Partida Rol por web

-Os sigo entonces.-Digo mirando la escalera con desconfianza.-¿Queréis que intente inhabilitar la trampa de las escaleras? Tras el daño sufrido por la barrera, no termino de fiarme de lo que pueda haber en esos lugares, por lo que prefiero obrar con cautela.

Tras curar a sus compañeros, Eldarian recogió sus bártulos y siguió al grupo por las escaleras que decidieron coger. Por si acaso, el druida preparó el arco con una flecha calada en él.

Estaba seguro que esta barrera mágica con la que se habían topado al principio era una prueba insignificante de todo lo que se iban a encontrar de aquí en adelante.

- Jai, acompaña a Asmodeo en la vanguardia- pidió el elfo a su amigo.

Jai, quien permanecía atento a lo que pudiera venir mientras los demás cruzaban la barrera, se alegró de que todos al final siguieran adelante. 

Cuando recibió las órdenes de Eldarian el tigre humanizado asintió y en dos zancadas se puso a la altura de Asmodeo. 

- Te sigo- dijo con un tono profundo mezcla entre gruñido y voz.

Tal y como os imaginábais, al tomar el camino de la izquierda ya os estaban esperando allí.

Ante vosotros había un par de drows de piel más pálida de lo común cuyos ojos eran completamente rojos inyectados en sangre. La melena era igual de blanca que siempre, pero sus bocas poseían unos colmillos más afilados que de costumbre.

Solom no tardó ni un instante en señalarlos como vampiros.

¡Cuidado! Os gritó. ¡Son vampiros!

Pero no estaba ellos solos, junto a ellos había cuatro criaturas contra las que ya os habíais enfrentado. De hecho habíais luchado contra una de ellas y os costó mucho trabajo derrotarla, y en aquel entonces erais unos cuantos más. Aunque no teníais de vuestro lado la potencia mágica de vuestro aliado drow.

Aquellos cuatro seres estaban también muertos, y habían sido creados por las clérigas de Kiaransali. Son víctimas que anteriormente habían sido desolladas para después ser levantadas con un aspecto espantoso. Cada qut-maren es diferente del anterior, pues conservan la forma que tuvieron anteriormente, pero no tienen piel o grasa al descubierto, sólo músculos sobre esqueleto. De su cuerpo siempre rezuma sangre cáustica, son parecidos a los zombis pero no son tan descerebrados, ni tampoco se descomponen tan fácilmente.

Contra los qut-maren guardad vuestros conjuros de ácido pues son invulnerables a ellos, y si recurrís a la electricidad o al fuego que sea a máxima potencia porque tienen una resistencia casi tan inhumana como ellos. Es casi más sencillo golpearles cuerpo a cuerpo, si no fuera porque se sanan así mismos. El frío y los golpes más poderosos son su debilidad. Animó Solom a su nuevo equipo para liquidarlos cuantos antes. ¡Y evitad su mirada!

Aire, al ver a esas criaturas, pensó en lanzar un rayo de electricidad con su aliento sobre las criaturas. Pero las palabras del drow la hicieron cambiar su opinión. ¿De qué servía perder ese rayo durante un rato? Era mucho mejor aguantar y atacar de diferente manera. Observó a sus compañeros. Asmodeo parecía en otro mundo, Eldarian no lucharía cuerpo a cuerpo pero... ¿Y Jai? ¿Atacaría o se quedaría apartado por orden de Eldarian? No podía tomar una decisión así, así que decidió atacar de otra manera.

Señaló a uno de los vampiros con el dedo. Al instante, formas sombrías aparecieron al lado de Aire y se apresuraron hacia la criatura, rodeándola.

Como era de esperar, el enemigo se ha preparado y nos mandan sus primeros sirvientes para acabar con nosotros. Solom nos pone en alerta sobre las debilidades del enemigo y sus fortalezas, lo cual es muy útil ya que en encuentros anteriores supusieron una grave amenaza para todos.

-Si podemos mantenerlos juntos, puedo desencadenar una tormenta de frío que los afecte a todos- digo mientras doy un pequeño paso atrás esperando que puedan retenerlos de alguna forma para ser más efectivo.

-A partir de ahora, todo será así- pienso al darme cuenta que todo lo que vi con Aire en nuestra excursión anterior se nos va a echar encima antes o después y no tengo ninguna duda de que su oscuro poder nos sobrepasará si no actuamos con coordinación.

-Menuda fiesta.-Digo al escuchar las advertencias del mago drow mientras desenvaino mi estoque.-De atacar a las zonas vitales nada, ¿no?-Pregunto tratando de asestar un tajo a uno de ellos.-¿Algo más que debamos saber? ¿Les salen rayos del culo?

Valduane se echó rápidamente la mano a uno de los bolsillos, sabía qué conjuro debía usar mientras ordenaba mentalmente a sus botas que le elevaran fuera del alcance de aquellas horrendas criaturas.

Pero fue muy lento, quizás demasiado.

Cuando el elfo oscuro les advirtió del peligro, Eldarian reaccionó al instante. Sus botas se tocaron sutilmente y todo pareció ir más lento, pues acababa de acerlerar su movimiento.

Con el arco ya preparado, el elfo lanzó una andanada de flechas sobre uno de sus enemigos antes de que se acercaran demasiado, concretamente sobre el elfo oscuro que parecía comandar a los vampiros.

Jai escuchó la voz de alarma de Solom y se agazapó emulando su naturaleza felina. 

Con sus sentidos captando todo lo que acontecía a su derredor, el tigre esperó a que se acercaran para actuar.

Al ver que se acercaban por ambas partes, el tigre decidió encargarse de los que se acercaban por el lado de la derecha para intentar bloquear su avance.

Con un fuerte rugido el tigre-hombre se avalanzó sobre sus enemigos con furia.

Cuando el elfo oscuro les advirtió del peligro, Eldarian reaccionó al instante. Sus botas se tocaron sutilmente y todo pareció ir más lento, pues acababa de acerlerar su movimiento.

Con el arco ya preparado, el elfo lanzó una andanada de flechas sobre uno de sus enemigos antes de que se acercaran demasiado, concrétamente sobre el elfo oscuro que parecía comandar a los vampiros.

Valduane dio un paso enfrente antes de elevarse por los aires e hincó una de sus rodillas en tierra. Gritó las palabras arcanas que tan bien conocía y poniendo las manos en el pétreo suelo varios barrotes de piedra sellaron el acceso de los muertos.

La forma de los barrotes era tal y como se la había imaginado el hechicero de la tierra, gruesos y resistentes, con el espacio justo para evitar que pueda pasar una criatura de tamaño medio, más concretamente aquellos muertos que se les abalanzaban, y lo suficiente para poder usar sus flechas contra ellos.

Esperaba que al menos aguantara lo suficiente para que se encargaran de los vampiros drows que les atacaban desde el otro lado.

Aire, tras lanzar su primer conjuro, se acercó hasta Jai. Posó la mano sobre el hombre tigre y susurró unas palabras arcanas.

Jai pudo notar cómo su cuerpo empezaba a crecer.

Compenetrado con Valduane, en cuanto comienza a murmurar su conjuro traigo a mis labios la letanía de mi propio sortilegio mientras extraigo los materiales necesarios de mis bolsillos.

-Veamos cómo les afecta un poco de frío- digo mientras convoco una ligera tormenta de nieve, con fuertes rachas de aire que convierten los ligeros copos en verdaderos proyectiles a gran velocidad en un torbellino que absorbe a las criaturas que permanecen al otro lado de los barrotes de Valduane.

-No creo que sea suficiente con esto, pero lo mejor será que vayamos midiendo las fuerzas.

Asmodeo y Jai se encargaron de atacar cada uno a uno de los vampiros, pero les esquivaron con más soltura de lo que los híbridos habían pensado. Aquellos dos vampiros iban a ser más difíciles de golpear de lo que en un principio habían pensado.

La alocada Aire decidió que era una buena idea crear unos cuantos asesinos fantasmales para que se hicieran cargo de los vampiros, pero Solom la detuvo a tiempo. ¡No! Le dijo él. ¿No te das cuenta de que eso solo les hará morir de miedo, y los vampiros no pueden morir, ni tampoco le temen a nada? Y entonces, gracias al mago drow, Aire pudo cambiar de estrategia y lanzar un conjuro de agrandar persona sobre el medio persona de Jai. El hombre tigre comenzó a agrandar, haciendo que su cuerpo ocupase la mitad de aquel pasillo. Al menos su cuerpo serviría de protección para el resto, aunque a Eldarian a lo mejor no le hacía tanta gracia.

Los vampiros decidieron hacerse cargo de Asmodeo y de Jai, pero no tuvieron mucha suerte y fallaron en los ataques con sus estoques. Los qut-maren avanzaron lentamente hacia Jai, el gran tamaño que le había otorgado Aire no quedaba claro si era una bendición o una terrible maldición, pues tendría que encargarse de bloquear los golpes de todos esos enemigos. El hombre tigre se veía torpe en su nueva forma y no fue capaz de esquivar ninguno de los ataques, sufriendo unas terribles quemaduras por el ácido de su repugnante piel.