Partida Rol por web

Ríe un poco ante tu comentario mientras arranca el coche-  Claro preciosa, yo te invito. Pero espero que no decidas ponerte las botas - comienza a conducir de vuelta al pueblo, debajo del manto de agua que cae, haciendo difícil la visión -¿dónde te apetece ir? tienes tiempo para decidir- se arrima un poco al volante y entrecierra los ojos un poco- voy a tener que ir despacio, se ve un carajo con esta lluvia... después de cenar podemos tomar una copa ¿te parece?

Te mira un momento para ver tu reacción y con rapidez vuelve la vista a la carretera. 

Suena como un plan perfecto y el comienzo de una disculpa - responde sonriendo, mirándolo con cariño. Luego mira hacia al frente, los ojos puestos en la intensa lluvia que caía frente a ellos - ¿De dónde demonios sale tanta lluvia? No recuerdo que lloviera así en toda mi vida. Seguro en la tuya si, que eres más viejo, y pasaste por el diluvio.

Abre la ventana y saca la mano, jugueteando con su dedos con las gotas que caen y chocan con brusquedad contra su mano por el viento al avanzar en el coche.

Ríe un poco -vaya, vaya si que sale caro pedirte disculpas. Anda queda poco para llegar, decide- cuando le llamas "viejo", su expresión es de "enfado", sin poder evitar dibujar una sonrisa divertida -¿viejo yo? ¿así tratas a quien te lleva a cenar? -chasquea la lengua - en mis tiempos, antes del diluvio claro, las jovencitas no eran tan descaradas ¿sabes? - te dice bromeando.

Te mira de reojo durante unos segundos y sonríe cuando te ve jugueteando con la lluvia -eres una chica maravillosa, Raphaelle... 

Se ríe ante las respuestas de Sebastian, le encantaba que entendiera su sentido del humor y que le siguiera las bromas como lo hacía. A cada segundo le gustaba más pasar tiempo con él, pero era aquello mismo lo que a momentos le molestaba. Nunca había tenido una relación cercana con nadie, y la idea de pasar tiempo con alguien más era, cuando menos, extraña.

Ante el repentino cumplido, lo miró sonrojada. Habiendo sido insultada toda su vida, los halagos le parecían incómodos y le producían desconfianza automáticamente. Pero el doctor se veía un buen tipo... Lo era ¿no? Mierda, odiaba esa inseguridad constante. Tenía que haber alguna manera de quitársela de encima. 

Miró de nuevo hacia adelante, observando la lluvia. 

¿Que tal si nos vamos al Black Rose? Así no tenemos que pasarnos de un lugar a otro.

Asiente con la cabeza cuando decides el destino -Me parece estupendo, comida, una buena copa y buena compañía. Me parece un buen plan nocturno - sonríe ampliamente- ¡Al Black Rose pues!

El camino de vuelta no se hace demasiado largo y al poco tiempo llegáis al Black Rose. Poco a poco la lluvia pierde intensidad y podéis vislumbrar pequeños claros en el cielo. Sebastian se acerca hasta tu puerta y te ofrece el brazo con una sonrisa -¿vamos? 

Se levanta y se afirma de él.

Vamos.

Camina junto al doctor en dirección al Black Rose.

Sales de la sala, sin que mucha gente se percate de ello. Están más ocupados viendo como se desarrolla los acontecimientos o como buscar a esos malditos rebeldes. Te diriges hacia el bosque, hacia el lugar que sientes que debes ir. Es una sensación extraña, como si tu corazón te mandase a ir allí. Cuando llegas al puente, al otro lado te encuentras una figura familiar. Tu compañero de clase, Zacharias, está con ambos brazos apoyados en uno de los lados del puente. Tiene la cabeza entre los dos brazos, por eso aún no te ha visto. Cuando te fijas un poco más en él, ves que tiene unos pocos cortes en su ropa, en los que algunos hay algo de sangre. En su espalda cuelga una mochila bastante vieja.

Dejándose llevar por sus pies hasta ese lugar, Antye no daba crédito a lo que sucedía, pues no tenía idea de porqué deseaba ir a ese lugar específicamente. Cuando divisa a lo lejos a su amigo, su corazón se acongoja y se lleva una mano a la boca. <<¿Zack? ... ¿Pero cómo?>> Tal vez una casualidad, tal vez un presentimiento.

Temerosa y decidida al mismo tiempo, la pelirroja se va acercando hacia el chico y al estar a pocos metros de él se detiene y se aclara la garganta nerviosa. Nota las heridas y su mal estado, preocupándola más de lo que ya estaba.

-¿Za-Zack? ...

Levanta la cabeza sobresaltado y te mira con los ojos muy abiertos. Su respiración es acelerada, está pálido, con algunos rasguños en la cara y sudoroso mira detrás de ti antes de acercarse -¿vienes sola verdad? - se acerca más a ti -¿verdad? - te coge de los hombros, traga saliva y mira un momento a tus pies. Le notas un pequeño tic nervioso, se muerde un poco el labio inferior y mira a todos lados de vez en cuando. Antes de que puedas decir nada coge algo de la mochila, saca una pequeña caja de madera de la cual puedes oír el latido de un corazón -y-y-yo lo si-siento, creía que iba a estar a sal-salvo conmigo - vuelve a tragar saliva y con los ojos muy abiertos se asegura una tercera vez de que no hay nadie cerca. Abre la caja y hay un corazón, pero no es un corazón normal. Es rojo, vibrante y hay algo mágico en él. Te duele un poco el pecho, como sintiendo que te falta.

Hay gente peligrosa en este pueblo, gente que puede hacerte daño, son personas que no quieren finales felices para nadie. Si ellos no lo tienen, se asegura que los demás tampoco - te dice con la cabeza gacha - y me temo que yo ahora voy a ser uno de ellos, Antye - levanta la cabeza y le ves los ojos y la nariz roja-  ni se te ocurra volver a verme y si lo haces vete...

La actitud nerviosa de Zack asusta a Antye, al punto de quedarse callada mientras él hablaba sin interrumpirlo y más cuando le muestra ese corazón. El pecho parece volver a dolerle y recuerda su sueño, donde volaba y de repente parecía caer mientras escuchaba latidos de ese órgano vital. 

-¿Qué.... qué es esto? ¿Por qué dices esas cosas?

La mirada de la pelirroja era entre ese objeto y los ojos hundidos de Zack, atónita y a punto de llorar. No entiende qué es lo que está pasando.

El muchacho respira profundamente y lejos de responderte, coge el corazón y lo introduce en tu pecho, algo que te recuerda a lo que hizo la juez Aldrich hoy. Te duele, pero poco a poco, una sensación de calidez vuelve a ti. Una vez introducido el chico da unos paso atrás -lo siento mucho Antye, de veras...- dice con una expresión ensombrecida y se coloca de nuevo el asa de la mochila en el hombro - esto no debería ser así... - se da la vuelta y comienza a caminar. 

Antye no podía creer lo que estaba pasando. ¿No sera una simple alucinación? El dolor y la calidez parecen gritarle lo contrario, reafirmando que la magia existe.

-Esto... es increíble.

La pelirroja comenta con voz entrecortada, exaltada y con miedo al mismo tiempo. ¿Su libro de cuentos será igual de relevante? Entonces lo que pensaba en la asamblea es cierta: todo es una pantalla de humo para ocultar cosas más importantes por parte de la alcaldesa. De repente recuerda que en la historia de Blanca Nieves, la bruja era su líder local. <<Eso significa que...>>

Una lágrima interrumpe sus pensamientos, y se percata de las palabras de Zack. Antes de que él se vaya lo abraza por la espalda, aferrándose a evitar que se vaya de ahí.

-No... no te vayas. ¿Qué está pasando? ¿Qué quieres decir con que no deseas los buenos finales? Zack, dime... Zack...

Se detiene al notar que le han abrazado, suspira y mira de reojo hacia ti - Antye, no debería estar aquí hablando contigo-  resopla y se da la vuelta para abrazarte. Te pone una mano en la cabeza - porque mi destino es ese Antye, la locura es mi maldición - deja caer los hombros, derrotado - y así va a ser a partir de ahora. La Reina Roja - dice ese nombre con dificultad, como si temiera que esa persona vaya aparecer- así lo ha querido y no puedo evitarlo... - te separa de él y te mira con ojos tristes, muy tristes - y es mejor que no te vea conmigo.

-¿La Reina Roja?

¿Acaso un personaje de cuento tiene más poder sobre él? No, no debe pensar en eso. Han pasado cosas tan extraordinarias que debe asimilarlo. El rostro del chico le indica que debe resignarse y lo suelta, no sin antes de agarrar su mano con fuerza. Un destello aparece en sus ojos, se limpia las lágrimas con la mano libre y suspira hondo.

-Te prometo que saldrás de esta, Zack. Serás libre de nuevo y las cosas que ocurren en este pueblo tendrán solución. 

Antye intenta sonreírle, tanto para darle fuerzas a él como a sí misma. Luego lo suelta y con sollozos se despide, pues en su interior sabe que no debe retenerlo.

Sonríe un poco ante tus palabras -ojala sea así, no habría nada nada mejor - se acerca a ti y te da un beso en los labios que casi dura unos minutos. Vuelve a poner su mano sobre tu cabeza - aún así, si me ves... no confíes en mi - te da la espalda y se marcha a paso ligero.

Después de un buen rato buscando por el bosque, encuentras en el Puente de Los Trolls a dos personas. Un chico, ves que sus ropas están algo rotas, está bastante pálido y camina para introducirse en el bosque. La otra persona es una chica pelirroja, jurarías que estaba en la asamblea del ayuntamiento. Ella en cambio está en el sitio. 

Me acerco con paso tranquilo un una sonrisa agradable:

-Se dice que los trolls eran dueños de este puente sabéis, robaban a los viajeros y cruzaban el puente, nadie se atrevia a cruzárlo-dije sonriendo, no los miraba a ellos miraba hacia al infinito.

-Bueno ya sabeís quien soy, almenos tu peliroja-le dije a Anty

-Mi nombre es Naxael joven y soy quien pego un puñetazo, al sheriff, diria que no me siento orgulloso de ello pero mentiría en este pueblo hace falta que alguien empiece a moverse y a decir las cosas que piensa, no crees, o soy el unico que piensa que nuestra alcaldesa es una arpia-dije sonriendo, cuando estaba alado de ellos me pare.

-

El chico al percatarse de que le sigues, se da la vuelta y te mira molesto - ¿qué haces? ¿quién eres? - mira a Naxael de arriba a bajo - me marcho ¿vale? - se da la vuelta dispuesto a seguir su camino.