unos pocos escalones más abajo.

Los chicos trataron de contener el miedo. No había más remedio que seguir moviéndose, buscar el camino hacia la salida de aquella pesadilla en la que se habían visto metidos sin remedio. Zaina enfocaba la linterna hacia abajo mientras, a su lado, Robert ponía un pie en el primer escalón que bajaba. Jess y Siobhan les flanqueaban, luchando contra las ganas de gritar y llorar, sabiendo que la única forma de enfrentarse a todo aquello era ser tan valientes como lo habían sido hacía un año. Ander y Kate esperaban detrás, decididos también a no dejarse llevar por el miedo y a seguir adelante todos juntos.

Era el momento de continuar. No podían esperar que lo hiciese nadie por ellos, tenían que encontrar a aquél chico, John, y ayudarlo a despertar. Sólo entonces podrían acabar con aquél mal de una vez y para siempre, para que en el futuro todos los niños como ellos estuviesen a salvo y no tuvieran que pasar por lo mismo que ellos. Había mucho en juego, más de lo que sus pequeñas mentes querían atreverse a imaginar...

Los seis pequeños aguzaron el oído, pero lo único que se escuchaba en aquella oscuridad impenetrable era un goteo lejano, como si alguna tubería del sótano tuviese una pérdida. Por más que Zaina movía la linterna de un lado a otro, lo único que alcanzaba a distinguir con claridad eran los muros grises de la escalera. Si querían descubrir qué les aguardaba más abajo, tendrían que decidirse a bajar.

Ander se abrió paso a empellones. Tenía las piernas más pequeñas y tardaría más en bajar. El chico tenía miedo, pero inspirado por los héroes de las películas, trataba de sacar valentía de cualquier cosa. Se sentó en el primer escalón y se dejo caer al siguiente con un ruido amortiguado por sus zapatillas. No eran más que diecisiete centímetros, pero eran ya mas de la mitad de lo que median sus piernas.

Sintió que se precipitaba al vacío más negro, y entonces sacó su pistola de juguete y se apoyó en la pared con la otra mano. Miró hacia atrás, sonrió y repitió la operación para bajar al siguiente escalón.

Al oír el ligero "tap-tap" que hacía Ander, Zaina alumbró las escaleras para evitar que, como decía su madre "se abriese la cabeza". La niña estaba nerviosa, pero se puso en marcha para ir a la par que el benjamin del grupo.

–Vamos– susurró muy bajito al resto. Aunque estaba muy asustada, Zaina lo disimulaba bastante bien. Jess, Siobhan y ella tenían que parecer seguras para que el resto no se preocupasen tanto. Era lo que tío Jacob llamaba "responsabilidad". Tenían que cuidarse los unos a los otros. Por  un momento dio la impresión de que iba a decir algo a Ander, pero se calló. No era el momento.

Kate tragó saliva y se pegó a la pared fría todo lo que pudo. No sabía muy bien si con ello quería cubrirse de lo que pudiera haber en el sótano o disimular un poco el temblor que la dominaba.

- Al menos... está oscuro -dijo-. No hay luces blancas. Me da mucho miedo la oscuridad, pero parece que no hay Hadas abajo.

Por más que se esforzaba en escuchar, el eco de aquél goteo lejano era lo único que se oía en aquél pozo negro.

Melhi no decía nada, pero se mantenía casi pegada al suelo, todo lo cerca de Zaina que podía. Con su rapidez y tamaño hubiera sido muy útil para sondear el camino que tenían delante... pero no parecía muy por la labor. El agujero oscuro que era el sótano parecía aterrarla tanto como a los chicos.

Oscuridad...

Miraba al fondo de las escaleras, intentaba ver más allá de la escasa luz de la linterna de Zai, pero sólo veía oscuridad. Y me daba mucho miedo.

La abuela siempre me decía que cruzar corriendo los pasillos oscuros eran tonterías, que no había nada allí más que algunos muebles, y que eso es lo único que podría dañarme si tropezaba con ellos.. pero no. Yo veía monstruos abalanzándose sobre mí, una mano helada que siempre estaba a punto de tocarme por detrás en mi hombro.. Lo que fuese. No quería estar en sitios oscuros nunca, y mírame ahora.. Bajando por esta escalera tan, tan tenebrosa.

Pero no estaba ya sola. Eso sí era diferente.

Ahora cruzaba con mis amigos esa oscuridad, y la vencía. Ya no tenía miedo de manos fantasmales rozándome, porque mis amigos me ayudarían a vencerlos.. Y eso me daba mucha fuerza para seguir bajando los escalones. 

No podía mostrarme débil. No yo. Así que seguí bajando y mirando la negrura.

-Bajad con cuidado -susurré al grupo.

El corazón de Siobhan latía fuerte y su respiración, aunque urgente, resultaba profunda. Estaba asustada, no le gustaba la obscuridad, pero sabía que no podía echar a correr encendiendo todas las luces a su paso. Tampoco tenía la mano protectora de alguno de sus padres para hacerla sentir segura y recordarle que todos esos miedos sólo se hacían fuertes en la medida que ella se permitía creer en ellos.

Parpadeó, tratando que sus ojos vieran algo en una negrura para la que no estaban hechos...«Deberíamos tener ojos como los gatos», pensó sabiendo que era imposible. El no saberse sola y, sobre todo, tener la certeza que permanecerían todos juntos pasara lo que pasara, le daba valor. «La unión hace la fuerza», repitió una de las frases favoritas de su abuelo y recordó cómo lo ejemplificó con unas cerillas.

─Alumbra con tu linterna adelante ─musitó a Zaina─, yo alumbro con la mía atrás.

Se llevó la mano a los bolsillos del chándal para asegurarse que las cerillas y el mechero seguían allí.

─Vamos, con cuidado ─instó a Ander y Kate─, quédense cerca mío.

Y mientras descendían por esa escalera que dadas las circunstancias parecía interminable ─no pudo evitar acordarse de la cabaña del verano anterior y que al hacerlo se le helara la sangre─, se preguntó si sería posible atraer a más hadas buenas, como Kolda y Melhi. Tal vez si se concentraban, podían encontrar el modo de emitir una señal que sólo las hadas buenas pudieran ver u oír. Tenían que enfrentarse a algo muy poderoso y necesitaban toda la ayuda posible.

Poco a poco, los chicos fueron bajando por el hueco de la escalera. A cada paso, la linterna de Zaina revelaba otro escalón más, y otro, y otro... Llegaron a pensar que la bajada sería eterna, pero por fin el haz amarillento iluminó un suelo continuo. Habían llegado al fondo.

Se pararon un segundo a escuchar. El canto fúnebre de las Hadas que volaban sobre Noxville apenas llegaba hasta allí, y ahora era mucho más audible aquél goteo periódico, aunque todavía no podían ver de dónde venía. Todo lo demás era silencio...

Zaina movió la linterna describiendo un círculo a su alrededor, como cualquiera hubiese hecho al llegar a un sitio más oscuro que la boca de un lobo. Pudieron ver que estaban en un pasillo algo más ancho que el hueco de la escalera, en el que cuatro de ellos podían colocarse, brazo con brazo, formando una línea con holgura. El suelo era de baldosas lisas, las paredes grises y frías, y en el techo había tubos fluorescentes apagados. Unas cuantas tuberías discurrían en la esquina formada por el techo y la pared que tenían a su izquierda. No había ningún adorno, estaba claro que se trataba de una parte del edificio completamente funcional.

El pasillo era largo, como niños que eran no estaban acostumbrados a calcular bien las distancias, pero seguro que tenía más de diez o doce metros. A cada lado del mismo había tres puertas por pared, y en el muro del fondo había una puerta más. En total eran siete, todas ellas tenían letreros, y estaban cerradas... excepto la más lejana de la pared derecha. A la tenue luz de la linterna pudieron leer lo que ponía en las dos puertas más cercanas. "RITI" en la de la izquierda y "Mant. General" en la de la derecha.

Mientras contemplaban a la luz de la linterna el pasillo en el que acababan de entrar, Melhi voló aún más bajo hasta casi tocar uno de los escalones, pegándose a los niños todo lo que pudo. Tenía una expresión de ansiedad preocupante.

- Algo no va bien... -susurró-. Tengo un mal presentimiento...

–Si tienes miedo metete entre mi pelo, debajo del pañuelo. Lo verás todo bien –susurró la niña al hada.– Además,no te precupes. Vamos preparados.

Zaina tenía razón. Como un hada mala se cruzase en su camino la iba a achicharrar. Lo único que le daba un poco de rabia era haberse dejado en la caravana el repelente antimosquitos. Las hadas malas eran básicamente eso, porque se alimentaban de sangre y volaban. Además, se parecían mucho. Seguro que el repelente también las afectaba a ellas, pero no a Melhi o a Kolda. En cuanto tuviesen unos segudos preguntaría a los chicos si había alguna tienda cerca. La niña miro las dos puertas. Mant. General. No aquello no la gustaba, un general era como un policía, pero con más poder. Y a la gitanilla no la gustaban los policías, ni cuando venían a ayudar.

La que ponía RITI era aún más rara. La niña la señaló en silencio. RITI ¿Que sería? ¿El nombre de una persona?¿Cómo Rita? No, aquello no tenía sentido,tenía que ser algo más "para todos". ¿Y si era un número? RIT-I

Estaba cagado de miedo, pero... no podía permitir que la chica lo supieran. No quería que me llamaran gallina a partir de ahora, aunque... seamos sinceros, ¿quién no tendría miedo en una situación así? Estaba seguro de que hasta superman sentiría un poquitín de cosquillas en el estómago sólo por adentrarse en un ambiente tan... "así".

Cuando Zaina señaló a los letreros, yo fui de los primeros en mirar.

─¿RITI? ─ susurré, como si no fuera obvio que los demás pudieran leer lo que ponía ─. Y Mant, General. ¿Alguien tiene idea de lo que puede significar? Porque yo no...

Me llevé la mano al cuello y sonreí un poco avergonzado por no ser capaz de entender nada.

─¿Y por qué RITI está en mayúsculas y Mant, General no? Serán si... si... ¿cómo lo llamaba la profe? ¡Ah, sí! ¡Siglas!

Bajar esas escaleras parece eterno. ¿Serán escaleras eternas? ¿Estarán bajando hacia el sótano por toda la eternidad? ¿Será tan oscuro siempre? Se arrima un poco más a sus amigos y aprieta la mano de Ander, entre asustada y dándole fuerzas. Aunque el pequeño del grupo ha demostrado ser más valiente que muchos otros.

Pero no es solo la eternidad. Se siente muy, muy pequeña entre tanta oscuridad. Es como si muchos ojos la observaran... ¿Y si la sombra que dijo Melhi aparece? Peor aún... ¿¡Y si aparece y no la pueden ver porque todo está oscuro!? Tienen que salir de ahí cuanto antes.

-Y... ¿Y si miramos todas las puertas? Quizá otro nombre nos diga algo... - propone, asustada, queriendo salir de ahí cuanto antes.

- ¿Y si abrimos la puerta? - dijo Ander señalando lo obvio - Asi sabriamos qué hay detrás. ¿no?

-Sí, pero ¿por cual empezamos?...

Finalmente, la gitana pareció pensar algo porque movió lentamente la linterna a la izquierda hasta alumbrar la puerta en la que ponía RITI. Sabía que no había adultos, por lo que les había contado el hada sobre el lugar donde estaban en realidad, pero la referencia a un policía no le gustaba. Nada.

-Por esta misma y vamos viendo una una hasta ver todos. A lo mejor la I de RITI es "Informes" ¿no?

-Seguro, tenemos que abrir las puertas. Acabaríamos antes yendo separados, pero mejor que no. Entremos en grupo, con cuidado, ¿vale? La puerta de RITI es tan buena como cualquier otra. Es posible -añadí, pensando un poco- que ya que estamos en el sótano haya cosas de electricidad y fregonas y así. En casa de mis abuelos la lavadora y otras máquinas están en el sótano. Seguro que aquí también.. Venga, voy a abrir la puerta.

Decidida, con ganas de acabar con ésto cuanto antes, me dirijo a la puerta que pone RITI, y pongo la mano en el pestillo. intento escuchar si hay algún ruido más allá de la madera, pero si lo hay no lo distingo. Vacilo un poco, y disimulo el gesto poniéndome mejor la gorra en el pelo, asegurándome de que está ahí y puede aún servirme de arma contra los bichos*.

Conteniendo la respiración, abro la puerta despacio.

Con la mano un poco temblorosa, pero decidida, Jess trató de abrir la puerta que tenía el rótulo de "RITI". Sin embargo, la manija apenas bajó un par de centímetros antes de quedarse atascada. La puerta estaba cerrada con llave, iba a ser difícil que consiguieran cruzarla.

Por lo menos, al otro lado de ella la niña rubia no pudo oír nada. Lo más seguro era que nada les amenazase... al menos desde detrás de aquella puerta.

-¡Pues qué chasco! -digo a mis amigos, realmente fastidiada. Ya me estaba preparando para lo peor-. ¿Vamos a por la siguiente?

–Espera...–dijo la niña acercándose a la puerta y mirando la cerradura. El año anterior había conseguido abrir la cerradura del cofre donde estaba Kolda. Y sin lugar a dudas, aquello era mucho más dificil, porque era una trampa de hadas.–Voy a intentar abrirlo, como hice con el cofre.

Con cuidado, la niña acercó el oído a la rendija de la puerta, para ver si conseguía oír algo antes de intentar abrir la puerta. Lo último que quería era que, cuando estuviese concentrada,  las hadas abriesen de golpe y la atraparan para siempre.

El momento parece eterno cuando Jess va a abrir la puerta. Cierra los ojos, como anticipándose al momento. El corazón parece que se le va a salir del pecho porque le late demasiado deprisa para lo que debería ser bueno. Y cuando Jess intenta abrir la puerta... ¡No se abre!

Vuelve a respirar, como si hubiese estado reteniendo el aire dentro durante esos segundos de tensión. Parece que la puerta está cerrada y no puede abrirse. Sí, eso podría indicar que es la puerta correcta, pero aun quedan otras 6 por mirar y quizá no tengan tanto tiempo como para eso. Aunque nadie parece haber tenido en cuenta su idea de mirar primero el nombre de todas las puertas. Quizá en alguno salga algo así como Informes o Registro o algo así.

Pero no se atreve a separarse de los demás y no vuelve a decir nada. Está claro que la voz cantante la llevan las niñas que vivieron eso mismo el año pasado. Se intenta acercar más aun a los demás, como queriendo alejarse de la oscuridad del sótano. ¿No parece más densa? No, no puede ser. Seguro que es su imaginación. O no...

Todo puede ser real en ese mundo de pesadillas.

─No creo que encontremos lo que buscamos detrás de esas puertas ─dijo alzando la voz apenas lo justo─, mi papá trabaja en una fábrica de aceros y tienen puertas con esos mismos nombres o unos muy parecidos ─se rascó la cabeza, frunciendo el ceño y torciendo la boca al mismo tiempo─. Esa que dice RITI no estoy muy segura, pero la otra estoy segura que la vi en la fábrica.

Alumbró con su linterna en las otras puertas, buscando alguna que dijera archivos.

─¿Y si mejor buscamos un mapa de la clínica y buscamos la parte en la que ven a los niños? Cuando me enfermo me llevan al pediatra y mi mamá me dice que es un doctor que atiende sólo niños. Si John está aquí debería estar en esa parte y cuando a mi abuelita la operaron le pusieron una pulsera con su nombre, seguro que a él también le pusieron una.

Alumbró con la linterna a su alrededor, buscaba algo, aunque no tenía claro qué. ¿Unas llaves tal vez?