Partida Rol por web

-¿Te pareció un espejismo lo que viste en mí? Quizá... sea cierto, quizá... no estemos aquí. Quizá sea todo producto...

Si había allí algo más congelado que el ambiente en torno a los dos magos, eran las palabras de Celeste. Carentes de tono, planas y arrastradas, la excitación había dado paso al odio, y al desprecio más puros. Un brillo malicioso en los ojos de la ex-alumna pudo ser percibido por todos los allí presentes. Luego, una sonrisa, y más tarde un gesto.

Celeste chascó los dedos.

Los cuerpos de los tres individuos empezaron a desaparecer del mundo. Empezaban a volverse trasparentes, a contemplarse lo que había tras ellos. Y eso no era doloroso, no había ninguna sensación extraña. Símplemente, dejaban este mundo.

Aleph desapareció primero, siendo su enorme arma lo último que pudieron ver sus enemigos. Damien se desvaneció más tarde, al tiempo que Celeste estaba ya casi por la mitad. La última, fue la peliazul, desapareciendo como si de un telón invertido se tratara.

Lo último en desaparecer fueron sus ojos, que dejaron de verse cuando la peliazul parpadeó, y su enigmática sonrisa. Cual gato sobrenatural, sus dientes brillaron una última vez antes de salir del mundo, diciendo una última sentencia.

...producto de tu mente.

Aleph movió la Ram Dao de un lado a otro. El pesado arma cortó el aire y la carne como si fuese papel. Los tres cultistas a los que alcanzó cayeron al suelo, derribados por la oleada de metal y muerte. Todo se llenó de sangre. Como si hubiese segado un campo, ahora en el suelo yacían un par de brazos y una cabeza. Los dos cultistas que quedaban vivos se retorcían medio muertos a escasos metros de Celeste. No habían llegado a alcanzarla.

El dragón soltó un último rugido y Horas fue derrotado. Retorciéndose y dispersándose, su cuerpo de aire fue convirtiéndose en chispas azul claro que se introdujeron de vuelta en Silas.

-¡Ti-Lung! ¡Mátalos! -gritó Lucian apretando los dientes y luchando contra las cadenas, en vano. El dragón, aunque herido, obedeció y volvió su atención sobre ellos.

Un relámpago rompió el pensamiento de Celeste.

Gracias.

Era la voz de Jules. Sonaba contento, liberado, feliz.

¿Qué? ¡Tú!

Celeste enrojeció de ira. Aún permanecía el canal, y no se había dado cuenta. 

¿Gracias? Dime ahora mismo dónde estás para que pueda arrancarte la puta cabeza. ¡Traidor​!

Estoy volando. Esto es genial. ¡Nunca me había sentido tan feliz!

El tono emocionado de Jules contrastaba con su acostumbrada frialdad. Era realmente chocante.

Gracias. En realidad, si estoy aquí ahora es sólo gracias a vosotros. Me habéis ayudado mucho.

No os odio ni nada parecido.

Es una pena que no seas mi medio hermana. Nos parecemos un poco, ¿no crees?

Es una pena que no seas mi medio hermana. Nos parecemos un poco, ¿no crees?

La frase retumbó en la mente de Celeste. Para sorpresa de Jules, la respuesta no fue arisca, sino más bien... curiosa.

-Expresa tus hipótesis.

Siempre te he visto como alguien que no teme usar los medios necesarios para llegar a un fin. Eso es lo que hacemos en esta familia. Imagino que Fiona ya te lo habrá contado todo. Mi hermano no ha podido esperarse y ha intentado detenerme por sus medios. No tardará en ir a buscaros para contaros sobre su fracaso.

Escucha.

Coged unos caballos y marchaos de la ciudad. Idos lejos y rápido.

No quiero que muráis ninguno.

Os he cogido cierto cariño.

-Jules ¿Por qué? ¿Qué te diferencia de los Siete Círculos?

Creo que nada.

Ellos hacen lo que sea necesario para resucitar a su dios-demonio.

Yo lo hago porque es lo que necesito hacer.

Los dos motivos son igual de arbitrarios.

¿Has tenido alguna vez pesadillas recurrentes? Yo las tengo cada noche.

Pero ya ha terminado. Ya soy quien debo ser. He vuelto a mi yo original y es fantástico. Veo toda la ciudad desde aquí, es impresionante.

Le debo una cosa a mi verdadero padre. Tengo que completar su misión. La mía ya está terminada, pero debo completar su legado.

Él esperaba eso de mí. No le voy a defraudar.

Aleph, cubierto se sangre, enarboló su Ram Dao, colocándolo a su espalda, mientras la energía parecía liberarse dentro de él y por su piel comenzaban a aparecer runas rojas de todo tipo. Pero no se giró hacia el dragón

No. No habrá más muertes. Solo una

Acto seguido dejó caer su arma sobre Lucian, con la clara intención de partirle en dos

-¿Toda la ciudad desde ahí? ¿Dónde coño estás?

Horas había muerto. Jorosh regresaría al mundo. A menos que... Quizás había una última esperanza

Lo siento, Celeste. Pero esto debe acabar

La peliazul le odiaría por ello, lo sabía. Puede que con esa estocada estuviera matando mucho más que a una persona. Puede que ese corte supusiera un muro infranqueable entre los dos. Pero no había opción: Debía detener esa locura. Por mínima que fuera la posibilidad, debía hacer lo que estuviera en su mano para conseguir que Jorosh no se manifestara. Así que bajó el brazo, sintiendo como su corazón se hacía pedazos en el proceso

¿Cuánto estás dispuesto a sacrificar para salvar las vidas de los demás, Aleph?

La suya propia. Pues él era el guardián, el principio, el protector del flujo de almas. Y si con su acto los condenaba a todos, pagaría por su osadía

Lo sabía, y lo aceptaba

Te lo he dicho. Estoy volando.

Voy a cortar la conexión. Ahora iré a terminar lo que debió acabar Mateo.

No queréis estar aquí cuando eso ocurra. Todos moriréis. Todos. Necesita un gran sacrificio y la sangre de toda Kahr será lo que pida.

Elisabeth y Tristán están protegidos, pero mis hermanos no. Junette tampoco. Ponlos a salvo. Y diles que...

No les digas nada.

Si te interesa, en la biblioteca hay un compartimento secreto. Ahí encontrarás respuestas.

Pero leelo fuera de la ciudad.

Adiós.

¿En la biblioteca?¿Dónde exáctamente?

...

Contesta, hijo de puta.

Celestes miró hacia arriba, por si, por alguna extraña casualidad Jules continuaba por ahí.

Celeste no vio nada. La conexión se había cortado. No hubo respuestas.

Al parecer, Celeste no estaba al otro lado del canal. Parecía que lo había "odio" pero no lo había escuchado. Pero, lo que sin duda alguna había pasado, es que no le había prestado atención.

El mundo se detiene

Cegado e incapacitado, Lucian no pudo hacer nada para evitar la muerte. De la nada surgió aquel ataque que no podía ver ni detener. La Ram Dao se incrustó entre el cuello y el hombro y bajó hasta el esternón. Lucian sólo pudo vomitar sangre antes de poner los ojos en blanco y morir.

Al ocurrir esto, el dragón saltó en un millón de pedazos, como un cristal roto. No muerto, sino desintegrado, como los Guardianes.

Y hablando de Guardianes... ¿qué iba a pasar ahora que los cuatro habían sido activados?

Fiona se dio la vuelta para evitar mirar aquello. Tomó el brazo de Junette y lo apretó con fuerza.