Partida Rol por web

<<¿Cómo que coma? Ese Zack...>> Una pequeña sonrisa, tenue y ligera, casi como una sombra o fantasma de dicho gesto, se dibuja en su rostro. Ese sería un comportamiento típico de su amigo, probablemente lo único que quiera es fumar y hacerse el duro. No obstante, la curva fina de sus labios desaparece para de nuevo mostrarse tensa ante la espera de ver  su amigo lo más pronto posible.

-Cla.. claro, señorita- responde Antye por la petición de la mujer. No la recuerda muy bien, pero cree que podría ser abogada. ¿Ayudaría a su amigo? Si es necesario, ella pagaría todo lo requerido.

Después mira apremiante al sheriff, esperaba que sí la dejaran ver al chico y al saber la respuesta afirmativa, sus hombros se aliviaron un poco y un destello de menos de un segundo aparece en sus ojos.

-Muchísimas gracias...

Sin dejar pasar más tiempo la pelirroja deja su mochila, el libro que llevaba en mano y su móvil para adentrarse por la puerta que le señaló Wolf.

-Con permiso...

Escucho las palabras de Sheriff a la joven y le sonrío cuando se marcha, pero tentada me veo de soltar una carcajada cuando Wolf se dirige a mi, aunque ya estaba cansada de la su actitud para conmigo - Sheriff Wolf - le dije ahora usando un tono mas serio, frío y distante - al igual que usted, yo solo hago mi trabajo ahora bien, si fuese tan amable de facilitarme la información que le he pedido, cabe la posibilidad de que me marche antes - terminé de decir alzando una ceja, jamás había tenido un problema con este hombre, pero tampoco seguiría dejando que me avasallase como le diese la gana.

Cuando accedes a la otra habitación ves otra oficina, la principal del Sheriff. A la izquierda hay una encimera con una cafetera encendida y un microondas. En el centro un escritorio más grande y bonito que el de la sala anterior. Con un ordenador, muchas carpetas de expedientes y un flexo. Detrás del escritorio, en la pared, hay un mapa completo del pueblo y sus alrededores. 

En el fondo de la habitación hay tres celdas, dos so grandes y con luz. Estaban vacías. La tercera, donde está el chico, era más pequeña y estrecha. La luz apenas llega a esa celda. El muchacho está sentado en el suelo, con las rodillas flexionadas y la cara escondida entre sus piernas. Viste con una camisa de color azul (arrugada) y unos pantalones negros. A una pequeña distancia de él ves sus zapatos, una corbata y un chaleco, todo tirado de cualquier manera en el suelo. Alza la cabeza cuando te oye llegar. Cuando te acercas a él, ves que no está en la mejor de las condiciones. Su pelo castaño claro está muy alborotado, tiene unas grandes ojeras y está muy muy pálido. Aparte de estar empapado en sudor, escuchas su respiración forzosa. Recuerdas que tu amigo tiene claustrofobia y cuando se queda encerrado le dan ataques de ansiedad.

-Antye.... yo... siento darte siempre tanta preocupaciones- se pone de pie y se acerca a los barrotes- menuda mierda de amigo soy ¿eh? - sonríe un poco. 

Cuando el Sheriff iba a reprochar tus comentarios, se abre de nuevo la puerta donde aparece Lawrence. Michael se lleva una mano a la cara y resopla. No le gustaba tener tanta gente en la comisaría... NUNCA había tenio a tanta gente en comisaría.

Observo la escena atónito, al igual que la reacción del agente. - Vaya, parece que está ocupado, señor Wolf. - Al comprobar la presencia de Laveau confié en que ella estaría para defender a esa pobre alma confundida. - Cuando acabe, si lo necesita, pásese por la iglesia, puede hablar con Dios le ayude a encauzar este caso tan impropio de un seguidor de nuestro Padre. - Hago una pausa y, casi susurrando, hablando para mí. _{- Si no fuese porque es imposible, diría que es cosa de magia negra...}- Vuelvo a serenarme y miro a la abogada. - ¿Se está ocupando del chico, señorita Laveau?

La discusión con Wolf parecía estar a punto de comenzar pero para suerte o desgracia, el pastor de nuestro amado pueblo llegó en ese preciso momento – Pastor Berkeley – saludé cambiando el tono a uno más amable, sea como fuere no era culpa suya lo que estaba pasando ahí.

Escuché sus palabras con atención y un cierto remordimiento me carcomió por dentro – La verdad Pastor, se me ha encargado encarcelar a quien haya cometido el crimen – dije con tranquilidad – aunque aún no tengo pruebas suficientes como para comenzar los cargos sobre el joven.

- No es posible... - Digo visiblemente horrorizado, tal vez algo sobreactuado. - No puede aceptar el caso, letrada. ¿Acaso está dispuesta a llevar a prisión a un joven que, en el peor caso, ha tropezado? - Hablo de forma afectada, para provocar un efecto de culpa. Miro al sheriff y, recuperando un tono serio, formal, aunque sin perder ese toque de horror en mi voz. - Agente, le imploro que me permita hablar con el chico bajo secreto de confesión.

Pastor, si la jueza me pide que me haga cargo de un caso no puedo negarme, pero  déjeme asegurarle que hasta que no tenga pruebas fehacientes , no llevaré al chico al juzgado – le digo con tacto y tranquilidad, no sabía que el chico fuese tan querido entre la comunidad, pero eso no le hacía menos culpable si lo era – pero no llevaré a un inocente a la cárcel, no os preocupéis por eso.

El Sheriff apura su café que se empezaba a quedar frío - lo siento reverendo, pero los secretos de confesión deben hacerse en la parroquia. Además ahora hay una chica dentro hablando con él

Suspira y mueve el cuello hasta escucharse un leve crujido - Bueno, el testigo ya se ha marchado a casa, ya has hablado con el chaval... ¿Qué necesita? - esta vez hablaba sin ninguna nota de sarcasmo en su voz. 

No hay sonrisa en rostro, y mi tono sigue siendo tan frío como antes - el informe completo de la escena del crimen, la primera confesión del sospechoso y del testigo, aparte de su propia declaración, pero esto ultimo puede hacerse luego - le respondo con tranquilidad, puede que él tenga un día complicado, pero no es el único que tiene trabajo.

- Con el debido respeto, señor sheriff. - Uso un tono serio, acomodándome a los otros dos. - Yo soy pastor dentro y fuera de la iglesia. El joven ya ha sufrido mucho en su vida. Sé cómo puede sentirse un huérfano, así que permita que hable con él, que le dé descanso a su perturbada alma. - Hago una pausa y lo miro a los ojos, colocándome la mano derecha en mi pecho. - Permita al menos ese acto de bondad cristiana. - Miro hacia una de las sillas y me dirijo hacia ella, para sentarme. - No me importa esperar.

Resopla al ver como el pastor se sienta - no me respeta nadie aquí...- susurra un poco cansado. Se masajea la sien con una mano - veamos... - coge una carpeta y saca un documento el cual fotocopia y te entrega el duplicado. 

-Aquí está el informe completo, el arma del homicidio está en laboratorio ahora mismo, para comprobar huellas y esas cosas... 

Vuelve a dejarse caer sobre su asiento - cuando sepa algo le llamaré a usted o su secretaria

Muchas gracias Sheriff - le digo cogiendo las cosas que me pasa, ahora era cuando lamentaba haber sido tan poco cortés con él, pero se lo había buscado él solito - que tenga una buena tarde Sheriff - me despedí, y aunque pudiese sonar sarcástico, lo decía sinceramente.

Me acerqué al Pastor y sacando una tarjeta de mi bolso se la paso al buen hombre - ¿podríais entregarle esto a la joven que está dentro cuando salga? - le pregunto mirándole a los ojos - es muy importante que hable con ella - espero a su respuesta y salgo de la comisaría despidiéndome de ambos hombres con un simple  - Hasta luego.

Cojo la tarjeta y sujeto a la joven con ambas manos durante unos instantes. - Si este caso se convierte en una carga para usted, ya sabe donde encontrarme. - Dicho esto, le dedico mi mejor sonrisa tranquilizadora. - Marche en paz y recuerde, Dios está con usted, seguro que la guía para encontrar la verdad.

Un bufido proviene del sheriff al escuchar las palabras del reverendo. Seguía con sus papeleos y sus llamadas. 

El lugar no le es tan mal cuando entra, pues parece ser una instalación cualquiera que resguarda a sospechosos delictivos.. Pero es imposible que Zack haya cometido homicidio, al menos agradece que los cargos no sean de un asesinato. La joven avanza con su nariz rojiza hasta que lo divisa al fondo de las celdas. Antye acelera su paso y cuando llega, no puede evitar gemir con tristeza.

-Zack...

Cuando el joven se levanta ella siente el impulso de tocar su mejilla, pero se detiene antes de poder llevarlo a cabo, por lo que se limita a tocar las manos de su amigo mientras se apoya en los barrotes.

-No digas esas cosas...-reclama ante su comentario. Por su tono de voz, es evidente que había llorado un poco y lo seguía conteniendo-. ¿Cómo estás? Sé que es una pregunta estándar, pero quiero saber cómo te encuentras... 

La pelirroja examina la celda y se asusta por la poca higiene ni el escaso cuidado del mismo. Pareciera que dedican esa zona a los criminales más repudiados.

-Hasta ahorita me enteré, perdón por no venir antes-la mirada de la joven era atenta y preocupante, le dolía ver a Zack ahí.- ¿Qué pasó? ¿Por qué te inculpan de algo que no hiciste?