Partida Rol por web

Ocaso

Capítulo I: La oscuridad al final del túnel

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26/09/2012, 14:16
Elisa Requena

Elisa no comprendía aún muy bien cómo afrontar lo que le había ocurrido. Agradecía mucho el apollo de Rocío.  La mujer había mostrado un franco interés en ayudarla desde que todo esto ocurriera. Sin conocerla, se había mostrado dispuesta para con una totál deconocida.

Por primera vez, mira a la Argentina. Su oscuro pelo recogido. Sintió lástima de ella. Aunque ella era algo más jóven que Rocío, el rostro cruzado de finos cortes que veía en este momento frente a ella le hizo recordar que había comentado algo de una caída desde las alturas, y cómo su amiga Ana la había visto morir. Por un momento, sintió ganas de abrazar y reconfortar a la treinteañera. De aliviar su dolor, pero repentinamente aquel deseo le recordó A Meredith, y por qué había ido a aquél edificio.

Era cierto ¡¡Meribeth!! ¿Cómo había podido olvidarla? Volvió la mirada hacia arriba, hacia la parte superior del edificio. Había recorrido parte de las plantas edificio acompañada por Rocio, pero no la había visto, ni viva ni ... muerta ¿Vivía allí? ¿Le habrían hecho algo, como a Rocío y a ella? No lo sabía.

Entonces no pudo evitar dudar un momento de la idea de tener que marcharse de ese lugar. De alejarse su esperanza de volver a verla, aunque sólo fuera sólo un momento. Miró directamente a los ojos a Rocío... ¿la entendería si se lo explicaba?. El anciano parecía preocupado por algo, con tanta premura en irse del lugar. No sabía las intenciones del hombre pero, aunque fueran buenas, ella necesitaba saber dónde estaba Meribeth. Necesitaba saber si estaba viva o muerta.

Su vena rebelde salió en ese momento:

- Esperad ¿Irnos? No... No podemos. Creo, creo que hay... hay una amiga mía viviendo aquí y ... y necesito verla. Saber que está bien. ¿Y si le ha pasado lo mismo que a nosotros? ¿Y si sigue encerrada en uno de esos... esos huevos?. - La mirada de Elisa hacia los presentes era suplicante. Miró con desesperación al anciano, y a Rocío en especial, antes de añadir -No puedo marcharme sin asegurarme que se encuentra a salvo. ¿Lo entienden?-

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27/09/2012, 02:15
Sombra de Rocío

Casi un eco…

Sigamos a este hombre. Él podrá responder nuestras dudas cuando estemos a salvo…

Una carcajada leve, contenida, se abre paso entre las palabras. Y luego, con un tono intimista, susurrante. Triste, pero despojado de reproche, como enunciando lo evidente.

Sí, como siempre. Dejemos que otros decidan por nosotras. Como William. Sigamos a ese hombre. Sí… Cuándo aprenderemos que las buenas intenciones encierran un cariz veraz, pero ¿y la verdad? No los toques, dijo, es peligroso. ¿Y qué ocurrió?

Una pausa. El recuerdo envuelve a Rocío. Y aquella deliciosa sensación regresa, acariciándola.

Fue… maravilloso. Quisimos hacerlo y lo hicimos. ¿Estamos arrepentidas? No, en absoluto. Fue como una bocanada de vida. Y esa es una verdad. ¿Entonces…? ¿Por qué esa certeza de que ese hombre responderá a nuestras dudas con la verdad? ¿Cuál verdad? ¿La suya, sea quien sea él? (¿Quién es?) ¿O la nuestra? La de Rocío…

Larga pausa.

¿Cuándo aprenderemos a escucharnos, Rocío? ¿O siempre será así? ¿Siempre serán los otros los que guíen nuestros pasos? ¿Y ese muchacho? Él estaba con aquel sujeto, quizá eran amigos… ¿Qué hacían aquí? ¿Sabemos la respuesta…?

Y, como un relámpago, cuando la mirada de Rocío se posa en Connor, un frío cruel atenaza su garganta. Como antes, cuando cayó al vacío…

Él estaba con aquel sujeto, eran amigos… ¿Cuánto apostamos? ¿La vida quizá?

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28/09/2012, 00:30
Sombra de Elisa

Una amiga. Sólo una amiga.

La voz surgió como una risa amarga desde el fondo de la cabeza de Elisa.

Sigues cometiendo los mismos errores una y otra vez. ¿Acaso no te acuerdas de por qué se fue? Francamente, ¿la querías de verdad?

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28/09/2012, 09:45
Elisa Requena

Repentinamente, Elisa se estremece ante vuestros ojos y se tensa. Empieza a girar la cabeza a un lado y a otro, buscando desesperadamente algo con la mirada.

-¿Que... qué ha sido eso? ¿Lo ... lo habéis oido?-

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28/09/2012, 09:48
Elisa Requena

Elisa se detiene entonces a pensar, y recuerda. No es la primera vez que abía sentido este escalofrío recorriendo su cuerpo, ni que ha oido esta voz que suena igual que ella misma. No desde que... falleciera.

Antes, también, una especie de voz interior, una parte de ella misma (¿pero era acaso, eso, posible?) le había sugerido que Ana le había llevado hacia una trampa. Que Ana sabía que es lo que le iba a ocurrir en aquél edificio.

Siempre había sentido dentro de ella dudas y preguntas, y sabía que inconscientemenet (Froid así lo decía) partes de uno mismo luchaban y acordaban para tomar decisiones. Pero esto, ESTO, era algo mucho más reál y palpable. Había sentido claramente que UNA PARTE DE ELLA, diferenciada, disociad, pero a la vez una misma con ella, la hablaba.

En ese mismo instante, Elisa sintió una oleada de terror cuando empezó a invadirla la idea que, además de estar muerta, quizás se estaba volviendo loca. Pero ¿Podían los muertos volverse locos? ¿Qué era eso? ¿Paranoia? ¿Trastorno de personalidad múltiple? Si estuviera viva, empezaría a faltarle el aire, y la cabeza le daría vueltas.

En vez de esos síntomas, físicos, una angustia terrible empezó a invadirla. Había algo ahí, que era parte de ella. Y lo peor es que sus palabars estaban cargadas de una, tal vez, profunda verdad ¿No tenía razón en parte esa voz interior? Si la quería... ¿Por qué no se lo dijo en su momento? Y si tan segura estaba de su amor hacia ella, ¿por qué había esperado tanto para ir a buscarla?

Quizás se autoengañara, pero no quería escuchar a esa otra voz, que le decñia verdades que no quería escuchar...

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28/09/2012, 10:04
Elisa Requena

Sin venir a cuento, y en lo que parece una ataque de locura, la joven española se lleva sus manos a los oídos, tapándose las orejas con las palmas- ¡¡Cállate, cállate!!... ¡¡Sal de mi cabeza!! - Se sacude la cabeza, manteniendo las manos tapando sus orejas -¡¡No quiero escuchar más tus mentiras!! - Parece desesperada, y su rostro muestra congoja y desesperación. Su largo pelo cae en bucles cubriendo su fantasmal rostro, que estaría cubierto de lágrimas si pudiera llorar.

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28/09/2012, 14:43
Sombra de Elisa

¿Mentiras? Si eso es lo que quieres pensar, adelante. En realidad sabemos perfectamente que lo que digo es verdad. Siendo serias, dudo mucho que alguna vez estuviéramos enamoradas de Meribeth. Admiración, amistad... Una ruta de escape... Cualquier cosa excepto el amor verdadero. Y te lo digo yo, que comprendo cada una de las cosas que haces y sientes mejor que tú misma.

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28/09/2012, 14:39
Alexander de Huntington

Alexander observa perplejo a los nuevos llegados. Realmente estas personas parecían estar... muertas. Estaba claro que estaban muertas, eso era obvio. Pero para Alexander eran las primeras personas de su misma...condición que veía. Hasta ese momento no había presenciado más que a los vivos, a los Rápidos, como los había llamado el anciano, y al propio anciano, cuya verdadera identidad era un misterio. 

Por ello se acercó a los recién llegados, olvidándose de las preguntas que pugnaban por salir de su boca y llegar hasta los oídos del anciano. No sabía por qué los había juntado el anciano, pero tanta prisa debía tener un motivo concreto. Ya preguntaría más tarde.

Después de un rápido vistazo, en el que el joven observó como parecían exhibir muestras de violencia, quizá recuerdo de sus prematuras muertes, comenzó a urgirles. 

No sé quienes sois, pero ya habrá tiempo de presentaciones más adelante. Ahora debemos irnos.

Alexander retrocedió cuando la mujer de pelo ondulado comienza a hablar sola. ¿Será lo mismo que aquella voz que escuché antes?- pensó Alexander. De todas formas, no hay tiempo para esto.

Sujetó a la mujer de la muñeca y la obligó a mirarle. ¡Contrólate, mujer!- le urgió. -Ya tendremos tiempo de enloquecer más adelante. ¡Ahora debemos irnos!-

Miró al anciano y con urgencia le dijo: -Vamos, sácanos de aquí. No sé para qué nos habrás reunido, pero ya lo has conseguido. Ahora guíanos.-

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29/09/2012, 03:22
Connor Gordon

Connor realiza un movimiento brusco, liberándose del anciano y camina hacia donde están los oficiales y el otro joven. -¡No entienden! ¡Aléjense! ¡Es James! ¡James!- dice mientras da dos zancadas y se posiciona tras los oficiales.

-Disculpen, él es mi amigo, yo le conozco- dice tocando el hombro de uno de los oficiales para llamar su atención. Por primera vez nota entonces la solidez inquebrantable de aquellos cuerpos luminiscentes que rebosan de vida. Su mano se posa y se esfuerza por girar el hombro del policía levemente, pero es como si intentara mover una pared. Nada sucede, nada cambia, nadie parece escucharlo.

Connor mira su mano y frunce el ceño enfadado. -¡James!¡James!¡Soy yo!¡Estoy bien!- dice con voz alta y ese silbido que proviene de su garganta.

Notas de juego

Personaje Pnjotizado.

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29/09/2012, 03:31
Anciano

El anciano observó a Elisa con una mirada apremiante, exasperada. Niega con vehemencia, -Cálmate hija, sea lo que sea que ella esté diciendo, no la escuches...- pero antes de que pueda continuar, Connor se libera y se dirije hacia los oficiales.

El joven a quien llama James, lloriqueando y asustado, no reacciona ante su presencia. El anciano niega y da dos pasos hacia el joven.

-Es inútil hijo, date cuenta de una vez. Estamos muertos. Los cinco. Ustedes cuatro son los únicos que han muerto recientemente- dice lanzándole una mirada a la española. -Nadie más ha muerto y lo mejor es alejarnos de los Rápidos y de... quienes sí puedan vernos- dice mientras su mano arrugada se aferra con fuerza al brazo de Connor.

Mira hacia atrás y llama por sus nombres a los demás. -Rocío, Alexander, ayudadme con Connor. Este muchacho no debe quedarse aquí, iremos... iremos al departamento de Rocío- sentencia mientras hala y se aferra con fuerza esta vez al chico, que parece estar en shock, confundido y en completa negación de su nuevo estado actual.

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03/10/2012, 18:07
Elisa Requena

Aquella voz la había vuelto a hablar como si fuera ella misma. Parecía que saliera de su interior, de algo más profundo que su cabeza, y eso la asustaba. Bueno. mas que asustarla, la horrorizaba. Era escalofriante que una parte disociada de ella pudiera hablarla así, y, ciértamente, esa "otra" la conocía como si fuera ella misma, dciéndole todo aquello que no deseba oir, que no deseaba que fuera verdad. Pero ¿lo era? ¿Era cierto lo que la voz le había dicho ? ¿Acaso jamás había amado a Meribeth? No quería creerlo, pero quizás hubiera una parte de verdad en aquello.

Cuando el anciano le dice que no haga caso a la voz, le hace caso... de momento. Por alguna razón arece que el hombre tiene prisa en abandonar este lugar. Diría que se refería a los "vivos" pero no sabe a quien se refiere cuando habla de los "otros".

Al menos, les ofrecía la opción de ir al piso de Rocío. Le pareció una buena opción, pues no abandonaría aún el edificio, simplemente cambiarían de piso. Aún tenía la esperanza de ver a Meribeth, aunque sólo fuera poder verla. Una vez la tuviera delante ella... bueno, ya se le ocurriría algo.

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03/10/2012, 18:19
Elisa Requena

Tras las palabras del anciano sugiriéndola que no escuche "la voz", Elisa permanece en el sitio, insegura y pensativa. Parece abrumada por la situación.

Sin embargo, cuando el mismo hombre agarra a Connor, pidiéndole ayuda a Rocío y a ella, la chica parece salir de su ensimismamiento, y se dirige junto al anciano: -Está bien, vayamos a otro piso. Por lo que ha dicho Rocío usted sólo intenta ayudarnos. - Sin embargo, al mirar al muchacho, Elisa no pudo evitar pensar que ella habría hecho lo mismo que él si Meribeth estuviese aquí: - Yo... - Se gira dejando de mirar al muchacho para mirar al anciano - En cierto modo comprendo al chico. Acaba de perderlo todo, como nosotras, y ... seguramente me comportaría igual que él si viera a ... mi amiga Meribeth. -

Se gira hacia el jóven... ¿Connor era? e intenta hacerle comprender: -Yo igual que tu tengo a alguien cercano en este edificio, y me preocupa lo que pueda haberla pasado. Pero este hombre tan sólo nos aconseja bajar al apartamento de Rocío, en este mismo edificio. No iremos muy lejos - Se sintió un poco egoista, pero no pudo evitar pensar para sí... Y quizás, con un poco de suerte, me pueda cruzar con ella al bajar y así comprobar al menos que ella esté bien.

Intenta "agarrar" al jóven Connor al igual que ha hecho al anciano, para llevárselo de allí, y al mismo tiempo se pregunta si al intentar agarrarlo y tirar del brazo no lo atravesará como si de fantasmas se tratasen. Paradójicamente, incluso en tan dramática y horrible situación, aquel pensamiento morboso le hizo algo de gracia.

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04/10/2012, 18:46
Rocío Felton

Las palabras calan hondo. El recuerdo de aquella sensación maravillosa al tocar a alguien vivo se vuelve poderoso. El odio por Connor surge como una llama y luego se extingue al darse cuenta de que no es ella quien se manifiesta. O al menos no toda ella.

¿Cuanto de verdad hay en lo que el anciano dice? ¿Por qué siente esa dicotomía interna? Una voz que no es su voz, una que suena parecida, pero que no le pertenece... pero a la vez sí. Rocío se queda callada observando las reacciones de los demás mientras intenta alcanzar a aquella voz.

¿Sos parte de mí? ¿Me he vuelto loca?

Con un gesto cansado se toca la frente y suspira. No, no me he vuelto loca, solo me he muerto, jajajaja Los pensamientos bullen y aunque por dentro ríe, su risa es amarga. Tenemos... tengo que ir con él. Tengo que saber que ocurrirá de ahora en más, como me moveré, como podré estar con los míos y este hombre parece saberlo. Tal vez no lo entiendas... ¿otra yo? Peor no es sumisión. Es deseo de iluminación, necesito más cartas si quiero seguir jugando esta partida.

Con incredulidad sacude la cabeza. No termina de creer que realmente está manteniendo aquella conversación y está a punto de apelar a la voz para que le responda cuando las palabras del anciano la conmueven.

-¿A mi apartamento? ¡No! No podemos volver allí! no, no, no, de ninguna forma! no puedo entrar allí, no estando así, no... mis hijos, mi vida, mi...- quebrada hunde sus hombros y deja que unas lágrimas afloren en su rostro. La posibilidad de volver a ver su hogar la aterra. No quiere asumir lo que ha perdido, aún no.

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04/10/2012, 18:56
Rocío Felton

Rocío parece a punto de responder a Elisa pero se queda callada. Nuevamente se sume en sus pensamientos, dejando la mirada perdida más allá. En un momento, se lleva la mano a la frente, agotada. En otro, niega en silencio, insinuando un murmullo con sus labios que nunca llega a oirse. Algo parece estar reteniendo su atención lejos de lo que allí está ocurriendo.

Deja pasar el exabrupto de Elisa y la desesperación de Connor. En ese momento, aquellos que se encuentran por allí son solo sombras en su percepción. Sin embargo, la voz del anciano y su propuesta la vuelven a la realidad.

-¿A mi apartamento? ¡No! No podemos volver allí! no, no, no, de ninguna forma! no puedo entrar allí, no estando así, no... mis hijos, mi vida, mi...- quebrada hunde sus hombros y deja que unas lágrimas afloren en su rostro. La posibilidad de volver a ver su hogar la aterra. No quiere asumir lo que ha perdido, aún no.

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17/10/2012, 00:03
Connor Gordon

-¡James! ¡James...! joder...¡James!

Continua gritando a su amigo, pero la intensidad de sus gritos va decreciendo, a medida que algo parece ir encendiéndose en su cerebro ¿seria posible que esté realmente muerto? El oficial le había parecido un trozo de piedra no lo había podido mover ni unos milímetros. Su respiración era agitada, no es que le hiciese falta respirar pero parecía un reflejo que aun mantenía, y con cada entrada y salida de aire de sus pulmones un leve silbido surgía de la herida en su garganta.

-James. ¡Hijo de perra! Yo fui el que te hizo caso cuando tu eras invisible para el resto del mundo, yo te acepte y ahora me dejas tirado...

Connor se giró lentamente aun miraba con desconfianza a todos los presentes en la habitación, pero si era cierto que ese anciano tenia respuestas, ahora mismo es lo que mas necesitaba, comprender. Miró a Elisa y asintió con la cabeza. Cuando hablo su tono de voz aun estaba marcado por la rabia y la desesperación, aunque intentaba sin éxito aparentar calma en sus palabras.

-Está bien... Acepto ir a otro lugar si se nos va a explicar mas sobre.. sobre.. sobre lo que sea que está ocurriendo.

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20/10/2012, 18:09
Elisa Requena

Ahora ese jóven, Gordon, había decidido conceder, pero Rocío no parecía dispuesta a que fueran a su apartamento: -Bueno, pues entonces pongámonos en marcha hacia otro lugar...-

Elisa aún no sabía por qué, pero el rostro del anciano mostraba más preocupación por momentos, a medida que se enredaban más con la situación perdiendo el tiempo.

Entonces a Elisa se le ocurrió algo, y siendo algo egoista, por qué no reconocerlo, ingenió una manera de matar dos pájaros de un tiro: -Perdona Rocío pero ¿No viviría en este edificio alguien llamado Meribeth? Podríamos ir allí en vez de a tu apartamento. Es... una vieja amiga mía.- Le resultaba dificil decir las palabras, pues reálmente deseaba verla.

Carraspeó antes de continuar: -Hace tiempo que no veo y había venido a visitar. Si no os importa, me gustaría poder ir a verla un momento. Así nos reunimos en otro lugar en el que no haya tanta... "gente" (aún no sabía como llamar a los que aún seguían vivos) y Rocío no sufrirá por ver a sus hijos.- Elisa esperó un momento a que todos estuvieran de acuerdo, y miró a Rocío con desesperación, a la espera de una respuesta afirmativa que le indicara que sabía donde vivía Meribeth, y que se mostraba conforme con guiarlos hacia allí.

No se sentía a gusto con lo que estaba haciendo, jugando con los sentimientos de esa mujer que había intentado ayudarla tanto, Rocío, respecto a sus hijos, pero no podía evitarlo cuando se trataba de un tema relacionado con Meribeth.

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20/04/2015, 19:05
Anciano

El anciano había logrado convencer a Connor y sale evitando hacer contacto con los vivos en el sitio, esquivándolos como si portaran una enfermedad. Ha escuchado la conversación y frunce su entrecejo, haciendo que sus arrugas se muevan desigualmente y sus ojos blancos se enfocan en Elisa.

-Jovencita, estoy tratando de hacerles un... favor- duda por un momento mientras pronuncia las palabras. -Están muertos y sus vidas están del otro lado. Puedes comenzar tu muerte siendo egoista...- dice mientras avanza hacia las barandas de las escaleras mirando hacia abajo. Vigilando-...e irte de aquí... o puedes quedarte y esperar, quizás tengas el tiempo de visitar a quien quieras. Pero creo que a todos les convendrá escuchar lo que tengo que decir. De este lado las cosas no son nada parecidas a las del lado de los vivos.- parece de nuevo afanado, carcomido por un afán preternatural traducido en sus movimientos nerviosos, en sus vaivenes constantes.

-Lo mismo va para ti Rocío- dice girándose hacia la argentina. -Sé que has tenido que...- y la mira. El viejo busca las palabras con dificultad. -...dejar atrás de repente tu vida. Nadie se lo espera. Pero no hay forma de deshacer lo hecho y tendrás que enfrentar el sencillo hecho de que estás muerta y tu familia está viva. Y tu apartamento es el lugar más seguro mientras los Rápidos están concentrados con sus cadáveres. Luego querrán entrar a tu apartamento, y tendremos que buscar algún otro sitio por el momento- dijo y tras mirar a todos una última vez comienza a bajar las escaleras. -Entonces...¿Vamos?-

El anciano camina como lo haría una persona viva de su edad. Parece moverse con lentitud, deslizarse hacia abajo de las escaleras. Una vez abajo se para frente a la puerta de Rocío. Ajada, acabada, se alza imponente, sórdida y envejecida, agrietada y pelada, pero sobretodo... sólida. Por primera vez el concepto de la solidez alcanza a todos los recién fallecidos... las cosas siguen siendo sólidas a pesar de que ya no existan en el sentido tradicional. El anciano pone ambas manos sobre la puerta, suspira por costumbre y murmura entre dientos -Es cierto... no saben aún... cómo interactuar- dice. Se toma unos segundos antes de girarse.

-Esto será difícil de explicar... uhm- dice meditando las palabras. -... aunque estemos muertos las cosas... vivas... o más bien, de los vivos sí que pueden interactuar con nosotros. No podemos... abrir la puerta- dice mientras empuja con fuerza sin que la madera ceda ni un centímetro. -Pero si podemos... atravesarla. Es... es... tienen que concentrarse y pensar en el otro lado. Atravesarán la madera y estarán del otro lado... y no sentirán... casi nada- dice y se gira, emula que toma aire y da un paso con firmeza desvaneciéndose a través de la puerta hasta desaparecer.

-Ahora ustedes- se oye su voz desde el otro lado, algo rasgada pero firme.

Notas de juego

Hola de regreso. Atravesar la puerta requiere que todos se quiten un punto temporal de corpus en sus fichas. La sensación equivalente es como si por una fracción de segundo atravesaran un lugar estrecho apenas para que quepan sus cuerpos, rasgando su piel... es un dolor punzante pero instantáneo, una sensación poco agradable que de seguro los tomará por sorpresa a todos la primera vez.

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23/04/2015, 02:38
Alexander de Huntington

Las palabras del anciano iban golpeando la mente de Alexander como latigazos. "Comenzar tu muerte", "dejar tu vida", "estás muerta". Muertos. Todos ellos estaban muertos. Los cinco. Aunque ciertamente la muerte de los otros cuatro no calaba demasiado en el joven londinense. La que verdaderamente le importaba era la suya. Él, Alexander Fitzgerald de Huntington de Sussex, estaba muerto. ¡Pero había tantas cosas que le quedaban por hacer! ¿Dónde había quedado el futuro brillante y esplendoroso que él se merecía? ¿Dónde el resurgir de su apellido o la venganza pendiente? Él era médico, estaba acostumbrado a ver pasar la vida y la muerte delante de sus ojos. Y sin embargo, no estaba preparado para aceptar la suya. Tenía tantos planes que podía sentir un torbellino de rabia anudándose en su pecho, incapaz de abandonarse a esa nueva existencia por completo, con una parte de su mente todavía manteniendo una diminuta esperanza de despertar en su cama tras una horrible pesadilla. Ni siquiera la pérdida de Lucy había sido tan devastadora para él como lo estaba siendo el hecho de asimilar algo tan sencillo y al mismo tiempo tan complicado como la propia muerte. 

No obstante, la urgencia en la voz y los gestos del anciano le hicieron apartar estas reflexiones para un momento más tranquilo, pues a pesar de que no tenía ni idea de por qué, ese hombre parecía saber mucho sobre lo que estaba sucediendo y si él decía que tenían prisa, Alexander no iba a discutirlo.

Se detuvo frente a la puerta, tan sólida y real que parecía fuera de lugar pensar siquiera en atravesarla. La ceja de Alexander se alzó con cinismo mientras estudiaba la madera con aire desconfiado. Escuchó la explicación y a pesar de su determinación a mostrarse distante, no pudo evitar que se le abriese la boca por la sorpresa al ver al anciano realmente traspasar la puerta. Fue un nuevo mazazo para derruir aquella esperanza, cada vez más lejana y chiquita. 

En cuanto se dio cuenta de que tenía la boca abierta la cerró de inmediato, envarando su postura encorvada con rigidez. Dio un paso adelante entonces, disponiéndose a seguir al anciano en primer lugar, en un vano intento por adaptarse a la situación, suponiendo que seguir la corriente le ayudaría a asimilar más rápido que estaba muerto. Tomó despacio un aire que ya no necesitaba y no se permitió dudar más de un instante antes de concentrarse en pasar al otro lado. Había visto que era posible. Si el anciano había podido, él también podría. 

-Vamos allá -murmuró para sí mismo, dándose el último empujón antes de avanzar un paso.

La sensación era terriblemente molesta. A Alexander nunca le habían gustado los lugares demasiado estrechos, tal vez porque su ego era más grande que él mismo. Según iban pasando los minutos lo que en un inicio había sido temor ante su nueva condición, se iba transformando en una irritación constante. Pero lo peor fue el dolor que hacía arder su piel, pillándolo por sorpresa, y que le hizo soltar una exclamación a medio camino entre el disgusto y el dolor. Maldito anciano, pensó, Al menos podría habernos avisado de que iba a doler.

Al llegar al otro lado lo hizo con los brazos elevados en un intento absurdo e instintivo por protegerse de cualquier cosa que pudiera encontrar allí. En cuanto se dio cuenta, los bajó. Al fin y al cabo, ya estaba muerto. ¿Qué más podría pasarle?

- Eso ha sido desagradable -fue lo primero que dijo, buscando al anciano con la mirada.

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28/04/2015, 20:37
Rocío Felton

Volver a su apartamento. Aquel maldito anciano le está pidiendo que no sólo asimile que ya no está entre los vivos, que no podrá abrazar a sus hijos nunca más, que no los verá crecer, que su existencia ha perdido sentido, si no que además, ingrese al lugar que lo era todo para ella después de la separación con William, su logro personal, su -irónicamente- símbolo del renacimiento.

Siente rabia e impotencia ante la indiferencia de aquel tipo. Tanta que pasa por alto la pregunta de Elisa, aunque más tarde puede que vuelva a pensar en ello. En ese momento, sólo puede concentrarse en su indignación, que de bien poco le vale pues el anciano no espera y atraviesa la puerta, violando su espacio, su intimidad, SU lugar en el mundo.

¡Basta! quiere gritar. ¡Fuera de aquí! ¡Todos!. Mas su voz, si es que acaso posee una, no sale. Su garganta -o el recuerdo de ella- se encuentra cerrada. Sus ojos escocen, sus puños se aprietan. Sensaciones, puros recuerdos de cuando estaba viva que sin embargo se sienten reales aunque ella ya no sea.

El otro hombre (el que estaba en el capullo en la calle, se dice la argentina) avanza sin preguntar. La rabia y la altanería se refleja en su rostro. Parece alguien acostumbrado a hacer lo que le viene en gana, a someter la realidad a sus deseos pero que, de golpe, se ha visto desprovisto de ese poder. Bienvenido a la no vida, señorito. Rocío no siente compasión. Después de todo, es otro que viola su hogar, otro que toma sin pedir permiso.

-¡Esperen! -la inmovilidad de Rocío desaparece. Se mueve con celeridad tras los pasos del segundo intruso, atravesando la puerta casi sin pensar. El shock la golpea. Siente que se queda sin aire (que ironía, dice esa parte de ella a la que no quiere escuchar, después de todo estás muerta, ¿no?), que su cuerpo se comprime y que duele, maldita sea, como duele. Es solo un instante pero bien podría haber sido una eternidad.

Deja atrás la puerta y se encuentra en el pequeño descanso que da paso al living. Ve la foto del último cumpleaños de Patrick enmarcada en la mesita de entrada; la cara de aburrido de Marc mientras su hermano sopla las velas, los carrillos inflados y la alegría reflejada en los ojos del más pequeño de sus hijos, la torta de decoración mediocre que tanto le costó hacer... y se siente caer contra la puerta que acaba de atravesar que esta vez está sólida y la contiene*.

Suspira con pulmones que no existen y logra recomponerse, sedando sus emociones. No sirve de nada anclarse en el pasado, se repite como cuando estaba viva. Mejor seguir adelante... aún muerta. Aislándose de quién fue, espera a que los otros dos fantasmas se reúnan con ellos así el anciano termina su explicación y ella puede decidir qué hacer con ese nuevo estado que es la muerte.

Notas de juego

*Supongo que eso de ir atravesando cosas es a voluntad, pero si no lo es, ignoren esta apreciación XD

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28/04/2015, 21:54
Connor Gordon

Connor se mostró algo confundido inicialmente. Sigue al anciano mirando hacia atrás, aún dubitativo, pero seguro de querer descubrir lo que el anciano les quería decir. "¿Quién mejor para decirnos lo que es la muerte que alguien que ya está muerto?" dijo y se lamentó no haber podido contar con tal fuente mientras estaba vivo.

Una punzada de culpa lo atravesó por un momento, pero trato de ignorarla. Aunque si iba a ser sincero consigo mismo, todo el mundo parecía estar teniendo problemas con su nuevo "estado".

El anciano entonces les enseña el primer truco. Atravesar las paredes. Pronto el sujeto que parecía arrogante y serio lo sigue y luego con cierto aire de urgencia lo hace la de aspecto hispano. Connor mira hacia atrás una última vez y atraviesa la puerta haciendo un esfuerzo casi inconsciente.

La sensación desagradable le arrancó una mueca de disgusto, por un momento podría jurar que había atravesado cada partícula de la madera y que cada átomo, cada molécula, lo había arañado y atravesado sucesivamente hasta desvanecerlo. Pero luego estaba del otro lado, tratando de racionalizar aquella enfermiza aunque instantánea experiencia. No pudo menos que estar de acuerdo con Alexander, aunque no se atrevió a abrir la boca.

Notas de juego

Personaje pnjotizado