Partida Rol por web

El guardia con temblor en sus manos recibió las dos armas, y se las dió al sujeto moreno, todos tenían los ojos muy abiertos, y en alerta y recibieron tu diálogo con cierta y no era para menos, tenía que ser una escena irreal imaginándote la tranquila entrada de huéspedes de gran etiqueta y modales refinados, hasta que llegaste tu, pálido, de aspecto enfermizo e intimidante, y que parecía cuanto menos un matón a sueldo.

-:Señor, necesitaré su nombre para poder guardarle sus armas y registrarlo como invitado- repitió con enfasis e insistencia el chico rubio. El moreno entró con un pito que hizo el detector cuando lo atravesó y se dirigió hacia la recepción, rodeándola para entrar. La muchacha lo observó a él y luego a ti, ahora si que eras una figura que inspiraba miedo y desconfianza, aunque ninguno de los presentes se figurara aún tu naturaleza sobrenatural y asesina.

-:A-Adelante- dijo el guardia -S-Si t-tiene otro elemento metálico peligroso tendrá que dejarlo en recepción... señor- dijo. Por lo que parecía, entrarías completamente desarmado a aquel evento, y no contarías más que con tu astucia, tu fuerza y la suerte de que la verdad estaba cerca, bastante cerca...

Recogió una copa de la bandeja de uno de los sirvientes que recorrían la sala y, se puso a examinar las obras de arte allí expuestas con falso interes mientras continuaba leyendo por encima el folleto que Rose le había entregado. Recorría la sala con paso lento, pero firme, al tiempo que de vez en cuando, alzaba la vista olvidando folleto y obras de arte, para observar a los asistentes; Amanda Kingsley tendría un atractivo sobrenatural a su alrededor, igual que ella pero, seguramente más poderoso.

-¡Ah, lo olvidaba! - Dijo con gesto distraído mientras sacaba de su cintura su dentado cuchillo de acero.

-Sirvanse, y tomen estas otras cosas, que también sonarán en el detector de otra forma- Les advirtió a los guardias al mismo tiempo que les alcanzaba su cuchillo, el silenciador y las llaves de la motocicleta.

Ahora sí que estaba totalmente desarmado, aunque en realidad no tenía pensado pelear en medio del museo de todas formas. No era tan simplón como parecía, si surgía algún conflicto lo arreglaría en todo caso afuera del edificio, si bien deseaba no tener más problemas en su búsqueda de ser posible.

- Ahora bien, todo esta en orden. Abran paso que no tengo todo el día. Guarden mis armas a nombre de William Danton, y recuerden lo que les dije antes... Nos vemos - Concluyó encaminandose hacia la entrada del Museo de Arte, intentando evitar más complicaciones con esos desgraciados.

Pero entonces se detuvo al recordar otro detalle. La pequeña cruz de hierro que llevaba en su cuello, humilde regalo de su sire. Se quitó el accesorio y lo alzó con su mano en lo alto, contemplandolo con desengaño por unos segundos. Luego lo soltó, dejandolo caer al suelo para no volver a levantarlo jamás.

Ahora sí estaba "limpio".

La exposición era una mezcla armoniosa de arte de todas las categorías, una de las primeras pinturas, tan solo tenía una observadora, una mujer de cabello negro y un vestido rojo escotado, que hablaba por celular, en lugar de prestar atención a los detalles, una clásica escena de la guerra civil estadounidense, con los cañones humeando, y el fuego de las armas dejando heridos en los primeros frentes, la sangre era apenas visible, mientras el cielo se teñía de un gris nostálgico.

La siguiente pieza era un retrato de un personaje importante, canoso por completo, pero de un aire juvenil que se podía pasar por alto con dificultad, quizás uno de los generales de la resistencia durante la emancipación estadounidense, o quizás un enemigo casaca roja. No había nadie observando allí.

Y en la siguiente muestra, montado sobre un pedestal, una estatua, parecía una vieja campana deforme, y sucia, con pequeños agujeros, de color negro, como si estuviera quemada por completo. Dos hombres, con frac, hablaban, sin sentirte llegar a su espalda.

-:¿Llegando tarde, no es un poco descortés siendo ella la organizadora del evento?- dijo el primero, peinado elegantemente hacia atrás, con un cabello negro, tenía una voz profunda y una copa de vino tinto en su mano derecha.

-:No obstante el evento ha sido magnífico, a mi parecer, y su entrada, triunfal... de donde dices que salió?- el segundo tenía el cabello más oscuro, no podías verle el rostro, ambas manos en los bolsillos.

-:...Al parecer es una importante personalidad local en el arte, aunque su credencial no dice lo mismo- y podrías imaginartelo sonriendo socarronamente.

-: Esto le dará bastantes más puntos...- respondió el otro

Una vez pudiste atravesar finalmente aquel control, que te dejaba desprovisto de cualquier arma, estabas adentro de aquel sitio, el sitio era blanco a más no poder, aunque las sombras y las luces se combinaban para no mantener la impecabilidad, pero si la sensación de estar en, lo que podría calificarse como una burbuja de pulcritud, Las baldosas brillaban y el techo, alto, solo reforzaba el frio reinante del sitio.

Una muchacha rubia de cabello corto te interceptó , estaba uniformada y portaba una pequeña plaquita metálica con su nombre.

Adrienne

Sonríe con nervios, al verte aparecer y saluda con una vocesita apenas definida. Sus ojos son claros y tiene un lindo cuerpo, el mismo en el que te habrías fijado hace unos años, con quizás un poco de lujuria, pero que ahora, solo despertaba un poco de nostalgia en los frios sentimientos de un ser inmortal.

-Buenos días señor, lo guiaré a la sala principal del Evento- dijo entregándote un folleto rojo oscuro, y empezando a caminar, por el corredor a la derecha de la recepción.

El folleto decía en letras blancas

I Recepción Anual de Arte de Filadelfia

Museo de Arte de Filadelfia

Y abajo, una imagen del edificio monumental, coronado por un cielo azul y claro, uno que nunca más podrías ver en tu condición de ser inmortal... Adentro, estaban comentarios sobre el objetivo de aquel evento, la organizadora, lo organizado para la noche, el conjunto clásico que tocaría para la ambientación, y la subasta que culminaría con la revelación de una obra nunca antes conocida por el público de un artista cuyo nombre no se revelaba, al parecer uno de los atractivos de la noche.

Continuó su caminar haciendo caso omiso de los murmullos de ambos hombres, esperaba encontrar a Amanda y hacer su labor para con su sire con rapidez, así después a lo mejor podría disfrutar del resto de la noche.

La muestra continuaba así, los cuadros intercalaban formas y parecían dispuestos en cierto patrón que tendrías que tomarte algún tiempo en pensarlo, entre cada uno, había una escultura. Y mortales, conversando, observando, detallando, la rareza y excentricidad de cada pieza, algunos eran muestras abstractas tan vertiginosas que solo se podrían describir como "giratorias", mientras que otros, tan realistas, que parecían ventanas a eventos que ocurrían allí afuera, y cada tanto, retratos de alguna antiguedad, tan magistralmente pintados, que sería propio y justo calificarlos al nivel de una fotografía.

En la pared más alejada de la entrada, en la sala, una mesa con un mantel rojo oscuro, que contenía los bocadillos de las noche, mientras los diligentes camareros, prestaban atención, contratados especialmente para el servicio de aquella recepción. Un hombrecillo gordo de traje gris ajustado comía algunos camarones con ansía, mientras sonreía para sí mismo.

Dedicándole algo de tiempo a las esculturas, algunas eran piezas excepcionales, reproducciones exactas de objetos reales, otras eran piezas de basura útil dispuestos en alguna distribución estética, y otros, bustos de personajes serios que sospechabas tendrían que ver con la historia de los Estados Unidos.

Finalmente llegaste a uno de los extremos de la sala, donde una mujer con una elegancia sobresaliente, llamó tu atención, tenía un vestido de un color fucsia oscuro, y un enorme sombrero con un arreglo florar, usaba guantes, y su piel, era de un elegante y suave rosado, alrededor de ella, debatían otros tres invitados, un hombre de saco y corbata, traje negro y rubio, sonreía mientras observaba a su alrededor, teniendo una copa vacía en la mano, a su lado, una mujer con un vestido negro largo, era rubia y parecía excesivamente maquillada, sus ojos eran claros y su maquillaje exagerada un rubor poco natural y propio, y luego, un muchacho joven, de cabello largo recogido en una coleta, con un traje a rayas delgadas, que hacía un comentario sobre un evento reciente que no reconociste.

Cuando estabas lo suficientemente cerca, la mujer da un grácil giro y te observa con una enorme sonrisa, su cabello es corto y rojizo, no lleva demasiado maquillaje, y vez unas mejillas y un rostro delicado, que enmarca el inicio a un cuerpo particular. Sonríe al verte.

-:Ah! querida, tu debes ser Lauren Reenne, te estaba esperando- dijo mientras se acercaba a ti, con un movimiento fresco y casi en cámara lenta. -Me presento, no debes conocerme pero si haber oído de mi, soy Amanda Kingsley, espero que el señor Cramer se halla referido bien de mi persona- por un momento, sus ojos claros se fijaron en ti, eran frios y profundos, quizás algo despectivos. -Pero ven, porqué no te nos unes? desde que tu querido... tutor- dudó un momento la palabra como si fuese un lapsus temporal -me dijo que vendrías, estuve expectante, habla bastante de ti, pero si bien o mal, eso es algo que no puedo revelar.- y en respuesta unas risitas de sus acompañantes.

-Pero acércate querida, te presento a mis otros invitados.- y fuiste suavemente empujada al círculo -Este caballero es Pierce Brendom, toda una eminencia en el arte contemporáneo- dijo señalando al rubio del traje negro -Te presento también a Brenda Shatvozky, una importante coleccionista, es siempre bueno tener buen gusto- la única mujer del grupo te saludó con un ademán respetuoso en forma de asentimiento, -Y este hombre es Jonah Curvin, oh, es un cazatalentos, si me permites llamarte por tu nombre querido- y el hombre solo rió en respuesta levantando la copa con vino tinto en su mano.

- Hola. - sonrió saludando a todos y cada uno de los presentes - Es un placer estar esta noche aquí, Madame Kingsley. - explicó dejando la copa sobre la bandeja de un camarero que pasaba por allí - He de decir que es una exposición excelente. - continuó señalando alternativamente con su mano derecha a un lado y al otro - Y estoy deseosa de ver esa, sorpresa. - terminó con una sonrisa.

Cita :

Un gran contraste hacían ese pulcro edificio con el oscuro sujeto que era William. Parecía totalmente fuera de lugar, pero poco le importaba en ese momento. Simplemente se limitó a seguir a la nerviosa mujer que se había convertido en su guía, sin saber muy bien que escena encontraría en la sala principal del museo a la que se dirigían.

- Busco a dos personas, quizá te las hayas cruzado esta noche.- Le comentó con discreción a la muchacha mientras caminaba a su par.- Jeremías: un anciano párroco, de mediana estatura, calvo y que lleva siempre unas horrendas gafas de lectura. La otra es una tal Mika, amiga del viejo, a quién no conozco personalmente...

-Oh! también estás intrigada, he tratado de sacarle toda la noche a Amanda más pistas sobre que clase de obra nos presentará, pero al parecer nuestra querida anfitriona es bastante más astuta- comentó Pierce con un tono lleno de adulación y educación forzada, mientras todos respondían con risas corteses observandote fijamente como evaluando tu reacción.

-No sabía que te interesara el arte querida- contestó la otra vástago presenta con una enorme sonrisa felina con sus ojos fijos en ti -Como verás, tu tutor fue algo escueto en cuanto a tus inclinaciones, pero siempre es un gusto saber que alguien de tu familia porta tal exquisita preferencia por las bellas artes... Me honrará por supuesto, que nos acompañes hasta el cierre de la velada entonces, cuando se revele, porque decir más, sería una verdadera imprudencia, y no quiero arruinar todo el esfuerzo para mantener el secreto- y pasó sus dedos sobre el borde de la copa con suavidad. -Para serte honesta, pensé que solo venías por aquella pieza que me encargó con tanto esmero Lawrence Cramer-

-Disculpa Lauren- interrumpió ahora Brenda, su tono tenía cierta carga despectiva dificil de ignorar, pero fácil de pasar por alto de manera hipócrita -Pero veo con curiosidad tu maquillaje, las bases blancas son algo atrasado, créeme, es mucho más elegante un rubor claro, así pareces tener un aspecto enfermizo.- Todos sonrieron amablemente, menos Amanda Kingsley que te lanza una mirada bastante seca y luego interviene nuevamente.

-Brenda, no debes ser tan crítica en ese aspecto, hace cuanto no pasar por Filadelfia? bien sabes que el tiempo parece detenerse por aquí- contestó ella por tí.

La chica, una de las simples guias de la recepción te miró con algo de extrañeza y guardó silencio unos segundos, parando frente a unas escaleras a tu derecha, blancas como todo el sitio, con un barandal sólido que surgía del piso y se elevaba como si fuera una pared a medio terminar, coronado por un largo brazo de madera bien púlida y liza como si se tratara de hielo.

-L-Lo siento señor, ha entrado tanta gente, pero por lo que me describe...- comentó e hizo un gesto que indicaría que estaba pensando (o al menos lo intentaba). -...no recuerdo a nadie con esas características que entrara y en cuanto a Mika... me temo que no puedo ayudarle mucho más... por favor sígame escaleras arriba- y empezó a subir.

Una placa de metal anunciaba el nombre del sitio, al que se ingresaba por una puera doble de vidrio.

Salón Benjamin Franklin

Desde allí, podías ver que había bastante gente, elegantes, con esmoquins y fracs, las mujeres elegantes y con vestidos de gala, con copas de vino, por todo el sitio, con una lejana estructura rectangular y varios cuadros y podios para esculturas, que harían parte de la susodicha recepción.

Se filtraban algunos ecos de música que llegaban hasta tí (ignora la vocalización o no, según prefieras ;)).

Le pareció obvio que la guía no sabia nada de las personas, así que al llegar al salón se separó de ella sin decir ni una palabra más. Tendría que encontrarlos por sus propios medios, si es que estaban en ese lugar. Por desgracia para él había allí más personas de lo que hubiera deseado, aunque confiaba en poder localizar a Jeremías a simple vista en cualquier caso.

Se dirigió entonces a paso lento hacia el centro del lugar, mientras miraba con atención a su alrededor en busca de una cara conocida. Sabía claramente que lo más probable fuera que alguien lo encontrara a él primero, ya que se destacaba claramente entre toda esa gente adinerada y de buen vestir. Quizá ello le jugara esta vez a favor, si es que lograba llamar la atención de la persona indicada...

Para ser sincera, la curiosidad me puede. - asintió al hombre - Pero comprendo que Madame Kingsley se ha esforzado mucho, para mantenernos en vilo a todos nosotros; - indicó entrecruzando los dedos de sus manos - Es por esto, que no haré una sola pregunta. No me gusta ofender a mis anfitriones. - terminó sonriendo a Amanda mientras la escucha.

Me apasiona el arte. - señaló haciendo un gesto con la cabeza - Pero no soy una experta, - suspiró innecesariamente otra vez - ojala supiera diferenciar un Van Gogh de un Signac... - explicó fingiendo estar apabullada - Pero me esfuerzo. - sonrió a la anfitriona con sinceridad - Cuando Lawrence me pidió que viniese a recoger ese encargo, - respondió - me sentí muy honrada, por poder asistir a este evento, lo leí en el periodico y deseé estar invitada cuando terminé el articulo... - terminó interrumpida por la mujer, guardó silencio y esperó a escuchar la respuesta de Amanda, entonces asintió con una sonrisa avergonzada - Si os soy sincera, no soy una experta en maquillaje. - respondió a la mujer manteniendo su sonrisa - Soy una mujer de negocios, especializada en finanzas; - puntualizó encogiendose de hombros - Normalmente, visto con trajes de hombre y apenas uso una base. - continuó explicando - Aun así, debo confesar que soy una admiradora del maquillaje victoriano. - terminó acariciando sus mejillas.

Aquel ambiente era radicalmente distinto, en el centro del salón, una pequeña orquesta tocaba con varios instrumentos otorgando un ambiente tranquilizante y relajante, para que aquellos esnobs adoradores del arte, meros y simples mortales inferiores, se regocijaban. Los camareros revoloteaban con bandejas que tenían copas con bebidas oscuras o claras. Y una vez cruzaste el Umbral, un hombre vestido completamente de negro, parecido a los de la entrada, solo que algo mayor, con una incipiente pero notable barba habló por su comunicador, apenas entendiste lo último que dijo.

-..Ya entró...- aunque tus sentidos podían bien traicionarte, lo que haya dicho, se reforzó con una mirada de reojo justo hacia la entrada, donde te encontrabas tu.

Las miradas de extrañeza y petulancia no se hicieron esperar, muy cerca de allí, dos hombres en frac, te observaron curiosos pero con la precaución de mantenerse a distancia, como si fueses el portador de alguna enfermedad, pudiste ver, apenas oculto por las columnas, al fondo, una mesa con bocadillos.

Y a medida que te movías, más y más miradas te eran dedicadas, pero había más curiosidad que temor en algunas...

Brendon ahogó una mueca de escándalo al oir tus afirmaciones, aunque parecía una burla mal disimulada. Tu otra interlocutora, Brenda, parecía tener algun empeño en ridiculizarte de alguna forma, según parecía. -:Para no ser una experta, tu maquillaje resulta ser bastate preciso, estoy sorprendida, de ninguna forma daría esa impresión, es como si ese color fuera el de tu piel- sonrió acercándose, como para mirar on atención, solo que esta vez fue Jonah, el hombre de la coleta, y no Kingsley, quien intervino.

-Basta ya Brenda, ninguno ha venido aquí para hablar del maquillaje de la señorita Rienne, yo aún espero ver esa gran promesa de la que tanto alardeas Amanda- y se oyó apoyo de los otros dos mortales.

-Es cierto- Brenda cambió de centro de atención -Cuando lo presentes, estaré encantada de observar sus obras, con algo de suerte, podría ser que me lleve un buen regalo de aquí- y Amanda rió mientras te miraba.

-No se si estarás enterada Lauren- dijo ahora la Toreador -Pero estos caballero y esta encantadora dama están hablando de mi protegido, toda una promesa, su arte es tan exquisito, que es posible que pueda enviar al éxtasis incluso a los más desentendidos, su habilidad y sus resultados pueden ser comparados con las delicias del sexo- y los otros sonrieron ante las expresiones de la anfitriona -Y es el mismo autor de la pieza que el señor Cramer, tanto insistió en conseguir.- agregó.