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[Only War] Una vez más a la brecha I

I: Llegada a Alabastria

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08/07/2019, 15:23
Narrador

Empezó de manera imperceptible. En los bordes del sistema planetario en el que orbitaba el mundo de Alabastria, una perturbación en la Disformidad hizo sonar la alerta en los cogitadores de las naves que mantenían el bloqueo imperial sobre el planeta, pero la posición de las mismas apenas varió en respuesta. El Empíreo había estado inusualmente plácido en los últimos meses, y los coros astropáticos habían transmitido la información y los códigos de verificación sin dificultad ni posibilidad de error.

El espacio parpadeó, se contorsionó y se abrió. Y a través del negro tejido desgarrado de la realidad, surgió la inescrutable y perversa luz de la Disformidad.

A través del hueco, aparecieron una serie de naves. Salieron con rapidez al principio, como si la realidad del Caos las hubiera arrojado hacia fuera, pero luego descendieron a una velocidad más majestuosa. Naves imperiales.

La flota de refuerzo de la Armada Imperial ejecutó el salto de salida de la Disformidad en perfecta sincronía y ordenada formación. Las naves de escolta, veloces destructores y ágiles fragatas, se colocaron con rapidez en los flancos y dejaron paso a las verdaderas naves de guerra. Un Crucero de Batalla, dos Cruceros y seis Cruceros Ligeros, detrás de los cuales llegaban una docena de transportes de clase Cetáceo, los popularmente conocidos como "Ballenas", a bordo de los cuales viajaban los regimientos de la Guardia Imperial.

Los canales de comunicación se llenaron de saludos y mensajes de comprobación a medida que los recién llegados se aproximaban al planeta. Algunos mensajes mostraban cierta cautela. A pesar de que todas las naves presentes en el sistema eran del Imperio de la Humanidad, solo la mitad de ellas iban pintadas con los colores verdes, dorados y blancos de la Armada Imperial. La otra mitad, la mayoría de las que rodeaban el planeta, lucían el rojo y blanco de la Casa Draven de Comerciantes Independientes.

La aproximación se completó sin incidentes, ambas flotas se unieron y las naves de guerra adoptaron una posición de vigilancia sobre la órbita, mientras que, una vez estuvieron todos en posición, las "Ballenas" abrieron sus vientres, y dejaron escapar su contenido al espacio.

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08/07/2019, 16:40
Narrador

De cada Cetáceo salieron naves de desembarco de clase Devorador, que descendieron y atravesaron la árida atmósfera del planeta. En su interior, ajenas a todo salvo a alguna ocasional y breve sacudida, las compañías de soldados de la Guarida Imperial aguardaban a que estas llegaran a tierra. Para algunos, había sido un viaje de meses, para otros, de meras semanas, lo que habían tardado en reunir las fuerzas y enviarlas hacia Alabastria. Para los veteranos, el viaje no había sido más que otro de muchos. Para los más jóvenes y novatos, aquél sería su primer despliegue, su primer teatro de combate, su primera batalla.

De tanto unos como de otros, muchos no volverían a embarcar en otra nave. Alabastria sería el último suelo que pisaran.

Y sobre ese suelo se posaron las naves de desembarco. Las compuertas se abrieron para dejar paso a la brillante luz de un sol inmisericorde, a una extensión inacabable de tierra rojiza y roca, interrumpida únicamente por las líneas de trincheras y fortificaciones levantadas por las fuerzas asediantes. Y a lo lejos, la silueta de la ordalía que a todos les esperaba.

La Ciudadela de Acero.

Los oficiales les dieron poco tiempo para contemplar el paisaje, rápidamente estuvieron desfilando por las rampas en formación y marchando, hombres y vehículos, desde la zona de desembarco hacia las posiciones traseras de las líneas imperiales. A su encuentro, salieron otras columnas similares de hombres, marchando al mismo paso: las fuerzas relevadas, que tenían por fin su oportunidad de salir de allí. Las tropas pasaron las unas al lado de las otras, pero hubo pocos saludos o gritos de ánimo. El aspecto de los que se retiraban eliminó cualquier posible pensamiento positivo.

Los regimientos de los Jenízaros Macabeos y de los Korps de la Muerte de Krieg habían atacado sin descanso los bastiones del planeta sin descanso durante cuatro años, hasta que el mayor de ellos, la Ciudadela, había probado ser un hueso demasiado duro de roer. Los infantes caminaban decaídos, casi arrastrando los pies. La lágrima que salía del ojo izquierdo de las máscaras mortuorias con la efigie de San Drusus quedaba apropiada con el estado de ánimo de los Jenízaros, aunque algunos alzaron la vista hacia los recién llegados y se los quedaron mirando mientras avanzaban.

Los krieguitas no. Estos marchaban con la mirada recta, si bien oculta tras sus máscaras de gas, aunque cabizbajos, ajenos a todo lo que les rodeaba, concentrados en flagelarse mentalmente por su fallo en el servicio al Emperador, ya que ni siquiera habían podido dar su vida en su nombre como tantos de sus compañeros. Desde las líneas, desde las posiciones donde descansaba la artillería, los soldados del Korps que se quedarían allí observaban la retirada de los suyos con férrea determinación. Ellos limpiarian su fallo, y acabarían por echar la Ciudadela abajo, incluso si tenían que hacerlo echándose ellos mismos sobre las murallas.

Los regimientos que se replegaban embarcaron en los mismos transportes que habían traído a Alabastria al 9º Grupo de Batalla, al tiempo que las tropas de refresco llegaban a sus líneas y empezaban a ocupar las posiciones en las que vivirían a partir de ahora, y hasta que el asedio se completase de una manera u otra. A lo lejos podían verse y escucharse detonaciones, fruto del fuego de artillería y de la aviación que atacaba al enemigo.

Al pie de una montaña, oscurecida por las nubes y el humo de las explosiones, la Ciudadela de Acero les daba la bienvenida.

Notas de juego

Por el momento estáis divididos por regimientos, por lo que solo podéis hablar con los que pertenezcan al vuestro.

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08/07/2019, 18:26
Nereida Kriemhild

El viaje había sido como otro cualquiera de no haber sido por aquellos bastardos, los tabrisianos. Los penales parecían mejores hombres y mujeres al lado de esos descerebrados cuyo acento le daba dolor de cabeza. Solo el Emperador sabe porque los deja con vida; al menos había ejecutado a varios de ellos en una de las reyertas que se dieron en el transporte. Para Nereida no fueron suficientes aunque le satisfizo. Eso y la perdida de su mentor fue lo que le agrió el viaje, deseó haberse podido desquitar aún más con los del acento de chiste, pero así era la dura vida en la guardia imperial y en el Officio Prefectus.

Cuando llegaron al frente, la comisaría no miró a los hombres que parecían estar cansados de tanta guerra, pero a los pocos minutos le saltó el resorte de buena comisaría y conforme se iba cruzando con los alicaídos jenízaros, Nereida les dedicaba algunas palabras de aliento pero nada de arenga motivacional, no era el momento. Al menos ellos podrían abandonar el asedio y descansar unos días, o meses, quien sabe. En cambio los de Krieg no despertaban mucha simpatía en Nereida, autómatas, sin rostro, sin nombre, solo números para identificarse; una cosa eran los penales y otra ese comportamiento suicida y extraño. Prefirió mantenerse alejada de ellos y centrarse en sus propia escoria, los condenados.

En el trascurso de la caminata tuvo que meter en cinta a un par de tunantes que hacían de las suyas pero nada grave por el momento. El destino le puso cerca de McKnife y de Bernin, a los cuales les saludó con una peligrosa y sádica sonrisa - se espera mucho de ustedes. Espero sepan estar a la altura de la misión que nos viene encima, quien sabe, puede que se ganen el perdón - les dijo mirándolos por encima del hombro sin dejar de sonreír de manera peligrosa. Entonces recordó algo y soltó una exclamación con cierta sorna - soldado penal McKnife, debo darle mi más sentido pésame - la sonrisa que enmarcaba su rostro demostraba que le importaba una mierda de groxx - al salir al espacio real llegaron nuevos mensajes, y al parecer su hermano, el piloto allá en los mundos del Sabbath ha muerto en combate. Espero sepa honrar su memoria - y sin más, sin alejarse mucho de ellos, empezó a abroncar a dos penales que se peleaban por una pistola de aspecto sospechoso - no me hagáis desenfundar a Menelao, cabrones - dijo entre dientes y llevándose la diestra a la funda de su pistola bolter - vamos, dadme la puta pistola 

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08/07/2019, 19:43
[Muerto] Andre de la Estocada

El viaje había sido largo, pero ya estaban en Alabastria, ahora solo tocaba el vencer a los enemigos del emperador aunque la mirada fría y derrotista de los jenizaros y los korps no ayudaba, sabía que ellos eran conocidos por su determinación y fe, algo que no me ayudaba a mejorar los ánimos, pero si había algo que tenía que recordar, y era que Anzaro y yo eramos los jodidos galeno de la escuadra, y posiblemente debía llevar mis conocimientos al resto de tropas presentes, tenía que evitar que el máximo numero de hombres se fueran con el emperador demasiado pronto, a parte de ayudar a tomar esa jodida fortaleza, aunque para eso tenemos ogretes y tanques, aparte de nuestros lanzagrandas, por lo que miro a mi escuadra y a mis compañeros de regimiento, si algo tenía claro, era que tarde o temprano, esa fortaleza iba a ser nuestra, no había duda.

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08/07/2019, 20:13
[Muerto] Mesut Emrah

Mesut sintió el viaje por el inmaterium como un pesar interminable... Era su primer viaje por la disformidad, y quien sabe si el último, y el joven sintió el desasosiego y la impaciencia del propio viaje. Y sí, hablamos de impaciencia, con apenas 19 años y unos meses de entrenamiento, Mesut fue elegido en el diezmo imperial para servir... pero si no le hubiera tocado tal honor, habría presentado su candidatura voluntariamente; no obstante, ser elegido era una forma de fortuna y estaba bien visto entre su familia.

Su familia también formaba parte de las tropas tropas que Tabris aportaba al Astra Militarum: su hermana Nuray era sargento en el 18º y su primo Deniz era predicador y viajaba en el 18º también. Ser parte de las fuerzas que sirven al emperador era una tradición y un honor en los Emrah, y él no iba a ser menos.

De Mesut poco había que decir: rozaba el 1.80, tiene la piel del color del trigo y estaba tal vez un poco canijo.* Rezaba con asiduidad y era bueno con el rifle... en general, había buenos tirados en Tabris y su hermana le había dicho que había oído que el Coronel Kemal Pasha esperaba hacer un uso intenso de los tiradores selectos como el en los asedios, así como en misiones sagradas de reconocimiento. Era sólo un rumor pero ería un honor servir al Emperador donde lo llamaran.

Por otro lado, se sorprendió de tener que compartir transporte con las Hienas carroñeras ..entendía la posibilidad de redención, pero era un entendimiento limitado. Que las hienas no respetaran las estrictas horas de oración ni los días santos de la Eclesiarquía -que en Tabris se habían multiplicado groseramente- sacaba de quicio al joven. Sin Fe no se podía combatir..y sabía que los convictos, violadores, apóstatas ocultos y gentuza varia acabarían huyendo en la batalla: no eran de fíar y encima le habían entorpecido todo el viaje. Que fastidio. Sabía que todo el regimiento pensaba de forma parecida y que habían tenido incidentes aislados que reforzaban esa enemistad: Fe vs Obligación. Puros vs Convictos. Determinación vs Cobardía.

Cuando salieron del inmaterium, un brillo apareció en el joven..y cuando procedieron a desembarcar, dejando por fin la compañía de la Hez del Astra Militarum, que eran los regimientos penales, no pudo sino decirle a su compañera Demet:

-Estoy deseando bajar y salir de esta condenada nave... - había ansiedad en el especialista por bajar y afirmó - estoy seguro que el Emperador nos dará muchas opciones de servirle- el tirador selecto miró su láser largo y volvió a mirar a su compañera.**

 

Notas de juego

*añadiré descripción estos días.

** doy por hecho que nos conocemos.

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08/07/2019, 21:06
Orrin Falkenhorst

Orrin descendió de su transporte listo para una batalla, para un desfile, o quizás para ambos. Con un paso marcial engañosamente tranquilo, se encargaba de ser bien visible, con su armadura y uniforme cuajadas de plumas y cintas multicolor, que dejaban claro para todo aquel con ojos quien era y dónde estaba. El mensaje era claro: mi nombre es Orrin, soy yo quien va a matarte. 

Para otros podría parecer una temeridad, o quizás una estupidez pura y dura, pero esa gente no entendía la emoción de desafiar a la misma muerte... Algo que en los Doblesueldos, por la naturaleza de su servicio, debían hacer todos los días. Y ya que debían hacerlo, mejor que fuera por la puerta grande. A las decoraciones adicionales se sumaba una armadura en un estado de mantenimiento que habría hecho llorar de emoción a un maestro de forja marciano, y algunas sutiles modificaciones aquí y allí... Así como, curiosamente, un botiquín colgando del cinto. 

Saludó con una sonrisa oculta bajo la máscara respiratoria a los refuerzos mientras pasaban, y un leve alzamiento de su sombrero de ala ancha, negándose a dejarse amilanar por todo aquello. Allí delante estaba la muerte, llamándoles. Pero la respuesta a la Vieja Parca sería la misma que había sido otras veces: que te jodan. 

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08/07/2019, 21:13
Reinhardt Krause

Reinhardt Krause, sargento de la 11ª Compañía de Asalto, descendió del Cetáceo escoltado por los miembros de su escuadra. Ataviado con su armadura de caparazón blanca, su boina emplumada y el montante, emblema extraoficial del regimiento, caminaba con la mirada puesta en la Ciudadela de Acero. La visión de tamaña fortaleza al servicio de los Poderes Ruinosos era una afrenta en sí misma a lo que el Imperio representaba y a todo por lo que ellos luchaban... por lo que se obligó a sí mismo a mirarla, rumiando el desagrado que le producía hasta que lo sintió asentarse con firmeza en sus tripas. Pese al odio que ardía en su interior, algo dentro de él le decía que aquella era una visión que iban a tener que contemplar por mucho tiempo. Esperaba equivocarse.

A su alrededor, los Doblesueldos marchaban con entereza y disciplina, de la que los oficiales habían encargado a todos hacer acopio. Nadie dudaba de la eficacia que sus hermanos del regimiento y él podían desplegar en combate, pero la vida entre batalla y batalla era un asunto muy distinto, especialmente cuando uno servía en un grupo tan variopinto como el que habían enviado a aquel planeta. El Noveno incluía desde legionarios penales a regimientos de nobleza tyviana. No hacía falta ser un genio para saber que muchas de las contiendas más crudas de la campaña se iban a librar en el campamento. Por eso mismo, minutos antes del despliegue, se había dirigido a Arrin, Orrin, Gerald y a todos los demás. 

—Mantengan el orden, señores. No hemos venido solos a Alabastria, y no vamos a luchar solos esta guerra. Sí, muy probablemente la ganemos solos —dijo, luciendo una sonrisa nada habitual en su rostro—, pero entretanto tendremos que cargar con el resto de la Guardia a nuestras espaldas. 

El ojo que le quedaba, del mismo gris que las canas que le asomaban por la barba, recorrió uno por uno a sus soldados, a la vez que lo hacía el implante ocular que ocupaba el sitio del que había perdido hacía años. Los rasgos de su rostro y su porte eran regios, los de un noble, y se decía que su padre, en vida, había sido el margrave de Dahlen. Él nunca hablaba de tales cosas. La vida que había conocido no tenía nada que ver con la que vivió él. Cuando volvió a hablar, lo hizo con la gravedad que le caracterizaba. Reinhardt Krause debía ser uno de los pocos Doblesueldos sin sentido del humor que quedaban con vida. 

—No quiero problemas. Hemos venido aquí a luchar contra el Enemigo, no entre nosotros. ¿Entendido? —se puso el casco, colocándose la boina sobre este como acostumbraba a hacer, e inmediatamente las plumas empezaron a ondear al son del viento que se colaba en la nave conforme las compuertas se abrían— ¡Somos Tempestus! ¡Liderad con ejemplo! ¡Por el Imperio! ¡Marchen!

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08/07/2019, 21:34
Desastre McKnife

Un viaje lento y con mala compañía, siempre lo mejor para la flor y nata del mundo penal. Desastre se acomodó en la cápsula de desembarco, cinco asientos por detrás de la primera fila y encendió una cola de lagarto Ataresano desecada y le pegó un par de caladas con disimulo. El único residuo de fumar algo así era vapor de agua, así de nocivas eran las toxinas de eso, que se querían quedar dentro del cuerpo. Evidentemente iba en contra del protocolo (más que nada por aquello de impedir el reciclaje de su biomasa para posterior consumo llenándolo de sustancias letales), pero ¿que más daba el protocolo si nadie se enteraba? Reflexionó mientras miraba como se consumía la cola de lagarto. La vida era corta para preocuparse.

Y, después de un momento de relativa paz (si uno ignoraba la vibración y la sensación de ingravidez turbulenta de la caída), volvieron los gritos y el mal humor. ¿Tanto costaba pedir las cosas por favor? Empujó al gilipollas que tenía en frente, para que se moviera y le dejara espacio para levantarse. El transporte tocó suelo con un impacto vibrante y pudo levantarse mientras las puertas se abrían con un siseó. Lanzó la colilla de la cola de lagarto al suelo y lo pisó con fuerza. Tenía su nueva armadura, por la que había pagado más de ciento veinte cigarrillos, dos horas de Lupo el ladyboy y un favor con Desay el chatarrero para el viejo Taklavak. El anciano habia vivido toda su vida en el mundo pisión y era un maestro de la construcción con todo tipo de materiales. La verdad es que había hecho un buen trabajo. A pesar de parecer un montón de chatarra, era más ligera de lo que parecía y le convertía en un pequeño tanque. No estaba tan contento con el pequeño Chappie, su lanzallamas, pues el ingeniero había sabido integrar la vieja receta de la abuela McKnife para auyentar recaudadores de impuestos pero ahora el trasto vicioso se tragaba el prometio como si fuera helado un día de verano en Termica VII.

El planeta era un montón de mierda, como era de esperar. Tanta historia por un montón de polvo. Se apostaba algo a que ni siquiera había una destilería en condiciones en todo la maldita roca. Un planeta entero lleno de gilipollas. Como los demás, vamos.

- ¿A quien le importa lo que haga ese gilipollas?- respondió a la comisaria, oteando el horizonte. Se apostaba algo a que esa cucaracha de Regor no había muerto y volvía para beberse todo el ponche en San Patricio como la última vez. Hacía falta más que eso para acabar con un McKnife.

 

 

Notas de juego

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08/07/2019, 22:35
[Muerto] Onorato de Lascaris

Habían pasado varios meses desde la salida y finalmente habían llegado. Alabastria era ciertamente un lugar bastante diferente a su natal Tyvia, pero no parecía algo realmente fascinante. Tomo una gran bocanada de aire, cansado del aire reciclado que había en su nave de transporte y entonces procedió a bajar por la  inmensa rampa con el resto del regimiento.

Su compañero Almeyque no dejaba de balbucear y de mencionarle lo que él ya había notado por su cuenta. Los soldados que se retiraban tras su relevo se mostraban agotados, con los hombros caídos, casi arrastrándose. Trago saliva ante el mal presentimiento que tenia, y sintió una rara sensación en la cervical luego de escuchar los estruendos y ver los destellos que se producían al horizonte, acompañados de interminables columnas de humo que se alzaban hacia el ennegrecido cielo.

Despejo la preocupación de su mente, y puso fe en el Emperador para que lo cuidase, prometiéndole que daría todo lo de sí mismo para que los que hicieron estos pagaran hasta la última gota de sangre.

Sin nada que decir Onorato de Lascaris se dirigió con el resto de su regimiento a las trincheras y fortificaciones que sus antecesores habían forjado.

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09/07/2019, 00:40
[Muerto] Don Manuel de Ynestrillas

Los primeros pasos, llenos de confianza, de las recias botas del joven sargento de granaderos, lo alejaron de la nave. Pletórico de vida y ánimo después de lo que había sido un viaje de luengos días y días tras días en compañía de gentes que eran maravillosas, sin duda la sal de la tierra pero también espaciales, dio una amplia bocanada del aire local y sonrió, mesándose la punta del bigote con gusto.

-¡Ahhhhh! Una visión miserable, ¿no lo creen caballeros?

Avanzó, en cabeza de la compañía.

Había verdad en aquellas palabras: los explosivos y las detonaciones podían traer un cierto calor de hogar a aquel lugar, y el calor infernal ser similar al de un buen verano tyviano, pero no había nada de la frondosa vegetación o amplias extensiones de cereales o viñedos que podían encontrarse en la vieja patria: aquel lugar era un completo erial pedregoso y miserable.

-Contemplen esta nadería, mis buenos señores -dijo, señalando con la rectangular vaina de su espada a la extensión, haciendo un arco- Y qué... hedor. Somos afortunados de que la cordita y el azufre invadirán pronto esta agriedad natural.

Don Manuel parecía encontrarse de buen humor en aquel momento, producto de una mezcla del vigor y ardor propios de su edad juvenil y del entusiasmo de todo tyviano decente por salir de un encierro preparado para salir al ruedo de la muerte y el honor. Se había presignado más por respeto y devoción que por real miedo o preocupación y avanzaba para tomar posiciones con sus hombres, ignorante al parecer de las actitudes de aquellos soldados que abandonaban el campo de batalla, cuando un hombre más sabio quizá hubiera hecho bien en atesorar aquellas impresiones. Pero acaso no se esperaba de un líder de hombres que se esperara inasequible al desaliento cuando sus hombres flaqueasen.

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09/07/2019, 00:19
[Muerto] Jon Bernim

Nota Mental #8719: comienza otro día de mierda en la lata espacial gigante llena de ratas. Je! Aunque algunas ratas salieron lastimadas en el viaje de esta lata, esos tabrisianos realmente saben defender su orgullo estúpido. En momentos como estos agradezco la compañía de Za, ese imbécil siempre termina en situaciones interesantes, y yo ya estaba aburrido de solo comer basura día tras día escuchando los gritos de  pretenciosos. Nada como algo de calentamiento con sacos tabrisianos, hay que ver que el administorum realmente sabe cómo entrenar su personal.

Espera, que algo sucede…

 

Nota Mental #8720: me gusta pensar que soy un hombre ordenado, me molesta ver gente gritando y bailando de un lado a otro sin una razón. Siempre llevo en mi mente presente lo que necesito para… Oh genial… llega Za, me dice que hay que estar listos para desembarco… ¿Ven lo que digo? Ponen a las ratas a correr para lanzarse a las trincheras, no me importa ensuciarme un poco, pero al menos si vamos a pelear por un pedazo de polvo estelar, asegúrense de darnos más amas. Nombres vuelan por acá y por allá, “Desastre Mc Knife”, enserio hay gente que… Oh! Me llaman, ni modo me toca complacer a los mandamases para que no molesten.

 

Nota Mental #8721: “Se espera mucho de Ustedes” dice la puta frígida, ¿Quién espera "que" de nosotros? Sonríe, ¿que con su sonrisa? Agradezco llevar algo que siempre tape ligeramente mis expresiones faciales, porque no sé qué reacción espera de mí una perra que solo grita y se queda detrás de nosotros para luego llorarle y suplicarle al viejo Tasbar. En fin, otro lugar olvidado por la mano del “emperador” por el cual debemos ensuciarnos, no importa si es provost, una lata en el espacio, un sector lleno de orkos; mientras tenga mis manos y un rifle todo estará bien.

 

Nota Mental #8722: Tengo que empezar a identificar mis medios en este mierdero, si quiero mantener mis opciones debo contar con bellezas como mi lanzallamas a la mano. Nada que no pueda resolver un problema de pestes como el fuego… De nuevo algo, ¿Qué sucede?..

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09/07/2019, 14:19
[Muerto] Morsov Yngvarson

Morsov odiaba las naves, pero estaba acostumbrado a viajar en ellas tras un buen puñado de años sirviendo a la guardia en diferentes escaramuzas. Los páramos helados de Varangia creaban curtidos guerreros que estaban preparados para cualquier situación. ¿Había una pared demasiado gruesa? Ellos abrirían un túnel. ¿El plomo no funcionaba contra una fortificación? Ellos la reducirían hasta los cimientos con explosivos. Eran una versátil herramienta de destrucción y un puñado de fuertes soldados por igual. El sargento estaba seguro de esa era la razón por la que su participación sería crucial en el asedio.

Se acomodó el sombrero y se sujetó fuerte al aterrizar la nave. Llegar a un nuevo planeta siempre colmaba de diferentes emociones, algunas más fuertes que otras pues todos saben lo que viene a continuación. Los zapadores simplemente miraban perdidos a la nada, con rostros curtidos y expresiones serias. Los pocos que bromeaban acerca de su muerte próxima lo hacían tan escandalosamente como un grupo de pielesverdes repartiéndose el botín. Ese contraste de guerreros siempre estaba presente en los regimientos Varangianos, su estadía en el mundo letal los convierte en soldados impacientes de conocer su muerte y llevarse a tantos enemigos al infierno como sea posible. Unos se toman esta labor con una sonrisa, y otros con un rostro tan gélido como los altos picos rocosos de su planeta natal.

Al abrirse las puertas los soldados fueron saliendo en hileras con su arma reglamentaria en mano. Una costumbre común entre los pelotones veteranos de zapadores era llevar una pieza de equipo característica o accesorios curiosos, en Varangia se creía que el botín que un guerrero pudiese reunir en vida sería el que usaría en las batallas después de la muerte. ¡Por lo que era mejor llevarse la mayor cantidad posible de recursos al otro lado! Aunque claro, para conseguirlo tendrían que despachar a una cantidad aceptable de enemigos. Todos se veían especialmente ansiosos por esto último.

Cajones grandes con armamento, munición y explosivos empezaron a retirarse con ayuda de carros. Nadie quería estar cerca de los instrumentos de destrucción, pronto tendrían tiempo suficiente para ver los fuegos artificiales. Su lugar estaba en algún sitio en el entramado de trincheras y barricadas en aquella tierra muerta. Morsov escupió al suelo que pisaba, era una tierra que no merecía la pena cuidar y muchos lo sabían. Aun así la presencia misma del Caos sugería, no, inquiría la respuesta inmediata de la humanidad. Ellos borrarían el último átomo de herejía con cargas explosivas si era necesario.

Luego estaban los psiquicos. Morsov conocía bien su potencial en el combate, pero también las consecuencias de ese poder que casualmente se presentan en los sitios seguros cuando están rodeados de camaradas. No sentía especial afecto por ellos, pero les respetaba en gran medida. Con el cuidado y uso necesario los podían convertir en armas de gran destrucción. Solo esperaba que entre el ajetreo de la batalla no llegasen a la decisión de ponerse a hacer estallar cabezas del bando aliado.

Morsov salió de la nave y empezó a buscar su escuadra, su viejo compañero Rolf escupía al suelo con descontento. También tenía una mala sensación en aquel sitio, y no podía esperar para terminar con esto e irse del lugar.

—¡Décimo pelotón de zapadores, conmigo! Nos movemos al campamento, no empujéis muy fuerte a los demás guardias. Recordad que estamos en el mismo equipo.

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09/07/2019, 16:51
[Muerto] Leonardo Dagon

Leonardo salió de la ballena expectante por la acción, su compañero iba tras él cargando la munición del mortero mientras el cargaba con el mortero mismo. En todas direcciones se podía ver aquella silueta roja y polvorienta que caracterizaba a aquel mundo, una ubicación propicia para los combates amplios y quizá no tanto para el mortero si no encontraban una buena cobertura.

Siguiendo a los oficiales que dirigían las órdenes, Leonardo avanzó hacia la ciudadela de acero, sin prestar mucha atención a las tropas que se retiraban, aquellos que habían sangrado por el emperador. Ahora era su turno, y no iba a preocuparse por el destino que le esperaba, al menos no de momento.

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09/07/2019, 18:16
[Muerto] Gerald Dietlinde

Mantenía los ojos cerrados durante todo el descenso. Piernas estiradas y cruzadas, tratando de disfrutar los últimos minutos en los que nos encontraríamos en calma. Ni el traqueteo gravitacional de entrada en la atmósfera del planeta, ni el golpe de la nave contra el suelo, al tomar tierra, me hizo abrir los ojos o mover los músculos de mi rostro. Sólo al sentir la brisa del planeta al abrirse las naves de descenso, tras respirar profundamente los abrí, dirigiéndome al exterior, observando el horizonte del planeta. Un horizonto roto por una imponente ciudadela que resiste hasta el punto de reclamarnos. Tras las palabras del sargento tomo tierra, poniendo una rodilla en el suelo para coger un puñado de aquella arena rojiza. Lo levanto para observar como resbala entre mis dedos y acabo frotándome las manos mientras me incorporo. 

Frente a nosotros desfilan las topas cabizbajas que abandonan el planeta, su aspecto era lamentable. Un aviso para los que llegábamos de la intensidad de los combates que se habían vivido. Pocos vítores o saludos se ve escuchaban, sólo una letanía de pena y tormento por el que habían pasado aquellos. Nosotros representábamos la nueva esperanza. Era curioso que muriera de ganas por apostar sobre quién sería la próxima baja. Camino junto a mi escuadra, pronto recibiríamos órdenes de batalla y nos encargaríamos de cumplir con las órdenes. La vanguardia había llegado y llevaríamos la merced del Emperador a la cabeza del ataque. Como habíamos hecho hasta ahora, sin importar la dificultad de la misión que se nos encomendaba. Puede que los evacuados tuvieran un aspecto lamentable, pero no me impresionaba. No dejeba de ser un día más al servicio del Imperio del hombre. 

En silencio, avanzaba.

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09/07/2019, 22:43
[Muerto] Campeador

De entre todo el ordenado regimiento destacaba una figura enorme que bajaba de la nave gritando mientras cuatro bombarderos trataban de tirar de él con gruesas cadenas. Uno de ellos dio un paso en falso y recibió un tremendo manotazo que lo catapultó un par de metros cayendo de culo al suelo.-¡Noooo, Mami!¿Donde está Mami?Está muy oscuro, a Campeador no le gustan las cadenas. Aparta hombrecillo¡cronch!-una soldado del 58º regimiento de bombardeos apareció desde las entrañas del cetaceo y cuando el ogrete la vio arrancó a correr hacia ella arrastrando consigo a los tres que le sujetaban. Cuando llegó hasta ella se acachó y la abrazó con tanto cuidado como pudo, pero la mujer no tardó en empezar a darle golpes e insultarlo para que la soltara.

Todo lo que tenía de fiero el enorme ogrete se desvanecía al mirarme la cara de bobalicón, su tono de voz y su actitud eran las de un niño grande. Campeador era ya casi la mascota de la compañía, había estado en incontables frentes y todo lo que tenía de tonto, lo tenía de leal. En un lado de su cabeza asomaba un trozo de chapa metálica, la herida más grave que había sufrido jamás, su enorme barriga asomaba por debajo de la armadura de caparazón; la cual a pesar de los enormes correajes parecía venirle menuda en según que posturas. La anécdota más divertida de la compañía fue cuando el descomunal ogrete se sentó sobre una granada para salvar a sus compañeros y esta a penas le causa algunos rasguños, el bruto se levantó acto seguido disculpándose por haberse tirado un pedo tan fuerte.

Una vez fuera de la nave y con "Mami" cerca, la mole empezó a calmarse hasta que en un momento dado pudo llegar a saludar a Don Manuel con la mano, como si fuera un niño pequeño. Si se tenía paciencia con Campeador, dulce y grandes cantidades de comida era el mejor de los soldados, a la par que el más lerdo, tanto que no distinguía entre ordenes suicidas y ordenes, así que las cumplía todas por igual.

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10/07/2019, 18:13
[Muerto] Hong Men Lei

Había llegado por fin el día en el que podría poner el práctica de nuevo sus arcanas dotes y conocimientos de la maquina al servicio del Imperio. Hong, al igual que muchos de sus compañeros, no estaba nada nervioso. Sabía que el Dios-Máquina estaba de su lado, y confiaba plenamente en que el espíritu máquina de la cápsula los dejaría sanos en tierra. Y así fue.

El viaje hasta allí no había sido demasiado malo, había podido mantener sus ritos en las tecnocapillas de la nave, así como sentir a espíritus que habiéndose quedado en tierra jamás habría presenciado. Tras unas nuevas comprobaciones finales a sus implantes y a su equipo, se encomendó al Omnissiah en binario y salió hacia afuera.

Con la mirada al frente, siguió a su regimiento, esperando órdenes de su coronel, muy posiblemente tendría que ayudar con el despliegue de las máquinas de guerra, así que de nuevo y por si acaso, comprobó otra vez su servobrazo. Miró entonces con decisión a la Ciudadela, casi con odio por los traidores que allí moraban. Les demostraría el poder de la ira de Marte.

 

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11/07/2019, 01:57
Jarl Brotinn

Jarl había matado el tiempo en la disformidad con la lectura de ciertos manuscritos que había obtenido de contrabando en las profundidades de la nave y practicando los rituales de centrado mental de la Scholastica Psykana. En general intentaba dormir tan poco como fuese posible durante el tránsito por el Inmaterium. Aunque escudada por el Campo de Geller de la nave, la mente de un psíquico era especialmente susceptible durante el viaje y habitualmente Jarl se veía asaltado por sueños escalofriantes en la que sombras de aspectos imposibles le perseguían por los pasillos de una de las Naves Negras. Tras despertarse gritando un par de ciclos nocturnos, el resto de los reclutas les adjudicado a el y su compañero Snarl su propio camarote.

Durante el descenso, Jarl trató de relajarse pero la energía psíquica producida por el estrés del momento hizo que las chapas identificativas de los soldados que tenía al lado comenzasen a flotar en vertical. Una mirada severa del capitán bastó para que el psíquico se concentrase y acabase con aquel desconcertante (pero inofensivo) subproducto de su actividad psíquica.

Al descender de la nave, la mayoría de sus compañeros se alejaron inconscientemente de Jarl y su compañero. No le molestaba, ya hace tiempo que se había acostumbrado. El Imperio del Hombre temía aquello que no comprendía o no podía controlar, y sus dones eran la perfecta conjunción de ambas circunstancias. Al poco vio acercarse al sargento Morsov.

-A la orden, sargento. Honremos a Imperio y a nuestros antepasados respondió en la antigua lengua de Varangia. ¿Pintorrrrresco lugar, ja? continuó en bajo gótico.

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12/07/2019, 13:48
Arrin Falkenhorst

El viaje le había servido para lo de siempre, perfeccionar y entrenar su habilidad cuerpo a cuerpo con su enorme mandoble, pero poco más. Allí no eran bienvenidos, ni en ningún lugar. Eran unos parias, unos advenedizos que habían sobrevivido hasta ahora porque eran demasiado cabezotas como para morir.

Y él sonreía por ello.

Junto a su hermano Orrin, bajó en perfecta formación, vestido hasta el último punto exactamente igual que él, aunque con los patrones de colores invertidos, de tal forma que uno al lado del otro parecían la imagen reflejada en el espejo del contrario, sólo que él era la imagen algo desenfocada, pues no sabía cómo, su hermano siempre parecía brillar más que él, sus colores más fuertes, su brillo más espléndido, su pose más clara....pero a Arrin eso no le importaba. Amaba a su hermano y daría su vida por él. No había nada más importante. Hermano, compañía, regimiento y luego Imperio. Así estaba ordenado en su cabeza y así seguiría.

Con su pose al lado de Orrin, parecía que decía "Hola, míralo a él que mientras tanto yo me acerco y te atravieso con mi espada, capullo."

Ambos hermanos lucían una sonrisa abierta y peligrosa, mirando al resto como si fueran inferiores sólo por temer a la muerte. Su lema, y el de los Doblesueldos, era mirarla a la cara y escupirle mientras la atravesabas de parte a parte.

Como todos los doblesueldos, gruño una sonrisa al escuchar al Sargento y marchó como se esperaba de él, luciendo orgulloso como un pavo real, apagado por la presencia de su gemelo, pero contento de tener próximos objetivos para su espada.

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13/07/2019, 18:17
[Muerto] Sven

Sven olfateó el aire y una siniestra sonrisa iluminó su rostro. Joder, aquello era vida. Casi casi podía oler la muerte, la sangre, los gritos... Llevó su mano a su pierna derecha y toco el duro cuchillo que tenía allí. Ya podía imaginarse clavándole aquello en la cara a uno de esos enemigos. Le daba completamente igual lo que fueran mientras pudieran ser acuchillados y gritaran como cerdos. Se relamió ante esos pensamientos.

Comprobó que lo tenía todo con él y avanzó hacia su sargento junto con su compañero. La verdad es que normalmente no era una persona muy social. Era el precio que pagaba por disfrutar de su trabajo. Pero bueno había gente que le acababa pillando cariño. Y al menos tenía un pelotón después de ir de uno a otro. El sargento Morsov parecía buena gente, solo esperaba no tener que apuñalarlo. También esperaba no haber dicho esto último en voz alta.

Se presentó ante el sargento y la saludó aún con su sardónica sonrisa en la cara. -Que les jodan a los demás, mi sargento. Si no pueden con esto que mueran en una zanja. Hecho esto escupió al suelo, uno podría pensar que imitando a su sargento pero aquello era una costumbre del regimiento.

Miró al psíquico. La verdad es que tenía ganas de ver que pasaría si le volaban la cabeza, pero el cabrón tenía la costumbre de no morir. Ojala esta fuera la vez. -Mucho mejor que pintoresco. Solo espero que te traiga suerte en lo que haces. Dijo sonriendole. Joder, de verdad, quería ver como sería una explosión psíquica de la cabeza de ese tipo.

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15/07/2019, 16:07
Narrador

El desembarco se completó sin incidentes. Las oleadas de naves llegaban al resguardo de la luz del amanecer, tiñendo aún más de rojo el ambiente al iluminar el vientre de las nubes con sus quemadores y propulsores. Tras los enormes transportes de tropas, llegaban los más pequeños y ligeros de suministros y munición, protegidos por grupos de cazas de la Aeronautica Imperiales que trazaban estelas entrecruzadas en el cielo.

Soldados y máquinas abandonaban las naves aterrizadas en los dos espaciopuertos improvisados situados al suroeste y al noreste de la Ciudadela, y se desplegaban a lo largo y ancho de las líneas fortificadas del cerco imperial sobre la fortaleza. El rugido y la vibración de los motores y el humo de los tubos de escape de los carros de combate tyvianos y drafelivanos,  de los propulsores de las naves y del crepitar de los transmisores era intenso, así como el olor a sustancias petroquímicas.

La única manera de indentificar a qué unidad pertenecían los legionarios penales era a través del abrigo amarillento sucio que llevaban todos, ya que en cuanto al resto del equipo, no había dos que lo llevaran igual. Marchaban en un intento de formación, ya que todos se movían en la misma dirección y dentro de los límites de la columna, aunque dentro de la misma no hubiera un atisbo siquiera de organización. Aquello era todo cuanto podían conseguir los comisarios que la vigiliaban desde los laterales sde la misma, evitando que ningún inoportuno se saliera de la misma.

Los dos regimientos de Devotos avanzaban en calculada sincronía y movientos rígidos. Los soldados más bisoños del 9º Grupo de Batalla trataban de demostrar que eran más aguerridos de lo que en realidad eran, y, al verlos desfilar vestidos con sus uniformes verdes y sus armaduras blancas y doradas, uno podría pensar que así era. Solo tenían que demostrarlo también en el fragor del combate. A su alrededor y entre ellos se movían con porte solemne los sacerdotes del Ministorum. Los soldados inclinaban la cabeza cuando estos se acercaban prodigando bendiciones, oscilando sus incensarios mientras cantaban sin cesar himnos potenciadores del valor y la protección.

El 62º de Zapadores era todo lo contrario a los tabrisianos. Los varangianos avanzaban con una gélida confianza y decisión, aunque de manera casi tan desincronizada como los penales. Veteranos de docenas de frentes, los oficiales permitían aquella muestra de fiera libertad como símbolo de su probada experiencia y de la dura tierra de la que provenían. Los Cyclops, manejados por sus operadores mediante controles remotos, separaban una compañía de otra. Entre las vestimentas de pieles y las armaduras de color acero de la tropa, podía distinguirse a varias figuras encapuchadas que portaban un bastón con el ojo de la Scholastica Psykana en el extremo.

Más acorde a lo que un regimiento ejemplar de la Guardia Imperial debía ser, los Granaderos Tyvianos marchaban en perfecta formación, con sus rifles al hombro y las bayonetas apuntando al cielo como si de lanzas se tratase. Cuadro tras cuadro, los soldados de uniforme rojo y armadura gris claro iban a la par con los blindados de su regimiento hermano, pintados con los mismos colores. A la cola de la formación estaban los enormes ogretes, casi pastoreados por sus cuidadores.

Al lado de las formaciones de infantería, pasaron raudos los Chimeras del 112º Mecanizado, y algo más alejados por si acaso debido asu volátil contenido, los Devil Dogs y Hellhounds del 91º de Blindados Ligeros. El interior de los transportes iba lleno de soldados, cuyas armaduras de caparazón azules brillaban por el fulgor que emitían las armas de plasma con las que el Ommnisiah los había bendecido. Los más afortunados contaban con la presencia de un tecnosacerdote entre ellos. Algunos aprovechaban para revisar concienzudamente sus peligrosas armas, mientras que otros se asomaban por la escotilla superior para observar a los que marchaban a pie y al terreno rojizo que se extendía en todas direcciones.

Los últimos en salir de los transportes fueron los, escasos en comparación con el resto, hombres de la 11º Compañía de Asalto. El blanco hueso de su armadura de caparazón completa brillaba bajo el sol alabastriano, pero aquél era el único color que imperaba de igual manera en todos, desde su Fundación no había habido un uniforme reglamentario y a cada soldado se le había dado permiso para vestir de la manera que más le apeteciera. Cargados con sus mochilas de energía y sus pesados montantes, las escuadras de Doblesueldos fueron dirigiéndose hacia sus lugares asignados, entre miradas de reojo y el silencio de los servidores del Munitorum que los asistían.

Por encima de las tropas de tierra, transportes Valkyrie y lanzaderas ligeras Arvus se encargaron de llevar al personal y el material esencial, así como a los distintos oficiales, al puesto de mando principal desde el que se dirigiría el asedio. Una segunda flotilla de alrededor de una veintena Valkyries siguió a la primera, aunque esta no tardó en dividirse, cada aeronave de transporte dirigiéndose a un punto diferente al de las demás. A pesar de la distancia y de la velocidad que llevaban, era fácil distinguir de quién se trataban. En vez del verde o gris oscuro habitual en los vehículos de la Aeronautica, iban pintados de blanco, con una gran flor de lys roja a cada lado del fuselaje.

No fueron pocos los que se quedaron mirándolas pasar, mientras se dirigía cada una a uno de los hospitales de campaña levantados por todo el cerco. En esas naves viajaba la esperanza de muchos, pues cada una de esas Valkyrie llevaba en su interior un hospital de tecnología punta en forma de Hermanas Hospitalarias de la Orden de la Llama Eterna. Una esperanza quizás vana, ya que, teniendo en cuenta el número de hermanas que debía de haber, y el número total de soldados, ni siquiera debían de tocar a una Hermana por compañía. Pero una esperanza, al fin y al cabo.

En total, se trataba de un despliegue impresionante. Más de sesenta mil soldados imperiales, sin contar a los que ya estaban estacionados y a las tropas que la Casa Draven humildemente había cedido al Lord General, tomarían parte en la fase final del asedio a la Ciudadela de Acero, en el último intento de expulsar a la malignidad del Caos de aquél mundo, de dar la vuelta a aquella sangrienta guerra y de retomar por fin aquella franja de la Galaxia hacía tanto tiempo perdida, para mayor gloria de Terra y del Emperador Inmortal.

Notas de juego

Podéis marcar a todos a la hora de describir lo que véis y demás. Si vais a entrar en alguna conversación, entonces marcad solo a los de vuestro regimiento.