Partida Rol por web

Las cosas parecen ir mejor a cada momento.
El Shugenja se dedica a observar abstraído todo lo que hay a su alrededor sin pararse a observar nada de lo que ocurra a su alrededor.
La gente entra y sale del local mientras él, al lado de la puerta no se percata de nada extraño.

Sin embargo al otro lado de la pequeña plaza, el joven al que ha asaltado Kusanagi parece extrañado, pero acepta. Algo impropio de cualquier ciudadano, pues los escorpiones que ofrecen brebajes no suelen ser bien recibidos.

Sin embargo lo prueba, para luego escupirlo de golpe.

Mi señor, no sé qué brebaje será este, pero sabe a plantas corrientes en agua, y no ha fresas. Su sabor es muy malo, mejor que lo tiréis.

Aunque no se atreve a hacerlo el mismo, pues sería una falta de respeto. El chico ha hablado con sinceridad, una que no se puede fingir.

Kusanagi se queda extrañado, le da el dinero y se pira. Pero algo llama su atención, desde una calle no muy lejana se acerca otro samurái, uno que si que llama su atención. Uno que viste de Verde esmeralda y dorado. 

Finalmente el hombre santo saca la cabeza de debajo del caballo, y nota algo a su alrededor. Cada hombre de la calle hace una reverencia al viejo que se acerca hacia la casa de Te de la que acabáis de salir.
Su porte y sus colores, son ciertamente identificables. Parece un Dragón, y según sabéis, hay muy pocos fuera de las montañas de Togashi.

Es extraño.

Tras darle las gracias y darle el zenis al chico, me acerco al cangrejo extrañado, al ver al tan respetado dragón entrar en la casa de té.

- Bueno, parece que el brebaje no tiene veneno, saber, sabe mal pero veneno, parece que no lleva, el chico tuvo que tragar un poco para apreciar su mal sabor, de todas maneras podemos tardar un poco de tiempo en llevarselo a otomo sama, solo para asegurarnos por si acaso haga algún tipo de reacción más tarde, por cierto, ¿sabes quién es el que acaba de entrar en la casa de té? parecía un dragón muy respetado, ¿tendrá algo que ver con lo que nos vendió el otro dragón? , Podriamos mirar haber que pasa.

Espero la respuesta del cangrejo impaciente, pues la curiosidad me mataba por dentro, y estaba seguro que aunque me dijese que no iba a mirar por la *ventana de esa casa de té

Observo al dragón y una duda asalta mi mente, ¿será este el verdadero dragón que veníamos a buscar o era el viejo que nos dio la bolsa de hiervas?. No es muy normal ver a un dragón tan alejado de sus tierras, ¿pero dos?

Sin pensarmelo dos veces me acerco al que parezca tener más luces de los que se inclinan al paso del dragón -¿de quien se trata?-digo haciendo un pequeño gesto indicando al dragón como objetivo de mi pregunta. Puede que sea quien buscamos o una simple coincidencia.

-Estoy de acuerdo Kusanagi san, mejor será que entremos y pidamos otra taza de té, esperaremos pacientemente hasta que esto se aclare, aunque espero que se aclare pronto- le respondo al escorpión ignorando su comentario acerca de que las hiervas pudieran contener veneno.

Evidentemente hay una ventana, la que da a la mesa donde os habíais sentado antes.
El Kuni aprovecha para preguntar por el dragón, y un parroquiano le contesta que se trata de Mirumoto Chuboko. Un viejo dragón que ahora vive en este distrito y que suele venir a tomar té y a leer libros todos los días a aquel pequeño establecimiento.

El dueño del establecimiento tarda un poco en atenderos, puesto que pierde unos minutos hablando con este samurái.

Luego se os acerca, y os pregunta que queréis.

El viejo samurái por su parte, se pone a leer tranquilamente, y la gente deja de molestarle. El establecimiento se queda en silencio y la tranquilidad parece invadirlo todo. Un efecto segundario de tener a aquel hombre allí.

Sin miramientos me acerco a la mesa del dragón y me coloco frente a él -Mirumoto Chuboko Sama, mi nombre es Kuni Kiru, ¿Puedo sentarme con usted?, me gustaría hacerle una pregunta.- Allí espero pacientemente hasta que el dragón de una respuesta.

Tras que el dragón de su respuesta, independientemente de cual sea, me siento a su lado -Vengo buscando a un dragón para que me de unas medicinas para mi señor, no se si se trata de usted ya que no me dio descripción alguna de con quien me encontraría- dos dragones en un lugar como este es raro así que que más que preguntar por si acaso, y más si este dragón es asiduo a esta posada en concreto.

Tras entrar a la tienda de té , le doy a kuni kiru san 4 zenis por si las moscas y busco a el anterior "dragón" por los al rededores pues no debia haber ido muy lejos, y también pregunto por el al posadero.

El Mirumoto hizo un gesto invitando al Kuni a sentarse. Y lo miro durante unos segundos.

Bueno, sí que conozco algo sobre medicinas. Y me da la sensación de que trabajas para Otomo Fujimaki sama. ¿Me equivoco?
Si se trata de él, estaré encantado de ir a verlo para ver qué puedo hacer por él. Hace mucho tiempo que no lo veo.

--

Mientras el escorpión hacia preguntas sobre el otro curandero. El posadero le dijo que no lo había visto bajar. Y que era la primera vez que lo había visto en el establecimiento.

Aquellas palabras hicieron que el joven samurái tuviera cierto desasosiego.
Subió a la planta superior que solo estaba ocupada por una mujer que estaba limpiando el suelo.

La mujer, una Heminin no dice nada, pero siguiendo el suelo limpio, ves unas pisadas que se acercan a la ventana. Seguramente el tipo hubiera salido por allí. Lo que resultaba extraño, porque parecía tener muchas deficiencias físicas como para salir por una ventana.

Pero aquella situación era extraña, la planta alta era solo una habitación para tomar té. No hay habitaciones, ni lugar donde dejar pertenencias.

Aunque estaba claro que las apariencias podían engañar, una persona respetable como parecía ser esta me daba más confianza que el anciano curandero. Aun así si fuera solo casualidad el encuentro de los dos dragón en este lugar, sería una buena casualidad y mataríamos dos pájaros con una sola flecha.

-Si soy el shugenja que tiene Otomo Sama a su cargo, sería un privilegio para mí escoltarlo a la finca de mi señor cuando usted guste ir- le digo agradecido por su ofrecimiento mientras realizo una reverencia.

De repente me asaltan las dudas ante las extrañas hiervas, pero las disipo con rapidez, el escorpión me aseguró de que no eran nocivas, aunque con el poco tiempo que ha tenido para averiguarlo bien se podría equivocar. Hay medicinas que tardan horas en actuar, bien podría pasar lo mismo con los venenos. Mascullo ese pensamiento mientras espero la respuesta del dragón.

me asomo a la ventana esperando ver aunque sea de lejos a el supuesto curandero

intento memorizar su cara para al siguiente dia irlo a buscar, pues esto no se quedará así como así. Bajo hasta donde esta kuni kiru y me quedo de pie esperando al lado del,

-(si me presentan)

- encantado ¿su nombre es? (si me dice el nombre) encantado (nombre del hombre) -me giro hacia kuni kiru, podriamos irnos ya si lo desea.

-Este es mi compañero, Bayushi Kusanagi San, también trabaja para Otomo Sama, por supuesto- digo al acercarse el escorpión a nuestra mesa y espero la respuesta del dragón a la propuesta.

El joven escorpión llega de la planta de arriba y se incorpora a la conversación de la mesa.
Kuni puede notar como este está inquieto, como si algo no fuera del todo bien, pero delante de vuestro invitado parece no querer decir algo.

Sin embargo, la conversación continúa. El viejo dragón se presenta al escorpión. Una vez realizadas las presentaciones formales contesta a la propuesta del shugenja.

Pues si mi buen amigo necesita de mis servicios, no me quedara más remedio que ir, decidle que viajare esta misma tarde a su casa con mis enseres, para hacerle una visita de cortesía.

El mirumoto parece tranquilo hablando con vosotros, puede que sea porque conoce a vuestro señor. Sin embargo parece querer dedicarse a sus quehaceres matutinos, nuevamente.

Mientras la sala se encuentra tranquila, y la calle también. Todo indica que es una mañana tranquila, de esa en las que no pasa nada. O puede que pase algo, algo que el escorpión aun no ha tenido tiempo de explicar a su compañero. Pero a cada segundo que pasa, será más complicado seguirle el rastro a esa sensación.

-Muchas gracias Mirumoto Chuboko Sama, enseguida haremos llegar su mensaje- a continuación me levanto tranquilo y realizo una reverencia a modo de despedida.

Salgo sin prisas del establecimiento y cuando me encuentro cerca de los caballos me dirijo al Escorpión -¿que sucede Kusanagi san? te noto algo inquieto, ¿es por casualidad debido a nuestro otro amigo dragón?- pregunto perspicaz al olerme por donde van los tiros mientras abro la bolsa con las supuestas medicinas para observarlas con detenimiento.

Tras despedirme del dragón, y algo inquieto, salgo tras kuni kiru a coger los caballos y cuando abre la bolsa de las hierbas:

-Tira eso, no sirve, -le digo señalandole las hierbas -si estoy inquieto por que el otro dragón es un impostor, nos a engañado a nosotros y sobre todo a otomo -digo para intentar que el cangrejo se cabree como yo lo estoy o por lo menos sienta la necesidad de complacer a su señor y me ayude a coger al ladrón-

-No hay tiempo que perder kuni san , vamos montemos en los ``caballos´´ ,estaba yendose por allá, por encima de esos tejados, seguro que otomo quiere que le demos una lección al que intente engañarlo con falsas esperanzas de recuperación.

-Dejo caer esa última frase, para así convencer (por si no estaba convencido ya ) al cangrejo de que tenemos que ir a por él.

-Mientras monto -Por cierto ¿podrías hacer alguna hechicería de esas que haceis vos para pararlo verdad?

El kuni andaba mirando las hierbas y no conseguía distinguir nada en ellas, nada extraordinario. Sin embargo fue cuando el escorpión se las tiro al suelo cuando lo vio claro.

Aquellas hierbas eran las mismas que crecían justo a los pies de la posada. Y podías ver como alguien las había arrancado.
El shugenja no se lo podía creer. Había confiando en aquel tipo, y ni siquiera había revisado el contenido.

Pero en cuanto asumís que os han estafado empezáis a preocuparos. El tipo ya no está a la vista, y el escorpión solo sabe que iba dirección hacia las afueras de la ciudad imperial.

Si llega a escapar hacia el pueblo de los Etas sería muy complicado encontrarle y hacerle pagar por haberos estafado como a idiotas.
En la calle un puñado de transeúntes van de aquí para allá tranquilamente.

Quizás no sea una tarea imposible encontrar a aquel hombre.

Me siento estúpido, muy estúpido, y una ira inconcebible me recorre de pies a cabeza como impulsada por la misma tierra. Aplasto con un pie las hiervas y oteo el horizonte siguiendo una a una las indicaciones del escorpión con el fin de ver si consigo ver al ladrón.

Monto en el caballo antes de que el escorpión termine la frase en la que lo propone y avanzo en la dirección que me ha indicado sin poner en duda su criterio. -Si puedo detenerlo, pero solo si lo veo primero- confirmo al escorpión mientras me alejo

Me fijo en los transeúntes y reduzco la velocidad cuando llego cerca de alguno que pase cerca, observando su actitud, o comentan algo con extrañeza (en especial si mira hacia el tejado) - ¿POR DONDE HA IDO EL VIEJO DEL TEJADO?- pregunto asumiendo que saben la respuesta, no parándome demasiado y esprintando entre transeúnte y transeúnte hasta encontrar una respuesta adecuada o ver por mis propios ojos al ladrón.

Indignado, no es, ni cabreado, es una palabra que no consigo descubrir, pues no sé , sinceramente,si ha sido inventada aún,  para expresar un estado de ánimo que mezcle esas dos palabras, y como una fiera de los bosques de rokugan buscando a su presa, como un samurai del clan león, que lucha por su orgullo familiar, busco a ese mal nacido ladrón, que ha logrado engañar a un escorpión y a dejado a este como si fuese un auténtico inútil.

Me dispongo a seguir por donde he visto que huía montado en mi caballo, y dando indicaciones al cangrejo, pues era la única manera de paralo a mi criterio.

-¿Han visto a un hombre aparentemente viejo, con ropas marrones, y la cabeza afeitada con un tatuaje que no se distingue bien.?

Pregunto a los transeuntes mientras miro, intento no dejar de mirar los tejados por si lo veo de paso.
Busco casas con posibles huecos en el techo o sitios donde pudiese esconder un ladrón, pues parece imposible que un ladrón tan viejo tenga tanta resistencia física.

Los caballos se mueven inquietos por las calles, preguntáis, y seguís vuestro propio instinto os lleva hasta la puerta hacia fuera de la ciudad más cercana.

Allí, mas allá de los guardias, veis al tipo, que parece haber salido sin problemas mientras los samuráis de la puerta registran un carromato con cestas de mimbre.

Encamináis vuestras monturas, y uno de los guardas está a punto de daros el alto, pero algo en vuestras caras le dice que no debe de interrumpiros. Os deja pasar, justo a tiempo para ver por donde se escabulle el estafador.

El viejo nota que lo estáis siguiendo, y se interna entre un grupo de viviendas donde los caballos no os pueden servir de mucho.
Y el malnacido no se pone en la vista del shugenja lo suficiente para que este lo deje inmovilizado con sus poderes mágicos.

Desmontáis, y seguís la caza a pie. Estáis en un grupo de casa bajas, con Etas que os miran horrorizados, el silencio se hace patente entre las personas, aunque los animales siguen con sus cantares normales.

Llegáis a una encrucijada. El sabéis que solo puede haber ido en dos direcciones. A la izquierda y a la derecha. Así que tenéis que tomar una decisión.

-!TÚ¡- digo señalando a uno de los etas que se intentan ocultar de nuestra vista a medida que bajo de mi caballo -Si les pasa algo a los caballos te mataré junto al resto de tu familia- afirmo con brusquedad para luego alejarme corriendo por las callejuelas. Era evidente que aunque fueran etas nos encontrábamos en la ciudad imperial y por lo tanto los dueños de estos etas seguramente eran poderosos, y por lo tanto no podría matarlos sin represalias, pero eso, ellos no lo sabían.

Continúo mi carrera hasta llegar al cruce apartando a quien se me pudiera cruzar por mi camino con la mirada fija hacia donde creía, podría haber ido el ladrón. Niños, ancianos, cestas de alimentos, poco me importaba lo que cayera a mi paso cegado por la ira como estaba. Al llegar al cruce una nueva duda, no tenía tiempo de formular una pregunta a la tierra y menos seguro estaba de que su respuesta fuera lo suficientemente clara como para que la perdida de tiempo mereciera la pena. Así que opté por la solución más rápida. 

Solo paré unas décimas de segundo antes de tomar una decisión, -Coge el otro camino- le indico al escorpión sin plantearme un debate abierto, había que tomar las decisiones de manera rápida y sobretodo efectiva. Tanto el escorpión como yo somos samurais y por lo tanto si nos encontramos con el individuo deberíamos ser capaces de someterlo sin problemas, al menos en teoría.  Yo no era muy atlético, pero si aguantaba bien el esfuerzo físico, por lo que me manejaba bastante bien en las carreras de fondo, el bayushi parecía rápido, a mi juicio el ladrón no tenía escapatoria. Una leve sonrisa se dibuja en mi rostro al recordar las investigaciones que vi en mi instrucción como kuni, -quizás va siendo hora de repasar algo de anatomía, a lo mejor estaría bien una disección- pienso a medida que la macabra sonrisa se alarga cada vez más.

Bajo del caballo sin ni siquiera percatarme que me pueden robar el caballo, y ya estando a un metro de distancia del kuni escucho como este se los deja a cargo a un eta, aunque yo estaba ciego por encontrar a el ladrón como fuese, pues tal humillación no podía quedar impune, solo podía pensar en cogerlo y matarlo yo mismo, y mientras corria...

-Kuni san por favor, si lo encuentras déjame ser el brazo ejecutor que de un castigo apropiado a su inmundicia. *uf, uf .

Cuando de repente llegamos a una intercepción y antes de que el Kuni diga nada me meto por la calle de la derecha, buscando como un loco a ese desgraciado, mi desesperación es tal que cojo por la pechera a uno de los etas de por la zona.

-¿A PASADO UN VIEJO CORRIENDO, POR AQUI CON LA CABEZA RAPADA Y UN TATUAJE EN LA CABEZA TAMBIEN?

Le digo mientras lo sarandeo y espero un poco a que me diga la respuesta mientras miro a los alrededores