Partida Rol por web

Vas a hablar créeme, de un modo u otro vas a hablar. - digo mientras me acerco al hombre con una sonrisa sádica.

Muy bien, ¿Cuantas costillas debo romperte antes de que decidas hablar? Una, dos, tres o prefieres que empiece por romperte los dedos de la mano. - sentencio al tiempo que hago crujir mis nudillos.

Vamos dime por dónde quieres que empiece o escojo yo. - digo mientras me dispongo a fracturarle el dedo meñique. - O quizá prefieres que usé un método menos arcaico de tortura, como la magia, la misma magia que usé para congelar el puente.

Sabes que es muy eficiente contra los dedos de los pies, los vuelve frágiles y quebradizos.

Empieza a cansarse un poco de la situación, que parece sacar lo peor de Eladamri sin que al final los prisioneros estén soltando la lengua, a lo que dice -tenemoz la poteztad de que zalvéiz vueztra vida- gruñe el semiorco -pagaríaiz vuestroz crímenez trabajando para Punta Arena, una zuerte mejor que ézta. Pero claro eztá que ezo zería dezpuéz de controlar la veracidad de vueztraz palabraz mediante magia para que no digáiz cualquier mentira que queramoz ezcuchar. Quizá pazaríaiz un tiempo aquí pero zalvaríaiz la vida y en un futuro quizá incluzo vueztro honor.

Las historias estaban llenas de actos de compasión en los que el perdonado acababa siendo uno de los más válidos referentes en dificultades posteriores. Claro que también existían aquellas donde el acto de compasión traía mas problemas, no obstante si el semiorco tenía que decidir prefería las primeras.

Se disponía a seguir haciendo preguntas al explorador, cuando Kalimash habló. Desde luego pensaba seguir una estrategia diferente a la de Eladamri, y no tenía nada que ver con la compasión sino más bien con que las tácticas intimidatorias parecían ser el punto fuerte del elfo, pero desde luego no eran el suyo. No, su mejor táctica probablemente fuera el engaño, hacerles creer que tenían salida, lo cual pasaba por proponer precisamente lo que el semiorco acababa de decir. Mientras esperaba la respuesta de los mercenarios, la única duda que le quedaba es si Kalimash de hecho hablaba en serio, que era perfectamente posible por lo que sabía de él.

El jefe mira a Kalimash mi vida es un buen pago para hacerme hablar, un trato justo pero y ahora hace un gesto hacia Eladamri no pienso hablar mientras el elfo me esté amenazando. Por otro lado, ¿qué garantía tengo de que dices la verdad? pregunta a Kalimash.

Ninguna - dice el orco con brutal honestidad -pero en realidad no tenemoz ningún motivo para mataroz y vueztra información noz rezultaría máz útil. No puedo protemeroz que vueztra vida vaya a zer un camino de rozaz, pero ez una oportunidad en vez de la nada y que vueztroz zerez queridoz oz lloren.

Él desde luego no iba a llorar si morían, pero tampoco tenía ningún motivo para odiarles. Después de todo la única diferencia entre estos mercenarios y el grupo de Kalimash era que unos eran más hábiles en combate, ambos usaban la espada por dinero. Simplemente habían tenido mala suerte de encontrarse con alguien más hábil y afortunado.

Todo tuyo Kalimash, pero si no dice nada útil, yo mismo me lo cargo en la celda. - rezongo de mala manera mientras me alejo del soldado y conjuro un rayo de escarcha contra un cubo de agua.

Tras abandonar la celda me dejo caer al suelo al lado de una celda vacía y empiezo a afilar mi estoque mirando de soslayo al prisionero.

- La misma garantía de que diga la verdad y no mienta para ganar tiempo.- Dijo para sí misma Samay, viendo desde la distancia el interrogatorio. 

Miró al suelo abatido, de acuerdo, luego miró al resto hablaré, Oswyn es una persona de gran valor para la nación de Molthune miró a Oswyn para ver su reacción tanto que han puesto un precio a quien consiga traerlo vivo 5000 po, parece que la cifra se le atraganta cuando lo dice posee información o algo de gran valor para la nación; pero por si eso fuera poco su muerte como venganza para la nación sería también recompensada con la cifra de 1000 po. Por eso estamos aquí y vinimos a darle caza.

Mientras el prisionero habla, presto atención a cada una de sus palabras así como a su tono de voz, pues no me fiaba para nada de sus palabras, además de que parecía haber omitido todos los detalles de su acuerdo con Cicuta.

¡Eh! Tipo rudo ¿Acaso tienes problemas de memoria? Te falta contarnos sobre tu acuerdo con Belor. Queremos saber que le ofreciste para permitirte actuar impunemente. - digo sin moverme de mi lugar.

Esa puede ser nuestra mejor baza contra Belor y con eso quizá hasta podríamos llegar a salvar tu cuello.

Soltó un silbido ante la cifra, si eso era verdad no sería ni de lejos el último encuentro que tendrían.

¿Es recomendable buscar pruebas contra Belor... en Punta Arena? Lo sabio sería dejar correr un tupido velo con sólo la sombra de una amenaza...- mira a Eladamri y dice -creo que de ezo deberíamoz ocuparnoz en otro momento. Ademáz no creo que zepan nada que pueda zervirnoz a nozotroz- especialmente si ya lo sabemos y ellos saben que lo sabemos.

Dirigió una mirada cargada de significado al elfo, deseando que la comprendiese y no indagase mas en algo que podía retorcerse fácilmente en su contra.

Al notar la mirada de Kalimash sobre mi, simplemente niego con la cabeza y dejo escapar un resoplido al tiempo que centro toda mi atención en el filo de mi estoque.

El mensaje del semi orco era claro y mi respuesta aunque silenciosa, creo que resultó más que obvia. - "Tu ganas Kalimash"

Le dedica una leve y llena de colmillos sonrisa a Eladamri antes de volver a girarse ante el prisionero -hablaré con laz autoridadez por vozotroz. No puedo prometer nada, pero haré lo que pueda; y zi "recordáiz" algo oz zugiero que buzquéiz la forma de que lo zepamoz.

Si no se esforzaba en mitigarla su voz ya sonaba amenazadora sin necesidad de ayuda. Ahora intentó mostrarse conciliante y al mismo tiempo recordarles en que situación estaban, algo que sentía que era más de lo que debería estar haciendo; desde luego hubiese sido mas cómodo y sencillo abrirles la cabeza lo que hubiese acontentado a la mayoría de su grupo, a Belor,  al que los contrató, a la mayoría de Punta Arena...

Se giró sin esperar más tiempo y dijo -deberíamoz irnoz, no hay que perder máz tiempo- mientras tanto empezó a componer una historieta tragicómica sobre el semiorco que intentaba pasarse de listo, evidentemente no terminaba bien para él.

Escuchó la conversación en silencio, pensativo. No había hecho más que escuchar lo que ya sabía, incluso cuando el líder de los mercenarios habló de que su captura y la recuperación de aquel objeto eran importantes para Moltune. Ya lo había pensado anteriormente: la toma de su aldea y de los alrededores debió haber sido para buscar esa llave.

En aquel entonces, tras escapar de su aldea y una vez tuvo tiempo para reflexionar sobre todo, no pudo evitar preguntarse por qué Moltune había invadido una zona boscosa en mitad de ninguna parte, sin ningún interés comercial ni militar. Considerando lo satisfecho (y por primera vez relajado) que parecía el comandante al escribir a J.R. que al fin habían encontrado la llave, bien podía tratarse de que en realidad ese era su objetivo desde el principio, y que la escaramuza simplemente les permitió tener gran cantidad de soldados para peinar la zona donde supuestamente se encontraba y poder encontrarla.

Fuera lo que fuera aquella llave, fue motivo de que Moltune realizara una incursión en una nación vecina como tapadera para su busca. Valía mucho más que 5.000 p.o., pero tampoco podían ofrecer una recompensa que levantara demasiadas sospechas o incitaran a cualquiera a querer saber más sobre el asunto.

Nada de lo que habían dicho aquellos mercenarios era nuevo. Sólo había dos temas sobre los que en realidad no tenía ninguna información la llave y J.R. Obviamente no iban a saber nada de la llave, pero los otros tres dijeron que fue su líder quien los contrató. ¿Y a él?

- Una cosa más... ¿Y a ti? ¿Quién te ofreció el trabajo? ¿Adónde tenías que llevarme?

Meditó durante un momento la pregunta de Oswyn, en su rostro se reflejó la duda pero finalmente contestó el trabajo me lo ofreció Pavo Vos, jefe de la fuerza de élite de Molthune. Tenía que llevarte a Fuerte Colmillo, una fortificación de Nirmathas cerca de la frontera de Molthune.

Tras la conversación con los presos, salís de las celdas y Belor Cicuta os pregunta de nuevo ¿entonces qué hacemos con los prisioneros?

Tras vuestra respuesta os dirigís hacia la posada y allí encontráis a Nox tomando algo a solas. 

Al poco de sentaros y pedir algo antes de partir llega la elfa Shalelu y se acerca a vosotros.

Vengo a despedirme, voy de vuelta a mi vida en contacto con la naturaleza y matar goblins que es lo que me gusta. Espero que os vaya bien. Hasta pronto. Después se gira casi sin dejaros a contestarle y se marcha del dragón oxidado.

Si se me permite alguacil, creo que los dos mercenarios deberían vivir, después de todo, sólo hacían su trabajo, es más creo que podrían brindar un importante servicio a la ciudad como guardias, aunque tendrá que mantnerlos vigilados al inicio.

​El destino de los otros dos lo dejo en manos de Kalimash, su voz es la mía y su criterio goza de mi total respaldo, pues es mucho más hábil que yo en estos menesteres. - le respondo a Belor mientras tomo asiento frente al comisario.

¿Cuántas jarras llevaba? Si se le hubiera preguntado a él, Nox habría jurado que llevaba la tercera. La tercera desde hacía unas ocho o nueve, habría dicho Ameiko, que pese a todo había perdido la cuenta también hacía un par de ellas. Lo cierto es que llevara de verdad más o menos de diez poco importaba, pues con la nueva fortaleza que el dios nórdico, fuera quien fuera realmente, le había otorgado, apenas estaba más borracho de lo que había estado la noche anterior antes de la visita. Tenía sus ventajas, solo que en ese momento, ese en el que de verdad quería haber perdido la noción del tiempo y el espacio, no lo veía así. Y por eso seguía bebiendo. De mal humor.

Y así le encontraron cuando, tras no sabía cuantas canciones tocadas en su caramillo, regresaron los demás de sus asuntos, esos en los que no había participado.

– ¡Bienvenidos! – exclamó al verles, con una sonrisa pero sin una pizca de alegría, más bien con un marcado tono sarcástico, con sorna –. Seguro que lo habéis pasado bien, ¿eh? – dijo sin esperar respuesta, mirando a Samay un instante y de reojo al elfo –. No os preocupéis, yo he bebido por todos vosotros. Varias veces. Aunque si queréis os podéis unir aún – sopló en su flauta un par de notas, rió, dejó el instrumento sobre la mesa –. El día es largo aún.  Venga, sentaos, sentaos, no me miréis así. 

Un brillo azulado, chispeante, desafiante, apareció en sus ojos durante el segundo que dura un parpadeo, luego se esfumó como si jamás hubiera existido. Y en ese momento apareció Shalelu, que con rápidas palabras se despidió de ellos. Él se recostó en la silla, estirándose, y bebió de su hidromiel, acabando lo poco que quedaba ya. Dejó el vaso con un golpe demasiado fuerte e innecesario, y volvió a sonreír. De medio lado, con los labios solo.

– Bueno, contadme, ¿novedades?

De acuerdo los mantendremos vivos hasta mi regreso y luego ya veremos que hacer con ellos.

Después informáis a Nox de las noticias de que Molthune ha puesto un precio muy elevado a la vida de Oswyn por que al parecer posee algo de gran valor para esta nación.

Por último decidís haceros con un mapa de la región para dar con el lugar en el que Eladamri puede encontrar aquello que le prometió un cuervo envíado por un dios asgardiano.

Oswyn es quién mejor se maneja con el mapa, aunque Eladamri y Samay también tienen nociones, así que siguiendo el mapa y vuestro criterio llegáis a una zona boscosa tras una larga caminata que está cerca de vuestro destino; sin embargo ya ha anochecido por lo que tomáis la determinación de descansar en un lugar apropiado y continuar por la mañana.

Durante la noche no hay ningún percance en las guardias y al amanecer continuáis. El bosque sigue espesándose las zarzas y los cardos que crecen tan rampantes en la floresta Ortiga son aún más densos aquí cerca de la costa, que es donde se haya vuestro destino. Aunque no bloquea el sonido de las olas chocando contra la orilla más al oeste, la maleza es lo bastante espesa para impedir ver y acceder a la costa. Pocos árboles crecen tan cerca del linde marítimo, pero las propias zarzas a menudo alcanzan alturas que rivalizan con ellos; aquí, la broza mide casi seis metros de alto. Sin embargo, avistáis un tunel de 1,2 metros de alto que serpentea a través de la densa maraña de zarzas y ortigas. El suelo es de tierra compacta, con salpicaduras de plantas fibrosas que crecen en puntos al azar. Os adentráis en él agachandoos y siendo lo más sigilosos que podéis pues sospecháis que los goblins deben andar cerca y tras unos pocos metros debéis decidir hacia donde continuar, pues el túnel se divide hacia la izquierda, centro o derecha.