Partida Rol por web

Ocaso

Capítulo I: La oscuridad al final del túnel

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04/06/2012, 19:19
Narración

Los vivos y los muertos toman diferentes caminos. Ana, la rubia esquelética y el oficial pelirrojo se encaminan escaleras abajo en lúgubre procesión. Junto al cuerpo de Elisa, al cuarpo sin vida de la española, permanece el policía rubio, que parece algo aliviado al presenciar la partida de la mujer.

Al mismo tiempo, Rocío y Elisa encaminan su ascenso, como si fuese una metáfora de algún paradigma religioso. Los vivos se quedan abajo, los muertos ascienden hasta el cielo. Y no obstante, Elisa no puede evitar dar una mirada hacia atrás, con sentimientos encontrados, al observar como Ana desaparece escaleras abajo.

En silencio, ambas comienzan a subir las escaleras. No hacen ningún ruido, no despiertan ningún eco, hasta llegar a la tercera planta. Rocío duda unos cortos instantes observando hacia la puerta verdosa, cuya madera parece estarse pudriendo desde éste lado. Gruesas astillas peladas caen sobre la superficie, como la piel de una vieja y monstruosa víbora. En el centro, como hundiéndose lentamente en el cenagoso material, puede leerse una pequeña placa de metal oxidada, cuyas letras forman un nombre: "Mrs. R. Felton".

La argentina no se entretiene demasiado, lanza una mirada a Elisa, y en mutuo y mudo acuerdo, ambas continúan hasta la cuarta planta. Pronto los sonidos empiezan a inundar el ambiente. Más gente. Cuando se plantan frente a la puerta abierta, pueden ver como varios agentes están en el apartamento, con sus uniformes raídos y su piel reverberante, conversan, se mueven libremente por el lugar. Todos, poseedores de aquel brillo chispeante al tiempo que sus semblantes parecen marcados por el cansancio y la degeneración.

Desde su posición, en el umbral de la puerta, ambas mujeres pueden ver fácilmente el interior del lugar. Un sitio retorcido y espeluznante que habría servido hace muchos años de vivienda. La escasa luz (si es que había luz en éste lugar), era bloqueada por ondeantes cortinas cuyos movimientos parecían invocar ecos siniestros. La tela se doblaba sobre sí misma, desdoblándose al mismo tiempo, como si en lugar de una cortina, hubiese dos ocupando el mismo espacio. La mayoría de las cosas están cubiertas por sábanas blancas, salvo por una destartalada mesa que contiene la chatarra sucia y raída de varios aparatos. De nuevo las voces de los vivos llegan a sus oídos.

-¿Pero qué estábais haciendo aquí?- se escucha, con tono imponente y autoritario.

-Ya os lo he dicho, s-somos... e-eramos estudiantes... v-veníamos por un t-trabajo- dice tartamudeando un muchacho joven de rasgos finos, casi femeninos, cuyo tono Rocío reconoce como familiar y cuya expresión de pánico la traslada a los últimos instantes en vida. La única diferencia que puede notar, es que el rostro del chico ha perdido gran parte de su lozanía y en su lugar, las huellas de una violenta enfermedad se dibujan profundamente sobre su rostro. El otro detalle que llama la atención, son las salpicaduras de sangre seca en su camisa, que parecen oscilar entre un carmesí fuerte y un negro cenizo dependiendo del ángulo desde el que se les mirara. El chico está en el medio de la sala, rodeado por tres policías, que le observan a destiempos y parecen haberlo estado acorralando a preguntas desde hace varios minutos.

-Mira, tú versión no nos convence... todo esto huele muy extraño... ¿sabes que estás en problemas, verdad hijo? Esto no se vé nada bien para ti- dice un segundo oficial.

-Os... os lo he dicho... no... no... n-no sé que ha pasado... él... él e-era n-nuestro amigo... yo... yo no h-he hecho nada- tartamudea aún más, como a punto de echarse a llorar. Desde donde están, ambas mujeres pueden sentir la angustia y el terror que emana del chico a un par de metros frente a ella, dentro del apartamento.

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04/06/2012, 19:52
Anciano

Antes de responder, el anciano se aproxima a la pared, juntando su espalda contra el muro e impulsando a Alexander a hacer lo mismo. Pronto, en lo alto de la escalera, aparecen dos figuras descendiendo con aire lúgubre.

La primera de las siluetas es de una mujer rubia, visiblemente angustiada. Es delgada en extremo y sus huesos pareciesen poderse vislumbrar a través de la palidez de su piel. Sus pómulos se marcan abruptamente sobre su rostro, y sus ojos azules están empañados con gruesos lagrimones que siguen un camino húmedo sobre sus mejillas. Está llorando. Detrás de esta mujer, hay un hombre de porte firme y elegante, que Alexander puede distinguir como un oficial de policía... de no ser porque sus prendas parecen estar gastadas y deslucidas. Un uniforme en una condición que distaba de ser propia de un hombre de la ley. El hombre es pelirrojo y su aspecto serio contrasta con sus facciones suaves, casi infantiles. Ambos, mujer y oficial, brillan con la misma vitalidad que Alexander observó de otros como ellos, en la calle.

-¿Este lugar?- la voz del anciano se deja escuchar, mientras le mira a través de sus arrugas deforma. -Aquí es a donde vienen todos cuando dejan... de vivir- dice en voz baja, con tono lúgubre.

-Nadie sabe por qué... o qué es exactamente...- dice y se acerca un poco. Alexander puede sentir cierta sensación de nerviosismo, cierta congoja que se traduce en un mohín indescifrable en las facciones del viejo. -pero todos le llamamos... la Tierra de las Sombras- sentencia.

Cuando la mujer y el oficial pasaron de largo, sin siquiera notar la presencia de Alexander y el viejo, el anciano reanuda su marcha parsimoniosa hacia arriba, sin fatiga visible, más con un aire de tristeza.

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06/06/2012, 21:40
Elisa Requena

No sé que es lo que hacemos en esa destartalada habitación. Tan solo me dejo llevar, subo las escaleras y entro. Se siente en el ambiente el desasosiego del que sufre. Un chico de apariencia joven lo está pasando verdaderamente mal al responder las preguntas de uno de los agentes... Pero... ¿qué es lo que ha pasado aquí?

Observo a Rocío, la chica parece algo conmocionada por unos segundos. La veo emocionada y no puedo dejar de imaginarme que habrá pasado exactamente por lo mismo que yo. Por esos momentos de incredulidad, de impotencia... y siento cierta compasión por ella. Y sin querelo pienso en Ana de una forma extraña. Rabia, deseos inexplicables, ira contenida... todo es como una gran marea dentro de mi cabeza. Ella... ¿ella lo planeó? ¿Dónde está esa amiga que me prestó su ayuda cuando se supone que yo la necesitaba? ¿que me sonreia cuadno me hablaba de sus progresos?

- Rocío..¿estás bien? ¿qué ha pasado aquí? . le doy un tirón del brazo a la chica absorta en sus pensameintos. La sensación es curiosa cuanto al menos. Nuestra esencia actual es curioda cuanto al menos. Ya no somos ni seremos las mimas... y en este pensamiento me quedo apenada mientras espero la reacción de Rocío, y mientras veo el ir y venir de gente, las cosas por el suelo... la oscuridad alrededor.

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09/06/2012, 02:56
Rocío Felton

Rocío asciende junto a la española casi sin detenerse hasta llegar a la tercera planta. Allí, la proximidad de su vivienda la hace dudar, parar unos segundos antes de terminar el ascenso. La puerta de entrada a su hogar se ve ajada, deslucida, tocada por la muerte como todo en aquel mundo.

Con pesar, reprime el deseo de extender su mano y apoyar la palma en la rugosa superficie de la puerta. No hay nadie esperándola del otro lado. ¿Qué ocurrirá con sus hijos? ¿Ya le habrán dado la noticia a William? Por primera vez desde que ha vuelto a ser consciente, siente el peso de la soledad y el dolor de saber que no podrá abrazar a los suyos nunca más. La tristeza la invade y el resto del camino lo termina meditabunda, refugiada en si misma y en los recuerdos de los primeros momentos de vida de sus amados retoños.

Sin embargo, al alcanzar la cuarta planta, todo aquello queda a un lado. El pesar da lugar al pánico y con gran esfuerzo de su parte, el pánico cede ante la curiosidad. Está en el sitio donde pasó sus últimos momentos de vida, lo que le provoca una sensación extraña entre el morbo y la desolación.

Se asoma al lugar, seguida de Elisa y una voz capta su atención. Es la voz de aquel chico al que quiso socorrer y cuya acción la llevó a la muerte. Un sentimiento de ira irracional se apodera de ella. ¡El debería estar muerto! ¡Su alma es la que tendría que estar en ese horrible lugar mientras ella permanece en casa aguardando que el fin de semana transcurra y sus hijos vuelvan a casa!

Sus puños se tensan y su mandíbula se aprieta, pero no llega a hacer nada. Un tirón en su brazo y la suave voz de su compañera aflojan la tensión que está viviendo en ese momento.

-No... no estoy... no sé como estoy- su voz se oye cansada y su pecho se desinfla. -Aquí fue donde me mataron, ¿sabes? Oh, perdón, no quise ser tan brusca, es que... sí, entré a esta habitación dispuesta a ayudar a ese chico que ves allá y un tío salido de la nada, me tomó por el cuello y me arrojó a la calle por la ventana- su tono es neutro ahora. Habla totalmente desprovista de emoción, como si hablara de alguien más. Pero dentro vuelve a sentir el toque helado del miedo y su estómago -si es que tiene uno- se contrae.

-Ven, demos una vuelta por el lugar. No veo rastros de...- las palabras mueren antes de salir de su boca. Ha estado a punto de decir "mi asesino" pero tras dar un vistazo al rostro de Elisa prefiere guardárselas. -El tío ese. Además... aquí había otro junto con aquél. Tiene que estar en algún lado.

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10/06/2012, 22:26
Sombra de Rocío

¿Vas a dejarlo así? ¿Vas a dejar que otro decida nuestra vida? Nacemos y mamá y papá deciden sobre nosotras. Es natural, verdad. Pero, ¿hasta qué punto? Después, la opinión de los otros. La mirada de los otros. “El infierno es la mirada del otro.” ¿Lo recordás? Sartre. Pero ¿hasta cuándo? ¿Cuánto debemos tolerar? ¿Cuánto soportar? ¿Cuánto? ¿Lo sabes, Rocío?

La mirada de William decidiendo sobre nuestra vida, sobre lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Porque hasta negarnos a recibir nada de él es producto de esa mirada. ¿Qué otra cosa sino? ¿Acaso renunciar a un derecho es muestra de libertad? No nos engañemos, Rocío. Hasta nuestras pequeñas rebeldías fueron meros sometimientos a la mirada del otro.

Después, el gran ojo omnipresente de la maternidad… Oh, sí, una madre debe darlo todo... ¡Todo! ¿No hay límite entonces? ¿Dónde quedamos nosotras? ¿Dónde? Un trapo de cocina trémulo, temeroso de esa mancha que olvidó quitar. Ésa. Siempre hay un índice acusador rondándonos...

Sé que me escuchas. Soy vos. Y vos sos yo. Somos una. Somos Rocío. Aún tenemos una oportunidad, muchacha. Aún existimos, de una u otra forma existimos… ¿Seguiremos dejando que otros decidan por nosotras? Ésa bestia que nos defenestró por la ventana, ese anciano… ¿Quién es? ¿Por qué decide por nosotras? ¿Por qué? Allá abajo, la puerta. Ahí empezó todo. Allí, no aquí. Allí… Es hora que decidamos nosotras y no ellos. No cualquiera que se cruce en nuestro camino. Nosotras. Solo nosotras.

Rocío Felton.

Ya es hora.

 

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14/06/2012, 13:53
Alexander de Huntington

Alexander se llevó una mano a los ojos, tratando de ocultar su desesperación. Notó que las piernas le fallaban. Se dejó caer contra una pared, y se quedó ahí. Temía que fuese cierto, pero me negaba a admitirlo. Le temblaba la voz. No quería admitirlo. No podía admitirlo. Tenía tantos planes, tanto que lograr, tanto que disfrutar...

¿Y ahora... estoy... muerto?

Alexander volvió a cubrirse el rostro con las manos. No lo entiendo. ¿Por qué no cesa entonces el dolor? ¿Por qué, si he dejado el mundo material, me siguen atormentando los fracasos y soy objetivo de mis emociones? ¿Dónde está la tan ansiada recompensa o el tan horrendo castigo prometido por la Iglesia? Dónde se me juzgará por mis pecados y se me recompensará por mis acciones?

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16/06/2012, 02:11
Sombra de Alexander

Un risa resonó entonces en su cabeza. Una risa cargada de amargura y de algo más. ¿Burla? ¿Escarnio?

Una risa, seguida de unas palabras, que parecía recordar a la propia risa, a las propias palabras, de Alexander pero con un marcado acento inglés, como si nunca hubiera abandonado su natal Inglaterra.

¿Iglesia? preguntó una voz ronca, que parecía acabar de despertarse de una profunda resaca. ¿Cuál de todas las iglesias? ¿Cuál de todas las religiones? Quizá aquí es donde Mahoma juzga a los infieles occidentales que no han sabido apreciar el presente que les ofrecía o donde alguno de los cientos de dioses hinduistas, seguramente alguno con referencias animales te ha condenado a la eternidad.

O puede que nuestra vida su voz ahora parecía más firme, como si acabara de tomar un tónico refrescante no haya merecido la pena ni siquiera un ápice para que Jahvé haya decidido preocuparse por nuestra alma inmortal...

¿Tan fracasados hemos sido en nuestros años de vida? ¿Para tan poco ha servido todo el esfuerzo invertido? la pregunta quedó resonando, como si hubiese sido gritada en medio de una montaña.

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17/06/2012, 21:07
Anciano

El anciano se gira con un tono de alarma al escuchar el monólogo de desesperanza de Alexander. Sus ojos parecen aumentar de tamaño mientras da dos pasos para descender y quedar frente a él.

-N... No es el momento, hijo, cálmate- dice con voz temblorosa -No debes dejar que te consuman esos sentimientos negativos, es muy peligroso, de este lado es aún más peligroso- dice con voz paternal, mirando fijamente a Alexander. -Estás tentando al Olvido, hijo. Es muy mala idea dejar que te consuman esas ideas, trata de tranquilizarte- dice mirando hacia el principio de las escaleras, como si alguien o algo fuese a subir por allí en algún momento.

-Casi todos pasan de este lado al morir, pero muy pocos subsisten. Necesitas tener vínculos fuertes hijo, vamos... debemos llegar arriba, a mi hogar. Allí estaremos seguros...- enuncia sin moverse, esperando la reacción de Alexander.

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17/06/2012, 21:12
Narración

En medio de la sensación de desconcierto, Rocío y Elisa se adentran en aquel lugar. Al pasar cerca a los policías, pueden sentir y observar la danza de luces y emociones que emanan de ellos, de los vivos, pueden sentir y percibir vagamente como se sienten al observarlos, como si fuesen capaz de vislumbrar a través de la coraza de carne y hueso y observar su interior. Ambas intercambian una mirada, seguras de que están experimentando algo similar.

Continúan caminando, con Rocío al frente, sumida en sus propias reflexiones y algo más distante de lo que observa alrededor. Se dirigen hacia el pasillo, un corredor con dos puertas enfrentándose a lado y lado, y una central que permanece cerrada. Se dirigen hacia la ubicada al fondo, girando a la derecha, en donde parece haber un inusual movimiento de oficiales.

El cuarto parece estar sumido en la más absoluta decrepitud, vetas oscuras y negras se extienden por las paredes y el techo, como negras cicatrices sobre el suelo y la madera que evocan las arrugas de un anciano. Aquí también hay una gruesa cortina que deja pasar casi nada de luz del estado penumbroso en el que se encuentra el exterior. En la esquina dos libreras se encuentran, intercalando libros y pequeñas figuritas y piezas que ni Rocío ni Elisa alcanzan a observar en detalle. En el centro de la habitación, un bulto retoza o a un bulto de color claro con tonos de luz amarilláceos que revolotean, y en el interior, la silueta de un chico apenas notable, sumergido en medio de aquella burbuja. A su alrededor, dos oficiales y un hombre en bata observan, toman notas y examinan la habitación, siempre en torno al bulto iridiscente en medio cuarto.

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20/06/2012, 00:22
Alexander de Huntington

Alexander sufría espasmos a causa de los nervios. Se llevó las manos al rosotro, ocultándolo de la mirada del mundo. Esos pensamientos le aterraban. Esas palabras que oía... se había vuelto loco? O era su propia cabeza, recordándole todo lo que había perdido?

No sabía que le pasaba. ¿Ahora era esclavo de la demencia? ¿O era la propia naturaleza de ese mundo?

El anciano le advirtió sobre algo llamado el Olvido. Ignoraba qué era, pero decidió hacerle caso. Trató de respirar hondo para intentar calmarse. Tras unos segundos de exhalaciones e inspiraciones controladas, su pulso se normalizó y notó como la tensión de su cuerpo descendía en gran medida. Se notaba cansado y sudoroso, como si hubiese estado corriendo. Miró al anciano con cara de preocupación. Tenía los ojos muy abiertos, y alerta. Te sigo, anciano- le dijo. Vámonos de aquí.

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20/06/2012, 10:09
Sombra de Alexander

La voz volvió a sonar, esta vez con tono de preocupación.

¿Ya te fías de dónde nos lleva est... la voz quedó interrumpida un instante, sin saber muy bien por qué.

Después, en un tono más lejano, como menos directo, se escuchó. ¿Qué quieres, anciano? Dejame, tú no mandas aquí. No. NO. ¡NO! ¡ARGGGG!

El silencio cubrió tu cabeza, como si esa voz nunca hubiese estado allí.

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20/06/2012, 19:32
Rocío Felton

Rocío avanza en silencio por la habitación. Aunque hace unos momentos se ha mostrado fría y tranquila respecto al asunto de su muerte, ese lugar parece haber ejercido una especie de hechizo sobre ella pues con cada paso se va sumergiendo más en sí misma. Lo que ocurre en su cabeza solo ella lo sabe, pero su compañera puede percibir que emociones encontradas se agitan en su interior.

Un ligero toque de Elisa la vuelve a la realidad o a esa parodia que están viviendo. -Ja... viviendo- dice en un susurro para sí misma. Pero ahora, su atención se concentra en lo que la rodea y sobre todo, en la hermosa luz que despiden los vivos y los incesantes matices que le dan sus emociones.

La mujer observa una vez más al muchacho lloroso con desprecio y sigue caminado, deambulando, buscando quien sabe qué. Sus pasos la conducen, junto a la española a la habitación del fondo, donde encuentran otro cocoon en medio de la agitación propia de una escena del crimen. Otra víctima más.

-¿Quieres intentarlo?- Rocío señala al capullo uterino donde descansa el alma o lo que sea, del otro muchacho muerto. -Es tu oportunidad de traerlo y ver en primer plano como es nuestro renacer... jajaja- una risa amarga e irónica emerge de su garganta. Aunque nada parece haber cambiado, su humor se ha vuelto muy sombrío desde que cruzaron aquel umbral.

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21/06/2012, 00:11
Elisa Requena

Sigo a Rocío a través de las diferentes habitaciones, como si de un laberinto de espejos se tratara. Me veo reflejada en cada una de las emociones que siento a mi alrededor. NO soy capaz de snetirlas de la misma forma que antes, sino como más dentro, más físicas... Veo un haz de luz que envuelve a cada persona que pasa a nuestro lado, absorta en sus pensamientos, sin inmutarse siquiera, sin vernos ni sentirnos...

En la última habitación a la que entramos vemos un bulto reluciente en el suelo. Algo... algo extraño viene de él. Rocío tiene una extraña expresión en el rostro. No acierto a saber que es loq ue s ele pasa a la chica por la cabeza, tan pronto parece positiva y sociable, como retraída y dolida... supongo que yo debo tener la misma pinta y expresión. Me acerco a la cosa en forma de capullo, a ese cúmulo de vida y muerte que está justo ante nuestras narices...

 - ¿có...cómo lo intento? ¿qué hago? No le va a doler ¿no? No quiero ser responsable de más dolor... - le digo a mi nueva  amiga mientra no puedo apartar la vista de lo que parece un ovillo de resplandor.

Es raro como te sientes tan unida a algo que desconoces, que hasta hace unos minutos.. ¿o eran horas ya lo que llevaban deambulando? Hasta hace unos minutos no formaba parte ni siquiera de la más remota de tus fantasías. Y sigo pensando en mis ñultimos minutos de vida. Y sigo con la sensación de que aún puedo echar a correr, cerrar los ojos y pensar en subir corriendo las escaleras en busca de...

 

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21/06/2012, 16:28
Rocío Felton

-No dolerá. Será desconcertante al principio, pero enseguida se acostumbrará, no temas- Rocío vuelve a hablar con calma neutra, a pesar de que no todo está tan tranquilo en su interior. Respira hondo, cierra sus ojos unos momentos ja, que fácil seguir pensando en términos de cuerpo humano y vuelve a mirar a Elisa, esta vez con una sonrisa un poco triste en su rostro. -Es fácil... solo buscas su contacto y lo tomas, jalándolo hacia ti. En un abrir y cerrar de ojos estará fuera. Sólo procura que cuando te vea, te sienta tranquila, para no perturbarlo aún más... sabes que esto es un tanto extraño hasta que lo asumes.

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22/06/2012, 21:05
Alexander de Huntington

Alexander suspiró, aliviado. Sentía como si se hubiese quitado un gran peso de encima, como si se hubiese curado un veneno que le invadía el interior.

Se le veía pálido y sudoroso, pero aun así sonrió. Ya...ya ha pasado- susurró.

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23/06/2012, 19:58
Elisa Requena

Terminando de escuchar aun las últimas palabras de Rocío, me acerco y intento hacer lo que ella me ha dicho. Me relajo, tan solo pensando que puede que haya alguien igual de perdido que yo y busco su contacto con mi mano,con la punta de mis dedos. Intento atraer hacia mi a quien quiera que sea.

Y no pensar en anda más... sin mirar a mi nueva amiga, sin centrarme en más que conseguir que llegue tranquilo a nuestro lado.

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24/06/2012, 12:59
Narración

En este estado se encontraba Connor, hasta que la tranquilidad artificial en la que estaba sumergida se vio interrumpida de repente. En medio de los insondables grises que coloreaban la nada en la que ella estaba sumida, la ténue surface que le envolvía se tensó hacia adentro. Estos puntos tomaron la forma de pequeños apéndices que desgarraron la luz, penetrando la realidad como diminutas falánges satánicas y oscuras que se extienden hacia el joven. Por los orificios, una oscuridad insonsable se filtra lentamente, corrompiéndolo todo. El miedo toma forma en su consciencia por primera vez desde que está allí.

Un sonido atenuado, una especie de letanía macabra, palabras incomprensibles, invaden sus oídos. Las prénsiles deformaciones se asen con fuerza a los hombros de Connor, mientras lentamente le empujan hacia afuera, hacia la oscuridad. Un punzante grito espectral llega a sus oídos, al tiempo que sus sensaciones despiertan de ese estado entumecido. Era como haber estado sumergido en un pozo de brea y haber sido rescatado finalmente, pudiendo respirar en la superficie... sólo que... ya no podía respirar.

Los detalles inconnexos de sus últimos momentos llegaron como latidos en su cabeza. El rostro de Iber, mecánico, violento. La sensación del hierro frío, la calidez en su garganta... la impresión de ahogarse. Por reflejo, lleva sus manos a la garganta, como si una vez más el oxígeno fuera insuficiente, sólo para encontrarse con el tacto frío de una herida. La herida moral.

La oscuridad maldita empieza a moldearse lentamente, hasta que toma formas diferentes. Escucha voces suaves, murmullos en inglés, y se encuentra con dos rostros silenciosos frente a sí.

La primera de las personas que se materializa frente a Connor es una mujer de no más de veinte años, de cabello marrón. Su rostro guarda cierto aire de belleza, aunque sus ojos tienen marcadas ojeras y parecen dar la impresión de haber llorado bastante. No dice nada, pero ella está sosteniendo entre sus brazos al joven. La segunda es una mujer que habría pasado los 30 años, de cabello oscuro y rasgos hispanos, que parece tener varios rasguños en su rostro. Observa tranquila, con cierto aire de satisfacción el despertar de Connor. Ambas, curiosamente, tienen un aspecto etéreo, como si fueran traslúcidas por momentos, a pesar de que nada lo indicase verdaderamente.

Su memoria empieza a evocar el lugar  en el que se encontraba. El oscuro cuarto de cajas y libros sucios, el estudio de un difunto anciano que había muerto. La furia de Iber. Los sonidos empiezan a tomar forma de frases y movimientos a su alrededor, ninguno de ellos parte de las dos mujeres que lo observan. A su alrededor hay gente de aspecto oficial, un par de policías, un hombre de traje arrodillado que parece estar observando una mancha en el suelo. Todos se diferencian de las dos mujeres de forma evidente. A pesar de tener un aspecto socavado por la vejez, el cansancio o de mostrar rostros demacrados y marcados, ropas raídas y gastadas, en su interior y alrededor, poseen un halo de luz que revolotea lentamente, como si una sustancia ambarina e iridiscente fuese contenida al interior de sus cuerpos. Puede sentir una mezcla extraña de curiosidad proveniente del cuarto al tiempo que algo de indignación.

Notas de juego

Posts para Rocío y Elisa. ¡AL FIN!

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24/06/2012, 13:17
Narración

En medio del revoloteo de los oficiales, ajenos a la presencia de las dos mujeres, Elisa toma un paso para realizar aquella operación desconocida para ella. Se arrodilla y algo dubitativa, busca apoyo en Rocío, quien la anima a continuar con el proceso.

Como tomando impulso, reflexiona y sumerge sus brazos en el envoltorio alrededor del chico. La tela parece desgarrarse con cierta facilidad, rompiéndose y permitiendo que Elisa alcance al chico allí. Por un momento recuerda esa sensación entumecedora que había sentido cuando ella misma estaba atrapada allí, hace tan sólo unos minutos atrás. El chico, allí adentro, parece despertar por un instante, y su rostro refleja incertidumbre y miedo.

Elisa lo atrae hacia sí, haciendo que rompa con suavidad la placenta que le recubre, hasta que queda en sus brazos. Atrás, queda una copia del mismo cuerpo, sin vida, inerte. Los ojos del muchacho se abren intempestivamente, y como primer reflejo, lleva las manos a su cuello. Rocío puede recordar la horrible herida por la que manaba la sangre, ella había sido testigo de su muerte. Elisa, nota por primera vez aquella hendidura que atraviesa la garganta del muchacho.

El muchacho tiene marcados pómulos, su rostro parece antinaturalmente delgado. Sus ojos color miel están  hundidos en su cráneo y su cabello largo que cae hasta la nuca parece estar reseco, como si vuese víctima del mismo proceso degenerativo de su poseedor. No dice nada, parece observar alrededor como intentando orientarse, abre la boca, quizás también como reflejo, lo que evoca en las dos chicas la triste figura de un pez que ha sido sacado del agua y que lucha a grandes bocanadas por respirar antes de ahogarse en el aire...

Notas de juego

Mensajes para Connor también.

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25/06/2012, 19:20
Connor Gordon

El muchacho abrió los ojos por fin a esa nueva realidad, y automáticamente dio una fuerte bocanada de aire, como el que ha pasado demasiado tiempo bajo el agua y necesita llenar los pulmones de oxigeno. Comenzó a patalear y dar manotazos separándose de la mujer que lo sostenía, un espectáculo bastante patético.

Retrocedió unos pasos, llevándose una mano a la garganta donde aun estaba la marca de la herida que le habían hecho hace tan solo.... ¿cuanto tiempo habría pasado? Sentimientos confusos se amontonaban a su alrededor y la miraba pasaba alternativamente de una mujer a otra, examinándolas como si esperara que le fueran a hacer algo de un momento a otro.

-¿Quienes.. quienes sois? ¿donde estamos? -a medida que hablaba se daba cuenta de cuantas cosas escapaban a su comprensión, su mente no era capaz de racionalizar lo que ocurría y eso le hacia sentirse nervioso e indignado- ¿¡que pasa aquí!?

Notas de juego

Como no sabia si tenia que marcar a las sombras o no.. No las he marcado, que se aguanten xD

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27/06/2012, 23:59
Rocío Felton

Connor. El nombre se dibuja en su mente, destello de un recuerdo fugaz de un tiempo atrás. ¿Minutos? ¿Horas? Rocío no sabe cuanto ha transcurrido desde que viera a ese chico desangrarse segundos antes de correr por su vida, pero el grito impotente de su compañero y la imagen macabra de verlo yacer allí en el suelo resultan totalmente vívidos para la argentina.

-Tranquilízate- le dice en un inglés con acento apenas perceptible. -Esto... ¿como explicarlo sin que resulte chocante? Creo que no se puede- la mujer duda unos instantes, buscando con la mirada apoyo en Elisa antes de continuar. -Connor... porque así te llamas, ¿verdad? Bien, lamento tener que darte esta noticia, pero estás muerto- con curiosidad aguarda la reacción del muchacho. Con la española le ha resultado simple ser amable; con este hombre, experimenta sensaciones encontradas. Él también ha sido víctima del mismo tío, pero en cierta forma, es responsable de que ella esté muerta. Por eso no duda en ser directa y en cierta forma, espera que la noticia lo golpee.