Partida Rol por web

Creekville se encontraba situada en el noroeste del estado de Ohio, en el extremo occidental del lago Erie y atravesado en diagonal por el río Maumee. Esta parte del estado se caracterizaba principalmente por su tierra poco accidentada, sin demasiados desniveles salvo por unos pocos montes dispersos, contando con las altitudes más bajas de todo el estado. Su suelo es muy fértil y su producción de maíz notable.

La ciudad ocupa unos 186 Kms2 creciendo desde la orilla del Erie hacia el interior y expandiéndose de norte a sur. Ronda los 225.000 habitantes. Su clima es templado y el paso de las estaciones se distingue perfectamente. Creekville está dividida en cinco distritos: El Distrito Portuario, el Distrito Central, el Distrito Jurídico, el Distrito Periférico y Uptown.

También sabes que Creekville está bajo el control de dos familias mafiosas: los Panepinto y los Moretti. En medio de todo están los irlandeses de Finnegan. La ciudad es un perfecto lugar para conseguir fortuna de la manera más rápida posible. Y estas dispuesto a conseguirlo.

Para ello te has instalado en un cochambroso motel del Distrito Portuario. Este distrito es el más antiguo de la ciudad y donde se encuentran los más vetustos edificios, algunos prácticamente en ruinas. Sus calles son estrechas, existen numerosos callejones y, en ocasiones, da la impresión de que las plantas superiores de las casas van a tocarse unas con otras inclinadas hacia delante. De fachada en fachada en muchas de sus callejuelas pueden verse tendederos con ropa de todos los tamaños y colores al aire, costumbre muy italiana, pues los pisos son pequeños y no hay sitio donde tender la ropa.

El Distrito Portuario, pese a todo, es un centro muy importante para la ciudad. En él se encuentra el puerto, toda la zona de trabajo de cara al lago y es punto de paso obligado para los transportistas que vienen y van las 24 horas del día en sus camiones con carga y descarga día sí, día también.

También en este distrito tienen su sede los sindicatos de obreros del puerto. Y dichos sindicatos están controlados por la mafia. Dos veces al día, por la mañana o por la noche, siempre hay alguien del sindicato echando un vistazo a los estibadores, calibrando si serían capaces de hacer trabajitos menores para alguna de las familias. Por eso mismo esta noche te encuentras frente a la entrada a los muelles. Ya hay un pequeño grupo de personas esperando cerca de los almacenes, pues un buque se encuentra fondeado y eso quiere decir trabajo y dinero para descargarlo.

Voy directo al grupo y al que vea con cara de chulo voy y le doy un empujón en el hombro. Justo cuado mire la mano le meto un puñetazo y unos cuantos mamporros más. En cuanto lo tenga medio controlado miro con el mismo odio y locura que miraba a los alemanes en la guerra y les suelto. - Ni se os ocurra si no queréis ser el siguiente. La voz de tarado o de excombatiente afectado daba más miedo que como había dejado el rostro del tipo.

Me agacho. Le saco lo que sea del bolsillo y me lo guardo. Tras esto, sin dejar de mirar a los demás, voy retrocediendo y me marcho.

Los pobres trabajadores que esperaban para comenzar el turno nocturno asistieron aterrorizados a como caes sobre uno de ellos y le machacas sistemáticamente la cara. Cuando el pobre tipo cae al suelo con la cara cubierta de sangre, le registras los bolsillos en busca de la poca calderilla que tiene. Como colofón, recoges su sombrero, que se ha caído al suelo durante la breve pelea y te lo encasquetas en la cabeza.

Después te alejas del grupo, pero alguien te llama:

-¡Eh, un momento! -te dicen.

El que te llama es el hombre del sindicato, que se ha acercado acompañado de un par de tipos robustos y mal encarados. Es un tipo de mediana edad, calvo, con gafas y de aspecto ratonil. Sonríe de manera amistosa.

-Veo que es usted un hombre muy... entusiasta -dice señalando al caído-. No se maneja mal con los puños. Tal vez podríamos tener algo para usted más interesante que descargar barcos ¿Qué me dice? ¿Está interesado?

No quería pasarse de chulo, sobre todo con los matones que había rodenado y protegiendo al ratón ese, pero era lo que buscaba. Un curro mejor que un simple estibador de puerto. No era mal trabajo y pagaban bien, pero sufrido y agotador. Este seguro que podría ser mejor. - No solo manejo bien los puños, pero me gustaría escuchar su propuesta ... aunque este no es el mejor sitio. Podría venir cualquier... dice mirando de reojos a los pobres curritos y a su "derribado" amigo con una sonrisa picarona y un extraño brillo de orgullo y culpabilidad en los ojos, ...desalmado y hacer Dios sabe que barbaridad.

-Bueno amigo ¿y qué tal se te da conducir? Estoy buscando algunas personas que hagan un trabajito fácil. Mover una cosa de aquí para allá. Rápido y se paga bien.

Lo he hecho unas cuantas veces. En la guerra había que evacuar heridos y eso era algo que se hacía deprisa o los pobres desgraciados se morían. Empezaba a ver por donde iba este tio. Y si hay que hacerlo se hará. Incluso en ocasiones las tropas de asalto teníamos que intervenir para limpiar trincheras. También, eran los de mi grupo los que llenaban las ambulancias y los hospitales.

-Excelente, entonces quiero verte mañana por la noche aquí mismo, en la entrada de los muelles. Te estarán esperando.

Satisfecho, dirige su atención hacia el grupo de currantes que espera ser elegido para estibar el barco anclado durante el turno de noche.

El ponerme a descargar un barco es una gran tentación, sobre todo por el dinero, pero es la forma ideal de que los curritos se la cobren y me dejen caer un palé lleno de cosas encima o me agarren entre varios y me del la del pulpo. No gracias, pensó para si mismo. No tengo ganas de morir dentro de un barco, aporreado por cuatro machacantes que tienen tuberías como arma en las manos. John tenía confianza en si mismo, en sus puños y en sus habilidades, pero una cosa es ser bueno y otra es ser idiota.

Se quedó a la espera de ver qué hacian los curritos. A vigilarlos un poco, de ver qué pasaba con el tipo que había "suavizado" y que, a su costa le había abierto las puertas a un trabajo distinto.

Pobres desgraciados. La sorpresa ha sido mi mejor baza, pero no hay que tentar a la suerte más de lo necesario.

El sindicalista, satisfecho, regresa hacia donde le esperan el grupo de trabajadores del turno de noche. El hombre al que golpeaste es puesto en pie por algunos compañeros. Pero está tan maltrecho que le mandan a su casa. Esta noche no podrá trabajar ni llevar comida caliente a su mesa. Al pasar junto a ti, te dirige una mirada de odio intenso antes de perderse por las calles que rodean los muelles.

Mientras, el agente del sindicato se ocupaba de pagar a los trabajadores del turno de mañana, que salían con aspecto cansado de uno de los almacenes cercanos. El hombre sacó un grueso sobre de color manila de la chaqueta. Poco a poco empezó a sacar pequeñas cantidades de dinero que entregaba a cada uno de los trabajadores. Entonces sucedió algo curioso. Varias personas mas, de aspecto peligroso, salieron de las sombras y se acercaron a los trabajadores que cobraban. Elegían a los que parecían más jóvenes o más débiles y les amendrentaba delante de todo el mundo para quitarles el sobre con la paga. El tipo del sindicato ni se inmutó ante el incidente. Como si los gritos, empujones y golpes fueran de los más común.

Entonces caes en la cuenta de que a ti también te han debido confundir con uno de esos extorsionadores al haber asaltado a uno de sus compañeros...

Selecciono objetivo.

Algo hay que sacar para poder pagar el alojamiento de esta noche y pasar el resto del día. Puede que algún remordimiento le recorra el cuero por haber conseguido un trabajo a costa de la salud y la familia de ese hombre, pero ... igual algo se le ocurriría.

Eso es lo que pensaba mientras se acercaba a su víctima. También mira al resto de matones, por si guardan un dinero a parte para reintegrarlos a la causa. Hay que seguir los usos y costumbres de la zona. El muchacho que había seleccionado se escabullía por un lado. Ese pensaba que se zafaba hoy. Tras un par de empujones con las manos planas en su pecho, susurrando le comento: - Podemos hacerlo por la vía rápida y tranquila o por la dolorosa e inminente ¿Qué eliges? Tras esto echa mano al bolsillo donde tiene la navaja. Siempre hay que estar prevenido por si hay que defenderse de verdad. De todas maneras igual no le daría una cuchillada, la usaría o para intimidar, o como es de las plegables, para tenerla empuñada, y así, hacer más daño y joder menos la mano.

El pobre trabajador mira asustado el pincho que acabas de sacarle. Resignado, se mete la mano en el bolsillo y te entrega la paga que acaba de ganar.

-Sois unos cerdos -te espeta-. Os aprovecháis del trabajo honrado de la gente decente. Algún día alguien os dará vuestro merecido, hijos de perra...

El grupo de trabajadores se dispersa a la salida de los muelles, cada uno hacia su casa. El grupo de extorsionadores se reúne entre risotadas para comparar sus ganancias. Un par de ellos te señalan y hablan entre sí, después se te acercan.

-¿Y tú de dónde has salido? Esta es nuestra zona ¡Lárgate de aquí antes de que te arrojemos al mar!

El espabilado al que acabo de atracar, o pobre desgraciado, antes de largarse se gana una puñetazo, y de paso le regalo un billete de 5 pavos. - Por las molestias y por listillo. Le susurro, tras el mamporro.

Sin contestar y sin más reparos me voy alejando de ellos, de los matones, sin que mi vista los pierda. Ya hablaré con vosotros otro día. Un gesto de saludo, cuando ya estoy lo bastante lejos, con el gorro, es la definitiva para marchar.

Mi intención, es ir a por el que aporré antes de que empezara la fiesta. Me gustaría darle algo, aunque fuera poco, ya que gracias a él he conseguido el curro. Ser agradecido es de bien nacido. No es que me de lástima, pero si tiene familia ... habrá que ser complaciente, sobre todo si tiene hijas.

Le localizas en la entrada de una de las estrechas calles que abundan en el distrito portuario. Al verte una mirada temerosa cruza sus ojos, pero en seguida se recompone.

-¿Qué es lo que quieres? ¡Ya no tengo nada más que darte!

Bueno, veamos ... la información es poder y tú necesitas algo que yo tengo. Le susurra desde cierta distancia. El tono de voz es elocuente, y poco amistoso. Lo mira con recelo y saca su navaja que abre, cierra y guarda otra vez. Espero que sea lo bastante persuasivo.

Quiero que me cuentes que va a pasar estas noches de hoy en varios días. y quiero que me cuentes cuales son las costumbres del puerto. Todo esto puede ir amenizados con un par de pavos o con un par de guantazos. Tú decides... Se acerca bastante mientras estira los dedos como si calentase para seguir dandole tortas. Tanto se acerca que espera que sus palabras sólo las pueda oir él mismo ... y no grites, que no nos tiene por qué escuchar nadie.

Según lo que me cuente la primera víctima, le haremos más preguntas ... o menos.

Espero que la motivación, las ostias que ya le di y la navaja hagan parte del trabajo.

-¿Quiéres que sea tu espía? -te pregunta-. Soy únicamente un trabajador. Sólo se lo que saben todos. De noche se mueve mercancía ilegal en el puerto: alcohol, cigarrillos. Los Panepinto y los Moretti usan el edificio del sindicato para mover los hilos. Sus hombres rondan la zona. Eso no le gusta a los irlandenses -ahora baja la voz-. Estamos cerca de su territorio, pero ellos ya no son nada en esta ciudad y todos lo saben. Han perdido el control y el respeto.

No, no, mi espía no. Prefiero algo mejor. Y comentó. Quiero que sea mi Goul. Esperaba que lo mirase sorprendido y alzó la mirada en espera de su respuesta.

Esta noche vas a descansar y reponerte de los mamporros que algún desalmado te ha dado. Pero no te va a salir de gratis haber hecho de Sparring. Le da el dinero que le resta menos dos pavos.

Ambos sabemos que hay veces que os atracan cuando salís del turno. Si yo te ayudo de cuando en cuando, ciertas noches podrás pasar seguro. Lo único que pido es un sitio donde dormir o poder estar. Y si hay algo caliente de comer ... mejor. No preciso de un gran sitio. No monto jaleo. No traigo putas a casa ... Lo único es un sitio que yo sepa que puedo ir cuando tenga que ir. Que podré dormir sin que me den un tiro ... y de cuando en cuando, te protegeré de los plastas atracadores estos ... y si puedo, pues algún dinerillo extra entrará en tu casa. ¿Qué te parece? Espera unos instantes y añade. Y claro, si tienes alguna información que pasarme, pues siempre vendrá bien.... o incluso que nos pueda beneficiar a ambos. Lo miró severo, como el maestro indolente que pregunta las tablas al niño bueno de la clase.

Todo, claro, entre susurros.

En la espera, se quitó el gorro y lo puso con cierta delicadeza en la cabeza de su anterior dueño, todo acompañado de una sonrisa.